[Hisuikai] Ecos de Hisui || Primavera

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[align=center][font=Calibri,sans-serif][font=Arial,sans-serif]Muramasa – Capítulo 3: "Un Día de Lazos"[/font][/font]

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[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Luego de un viaje en barco que sirvió para divertir a los pasajeros antes del siguiente paso, llegó la hora de un día pesado. Murdock se levantó de la tienda que le permitió dormir y saludó a sus compañeros rápidamente. Fue hacia donde cierta persona que le podía proveer de una buena bebida.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Ah, mira qué trajo el Glameow —el capitán sonrió—. ¿Qué puedo hacer por ti, Mura?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Tienes alguna botella que puedas servir?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Tendrás qué ser más específico que eso.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—No sé, hombre. Ha sido ya algo de tiempo desde la última vez que tomé alcohol que no sea local —pensó un poco antes de decidir—. ¿Tienes whisky?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Todo lo que necesitaba escuchar. —agarró una de sus botellas para servirla en un tarro.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]El herrero usó la bebida para acompañar el Mochi que iba a desayunar. Sin embargo, el tarro quedó vacío antes de que él siquiera estuviese a la mitad con su comida.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Otro vaso.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Teach le hizo caso. Pronto, ambos terminaron en un estado donde no podían orientarse bien.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Otro… —Muramasa pidió.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Estás seguro? —el capitán le vio con burla—. Quizás colapses.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Mira quién habla —su cabeza empezó a punzar—. ¡Ah, rayos, es cierto![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¡Ja, tenía razón![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¡Oh, cállate, barbón de mar! ¡Tú y tu…! —se fijó en algo que estaba en la mesa—. ¿Esa es una figura de Cynthia?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿La conoces?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Sí. Mira, te cuento una historia —se puso a narrar—: teníamos esta película sobre tumbas ancestrales. Grabamos dentro de tumbas legítimas de Unova, con un permiso especial. Teníamos a esta chica: Ellie Dupré, hermosa actriz. Ella un día se enfermó en media grabación, justo cuando debíamos grabar una escena de acción, y entramos en pánico.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Espera —Teach interrumpió—, ¿no deberían tener dobles?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—A eso iba. Ella era de esas actrices necias que querían hacerlo todo. Supongo que el director fue un idiota por no anticiparse, pero era la primera vez que le ocurría a alguien. Y entonces todos entraron en pánico, preocupados por cuando se iba a recuperar y por gastos que lastimarían nuestro presupuesto. Pronto llega Cynthia, quien buscaba descifrar unas puertas que usamos para la filmación. Ella se ofrece a ser un suplente temporal a un precio bastante accesible.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Y cómo actuaba?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Muramasa no pudo evitar reír ante la pregunta, aunque hizo lo mejor por contener sus carcajadas.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Era horrible, viejo. Es hermosa, inteligente, fuerte, lo que quieras, pero no sabe actuar. Sus expresiones nunca correspondían con la escena, sonreía cuando debía asustarse, se enojaba cuando debía reír. Y viejo, sus gritos… —puso una mano en su cara—, no hay una sola cosa en este universo que te prepare para sentir un grito de Cynthia.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Tan malos son?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—No diría que malos, pero sí que son penetrantes. Lo peor de todo es que todo mundo tenía miedo de decirle que necesitaba clases. Y llegamos al estreno con eso.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Y fue un fracaso.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Eh… no, en realidad vendió mucho. Pero eso sí, Cynthia vio sus problemas como actriz, y vino a mí para aprender.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Asumo que mejoró contigo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Murdock repentinamente perdió la sonrisa. Hacía ya bastante tiempo que pensaba en su pasado como celebridad.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Lo hizo, pero luego entré en una crisis porque mi novia me estaba engañando con otro. Perdí algunas cosas de por medio, empecé a meterme cosas que no. Tuve qué decirle a Cynthia que no podría seguirla ayudando. Estaba listo para reanudar mis clases tan pronto como me recuperé, luego terminé aquí…[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Teach sintió arrepentimiento al escuchar esa anécdota.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Hombre, perdón si te hic-[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—No, no te disculpes. La vida de un actor tiene unos bajones feos. Fui afortunado en que pude salir de ese agujero —consciente de lo que hizo, decidió cambiar de tema—. ¿Te cuento de la vez que Diantha casi le rompe el cuello a un hombre?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]El capitán levantó una ceja.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Mira, Diantha estaba en una película de espías. Había una escena donde esta otra tipa le embarraba la cara con comida. La cosa es, ella nos había dicho con anticipo que era alérgica a la crema de maní, pero el asistente idiota no leyó bien el mensaje, y la bandeja estaba llena con esa cosa. Diantha quedó horrible, y en venganza fue al estudio… —volvió a reír—. ¡Le rompió una ventana! ¡Y no satisfecha con eso, le hizo un suplex que casi lo destroza![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Teach también recuperó la risa.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¡Tome por idiota![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¡Verdad que sí![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Ese tiempo le sirvió a Muramasa para calmarse un poco. Apreció mucho sentir la nostalgia de mejores días, aunque viniera con la tristeza de quizás nunca volver.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Luego de un tiempo despejándose y quitándose los efectos del alcohol, el hombre recordó un asunto que hacía falta resolver.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Fue hacia otra parte del campamento, para hablar con una mujer que estaba descansando con Volo el mercader.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Ado…[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Hola, Mura. —dijo con algo de molestia.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Imagino que has de estar enojada por lo que hicimos Oroku y yo. —comentó en referencia al incidente del barco.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—No diría que lo estoy. Solo algo incomodada.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—No voy a decir que estuvo bien, es-[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Lo que debías hacer —Volo le interrumpió—. Mira, no le des importancia a eso. Yo ya sé lo que es enfrentarse a situaciones desastrosas. Lo hiciste porque te importaban nuestras vidas, así que no te culpes por nada.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Eso mismo. No hace falta que te lamentes —después quiso—. ¿Necesitas algo?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Vine por nuestro acuerdo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Ahí fue que una luz brilló en la mente de la joven.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¡Ah! Dame un momento.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Ella fue a su tienda de campaña. Había una caja junto a su bolsa de dormir, la cual abrió. Sacó de esta una bolsa, la cual luego presentó al herrero.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Aquí tienes.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Cinco esferas de colores verde y negro, con un seguro anaranjado. El material era incluso superior al de la poké bola estándar, el cual se componía de metal en su totalidad, a comparación de las esferas de madera.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Muchísimas gracias, Ado. —estaba feliz por el trato.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Espero que las aprecies de verdad, porque Teach y yo nos enfrentamos a un Heatran para conseguir el material[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Un segundo, ¿dijiste "Heatran"? ¿Ese pokémon que se dice que habita en volcanes?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Sí, el mismo, y el pobre Munchlax casi muere por ello. —indicó a su compañero glotón, quien engullía toda la fruta a su alrededor.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Muramasa sintió algo de arrepentimiento por haberla mandado. Podía aceptar que ambos se lastimaran en el proceso, pero costarle la vida a un pokémon no valía la pena.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Se acercó al monstruo, el cual pausó su glotonería por un momento. Luego le dio unas palmadas en la cabeza.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Eres un chico muy valiente.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Munchlax tenía nula idea de por qué le dijo semejante cosa, pero apreció el gesto.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Haz un buen uso de esas bolas ocaso. No creas que volveré a ese sitio para hacerte más.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Nunca te pediría que hicieras algo así. Y hablando de usarlas… ¡Amelia! —gritó a lo lejos.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Ado y Volo se preguntaron a quién invocaría en semejante situación. Creyeron que quizás sería un compañero intimidante, pero solo vieron a una pequeña Petilil brincando hacia ellos.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Al verla, la muchacha estaba incrédula. No podía contener las ganas de reír.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Ese pokémon es tuyo?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Lo es. —sintió vergüenza al admitirlo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Es tan irónico. Un tipo de tu tamaño y apariencia, con esta ternurita como compañera.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Esas risas molestaron a la pequeña planta. Ya estaba dispuesta a atacar, pero su dueño la detuvo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Cálmate. Ado es amiga. Mira —le presentó una bola ocaso, la cual incentivó su curiosidad—, es una como las que tienen nuestros compañeros. Sin embargo, esta es especial, así que por favor entra en ella.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]El bulbo aceptó haciendo un gesto. Mura abrió la esfera para que rápidamente capturara al ser. Después la abrió para que ella pudiera pasar el rato de aquí a que hicieran el viaje por Basculegion.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Toma. —le dio una baya Pecha para comer.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Amelia disfrutó su premio, pero sintió que algo la llamaba. Aprovechó que su dueño estaba inclinado y brincó a sus hombros.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¡Hey![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Ella intentó meterse en la bolsa del forjador. Desafortunadamente, Ado consiguió agarrarla y alejarla.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Eso no está bien, Amelia.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Por qué haría eso? —la muchacha se cuestionó.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Tengo algo que le gusta, pero primero quisiera intentar otras cosas. Al menos, antes de que se vuelva una necesidad —agarró a su pokémon y la puso en el suelo—. Eso tendrá qué esperar. Juega por un rato de momento.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]La Petilil se desanimó. Sin embargo, vio que Munchlax la invitaba a jugar, y corrió con él, lejos de los humanos.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Son adorables. —Ado remarcó.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Están armando lazos. Los harán amigos. Algún día quizás se protejan las espaldas —luego Mura volteó a verla—. Te has esforzado por cuidarlo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Por supuesto que lo he hecho. Ese Munchlax es un gran amigo. No quiero que le pase nada.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Y haces bien en ello…[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Te preocupa?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Algo. Desde que hablamos sobre los lazos, he pensado mucho en lo que significan. Quiero que mi conexión con mis pokémon sea fuerte, que la tuya con la de Munchlax sea fuerte, que la de todos lo sea para ser justo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Ella entendió que esa plática despertó un lado sensible en él que no había considerado. Estaba enternecida por pensar que él abría su mundo a los demás.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Te había mostrado el huevo que tengo? —indicó a un contenedor con un huevo adentro.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Asumo que vino de esa aventura en el volcán.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¡Yup! Y cuando ese pokémon nazca, voy a darle el mismo cariño.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Muy bien pensado.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]La conversación pudo haber terminado en ese punto, pero alguien más tenía algo qué decir.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Ustedes los caídos del cielo son interesantes —Volo comentó—. Les importa mucho su conexión con estas criaturas. Se preocupan el uno del otro, y no parecen temer a que puedan traicionar.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Tampoco es de exagerar —Muramasa argumentó—. Un pokémon puede ser traidor, pero lo mismo va para los humanos. Pero en ambas relaciones, nunca sabes si pasará hasta que primero los conozcas.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Eso es algo que debo apreciar. Agradecido estoy de que eso no nos deba preocupar entre nosotros.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Obviamente.[/font][/font][/size]

[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Mientras tanto, Amelia llevó a Munchlax a un sitio no muy alejado de los humanos. El pequeño glotón corría a ciegas sin saber qué le traería su compañera.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Qué tan lejos es? —le preguntó.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Ya no mucho —ella siguió brincando—. ¡Ya vamos cerca![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Siguieron corriendo, hasta que de la nada, el bulbo se detuvo. El gordito siguió, pero no tanto por obedecer, sino por el susto que le sacaron otros pokémon.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Bienvenido a mi grupo —ella se alegró—. Conoce a mis amigos: ellos son Oroku.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Hola. —Scyther saludó.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Este es Dollor.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Buen día. —Ponyta siguió.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Él es… —no recordaba el nombre del nuevo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Hardy, mi nombre es Hardy. —Qwilfish aclaró.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Ah, bien. Yo soy Amelia. Y juntos somos el equipo de Muramasa.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Munchlax tuvo miedo de responder, ya que el equipo era mitad extraño, mitad intimidante. Se obligó a hablar tan solo porque tuvo la esperanza de que nada malo le pasara.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—No vinieron a comerme, ¿verdad?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Depende —la mantis contestó—, ¿eres un pokémon salvaje?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—En realidad soy amigo de Ado.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Ah, la chica con la que Mura habla en a veces en casa. Entonces la respuesta es que no. Nadie te va a comer.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¡Uf! —suspiró de alivio—. Y… ¿qué hacen para divertirse?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Los cuatro se miraron los unos a los otros.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Me gusta galopar por los campos. —Dollor respondió.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¡Genial! ¿Me puedes dar un paseo?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Eh, paso. —ya imaginaba que nunca más podría moverse si dejaba que se pequeño se posara sobre su lomo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Qué hay del inflado?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Ni idea. No llevo mucho tiempo aquí.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Soy muy bueno cortando —Oroku apuntó—. ¿Tienes algo pueda cortar?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Munchlax miró una baya que sostenía en ambas manos. Eso le dio una idea entretenida.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¡Parte ésta en dos![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Juego de niños. ¡Lánzala![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]El gordo hizo caso y aventó su fruta. El Scyther la rebanó con un corte casi perfecto. De no ser por unos ángulos faltantes, las mitades habrían sido exactas.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Apuesto a que no logras partirlo en dos mitades exactas.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¡Desafío aceptado![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Y Munchlax siguió con más bayas. La Cheri quedó con la rama rebanada de la fruta en sí. A la Figy le cortó solo la parte superior. Oroku quiso cortar la Nanab de forma en que tuviera tres partes iguales, pero falló. No fue hasta que recibió una baya Sitrus, la cual afortunadamente, quedó en dos mitades exactas.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Te tomó bastante más tiempo del que debía.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Veo que necesito más práctica con esto. Estas peleas no me dan lo suficiente para partir objetos en el aire.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Oigan —Hardy se interpuso—, no por interrumpirlos, pero me haría bien meterme a un río ahora mismo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Deja me hago cargo de ello —Oroku comentó—. Hay un río al lado de este lugar.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Los acompaño —Munchlax les siguió, pues no tenía más por hacer hasta que Ado le llamara, pero no sin antes mirar al caballo y al bulbo—. ¿Qué hay de ustedes?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Eh, daremos una vuelta ya que estamos aquí —Amelia explicó—. Será solo por aquí cerca, para evitar que Muramasa nos regañe luego.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Okay.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Ambos grupos partieron camino a partir de ahí.[/font][/font][/size]

[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Dollor dejó que su compañera posara por su lomo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Espero que no tengas problema sosteniéndote. Voy a medir mi velocidad.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Puedo con esto. Ni que el tamaño definiera mis habilidades.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Entonces no se diga más —se preparó—. Una, dos, ¡Tres![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]El Ponyta empezó a correr por un tramo pastoso. Era una zona muy verdosa y placentera para los ojos de ambos Pokémon, que venían de lugares menos coloridos.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Amelia admiró a muchos Glameow salvajes, los cuales se espantaron al verlos moverse rápido. Dollor brincó por varias colinas para que el viaje fuera más emocionante. En medio de tantos brincos, vieron a un grupo de Spheals, los cuales estaban intrigados por seguir viendo. Ver la emoción de esas focas les motivó a brincar zonas más altas. Eventualmente, ambos encontraron un risco que podían cruzar con un buen salto.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Hay qué intentarlo. —ella propuso.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Segura?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Hazlo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Dollor accedió, y brincó por el risco. En pleno aire, Amelia también saltó, pero solo para evitar que se deslizara. Vio que ese sitio tenía muchas rocas con picos, así que sintió alivio por lo que evitó.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Tras ello, ambos admiraron al grupo de Spheal aplaudiendo de alegría. Eso los dejó satisfechos con el viaje.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Sin embargo, en el camino de vuelta, ambos notaron que algo intentó atacarlos.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¡¿Pero qué fue eso?! —el Ponyta se espantó.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]La plantita miró hacia atrás para ver la fuente del ataque. Había un grupo de Skorupi enojados con un Drapion de líder, los cuales deseaban comerse a ambos.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Ah, rayos —ella se frustró—. Y justo cuando ni Muramasa ni Oroku están. ¿Crees poder desviarlos?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—No sé si pueda.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]El caballo hizo su mejor esfuerzo por hacer que los escorpiones los perdieran. Dio vueltas por rutas, aunque no había riscos que pudieran usar para evitarlos. Desgraciadamente, en medio de una vuelta, el grupo logró acercarse más.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Ambos pokémon sintieron miedo al ver que no iban a poder evitarlos.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]"¿Qué hacemos? No podremos con este grupo…" Amelia intentó pensar en algo, hasta que consiguió la idea adecuada. "Ya sé."[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Dollor, continúa corriendo. Sé que se van a acercar.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Tienes un plan?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Ya verás. Solo sigue tu camino.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]La distancia entre atacantes y víctimas se hacía más corta. El bulbo esperó hasta que los tuviera de frente para ejecutar su idea. Una vez que se acercaron, ella cerró los ojos, agitó su cuerpo, y disparó unas esporas que cayeron al rostro de todos los insectos. Una vez que los abrió, notó que ya no los estaban siguiendo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¡Genial![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Qué les hiciste? —el caballo no consiguió admirar lo ocurrido.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Los puse a dormir. Eso debería bastar por ahora.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Ya con ese obstáculo fuera, el viaje de regreso fue tranquilo. Ambos al final, no volvieron al mismo punto de donde empezaron, sino que volvieron directamente con su dueño, quien seguía hablando con Ado y Volo. Su freno fue algo rígido, así que asustó al trío.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Qué les pasó? —ella preguntó.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Ambos solo pudieron mover la cabeza de izquierda a derecha, implicando que no pasó nada.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—A ver —el dueño intentó sacarles la sopa—, ¿encontraron algún Pokémon peligroso?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Y ellos asintieron afirmativamente.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Viene hacia acá?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Lo negaron.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Lo vencieron?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Asintieron de nuevo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Entonces eso basta. Sean más prudentes a la hora de jugar.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Espero que esos dos no hayan traído algo peligroso, Muramasa. —Volo deseó.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—No es el caso. Pero si algo aparece. Voy a lidiar con ello. Confío en mis pokémon, y les daré el beneficio de la duda.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Eso alegró a los dos.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Los humanos hubieran seguido con una discusión, pero algo más los llamó.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¡Oigan! —Iscan y Teach gritaron a todo mundo—. ¡Ya es hora de partir![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]De ahí, todos los miembros de la excursión hicieron su viaje por el río. Basculegion guio al grupo contra la corriente. Pronto notaron que el ambiente había cambiado de templado a frío.[/font][/font][/size]

[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Una vez que dieron con una pequeña frontera rocosa, lograron ver a alguien. Muramasa pronto sintió flashbacks de su vida, pues era exactamente la misma zona a la que cayó por una cascada.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Cerca de una cueva, había alguien esperándolos. Era un hombre ya adulto, con un extraño casco en la cabeza, y trajes similares a los de un conductor de trenes. Algo llamaba la atención de este individuo, tanto a Mura como a Ado.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Bueno, gente. Hasta aquí llego yo —Iscan anunció—. A partir de aquí, Ingo se asegurará de guiarlos por esta cueva.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Muy bien, gente —el extraño hombre anunció—. Mañana va a ser un día pesado. No les va a gustar lidiar con esa cueva a estas horas. Así que será mejor que duerman por ahora.

A partir de ese momento, el grupo se apegó a establecer el campamento. En ese tiempo, Mura admitió algo con Ado.[/font]
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[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Oye —el herrero le habló a la muchacha—, ¿no te parece familiar este tipo?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Hasta cierto punto. Pero dudo que sea quien creo que es.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Entonces lo vamos a averiguar.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Accedieron a sacarle lo que pudieran más adelante, porque de momento, era más importante tener dónde descansar por la noche. Los pokémon de ambos se quedaron a charlar un rato. Para no sentir que perdían el tiempo, Dollor aprovechó para contarle una historia a sus compañeros.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Saben? —dijo apuntando al huevo—. Conozco a alguien que puede hacer que los huevos eclosionen de un parpadeo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Cómo? —Munchlax se interesó.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Mira, yo vivía en una manada algo pequeña. Había una pareja de Rapidash que pronto se volverían padres. El día que consiguieron el huevo, dijeron que irían con un chamán.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿"Chamán"? ¿Como un brujo?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Es un viejo Rapidash. Tiene una habilidad que ningún otro miembro de la manada: puede quemar todo lo que toca. Suena a algo espantoso al principio, pero él sabe controlar su fuego, y lo ha usado para hacer que cualquier pokémon nazca de inmediato. Solo necesita acercarse un poco y dejar que espere un rato.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Y… ¿les cobra por ese truco? ¿Hay alguna forma de llegar a él?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Para que preste sus servicios, deben prepararle un tributo de bayas. Y sé que vivía en un lugar muy recóndito de donde vivo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Entonces hazme un favor y llévame con él algún día.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Buena suerte con ello. Ni siquiera sé qué tan lejos está de aquí o de la Villa. Además, ir requerirá que le expliquemos a nuestros dueños.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Cierto…[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Creen que sería necesario? —Amelia se metió en la conversación.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Ellos son los que tienen la última palabra. —Munchlax argumentó.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Pero si lo hacen por algo bueno, ¿de verdad piensan que pasará algo malo?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—A mí me importa Ado. No quiero hacerla enojar por una idea.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Y quién sabe qué piense Muramasa si sabe que hicimos algo a sus espaldas. —Dollor añadió.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Deberían tener más valor. A veces, las decisiones estúpidas tienen el mejor corazón.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Solo lo dices porque aún quieres justificar el robarle esa cosa a nuestro dueño.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]La Petilil no supo qué responder. Al final, era cierto que deseaba tomar la piedra que tanto buscaba.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Supongo. Pero créeme cuando te digo que solo quiero tomarla por buenas razones.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Eventualmente, el grupo terminó de establecerse en la zona. Ahí fue que el misterioso hombre volvió a dar un anuncio para todos.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Muy bien —Ingo anunció al grupo—. Por hoy estamos terminados. Aprovechen el resto del día para descansar, porque mañana, el viaje será intenso.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Si bien, el par de caídos deseaban hablar con ese tipo, ambos se dieron un descanso antes de tomar acción al respecto.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Durante ese período, Mura había vuelto con Teach para contar más chistes y almorzar.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Y entonces, pasa que esta hermosa muchacha me ofreció una isla entera —el capitán contó—. Estaba dispuesto a aceptarla, pero tan pronto como la encuentro en la cama, esos ojos verdes, ese hermoso cabello rubio, todo eso se desvaneció. Era una vil bruja. Piel verde, narizona, canosa, ojona…[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¡Ugh! Apuesto a que la isla era una ilusión.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Sí, y hasta el plátano que robé antes de irme se hizo polvo cuando escapé.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Asco. Espero que al menos no la hayas besado.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Eh… —le molestó admitir la verdad.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—No, ni lo digas. Y creía que yo la tuve mal cuando me obligaron a besar a Opal.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]El capitán quedó con los ojos bien abiertos al escuchar eso.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Explico rápido. Ella estaba en este papel como la forma anciana de una chica joven con una maldición.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Y el beso era para quitarle la maldición.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Sí, y fue un asco total. Lo único que hizo la experiencia menos amarga es que guardé una botella de Sidra para cuando terminara la escena.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Al menos te pagaron una buena plata por ello.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—El dinero no compensa todos los malos sabores de boca. Más veces que no, es una pésima excusa para hacer paz con tragarte el orgullo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Ambos rieron por compartir el sentimiento.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Algún día encontraré a una chica como esa, y será genuina.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Qué harás si no pasa?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Nada realmente. Tengo bastantes cosas buenas por las cuales vivir.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Eres muy optimista.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿A ti no te preocupa el amor?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Le dije a la última mujer que amé que no la cambiaría por nada. Ya no está conmigo, pero no voy a buscar a otra.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Determinación. ¿Crees que ella sea fiel a eso?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Murdock se puso a pensar. Alguna vez se preguntó cómo han de sentirse sus seres queridos tras su desaparición. Especuló con muchos escenarios, algunos bonitos, pero otros horribles.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—No tengo idea. Creo que es la única cosa que me aterra de volver al mundo. Que haya ido por un rumbo que odie.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Muchas cosas van por ahí sin que uno lo pida.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Y aun así, temo. Esa gente me importaba mucho. Si volviera, hay una chance de que quizás sea solo un recuerdo. Cosas que es mejor no pensar.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Eso dejó un final amargo a la conversación. Quizás demasiado amargo para el gusto de ambos, solo que ahora, Mura no sabía qué decir para mejorar el ambiente. Él simplemente se apegó a terminar su almuerzo. Pronto se levantó, no sin antes decirle algo al capitán.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Me caes bien.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Lo dices en serio o estás siendo irónico?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Cien por ciento serio. Ahora me importan más los lazos que tengo aquí.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Eso al menos animó a Teach para no pensar mal del herrero.[/font][/font][/size]

[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Muramasa notó que Ingo estaba sentado solo en un tronco. Eso fue el momento en que llamó a Ado para sacarse las incógnitas de una buena vez.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Oye… —llamó al miembro del Clan Perla.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Tú no vienes de este mundo, ¿o sí? —Ado preguntó.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Soy como ustedes en ese sentido —Ingo contestó—. Sí, claramente no vengo de aquí.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Entonces sabes qué somos.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Me lo avisaron. Que vendría "gente del cielo". No soy exactamente como ustedes.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿A qué te refieres? —el herrero cuestionó.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—No caí del cielo. Ni siquiera puedo recordar cómo terminé aquí para empezar.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Raro. Nosotros sí que podemos recordar de dónde venimos.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Quizás porque no llevan demasiado tiempo aquí.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Hombre —el herrero sintió algo de ofensa al escuchar eso—, llevo más tiempo del que me gustaría admitir. Ni siquiera me veo igual que cuando había caído en Hisui.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Y sabías de alguien como tú cuando llegaste?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—No diría que en ese momento exacto… —empezó a recordar, hasta que dio con una memoria importante—. ¿Tú eres el fenómeno de Clan Perla?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]El caído se sorprendió al escuchar ese apodo que ya no recibía desde hace mucho.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Lo soy —admitió—. ¿Y dices que aún puedes recordar tu vida anterior?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Recuerdo todo. Incluso que de dónde vengo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Qué hay de ti? —le preguntó a la muchacha.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Por supuesto que puedo recordar. Aunque no llevo tanto como ustedes dos. Unova sigue fresca en mis recuerdos.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—"Unova…" —ese nombre despertó algo en Ingo que no podía ubicar del todo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]La reacción que él tuvo provocó la curiosidad de Ado. Quizás revelaría algo más importante.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Te suena de algún lado? —ella quiso ver a dónde la llevaban sus preguntas.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Estoy seguro de que es un sitio.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Una región para ser concreta. Ahora, quiero preguntarte lo siguiente, ¿te suena el nombre de Emmet?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Escuchar ese nombre provocó que Ingo se perdiera en sus pensamientos. Aquel hombre no dejaba de repetirlo en su subconsciente, como si fuera algo atesorado de cierta forma. Pronto, dio con la imagen de alguien como él, pero con un traje distinto al suyo, de colores más claros.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¡HERMANO! —gritó repentinamente. Luego se tocó la cabeza con una mano, en señal de dolor. Los dos caídos le agarraron para que no colapsara.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Emmet es tu hermano? —Ado se mostró incrédula al respecto.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Lo puedo recordar. Era como yo. A ambos se nos daban bien los combates… —luego suspiró—. No sé cómo lo conociste, pero sí que conseguiste devolverme algo que ya olvidaba.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Es el encargado del Metro de Unova. No tenía idea de que tenía un hermano.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Pues aquí lo tienes —después gruñó de dolor—. Me hicieron un gran favor, pero apreciaría si no mencionaran más de momento. Recordar duele.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Lo sentimos tanto… —Ado se arrepintió de preguntar.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Tampoco exageren. Aprecio recuperar mis memorias. Solo quiero darle a mi cabeza un descanso antes de recordar más.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Me parece justo —Mura aceptó—. Solo una cosa importante: ¿tienes alguna teoría por la cual hayas quedado amnésico?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Creo… —Ingo decidió elaborar—. Recuerdo que una de las primeras cosas que me pasó en Hisui fue que me topé con una especie de Zoroark blanco.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]El herrero logró ubicar a ese tipo de ser. Nunca había visto uno, pero ya podía imaginar su apariencia.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Y ese Zoroark quiso matarme. Yo hui lo mejor que pude, pero recuerdo que usó una clase de rayo que me hizo colapsar. Luego desperté como si nada, y ya de ahí me encontré con el Clan Perla. Los Zoroark son monstruos muy crueles.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Mura no quiso abrirse a esa posibilidad. A fin de cuentas, era por un Zorua que había sobrevivido en primer lugar. Esa molestia pronto se hizo visible en su rostro.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Algo te molesta? —Ingo preguntó.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Perdón, solo pienso en tonterías —mintió—. No me hagas caso.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif] El caído le miró con una ceja levantada.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Hablo en serio. Solo son invenciones mías.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Bueno, intenta no pensar tanto en eso y concéntrate mejor.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Lo entiendo, perdón.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Así fue que terminó la conversación entre los tres. Ado estaba confundida por lo que hizo, e intentó sacarle algo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—¿Qué fue lo que pasó ahí?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Hmm… —suspiró—. ¿Crees tener tiempo para que te cuente algo largo?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Ella primero miró al cielo. Ya estaba adoptaba un azul oscuro que representaba la llegada del anochecer.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—No creo tenerlo. Tendrá qué esperar a otro día.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Entiendo. Solo déjame decirte algo importante: es muy fácil pensar que un grupo entero es igual, pero a veces alguien de ese grupo hace la diferencia, y te hace cambiar tu visión.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]El mensaje pareció críptico, pero Ado fue capaz de entender hasta cierto punto.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Supongo que entonces le debes algo a un Zoroark.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Un Zorua en realidad. Y le debo más de lo que me gustaría admitir. Te contaré todo cuando tengas el tiempo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Espero que eso pueda ser pronto —luego recordó algo importante—. Cuídate, Mura.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]—Igualmente.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]Ambos tomaron caminos separados a partir de aquí.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]"Algún día encontraré a Zorua."[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]"Algún día."[/font][/font][/size]

[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Arial,sans-serif]@"Velvet" Aquí están las interacciones que hice entre Muramasa y Ado. Ambos terminan el intercambio y conversan con Ingo. Añadí algunas cosas que quizás serían divertidas entre Munchlax y los pokémon.
@"MrKiwi" Las conversaciones entre Muramasa y Teach. Me enfoqué en la comedia de forma que ambos se rieran e intercambiaran experiencias.[/font]
[/font][/size]
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[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Aquel viaje le había traído más revelaciones de las que esperaba, algunas buenas y otras mucho más desagradables. Todas ellas le habían hecho reafirmarse en su creencia de que, cuando la situación se tornara álgida, serían pocos los miembros del Equipo Galaxia en quienes podría confiar de verdad. Había corrido un gran riesgo confiando en Akari y Laventon para emplear esa tabla y curar a Touma, pero parecía haber sido conveniente para comprobar que eran de fiar. Después de todo, ambos habían perdido a alguien importante por la ambición de su organización, y aunque lidiaban de manera distinta con ello, era claro que no estaban conformes con toda esa situación. Sabía que podía contar también con Muramasa y Teach, e incluso con el "demonio de la motosierra", a quien no le gustaba deber nada a nadie.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Los otros caídos del cielo aún eran una incógnita para él. Había intercambiado algunas palabras con Alex en el barco, pero tras lo ocurrido con los Qwilfish y los reproches de los guardias, era difícil saber si no le guardaría algún rencor por haberlo dejado en evidencia; todo dependería de qué tan abierto a la crítica fuera. En cuanto a Ado... aunque le había visto alguna reacción alejada de su usual amabilidad cuando llevaba la posada, de lo único que estaba seguro era de su lealtad hacia su propio Pokémon, y quizá hacia los dos con los que más tiempo pasaba. Esto le daba cierta tranquilidad, por más que no fuera absoluta.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Aun así, estaba intranquilo. A pesar de sospecharlo desde su llegada a la villa, ya desde la salida de Jubileo había empezado a ver la peor cara del Equipo Galaxia. Aunque le pesara admitirlo, la relativa cercanía de Kamado instaba a muchos de sus subordinados a comportarse como un verdadero ejército; sin embargo, ahora que estaban al mando de Zisu, sólo mantenían las formas en su presencia, como si el miedo que el general había impuesto en sus corazones se fuera desvaneciendo. Lo había visto con completa claridad en su trato de Touma y, sobre todo, de Shinobu. Era innegable que ambos se habían ganado a pulso sus respectivos castigos, pero el trato que habían recibido durante ese viaje era injustificable a ojos de Darai. Había hecho lo posible para evitar que se propasaran, pero era imposible vigilarlos todo el tiempo, además de ser peligroso. No dudaba de que más de un soldado usaría las órdenes de Kamado como un pretexto para cebarse con cualquiera de los "caídos del cielo" si intentaban defenderlos demasiado, sobre todo con él, dado su secretismo respecto a la tabla. Ni siquiera su amistad con Zisu le ayudaría, pues ésta parecía ser demasiado fiel a Kamado como para siquiera pensar en aliarse con cualquier otro.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Con todas esas tribulaciones, Darai siguió a buen paso al resto de la comitiva, agradeciendo la resistencia que había ganado durante todo ese año de trabajar el campo y las misiones que había realizado. No estaba al tanto de que pronto tendría algo más de qué preocuparse.[/font]​
 

 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Cuenta la historia que llegando Kiyomi nuevamente a su cabaña, fue enseguida recibida por Mismagius y por Gengar, quienes en gran manera se admiraron de su hermosura y buen adorno. Preguntáronle si acaso se le había olvidado en el camino la razón de su salida, puesto que en su limpísima figura no se hallaba muestra alguna de haber tenido algún enfrentamiento. Kiyomi les dio cuenta de todo lo que le había sucedido, sin dejar punto por el cual no se explayase, destacando entre todas las cosas el buen talante e ingenio de Arezu, así como su mucha generosidad y buen gusto, de lo que los fantasmas recibieron mucha confusión e incluso algo de cólera, según conocieron que lo único que había conseguido fue hacer una nueva amiga, en lugar de averiguar qué había sido del Rhydon, como se lo habían encomendado.[/font]​

 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Capítulo 3 — Dual de Darai y Kiyomi[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Lo que florece en la montaña[/font]​
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Aconteció, pues, que fatigados los fantasmas de las tantas niñerías con las que Kiyomi iba y venía entretenida, las cuales contaba con el entusiasmo referido, decidieron enviarla al monte por marítima vía, bien a propósito de lo que ella mismo pretendía hacer, que era socorrer a Darai, la razón de sus desvanecimientos, cualquiera fuese su aprieto. Con esto, se resolvieron en construirle una barca con unas muy ricas tablillas de madera que acaso tenían, pero aquello no fue posible, según se hallaban descompuestas y nonada buenas. Y así, sin saber de qué manera habría de poner en efecto su plan, vieron acaso revolcándose en el lodo al Croagunk que Kiyomi había traído consigo aquella mañana, y, así como lo vieron, se les traslució a ambos en la memoria el mismo extraño y gracioso pensamiento. Con esto, a hurtos de Kiyomi, llegánronse a él y con muy gentil continente lo levantaron por los aires y lo arrojaron luego sobre un arroyuelo que allí se parecía, y habiéndose aquella criatura sentido acosar de aquellas extraordinarias fuerzas que le elevaban, e incluso de la corriente acaudalada que con tanto brío asimismo le tiraba, comenzó a dar menudas zancadas y brazadas, con tanto pavor y denuedo, que los fantasmas se contentaron sobremodo con todo ello, y aun porfiaban por contener la risa, viendo como contendía en balde contra la corriente de aquel arroyo. Así estando, trayéronle de nuevo a tierra y, amarrándole una soga al cuello, la cual llevaba atada del otro cabo una tabla de las más rasas que acertaron en hallar, llamaron enseguida a Kiyomi porque viese cuán bien se les había dado el artificio de conseguirle en qué habría de ir hacia el Monte Corona; y viéndole Kiyomi, con harto asombro y mayor confusión, compadeciéndose asimismo de la gran desventura de aquella burlada criatura, dijo:[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—¿Así tan sin cascos ni velas me he de subir? ¡Oh, y navego solo con remos de deseo![/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Cuán mal estás en ello —respondió Mismagius—, porque no hay deseo, por ocioso que fuere, que no se lograra imponer ante el horror de los mares, ni el meneo de las olas, que todo lo demás, ora barcas, ora buques, ora navíos, no son más que añadiduras, y todos cuantos hay de ellos no se aparejan la fuerza y el vigor de los deseos. [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Así es la verdad —dijo Gengar—, porque con solo tener en el pensamiento el deseo de ver libre a ese Darai tuyo, no parecerá sino que la barca se direcciona por fuerza de tu propio entendimiento hacia donde quieres que vaya. [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Eso yo no lo entiendo —dijo Kiyomi—, porque, fuere como vosotros decís, ¿a qué viene, pues, conmigo aquella pobre criatura? [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Tan ingenua me sois —respondió Mismagius—, mocita mía, como el primer día en que os hallé; ¿acaso creéis que solo basta con el deseo de una sola persona para navegar por tan tormentosos mares y en tan hostiles vientos?, aquél que allí veis, con tan fiera y disposición y talante, tiene tanto deseo en ayudaros como vos al vuestro enamorado; y de más está deciros que en aventuras tan peligrosas como esta más montaran los deseos por el doble tanto. [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Y acabando estas razones, y sin consentirlo Kiyomi, vendáronles tanto a bruja como a pokémon los ojos con unos muy gastados paños, y presto les ayudaron a acomodarse sobre el arroyo, donde solo se hallaban a la merced de un cordel que amarrado un árbol troncado sostenía la ridícula barca. Y así, sin aguardar términos ni horas, presto soltaron el cordel y, ya con la risa a raya, comenzaron a despedirles con muy desvanecidas y donosas palabras, encomendándoles muy bien en su viaje. Con esto, Kiyomi quiso quitarse la venda, y al ver que no podía, según parecía estaba encantada, intentó asentarse como más pudo sobre la faz de la tabla, porque no se cayese al río. Croagunk asimismo porfiaba en remar con sus pequeñas extremidades lo mejor que podía, y vio que al cabo de un rato no solo comenzaba a nadar con más agilidad y presteza, sino que parecía que aunque más quisiera la corriente arrastrarle por turbulentos caminos, era tanta su industria que poco pudieron aparejarse las violentas aguas a la mucha habilidad de su nado. [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Tan pronto como ambos partieron, del mismo modo lo hicieron Mismagius y Gengar, quienes fueron tras ellos sustentándolos con los encantamientos que se tienen dichos. Y así, veis allí a Mismagius sosteniendo el nudo de la venda de Kiyomi porque no se la quitase, sin darle cata de cosa alguna. Por otra parte, Gengar ayudaba al Croagunk con su apresurado nado, cargándole al ras del agua, sin que él lo notase ni se cuestionase cómo es que podía nadar sin estarse meneando sobre algún cuerpo de agua. Todas estas ocurrencias hacían y cada una de ellas era bien celebradas por ambas vendadas y burladas criaturas, creyendo a fe que aquello era debido al gran deseo que tenían de llegar al monte; y con esto, yendo de prado en prado, de selva en selva, de ribera en ribera, pronto llegaron a alta mar, y, tendida, como se tiene dicho, sobre la tabla, acosada de los fríos vientos y de las rabiosas aguas, dijo Kiyomi:[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—En mala hora y en peor sazón hame puesto el amor en tan larga penitencia, en do no estuviera yo cobijada de húmedas y fragantes yerbas, ni sustentada de sabrosas bayas, ni reguardada entre treinta robustas encinas, sino en alta mar y en tan contrarios vientos, tan liviana de saber y de error tan llena, navegando entre feraces aguas y ausente barca, llevada solo de la voluntad de mis propios deseos. [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Y acabando estas razones, y Mismagius de oírlas todas, sin ser poderosa en otra cosa, echó a reír con tanta gana, que no pudo dejar de escucharlo Kiyomi, diciendo:[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Empiezo a creer, amiguito, que pronto habremos de llegar ya a la costa, porque creo haber escuchado el inconfundible graznido de un Wingull, el cual se asemeja en gran manera a una risa, con bien podría pensar alguien que en realidad fue. ¿O no, amiguito? ¿Amiguito? ¡Tus, tus! ¿Me escuchas? [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Pero el referido Croagunk no daba cuenta de nada, según estaba tan mansamente dormido, que ni oía los llamados de Kiyomi, aunque le pesaran en oro sobre la cabeza. [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—¡Oh hideputa gamberro —exclamó a esta sazón Kiyomi— y despierta, con mil demonios! [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Gengar, quien cargaba a la dormida criatura sobre sus espaldas, respondió por él, diciendo:[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—¡No duermo maldita!, digo, ¡cro, cro! [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Con esto se asosegó Kiyomi, y Mismagius procuró contener mejor su risa de allí a lo que quedase del viaje. Pero, entonces, sintieron ambos a deshora la barca golpear la arena con un dulce crujido, y digo dulce porque así como ambos lo oyeron, no creyeron escuchar jamás en sus vidas un sonido que les alegrase más el ánimo como aquél. Quitáronse presto entonces sus vendas, puesto que supusieron no estaban más encantadas, y así era la verdad, porque en cuanto se las quitaron vieron frente a ellos la más extraordinaria e imponente montaña que sus ojos alguna vez conocieron; con esto, comenzaron ambos a abrazarse y a saltar de un cabo al otro, como posesos, según de contentos que estaban. [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]El tierno rocío de las montañas, el correr de los arroyos, el dulce meneo de las aguas, el color las yerbas, el sabroso maná de las flores, todo se le representó a Kiyomi como algo digno de ser admirado, y asimismo a Croagunk como algo digno de verse y de notarse. Mismagius y Gengar, sin ser vistos ni oídos, caminaban tras ellos a medida que se adentraban por las atroces selvas, en do luego se perdieron.[/font]​
 

 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Aún con todas sus tribulaciones, el viaje se antojó agradable para Darai. El purísimo aire de montaña llenaba sus pulmones, y quizá por estar toda la comitiva concentrada en llegar a buen puerto, fue que no parecieron darse más exabruptos que algún soldado mandando a Touma a callar o a obligar a Shinobu a avanzar; ver aquel espíritu belicoso en ambos le tranquilizó un poco, incluso cuando pasaron al lado de un cementerio de atmósfera aciaga cuando atardecía, lugar que los más supersticiosos se tomaron como un mal augurio.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Atravesaron pues un sendero al pie de un acantilado con apenas luz de sus antorchas, para que finalmente Ingo decidiera que montaran ahí el campamento. Era demasiado peligroso seguir así por esos lares, con lo empezaron a cocinar la comida y preparar las tiendas para pasar la noche. Cansado como estaba, Darai no fue completamente consciente de ciertos movimientos extraños que los guardias de Shinobu hicieron al llevarle la comida.[/font]​
 

 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Iban Kiyomi y Croagunk a esta sazón andando mansamente, todo ocupados en muy desvanecidos pensamientos, cuando, tomándole la noche ya oscura y cerrada, descubrieron un cementerio que frente a ellos se parecía; y así como Kiyomi lo vio dio muestras de gran contento, y Croagunk de extraordinario espanto. Vieron entonces que delante suyo se alzaba una ara de al menos tres estados de altura; y Kiyomi, sin ser poderosa en otra cosa, llegose pasitamente a ella, y asimismo fue Croagunk detrás suyo, lleno el corazón de auténtico pavor y temblando, puesto que en la austeridad de aquella noche y de aquel lugar, el continuo soplar del viento se le representaba en la memoria como el triste suspiro de algún espíritu errante, según se lo iba pintando su aterrada imaginación. [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Es, pues, que llegándose ambos al sitio que se tiene dicho, y en creciendo en Kiyomi la admiración y en Croagunk el temor, les asaltaron tantos pensamientos, que cada uno se entregó de lleno en ellos: la una los tenía de desamores, y el otro de resquemores, y así estuvieron en sepulcral silencio, hasta que Kiyomi lo rompió, diciendo:[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Cubre, amiguito, tus oídos, porque los livianos deseos de una dama antojadiza no te quiten la inocencia. [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Hízolo así el Croagunk, que, todo amedrentado, se acurrucó bajo la túnica con que Kiyomi se había arropado cuando en la mar estuvieron, quitándoselo y arrojándolo luego al suelo, quedando así en su ropilla y faldellín. Y así estando, alzó la voz y en un muy enamorado son dijo:[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—¡Cuánto me holgaría yo, si, por buena mi ventura, me eligiera Darai como su eterna y legítima esposa, en trazar punto por punto la ceremonia de nuestra boda! ¡Ay, y qué de vestidos con que yo me ornara, qué de invitados tuviéramos, qué de risas y qué de alegría! ¡Qué de dulces chirimías, que de sonoros atambores, qué de suaves trompetas, qué de sueltos bailarines! Ser nuestro altar un cadahalso hecho con heno, y cargarme Darai en sus brazos, y subirme luego con mucha ceremonia y hombría, y allí dar juntos nuestros votos, como cantados, y vestir ambos un atuendo anaranjado, a la labor con las calabazas y las zanahorias; y ser él de guindillas, por levantar en mí tan calurosos pensamientos, y ser yo de nabos, por tenerme tan a lo tonta, y tan de mozuela, con lo mucho que le adoro. ¡Oh, y ser nuestro lecho también de heno, porque así suspire, se desmaye y deshaga ante ese indecoroso atrevimiento que el amor nos mandare a hacer! [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Y llevada de este último pensamiento, siendo este el que más descubría su lascivia y liviandad, atributos que campeaban por el mayor tanto en su tan acalorada imaginación, punto por punto se le traslució lo que les habría de acontecer en la primera noche en el lecho de amor con Darai, a lo que con muy discretos versos dijo:[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Desacata mis prendas locamente, [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]y amárrame con mil rollizos nudos. [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Ser, ¡oh Darai!, tus tratos, tan tan rudos;[/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]mis muslos ser ríos, y tú l'afluente [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]De mis dulces súplicas sos oyente, [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]y a mí te tornas con meneos crudos;[/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]roces suaves, algo estar desnudos, [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]y enjugados los cuerpos bellamente. [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Blanco maná gentil, y muy preciado, [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]cubría mi cuerpo y sus frescas rosas. [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]¿Tanta suerte tuvo jamás quien vive? [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Corderilla soy; ser tu piel mi prado, [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]y en él pasteo al son destas prosas. [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Siendo ya tuya, no nada me inhibe. [/font]

 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Y así, componiendo con erótico ingenio en la memoria estos sonetos, tornó a decir nuevamente: [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Traería yo tan celosamente[/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]tu hombría, que mil suspiros al día [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]te sacaría, y levantaría[/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]otros dos mil deseos en tu mente. [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Ser la mía tantico diferente, [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]ora distraída, mas no porfía[/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]que'n lo que mucho gusto llevaría[/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]es en amarte así dulcemente. [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Si a esto consientes, y me das cuenta, [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]verás soy muy regalada amante,[/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]liviana, aguileña y algo tonta. [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Y cosa que también en mí frecuenta[/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]es mojar los ojos al mero yante[/font]

[font=Verdana,Geneva,sans-serif]de tu labios, y el cuerpo a doble monta. [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]¡Y cómo se alegró Kiyomi cuando hubo expuesto con sus suaves versos sus muchos antojos! Y tanto digo que se alegró, que en seguida cogió a Croagunk con ambas manos, y entrelazándolas con las suyas, bailaron por espacio de aquella terrible y oscura noche alrededor de los panteones y de las lápidas, dando muy graciosas cabriolas aquí, allá y acullá, de lo cual no hallaban mucho contento el pobre pokémon, por parecerle que aquel momento no era ni por pienso el mejor para bailar, conforme lo aterrado que estaba. [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]En esto, y en deshora, vieron que de la tierra se asomaba un algo que, así como Kiyomi lo vio, le tuvo suspensa por todo aquel espacio; y aún más suspenso estaría el pobre Croagunk, si el miedo ni el terror no le hubiesen hecho caer desmayado. Todo aquello era obra e industria de los fantasmas, que muy atentos lo veían y oían todo, y cuando vieron que Kiyomi ya no podía contener su curiosidad, según se había asomado bonitamente al suelo, aquello que de a poco se iba descubriendo salió de pronto disparado hacia arriba dando de lleno en el rostro de la curiosa bruja; y así como se incorporó luego [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]vio frente a ella una mano [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]que le premió su discurso [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]con un anillo galano,[/font]

 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]el cual, aún dolida por aquella infernal coz, lo tomó con la propia, mirándolo y remirándolo con todavía más asombro que antes. Conoció entonces que aquella mano llevaba también entre sus fríos y putrefactos dedos una nota, que decía «Mi nombre es G. M., que quiere decir Gran Mensajero, y tráigovos este anillo en obra y en sazón de mi amo Enamorus, porque con él halláredes el camino que vos llevará a los brazos del vuestro enamorado», y así como lo leyó, levantó tantos y tan rendidos suspiros en el aire, que ambos fantasmas tuvieron que alejarse un buen tramo de ella para que ella no les escuchase reir. [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Habiéndose Kiyomi puesto el anillo, no quiso aguardar más en mostrárselo al desmayado Croagunk, porque viera que le quedaba como nacido; mas, tan pronto como se lo hubo puesto, este comenzó a relumbrar con tanta energía, que ni las estrellas se le aparejaban en brillo. Acaeció, pues, que en siguiendo con la vista aquella lumbre, vio luego frontero a ella una figura asaz familiar, y no quiso aguardar más en llegarse hacia ella, en tanto que le refiguraba de a poco, hasta que le conoció ser aquel quien le tenía ocupados toda suerte de pensamientos, memorias y fantasías. Finalmente le refiguró de todo punto, y, con pasos desbocados, se echó sobre él, sin cuidado ni mesura alguna. [/font]​
 

 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Sin ser consciente de las libidinosas ocurrencias en el cementerio que había visto en su camino hasta el lugar del campamento, Darai decidió dejar casi todo su equipaje en la tienda para tomar un poco de aire, necesitado de un rato lejos de los peleles que fungían como subordinados de Zisu. Decidió sacar a Voltorb para que le hiciera compañía, sin importarle (o quizá queriendo) molestarlos. No podrían inculparle por procurar su seguridad al alejarse un poco del campamento, y consideraba que se merecían todo el escarnio que pudiera darles.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Al escuchar el canturreo de su Pokémon, llevó inconscientemente su mano derecha a la piedra trueno en uno de sus bolsillos. Había visto cómo el Turtwig de Touma y el Dartrix de Akari evolucionaban mientras generaban ese manto de hierba curativa, no así su propio Pokémon, lo que le hizo suponer que, a diferencia de los Voltorb que conocía, el suyo necesitaba algún objeto para evolucionar. Un sagaz Volo fue muy rápido en ofrecerle aquel objeto por un módico precio, si bien parecía tener demasiada curiosidad por lo ocurrido, justificándolo por haber sido quien aseguró el regreso de Touma a Jubileo.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Ese sujeto no me agrada —se permitió pensar al fruncir levemente el ceño.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Admitió que parte de su antipatía era porque le recordaba demasiado a Cynthia, y si bien no tenía ningún rencor hacia ésta, su estatus como Campeona era aún un tema incómodo para él. Sin embargo, era demasiado cobarde y zalamero para su gusto, como si intentara dejar que los otros hicieran todo el trabajo difícil por él, cosa que no soportaba. Esperaba equivocarse con él, porque su conocimiento, labia e interés por los Pokémon lo hacían una compañía más agradable que los gandules que supuestamente debían protegerlos.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]No tardó mucho en llegar al sendero a tocar de un precipicio que habían atravesado justo antes de detenerse y decidir acampar. Como le había parecido cuando pasó por ahí, tenía una buena vista al escarpado terreno que habían recorrido para llegar hasta ese punto. Para su suerte, el cielo estaba lo suficientemente despejado para poder deleitarse con el mar de estrellas que cobijaba Hisui; ésta era una de las poquísimas cosas que no habían cambiado para él con la transición temporal.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Se sentó en una roca lo suficientemente plana como para estar cómodo y encendió uno de sus pitillos gracias a la asistencia de Quilava, quien permaneció a su lado mientras Voltorb rodaba alegremente alrededor de ambos.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Qué bien sienta esto tras un día de duro trabajo —dijo para sí mismo, sintiendo que sus preocupaciones se iban con el humo que escapaba de su boca; fue entonces cuando Quilava se estiró sobre él, buscando la bolsa donde guardaba sus pitillos—; ¿en serio quieres uno? —le preguntó, recordando qué les había llevado a conocerse.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Suspiró, suponiendo que no podía negárselo tras todo el trabajo que había hecho para asegurarles un viaje relativamente seguro. Le puso uno en la boca, el que Quilava encendió prestamente con una llama muy débil.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Disfrútalo, compañero; te lo has ganado —le dijo con complicidad, mientras seguían observando el cielo.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Incluso Voltorb parecía más feliz de lo usual, por lo que Darai prefirió guardarlo antes de que rodara cuesta abajo. Sin embargo, pronto un ruido rompió su tranquilidad, por lo que cogió su tridente mientras Quilava se ponía en alerta. Que fuera una persona no los tranquilizó, sobre todo al venir desde la dirección opuesta al campamento. ¿Acaso era alguien que también había salido a tomar el aire?[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—¿¡Quién va!? —preguntó con recelo, sin saber si se trataba o no de alguien hostil.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Apretó el tridente con fuerza, tenso, hasta que finalmente la divisó. ¿¡Por qué tenía que ser precisamente ella!? A pesar de verla algo maltrecha tras el difícil recorrido que había tenido, no se fiaba ni un pelo de la bruja que hacía un par de meses le había embrujado con alguna de sus malas artes, mucho menos con la sonrisa de enamorada perdida que adornaba su rostro en ese momento.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—¡Amorcito, mi Darai! —sacando fuerzas de quién sabe dónde, Kiyomi se lanzó a abrazarlo tras desarmarlo con un veloz movimiento de mano, con lo que ambos acabaron chocando con la pared del precipicio antes de que Quilava pudiera hacer nada; viéndolos así, se mantuvo alerta, sin poder hacer mucho más dado que esos dos estaban demasiado juntos.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Echados ambos sobre la yerba verde surgida por aquellos poderes místicos, hicieron de ella un lecho, mas ninguno osaba decir palabra, según se veían acosados de muchos pensamientos; y así quedaron un buen rato suspesos, con Darai asimismo confuso y Kiyomi comtemplándole rendida, cuando a deshora la vio hacer unos pucheros tan tiernos, que pronto tornó a preguntarle qué era lo que le afligía; y Kiyomi, siendo ella desenvuelta, como en esta historia continuo se declara que lo es, se arrojó en seguida sobre su regazo, y allí se dejó regalar; no porque Darai se lo haya ofrecido, sino porque ella misma le tomó las manos y se las puso sobre su cabeza, porque de mimos le regalase. Hecho esto, no quiso aguardar más en exponer sus razones, y con voz reposada le dijo:[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Fuera esto sueño, quisiera yo no despertar jamás; y aún tus obsequios me llevaran a un segundo, de no ser por este contento que hallo en mirarte, que solo con eso ya me tienes toda rendida. Mas, tengo yo un no sé qué de curiosa y, pues, querría saber si, por ventura, ora desventura mía, eres enamorado; y si lo fueses, si es de esa tal Arezu, y si de ella no fuese, sin importar su nombre, me des cuenta de ello, porque la curiosidad me está royendo el alma.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]En medio de su confusión por el golpe, el subidón y la presencia de Kiyomi, esta sorpresiva pregunta fue capaz de devolverle a sus sentidos. Se regañó a sí mismo por no habérselo esperado, dado lo empalagosa que estaba siendo Kiyomi. Viéndola de cerca, no parecía ya tan intimidante como la primera vez; si se fiaba por las apariencias, no parecía mucho mayor que Akari, y mucho más delicada, lo que le hizo cuestionarse cómo es que había llegado ahí. Antes de poder continuar sus elucubraciones, unos golpecitos en el pecho le hicieron notar que estaba tardando demasiado en contestar. Y es que no tenía una respuesta clara para esto. Entre trabajar para sobrevivir y procurar sobrevivir para poder trabajar otro día, poco tiempo se había dado para estos menesteres. Y la mención de Arezu no hizo sino recordarle que no era indiferente a sus encantos, a pesar de no haber considerado nada más que la bonita amistad que tenían; quizá, sólo quizá, no se había permitido pensar en más por estar a merced del Equipo Galaxia y las diferencias ideológicas que éste tenía con los clanes. Estaba empezando a hartarse de haberse dejado manipular e intimidar hasta ese punto, todo por su necesidad de sobrevivir en esas tierras extrañas.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—No hay nadie a quien considere así, por más que desee una buena compañía; como otros en mi condición, en Jubileo no soy más que un paria, a pesar de no hacerles más que favores y servicios —rió Darai con cierto resquemor, preguntándose qué tanta de la simpatía que la gente mostraba a Ado era genuina, pues ya había comprobado de primera mano cómo la de Shinobu se había esfumado a pesar de ser considera una "diosa"—; y aunque los clanes parecen verme un poco mejor, no comparto sus creencias, por lo que tampoco parece factible que me entregue a tales lides en un largo tiempo —"y si mientras no he muerto por los designios del generalísimo Kamado", no se atrevió a decir en voz alta, por si acaso alguien aparte de Quilava estuviera escuchando su conversación; le dedicó una mirada, pidiéndole paciencia.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Kiyomi lo escuchaba todo con muy atentos oídos, y mirábale con más rendidos ojos; y al oirle decir tales razones, se alegró de tal manera, que poco pudo hacer para ocultar su gozo, que se le descubría por todo el rostro. Mas no por esto dejaba de hacer pucheros, aunque fueran de socapa, porque sus berrinches le enterneciesen. [/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—¡Mentiroso! —exclamó Kiyomi, con fingido despecho—. Mientes, digo, y solo me endulzas los oídos, porque bien sé yo me temen por ser bruja, cosa de la que seguro ya te dieron cata, y únicamente me lo dices porque temes que de un solo abracadabra te deje más dentudo que un Bidoof, o más gordo que un Snorlax, o bien de un solo chasquido te mate y te tire a la olla, y luego guisase junto con todas las verduras que hay en tu huerta; y digo esto porque, harta estoy de ir bonitamente paseando por Jubileo y, de pronto, escucharme conjurar con cosas como «Miren a la loca del bosque, la tal para cual, yendo tan limpita y tan coqueta, cuando no ha mucho que me contaron la han visto revolcándose en el barro como una puerca», «Sí, y dicen que además de loca, también es huérfana, ¡pobrecilla!, que por mi fe que aquello fue lo que le hizo enloquecer en tal extremo, según le vi una vez hablando sola, como si le hablase a los fantasmas», y otras cosas del mismo tenor. Pues, te informo, perro mentiroso, que no ando enamorada de ti por mero gusto y ocio mío, sino por culpa de un tal Enamorus, Cupido fingido con más cara de diablo que de querubín, que así como me vio me flechó con mil inmundas saetas de amor, y de ahí a que ande tan enamorada, y con tanta priesa y empeño te busque y rebusque, hasta hallarte, como si fuera yo un Wooloo y tu mi apuesto pastorcito. Pero, ¡qué crees!, ¿acaso piensas que, estando yo sana de la peste del amor, me enamoraría de alguien tan lindo, tan guapo, y tan precioso como tú?, ¿crees que en verdad verdad caería yo rendida ante esos hermosos ojitos, que son como dos perlas de oriente, y esos labios rojos como frescas y perfumadas guindas? ¡Claro que no!; ¡ni por pienso! ¡Y aún digo más, porque, de no estar enamorada, antes de andar requebrándote, te quebraría toditos los huesos, uno por uno! ¡Así como lo oyes, folloncico, pues dando mi amor através conmigo, daré yo através de ti, como castigo por el gran atrevimiento que tuviste al robarme el corazón! ¡Te odio, te odio por ser apuesto, te odio por levantar en mí tantos y tan diversos pensamientos, te odio por haberme hecho tan desdichada amante, te odio, y mucho! Solo una sola mirada de tus tiernos ojos basta para hechizarme más de lo he logrado hechizar en toda mi vida, según relucen más que el cuarzo y todos mis poderes juntos. ¡Pero se acabó, ya no seré más aquella bruja tonta y enamorada, sino la más malvada que se ha visto sobre la faz de la tierra, y todas mis travesuras, fechorías y maldades se esparcirán como la peste por el mundo, y aún tendrán noticias de ellas en las antípodas en menos de lo que un rezo dura! ¡Soy mala, muy mala, la más mala de todas![/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Y llevada de todo esto que decía, toda encarnizada, comenzaba a dar muy dulces gruñidos y más graciosos ademanes, conforme quería demostrarle a Darai cuán mala y feroz realmente era. Con esto, y aún más confundido que aterrado, Darai cesó el rascar de sus cabellos con que con tanto mimo y reposo venía trayéndole, por no saber cómo sosegalle, ante lo cual Kiyomi comenzó a hacer ya no fingidos, sino verdaderos pucheros.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—¡Oye! —decía Kiyomi al tiempo que pequeñas lágrimas rodaban sobre sus mejillas—, ¡no dije que te detuvieras! ¡El que ahora sea una bruja mala no significa que no quiera mimos![/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Darai quedó tan perplejo por tal berrinche que sólo atinó a seguir mimándola para no incurrir en su ira. Era una situación muy rara para él, pues a pesar de ser una reputada amenaza en Jubileo y alrededores, Kiyomi era la primera persona con quien sentía que podía hablar sin ninguna clase de reserva, dado su natural desenfado. Apreciaba a Colza y Zisu, pero no dudaba que ambos serían leales a Kamado hasta el final con tal de proteger a sus seres queridos. Muramasa era demasiado reservado, mientras que Teach parecía preferir ignorar algunos hechos evidentes en un esfuerzo por no derrumbarse; Touma era demasiado impulsivo como para tener una conversación que no fuera sólo insultos y amenazas de su parte, y Shinobu sólo pensaba en sí misma como para querer escuchar de otros. Ado y Alex se le hacían inalcanzables en su hacer, si bien por motivos muy distintos. Qué ironía que la misma persona que le había embrujado de esa manera tan extraña durante el Hanami fuera realmente alguien de quien pudiera conmiserarse así. Aunque fueran diferentes tipos de parias, lo eran para la misma gente, y de algún modo, esto había creado una conexión entre ambos.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—De acuerdo, oh, mi señora de las tinieblas —se atrevió a bromear, quizá necesitado de distenderse así por una vez.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Con todo el gusto lo fuera —dijo Kiyomi—; y en buena hora te vendría a llamar yo «mi fueguito», porque me mantienes así tan calentita con solo recordarte, y siento todito el cuerpo arder más que mil Islas Canelas, si mil Islas Canelas hubiese; e insisto en que ese apodo te va de molde, porque tus cabellos son todos como llamaradas, y aun más naranjas que las naranjas, y más fueguinos que el fuego, y no puedo pensar en otra cosa más que en acariciarlos, así, a mano salva, aunque ardieran con ellos.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Y en diciendo esto, le echó los brazos al cuello, cosa que Darai al principio intentó evitar, sintiéndose incómodo con tan abrupta cercanía. Hacía mucho que no tenía una mujer así de cerca, no desde la universidad... y ninguna olía así de mal, quizá por todo lo que la bruja había tenido que atravesar para llegar hasta ahí. Al final la dejó hacer, sabiendo que igualmente no podría detenerla, por más que quisiera.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Aún no me has dicho qué te ha traído hasta aquí —comentó mientras respiraba como podía ante ese fuerte abrazo y cómo Kiyomi frotaba su rostro con el suyo.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Quilava seguía observándolos, preguntándose si acaso su entrenador querría separarse o no de esa mujer. Quizá después de aquello, ambos necesitarían otra buena calada. Por su parte, la expresión de Kiyomi pronto se ensombreció, al recordar por qué se había dirigido hacia tan lejano lugar con tanto ahínco.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—¡Ay válganme las barbas de Enamorus! —exclamó, recordando las advertencias que aquella eminencia supuestamente le había conferido—. ¡Darai, fueguito de mi corazón, grandes peligros corres aquí! ¡Vuelve conmigo, lejos del aciago porvenir que aguarda en estas cimas malditas! —enunció con desasosiego, temiendo verse separada por siempre de aquel por quien su corazón latía.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Esto sobresaltó a Darai. Ya había pasado suficientes peligros en ese viaje como para tener que lidiar con tantos más, a pesar de ser algo que sabía con antelación. ¿O acaso había algo más, tan ominoso que ni siquiera con todos los presentes podrían salir avante?[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—¿Qué clase de peligro? —fue lo primero que se le ocurrió preguntar, queriendo estar preparado para ello; aunque quisiera, no podía marcharse de ahí, no sin dejar atrás a sus potenciales aliados, por no mencionar que sería considerado un desertor; aquel era el peor escenario que podía imaginarse en ese momento.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]La normalmente locuaz y vivaracha Kiyomi enmudeció, no sólo por haber vuelto a sentir el miedo de perder a Darai, sino por ignorar qué le acechaba. Estaban en un terreno muy traicionero, por no mencionar todos los Pokémon salvajes que vivían en los alrededores, listos para atacar ante la más mínima provocación. Había hecho un viaje tan largo, pero en el momento más álgido, era incapaz de ofrecer una ayuda real a quien consideraba el amor de su vida. Fue entonces que sus ojitos repararon en el anillo que había recibido en el cementerio. Un poder desconocido pero considerable emanaba de él; si no podía saber qué peligro le acechaba, al menos podía ofrecerle algún tipo de protección.[/font]​
 

 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Mismagius y Gengar, que tanto se habían divertido a costa de Kiyomi y Croagunk en su periplo, observaban la escena con creciente preocupación. Aunque esperaban que la moza aprovechara ese acercamiento para obtener el Rhydon que tanto ansiaba el espectro, ésta sólo había insistido en frotarse lascivamente con el granjero, quizá esperando que éste le plantara sus propias semillas. Y pronto, un escalofrío invadió a la fantasma, si acaso tal cosa era posible para un ser como ella.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]En su convalecencia, había notado lo que realmente era ese impulsivo enamoramiento de Kiyomi. Era la verdadera personalidad de su esclava intentando librarse como fuera de su férreo dominio. Rabió como no había hecho en décadas. ¿¡Cómo era posible que ese vil granjero hubiera sacudido todo un siglo de control sobre ella!? Era demasiado peligroso dejarlo vivo… debía eliminarlo antes de que fuera demasiado tarde, antes de que Kiyomi se volviera a hacer con el control de sí misma.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]A pesar de no contar ya con todo el poder exhibido durante su última pelea en Jubileo, y de que su némesis contaba con Pokémon valientes y cada vez más fuertes a su disposición, sin contar al portentoso Rhydon que su compinche quería de vuelta para su ama, no era para nada tonta. Iba a demostrarles que más sabía el diablo por viejo que por diablo.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—¿Qué harás, pues, señora mía? —interrogó Gengar con socarronería, en un vano intento de ocultar el hartazgo que le producía ver a su supuesta emisaria haciendo arrumacos con aquel inmundo granjero.[/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Cofrade de las tinieblas, es menester aprovechar las debilidades del enemigo, y blando es el corazón humano cuando se apercibe a otros —sentenció Mismagius, mostrándose incólume ante tal adversidad—; para eso preparamos el anillo, aunque sería mal hacer de mi parte privarte del placer de arrancar la vida de tu anatema con las manos de aquella a quien ha empezado a abrir su corazón —sugirió con una sonrisa pérfida, escondiendo bien el hecho de que no quería arriesgarse a salir mal parada en caso de que su empresa fallase.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Espoleado por semejante ofrecimiento, Gengar no dudó en lanzarse como una saeta hacia su embobada víctima, antes de que ésta pudiera ofrecer aquel anillo. Así, lo que hasta ese momento habían sido falsos gruñidos para llamar la atención de Darai se convirtieron en los gemidos más espantosos que éste había oído en su vida. Kiyomi empezó a retorcerse como si el mismísimo diablo estuviese entrando en su cuerpo, y aunque su acompañante quiso creer que era otra de sus inoportunas mocerías, no tardó en darse cuenta de su error al ver que sus ojos se habían llenado de una malévola luz roja… como aquella vez que tuvo que enfrentar a la Señora de las Cumbres. Salió de su estupor al ver cómo Quilava tenía el buen tino de embestirla y apartarla de su humano, quien no tardó en liberar a Staravia.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—¡Kiyomi, Kiyomi! —la llamó a voces, intentando que volviera a sus sentidos, pero lo único que recibió en respuesta fueron gruñidos provenientes del más profundo de los avernos.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Y sin aviso alguno, la bruja se lanzó en pos de él con una mano extendida al frente, cuyos dedos no tardaron en convertirse en aguzadas garras que rozaron el torso del granjero, un intento fallido de arrancarle el corazón de cuajo.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—¡Quilava, Ataque Rápido! ¡Staravia, Tornado! —ordenó a regañadientes, preguntándose cómo diablos un fenómeno que hasta entonces sólo había afectado a los Pokémon señoriales había afectado a Kiyomi; ¿o es que en realidad no era humana?[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Ahogó un grito al ver cómo el mustélido atravesaba el cuerpo de su nueva amiga sin hacerle daño… como si fuera un espectro, como comprobó cuando el viento conjurado por el ave sí le afectó. Había escuchado historias de que los Pokémon de tipo fantasma podían apropiarse del cuerpo de otros con relativa facilidad, pero nunca al punto de cambiar así su anatomía. Manos acabadas en garras ganchudas, una sonrisa de dientes igual de afilados, ojos rojos y una piel blanquecina con decoloraciones púrpuras que comenzaban a ganar terreno.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—¡Lanzallamas, Tajo Aéreo! —indicó a sus Pokémon, preguntándose si habría algún modo menos violento de detener a su enemigo; sin darse cuenta, había empezado a preocuparse por aquella a quien había llegado a temer meses antes.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Una poseída Kiyomi bloqueó el torrente de fuego con un viento fantasmal escupido por una terrorífica boca que se formó en la palma de su mano. Sin embargo, esto no le bastó para detener el otro ataque, que rasgó su vestido y piel dejándole sendos cortes. Para pasmo de sus atacantes, esas heridas no tardaron en supurar con un burbujeante y hediondo líquido púrpura antes de empezar a cerrarse, mientras ella gemía de auténtico dolor.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Esquivó como pudo un tajo que podría haberle dejado sin brazo, dándose cuenta de que la abominación sólo le atacaba a él, ignorando a sus Pokémon, mientras púas surgían de su espalda y su piel se hacía más y más púrpura… como un Gengar. Sólo había visto uno en todo Hisui, lo que le hizo temer que las Tres Malezas aparecieran en cualquier instante para atacar, aunque no fue el caso. ¿Qué sentido tendría que no hubieran aparecido ya para unirse a esa ofensiva? Debía ser un Gengar salvaje o algo así.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Fue entonces que notó un brillo en una de esas afiladas garras… el anillo que Kiyomi había intentado quitarse para ofrecerle en su intento de ayudarle a escapar de los peligros que le acecharan. No tenía la seguridad de que aquello fuera a solucionar algo, pero tampoco quería seguir atacándola sin más, temiendo lastimarla gravemente o incluso matarla en ese estado.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—¡Rueda Fuego! —indicó al ponerse detrás de Quilava, para asegurarse de que la poseída Kiyomi se dirigiera hacia ellos.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Y no dudó en seguir al mustélido con un grito de guerra mientras éste se envolvía de fuego, embistiendo así el torso de la abominación con un movimiento giratorio, deteniéndola en el acto. Acto seguido, el granjero clavó su tridente en la mano opuesta a la del anillo y dejó inmovilizada al tocar el suelo.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—¡Golpe Aéreo al anillo, Staravia! —gritó a todo pulmón.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]El ave, que se había mantenido al margen esperando el momento escogido por su humano, se lanzó en picado mientras bandas de viento le rodeaban, divisando a su blanco en la mano que Kiyomi había alzado, lista para descender con toda su ira sobre Darai. Aunque no entendía por qué quería salvar a esa mujer que apestaba a la Mismagius que los había atacado durante el Hanami, obedeció e hizo alarde de su excelente vista y destreza aérea para golpear con su afilado pico aquel aro lleno de energía espectral. Sin embargo, éste pareció cobrar vida propia para intentar repelerlo, por lo que el ave puso todo de sí para vencer en aquella pugna. Tanto fue su deseo de darlo todo por quien había jurado proteger que una energía mucho más intensa llenó su cuerpo, una que le hizo sentirse más fuerte… más osado. Venció esa resistencia y partió el anillo en dos, con lo que un humo rojo y púrpura se desprendió de la lastimada Kiyomi, mientras ésta volvía a la normalidad.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Darai no tardó en retirar su tridente ensangrentado y socorrer a Kiyomi, sin siquiera fijarse en que vestido había quedado hecho jirones, pudiéndose entrever las numerosas heridas que le habían quedado del enfrentamiento. Por su parte, un maltrecho Gengar decidió huir, arrepentido de haber intentado actuar por su cuenta, dejando a Mismagius a su suerte. Ésta se mantuvo al acecho, esperando su oportunidad para actuar.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Así, vio cómo el urgido granjero liberaba a un alegre Voltorb y sacaba una tabla verde que se le antojó conocida. Como había hecho con Touma, usó el poder natural de su Pokémon combinado con el de la tabla para generar un lecho de hierbas que envolvió con delicadeza el cuerpo de Kiyomi, quien respiraba trabajosamente.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Darai, amorcito… —le dijo débilmente, estirando su mano sana hacia aquello que yacía roto a un palmo de ella.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Tan concentrado estaba en su esfuerzo por salvarle la vida que tardó un poco en notar que Kiyomi le ofrecía aquel anillo roto, mientras lágrimas fluían de sus húmedos ojos.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Kiyomi, no… —quiso instarle a no hacer esfuerzos innecesarios, pero su expresión seria le decía que no iba a dar su brazo a torcer.[/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—No sé si te va a servir de mucho así, pero… quiero que lo tengas igualmente, aunque mi amor por ti no sea tan frágil como esto —expresó cada vez con menos fuerzas, cerrando los ojos con una sonrisa indescifrable.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Aún notaba su pulso, pero estaba claro que Kiyomi acababa de perder la conciencia, por lo que no dudó en coger los trozos del anillo antes de que cayeran. Para su frustración, a pesar de los mejores esfuerzos de Voltorb, el lecho de hierba no estaba teniendo ningún efecto en ella… como si fuera ya demasiado tarde para curarla. Se cercioró de ello al separar un par de matas y comprobar que sus heridas, aunque ya no sangraban, seguían abiertas; esa energía natural que había curado heridas peores en Touma apenas podía evitar que empeoraran, pero no podía cerrarlas, como si algo completamente distinto sustentara la vida de la infame bruja del bosque. Quizá era cierto que había vivido mucho más tiempo del que un cuerpo humano normal podría soportar.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Como si fuera un mal presagio, una espesa niebla empezó a cernirse en los alrededores. Con todo lo ocurrido, no parecía una mera coincidencia y temió otro ataque.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Voltorb, ¿confías en mí? —preguntó, mientras rebuscaba en sus bolsillos.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]El vivaz Pokémon asintió, compartiendo la frustración de no poder curar a esa mujer como había hecho con el otro chico. Se concentró por completo en su labor mientras sentía que un objeto duro tocaba su cuerpo de madera… y empezó a crecer en tamaño, sintiendo que sus capacidades también hacían lo mismo. El flujo de energía natural aumentó de tal modo que las heridas de Kiyomi empezaron a desaparecer paulatinamente, mientras una aterrada Mismagius sentía que el vínculo con su esclava se cortaba de la misma manera. No podía permitir aquello, y se lanzó como una flecha hacia la sombra de Kiyomi; aunque débil, su energía fantasmal debería bastar para alejarla de la muerte y hacer creer a ese granjero que había logrado su cometido.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Y la suerte pareció acompañar a la bruja Pokémon, porque pronto un concierto de voces en la lejanía sobresaltó a Darai, rompiendo su concentración en la tabla y su apenas evolucionado Electrode Hisui. Así, cuando volvieron a girarse hacia Kiyomi, vieron todas sus heridas cerradas, pensando que había sido obra suya.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Staravia, quédate a cuidar de ella, por favor —pidió sentidamente al ave, habiendo notado que no le agradaba especialmente; sin embargo, era quien más rápido podría encontrarle en caso de que algo amenazara a Kiyomi.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Y usando nuevamente la tabla junto a Electrode, generó un manto de hierba que la cubrió por completo, haciéndole parecer un montículo al que nadie haría caso. Así, lo guardó y corrió junto a Quilava hacia el campamento, sin saber lo que le esperaba. Por su parte, una mucho más aliviada Mismagius rió para sí misma, habiendo decidido mantenerse dentro de ese cuerpo para sustentarlo hasta que ambas recobraran sus fuerzas. Cuando llegara ese momento, ella misma se encargaría de destrozar en más de un sentido el corazón de su némesis.[/font]​
[/hr][/hr][/hr][/hr][/hr]
 
[font=Calibri,sans-serif]Levanto un poco la cabeza, lo suficiente para poder verla y no parecer una falta de respeto.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Ahí se encontraba ella de pie. Una figura que le imponía el más absoluto respeto. Recuerdo borroso, pero inolvidable como aquel kimono: celeste, bordeado una ola de plata y nubes doradas, digno de Ecruteak no Hime. Incluso hacia juego con el tono azulado de su cabello recogido en un peinado acorde a las más sagradas tradiciones.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Intento mirarle la cara, pero el recuerdo de su mirada era difuso… ¿Lo miraba con desprecio o, tal vez era asco por tener que perder su valioso tiempo ante un simple sirviente? Era difícil saberlo, pues su boca no mostraba atisbo de emoción.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Un nudo en la garganta empezó a incomodar; trago despacio, no quería que ella se molestase. ¡Mucho menos que su cabeza rodase![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Sin querer, bajo la vista. Fue ahí cuando se percató por primera vez de "él", la criatura a la que debía servir desde hoy, acurrucado entre los brazos de la doncella…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]¿Así que eso es un Cyndaquil?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]La criatura levanto su cabecilla sin siquiera abrir los ojos. Un acto que sorprendió y aterro al joven muchacho inclinado en una reverencia…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Maldijo al gran Sinnoh-sama. Las bestias lo ponían de los nervios pese a todo el entrenamiento recibido al cuidar las crías del Luxray del amo.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—Me dicen que te llamas Kenji, ¿no es así?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Tras escuchar esa voz tan desganada y adormilada, atino asentir levemente. No era sorpresa, seguramente ella pensaba que era una pérdida de tiempo tratar con él.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Pero lo que aconteció jamás lo olvidaría…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]En un segundo sintió que alguien jalaba su mano con suma rapidez y darle un buen apretón. Confundió, levanto la vista para encontrar una enorme y jovial sonrisa…[/font]
 

[font=Calibri,sans-serif]Sus ojos de seguro brillaron, estoy seguro.[/font]
[font=Calibri,sans-serif]—¡Entonces cuento contigo para cuidar a este chico! ¡Esforcémonos juntos para que Matamune crezca sano y fuerte! ¿si? [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Parpadeo una, dos, y tres veces…. ¿Qué?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¡Encantada! O sí, que desastre…  —Levanto al cyndaquil hacia adelante al punto de casi estampárselo en la cara— ¡Este es Matamune! Nació la pasada primavera… ¿verdad que es gracioso?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Habia algo que no encajaba en esa presentación, un hueco, algo…  Daba igual. Ese momento cambio su vida, su forma de entender la vida humana y los monstros… [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Esa sonrisa despreocupada…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Fue lo primero conoció de ella…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Y…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Aquel iluminado cuarto fue cubierto por las penumbras y varias velas se encendieron formando un circulo. Ella aún estaba allí. Pero a diferencia de la vez anterior, ahora se encontraba sentada de rodillas. Volteo a verle y sonrió jovial, igual que el día en que la conoció. A su vez, el gritaba con todas sus fuerzas implorando piedad por la señora de la casa…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Lo último que vio de ella…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]El filo sagrado del clan Mio decenio y un algo rodo…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]No hubo grito de su parte, no hubo preguntas, no hubo lágrimas. Ni siquiera supo cómo se habia echo de una Katana… [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]¿Qué iba hacer? Jamás habia usado una contra otro humano…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Vio la sonrisa de ella entre la oscuridad…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Y Una bestia alargada sobre un charco de sangre… [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Siempre hay una primera vez.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Tomo con ambas manos la empuñadura, dispuesto a enfrentar a todo el ejercito del clan Mio.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Kenji abrió los ojos en par… hasta entre cerrarlos e intentar tapar el molesto sol con la mano…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Desorientado, ya no escuchaba los gritos de aquellos infelices ni las llamas consumirlo todo.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]— ¡Doble Equipo![/font]

 
[font=Calibri,sans-serif]Chillidos, órdenes y esa risa molesta…[/font]

 
[font=Calibri,sans-serif]Giro un poco la cabeza: Tokugawa intentaba atacar o más bien "atrapar" a la molesta rana mientras algo atrás, Kouchi no paraba de ladrar ordenes…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Dio un fuerte bostezo y se estiro. No podía importarle menos.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Se rasco la cabeza y recordó destellos de aquel sueño o ¿pesadilla?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]¿Cuándo fue la última vez que soñó con ella? [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Aquella pregunta le hizo gracia, tan irónica dado que su mente JAMAS lo dejaría olvidar. Aun así, desde ese maldito Hanami, su imagen habia comenzado a ser algo nítida...[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Ya sentado sobre la banca, miro por el rabillo su Hyotan sobre la hierba. Necesitaba un trago…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Levanto el brazo en un esfuerzo por acercarse. Se detuvo. Negó con la cabeza y opto por ver el enfrentamiento que tenía enfrente…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Buffo, no sabía si era gracioso o desesperante ver al niño ladrar cada habilidad de su ¿compañero?  O ver a Tokugawa hacer danzar las cuchillas tras duplicar su imagen y al instante recibir una bomba fango en todo el rostro por parte de la rana infeliz.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Crogunuk no dejaba de reír mientras se movía por todo el puto campo al lado de la carretera.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Ese debilucho solo está jugando con ese par de idiotas…. [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¡Oye tú, deja de perder el tiempo![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]A Kouchi se le erizaron los pelos… Tan absorto habia estado intentado idear una estratagema para Tokugawa que el reclamo lo tomo por protestas.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¿Vas a dejar que ese indeseable se siga burlando? ¡Espabila y ataca! —grito apuntando a la rana que miraba para cualquier otro lado mientras, desde su boca, una burbuja se inflaba y desinflaba…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Kouchi, se quedó pensando por un instante ¿acaso su iniciativa estaba mal?  — Pero señor Kenji, Crogunuk es demasiado rápido, por eso intente usar doble e…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¿Quién te hablo? —Menciono pasando a un lado de Kouchi y sorprenderlo por la dureza de las paradas— ¡Eh, Tokugawa, responde![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Tokugawa que apenas habia conseguido desprenderse el barro de sus ojos, se señaló así mismo sin entender lo que decía el humano…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]»¡Eh! no te hagas el desentendido, ¿pudiste verlo, cierto? los movimientos de ese hijo de perra…  ¡Entonces deja de escuchar a este pobre diablo y pelea por ti mismo![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Tokugawa bajo su cabeza confuso y miro a Kouchi por el rabillo; era cierto, más de una ocasión tubo para atrapar esa molesta sanguijuela…  ¡Pero también confiaba en plenamente en Kouchi, jamás de los jamases se planteó en desobedecerlo! [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¡No sea injusto con el! Es cierto es mi culpa por no ser un mejor entrenador…  pero como su compañero de bat…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¿compañero? ¡JA Pensé que era tu esclavo!

—¿Qué? ¡Eso no es verdad, somos un equipo!

—¿ah? ¿entonces dime, porque te quedas tan seguro atrás solo dando órdenes mientras tu "compañero" arriesga el pellejo solo?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]El chico intento protestar… no pudo, nunca se habia cuestionado las batallas Pokémon. "El vínculo de humanos y Pokémon crece tras colaborar juntos en batalla" Al menos eso decía en su tiempo: los mensajes esperanzadores en los animes, la liga Pokémon para estimular la competición, incluso los medios alabanza el progreso alcanzado gracias a como humanos y pokémon colaboraban. ¿era un engaño? ¿o realmente era la única forma de progresar?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]No lo sabía con certeza. Menos atrapado en otro tiempo, uno en que humanos y Pokémon pareciesen no compartir vínculo alguno. ¿Esclavizar los Pokémon acaso fue la única forma de parar las riñas entre ellos?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]El chico se encontró sumido en la confusión al igual que su fiel amigo Tokugawa. Kenji no habia terminado de reñirle… pero una bola sombra en toda su jeta opino lo contrario.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¡Matamune, cabron! ¡¿Por qué?![/font]



 [font=Calibri,sans-serif]Matamune echado a la sombra le echo un buen gruñido; Kenji no tardó en hacer lo mismo mostrando dientes. Kenji quedo mirando fijo la seria cara de la criatura. Sabía que le estaba reprochando por pasarse de la raya ¡¿pero que tenia de malo?!  Se resignó, lo haría a la manera de la comadreja…

 [/font]

[font=Calibri,sans-serif]Buffo y se rasco la espalda buscando las palabras adecuadas. [/font]

 
 
[font=Calibri,sans-serif]—Si consideras a Tokugawa tu compañero, si realmente deseas forma run vínculo con el… ¡lucha junto a e! —soltó el ronin desbordando un entusiasmo equivalente a un niño— ¡maldita sea, tienes ese arco! ¡CUBRE SUS ESPALDAS y APUESTA A QUE EL CUBRIRA LA TUYA![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]A Kouchi se le abrieron los ojos, jamás pensó en actuar de tal forma. No era descabellado, en el pasado vio a Shiro y Arcanine desenvolverse juntos. Al inicio, juzgo que debía tratarse de los frutos de un arduo adiestramiento efectuado por su mentor al fiel Pokémon. ¿era tan simple como confiar el uno al otro?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¿Está seguro… que podríamos lograrlo? —No dudaba de las capacidades de Tokugawa, pero si en las suyas. Su último enteramiento con su sensei era patente de ello.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¡Ja! ¡Humanos y criaturas, sería más fácil si solo riésemos, llorásemos, trabajásemos o lucháramos juntos por nuestras metas![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Kouchi casi cayo para un lado. ¡Jamás pensó escuchar tal cursilería salida del violento hombre adicto al sake! Definitivamente era sacado de algún anime para niños— ¿Usted… realmente cree eso?[/font]

 
[font=Calibri,sans-serif]—Bueno, realmente me lo dijo alguien hace mucho tiempo—se rasco la mejilla al mencionar, por lo bajo, ruborizado. Avergonzado, sentía ser poco digno pronunciar las mismas palabras que, alguna vez, una jovial mujer lanzo con convicción y fuerza. Melancólico, recordó días mejores— Al menos es la forma en que Matamune y yo queremos creer…  ¿ne?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Matamune asintió y golpe el puño de su amigo con la pata.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Kouchi se quedó pensativo, miro una vez más a Tokugawa quien estrello sus cuchillas. Por su parte, tras un rato, el chico saco su arco y estrello levemente contra una de las cuchillas del Scyhter.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¿señor Kenji, me enseñaría a usar una espada? Para proteger a Shinobu y pelear junto a Tokugawa ¡Quiero ser más fuerte![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Las palabras serias y directas pillaron por sorpresa al ronin. Su cara era un panorama ¿el entrenar a alguien? ¡¿Qué ridiculez era esa?! Quería reír a carcajadas, pues ni siquiera el habia sido entrenado alguna vez. [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Al final, al inicio no era más que un aficionado a los guerreros y las armas…  Un mocoso que observaba las batallas escondido entre la maleza. [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—Creo….  Que…, podríamos intentar algo, si…—Ni siquiera sabía porque habia dicho que si ¿Qué iba hacer? Suspiro, no le quedaba otra. ¡Más le valía al mocoso no morirse![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Mientras Kouchi y Tokugawa celebraban, Matamune tenía una sonrisa de oreja a oreja. Pasaron muchas lunas desde la última vez que habia visto a su amigo con tanto ánimo.[/font]
 

[font=Calibri,sans-serif]…Tal vez, era la misión que el necesitaba.[/font]
[font=Calibri,sans-serif].[/font]
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[font=Calibri,sans-serif]Capítulo 3: Almas inseguras, almas melancólicas, almas esperanzadas.[/font]
[font=Calibri,sans-serif].[/font]
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[font=Calibri,sans-serif]Carretera Costanera, una de las principales vías comerciales de Hisui por ser no solo la principal conexión entre costa cobalto y el pantanal carmesí, también era una de las rutas más accesibles al monte corona.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Un campesino de sencillos ropajes cafés se sentó en un banquillo, quitándose de encima la gran y pesada pila de leños que traía consigo. Rápidamente, levanto el sombrero de madeja que llevaba y se secó el sudor con un paño.[/font]
 
 
[font=Calibri,sans-serif]El calor del verano estaba a nada de caer…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Se quedó un raro ahí, descansando sin hacer nada, mirando al costado sur de la carretera. Al tiempo saco una pipa que encendió, dio una buena calada y boto el humo tras unos segundos. Volvió a observar al costado, alguien se acercaba; un hombre, armado, kimono gris y un sombrero de paja… [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]El campesino resoplo y dio otra calada; el extraño se detuvo frente a la banca y sentó.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¡Llegas tarde! — Buffo arto, mientras, volvía a secarse el sudor de la frente — tienes unos huevos para hacerme venir con este endemoniado calor.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¡JA! se nota que jamás has pisado Johto, Golden road era un verdadero infierno —Menciono Kenji entre una gran sonrisa.  [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¡Como sea! —contesto el hombra. Enseguida, saco un cilindro de madera con una abertura en la parte superior—¿Gustas?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Kenji levanto la mano para rechazar e trago. El hombre sí que dio trago, acto seguido, hurgo entre sus ropas hasta sacar un objeto tubular que entrego al ronin.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¿Esto es?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—Lo que pediste, la ruta de la expedición de esos gaijins—dio una nueva calada al mirar los cielos despejados.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—Demonios, ¡¿En dos días?!—Kenji maldijo su suerte, si quisiesen llegar antes que el condenado grupo a ladera corona, debían partir de inmediato.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Rio por lo bajo. Debía reconocer que Kamado la tenía bien puestos como para organizar una expedición relámpago a uno de los sitios más peligrosos en todo Hisui. [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Fue en ese momento en que noto…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¡Espera, no veo el nombre del condenado viejo! —Dijo entre dientes.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—No ira, ¿Por qué crees que el líder no ira en persona?, supongo que la Jerarca de los Shinju piensa igual—Dio un gruñido antes de fumar nuevamente y resoplar el humo por la nariz—A decir verdad, en el clan no ven con buen ojo toda esta movida con los gaijins. Desde que llegaron esa condenada grieta apareció, empezaron a asechar criaturas de ojos… luego está lo de Kleavor-sama y ahora nuestra querida Lilligant-sama.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]» ¡Son esas dichosas maquinas que doblegan bestias! ¡su sola existencia desato la ira de Shinno-sama![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Kenji se limitó a resoplar. A pesar de no ser un gran fan de los invasores y sus artefactos, era demasiado escéptico como para creer en la existencia de alguien superior.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif] "debemos demostrarle a Ho-oh-sama que hemos cambiado, cuando humanos y criaturas convivamos juntas ese día él nos perdonara ¡estoy segura!"[/font]
[font=Calibri,sans-serif]—¿estás bien?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Kenji espabilo un poco, olvidando aquella voz que tenía demasiado presente últimamente—Si estoy bien. ¿Decías?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—Nada, olvídalo, Kenji ¿Qué tienes planeado?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—mmmhhh un rescate, ¿has oído hablar de los dichosos caídos del cielo?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]El hombre del clan Kongo gruño—¡Los más jóvenes, fascinan con ellos! ¡incluso el líder! ¿puedes creerlo…  No paran de parlotear de un granjero milagroso.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]¿Granjero? Kenji casi cae del asiento ante mera mención. ¿acaso hablaba del mismo granjero por el que cierta amiga suya lloraba mares de lágrimas y suspiraba cada noche?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—Bueno, veras—recobro la compostura pasando del tema— Uno de esos esta prendido por otra. Aparentemente el viejo Kamado la tiene en cautiverio contra su voluntad, torturándola dia o noche…  o eso dijo el mocoso ese.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¡ESPARA! ¡¿Me estás diciendo que los rumores sobre sacrificios humanos son verdad?![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¡Que voy a saber yo! La cosa es que me pidió ayuda y le echare un cable— Dijo molesto entre dientes.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¿sin paga? ¡Quién lo diría, tu envuelto en un rescate heroico! —Menciono al dar una palmada a la banca entre carcajada.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¿vedad? Yo tampoco me lo creo—Reconoció al reír también. [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Mas calando, el campesino se puso en pie y volvió a echarse encima su pesada carga.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—Bueno ya debo irme, fue bueno verte Kenji, que Sinnoh-sama os guíen a la victoria a ti y tu protegido—Menciono el estrechando la mano del ronin— ¡OH, cierto! Kenji, casualidad, ¿no sabrás que está pasando en las nieves?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—Seguro—Dejo estrechar su mano y lo vio dar media vuelta e irse… espera, algo no estaba bien —Oe, Hiro, el pantanal está del otro lado…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Hiro volteo a ver al ronin y suspiro con resigno.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—Lose, me encargaron custodiar costa cobalto mientras Iscan se encuentra fuera. ¡nos vemos![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Kenji solo levanto la mano enseñal de despedida.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]» Asique el pequeño Iscan…. Demonios.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Sin más, marcho, regreso por donde habia venido anteriormente. Tras un corto recorrido paso junto a un árbol, en cuyos pies, Matamune dormía plácidamente…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—Oe despierta…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]El Typhlosion no hizo caso ¿estaba teniendo un buen sueño? Despertarlo sería maldad pura...[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]aparentemente tenía un muy buen sueño que despertarlo seria maldad pura…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Kenji esbozo una sonrisa afilada, cogió una planta alargada, lo siguiente fue menearla justo en la nariz de la comadreja gigante…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]En un instante, la naris de matamune y siguió un gran estornudo que termino por despertarlo.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Alarmado y enojado miro para todos lados, solo encontró a un victorioso Kenji.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—Te he dicho que deberías espabilar más...[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]La criatura resoplo molesta mientras se ponía en marcha junto al humano.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Al rato, lo noto absorto… No era anormal pero no dejaba de llamarle la atención; igual que ese buen ánimo durante la mañana. ¿era diferente?  La única sertesa era que Kenji llevaba un par de días actuando extraño. Desde que ese chico le pidió ayuda…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Por su parte, los pensamientos de kenji no dejaban de girar en torno a la susodicha ¿misión de rescate?  En si no debería ser algo difícil. [/font]
[font=Calibri,sans-serif]Excepto por un pequeño detalle…[/font]
 ¡tiene que prometerme que no lastimara a nadie!
 [font=Calibri,sans-serif]¿Quién se creía ese mocoso para exigir condiciones? ¡después de venir y meterlo en esta estúpida encrucijada? Rescatar a la niña era pan comido ¿pero sin causar bajas? ¿sin dañar a otros? Eso lo cambia todo. Las posibilidades de victoria se reducen… Maldijo al condenado Kouchi una vez más.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Con pesar y melancolía, sintió lastima por el joven. No tenía ni puta idea del camino sin retorno en el que se metía…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—Oye, matamue… —Dijo casi en un susurro el ronin — ¿crees que este mundo puede cambiar? Humanos y pok… criaturas juntos. ¿es posible?  Sin gente como Kamado, como el "amo", como yo…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Kenji deslizo sus manos hacia la Hyotan, la sed aparecía y requería ser apaciguada de una forma u otra.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]» ¿Es ese el mundo que ella buscaba? Dime… matahj…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Sorprendido, ciego y la cara llena de hollín tras recibir una bomba de humo en toda la cara. Intento ponerse guardia entre maldiciones y una incesante tos. Finalmente, recupero la vista y vio al culpable ya fuera del camino.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Matamune sonriente y satisfecho, parado en sus cuatro patas. ¡merecido tenía por interrumpir su sagrado sueño![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¡TU! Pedaso de animal… ¡TE MATARE! —[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Un rabioso kenji salió tras la criatura que no perdió el tiempo en correr…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Matamune miro atrás; kenji estaba bastante lejos como para atraparlo. Lentamente, la imagen del adulto paso a ser la de un joven de unos catorce años, vistiendo un kimono azul en mejores condiciones. Cyndanquil divertido seguía adelante, motivado por los lamentos de su pequeño custodio.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Para la criatura era un juego, para el humano un tortuoso trabajo que, en aquel tiempo, jamás admitiría cuanto se divertía.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]En una colina, aquella mujer observaba a los dos "jugar", alegre porque ambos se llevasen TAN bien. ¿ingenuidad o tenía razón?  Probablemente era intuición…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Una imagen de otros tiempos, unos muy lejano, diferente a la de un endiablado Kenji que ya casi estaba sobre el…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Matamune deseo no haber olvidado como hacer una buena rueda de fuego…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Sin más el ronin se lanzó y tacleo a la bestia.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Matamune intento librarse, pero el humano habia comenzado un ataque de cosquillas. Contrataco encendió sus purpuras llamas…. Kenji agarro su mano consumida por el fuego fausto y al fallar en apagar, tu tbo mejor idea que darle un puñetazo a Matamune.  El contesto con un mordisco y kenji contesto con otro a la pata de la criatura.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Así se la pasaron horas y horas…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Como antaño…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Tiempos para recordar…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]calma antes de una tormenta….[/font]


 [font=Calibri,sans-serif]Cyllene miro de reojo la ventana iluminarse un instante y al siguiente escuchar el esperado tronar...[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Horas pasaron tras la salida de la expedición y un verdadero diluvio se dejó caer sobre jubileo.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Precisamente ella no creía en malos presagio. Pero era difícil no sentir incomodidad ante tal coincidencia.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Suspiro y se reprochó así misma el preocuparse. Después de todo, Zisu estaba a cargo junto a una tripulación conformada por algunos de los mejores hombres que disponían…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Los mejores hombres…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Negó mientras estampaba su sello en un informe. Eso era una mentira…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Dada la situación habían enviado en su mayoría efectivos sin el entrenamiento militar adecuando e indisciplinados. Confiando exclusivamente en una única habilidad…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]…El manejo de Pokémon.[/font]
[font=Calibri,sans-serif]¿pero podían confiar en ellos? La rebeldía de Shitakato y Shinobu demostró el poco compromiso que podían tener por la causa. Fue un error dejarlos ir por libre durante tanto tiempo, sin un adiestramiento adecuado, sin diciplina y sin que entendieran la importancia de la misión del Equipo Galaxia.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]¿pero que más podían hacer? Los primeros meses tras el establecimiento de jubileo fueron el infierno…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Aun pesaba las abajas en la división de seguridad que comandaba por ese entonces.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Un escalofrió paso por su espalda; Jamás olvidaría los ojos inyectados de sangre de aquel chansey que acabo con toda una unidad de un puñetazo…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Una historia que se repetía nuevamente…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]No importaba. Si la división de investigación no rendía frutos, difícil seria convencer Gallar y Kanto continuar invirtiendo en el proyecto o, bien conseguir la adhesión de otras regiones como Johto.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Tras terminar otro informe, se dejó caer sobre el respaldo de la silla. Tanto por hacer y tan poco tiempo.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Vio el techo y tomo una decisión. Hablaría con el general, pediría que todas las divisiones recibieran un readiestramiento.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]…Se acabaron los juegos.[/font]
[font=Calibri,sans-serif]Sin más tomo el vaso de greda en su escritorio; una infusión verde trasparente reflejaba su rostro mientras observaba la varilla flotante…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Era su deber ofrecerles a sus hombres una real oportunidad de esquivar a la muerte…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Se dispuso a tomar un sorbo y se detuvo perturbada…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]La varilla se habia sumergido…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]…Se quedó quieta, antes que un nuevo rayo iluminase la habitación.[/font]
[font=Calibri,sans-serif]"Muerte, muerte fulminante"[/font]
[font=Calibri,sans-serif]"solo eso encontraras en la cima…"[/font]
[font=Calibri,sans-serif]Una advertencia que hace casi dos meces le fue echa…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Días después del Hanami. Busco a cierto ronin con la intención de persuadirlo e integrarlo a la expedición. Debió suponer que se negaría y reiría en su propia cara… el no necesitaba al Equipo Galaxia y solo actuaba según sus propias normas.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Más fue cortes y le obsequio información sobre el monte corona…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Una fúnebre advertencia… [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Un nuevo tronar y ella miro por su ventana la torrencial lluvia; realmente, era odioso tener una pared rocosa estorbándole la vista…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Se giró y volvió a su trabajo. No le daría más vueltas, habían preparado con sumo cuidado el viaje y escogieron la mejor ruta posible. Además, para más seguridad, el clan shinju envió a uno efectivo que conocía, en teoría, la montaña de principio a fin. [/font]
[font=Calibri,sans-serif]¡No habia lugar para fallos![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Sin más estampo un nuevo sello…[/font]
 
 




 
 [font=Calibri,sans-serif]En ese mismo instante, en la ladera corona y con un clima más templado…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Kenji pateo una piedra sin más. Ya estaba harto.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]…debería rebanarle la cabeza al mocoso.[/font]
[font=Calibri,sans-serif]Primero lo habia jalado a esta… ¿misión de rescate?  En serio, ¿Por qué mierda habia aceptado?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Después le pide ser indulgente con la gente de la expedición… ¡Maldita sea, eso solo reducían sus posibilidades de éxito a cero!  Peor, no tenía ni idea ni como habia terminado cediendo a tal ridiculez…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]El basta llego cuando le planteo poner trampas en el lugar donde decidieron llevar acabo la susodicha emboscada… ¡Maldita sea, con lo sencillo que sería ir de frente y acabar con todos![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Habia alcanzado su límite.... Por el bien del muchacho, decidió mejor alejarse y toma run paseo… ¡mierda, necesitaba algo de sake!  Pudo traerse una botella del campamento, pero no, no lo hizo…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Matamune lo seguía para variar, por un lado, feliz que no estuviese dependiendo tanto de ese líquido…  por otro, le preocupaba. De sobras sabia como podía llegar a ser realmente…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Por dos años, quitar vida pareciera ser lo unció que lo mantenía funcional…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Un año después aquel liquido apareció. ¡Fue una mejoría![/font]

 
[font=Calibri,sans-serif]Matamune lo seguía para variar, por un lado, feliz que no estuviese dependiendo tanto de ese líquido…  por otro, le preocupaba. De sobras sabia como podía llegar a ser realmente…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Por dos años, quitar vida pareciera ser lo unció que lo mantenía funcional…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Un año después aquel liquido apareció. ¡Fue una mejoría![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—Matamune aguarda… — lo escucho casi susurrar y levantar la mano en señal de que caminasen más lento…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Voces humanas, un gran número y una luz…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Se agacharon y sigilosos se escondieron tras unos matorrales…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—Mierda…—Kenji rio amargamente al observar al grupo que, en teoría, debían emboscar los próximos días.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Habían montado un campamento entre las ruinas de la loma sagrada.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif] La información que Hiro le facilito era la correcta…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Se maldijo ¿Cuánto caminaron? [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Se quedaron observando un rato, kenji gruño al ver los guardias…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Más de una veintena, tipos de poca monta. [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Por reflejo, puso la mano sobre la empuñadura. ¡Podía saltar sobre ellos y acabar con todos de una puñetera vez! sin contenerse podría… [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Suspiro y desistió. Aunque no fuese de su agrado, cumpliría el plan…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Decidió que era hora de irse, más después de ver una cara familiar. Era el espadachín que le impidió sellar su victoria sobre el señor de los bosques…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Enfrentarle sin ir en serio era un desperdicio…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¿eh? y a ti que te pasa… —Dejo su lamento personal para concentrarse en su compañero tipo fuego.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Serio, lejos de la tranquilidad que siempre mostraba. Matamune observaba el campamento con cierto ¿odio? Criaturas jugando alegremente y en otro extremo, soldados trasportar una gran cantidad de esos infernales aparatos diseñados para encerrar y someter a los suyos.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Kenji al ver que tanto molestaba a su amigo pudo comprender de inmediato sus emociones.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Pero no habia mucho que hacer.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Tal vez un día podrían asaltar jubileo y destruir todas esas esferas. Sería divertido después de todo ¿no? ¡imagina la cara de Kamado![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Mientras Matamune, solo pensaba en aquellas bestias obligadas a ser arratradas por los caprichos humanos… Innegable era el deseo de asaltar ese campamento opresor y liberar a cada uno de sus semejantes.  Un deseo que no prospero, pero si una convicción. Evitaría a toda cosa que otros monstros se viesen involucrados en la batalla de los próximos días…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—creo, creo que debemos irnos ya… espera, que hace ese aquí… —Estaba listo para irse en el instante que lo vio. Ese barbudo desalineado…  ¿Por qué de todas las personas él tenía que involucrarse? Resoplo mientras lo observo salir del campamento y adentrase entre unos árboles.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Un sonido de lamento provino de Matamune…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]» No hay nada que hacerle, en tres días será nuestro enemigo…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Un enemigo era un enemigo. No importaba que...[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]A pesar de que aquel viaje de regreso a Johto habia sido bastante divertido.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Resinado dio un paso, se detuvo, dio media vuelta.[/font]
 


 
[font=Calibri,sans-serif]Teach agradeció tener porfin un momento a solas. Tantas emociones en un solo día… ¡Incluso creyó que Shinigami-sama lo enviaría al otro mundo de un manotazo![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Para su alivio, no tuvo que preparar un funeral vikingo para el Argo… su kokoro no lo resistiría.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Sumido en sus propios delirios, finalizo lo que tuviese que hacer y se dispuso a regresar al campamento...[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Un ruido, ¿una piedra?  ¿un árbol?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¿Moshi mooooo, alguien ahí? —Hablo únicamente para no sentirse solo…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Otro golpe, esta vez se le erizo hasta la barba…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Curioso se acercó a unas plantas moverse y se internó…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¡ESTA PRESION! ¿Dokuro? ¿eres tú? ¿Hacerle bromas un nakama es de mal gusto, sabes?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]No tuvo respuesta, no podía sentir ni KI ni cosmos enemigo. Su chibi interior le gritaba que se largaran, huyeran…  ¡Pero más era la curiosidad por descubrir la clase de broma que su amigo preparo! [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Al final, no encontró a Dokuro…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Solo otra cara familiar sentada bajo un árbol.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Una que no veía desde el Hanami…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¡Ken-nichan![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—A pasado tiempo, Senchou —Menciono kenji levantándose y estrechando la mano del hombre que le ayudo a volver a Hisui alguna vez…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¿Por qué? Que haces aquí nichan…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—Creo que me perdí —Dijo entre risas rascando su cabellera…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Charlaron un rato o más bien era Teach narrando su última aventura…  Kenji rio, Pues el relato le hizo rememorar aquella aventura por curzar el mar. Aun asi, al ronin le seguía costando seguir el peculiar dialecto de Senchou-san ¿Por qué su barco fue atacado por una carta trampa? No importaba…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¡Ni se te ocurra palmar senchou! ¡Exijo le des un finl digno a esto! —Bramo sonriente al sacar de entre su ropa un libro…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¿ya lo terminaste?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—Cynthia-san me sigue sorprendiendo… su estilo de combate sigue sin ser de….  mi agrado… ¡pero ella es genial! Su convicción, su fuerza de voluntad ¡QUISIERA ENFRENTARME A ELLA![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—JA JA JA JA, todos quisiéramos, pero ella está a otro nivel ¡seguro conseguiría domar al mismísimo Gilgamesh!—El capitán no pudo contener su emoción. Pues nada era más gratificante saber que su trabajo rendía frutos ¡La gente de este mundo comenzaba a comprender lo grande que eran la campeona de sinnoh, las waifus y el 2D! —¡incluso veo al gran Hijo de perra inclinarse y lamerle el pie!  ¡¿lo imaginas?![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]El ronin no sabía quién era ese tal Gilgamesh, pero de algo estaba seguro— Ella es formidable, busca a quien pueda darle esa "batalla Pokémon" que tanto anhela y a la vez descifrar los misterios del mundo…  ¿Qué busca ella? ¿lo encontrara? Cuando eso pase…  que sentirá…  ¡Maldito, quiero el tercero![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—Gomen Ken-nichan… Aun no puedo terminarlo—Dijo avergonzado. Le apenaba admitir que se en este instante enfrentaba al peor de los enemigos. ¡EL BLOQUEO! ¡Incluso llego a rescribir cinco veces el guion técnico! Pero algo faltaba, el final funcionaba, la estructura era acorde…  Carecía de emoción. ¡No hacia justicia a la grandeza merecida de la campeona![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Kenji ladeo de la cabeza, sin ideas porque el barbudo se habia echo un ovillo sombrío en la hierba. De pronto se levantó.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]»¡ya lo tengo! ¡En compensación, te daré esto en compensación![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Sin más el capitán saco y mostro con orgullo una reluciente tablilla plateada…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Kenji miro el objeto poco convencido antes de tomarlo y examinarlo. Era curiosa, parecía acero, pero no pesaba nada… ligera.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¿dónde la conseguiste?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—La encontré en el Meikai custodiada por cerberus…  sin dos cabezas. — menciono rascándose la mejilla antes de recibir un golpe de un saliente Dokuro.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]»¡¿Por qué me golpeas?! Ya ya ya…  La encontró Dokuro en el Meikai…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Dokuro saco pecho, orgulloso de su labor y Matamune levanto su mano en forma de saludo.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Tipos fantasma se abrazaron al rencontrase y no tardaron en hablar…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Matamune consiente de los problemas de memoria que asolaban al uní ojo, decidió preguntar por su estado…. El no pudo responder, encontró pistas, pero también más incertidumbres. La comadreja lo palmeo y le recordó que si necesitaba algo solo debía buscarle.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]A su vez, kenji habia guardado la tabla tras insistencia del Senchou como forma de compensación por no disponer aun del anhelado tercer volumen.

Quien sabe, tal vez podría servirle para su "proyecto" personal[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]El capitán siguió narrando la aventura en la isla volcánica. ¡el desmadre en la costa cobalto cobraba sentido! El ronin reía de lo lindo solo imaginar a todos buscando al responsable…  Guardaría el secreto. Un pago razonable por una buena historia…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]El tiempo pasaba y junto a las historias. La hora de marchas llego…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Se despidió de Teach ocasionado cierta desilusión en el último ¡Quería seguir contando historias! [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Estrecharon manos y el ronin se dio la vuelta…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]— Senchou…. En dos días, escalaran el risco rocoso... —Teach mostro confusión ante las repentinas palabras del hombre que trasporto hace años…—Evita llegar a la cima, lárgate, haz tiempo, lo que sea… no subas hasta más allá del anochecer… será rápido. Adiós Sanchou, buena suerte...[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Sin más el ronin desgarbado se marchó junto a la bestia fantasmal…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Teach se rasco su barbilla sin entender a qué se refirió ken-nichan. Quiso preguntar a Dokuro, pero lo encontró perplejo…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]El fantasma tenía su único ojo contraído. Atemorizado Sin saber qué hacer ante las últimas palabras de Matamune[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]¿Qué debía hacer?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]¿un rescate? ¡a que costo! ¿no habia otra solución?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Negó, los humanos son necios… el mismo lo fue…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]El enfrentamiento sería inevitable…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Miro a Teach con preocupación…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]El deseo de no verle involucrado asomo.[/font]
 


 [font=Calibri,sans-serif]A la mañana siguiente.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]El grupo de Kouchi se alaba de pie observando el risco al otro lado del acantilado. Para llegar antes era preciso tomar una ruta más corta, pero igual de peligrosa y escabrosa.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]estaban de pie observando el gran risco al otro lado. Para llegar antes era preciso tomar una ruta más corta, pero igual de peligrosa y escabrosa…   [/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Para más seguridad, enviaron a Golbat y Crogonuk a seguir los pasos de la expedición por los aires.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Pero cruzar no era simple, debían llegar al otro lado separado por metros de altura y un rio. ¿Cómo pasarían? No disponían de ningún Pokémon volador. Aun así Kenji lo habia dejado en manos de Matamune… Podían confiar en él. Así el chico aseguro su arco y espada que el ronin encontró; prioridad puso en ajustar un saco a su espalda, cargado con trampas y listas a ser colocadas. ¡No dejaría nada al azar, rescataría a shinobu sea como sea![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]El ronin no menciono nada. Pocas veces sentía inseguridad…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]¿a qué le temía?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¡Señor Kenji, mire![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif] Kouchi apunto al otro lado, mas preciso arriba del acantilado contrario. Unos Carnivine, no uno sino varios, se conglomeraban en la orilla.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Intrigados, escucharon un ladrido y miraron atrás. Era matamune y a sus espaldas otro gran número de las dichosas criaturas plantas.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]tras sus espaldas otro gran número de las dichosas criaturas plantas.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Typhlosion apunto al risco y dio una orden…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Ambos humanos se apartaron ante las criaturas abrirse paso hacia el acantilado. Más, la sorpresa llego verlos sacar sus lianas y atarse uno contra así, mientras iban creando un verdadero puente echo por sus cuerpos.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]—¡Bien echo matamune![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]No perdieron el tiempo y se dispusieron a cruzar; primero fue Kouchi, mientras Kenji se quedó esperando...[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Buffo, tal vez por una vez en su vida no le vendría mal probar otras opciones…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Tal vez por una vez en su vida podría creer…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]¿no era eso lo que ella le inspiraba?[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Pero…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]No muy lejos, alguien observaba desde unos arbustos…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]ojos celestes, ojos de los que emanaba un aura…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Observaba, Centenares de almas…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Pero se quedó con tres…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Tres fuegos fatuos.[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]Una temblorosa flotaba entre ambos acantilados, temblorosa pero fuerte. ¡un plantillo joven, nada mal![/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]La segunda la conocía, deseosa de un fufuro mejor. Un buen vino para acompañar otras…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]La tercera era su interés… ¿más pequeña que lo usual? No… simplemente dentro de un contenedor para dejarla reposar bajo tierra.  Nunca espero verla pasar por tal proceso…  tierno proceso que anhelaba observar. Observar y en que platillo se trasformaría…[/font]
 
[font=Calibri,sans-serif]¡No podía contener las ansias…  dos días, solo dos días y se daría un festín![/font]


[video=youtube]
Capitulo bastante desprolijo, es lo que hay.

@"Gold" Aparicion y participacion de Kouchi.
@"MrKiwi" Apricion y Participacion de Teach.
@"Nemuresu" muy leve mencion a mura
@"SoujiFujimura" alucion a Darai.

Cualquier incamente, avisen.
[/hr][/hr][/hr][/hr]
 
[font=Arial,Helvetica,sans-serif]Alexander [Capítulo 3]: La Decisión y La Indecisión de un Cazador

A veces, los malos presentimientos no paraban de acumularse como si fueran una enorme bola de nieve. Desde que puso sus pies en ese barco y vio las caras conocidas, los guardias asustados y abrazando sus lanza, esa tal Zisu con los labios fruncidos, y el profesor Laventon con esa mirada divertida que escondía un cinismo más allá de su investigación, sabía que las cosas no podían salir bien. Le vino el recuerdo a la mente de su padre limpiando su escopeta antes de salir de cacería. Él prefería ese tipo de arma no solo porque requería de un acercamiento más directo, sino que con los perdigones esparciéndose, uno que otro tendría que dar en la presa. Sabía que esa era la lógica detrás de esa expedición del equipo galaxia. Había tantas personas subiéndose al barco para que al menos unos cuantos puedan hacer… ¿qué pretendía Kamado subiendo la montaña y acercándose a lo que sea que sea eso en el cielo ¿Quiere hacer una escalera humana para entrar ahí? No podía evitar pensar que no era más un intento de satisfacer una caprichosa curiosidad, y si podía deshacerse de uno que otro caído del cielo problemático, como esa modelo de revista o el loco de la motosierra, mejor que mejor.

La segunda señal de que las cosas iban a ir mal vino durante una conversación. A diferencia del resto de los tripulantes, no se arriesgaría a comer bocado hasta llegar a tierra. Aun con el estómago vacío, su cabeza le daba vueltas y sus manos no soltaban el borde de la cubierta, asegurándose de que no tuviera que manchar el barco de ese extraño capitán con su vomito, aunque más tarde entendería que esa deferencia sería en vano. El peso de ese ralts sobre su espalda no mejoraba mucho su ánimo. Podría juntarse con los demás en el improvisado comedor, pero no aguantaba ver a tanta carne de cañón reunida en una sola habitación.

El ralts le dio una palmada en la cabeza

―Si, ya lo sé, yo también soy carne de cañón. Tal vez más que el resto.

― ¿Oye, estás bien?

Alexander se sobresaltó. Estaba tan ofuscado en sus pensamientos que olvidó que no era la única persona en la cubierta. En frente suyo, un hombre con ojos enrojecidos por la sal del mar, una chaqueta azulada sobre sus hombros y una barba descuidada le ofrecía un fruto morado que recordaba a una pera morada y más regordeta que de costumbre. A pesar de que trataba de mantenerse más o menos estoico, se debía notar la palidez de su rostro. Más por el mareo que por qué pensará que todos iban a morir. Era su primera vez en alta mar, pero también era su primera vez fuera de Galar y su primera vez en el pasado. Era su primera vez en ser desechable también.

―No, gracias ―murmuró Alex mientras sentía la bilis subir por su cuello.

―Sé que es lo que te pasa, no debes avergonzarte. A mí me ha pasado más de una vez ―dijo el capitán de alta estatura, poniéndole una mano encima del hombro y acomodándose unas gafas imaginarias en una pose de suficiencia―. Tanta gente en un viaje en alta mar, reunida para una aventura de proporciones épicas. Era lógico que a uno de nosotros le tenía que pasar. ¡En los animes siempre hay un personaje al que usan para hacer todos los chistes de vomito y le tocó al shota edgy sufrir ese terrible destino! ¡A la gente le gustan los clichés dobles! ¡Solo falta que tengas el pelo blanco!

―…. ¿Eh?

― ¡Ahora mismo tienes dos opciones! ¡Aceptar tu destino como recurso cómico escatológico o comer esta baya acida!

―…. Dámela.

Era una de las peores cosas que había probado en su vida, solo siendo superada por las tripas de pikachu que le dio su padre de niño porque insistía en que ayudaban al crecimiento. Un dios cruel sería el único que tendría la maldad de crear una baya que era acida y picante al mismo tiempo. Era tan asquerosa que acabó vomitando de todas maneras mientras ese pirata le daba palmaditas en la espalda. Al menos se sentía mucho mejor después de haber vaciado su estómago.

―¡Esa baya sabe horrible!

―A veces el poder de los clichés sobrepasa nuestras fuerzas. Lamento no haberte ayudado, querido nakama.

Ahora le daba pena.

―Se agradece el intento, supongo…

Ese hombre era diferente del resto de las personas que pertenecían a uno de los clanes de la región. La verdad era que tampoco había conocido a demasiados, pero los pocos con los que tuvo la oportunidad de hablar tenían cierta vibra de solemnidad, incluso si no eran más que niños. Los habitantes del Jubileo, sean del Equipo Galaxia o no, trataban de ponerse una máscara de respeto que escondía a una bestia sin corazón. Las bestias de los lideres eran fieras, dispuestas a saltarte al cuello cuando lo pretendieran, como lo era el presunto entrenador del gardevoir. Los demás habitantes tenían dentro a pequeños animalitos agazapados con la cabeza escondida entre sus zarpas, pero que podrían matarte también si te descuidabas. En el capitán notaba cierta despreocupación característica de un caído del cielo. Le daba la sensación de que estaba mejor en el clan que en la villa. De pronto recordó en donde estaban montados, a donde se dirigían y supo que la buena suerte se le acabó.

Era una lástima. Se veía buena persona.

― ¿Dónde conseguiste este barco? ―preguntó Alexander acompañando al capitán a retomar este puesto.

― ¿A Argos? ―dijo Teach dándole palmadas al timón apolillado, como si fuera un viejo amigo ―. ¡Lo arreglé yo mismo! Estaba encallado en la arena. ¡Lo vi y me di cuenta de que, con el poder de la amistad, las tablas de madera y los tornillos, este campeón todavía tenía mucho que dar!

―… Buen trabajo.

Aunque por dentro no paraba de maldecir su suerte. 

Estaban encima de un barco que había sido reparado por una sola persona.

Las cosas mejoraban por momentos. 

Aun así, debía reconocerle la valía a alguien que restauró uno de esos montones de madera podrida en la arena, que a esas alturas no eran más que decoraciones estrafalarias y por el momento, nada se había desmontado durante el viaje a pesar de la enorme carga y los muchos tripulantes que se movían de un lado a otro sin siquiera detenerse. Hasta a Kamado le debería parecer un desperdicio perderlo todo en medio del mar ¿Sabrá alguien en el equipo Galaxia que ese capitán no encajaba en esa realidad? Por su bien, prefería que no lo hicieran.

―¡Bueno, bueno! ―dijo el capitán sonrojándose mientras acariciaba su nuca―. ¡También Dokuro me echó una mano!

―¿Quién es Dokuro?

Teach se alejó del timón y un pokemon sombrío tomó su lugar.

―Ah, ese es Dokuro… que sepas que me van a matar por haberte salvado la vida.

―¿Qué decías? ―dijo el capitán volteándose después de ver por el catalejo.

―No, nada.

Todavía le dolía la cabeza al recordarlo. 

Ese gardevoir sacó desde el fondo de su mente cosas que trataba de mantener en secreto. Debía ser de un entrenador experimentado. En un principio pensó que podría ser de un caído del cielo o de uno de los clanes, pero ese desprecio y esa frialdad con el que hablaba el sujeto misterioso a través de ese pokémon de cabello verde, solo podía venir de la boca de quien usaba a los caídos como basura. Montones de basura que montaban ese barco, incluido él mismo. 

La brisa marina comenzaba a antojársele enfermiza. Con las manos en la chaqueta y el estómago vacío, se despidió con un murmullo del capitán y se dirigió a la bodega del Argos. Todos los integrantes de la expedición estaban apiñados en ese restaurante improvisado, como si fueran tepig tocándose unos a los otros dentro de una caja camino hacia el matadero. Dentro de ese suicidio, había muchas caras que le molestaba ver. A diferencia del resto del tiempo en la villa, le daba más nauseas reconocer a la gente que le agradaba que a las personas que no. Era tan descarada la expedición suicida que se habían traído al despistado del granjero, quien repartía frutas a quienes se encontraban con él.

―Lo siento, pero llegaste tarde ―dijo Darai hurgando hasta el fondo de su saco ―. Esto es todo lo que me queda.

Otra vez esa pera morada. No iba a volver a probar esa baya en su vida.

―No te preocupes, granjero ―dijo Alexander fingiendo solemnidad—. Estoy seguro que hay personas que la necesitan más que yo ¿qué haces aquí?

―Yo puedo preguntarte lo mismo ―dijo el granjero tragándose la asquerosa baya a mordiscos―. Hasta donde sé, no formas parte del equipo Galaxia y nos habían dicho que no iba a haber civiles a bordo.

―No soy ningún civil… Kamado necesitaba alguien con mis habilidades.

Darai le mostró una parca sonrisa.

―Pues también necesitaba alguien con las mías.

―La verdad es que no creo que nada crezca en las montañas. Buena suerte.

―Yo tampoco creo que puedas cazar nada que salga de ese vórtice. Que te vaya bien.

Alex gruñó.

―Ustedes salieron de ese vórtice y no tendría problema en cazarlos. 

Darai soltó una carcajada seca como una rama partida en el suelo. Alexander no se paró a esperar otra respuesta. El mal humor aumentaba por momentos. Solo conocía al granjero de vistas y aun así sentía cierta hostilidad cada vez que lo miraba. Al ver como trataba a esas criaturas que siempre pululaban por los cultivos, creía saber la razón.

―Menos mal que vino señor Drexler. Me estaba preocupando.

Otra cara que no quería ver aquí. Una cosa era Darai, que al menos era entrenador y podía defenderse, mientras que haber traído a la mesera debía ser el inicio de un chiste malo. Aunque le preocupaba verla encima del barco, tampoco le sorprendía. Si un bebé hubiera caído de ese agujero sin saber gatear, ya tendría varias pokéball atadas al sonajero.

Ado no ocultaba ni un poco que era una caída del cielo, con ese aparato que había visto varias veces en la ciudad y su ropa de cosmopolita. Durante la expedición, iba de un lado a otro con la camisa arremangada y el pelo recogido. A pesar de que el sudor se negaba a abandonar su frente, sonreía sin mostrar ninguna gota de hartazgo. De eso podrían estar hablando las personas cuando mencionaban a las madres abnegadas. Y ahora solo era un engranaje intercambiable en la gran máquina del Equipo Galaxia. Mientras le servía, Alex quería decir algo sin atinar a que y vio una excusa en ese rechoncho pokémon que se miraba con curiosidad la comida cayendo en el plato.

― ¿Ese pokémon te lo dio el Equipo Galaxia?

―No, es mío ―dijo Ado demasiado sonriente para la situación ― Lo encontré en la parte de atrás de la posada y dejaron que me lo quede. Podríamos decir que es la mascota de La Enredadera.

«¿Una mascota?»

Alex esperó a que la conversación continuara, pero no había suerte. Quería preguntar tantas cosas. Quería preguntar por qué estaba ahí y no sirviendo platos en el pueblo. Quería saber si ese munchlax sabía una que otra técnica de combate o solo era un animal de compañía. Si no decía nada, era porque sospechaba las respuestas. Kamado la debió de haber obligado, como a todos los caídos del cielo. La verdad era que comenzaba a arrepentirse de haber aceptado el acuerdo, aunque si no lo hubiera hecho estaría criando gusanos, tal vez compartiendo larvas con Rei. 

Tomó el vaso de jugo y le dio un sorbo, tratando de calmar sus nervios. Un inmenso picor atacó su garganta e intentó no escupir con todas sus fuerzas. Miró el líquido purpura en el fondo de la bebida. Debía habérselo imaginado. Sintió las palmadas de su pokémon en su cabeza, cada vez más insistentes.

―¿Quieres un poco de jugo?

La psíquica asintió con energía, tomó el vaso con sus cortos brazos y se lo empinó de un trago sin rechistar 

Ado soltó una risilla.

―¡Parece que es su favorita! ―dijo la mesera inclinándose para mirar con más atención a la criatura en su cuello.

―Nunca imaginé que alguien como tú tendría un pokémon como ese ―dijo Darai apoyado sobre una columna, después de comerse las bayas que le quedaban.

A esas alturas, le daba la impresión de que el pokémon lo tenía a él.

―¿Es hembra? ―preguntó la chica de pelo azul tratando de acariciar ese cuerno entre su pelo, sin mucho éxito ―. ¿Ya le pusiste un nombre?

―Todavía no… ―dijo Alex desviando la mirada, no solo para ocultar que le ponía nervioso que Ado no parara de acercarse. Tampoco quería que viera esa sonrisa sarcástica en su cara. Ya sería el colmo que esa cosa sobre su cuello quisiera nombre.

Since I first laid eyes on you,

What I heard about love came true.

My heart was pounding and I couldn't do,

Baby baby what you do to me.

I wanna run but I want to stay,

I never dreamed that I'd feel this way

Ese era el peor momento para recordar esa maldita canción. Parecía estar las veinticuatro horas en la estación que escuchaba su padre. Odiaba demasiado ese juego de palabras tan estúpido con el nombre de Carrie.

―Carrie ….

―¿Carrie?―preguntó Ado inclinando la cabeza―. Es un nombre bonito, pero curioso ¿Estás seguro de que quieres un nombre tan aterrador para esta dulzura?

La mesera hablaba de esa película que pasaban en televisión los domingos. Estaba seguro de que esa ralts lo sabía cómo sabía que una canción pegadiza era un mejor recuerdo que una estúpida película. No recordaba más que el final con el cubo de sangre cayendo sobre el vestido de la joven. Esa era la mejor parte en una película que por lo demás era bastante aburrida o al menos eso creía porque se quedó dormido durante más de la mitad de la cinta. Sabiendo que alguien de principios del siglo 20 no debería saber de cine moderno, guardó silencio. Sentía que, si fingía confusión en voz alta, había posibilidades de delatarse por la falsedad de su voz.

― ¡Perdón, olvidaba que esa película todavía no existe en esta época! ―dijo Ado un tanto avergonzada ―. ¡No me hagas caso! ¡Es un nombre bonito!

Dudaba que las películas siquiera existieran en esa época, pero no confiaba demasiado en sus conocimientos de historia para arriesgarse a decir algo. Ado y Darai acabaron dejándolo en paz. Todavía había marineros rezagados que esperaban echarse a la boca. Por un momento esperó unos cuantos segundos de tranquilidad cuando Akari entró por la puerta y se sentó a su mesa. Ella iba a estar en la expedición, por supuesto, era la mano derecha de Lavender. Aun así, no le gustaba verla. Fingió que estaba demasiado concentrado en su comida y la chica esperaba a que acabara.

Ese mes antes de la expedición se veían durante sus tiempos libres entre cazas y misiones. Le daba la sensación de que su ralts sentía cierto agradado por la exploradora o al menos otra cosa que indiferencia. En sus reuniones hablaban de cosas poco importantes. De que el clima era más frío que de costumbre, aunque en esa época no tenían pronósticos antiguos para comprobarlos; las cosechas que no paraban de aumentar en abundancia y calidad gracias a ese granjero, y un tema recurrente que cada vez le molestaba; Shinobu. Mientras él quería pasar al tema de cuáles eran las misivas que le encargaban, de que tan peligrosos era las bestias a las que se enfrentaba o como se sentía, no paraba de charlotear de esas veces en la que consiguió que esa damisela le tomara la bandeja o donde intercambiaron murmullos enfadados.

Durante unos momentos temió que el sentimiento de desagrado que nacía dentro de cuerpo no fueran más que celos. Tal vez al verla tan vulnerable pensó que siempre sería el hombro sobre el que llorar, la espalda que cargaría todas sus frustraciones y un confidente en el que acudir. Mientras despellejaba montañas de swinub que miles de guardias le llevaron para que tratara de sacarles provecho, cayó en la cuestión de que no era así, que era algo peor. Lo que le molestaba era que no hubiera ninguna pena que descargar, que las cosas estaban igual que siempre, que Akari se había dejado engañar por las palabras grandilocuentes de ese profesor al que él ya no podía aceptarle ninguna taza de té sin que le dieran arcadas. Cuando una de las más grandiosas integrantes de la división de investigación aparecía dentro de los temas de conversación, trataba de asentir como sea, disimulando su desagrado.

―Me dijeron que tenías mareos, ¿ya estás bien? ―preguntó Akari del presente con dos pokéball colgadas en su cintura.

―Estoy mejor, solo tenía que sacarlo todo ¿Cómo estás tú?

Akari asintió.

―Laventon me dijo que aprovechase el viaje para ver nuevos pokémon… ¿debo preocuparme?

―Estarás bien mientras no te separes del grupo. Es poco probable que los pokémon salvajes quieran correr el riesgo de enfrentar a una multitud, al menos que…

―Al menos que nos encontremos con un alfa ―dijo Akari con una pequeña sonrisa ― Me imagino que el señor cazador no va tener ningún problema. 

―La verdad es que no he tenido la oportunidad de enfrentar a uno, al menos que esa mantis de roca cuente. 

― ¿No deberías buscarlos? Son más grandes por lo tanto tienes más carne y…

―A veces tienes que sopesar los riesgos y las ganancias. Si una batalla es demasiado difícil para ti, conviene más cazar a tres mamoswine normales que un solo alfa. La mayoría de criaturas salvajes están más asustadas que tú de ellas, solo que su orgullo o la desesperación hace que aparte esos sentimientos de temor. Los alfas no son así, están dispuestos a matar desde el inicio, como ese pokémon señorial.

Akari asintió y se quedaron en silencio. Era una conversación innecesaria, no todas tenían que ser transcendentales, pero en esa ocasión se sentía raro que lo que tuviera que ofrecer eran consejos sobre animales o asuntos de cacería. Al final del día, cada quien hablaba de lo que sabía y la entrenadora no conocía más que arriesgar su vida mientras trataba de convencerse de que lo que hacía servía a un propósito mayor. Era en parte su culpa por no parar de decir tonterías aleatorias en un intento de consolarla.

[Nunca podrías haber mentido de manera tan sincera, no te sobrevalores]

― ¿Disculpa, a que te refieres?

 ―Yo no he dicho nada…

―Ah, perdón, debió ser uno de los marineros.

Otra vez el silencio. Y entonces, llegó.

―Creo que el equipo Galaxia está pasándose con Shinobu… y todo por mi culpa.

Alex guardó silencio. Akari frunció el ceño.

― ¡Lo has hecho de nuevo!

― ¿Hacer qué?

―¡Cada vez que menciono a Shinobu te quedas callado, ruedas los ojos y me echas esa mirada que me hace sentir como una estúpida! ¿¡Por qué no me dices lo que pasa!?

―Solo… no me gusta que te sientas culpable por alguien que no lo merece.

― ¿¡Como no me voy a sentir culpable!? ¡Está mal vestida, apenas le dan de comer y tiene a babosos que esperan la mínima oportunidad para echarle mano! ¡Y todo fue un malentendido causado por mí!

―Un mal entendido que provocó ese profesor con el que tanto te codeas. Además, aunque tengas razón en que todo ha sido un error, tipas como esa se merecen todo lo que le pase. 

Ese día tenía catorce o trece años. Esa edad intermedia que siempre confundía a un adolescente, con excepción de su caso, que estaba tan seguro de lo que quería hacer que no se había ni molestado en darse de alta para el segundo año de secundaria. La escuela había sido tan insignificante que esos espacios donde debería haber recuerdos de su precaria vida académica estaban más negros que el futuro de esa expedición. Después de decidir que sería cazador durante toda su vida, tuvo el primer trabajo que era más que el típico interés de un padre por enseñarle su hobby favorito a su hijo.

Era uno de esos trabajos que su padre llamaba de adorno.  A esas alturas no recordaba cual era el material lujoso que esa señora les pidió. Lo único que se le había quedado grabado fueron esos niños que jugaban en el gigante patio frente a la entrada de la mansión, algunos con raspones o golpes que se propinaban entre sí. La señora les recibió en camisón, sin ninguna vergüenza y se llevó a su padre a la habitación sin siquiera echarle una mirada a sus hijos cuyos diferentes rasgos mostraban fragmentos de miles de hombres a los que absorbió. Así eran ese tipo de mujeres, escalando sobre la espalda de hombres que caían a sus pies y pasando a través de tibios que no eran capaces de ponerle un alto.

―Ni siquiera la conoces y la odias.

―Ni siquiera quiero conocerla. 

― ¡Quieras o no, es una exploradora de alto rango! ¡Estoy segura de que hay algo valioso dentro de ella! 

― ¿Acaso crees que no hay maneras de conseguir ese rango sin esforzarse?

― ¡El general Kamado se hubiera dado cuenta!

Alex clavó su tenedor sobre la mesa.

―Eso es lo que me irrita ¿Simplemente vas a agachar la cabeza y decir que fue tu culpa? ¿¡Te vas a tragar las palabras de un profesor cobarde que se mantiene agachado bajo las faldas de Kamado y Cyllene mientras manda a niños a morir!?

Antes de que la entrenadora fuera a responder, tartamudeó un poco y sacó el tenedor en frente de ellos.

― ¿¡Quién te crees que eres!? ¡Eso que hiciste no te da derecho a opinar sobre mi vida como si fueras mi padre!

Alexander gruñó.

[Tranquilízate rebelde, que te van a oír]

Sea de quien sea esa voz, estaba agradecido. Gritarlo iba a causarle varios problemas.

―Solo estoy preocupado de que te dejes manejar con esos tipejos del equipo Galaxia. Quizás tienes razón, tal vez sea injusto lo que le están haciendo a Shinobu (una parte de él lo creía; una más pequeña que un grano de arena) e incluso a Touma, pero eso solo prueba mi punto de que los mejores rangos de esta división de investigación no son más que cachorros rabiosos y Kamado piensa aprovecharlos todo lo que pueda.

― ¿¡Crees que… no soy consciente de eso!?

Alex abrió los ojos. La voz de Akari era más temblorosa y su mirada miraba al suelo.

―Te gustaría ser quien me iluminara, ¿no? De que me están usando, de que no soy libre, pero eso ya lo sé. Si hago esto es porque es lo que se me espera de mí. No puedo ser peluquera, ni granjera, ni siquiera barrendera. Solo sé lanzar y crear pokéball y eso es lo que hago. Lo que olvidas es que nadie es libre, ni siquiera tú. Estas atado a la voluntad del equipo Galaxia, quieras o no.

―Eso no es verdad.

―Entonces, ve a decirle a Kamado todo lo que me estás diciendo. Anda.

Alex no supo que responder.

―Yo…

―Me lo imaginaba ―dijo la chica levantándose de su asiento ―. Antes de darme sermones y querer solucionarme la vida como un caballero de armadura blanca, mejor ponte a ver la tuya. Yo voy a estar bien, no necesito que nadie me cuide.

[La chica tiene razón, eres un cobarde, prefieres vivir en una cómoda aldea donde hay un tipo que quiere asesinarte antes de salir al exterior y pretendes salvar a una chica cuando no puedes salvarte a ti mismo. Menudo cazador de porquería estás hecho, maestro]

―Ah, eras tú.

Esa voz que resonaba en su mente era diferente a las voces de los recuerdos que estaba teniendo durante esos meses. Aunque fueran demasiado vividos, era consciente de que no eran más que ecos de una época pasada, rebotando en el fondo de su mente. A diferencia de esas palabras, que eran tan reales que pensaba que la persona estaba a su lado… o encima de su cuello. Además, no terminaba de reconocerla y al mismo tiempo lo hacía. Era una especie de combinación entre todas las voces que había oído en su vida, aunque era más parecida a la de una niña o una adolescente que la de una adulta. Quizás el problema era que no recordaba haber convivido con gente de su edad antes de esa vida, mucho menos con mujeres.

[Si, soy yo. Por cierto, que sepas que no soy "una ralts". Me llamo Carrie]

―¿De dónde sacas ese nombre?

Carrie guardó silencio.

[Me gusta. Me identifico con la protagonista, maestro]

―¿Maestro? No recuerdo haberte enseñado nada.

[Eres mi entrenador, quieras o no, así que te puedo llamar maestro. Es una costumbre de nuestra especie]

―¿Los animales pueden tener costumbres?

Antes de que Carrie contestara, el barco se tambaleó.



Después de esa vergüenza que había pasado por culpa de esa criatura parlanchina, los peces pinchos esos y el granjero corrigiéndole como si fuera un experto en cosas marinas venenosas, el viaje no dejo de empeorar. Cruzaron ríos rápidos que hacían que sus mareos sobre el barco fuesen un paseo en góndola, recorrieron laderas gigantescas, atravesaron cuevas donde un tipo que se le hacía familiar no dejaba de hablar recuerdos olvidados, dolores de cabeza, trenes y vías, y se arrastraron en silencio para que discos de metal voladores no les revienten la cabeza de un Psíquico.

A pesar de que fuera un cazador que recorrió diversos lugares de Hisui en el primer mes después de su llegada, los territorios hostiles que retaban a quien quiera meterse en medio de una batalla por su sobrevivencia, se habían convertido en acechadores tramposos y asesinos despiadados que estaban dispuestos a alimentarse de esa comitiva de exploradores ingenuos. Era una situación similar a que alguien sacara una escopeta en una pelea de cuchillos. A todo centímetro acechaba la muerte, sin que siquiera tenga que intervenir un ser vivo para arrebatarle la vida a un guardia demasiado concentrado en maltratar a sus prisioneros. Alexander iba hasta atrás. Hasta ahora, nadie le había pedido su ayuda, tal vez porque los peligros llegaban tan rápido que no tenían oportunidad de planear ni un segundo. Delante de él, a cierta distancia para que no fuera capaz de alcanzarla estirando la mano y al mismo tiempo todavía podía observarla desde lejos, estaba Akari. Muchas veces tuvo la chance de acercarse, sin atreverse, menos lo iba a hacer en esas montañas empinadas.

[Menuda cobardía que tienes ¿Para qué quieres pedirle perdón si ni siquiera estás seguro de que fue lo que hiciste mal?]

―Quizás… tiene razón en que me estoy metiendo demasiado en su vida. 

[¿Acaso no debería agradecer que alguien se preocupe por ella, maestro?]

―Ella nunca me lo pidió.

[A veces no necesita pedir nada una muchacha desamparada que ruega que la salven desde el fondo de su mente. Aunque tiene razón en que todos están atados a la voluntad de ese bigotudo, que nadie tiene valor para desobedecer sus órdenes. Es fácil elegir entre la servidumbre y una muerte horrible en la naturaleza o tratar suerte con esos clanes más cerrados de mente que el culo de Opal]

― ¿¡Donde demonios escuchaste esa expresión!?

[Lo decía tu padre a cada rato, cuando tu madre vivía aún. Eras demasiado pequeño para recordarlo]

― ¿Mi madre le dejaba decir esas barbaridades? 

Carrie guardó silencio durante un rato, luego continuó.

[Como sea, sigue las órdenes y arriesga su vida, temerosa que su cabeza salga propulsada más rápido de su cuello que la de Rei y cada vez que se va dormir piensa en que alguien puede salvarla… y tú podrías ser ese salvador]

―Pensé que me decías que era un cobarde.

[Lo eres. Todavía no has dado el paso de largarte de la aldea y así vives tu vida, queriendo disculparte por lo que siempre haces; proteger a las mujeres que merecen la pena. Esas que podrán ser futuras madres en el futuro, no como la trepadora en la mansión o la del vestido rasgado]

―Tú sacaste ese recuerdo, ¿verdad?

[Si vieras lo divertido que es, maestro. Todos tus recuerdos están frente a mí como si fueran las estanterías de un videoclub y yo puedo elegir el que sea]

Alexander calló.

―¿Puedes hacer lo mismo con recuerdos de otros?

[Solo si me dejan entrar, como tú. La primera vez que entro en la mente de una persona veo la estantería y accedo al recuerdo que quiera. El problema es que la mayoría del tiempo solo puedo ver unos segundos antes de que me echen. La mayoría no lo hace de manera consciente. Los tipos a los que me pediste que influenciara en el laboratorio se espantaron en cuanto saque su recuerdo de las profundidades de su mente. Con mi poder psíquico actual, no soy capaz de ver recuerdos sin que el huésped se dé cuenta o su mente logre echarme, pero eso puede cambiar pronto gracias a esa roca que tienes en la chaqueta. Gracias a eso, pude desarrollar la suficiente habilidad para comunicarme contigo de manera tan abierta]

―Si eres capaz de acceder a todos mis recuerdos, eso significa que…

[¡Claro, maestro! ¡Sé que vienes de otra época! ¡Debo decir que es más interesante que la mía! Pero no te preocupes, que tu secreto está a salvo conmigo]

Alexander bufó.

―Tanto poder y no puedes siquiera usar un triste psíquico.

[Sobre eso…] La voz de Carrie tomó un tono apenado [Eres mi maestro así que supongo que tienes que saberlo. No soy capaz de usar poderes psíquicos, salvo mi poderosa hinopsis. Supongo que es una cosa por otra]

―Entonces… ¿de qué sir…?

Antes de que pudiera terminar la frase, le vino la mirada decepcionada de su padre al enterarse de que no crecería ningún centímetro más en su vida. Como toda persona de pueblo, esperaron a que fuera demasiado obvio para darse cuenta de que había un problema. Las explicaciones del doctor no eran más que palabras inertes o al menos así era desde su punto de vista. Hormonas, huesos y lo único que importaba era que no había tratamiento posible. Sería un milagro si creciera cinco o siete centímetros antes de cumplir los veinte. De vuelta a casa, pensaba en alternativas a ser un cazador hasta que el señor Drexler apartó esas cavilaciones de un plumazo.

―No creas que te hayas librado por ser un maldito enano. No voy a mantener a un inútil así que, si decidiste abandonar tus estudios, te vas a hacer cargo de tus decisiones. Vas a ser cazador y no quiero más excusas.

En la vida real. Carrie apretaba su cuello con fuerza, casi como si estuviera intentando estrangularlo. Después de eso, no volvió a tocar el tema y siguió la marcha para asegurarse de no perder la vista de Akari. Con lo que le había dicho la psíquica, ya no estaba tan seguro de lo que quería hacer.  En cuanto subió una última pendiente, las cosas se salieron de control.

El destino decidió por él. Todo pasó tan rápido que no tuvo tiempo de procesarlo. Flechas volando de un lado a otro. La marcha, que hasta hace unos momentos era una mente colmena que iba a una sola dirección, comenzó a separarse en pequeños grupos y correr hacia lados distintos. Entre esos no reconoció a nadie desconocido. Al menos Ado estaba a salvo con ese chico raro y Darai le daba igual. Estuvo escondido un buen rato hasta que recordó que todavía quedaba alguien que le importaba. Se levantó. le preocupaba que ya no era capaz de ver ese pañuelo tan característico de Akari entre todo el desastre. Y ojalá no lo hubiera visto como lo hizo. Ese pañuelo se soltó de su pelo. Un hombre demacrado y familiar la recibía en sus brazos y los fueron a caer al fondo del barranco. Akari trató de evitar lo inevitable y agarrarse a una de las piedras con una mano temblorosa, como un ahogado en medio del mar. No lo logró. Corrió con todas sus fuerzas al verla resbalarse, sabiendo que no llegaría a tiempo. Al menos no tuvo que comprobar su fracaso con la amarga experiencia. Antes de que fuera capaz de llegar a la congregación, un montón de guardias le empujaron sin querer y perdió el equilibrio.

Unos centímetros atrás y se hubiera partido la cabeza contra una roca, pero solo rodó unas cuantas veces antes de aterrizar en una alfombra helada. A pesar de todo, Carrie mantuvo su agarre, llevándose unas cuantas machas moradas en su brillante vestido blanco. Por la mera desesperación, trató de volver a subir la montaña, sabiendo que a esas alturas Akari ya estaba convertida en una nueva Rei. Montones de nieve se resbalaban entre sus manos y caía de espaldas sobre ella, como si tuviera vida propia. En medio de la noche, ese manto blanco que alguna vez había usado para jugar con esa chica, era un fuego que quemaba. 

Ya no veía más allá de su nariz. En un intento de encontrar otra ruta hacia la cima, marchó hacia el sur, sin que la suerte agradeciera considerarla por primera vez en su vida. Se tropezó con una piedra acechante entre las gruesas capas de terciopelo pálido y volvió a desorientarse. Mientras que miraba de un lado a otro, Carrie observaba sin la intención de ayudarle, más interesada que preocupada por la mala suerte de su entrenador. Respiró y exhaló con profundidad, tratando de calmarse por su cuenta, sin mucho éxito. A pesar de la chaqueta con pelaje de piloswine, sentía un profundo frío colándose a través de los poros de su piel. 

Ya no tenía el control y aunque volviera a ser él, era demasiado tarde. La noche le rodeaba en una asfixiante capa negra y las erráticas huellas en el suelo habían arruinado cualquier rastro que fuera capaz de seguir para regresar al grupo, o lo que quedaba de él a esas alturas. Una fuerte nevada comenzó a caer bajo sus hombros, bastante diferente a la que sería la ventisca corriente y sus ojos se abrieron. Ah claro, olvidó por completo que tanta nieve no tenía sentido en la Ladera Corona. Sacó su cuchillo de despellejar, se hizo un corte en el brazo y el dolor lo hizo salir de la ilusión. La gruesa risa de una misdreavus frente a él le avisó de que era hora de correr.

[¡Hasta que por fin te das cuenta!] exclamó Carrie mientras trataba de alejarse de la fantasma [¡Casi pierdo a mi maestro!]

Corrió por terrenos que no conocía. A ciegas. Era cuestión que volviera a pisar mal y la mala suerte no quiso esperar. Piso en una abertura entre una piedra y la otra, su tobillo giró con un crujido y cayó de cara al suelo, sintiendo la sangre correr por su nariz. Todavía escuchaba la risa de misdreavus detrás de él. Se impulsó con su pie sano y antes de que uno de los depredadores de la noche le alcanzara, giró por la ladera una vez más a través del precipicio más próximo. Aterrizó cerca de un minúsculo lago, golpeándose en el costado con una piedra filosa. Era un milagro que Carrie no haya muerto aplastada por las constantes caídas. Sacó la flauta de su chaqueta y con los nervios a flor de piel, trató de tocar la melodía.

Sin mucho éxito, claramente.

[¿Acaso no sabes que las misdreavus no van a dejar de perseguirte hasta que estes muerto? ¡Levántate y sigue corriendo!]

―¡Maldita sea! ―exclamó el cazador sosteniéndose la pierna―.¿¡No tienes una idea mejor!?

Sintió que Carrie sonreía.

[Estoy segura que ese misdreavus no sabe Comesueños, maestro]

―¿Eso que tiene que…

Los ojos de Carrie brillaron y las luces se apagaron. Lo último que escuchó antes de quedarse dormido fue un simple aleteo.



Estaba dormido de una manera tan profunda que lo único que soñó fue una inmensa pantalla negra hasta que las luces volvieron a prenderse. Acostado sobre su chaqueta, miraba estalactitas en el techo y sentía un calor reconfortante pese a estar dentro de una cueva. Aquello era un verdadero hogar. Las paredes estaban cubiertas de pieles viejas de diferentes pokémon para dar la ilusión de que era una casa acogedora. Una gran fogata calentaba una hornilla de piedra sobre la que descansaba un recipiente cóncavo de cobre. Escuchaba el ruido del agua hirviendo sin haberse levantado. Sentía el peso de diversas cataplasmas en diferentes partes de su cuerpo. Sus cosas yacían tiradas a un lado, sin mucho cuidado.

― ¡Menos mal que te despertaste! ¿¡Ya puedes moverte!? ¡Quiero ver!

Debido a la oscuridad de la noche, tardó en verle el rostro a esa niña, que solo con escuchar su chillona voz le causaba ciertos dolores de cabeza. Las llamas mostraban a una chica de cabellos verdes que le llegaba más o menos al pecho en altura. Gran parte de su cabeza era cubierta por un gorro de lana, aunque le daba la sensación de que era más una cuestión de vanidad que para protegerse del frío. Él, con una chaqueta repleta de pelaje de piloswine, no podía evitar castañear los dientes mientras que una mocosa así de delgada no parecía estar afectada por las bajas temperaturas. Trató de levantarse, sintió cierto dolor al apoyarse en su pierna lesionada, pero no tanto como esperaba gracias al apretado vendaje. Aun caminaba con cojera, debía ser un esguince de primer grado

―¡Sabi está feliz de haber curado a uno de los portadores de la flauta!

―¿Quién es Sabi?

La niña infló sus mejillas.

―¡Sabi es Sabi!

―Ah, entiendo, tú eres Sabi.

Sabi asintió, orgullosa de haberse dado a entender.

―¿Me curaste tú sola?

―¡Sabi lo hizo!

―Gracias, fue de mucha ayuda.

―¿¡Qué hazañas realizaste para conseguir la flauta de venadito!? ¡Pajarito fue volando hasta ahí en cuanto la escuchó!

Durante unos momentos tuvo el tiempo de preguntarse quién era pajarito hasta que tuvo la amabilidad de girarse. Con unas garras amarillas enganchadas en un perchero de madera rudimentaria, pero que cumplía su función, un braviary le miraba con mucha intensidad con esos ojos morados llameantes. Al darse cuenta de que los verdaderos ojos eran los de abajo, no sintió ninguna clase de alivio. Más que asustado debería estar maravillado. Era la primera vez que veía a los braviary de por acá tan de cerca. Pero por algún motivo, sentía cierta inquietud… se palpó la espalda y entonces lo notó.

―¡Sabi protegió a Carrie!

―Ya te dijo su nombre, ¿eh?… ¿Dónde está ahora?

―¡En la habitación del baño! ¡Se está lavando la sangre!

El braviary graznó

―¡Pajarito está enojado porque no te preocupas de tus pokémon!

Los niños del clan diamante eran raros. Le sorprendía que una criatura tomara la iniciativa de asearse por sí misma. Suponía que era hora de acostumbrarse, después de todo tuvo la oportunidad de mantener una conversación con él. Lo que más le inquietaba era que había notado cierta personalidad en Carrie; desagradable, pero personalidad, al fin y al cabo. Al caminar hacia el cuarto del baño, los recuerdos de hace unas horas volvieron a él. Ni siquiera había podido ver quiénes fueron los responsables de que Akari estaba muerta, porque estaba seguro que de que murió. Era imposible sobrevivir cayéndose por esa ladera, con tantas piedras peligrosas en el fondo. Ni le habrá dado a tiempo a sacar esa lechuza de su esfera. Mientras descorría las puertas de madera, se preguntaba cuáles fueron los últimos pensamientos de la entrenadora antes de que sus sesos acaben esparcidos. Seguro todos fueron dedicados a que no logró nada en su corta vida, solo ser carne de cañón. Quizás hasta pensó en él. Sus reflexiones fueron interrumpidas por un golpe que le cortó la respiración y le hizo caer al suelo.

[¿¡Acaso crees que un pokémon no tiene derecho a su intimidad, maestro!?]

―Todavía estoy lastimado, idiota….

[Deja de llorar y levántate]

Sin duda era Carrie, aunque su aspecto había cambiado. Antes solo tenía su voz para darse una idea de que era lo que pensaba y, sin embargo, ya era capaz de ver un ceño fruncido y una boca torcida, remarcados por unos ojos carmesí más grandes. Había ganado en altura. Medía unos cuantos centímetros menos que él, no los suficientes para que se sienta cómodo. Impaciente por su lentitud, le ofreció un brazo delgado para ayudarle. Ambos volvieron hacia Sabi, caminando uno al lado del otro.

―Pensé que ibas a tardar un poco más en evolucionar. 

[Dale las gracias a tu incompetencia. Gasté gran parte de mi tabla para que ese pajarraco nos ayudara. Que tuviera a una niña encima solo es un plus molesto].

Carrie le mostró una pequeña piedra rosada que colgaba de su cuello.

[Esto es lo único que queda]

―¿Lo demás desapareció? ¿Sin más?

[Me da la sensación de que se fue a otro lado. Lástima que ya no seamos dignos de recuperarla, maestro]

Quizás era algo estúpido, pero sentía cierto sentimiento reconfortante al tenerle a su lado, caminando como si fueran dos amigos en igualdad de condiciones. Aunque eso era estúpido, los pokémon nunca podrán parecerse a los humanos… o eso es lo que poco a poco dejaba de creer. Cuando volvieron a lo que podría ser una sala de estar, la niña de cabello verde alimentaba al braviary con unas cuantas semillas de raro aspecto. A lo mejor estaban cosechadas por ella misma. Al verlos, sus ojos se iluminaron.

―¡Así está mejor! ¡Ya veo por qué te eligió venadito! 

―Ojalá fuera tan grandilocuente como tú lo pintas. En realidad, solo le hice un favor a una de tus compañeras.

[Con mentiras de por medio]

Alex dio un respingo. Carrie lanzó una risotada. De verdad, echo su cabeza atrás para reír, como si por un momento fuera una chica humana.

[No te preocupes, que solo puedo hablar contigo. Lo que es una lástima]

Sabi rio de vuelta, sin preocuparse.

―Sabi sabe sobre lo que hiciste. El señor Adaman debe estar igual de agradecida de Sabi.

La chica tomó dos vasos de madera, sirvió té en ellos y los ofreció. En cuanto dio un sorbo, notó ese sabor horrible, picante y acido a la vez. Cuando vio la pera morada machacada al lado de la hornilla, pensó en que debió suponerlo. Carrie lo bebió todo de un sorbo, sin molestarse por el agua hirviendo., lo que provocó que una bocanada de humo saliera de su boca. Y al mirarla más de cerca, notó que temblaba. Sin pensar en lo que estaba haciendo, se quitó la chaqueta y se la puso encima. Eso le trajo malos recuerdos de hace dos meses. Carrie le dirigió una sonrisa petulante con un poco de agradecimiento sincero de por medio.

[Que caballeroso, maestro. Solo te aviso que no pienso ser el reemplazo de esa chica]

«Si, no te preocupes por eso…»

Carrie rio un poco más. Eso era mejor que hablar en voz alta.

―¿Qué vas a hacer, señor? 

―Me llamo Alex.

―¡A Sabi le gusta más llamarte señor!

―Como tú quieras…la verdad es que no lo sé.

Sabi le dio un sorbo a su taza de té.

―Sabi podría hablar con Adaman para que te quedes.

―¿En el clan…?

―¡Eres el portador de venadito! ¡Sabi cree que podrías ser bien recibido!

Alexander miró su té burbujear. 

[Tienes tu billete de salida, campeón. Adiós Kamado, adiós Villa Jubileo. Hola a ser linchado cuando descubran que eres un cruel cazador que no respeta a los pobrecitos pokémon. Acá la cuestión es que yo tampoco lo hago y no me quiero quedar sin maestro, así que tendré que seguirte a dónde vayas. La verdad es que ninguna de las dos se ve bastante buena]

«Irme de Villa Jubileo así nomás… es tentador»

Volver a pisar la villa le daría autentico asco, sobre todo obedecer las órdenes de Kamado y de Cyllene. Se toparía a diario con la injusticia de que dejaban lapidas a su paso sin que ellos vean las consecuencias. Bien podría haber muerto ese maldito profesor, pero su presentimiento le decía que seguía vivo. La vida era injusta, lo decía su padre y si el destino existía, estaba empeñado en demostrárselo. Por otro lado, no confiaba del todo en los clanes. Eran personas más apacibles, y, aun así, le daba la sensación de que también compartían con Kamado esa impasibilidad de quien estaba dispuesto a hacer lo que sea por sus creencias. Además, Carrie tenía razón. Se podrían enterar de que era un asesino. Frente a sus ojos De que no esperó con paciencia a que esos pilowine murieran de viejos para ponerse su piel en su chaqueta. Y si se iba de Villa Jubileo, ¿eso no sería escapar? ¿Eso no sería no mirar a la cara a sus depredadores? ¿Huir con la cola entre las patas? Le iba a demostrar a Carrie y a su padre que no era un cobarde.

Carrie sonrió.

[Creo que ya tomaste tu decisión]

―Agradezco el gesto, Sabi, pero me temo que necesito volver con el Equipo Galaxia ¿Podrías dejarme a los pies de los Riscos Riscosos?

En vez de mostrarse decepcionada, Sabi sonrió.

― ¡Claro que pajarito puede hacerlo! ¡Ah, Sabi quiere mostrarte algo!

De una canasta, sacó un pequeño polluelo que miraba con demasiada atención a sus alrededores.

― ¡Es el único bebé que me queda de pajarito! ¡Quiere estar contigo!

―Este…

―¡Sabi se va a enojar contigo si no lo aceptas! ―exclamó la chica pataleando.

Y al final, ese pájaro usó su hombro de perchero.

 [El pajarito quiere llamarse Mercury] apuntó Carrie cuando estaban a punto de despegar.

Alex asintió, un tanto desinteresado. Todavía pensaba en si había tomado la decisión correcta.

―Si me quieren cazar, yo los cazaré primero a ellos. Pero primero, tengo curiosidad por saber quien saboteó la expedición... ellos serán mis primeras presas.[/font]

[font=Arial,Helvetica,sans-serif]Participaciones:
@"SoujiFujimura" 
@"MrKiwi" 
@"Velvet" 
Menciones Importantes
@"Gold" 
[/font]
[/hr]
 
[font=Arial,sans-serif]El sol estaba comenzando a ocultarse en el horizonte y el aire a volverse más frío, pero aún no había rastro del grupo de Kamado. Sin embargo, la falta de actividad no significó nada para el samurái y el ladrón, quiénes siguieron esperando, expectantes, ante cualquier movimiento que se pudiera hacer presente en las subsecuentes horas. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kouichi se había adelantado aquel día para poder sobre el terreno diversas trampas que ocultó con maestría; no sabía exactamente cuantos reclutas iban en la expedición, pues no se enfocó en contarlos cuando vio al grupo hace unos cuantos días cuando encallaron en la llanura, pero tenía presente que los superaban en número y aunque sabía que Kenji era un hombre de temer, con una fuerza bestial y capaz de matar a varios hombres de un solo tajo, tampoco quería depender enteramente de él. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Era una misión de rescate, no una carnicería. Entre menos daño hicieran, mejor; sin embargo, eso no evitó que las manos le temblaran y sintiera la boca seca ante la expectativa de que cualquier cosa podía fallar. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El ronin a su lado lo notó y chistó sin el menor reparo a ser descubierto.. El sol se ocultó un poco más entre las montañas, hasta volver el cielo de un ominoso azul, el grupo aún no había llegado y estaban los dos solos, ¿qué más daba? Los pokémon de la zona no repararían en ellos por un tiempo, así que estaban a salvo de cualquier interrupción desagradable. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Ya hemos llegado tan lejos, ¿estás teniendo dudas? —Preguntó con voz rasposa. Entre la falta de alcohol y la espera casi interminable, se estaba volviendo mucho más áspero y directo; la cabeza le estaba empezando a molestar, pero sabía que el dolor se le olvidaría una vez diera inicio a la batalla. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—No. —Respondió el muchacho, con una seguridad en su voz que no se veía reflejada en el resto de su postura. —Sólo pienso que…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Deja de pensar. —Regañó Kenji. —Si piensas vas a seguir por un camino que no te va a gustar. Vas a dudar y entonces, todo esto será para nada. ¿Quieres que eso pase? [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Yo no…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡Entonces deja de pensar por una vez en tu puta vida! [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kouchi se calló ante el regaño. Era cierto, tendía a sobrepensar la mayoría de lo que hacía, dejando escapar oportunidades, dejando que el miedo y la duda dictaran sus acciones, volviéndolo alguien frágil y poco confiable. No podía darse ese lujo, no podía flaquear si quería rescatar a Shinbou de las garras de aquel general sanguinario. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Dio un vistazo a la katana que tenía amarrada a su cinturón; una hoja endeble que se haría pedazos ante el primer contacto, pero que aguantaría lo suficiente dentro de la funda en caso de que fuera necesario usarla. Kou sabía que no era un portento en la espada como Kenji, pero el ronin al menos le había dando un entrenamiento básico para poder usar la katana en caso de que tuviera que vérselas cuerpo a cuerpo contra alguno de los reclutas de Kamado. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Así que se calmó, apagó su mente y se enfocó en el gran territorio que tenían delante. Y cuando menos se lo esperó, escuchó el sonido de unas pesadas pisadas subiendo la ladera rocosa, señal para el ladrón de callarse y esperar el momento indicado. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El grupo de la expedición tardó menos de dos horas en levantar el campamento y encender una fogata y mientras la mayoría de la expedición se retiraba a dormir a sus improvisadas tiendas, unos cuantos se quedaron haciendo vigilancia. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Unos finos copos de nieve comenzaron a caer, apenas escarcha que se derretía al tocar el suelo y la niebla que rodeaba los riscos empezó a volverse más espesa con el paso del tiempo. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]«Esto es un mal presagio… » Fue apenas un pensamiento fugaz en la mente Kenji al ver como los copos caían con más fuerza a la par que la neblina cubría el terreno. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Dual Kouchi / Kenji – Capitulo 3: Destinos Rotos y enlazados…[/font]
 [font=Arial,Helvetica,sans-serif]Zisu frunció el ceño al ver el cambio tan abrupto del clima. Sabía que podía sentirse más frío al estar cerca de la cima del Monte Corona, pero ¿nieve y neblina espesa? Algo le decía que eso no era lo normal, por mucho que sus reclutas le trataran de insistir lo contrario. [/font]
 
[font=Arial,Helvetica,sans-serif]Le dio la espalda al grupo que cuidaba de la supuesta princesa y se levantó de su puesto, dando unos pasos tentativos entre la bruma. Cuando escuchó el sonido de un arco tensarse, paró en seco. Enfocó la vista y vio apenas unas siluetas borrosas, apenas parecidas a un humano.[/font]
 
[font=Arial,Helvetica,sans-serif]Se llevó una de sus manos a la pokébola en su cinturón, preparada para atacar en cuanto se viera amenazada. [/font]
 
[font=Arial,Helvetica,sans-serif]«Nadie sería tan estúpido para atacar al grupo del general. Si la neblina la provocaron ellos, deben ser un número reducido.» [/font]
 
[font=Arial,Helvetica,sans-serif]Una parte de ella quería creer que eran simples mercaderes confundidos, asustados por la repentina poca visibilidad dentro de los riscos. Pero sabía que ese no era el caso, por mucho que quisiera confiar en la humanidad. [/font]
 
[font=Arial,Helvetica,sans-serif]—Dennos a Shinobu y nadie saldrá herido. —Dijo una voz. Pertenecía a un muchacho joven y por el temblor que alcanzó a escuchar, no muy versado en emboscadas. [/font]
 
[font=Arial,Helvetica,sans-serif]—¿Sólo porque lo dices tú? —Rió uno de sus reclutas. Zisu apenas se percató de que uno de ellos la había seguido, demasiado alerta con los extraños como para prestarle atención al resto de su entorno. —No, no creo, chico. [/font]
 
[font=Arial,Helvetica,sans-serif]—Denme a la chica. —Volvió a demandar la figura, esta vez con más ahínco, mientras la otra  persona a su lado estaba tan callada como una tumba. Zisu llegó a pensar que sólo era el muchacho tratando de hacerles creer que tenían compañía, improvisando una muñeco con ramas y paja. [/font]
 
[font=Arial,Helvetica,sans-serif]—Yo me encargo, capitana. Neutralizaré a ese niño tan rápido que ni siquiera lo recordaremos por la mañana. [/font]
 
[font=Arial,Helvetica,sans-serif]—Jin… [/font]
 
[font=Arial,Helvetica,sans-serif]A lo lejos se escuchó el grito indignado de Shinobu y Jin sonrió socarronamente al imaginarse lo que sus compañeros estarían haciendo con la chica, quién poco podía hacer a estas alturas; seguramente la droga que habían puesto en su comida horas antes estaba surtiendo efecto ahora. [/font]
 
[font=Arial,Helvetica,sans-serif]Aquello resultó ser una linda distracción, Jin estaba seguro de que la capitana hubiera cortado su diversión de haberse quedado en el campamento. Así que juntó valentía y alzó su lanza, listo para atacar. [/font]
 
[font=Arial,Helvetica,sans-serif]Un dolor punzante se hizo presente en su rodilla, lo que lo tiró al suelo de imprevisto, vio entonces con horror un proyectil que atravesaba su pierna de lado a lado; trató de sacar la flecha, pero antes de que pudiera hacerlo, otra flecha se encajó en la palma de su mano, clavándola al suelo y salpicando su cara de sangre. [/font]
 
[font=Arial,Helvetica,sans-serif]La sangre tiñó la nieve y Zisu vio como la figura que acompañaba al muchacho se movía a una velocidad estrepitosa. [/font]
 
[font=Arial,Helvetica,sans-serif]Una pequeña sonrisa adornaba las facciones de Kenji, orgulloso de que el muchacho hubiera hecho el primer movimiento. [/font]

[font=Arial,sans-serif]Otros dos Guardias llegaron. Ver a Jin en tal estado, provocó un escalofrió que termino opacado por la flama de la ira… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Ambos cargaron sus lanzas… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡SAKATA! ¡MORISHIMA! ¡ESPEREN! —Grito Zisu al ver a dos de sus guardias en carrera contra los intrusos…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Un destello y ambas lanzas eran cortadas a la mitad.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Makoto, anonadado, miro a su compañero caer tras ser golpeado en ambas piernas con una vaina.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El ronin no perdió tiempo. Valiéndose de la empuñadura, le golpeo la nuca. [/font]
[font=Arial,sans-serif]Todo se volvio negro para Makoto.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Zisu apretó sus puños, miro con rabia el estado de sus dos hombres; uno tenía las piernas rotas y el otro cayo inconsciente. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Avanzo firme…  pero el paso le fue negado por un brazo extendido.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¿Qué crees que haces?[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Yo me encargo…  —Muramasa dijo firme sin siquiera voltear a verla.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡No puedo permitirlo! ¡La seguridad de todos ustedes es mi… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Por eso debo ir yo, alguien debe proteger al resto... [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Zisu titubeo, la gente empezaba a congregarse. Soldados y civiles; Akari intentaba calmar al profesor que rogaba piedad a los dioses. Alex seguía expectante el suceso, oculto tras una roca a la medida… [/font]
[font=Arial,sans-serif] [/font]
[font=Arial,sans-serif]—¿Touma? Donde esta ese…. —Intento hallarlo, pero nada. Para peor, Muramasa ya habia marchado…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]La niebla se hacía más espesa… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡todos, aseguren y protejan el perímetro! ¡ustedes diez vallan y repelan al enemigo! [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Alzo su mano y grito lo más alto que pudo manteniendo total seguridad.  [/font]
[font=Arial,sans-serif]Los soldados aceptaron la orden…  [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Algunos intentaron unirse al herrero, pero su camino fue entorpecido por trampas… [/font]
[font=Arial,sans-serif]Mientras, Touma al fin consiguió llegar a la cima. ¡LOS MALDIGO DESGRACIADOS, ME DEJARON ATRÁS! ¡¡¡A MI!!!! [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]La tormenta se volvía peor. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Ocultos, asechaban un par de ojos maliciosos; almas danzantes ¿Qué destino les espera? ¿la muerte? ¿o un infierno en vida? Maduren y crezcan, llegado el momento ser parte del festín de los dioses. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]….[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]……[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡Espabila mocoso, ve! —Bramo Kenji a Kouchi, tras este quedar echo piedras al ver acercarse lentamente al herrero…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kouchi negó y asintió. Se lo había advertido antes, si dudaba solo conseguiría que las probabilidades de éxito fuesen nulas… ¡No podía permitírselo! [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]En un grito soltó todas sus agallas y corrió, corrió… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Muramasa le vio acercarse; preparo su puño, espero el momento y lo lanzo…[/font]
[font=Arial,sans-serif]Un golpe certero, encajado en la mejilla...[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Y uno contrario en toda la frente.[/font]
 ​
[font=Arial,sans-serif]Golpes cruzados de Kenji y Muramasa impactaron en el uno al otro, dándole a Kouchi la oportunidad de seguir su camino…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Espadachines se separan de un salto atrás, casi pierden el balance. A la par, hunden el pie de apoyo y se abalanzan nuevamente; ambas katanas son desenfundadas con rapidez…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Choque de metal y chispas.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Muramasa siente el peso del arma rival, más pesada de lo normal. Lejos de sorpresa o intimidarse, aplica más fuerza…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El forcejeo se rompe…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Pero ambos filos chocan nuevamente…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Otra vez…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Y otra más…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Un último encuentro repele a ambos, obligados a dar un buen pisotón para frenar la veloz inercia…[/font]
[font=Arial,sans-serif]…vuelven a impulsarse al frente.[/font]
[font=Arial,sans-serif]Muramasa pasa a sostener su Katana, dejando la otra libre y preparada. Le daría una sorpresa a ese despiadado.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Espadas impactan. Muramasa resiste a una mano el embate, lo suficiente para desplegar un puñetazo limpio en dirección al abdomen… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]…Impacto limpio, la extremidad se entumece ante la dureza del impacto.[/font]
 
 
 
[font=Arial,sans-serif]El ronin habia sorprendido al herrero levantando la rodilla y bloquear el puño. Aprovecho el momento y dio pequeño brinco, cambio el pie de apoyo y dio una buena patada en el estómago del ex actor. El, fue lanzado unos metros atrás y aun así consiguió mantenerse en pie.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Recobrando la postura, Muramasa comprobó el estado de su mano izquierda; destellos de dolor y un hormigueo incesante se propagaban hasta la muñeca… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Conocía su cuerpo, sabía que no estaba rota… o eso creía.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]En su sitio, Kenji daba varios pisotones con tal de obligar espabilar su pierna. Buffo— Que desperdicio…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Vio a su contrincante inmóvil y corrió con Katana en mano. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Muramasa iba lanzarse, pero decidió esperar y esperar…   hasta el momento justo en que su oponente no pudiese alterar la posición de ataque; piso fuerte y se impulsó.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]…Kenji se echó atrás, barriendo el suelo y llevándose consigo el pie de apoyo del herrero.[/font]
 ​
[font=Arial,sans-serif]El ex actor cayó estrepitosamente de frente contra el piso; giro por instinto, esquivo un puñetazo y no dudo en estrella el propio contra el rostro enemigo.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Acto seguido, el ronin se reincorporo e intento darle un pisotón al herrero. Este esquivo, giro, giro y giro…  Se levantó y derribo al ronin de una pada a las piernas. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kenji apretó los dientes, aguanto el dolor, puso palma abierta contra el piso y azoto una patada giratoria contra la cabeza de Muramasa. No se amedrento, agarro el pie del ronin, con fuerza logro elevarlo y azotarlo contra la nieve…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El terreno se volvía mas inhóspito, la niebla aumentaba y la tormenta a también. Junto al clima, la batalla también hizo una transición; Cada vez que la Katanas fallaban, el ataque corporal tomaba protagonismo y así sucesivamente… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]En un respiro, Muramasa puso su mirada en los cielos. Esta niebla, no es normal…[/font]
[font=Arial,sans-serif]No tuvo tiempo para seguir especulando, fue obligado a repeler otro envite de Kenji. Aun así, tenía una idea que hacer y sin demora libero a Oroku…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Toma altura y encárgate…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]No necesitaba más instrucciones, Oroku asintió y tomo vuelo, moviéndose rápido para tomar altura… A pesar de las dificultades de sus capacidades, pudo atravesar el grueso manto oscuro mas no el copioso nevazón. Ahí la vio… Una rana sonriente y un Golbat que no paraba de entre sus fauses la densa bruma que cubría todo el terreno… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Sin perder el tiempo, dio una estocada a máxima velocidad. Percatado de la presencia del intruso, Croagunk aventó bombas fangos contra el intruso….[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Oroku sin más esquivo cada una de ellas… La rana sudaba y trago.[/font]


 
[font=Arial,sans-serif]Abajo, combatientes se movían de un lado a otro, esquivando una repentina lluvia de bombas fango. Seguidas de un Crogunk que se daba de bruces contra el suelo mientras un Scyther decencia con elegancia… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]La rana saco su cabeza del agujero y se limpió; sorpresa fue el haber conseguido captar las miradas de ambos (confusos) espadachines. ¡Publico, la gran oportunidad![/font]
[font=Arial,sans-serif]Se puso en posición de combate y sus dedos invitaron a Oroku atacar.[/font]
[font=Arial,sans-serif]Oroku gruño ante tal alarde, cruzo sus guadañas y se lanzó…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]…La rana rio e hizo lo propio con un puñetazo capaz de destruir la roca más dura de Hisui.[/font]
 ​
[font=Arial,sans-serif]Poco y nada sirvió… la insolente rana termino noqueada en el piso y observado por una confusa mantis. ¿eso fue todo?[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Confusión que también compartía el herrero mas al ver a cierto ronin reír y señalar a ¿su compañero? [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡Estúpida! ¡te lo mereces! [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Para colmo de lo extraño, un fugas Golbat paso y se llevó la bestia caída…[/font]
[font=Arial,sans-serif]Definitivamente Oroku no los dejaría escapar…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Déjalos—Menciono Muramasa, aprovechando la situación para recuperar el aliento—Parece que hemos puesto fin a sus trucos rastreos.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kenji se hinco de hombros como si no quiere la cosa —¡Hey! No fue idea mía—[/font]
[font=Arial,sans-serif]El herrero arqueo la ceja. No vio preocupación en el ronin, al contrario, pareciese ¿satisfecho?[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Desvió la mirada a su propia Katana, obra forjada por sus propias manos y perfeccionada con los años: rasmillones y fisuras.[/font]
[font=Arial,sans-serif]Soltó chasquido. Esa arma, seguro fue elaborada con algún tipo de acero grueso…  [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]No era aquello lo que realmente le mosqueaba…  Su arma presentaba daños, sí, pero no encontró corte alguno en su cuerpo. Limpio la sangre de su boca, pues las patadas y golpes habían resultado más dañinos que cualquier ataque con la Katana… ¿acaso? [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]La línea de pensamiento del herrero fue cortada, pues debió esquivar un nuevo ataque del rival…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Te contienes…—Espeto para confusión del ronin. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡ja! agradece al mocoso—bramo dando un corte en horizontal que Muramasa logro saltar sin problemas—Pero estoy decepcionado…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El ronin se giró logrando bloquear con su filo el mandoble.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]» Encontrar alguien fuerte y que resulte ser solo es un perro de Kamado ¡decepción! [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—No soy el perro de nadie… —Conservo la calma, pero eso no impidió que la ira se trasmitiera atreves del filo y hacer retroceder al ronin— Pero alguien debe proteger a aquellos que se han visto arrastrados a la locura de ese hombre…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Ese espíritu, lamento no poder responderlo como se debe—Dijo un risueño Kenji. En su interior odiaba la promesa hecha a Kouchi. "No matar a nadie" "No lastimar los reclutas civiles" ¿Por qué habia aceptado tal convenio? Gruño, él no era así, definitivamente algo nadaba mal en el…  antes jamás le habría importado. Rio amargamente, ¿darle la oportunidad que el no tubo? que estupidez. Frente tenía un rival que podía sacarle algo bueno y en su lugar solo se dedicaban a jugar. ¡Atácalo y acaba con el de una vez! [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Parpadeo un par de veces, el herrero no tenía idea que acababa de su suceder ante él. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Pues Kenji, sin más se golpeó la cabeza repetidas veces ¿Qué pasaba con ese hombre? rio, no importaba. Era obvio que no se sentía cómodo sin darlo todo, como aquella vez en el bosque. Sus movimientos habían sido lentos, diferentes, tosco…  y aun asi logro sorprenderle a él. ¿tan diferente era luchar contra humanos? [/font]
[font=Arial,sans-serif] [/font]
[font=Arial,sans-serif]¡no era momento para cuestionarse! Envaino la espada, se puso en posición de guardia y espero...[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El herrero concluyo que debía aprovechar la "ingenuidad del ronin". Si creía que podía ganarle de tal forma, pagaría caro su erro. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kenji desplego su ataque y Murasame el suyo….[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]"OOOOOORRREEEEEEEAAAAAAAAAAA!!!!!"[/font]
[font=Arial,sans-serif]Como un rayo. una silueta endemoniada cayo y azoto la tierra: el terreno se estremeció, grietas fueron creadas y una gran polvorera se levantó... [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Ronin y herrero se vieron en la necesidad de frenar sus ataques y cubrirse. Ya para cuando el polvo comenzó a dispersarse, consiguieron divisar la silueta de alguien más….  [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Pelo verde… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Un mechón pintado de rojo…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Cargo sobre el hombro su pesada "espada" dentada… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Y su expresión irradiaba la confianza más pura de todo Hisui…. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡AQUÍ LLEGO PAPA NENASAS! —Touma dejo escapar un fuerte grito por todo lo alto…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kenji parpadeo un par de veces…  ¿y este quien es?[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Muramasa simplemente estampo la palma contra su frente…[/font]
 
 

 
[font=Arial,sans-serif]—¡Granjero! ¡Mueve tu trasero y ayúdanos![/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Darai llegó justo cuando unos guardias lo pasaban de largo y se ponían justo detrás de él, en sus brazos traían a una semi inconsciente Shinobu, quién apenas podía mantener los párpados abiertos y se veía totalmente desorientada. Sintió un mal presentimiento recorrerle la espalda y recordó la advertencia de Kiyomi. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Dos flechas rozaron su mejilla, las cuales apenas pudieron ser interceptadas por uno de los guardias detrás suyo. Su compañero, mucho más atolondrado, apenas y podía cargar a la chica entre sus brazos, balancéandola como si fuera una bolsa de patatas; el chico tenía una perpetua cara de terror, pero eso no evitó que con toda la desfachatez del mundo le gritara a Darai para que él salvara su pellejo. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡¿Qué demonios estás esperando?![/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Escuchó el silbido de otras flechas acercándose, pero antes de que los proyectiles pudieran impactar, rompió las flechas con ayuda de su tridente. Otra flecha, ahora dirigida directamente hacia él, amenazó con clavarse muy cerca de su hombro derecho, aunque Darai pudo partirla en dos con su tridente antes de que fuera demasiado tarde. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]«Debe estar cerca, la niebla es demasiado densa como para que pueda apuntar desde la distancia.» [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Una puntería de tal calibre requería un buen pulso y unos ojos entrenados, pero ni siquiera el mejor arquero podría ver entre aquella bruma y tirar flechas con una precisión casi infalible. Ningún humano poseía tales capacidades. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Su teoría comprobó ser cierta cuando divisó a una figura borrosa moverse entre la niebla, justo al tiempo que otra flecha se dirigía hacia él. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Darai no perdió tiempo está vez, rodó sobre la ladera rocosa, dejando que la flecha pasase de largo, enterrándose justo a los pies de los guardias, quiénes estaban a punto de reclamarle su movimiento tan arriesgado. Sin embargo, antes de que ninguno de los dos pudiera decir nada, otras cinco flechas salieron disparadas hacia ellos. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El granjero liberó al único pokémon que podía hacerle frente a tal horda de proyectiles. Rhydon apareció justo a tiempo para romper los proyectiles con su cuerpo, no dudando en avanzar en cuanto vio la misma figura borrosa que los atacaba a una distancia prudente. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Los proyectiles cesaron, pero eso no calmó a Darai en lo más mínimo. Escuchó unos pasos frenéticos sobre la roca, los cuales cesaron a los pocos segundos. Esperó. De repente un Scyther salió entre la bruma, con el característico filo de sus cuchillas cortando el aire para luego chocar contra la dura piel de Rhydon, quién había reaccionado a tiempo para impedir que la mantis rebanara a los guardias que se habían quedado congelados ante su aparición. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡Doble filo! [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Aprovechando la cercanía con el bicho, Rhydon envolvió su cuerpo de energía y cargó contra él, el Scyther se replegó, pero entre la corta distancia y el ataque sorpresa apenas y pudo minimizar el daño. Sin embargo, eso no evitó que Scyther se apalancara sobre el terreno y con sus cuchillas brillando de un vibrante color verde para luego chocar contra su oponente y tratar de tirarlo sobre la roca. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Darai escuchó otros pasos y de la niebla salió una figura humana con capucha, con una katana enfundada que no dudó en blandir contra el tridente del granjero. El ex entrenador notó como el chico tenía amarrado su arco a la espalda y el carcaj en la cintura, lo que le impedía moverse con fluidez con la espada. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡Maldito bastardo! —Escuchó detrás. Al darse vuelta, Darai se encontró que uno de los guardias había tomado valor y se abalanzó sin pensar sobre ellos. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Un paso hacia atrás y un empuje con su brazo extendido; Darai logró que el chico saliera del alcance del guardia, dejando que su lanza se enterrara en el suelo. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Dio un vistazo rápido hacia su Rhydon y se mordió el labio. No podía ordenarle a su pokémon ataques de más alto impacto por temor a causar una avalancha; el terreno era demasiado inestable y cualquier golpe errado podría causar un desastre de proporciones mayores. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Scyther, al contrario que su oponente, era mucho más ligero y sin mucho poder bruto. Por lo que el bicho aprovechó esa ventaja para escabullirse y volver a usar sus cuchillas sobre uno de los brazos de Rhydon, esquivando justo a tiempo un coletazo que hizo temblar el terreno en consecuencia. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Ey, granjero ¡controla a tu… — El reclamo del guardia fue silenciado por un certero golpe de la funda del supuesto arquero, aunque eso no bastó para tirar al guardia. El soldado se recuperó casi en el acto, usando su lanza para en un rápido movimiento rasgar la capucha de su atacante y herirlo con dos rápidas estocadas. [/font]
[font=Arial,sans-serif]—¡¿Kouichi?![/font]
[font=Arial,sans-serif] [/font]
[font=Arial,sans-serif]Ver la mata de pelo rubio y unos desesperados ojos verdes fue toda la información que necesitó para confirmar su identidad. Antes de que el guardia pudiera herirlo en su otro brazo, Kouichi volvió a alzar la katana enfundada para detener el golpe y usó uno de sus pies para patear a aquel soldado y hacerlo caer. [/font]
 
 

 
[font=Arial,sans-serif]En sus viajes, enfrento a incontables guerreros…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Diferentes estilos de lucha… armas estrafalarias… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Creía haberlo visto todo…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kenji esquivo por los pelos otro envite de aquella estrafalaria katana. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Hasta hoy...[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Un arma que escapaba a su comprensión e incluso le asombraba escucharla rugir como la más fiera de las bestias. Lo peor, el filo...  guadañas que sobresalían y giraban por obra de magia… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Un arma equiparable al poder de una bestia…  ¿un truco o realmente era posible construir algo tan irreal?  [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Buffo al ver su propio filo; rasgaduras, grietas y una hendidura. ¡Un chiste comparado a esa maravilla que enfrentaba! [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Lo reconocía, estaba maravillado, un arma increíble ¿de que estará echa? De pronto rio. Una loca idea paso por su mente, pensamiento que descarto rápidamente, pero continúo hormigueando alrededor de su cabeza.  [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El peliverde apunto al ronin con su arma de empuñadura rojiza y…  ¿era alucinación o esa cosa estaba tenía una afilada sonrisa? [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡¿Qué TAL?! ¿TIENES MIEDO? ¡¿TE MEASTE ANTE EL PODER DE MI PRESIADA MOTOCIERRA?!  [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Muramasa habia emprendido un nuevo ataque contra Kenji junto a Oroku. Los tres se enfrascaron en un nuevo asalto…  [/font]
[font=Arial,sans-serif]Ignorando completamente al demonio rojo.[/font]
 ​
[font=Arial,sans-serif]—¡¡¡NO ME IGNOREN PEDASOS DE BASURA!!!—El alborotador por excelencia ataco una vez más como mejor sabía. Meciendo su fiel arma de un lado a otro…  [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Tras un paso, sintió sus pies al aire y sus brazos jalados hacia adelante a gran velocidad. Un choque directo contra los filos de ambos guerreros y obligo a retroceder.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡Touma estorbas! Si no puedes centrarte, retírate… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡UNA MIERDA VIEJO! ¡TU NO ME DAS ORDENES —Bramo el susodicho, para luego bajar la voz—  ingrato y yo que me preocupe por el… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Su berrinche se transformó en un chillido al casi tener a Kenji enzima. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Fue rápido, un golpe horizontal justo en la parte plana de la peculiar hoja…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Un shoke eléctrico, uno potente, uno que hizo estremecer por igual a Kenji y el ruidoso propietario de la llamada motosierra. [/font]
 ​
[font=Arial,sans-serif]—¡¿Qué carajos?! ¡Que brujería es esta!.—desesperante, no encontraba explicación para los poderes del arma. Así una idea olvidada asomo…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡maldición! ¡¿puedes tener más cuidado?!, pensé que moriría… otra vez—susurro Touma a su fiel aparato…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Por su lado, Muramasa analizaba la situación: El escenario se habia vuelto impredecible desde la ¿fortuita? Irrupción de Touma. Aparentemente el poder de la motosierra les daba cierta ventaja, ventaja contrarrestada gracias al deficiente del usuario...  Touma aun debía recorrer un largo camino.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Miro su brazo y noto un corte. Chaqueo la lengua y observo a Kenji ¿está subiendo el ritmo? — Oroku escucha, atacaremos juntos.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Su Pokémon asintió e hizo chirriar ambas cuchillas. Se encontraba listo para luchar con su maestro… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kenji dio una patada e hizo caer a Touma… pero el chico ¿voló? Empuñando su bestial espada por los aires y cayendo casi sobre el ronin.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El hombre rio, la batalla se estaba volviendo demasiado ¡Debía dar una respuesta acorde! [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Miro de reojo, un lado, al otro y frente…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Rodeado completamente, a la izquierda Muramasa, a la derecha el scyther y al frente el aparato infernal… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—oe, se están dando muchas molestias ¿no creen? [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Se giró a un lado y dio un mandoble. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Oroku se valió de su guadaña izquierda para desviar el ataque… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Dolor, pedazos al suelo, las cuchillas se habia roto por el impacto más su extremidad seguía ahí…  Alzo sus alas para no caer y en su lugar dar una guillotina; por poco y el ronin pierde la cabeza, consiguió bloquear en el último instante. Oroku no dio respiro, ataco extensamente con una sola extremidad obligando a Kenji dar pasos hacia atrás, justo en dirección al acantilado. Al verse acorralado, inserto un buen rodillazo en el torso la criatura…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Touma se dispuso atacar, pero fue empujado por el herrero que ataco con rabia al otro espadachín. Esquivo al herrero, pero no a la mantis… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Pero piso fuerte para dar un giro y poder quedar detrás del Scyther…  Tomo la vaina y dio un golpe certero contra la nuca de la criatura. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]¡Oroku!—Grito Muramasa a la vez que tomaba la ball y lo regresaba. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kenji en su lugar buffo, estaba harto de interferencias, habia elegido a su oponente… y apunto el filo de su Katana contra Touma…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—oh, tienes huevos ¿eh? ¡PUES HAY QUE TENERLOS PARA ENFRENTAR AL HEREDERO ELEGIDO DEL DEMONIO ROJO DE HIWADA![/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Hiwada…—Un nombre familiar, no le dio importancia, solo rio—Ah, tu no… la bestia que sostienes.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¿Qué? — No entendía a que se refería hasta mirar su motosierra … ¿espera, acaso él sabe que…? [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¿Es una bestia no?  Esos ojos, esas descargas, ¡él manda! —menciono rascándose la barbilla y ansioso—ese deseo de lucha…  me agrada…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Touma no entendió ninguna palabra, salvo una cosa… ¿Ese mugroso acababa de quitarle cualquier merito?  Estaba a punto de decirle un par de cosas hasta que lo vio volar producto de una patada de Muramasa.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Tu oponente soy yo…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kenji con dificultad y torpeza se puso de pie— vah, olvide que eran tres… da igual… [/font]
[font=Arial,sans-serif]La adrenalina corría por el cuerpo del ronin tambaleante. Lucido, odiaba estar lucido… ¿Por qué estaba lucido? Estas perdiendo el tiempo… si sigues jugando… morirás… [/font]
[font=Arial,sans-serif]Volvió a golpear su propia cabeza…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Un mal presentimiento paso por la cabeza de Murasame. Debían detener esta locura. Sin pensarlo deslizo la mano hasta una de sus Poke balls.  Seria fácil con su ayuda… [/font]
[font=Arial,sans-serif]Quito rápido la mano por reflejo, un ardor en sus yemas… ¿algo lo acababa de quemar?[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Ni salió del asombro al sentir algo impactar por un costado… Humo, con temor levanto un poco las prendas. ¡¿Qué demonios?![/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Incrédulo, no daba crédito a lo que veía. El seguro de todas sus Poke balls se hallaba derretido e imposibilitaba la liberación inmediata… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Grito fuerte, era Touma. Mura se giró solo para descubrir un nuevo invitado…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Un collar de fuego fatuo morado…  la forma de una comadreja desmedida. ¡¿El Typlosion de la otra vez?[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¿Qué TANTO MIRAS? ¡SHUUU SHUUU VETE! SI ESTAS BUSCANDO DROGAS, BUSCA AL MENDIGO GRANJERO!—[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Tan preocupado gritar que no pudo reaccionar al momento en que varias bolas de fuego pequeñas eran escupías por la criatura e impactaban en Touma. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Dio un salto e intento apagar el fuego y encontró los seguros fundidos… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡¿QUE CLASE BROMA DE MIERDA ES ESTA?![/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Las miradas de Kenji y Matamune se encontraron. Cada cual más seria que el otro. [/font]
[font=Arial,sans-serif]Matamune…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kenji por un instante cerro los ojos y asintió—Entiendo, no le are daño…  intentare… [/font]
[font=Arial,sans-serif]Matamune noto raro a su amigo, no está bien, pero tenía su propia misión.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]pudo notar raro a su amigo, no está bien, pero tenía su propia misión; puso ambas patas delanteras en suelo y se echó acorrer. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]A su vez, Touma desesperado hacia esfuerzos por abrir una ball. Nada, el metal estaba fundido…  intento otra vez angustiado, preocupado por sus compañeros atrapados. Agarro firme su arma y la levanto por todo lo alto. ¡¡¡HARÍA PAGAR A ESA COMADREJA PEDORRRA!!!  [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Corrió, mas jamás podría alcanzar al Pokémon. Pero su deseo no pertenecía solo a él, de pronto, sintió ir más rápido, más rápido, sus pies casi ni tocaban el suelo. Era jalado.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]La motosierra rugía lista para despedazar a la criatura tipo fuego…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]¡Matamune![/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Grito desesperado, un empujon, sangre…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Las hazas dentadas desgarraron la carne y la sangre salía a borbotones. Un corte en la espalda, un rose fue más que suficiente… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Al voltear, Matamune solo vio a su compañero rodar por el piso y casi caer del risco… [/font]
[font=Arial,sans-serif]Kenji levanto el rostro, sudaba, intetaba contener el dolor. Miro a un preocupado Matamune ¡sigue![/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Matamune no se detuvo, agacho la cabeza y continuo su carrera hasta perderse en la ventisca.[/font]
 

 
[font=Arial,sans-serif]—¡Ey, ayúdame! —Demandó el guardia, lleno de sangre y moretones gracias a que en un descuido Kou había podido ensartarle dos flechas en sus pies para dejarlo inmovilizado. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Scyther también había dejado de luchar contra su Rhydon, concentrándose más que nada en tratar de zafarse de su radio de acción para tratar de ir hacia el otro soldado que sostenía a una inconsciente Shinobu. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]No había que ser un genio para que las piezas de pronto hicieran sentido en su cabeza. No era un ataque, era un intento de rescate y Kouichi al parecer había tomado medidas extremas para lograr su cometido. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Pero estaba claro por la desesperación de sus ojos que no era el momento ni el lugar para razonar con él, pues su único objetivo era rescatar a la muchacha que se encontraba todavía guardada por otro de los hombres de Kamado. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Ese mal presentimiento volvió, y sus pensamientos revolotearon hacia momentos antes de la emboscada, con miles de preguntas que asaltaron su cabeza. ¿Qué hacían esos guardias con la chica inconsciente? ¿Por qué estaba inconsciente en primer lugar? La última vez que la vio, se encontraba activa, llena de energía y con sus usuales berrinches. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]¿Había pasado algo en el intermedio en que dejó de verla para atender otros asuntos más importantes? Hasta la hora de la comida, Shinobu se encontraba perfectamente bien y ahora parecía más que nada una muñeca de trapo con la cuál podían jugar a su antojo. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Bloqueó con su tridente un golpe súbito de parte de Kouichi, quién para entonces ya había desenfundado su arma. El filo de la katana se veía oxidado y viejo, y tras aquel golpe furtivo vio como pequeños trozos caían resquebrajados de la hoja, formando pequeños montículos de virutas de metal. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kouichi dio un tajo ascendente, el cual logró bloquear justo a tiempo antes de que la hoja rajara su abdomen; su cuerpo se movía por inercia y adrenalina mientras sus pensamientos trataban de encajar la última pieza que faltaba en ese rompecabezas casi completo. Las virutas amenazaron con incrustarse en sus ojos, pero fue lo suficientemente rápido para poner distancia entre él y otro muchacho. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]En esa época aún no había drogas como tal… pero las plantas…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]¡Las plantas![/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Darai esquivó otro tajo y ahora todo cobró sentido en su cabeza. Siendo un experto en plantas, no tardó mucho en encontrar al menos cinco especies de ellas que podían causar un efecto similar a la somnolencia junto a una pérdida total de consciencia y languidez múscular. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Esas plantas, mezcladas con los ingredientes correctos y machacadas hasta dejar solo un leve polvo eran usualmente usadas en expediciones contra alfas, pues su efecto de calmante retardado era especialmente útil cuando era imposible capturarlos por los medios tradicionales. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Y usadas en humanos…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Darai se llenó de asco al entrever las intenciones de esos malnacidos. Al ser soldados leales al general seguramente habían dicho alguna mentira para obtener aquellas mezclas de la bodega de la división de agricultura, sin que su maestro Colza pudiera negarse a sus peticiones. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kouichi entonces trató de pasar por encima de él. Agarrando firmemente su katana con ambas manos, dio un golpe en media luna que amenazó con cortar el brazo izquierdo del granjero. Darai antepuso los pinchos de su tridente y logró capturar la hoja. No pasó ni un segundo cuando le dio un giro a su tridente, rompiendo el destartalado metal de la katana y dejando al chico sin un arma ofensiva de corto alcance. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]A su vez, Darai aprovechó la corta distancia para darle un codazo y hacerlo caer, tiempo justo que le dio para tomar una corta distancia. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Debía aparentar, al menos durante esos momentos, que aún estaba de lado de esos dos malnacidos. Sin embargo, no tenía intención alguna de seguir ayudándolos; dio un vistazo rápido a Kou y afirmó su posición defensiva cuando los ojos del chico se cruzaron fugazmente con los suyos. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Lo siento, pero es lo correcto. —Le susurró a nadie en particular, dejando que sus palabras fueran ahogadas por el viento. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kouichi entonces se abalanzó sobre él, pero Darai fue más rápido y le propinó un fuerte golpe en el estómago. El soldado caído celebró aquel golpe, pero volvió a gritarle al granjero en cuanto vio como no acababa con la vida de su enemigo; al contrario, una vez que dejó a Kouichi inmovilizado, corrió hacia el otro lado, lejos de ambos. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El guardia restante apenas pudo reaccionar cuando Darai usó su tridente para golpearlo, haciéndolo caer al suelo y debilitando su agarre sobre la mujer que traía en brazos. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Rhydon, ¡déjalo pasar! [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Al escuchar la voz de su entrenador, el pokémon de roca dejó de hostigar a Scyther, quién ni corto ni perezoso se abalanzó sobre ellos. Cómo esperó, Tokugawa lo pasó de largo y se enfocó solo en el hombre que aún tenía a Shinobu; con un rápido movimiento, usó sus cuchillas para desgarrar el hombro del soldado, quién soltó a la chica bajo un grito de dolor. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Scyther entonces se apalancó sobre el terreno para impulsarse y ganar más velocidad, atrapándola  antes de que tocara el suelo y Kouichi se irguió justo a tiempo para correr hacia dónde se encontraba su pokémon y su amiga. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡Traidor! ¡Bastardo traidor! —Gritó el soldado con los pies sangrantes. Al parecer se había liberado de su trampa, caminando con su lanza el alto para atacar a Darai por haber ayudado a su enemigo. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Un temblor, luego otro grito de dolor. Los ojos de ambos hombres se desviaron hacia donde se encontraba el guardia con el hombro sangrante, quién al parecer había pisado un cordel que había sido amarrado discretamente entre dos rocas, provocando la activación de una trampa llena de rocas, las cuales presaron la mano y pie del convaleciente hombre. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]No hubo tiempo para preocuparse por él, pues un rugido se escuchó en la lejanía junto a más gritos desesperados. La niebla había comenzado a amainar y lo que vieron los ojos del ex entrenador fue como unos monstruos de ojos rojos bajaban por la ladera montañosa, acercándose peligrosamente hacia su campamento. [/font]
 

 
[font=Arial,sans-serif]Ves, nadie, pero nadie puede contra el demonio rojo [/font]
[font=Arial,sans-serif]—¡VES, NADIE, PEEEERO NAAADIE PUEDE CONTRA EL DEMONIO ROJO — Touma grito alzando su motosierra. No entendía que acababa de pasar, pero habia derrotado al invasor.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]A unos metros, intentaba ponerse de pie. El cuerpo le pesaba, su combate contra Murasame habia sido demasiado exigente de por sí y luego esa endemoniada arma ¡Si solo no hubiese…![/font]
 
[font=Arial,sans-serif]…Si solo no hubiese sido un iluso.[/font]
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[font=Arial,sans-serif]…¿Ganar así? Imposible[/font]
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[font=Arial,sans-serif]…solo existía una forma.[/font]
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[font=Arial,sans-serif]Kenji dio un fuerte golpe en el suelo, apretó los dientes al punto de cortarse el labio. Arrastro la mano entre la nieve, aun sintiendo un infierno en el hombro. Termino por encontrar la empuñadura de su Katana y se aferró con todas sus fuerzas.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Sera mejor que lo atemos…—menciono Muramasa exhausto aun con espada en mano.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¿¡atarlo?! ¿ESTAS LOCO? Después de lo que les hizo a…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Ellos están bien, me será fácil liberarlos [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡AUN ASI! ¡¿DEJARLO VIVO?!— Touma protesto sin pensar.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡El chico tiene razón! [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Ambos voltearon, pisadas, tres soldados elite… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Bien echo muchachos, pueden descansar, nosotros nos encargaremos—Menciono uno de los soldados, uno corpulento.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]los tres pasaron por el lado de Touma, chocando el hombro del chico y apartándolo. Él estuvo apunto de protestar…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]…hasta ver esa silueta ponerse de pie. [/font]
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[font=Arial,sans-serif]Se tocó el hombro y luego observo su mano de frente.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]¿sangre? Su sangre… [/font]
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[font=Arial,sans-serif]Le hizo gracia… [/font]
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[font=Arial,sans-serif]Después de todo era su culpa…[/font]
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[font=Arial,sans-serif]¿Qué manera de luchar es esta? ¡¿EN SERIO?! ¡UNA MIERDA! [/font]
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[font=Arial,sans-serif]En un lento marchar, regodeándose por el suculento premio que recibirían de mano del general Kamado por solo llevar la cabeza de ese tipo. Oh, pero antes, lo harían sufrir. Pagaría caro la humillación infringida a sus compañeros…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Atrás, el herrero levanto la katana. Habia tomado una decisión hace mucho, nadie moriría en su presencia…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Sea quien sea…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Touma por su parte tenía una sensación extraña además del frio… La condenada tormenta iba a peor...[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El herrero avanzo con cierta dificultad, el aire se le hacía pesado. Le inquietaba ver al ronin tan quieto… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Murasame sentía el aire sofocante, más le extraño que el ronin no se moviese…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]…entonces, movió la cabeza y unos ojos ensombrecidos.[/font]
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[font=Arial,sans-serif]—¡ALEJENSE!—reacciono el herrero.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El de mayor rango rio bajo y mientras jugaba con su arma. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Sus compañeros dieron un paso más posicionaron sus lanzas hacia al frente e inclinaron atrás. Listos para empalar a ese hombre. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Lo vieron con lastima y pena por última vez…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]…junto a los ojos de la bestia.[/font]
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[font=Arial,sans-serif]Un corte rápido… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Un filo inservible pero duro… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Un cuerpo cortado por la mitad, el otro solo hasta parte abdomen termino azotado contra el piso helado.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El "jefe" dio un paso atrás… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Murasame enfundo su espada en posición de guardia y Touma se tragaba su propio vomito. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kenji, pisoteo la cabeza del segundo hombre con tal de hacer palanca y zafar su Katana del cuerpo… Un impulso fue suficiente, mismo que uso para lanzarse contra el tercer soldado. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El corpulento intento bloquear, un corte fue suficiente para partir su lanza en dos y propinarle un vertical tajo en el pecho.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]La nieve se tiño de rojo y el pesado cuerpo cayo…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El leñador se aferró a su motosierra al sentir la mirada del ¿humano? No… más les recordaron a esos inmundos canes. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kenji daba paso tras otro mientras arrastraba el filo de su espada y Touma respondía con dos hacia atrás…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]En un instante, el ronin echo carrera y alzo su katana…[/font]
 ​
[font=Arial,sans-serif]…Muramasa se interpuso, desenvainado, sin perder tiempo.[/font]
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[font=Arial,sans-serif]Los filos chocaron…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Choque de fuerzas igualadas…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]…Kenji dejó caer la espada.[/font]
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[font=Arial,sans-serif]Muramasa sorprendido por la nula resistencia, se vio desplazado adelante por la inercia. Antes de reaccionar, sintió su cerebro remecerse a todos lados y su cuerpo desvanecer…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kenji habia estrellado ambos puños a cada lado de la cabeza del enemigo… Cogió su katana y no dudo en abalanzarse sobre el joven tala árboles. Intento bloquear, pero encontró al ronin pasar de él y barrerse en el suelo… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Tarde fue verlo coger restos de fango y lanzarlos como bombas contra el. Los bloqueos con la motosierra, fue fácil. Estaba enfado, iba decirle un par de cosas… Lo tenía casi enzima una vez más.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]La motosierra rugió… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Pero sus afilados dientes no encontraron un filo que merendar. Se tambalea, la habían impactado en la parte plana. Furioso, Rotom desplego una nueva descarga. Nada, el lodo no dejaba la electricidad fluir. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El tiempo siguió al igual que la contundencia del golpe que terminaba su recorrido. Touma se vio obligado a soltar su fiel arma que termino incrustada en el suelo.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]La bestia intento zafarse, pero nada, tenía las azas trabadas en la roca… ¡necesitaba ayuda![/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Mientras…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Uno, dos tres golpes fueron suficiente… Touma cayó a piso aferrándose a su adolorido estómago. Las entrañas se le revolvían ¡peor! Aun sentía al condenado veneno hacer estragos en su cuerpo… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Maldijo su suerte y aún más al sentir su pecho pisoteado.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Hiwada…  , johto… si lo recuerdo, igual a ti, el demonio rojo de Hiwada—murmuro el ronin, antes de estrellar otro golpe y ensañarse con el chico confuso chico del futuro— sí, un charlatán, una farsa, engañaba a la gente pero al final del día…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Fuerte pisoteo la cabeza de Touma.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]»Murio aplastado como insecto.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]¿Qué? Sus pupilar se contraían, no daba crédito a dichas palabras, eran patrañas seguramente… otro Hiwada, después de todo el gran Hiwada habia vivido hace mas de… ¡mierda![/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Da igual, te daré crédito... —El ronin levanto su katana listo para terminar con el desafortunado chico—  ¡Pelear junto a una bestia, tiene mérito! [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Sin más dio el golpe y el mundo de Touma se fue a negro…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Un destello…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Muramasa interpuso su arma a tiempo y freno el ataque… el impacto hizo retroceder a kenji unos pasos.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El herrero apenas sonrió triunfante, habia logrado su objetivo… pero aun terrible costo.[/font]
[font=Arial,sans-serif]Incrédulo, vio la obra que por la que tanto orgullo sentía, desquebrajarse y partirse… La punta de la hoja termino incrustada en el suelo. Bajo la cabeza, un instante y la levanto. No era el momento de lamentarse. Se puso en guardia para enfrentar a su contrincante.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]No necesitaba la espada, los puños bastarían como fue desde el comienzo… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡Suficiente! [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Entre la ventisca una nueva silueta se acercaba. Lentamente la figura de Zisu emergió.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Muramasa, toma Touma y retírense…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Ya dije que…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡Es una orden! —la voz de Zisu jamas se habia escuchado con tanta autoridadad e ira. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—No lo creo...—Menciono kenji. ya no estaba para juegos, solo quería terminar todo de una vez.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Entonces seré tu oponente, uno a uno…—Dijo decidida al hacer tronar sus nudillos— Nadie más morirá, no bajo mi cargo…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kenji pego un buen silbido, observo fuego en esa mujer— Interesante, ¡Tienes agallas! Bien será un placer…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Un nuevo oponente era lo que necesitaba. Lamento el estado de su espada, maltrecha, agrietada, más parecía un serrucho endeble. Rio fuerte, ya le costaba mover incluso los dedos. Tomo la katana con la izquierda y recostó el filo sobre su hombro maltrecho. No importaba el dolor, las dudas y reproches ya eran casi un susurro... [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]…El instinto de lucha, la sobrevivencia, era lo único que predominaba.[/font]
 ​
[font=Arial,sans-serif]….Después de todo, no habia nada más satisfactorio que pelear al máximo.[/font]
 ​
[font=Arial,sans-serif]…Una prueba de estar vivo.[/font]
 ​
[font=Arial,sans-serif]…una prueba de sobrevivencia.[/font]
 ​
[font=Arial,sans-serif]…una forma de morir.[/font]
 ​
[font=Arial,sans-serif]Vio a su rival ya preparada, una pose marcial. ¿un solo golpe? ¿a todo nada? Perfecto…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]La ventisca no hacia mas que empeorar, respuesta al espíritu de luchadora y espadachín. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]¿era este fenómeno normal? era algo que cruzo por la mente de Murasame al arrastras a Touma. Expectante solo podía confiar en la fuerza de Zisu. Más le preocupaba lo tan cerca que se encontraran del acantilado, un solo paso en falso y no quería imaginar…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kenji y zisu se observaron por un breve instante, fue eterno...[/font]
[font=Arial,sans-serif]Apretó fuerte sus puños…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]…Endureció el agarre de la Katana.[/font]
 ​
[font=Arial,sans-serif]Hundió el pie en la nieve…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]…Adelanto la pierna de apoyo.[/font]
 ​
[font=Arial,sans-serif]Pestañaron y abrieron en par en par.[/font]
 ​
[font=Arial,sans-serif]Se lanzaron contra el otro y estrecharon las distancias…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Un corte en diagonal en dirección a la izquierda… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]…Kenji desenvaino, un corte diagonal a la izquierda.[/font]
 ​
[font=Arial,sans-serif]Ella esquivo apenas, logrando reducir la distancia y liberar su puño… [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Certero, contundente y rompedor. Un gancho clavado justo en el costado que doblo a Kenji…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Sintió crujir sus costillas ¿rotas? No importa ¡AUN VIVIA! Apretó los dientes mientras aun extendía su espada y comenzó su retorno. ¡La tenia![/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Zisu se sentía victoriosa, logro insertar su golpe. Pero, horrorizada vio el filo regresar.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Su cuello a tiro…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Estaba perdida…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]….[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]…..[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]……[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]¿Eh?[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El golpe no acertó…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]En su lugar el ronin sintió un nuevo golpe... [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Más grande…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Más ligero…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Más débil…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Suficiente para romper el balance y resbalar el pie…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]En tanto, Zisu no salía del asombro. solo vio al ronin caer a un lado, junto al cuerpo de Akari pegado a él. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Por reflejo, la mujer mayor estiro la mano con todas sus fuerzas…  Desesperada, logro coger una prenda blanca. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Al tiempo volvió a flui….[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]aferrada a la confusa bestia…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]La Jove de pelo azul cayo aferrada a una bestia confusa.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡¡¡¡¡¡AAAKAAARIIII!!!![/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Dio un grito desgarrador al momento de asomarse por la orilla y extender la mano. Un vano intento, solo pudo observar a ambos perderse entre la tormenta que azotaba el precipicio…[/font]
[font=Arial,sans-serif] [/font]
[font=Arial,sans-serif]Estrello su puño contra el suelo, impotente, desquebrajando la roca. Una vez tras otra…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Hasta que su puño fue detenido por la firme mano de Muramasa. El negro con la cabeza, ya era suficiente…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Zisu no sabía cómo mirarlo, intento contener las lágrimas. Debía ser fuerte.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Ni habían podido asimilar la perdida cuando lo escucharon romper el silencio…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Un rugido, desgarrador y fiero…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Ahora que… —Muramasa ya estaba harto del día, pero lo que vio a continuación lo dejo perplejo… lo que faltaba.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Pasos, fuertes, retumbantes, acercándose….[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Junto a dos pares de ojos rojos…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Dominados por la ira y la locura comparable a las del hombre que acababan de enfrentar. Atraídos por el ruido y el olor a sangre fresca, un Electabuzz y Gliscor alpha hacían acto de presencia.[/font]
 

 
[font=Arial,sans-serif]Después de la batalla, Kouichi comenzó a caminar sin destino aparente, con el único objetivo de bajar de los riscos sin hacerse más daño o lastimar a Shinobu. Con su único brazo sano sostenía firmemente a Shinobu mientras el otro colgaba como un mero trapo viejo a un costado. La sangre de su brazo herido dejaba un copioso camino de sangre, el cual sólo se agrandaba gracias a la herida que tenía en su frente. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Tokugawa había intentado varias veces acercarse a su entrenador para tomar a la mujer y llevarla a salvo en su espalda pero una y otra vez era rechazado por Kou, quién siempre terminaba por apartarlo antes de que se acercara más de lo debido y terminara por hacerlos tropezar. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Tetsuya sabía que las intenciones de su pokémon eran nobles, pero no podía confiarse hasta que terminaran de bajar esa intrincada montaña. La adrenalina del combate ya se le había pasado y todo el cuerpo le dolía, pero lo que lo mantenía en pie era el sentido de alerta y el miedo a encontrarse con más amenazas en su descenso. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Por eso necesitaba que su pokémon estuviera libre, pues no quería que en caso de encontrarse con algún salvaje el combate se complicara. Tampoco quería que en el fuego cruzado Shinobu fuera herida, por lo que prefirió cargar con ella a pesar de su dolor que exponerla de forma innecesaria. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]La situación se le antojó extrañamente familiar y recordó que antes de separarse se habían encontrado en una situación similar; él herido, ella mucho más consciente, pero igualmente incapaz de hacer nada y Tokugawa siendo el único que podía enfrentarse ante cualquier amenaza inminente. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Pero se negó a caer en comparaciones y pensamientos pesimistas. Al contrario que aquella vez, estaba mucho mejor preparado, aunque desgraciadamente sus heridas eran mucho más graves que los raspones de ese recuerdo distante. Sin embargo, sabía que ya no era el mismo muchacho temeroso y dubitativo, el que temía ser descubierto y que trataba de evitar los enfrentamientos innecesarios.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Kamado había amenazado lo más preciado que tenía para él, la última persona a la que podía considerar familia. De no haber intervenido… ¿Quién sabe qué le hubiera ocurrido en ese viaje? Y él no habría podido hacer nada para impedirlo…[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Abrazo más a Shinobu contra él y bajó la siguiente roca, teniendo sumo cuidado de tantear el terreno bajo sus pies para evitar pisar suelo endeble, arriesgándose a una caída. [/font]
[font=Arial,sans-serif]Mas un chispazo hizo que perdiera el equilibrio y casi se resbalara hacia el precipicio. En un movimiento rápido cayó de costado con su lado herido, ahogando un grito de dolor. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Más chispas se hicieron presentes y de pronto una descarga eléctrica quemó todo un camino de roca hasta casi dar con él. Sin embargo el rayo nunca lo tocó y al abrir los ojos se encontró con Tokugawa, con las cuchillas en forma de cruz sobre su pecho y las patas firmemente enterradas en la tierra. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]De un rápido movimiento, Scyther enterró sus cuchillas en el suelo, deshaciéndose de la carga extra. Su cuerpo se encontraba lleno de raspones por el enfrentamiento anterior y ahora su torso se encontraba levemente quemado por el Trueno tan potente que tuvo que recibir y desviar. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]A lo lejos se escuchó el rugido de una bestia y Kouichi se temió lo peor. Su mente estaba a mil por hora, preguntándose como es que ese Electabuzz había logrado bajar hasta donde ellos sin enfrentarse contra el equipo Galaxia primero. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Para cuando el enorme pokémon eléctrico hizo su acto de aparición, su pelaje se encontraba lleno de heridas superficiales, pero ninguna lo suficientemente grave como para frenar su avance. Al parecer sí había tenido un encuentro previo con el ejército de Kamado, pero su poder había sido tan incontenible que los soldados apenas y pudieron hacerle unos rasguños antes de perecer bajo sus garras o huir despavoridos ante su fracaso. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Todo pasó en cuestión de segundos. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Tokugawa se abalanzó sobre Electabuzz, pues a pesar de su cuerpo entumido, seguía siendo mucho más rápido que el alfa. Le dio un tajo por encima de la rodilla y luego le dio otro justo en medio del brazo. Electabuzz correspondió la ofensiva envolviendo su puño en escarcha y, aprovechando la corta distancia, le dio un golpe certero justo en medio del torso, justo donde la quemadura era más prominente. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Tokugawa no flaqueó y usó su cuerpo para empujarlo, lo que hizo que Electabuzz se arrodillara al sentir la herida de su pierna punzar ante el súbito movimiento; su cuerpo volvió a erizarse, seguramente preparando otro Trueno para terminar de fulminar al Scyther. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Tokugawa entonces tomó su distancia, pero sus mismas heridas los hicieron caer, mientras el pelaje del pokémon eléctrico crecía y crecía, con chispas saliendo de todo su ser. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]No obstante antes de poder liberar su poderoso ataque, varias bolas de fuego impactaron contra su espalda, interrumpiendo su carga. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Furioso, la bestia se dio vuelta para ver quién fue el cobarde que lo atacó, encontrando la mirada determinada de un Typhlosion de llamas púrpuras.[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Matamune lanzó una llamarada de su hocico, impactando contra el alfa. Electabuzz se sacudió las llamas con su brazo sano y preparó otro puño, aunque esta vez chispeante, para cuando a la comadreja se le ocurriera acercarse. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Un tajo en la espalda que lo hizo perder el equilibrio, varias esferas de fuego que explotaron bajo sus pies, haciéndolo caer de espaldas. La electricidad de su puño desapareció y con un grito histérico, liberó toda la energía que había acumulado hasta el momento. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El Trueno cayó sobre la tierra como un martillo, sacudiéndola hasta sus cimientos. Sin embargo en el cráter no se encontraban ni el Scyther, ni el Typhlosion, nisiquiera el cadáver chamuscado de aquellos humanos. Con horror, el alfa notó como su ataque más poderoso había fallado por un gran margen a sus objetivos, dejándolo vulnerable ante sus ataques. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Tokugawa trató de levantarse usando de apoyo una de sus cuchillas, pero sus fuerzas estaban agotadas. Matamune entonces se dio a la tarea de lanzar otra bola de fuego, aunque esta vez directamente hacia la cara del alfa, haciéndolo caer finalmente. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Una pokébola surcó entonces los aires y atrapó a la bestia. Matamune supuso que ese humano escurridizo la habría robado de alguno de esos soldados; hizo una mueca, mostrando su desagrado por el esférico, pero no hizo ningún ademán de romperla. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]El humano cayó inconsciente antes de ver el resultado de su captura y Typhlosion se acercó a él. Con cuidado levantó el cuerpo de Kouichi de entre las rocas, aún aferrado a la inconsciente Shinobu, y comenzó a arrastrarlo con ayuda de Tokugawa, quién se encargaba que su entrenador y su amiga no chocaran contra las piedras filosas del camino. [/font]
 

 
[font=Arial,sans-serif]Si alguien prestaba atención con cuidado, notaría una espada rota encajada en medio de las rocas, rodeada solo por la niebla y precipicios que conformaban el Monte Corona. Un ojo observador se daría cuenta, dado el uso del mango y la hoja llena de sangre reseca, de que esa espada había pertenecido a la Bestia de Mio. Y, de ser el observador un enemigo de aquel hombre, hubiera celebrado con gozo aquel último vestigio que indicaba su muerte. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Sin embargo, Zisu no podía celebrar la victoria que tuvieron sobre aquel hombre y su cómplice, ni tampoco el cómo salieron vivos de su encuentro con esos pokémon alfa. Habían perdido muchos soldados, ya fuera por culpa de aquel hombre o bien por las bestias que habitaban esas montañas. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]Era un trago demasiado amargo. Apretó con fuerza el pañuelo blanco que tenía entre las manos y decidió que antes de continuar harían varias tumbas para los caídos; aquellos que habían luchado valerosamente en esa expedición… y por aquellos que se habían sacrificado para salvar la vida de sus camaradas. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]La capitana entonces hizo una promesa. Por la memoria de los caídos, por la memoria de Akari. [/font]

 
[font=Arial,sans-serif]—¿Estarán vivos? —preguntó al ver el charco de sangre a su alrededor. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—El muchacho está respirando, pero es muy leve. La chica parece estar bien, sólo está bajo los efectos de una sustancia nociva. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Mmm… ¿cree que sería prudente que…?[/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Sí. Prepara unas camillas y llévalos a la tienda. Vamos a curarlos antes de regresar, Sousuke. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—¡Pero! ¡Arhg! La tienda ya está llena con ese ronin moribundo y esa otra chica… Considero que son más valiosos que estos dos. Ya sabe, ese ronin es la supuesta Bestia de Mio y la chica seguro tiene información sobre Kamado…[/font]
 
 
[font=Arial,sans-serif]—No te lo estoy pidiendo, Sousuke. Es una orden. Prepara las camillas y haz otra tienda si debes hacerlo. Reúne a todos si es necesario. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Vale… pero no veo cómo es que podrían servirnos. [/font]
 
[font=Arial,sans-serif]—Todos tienen un propósito Sousuke. Los aliados son importantes.[/font]

Participaciones importantes
@"Nemuresu" Mura
@"Tommy" Touma
@"SoujiFujimura" Darai

Participación menor
@"DoctorSpring" 

mención
@"Donna" 
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[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Primavera[/font]

[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Capítulo 4[/font]


[font=Verdana,Geneva,sans-serif]¿Es un imperio esa luz que se apaga, o una luciérnaga?[/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]帝国を消すその光ですか?それともホタル?[/font]


[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Los Bidoof salvajes se acercaban con curiosidad a los viajeros que guiaban sus pasos hacia la entrada de Villa Jubileo, mientras que algunos tímidos Wurmple se arrastraban buscando pastizales más crecidos para ocultarse de aquellos que pudieran herirlos.

Acompañadas por el murmullo de la naturaleza que las envolvía, tres figuras se agazapaban inmóviles entre la maleza a un lado del desfiladero observando el ir y devenir de aquellos que tomaban el camino principal hacia la gran aldea. Ataviadas con prendas andrajosas, enormes sombreros de paja para protegerse de mucho más que el Sol y con mascarillas con expresivos rostros de Pikachu, Eevee y Croagunk, las tres merodeadoras parecían llevar largas horas contemplando los alrededores desde su quietud. Los guardias apostados a ambos lados de la entrada requisaban a los viajeros exigiendo documentación, motivos para el ingreso y egreso y, especialmente, verificando si portaban consigo Pokéballs cargadas.

—Iré yo —irrumpió el silencio una de ellas, quitándose el sombrero y girando detrás de su cabeza la máscara de Pikachu—. Coin, cuando me veas ingresar darás un rodeo por la entrada de la Playa del Albor. Clover, a ti te necesito aquí por un rato, pero sabrás cuándo actuar.

—Hermana… —suspiró Clover, preocupada. Coin, ocultando el rostro bajo la máscara de Croagunk, soltó una maldición por lo bajo.

—Te sientes con mucha suerte para ser la única sin pokémon que te acompañen —le espetó a su hermana mayor—. Además, a ti será a la primera que reconozcan.

Charm volvió su rostro hacia ellas y les dedicó una segura sonrisa.

—Precisamente por eso debo ser yo. Si ese bastardo de Kamado sigue siendo la clase de sujeto que conocí…

Y, conteniendo cualquier cavilación dentro de su propia mente, la mujer de cabello grisáceo salió del escondite para que los rayos de luz bañen su figura al descubierto. Con la frente en alto, avanzó con gracia hasta detenerse en medio de una hilera de árboles que enmarcaban el largo camino ascendente hacia la villa, todavía a una prudente distancia de la entrada vigilada por la División de Seguridad. Su mirada se deslizó por las largas ramas retorciéndose entre sus copas brillantes y coloridas. El viento apenas y las movía. Al cabo de unos segundos, se giró con convicción hacia sus hermanas.

—Por supuesto que lo es —se regodeó de su intuición, y las máscaras de Eevee y Croagunk se encontraron con entusiasmo—. Parece que incluso el guardián blanco ha retirado su ala protectora de aquí.

—¡No podemos estar seguras de eso, Charm! —insistió Clover, pero su hermana avanzó raudamente hacia la entrada.

—Créeme —alzó un poco la voz—, si Benimaru estuviera cuidando la aldea, yo ya estaría muerta antes de haber dado estos pasos.

Avanzó sin mirar atrás para no levantar sospechas sobre el paradero de sus hermanas, notando cómo los guardias parecían haber notado ya su presencia aproximándose en la distancia. En menos de un minuto se halló de pie frente a ellos, con el sombrero entre las manos y el rostro completamente descubierto, sin siquiera portar su característico maquillaje de bandida. Charm les sonrió con gentileza y pronunció una reverencia antes de ser apuntada por el filo de la lanza de uno de los dos hombres y maniatada con la fuerza de las manos del otro. El de la lanza no tardó en esculcar cualquier elemento sospechoso bajo su ropa andrajosa, sin apartar la punta de acero de la yugular de la mujer que se mostraba inusualmente calma.

—Pueden llevarme, no iré a ninguna parte —aseguró ella sin borrar la sonrisa de su rostro mientras oía la metálica oscilación de la lanza respondiendo al nervioso temblor del hombre que debía cerciorarse de que no ocultase armas o, peor aún, Pokéballs bajo los ropajes—. Por cierto, sus rostros no me suenan familiares… ¿Son nuevos?

—Está limpia —informó a su compañero, y éste asintió con severidad.

Tras un empujón que la habría tumbado de bruces en el suelo de no ser porque la sujetaban con más fuerza que a un Rapidash embravecido, incluso mostrándose más dócil que nunca antes en toda su vida, Charm fue llevada por los guardias hacia la Sede Galaxia. Vio pasar corriendo a otros dos jóvenes reclutas armados con lanzas en dirección a la puerta para vigilar el acceso a la villa, y notó inexpresiva cómo todas las miradas en Vía Aromaflor se dirigieron hacia ella. Algunos no parecieron reconocerla de inmediato, pero los murmullos no se hicieron esperar y, tan pronto como avanzaron un par de calles hacia el frente, ya todo el mundo estaba cerrando sus negocios y chocando bruscamente las puertas de sus hogares para buscar refugio. Quienes no lo hacían, simplemente la insultaban y observaban con una mezcla de temor y desprecio. En cada calle veía un cartel empapelado con ilustraciones de su rostro y el de sus hermanas, buscadas vivas o muertas por el Equipo Galaxia y los dos grandes clanes de Hisui.

—«Coin va a querer quedarse con ese retrato suyo cuando lo vea…» —pensó con un dejo melancólico al ver el casi demoníaco rostro con el que ilustraron a su hermana menor.

Cyllene ya estaba esperándola cuando las puertas de su oficina se abrieron y el cuerpo de Charm fue arrojado al suelo. Antes de que pudiera levantar la vista hacia ella, dos lanzas apoyaron sus puntas en sus omóplatos, dándole a entender que no le concederían el derecho a despegarse de la alfombra bordó. Sin embargo, estiró su cuello y se permitió ver a la mujer de gélida mirada apuntándole también con el filo de su katana.

—Dame una sola razón para no cortarte el cuello ahora mismo —pronunció, deleitándose con la sola idea.

—Porque yo se lo ordeno, Capitana —replicó Kamado al tiempo que ingresaba al despacho.

—Siempre tan considerado, General —murmuró Charm ensanchando su sonrisa, pero el hombre no le dirigió la mirada y se acercó en cambio a uno de los reclutas que hacía guardia junto al marco de la puerta.

—Necesito que refuercen la seguridad en las dos entradas, y pídanle a los aldeanos que regresen a sus casas de inmediato. Las calles deben estar despejadas.

—¡De inmediato, General! —asintió el guardia, marchándose raudamente. Kamado esperó su salida para cerrar completamente la puerta.

El general del Equipo Galaxia dio un rodeo por la oficina hasta pararse junto al Abra que levitaba tras el escritorio de Cyllene.

—Dile a Abra se teletransporte a la entrada oeste y que regrese inmediatamente si sucede algo fuera de lo común.

—Abra, ya lo escuchaste —indicó ella, y la criatura psíquica se desvaneció tras un resplandor.

—¿Qué hay de las otras dos, Charm? —preguntó Kamado en voz alta, deteniéndose frente al ventanal—. No esperarás que pensemos que viniste sola.

—Nos separamos en el Pantanal Carmesí —mintió ella con tono claro y mirada resuelta, sosteniéndole una sonrisa a Cyllene sin sacarle los ojos de encima—. Regresé a Jubileo para que me devuelvan lo que me quitaron: mi Rhydon.

—¿Tu Rhydon? —la Capitana soltó una risa fugaz—. No me sorprendería que se lo hubieras robado a otra persona antes, sabandija.

—En todo caso, se lo robé a su propia familia —corrigió Charm a aquella que sostenía la punta de su espada muy cerca de su entrecejo—. Tal y como ustedes me enseñaron a hacer cuando me volvieron parte de la División de Investigación.

—¡Tsk! De repente, la ladrona y asesina tiene sentimientos —chasqueó la lengua Cyllene, y Kamado dio un paso al frente.

—Suficiente —calmó a su subordinada—. Charm, los pasos que elegiste dar fuera del Equipo Galaxia te han llevado demasiado lejos como para que siquiera puedas considerar que te debemos algo. Mucho menos una criatura que deliberadamente utilizaste para sepultar vidas ajenas. ¿Tienes idea del daño que hiciste?

—¡Hipócrita! —bramó Charm desde lo más hondo de sus entrañas. En reprimenda, Cyllene azotó su nuca con la vaina de la katana, estampándole la cara contra el suelo alfombrado. Algo de sangre manó de su nariz, pero la mayor de las Tres Malezas volvió a levantar la mirada, esta vez desviándola de los ojos impertérritos de la Capitana a los del estoico General—. Solo soy una consecuencia de lo que tú hiciste, Kamado. Y te aseguro que aún no has conocido a la peor de ellas.

Kamado se le acercó hasta que Cyllene tuvo que apartarse, y encorvó su postura para que sus miradas se arrimen lo suficiente. Charm no podía hallar un solo punto de luz en sus ojos oscuros.

—Tú no has conocido lo peor de mí —le advirtió entre dientes a su prisionera—. Y si se atreven a ponerle un dedo encima a esta aldea, ten por seguro que--

Un haz de luz celeste centelleó a sus espaldas, así como un tímido gruñido animal que capturó la atención de todos en la oficina.
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[font=Verdana,Geneva,sans-serif]El placentero paseo por los negocios y comercios de Jubileo había dado paso a presurosos pasos cuando la División de Seguridad alertó a sus habitantes de ponerse a resguardo. Al cabo de unos minutos, aquellas ágiles pisadas se convirtieron en auténticas carreras e incluso tumultos entre aquellos que anhelaban cruzar los puentes sobre el río para volver a sus hogares. Algunos negocios como el estudio de fotografía y la sastrería fueron los primeros en cerrar sus puertas, dada su proximidad a la entrada donde pudieron ver cómo se llevaban detenida a una de las peligrosas fugitivas cuyos rostros empapelaban la aldea. Y aunque al cabo de media hora ya casi todas las puertas de la villa estaban cerradas, un establecimiento invitaba a refugiarse a aquellos que vivían muy lejos como para llegar a tiempo: el salón de belleza regentado por Arezu, que había liberado a su Bronzor para levantar diversas barreras psíquicas a lo largo y ancho de la avenida principal.

—¡No sean tímidos, que hay lugar para varios! ¡Esto no es broma, son órdenes del Equipo Galaxia! —exclamaba la pelirroja, matizando la seriedad del mensaje con cálidas sonrisas para aquellos niños que se aferraban a sus padres e ingresaban temblorosos bajo la atenta mirada de una Glameow recostada junto a la puerta—. Vamos, chicos, solo durará unos momentos. Si hacen caso a sus padres, les prometo un corte de pelo estupendo. ¡Cortesía de la casa!

Ese intento de consuelo no parecía suficiente para algunos niños, que se cubrían la cabeza con los brazos largándose a llorar porque no querían someterse al yugo de las tijeras y navajas de la estilista. Sin embargo, Arezu se permitió suspirar con alivio cuando las puertas del establecimiento se cerraron y vio despejada la avenida. A su lado, tanto Bronzor como Glameow se mantenían alertas, y la felina no demoró en maullar hacia un estrecho pasillo entre dos casas cuando oyó el movimiento entre unos cajones de madera que allí se apilaban. Preocupada, la chica se acercó bien escoltada por los pokémon hasta notar una menuda figura agazapada entre los cacharros que se cubría las orejas con sus manos temblorosas. Parecía aterrada.

—No es seguro que te ocultes ahí —le dijo, tendiéndole su mano con una sonrisa—. Ven, puedes quedarte en el salón hasta que pase el peligro.

La persona sin refugio tomó su mano con delicadeza, y Arezu percibió de inmediato cómo su pulso se normalizó apenas entraron en contacto. Su piel estaba fría como porcelana, y su agarre dócil se volvió repentinamente firme, apretándole los dedos en un agarre implacable, mientras que volvía su rostro hacia ella incorporándose y revelándole una mirada aterradora. Su cabello oscuro y largo estaba suelto, cayéndole como sombras a ambos lados de su rostro pálido. Una ráfaga de viento agitó el cabello rojo de Arezu y movió el sombrero de paja de la extraña hasta revelar completamente su faz. Una que nadie de su Clan podría ignorar.

—Ha pasado un tiempo, amiga —masticó las palabras sin soltarle la mano. Arezu intentó arrojarse hacia atrás para liberarse del agarre, pero ésta solo apretó más fuerte.

—¡Clover…! —gruñó la guardiana, sin ocultar el terror en su rostro—. ¡¿Qué rayos quieren aquí?!

—Solo estamos fabricando un poco de tiempo —la silenció con una mano sobre su boca. Glameow le bufó a la extraña y se arrojó de un salto con las garras afuera, pero Clover se limitó a lanzar una feroz patada a sus costillas que la hizo rodar por el suelo.

Bronzor iluminó sus ojos y envolvió en energía psíquica a la agresora, arrojándola contra la pared de la casa y consiguiendo que se diera un golpe lo suficientemente fuerte como para aflojar el agarre. Arezu aprovechó para zafarse e intentó correr hacia la pokémon herida, pero una enredadera brotó del suelo y envolvió sus tobillos haciéndola caer. Clover se reincorporó con una mueca de dolor y un hilo de sangre cayendo por su sien, pero le dedicó una sonrisa resiliente al disco flotante de acero.

—Glameow… ¿Te encuentras bien? —jadeó Arezu, forcejeando en vano contra los gruesos tubérculos que apretaban sus tobillos. La felina se incorporó y avanzó rengueando con una pata en el aire hacia su oponente, inflando su delgada cola en espiral mientras enseñaba garras y colmillos. Cuando estaba resuelta a lanzarse nuevamente al cuello de la criminal, un infernal griterío se desató a varias calles de ahí.

Fuertes pisadas retumbaron tanto en el suelo como en las viviendas al noroeste de Jubileo. Los gritos de hombres eran quebrados por cortes abruptos, sumiéndose progresivamente en un silencio inquietante. El estruendo de maderas y metales estallando contra tejados y desparramándose por el suelo levantando polvaredas que se escurrían entre los callejones y los árboles. El viento cambiando su curso, esquivándole también al peligro. Y una sombra que emergió por encima del puente y de las lanzas de los guardias que silbaron hacia el cielo sin conseguir darle, aterrizando sobre la Vía Aromaflor con un derrape controlado. Irguiéndose rápidamente. Girando todavía más rápido hacia donde los ojos de Arezu se encogían por el espanto. Curvando una enorme sonrisa de dientes amarillentos, mientras un puñal rojizo brotaba en uno de sus brazos.

—¡¡Disparen!! —rugió una voz firme desde el puente curvo, y decenas de flechas fueron disparadas hacia el pokémon enemigo, pero Toxicroak echó su cabeza hacia atrás y sacudió su brazo cortándolas antes de que lleguen a rozarlo. Acto seguido, las voces en el puente fueron cesando, y Arezu pudo oír el chapoteo de varios pesos muertos sumergiéndose en el río. Toxicroak no estaba moviéndose solo. Ellas jamás se movían solas.

—¡¡Ya están aquí!! —gritó la pelirroja girándose hacia la entrada central a la aldea. Pero cualquier resto de energía en su rostro se esfumó cuando vio un enorme mural de hielo alzándose bajo el portal, así como los cuerpos atrapados de los guardias allí apostados intentando correr con sus lanzas en las manos. Sus expresiones fijas en la desesperación, como una fotografía de cristal, eran opacadas por la ancha sombra de la bestia blanca que avanzaba pesadamente llamando a la nieve en plena primavera—. ¡¡Clover, deténganse ahora mismo!!

—Ya es muy tarde para eso —murmuró, y Arezu casi pudo percibir un dejo de tristeza en su voz.

El cielo despejado se aclaró cuando los vientos del norte soplaron con cada respiración de Abomasnow. La nieve comenzó a caer, pero el blanco se volvió gris al mezclarse con la cortina de polvo que danzaba por el pueblo asediado. Cuatro guardias corrieron hacia Toxicroak armados con espadas, corpulentos y entrenados en combate. Campesinos que buscaban una mejor vida. Héroes de guerra sin reconocimiento que habían perdido un dedo o un ojo y ya no podían servir a su nación. Hombres con culpas que intentaban ahogar al hacer lo correcto. Cayendo uno tras otro bajo las garras envenenadas de aquella endemoniada criatura que triplicaba su agilidad. Y cuando uno estaba por herirla con el filo del acero, Abomasnow en la otra punta lanzaba un rugido tan feroz que los congelaba del susto, ganándole el segundo necesario a su colega para acabar con el adversario.

—Tal y como imaginábamos, hermana —exclamó una joven que saltaba sobre los cuerpos desperdigados por el suelo, acercándose al pokémon venenoso—: dejaron a los más inútiles a cargo de Jubileo. Parece que el Equipo Galaxia se ablanda con el tiempo.

—Es nuestro día de suerte, Coin —asintió Clover con los brazos en alto—. Y mira lo que conseguí: ¡una estupenda pieza de negociación con el Clan Diamante!

La hermana del medio de las Tres Malezas hizo un teatral ademán presentándole su presa: una desconsolada Arezu que se mordía el labio con rabia sin despegarle los ojos de encima al Toxicroak que había visto asesinar hombres a mansalva a apenas unos cuantos metros de distancia. Casi podía oler la sangre mezclándose con el veneno. Coin, sin embargo, no se mostró impresionada por el logro de su hermana, y en cambio escupió con asco a un lado del camino, endureciendo sus facciones.

—¿"Pieza de negociación"? —replicó con desprecio—. Ay, hermanita, hermanita… Siempre fuiste terrible para ensuciarte las manos. Charm ya nos lo dejó claro: no tenemos nada para negociar aquí.

—Pero, la señorita Tendo fue muy clara con--

—¡No me jodas, Clover! —rabió Coin con un fuerte pisotón—. ¡¿Acaso olvidaste lo que esta gente nos hizo?! Eres demasiado piadosa con estos títeres que persiguen ideales de ancianos que ya ni existen. Es nuestra oportunidad, aquí y ahora. ¡¡Toxicroak!! —Llamó con la voz quebrada la hermana del medio, y la rana luchadora saltó al frente relamiéndose los labios rojizos.

El pokémon se abalanzó sobre Arezu, y tanto Bronzor como Glameow se posicionaron frente a la humana en el suelo para defenderla a toda costa. La rana ensanchó la sonrisa, rasgando la tierra con sus garras retráctiles, cuando dos proyectiles cortaron el viento por un flanco y se hundieron en el suelo por delante y detrás suyo, obligándola a hundir los talones para frenarse antes de ser decapitada. Toxicroak torció el cuello hacia el lugar del que habían sido arrojadas las lanzas de acero, pero su mente no pudo procesar las imágenes cuando una figura imponente se arrojó sobre él, envolviéndolo en sus fuertes brazos y arrastrándolo con tal violencia que terminaron atravesando el vallado de madera de un edificio en construcción. Coin blandió un par de cuchillas y se arrojó sobre el inesperado enemigo, pero los guardias que habían arrojado las armas para bloquear el paso de Toxicroak se interpusieron en su camino.

—¡¡No des un paso más!! —rugió Kamado, el hombre que inmovilizaba al pokémon venenoso hundiendo sus puños sobre la tierra mientras las garras retráctiles embebidas en veneno se hundían y asomaban nerviosamente debajo de la piel del enemigo. Instintivamente, Coin se vio petrificada por la vehemencia de sus palabras, así como su aspecto casi salvaje opacando incluso la fuerza física de su pokémon. Sin embargo, sus labios no titubearon a la hora de responderle.

—¡¡Miren todos, pero si es el jefecito! ¡El soberano que prometió paz para todos ustedes…! —una sombra de desprecio atravesó su rostro, contorsionando la retorcida sonrisa en su boca—. ¡No! ¡Para todos nosotros, los habitantes de Hisui! ¿Cómo creen ustedes que le esté yendo en su campaña? ¡¿Acaso se sienten seguros aquí?!

Una Bomba Fango fue escupida por el batracio, pero Kamado se escabulló bajo su oscuro y grueso tapado en un rápido movimiento para que pase de largo, estallando sobre un tejado de la Sede Galaxia y ahuyentando a los Starly que allí anidaban. Antes de que Toxicroak pudiera alejarse, el hombre lo rodeó por el cuello con un brazo y envolvió el tapado del que se había desprendido sobre la cabeza del pokémon, buscando asfixiarlo para que pierda el conocimiento. Con todas las fuerzas de sus patas, la rana se impulsó en un salto que Kamado atajó en el aire con un solo brazo, sujetando firmemente una manga del tapado y azotándolo nuevamente sobre un montón de cajones fuera del taller de Anvin. Coin no podía creer que ese tipo fuera realmente tan fuerte como se decía, capaz incluso de hacerle frente a un pokémon que acababa de liquidar por su cuenta a un ejército entero de guardias armados.

Aprovechando la temeraria defensa de Kamado, Glameow cortó con sus garras las lianas que apresaban a Arezu y ésta se lanzó sobre Clover justo antes de que pudiera gritar nada a su pokémon. Bronzor se interpuso en el lento pero peligroso camino de Abomasnow al otro lado de Vía Aromaflor, listo para contener el frío helado que se expandía por las calles y edificios a su paso. Clover mordió la mano que Arezu puso sobre su boca y ésta se soltó con un grito de dolor, pero no la soltó. Arrojó entonces un codazo a ciegas que terminó golpeando su mejilla, haciéndole ver las estrellas por un momento y zafándose por fin de su retención. La guardiana del Clan Diamante vio entonces los rostros espantados de la gente agolpándose en las ventanas del salón que las refugiaba, así como desde todas las otras casas y negocios en la periferia. No podía desistir ahora.

En un arranque de tenacidad, se lanzó directo sobre las piernas de quién había sido su amiga y compañera, cortando el grito que intentó proferir hacia su pokémon en busca de ayuda y tumbándola en el suelo tal y como Kamado había hecho instantes atrás con el peligroso Toxicroak de Coin. Intentó tapar nuevamente su boca, pero Clover ya estaba resuelta a sepultar cualquier atisbo de dudas.

—¡¡ABOMASNOW, VENTISCA!!

Bronzor trazó una barricada de Pantallas de Luz de un lado al otro de la avenida, pero el monstruo de las nieves azotó el suelo con sus puños y lo partió bajo su sombra para invocar dos gruesas lianas que lo envolvieron y arrojaron por los cielos, haciendo estallar en el proceso varias de las barreras psíquicas que en vano intentaban oponerse a su inigualable fuerza bruta. Con un rugido desaforado, y sin importarle siquiera que su propia compañera humana se hallase en el camino de su técnica, Abomasnow exhaló una Ventisca que lo congeló todo a su paso. Charm apretó los ojos, sintiendo cómo sus pestañas se helaban. Arezu vio el suelo cristalizarse a metros de su propia sombra, y se alivió al percibir por el rabillo del ojo que las Pantallas de Luz levantadas previamente por su pokémon conseguían resguardar la mayor parte de las edificaciones del ataque helado. Al menos los aldeanos inocentes habían encontrado allí un refugio seguro.

Entonces, toda la calle se sacudió cuando una figura descomunal descendió del cielo con un estallido de luz. Una criatura tan grande como el propio Abomasnow, pero con una cantidad de masa corporal absolutamente superior, aterrizó delante de las dos mujeres que se trenzaban en el suelo y contuvo buena parte de la Ventisca únicamente con su robusto estómago. Sus ojos rasgados y su expresión somnolienta rápidamente dieron paso a un gesto resuelto y combativo, como el de cualquier pokémon bien entrenado al que le presentaran un oponente formidable. Abomasnow gruñó antes de lanzarse a la carga contra Snorlax, pero un Kamado con los nudillos empapados en sangre corrió a su lado con el brazo extendido al frente, ante la atónita mirada de los refugiados a ambos lados de la avenida.

—¡¡Snorlax, Gigaimpacto!! —mandó categóricamente.

Y atraído hacia su oponente con la velocidad de una bala de cañón, Snorlax se arrojó con todo el peso de su cuerpo contra el monstruo de las nieves, dejando un largo surco en la tierra mientras lo arrastraba hacia la muralla de hielo que había levantado para impedir el escape de Jubileo.

—¡¿Creen que pueden encerrarnos?! ¡¿Creen que vamos a tenerles miedo?! —espetó por todo lo alto para que su pueblo oiga sus palabras, sin sacarle los ojos de encima a una Clover que apenas podía arañar su sombra desde el suelo. Oyó dos cortes a sus espaldas y los cuerpos de los guardias cediendo ante el filo de las navajas que cargaba la traicionera Coin, pero se giró con perfectos reflejos y la atajó por el cuello, deteniendo la punta de metal a apenas centímetros de su entrecejo—. Esa barrera de hielo no nos ha atrapado con ustedes, criminales. Acaban de tender su propia trampa. Ustedes están encerradas conmigo ahora.

Oyó el feroz rugido de Abomasnow resistiéndose a ceder, aunque su espalda estuviera siendo brutalmente aplastada contra la muralla helada por la potencia meteórica del Gigaimpacto que Snorlax ejecutaba. Kamado crispó una ceja, hastiado de las expresiones de terror en la gente que observaba todo en silencio desde el interior de los edificios.

—¡Puño Fuego! —ordenó por fin, y una llama encendiéndose en el puño de Snorlax terminó por apagar completamente al monstruo gélido de Clover, que cayó rendido de espaldas mientras el ardiente golpe terminaba por derretir la barrera de hielo sobre él.

—Descuidaste… a… tu verdadero oponente… K-Kamado… —gimoteó la Maleza que atrapaba por el cuello, dibujando una sonrisa provocadora en sus labios—. A diferencia de mi hermana o de ti… yo no necesito… darle órdenes a mi pokémon… Para que haga lo que tiene que hacer.

Corriendo por las barreras de Bronzor que se encendían tras cada pisada, y aún con el rostro hinchado de tantos golpes recibidos, Toxicroak aceleró por un flanco de la avenida y se propulsó sobre Arezu con las garras por fuera de su piel. Clover rodó a tiempo lejos de Kamado y expuso boca arriba a la guardiana de Lilligant, que vio cómo la ponzoñosa garra carmesí descendía sobre ella. Kamado se sacó una segunda Pokéball de la manga y apuntó al aire, pero Coin arrojó un corte doble al brazo que la apresaba, aflojando los tendones del General para liberarse de su puño inmisericorde.

Solo necesitaba un segundo más para liquidar al objetivo que venían persiguiendo hace tiempo.

Solo un suspiro para convertir el último aliento de la maldita Diamante en un mensaje directo para Adaman e Irida.

Para exponer a Kamado como un simple y débil peón que nada bueno había traído a Hisui.

Para que toda su gente viera sangre inocente derramada alrededor de su admirado líder.

¡CLANG!

El metal rebotó contra la zarpa envenenada y se clavó en el suelo a los pies de Kamado. El corte fulminante de Toxicroak desvió su trayectoria y acabó enterrándose en el brazo de Clover, que no pudo ahogar un grito de profundo dolor cuando la rana separó su brazo de la herida involuntaria, mirando nerviosamente a una Coin que quedó helada ante la inesperada respuesta de las sombras. Una Pokéball se abrió a sus espaldas, un resplandor y el peso de una nueva bestia emergiendo de su interior. Un escarabajo hércules que dio una rápida voltereta en el aire y hundió su largo y pesado cuerno en la espalda de la rana, noqueándolo inmediatamente.

Al galope llegaron sobre Ponyta y Rapidash varios guardias malheridos desde los rediles y dieron el grito de alto a una Coin que trastabillaba por el aire que no llegaba a sus pulmones. Kamado había estado a punto de matarla por asfixia sin contemplaciones. Un bufido de Glameow alertó a Arezu, que se volteó para descubrir que junto a ella ya no estaba Clover. Las sombras que habían arrojado el kunai clavado en la tierra se habían tragado también el cuerpo de la hermana del medio.

—¡Necesitamos asistencia médica en la zona residencial! ¡Ingresaron por esa entrada, esa maldita y su pokémon! —alertó un hombre sobre Rapidash que tenía los brazos repletos de cortes, y el tono de la piel alterado por efecto del veneno. Agolpados en la entrada de la Sede Galaxia, tanto Pesselle como un grupo de jóvenes enfermeros de la División de Medicina corrieron de inmediato escoltados por dos guardias a lomos de Ponyta. Sintiendo que las fuerzas abandonaban su cuerpo, el hombre cayó del Rapidash.

—Heracross, busca por el aire a la fugitiva —ordenó Kamado al pokémon insecto que acababa de liberar. Éste asintió y desplegó un par de alas que lo elevaron por encima de los tejados, buscando atentamente cualquier movimiento sospechoso entre las calles desoladas. Kamado se agachó junto al guardia caído, poniendo una mano sobre su espalda mientras otros bajaban de sus monturas para atar a Coin y al Toxicroak debilitado—. ¿Cómo es tu nombre, soldado?

—Yojiro, mi General —jadeó el hombre con un hilo de voz, contenido apenas por la mano firme de su comandante.

—Estarás bien, Yojiro —lo reconfortó, haciendo un rápido gesto con la cabeza hacia dos reclutas que salieron temblando del edificio. Aparentemente, no todos entre las filas del Equipo Galaxia estaban dispuestos a dejar sus vidas por su propósito—. No es un envenenamiento grave. Si lo fuera, ya estarías muerto. Tus cortes son superficiales, pero perdiste bastante sangre, así que no necesitas decir más —Y bruscamente levantó la vista hacia los reclutas que cruzaban la calle en dirección al salón de peluquería, alertados por los llantos de los niños que se paraban en puntas de pie para observar lo que sucedía con sus familiares y amigos que trabajaban directamente para el Equipo Galaxia. Quizás el hombre moribundo contra su mano fuera padre de uno de esos niños—. ¡Que nadie salga de los edificios hasta que yo lo autorice! ¡Las calles de Jubileo todavía no son seguras!
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[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Pasaron dos horas enteras hasta que se decidió que las calles podían volver a transitarse. La División de Seguridad había tenido bajas significativas tras el ataque, pero varios reclutas de otras divisiones se ofrecieron a custodiar las principales avenidas para cerciorarse de que los habitantes de Jubileo pudieran regresar a salvo a sus hogares durante el atardecer. Incluso se ofreció escoltar a los más vulnerables sobre Ponyta y Rapidash, pero casi todo el mundo se negó, observando con más temor que nunca a los corceles de fuego, que al final terminaron ayudando a terminar de derretir el hielo para habilitar nuevamente la entrada principal a la villa.

Jubileo había sufrido una grave conmoción por lo sucedido, pues muchos habían podido ver con sus propios ojos las matanzas y ataques proferidos por las Tres Malezas… o al menos por dos de ellas. Una vez recibió la noticia del arresto de Coin, Cyllene se encargó en persona de trasladar a su prisionera personal rumbo al último subsuelo de la enorme edificación, aquél reservado exclusivamente para celdas que desearían no haber tenido que emplear nunca. Pero Kamado había insistido.

Arrojó dentro a Charm, que separada por un muro de acero oyó la voz de la menor de las hermanas al ser maniatada en su propia celda. Coin no paraba de protestar e insultar a los guardias que lidiaban con ella.

—Este lugar es nuevo —apreció la mujer de cabello grisáceo observando los gruesos barrotes de hierro que la separaban de Cyllene—. Creí que mantenían su costumbre de ejecutar a los criminales o echarlos a los Ursaring salvajes… Debe suponer toda una inversión para ustedes mantenernos con vida.

—Una inversión de paciencia, más que de dinero —acotó Cyllene haciendo oídos sordos a los rabiosos insultos de Coin al otro lado—. Pero no te hagas ilusiones: no durarán mucho aquí. Tendrán que responder ante los jerarcas de los Clanes, especialmente tus dos hermanas menores. Es una pena que no hayas sabido protegerlas.

—¿Sabes? Clover siempre fue la más callada de las tres… —comentó al aire Charm, cuando por fin Coin pareció cansarse de gritar—. Pero no tanto como para que no note su presencia. ¿Será que no pudieron capturarla?

Cyllene ocultó su mueca entre las sombras apartándose un poco de ella. No le daría el gusto de adivinar en su rostro que tenía toda la razón.

—Puedo decirte cómo encontrarla —murmuró Charm al cabo de unos segundos, como quien no quisiera la cosa.

—¡Hermana! —chilló Coin desde su celda, y Cyllene golpeó los barrotes frente a su cara con la vaina de su katana.

—No quieras negociar con nosotros ahora, desgraciada.

Charm se rio con suavidad, sin transmitir gracia alguna por las palabras de su captora.

—Jamás negociaría con ustedes —corrigió la mayor de las Tres Malezas—. Desprecio al Equipo Galaxia. Detesto al hombre al que sirves. Pero tú… Siempre me caíste simpática, ¿sabes? Tienes personalidad. Creo que eres de las pocas personas en este pozo de mierda que todavía son capaces de luchar por sus propios ideales, y por eso estoy dispuesta a decirte a ti cómo encontrarla.

—Lamento desilusionarte —la pausó Cyllene, jugando a desenfundar su katana lentamente—, pero si así fuera, yo ya habría cortado tu cuello y el de tu hermana con mucho gusto. Sin embargo, confío en la decisión del General de mantenerlas con vida, al menos hasta que los Clanes lleguen para llevárselas muy lejos de aquí.

—Kamado estaría orgulloso de que encuentres a la tercera de nosotras —opinó Charm sin dejarse intimidar—. Incluso aprobaría que sea a costa de tu subordinación hacia él. Siempre fue esa clase de sujeto… Nada le importa más que cumplir sus objetivos; ni siquiera los códigos éticos, ni las jerarquías, ni las relaciones humanas. Tú no eres más que otro escalón para él. Yo no fui más que otro peldaño tampoco. Sé que ambas lo sabemos.

—La diferencia es que a mí no me interesa lo que tú creas que represento para él —dijo Cyllene, sin poder resistirse a seguirle el juego para descubrir hasta dónde era capaz de llegar. Habían quedado a solas, pues los pocos guardias disponibles habían regresado a las calles para ayudar a la gente a regresar a sus casas. Tan pronto como volvieran, ella sería libre de dejar ese pozo hondo y oscuro en el que se hallaban—, mientras que tú siempre te desviviste por recibir atención. Por ser la más fuerte. La más valiente. La más astuta. Y cuando descubriste que no eras lo suficientemente excepcional… Huiste como una rata, te escondiste y te pintaste la cara de colores para buscar atención en otros lados. Con métodos bajos y ruines.

—¡¡Cierra la boca, perra sin cejas!! —intervino la hermana menor tensando las cadenas que la conectaban a la pared—. ¡No hables así de--! ¡¡Gggaaah!!

Los barrotes de hierro vibraron cuando la hoja resplandeciente de la espada pasó a través de ellos y se enterró en la pierna de la criminal. Cyllene giró la muñeca suavemente y la katana se retorció entre su carne haciéndola retorcerse de dolor en su lugar, encogiéndose más y más como un pichón acorralado por el más grande y feroz de los depredadores. Mientras lo hacía, observaba fijamente la expresión de Charm, que no temía revelar su conmoción fuera de las sombras de su celda. Oía cada grito de dolor y agonía de Coin, y sentía que le dolía en carne propia. Su rostro fue transmutándose más y más a medida que el gesto de la Capitana se ablandaba y relajaba al recuperar el control.

—Su ataque a Jubileo fue ciertamente temerario —mencionó arrancando la hoja de la katana de su pierna finalmente—. Ni a Irida ni a Adaman les sorprendería ver que recibieron graves injurias durante su intento de atentado. Una pierna rota. Un brazo menos. Incluso la muerte en combate es algo habitual para nosotras, que sabemos muy bien lo que ponemos en juego desde que asumimos responsabilidad por nuestras decisiones. Yo que ustedes sería un poco más astuta con lo que sale de mi boca a partir de ahora, porque puedo convertirlo en su último suspiro.

—Nos necesitan, Cyllene… —advirtió Charm con desprecio, mordiendo cada sílaba de las palabras—. Kamado no nos buscó por cielo y tierra para llevar paz y seguridad a la gente de Hisui. Él sabe muy bien que hemos visto la peor cara del Equipo Galaxia y de los Clanes. ¡¿Crees que no sabemos que está dispuesto a sacarnos toda esa información antes de sepultarla junto a nuestros cadáveres?! ¡¿Crees que no vinimos aquí listas para morir?!

—Nadie es tan idiota para hacer lo que ustedes hicieron hoy sin tener un objetivo que trascienda su propia muerte. Ni siquiera esa hermana menor tuya que por fin cerró el pico —dijo Cyllene, impasible, antes de pegar media vuelta y alejarse de su campo visual.

—¿Te cansaste de hablar? —parpadeó la bandida oyendo los pasos distantes de Cyllene—. ¡¿No quieres saber cómo encontrar a Clover?!

El eco de su voz retumbó en el silencioso confín del edificio. Varios segundos pasaron llenados únicamente por los débiles quejidos de la hermana menor. Cyllene permitió que Charm los escuche con claridad antes de pronunciar una seca respuesta, sentada sobre los escalones de piedra con la katana descansando sobre su hombro.

—Claro que quiero saberlo. Pero no serás tú la que me lo diga.
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[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Frente a un espejo pobremente lustrado, Kamado observaba su reflejo rodeado de manchones que difuminaban la nitidez de su cuerpo. Se había quitado parte del yukata para apreciar las heridas sobre su brazo desnudo: dos largos cortes producidos por las cuchillas que portaba Coin, y gracias a los cuales pudo liberarse de su implacable agarre. Por mucho que se concentrara en ello, no había forma de que pudiera mover los dedos de sus manos. Resignado, el hombre se tiró alcohol y agua oxigenada sobre las heridas sin inmutar su expresión adusta y luego tomó unas vendas de su escritorio, envolviéndolas alrededor del brazo y tirando con los dientes para fijarlas. Sabía que necesitaría un tratamiento más adecuado para recuperar la movilidad, pero le preocupaba más que Pesselle ocupase todos sus esfuerzos en aquellos que habían recibido heridas mucho peores que la suya.

Su oficina estaba en perfecto silencio, y aunque Kamado le otorgó a su huésped el tiempo suficiente para decir una palabra, resolvió que finalmente debería ser él mismo quién rompa el hielo.

—Salvaste la vida de la señorita Arezu, déjame agradecértelo —su voz danzó por todo el recinto, pero nada pareció inmutarse ante ella. Como si al huésped no le resultase extraño escuchar las divagaciones y soliloquios de un paranoico y avejentado militar—. Pero no puedo estar seguro de que no seas mi enemigo, incluso aunque lleves días enteros vigilándome sin intentar atacarme. Si te enviaron aquí por tus ojos y tus oídos, debo decirte que yo también requiero tus servicios. Actualmente, el Equipo Galaxia se encuentra diseminado… pero estoy seguro de que, si estás aquí, es porque ya lo sabías antes de venir. No… Es algo que ya sabía quién te envió en primer lugar.

Una parvada de Starly regresó a su nido, y junto a su aleteó el viento acarició la tela de una bufanda al otro lado de la ventana. Kamado esbozó una sonrisa y tomó asiento en su sofá, de espaldas a la misma. Parte de su espalda y nuca estaban expuestas, así que era blanco fácil para cualquier ataque desde afuera.

—Sin embargo —continuó el General, llevando su mano sana a una taza de té frío con el que mojó sus labios—, es posible que no sea coincidencia que la señorita Arezu se encuentre con vida ahora mismo, mientras que Clover ha escapado una vez más.

Hizo una pausa, prestando atención a su nuca, pero nadie respiró cerca. Sin embargo, estaba convencido de que lo escuchaban con atención. Aquellos Starly no eran más que un presagio.

—Respeto que tu líder te haya encomendado vigilarme con atención; no te guardo rencor por ello, ni a él tampoco… —Kamado intentaba darle todas las oportunidades posibles para hacerse presente de una vez, pero el improbable huésped no le daría el gusto—. Pero debes saber que tu gente no estará a salvo mientras esa criminal esté libre. Y creo que tú, precisamente tú, puedes llegar a ella tan rápido como te lo propongas. Eres muy bueno en tu trabajo. De hecho, eres tan bueno que me parece que sé que estás aquí solo porque tú quisiste que lo supiera.

Y dejando la taza sobre el escritorio, Kamado abrió un cajón y sacó el kunai que había arrancado de la tierra junto a sus pies horas atrás. Lo levantó sobre su cabeza y lo hizo girar en su dedo para que el silbido de su acero fuera claramente audible para su silencioso receptor.

—Con esto salvaste a Arezu y me enviaste un claro mensaje. Es una carta de presentación interesante… Pero el peso de su vida es muy liviano en comparación al de todas las que podemos estar condenando por no llegar a un acuerdo aquí y ahora.

Clavó el kunai en su escritorio y se puso de pie bruscamente, torciendo el cuello en dirección a la ventana por primera vez. La noche dominaba casi completamente el cielo de Hisui, ahogando los rayos de luz solar con su manto de estrellas.

—Enviamos un Abra inmediatamente a las dos aldeas para que lleve un mensaje a Irida y Adaman: las criminales conocidas como "las Tres Malezas" han sido capturadas y quedarán a su disposición de ahora en adelante. Tengo la corazonada de que ambos jerarcas querrán presentarse en Jubileo para escoltarlas de regreso a sus respectivas aldeas, así reciben el juicio que ellos consideren justo. En menos de dos días estarán aquí. ¿Comprendes mis palabras?

Casi podía palpar en el aire la creciente agitación en el respirar de su tácito interlocutor. Estuvo a punto de escucharla pronunciar un sonido cuando un resplandor iluminó el cielo nocturno. El pilar de luz invocado por el firmamento se consumió hasta formar una fina cuerda que conectaba la punta del Monte Corona con el vórtice espacio-temporal que lo coronaba. Cuando la luz se desvaneció por completo y el cielo volvió a sumirse en oscuridad, un nuevo fogonazo sacudió la región entera y un rayo rabioso fue vomitado por el vórtice sobre la montaña, tan agresivo como lo eran aquellos que presagiaban una nueva ola de hostilidad en la naturaleza.

Kamado quedó atónito por lo silencioso del primer evento en contraposición al estruendo del segundo que, tan inoportuno como siempre, le había robado cualquier atisbo de palabra a su invitado de lujo. Abrió las ventanas de un manotazo y una ráfaga de viento golpeó su rostro, pero al asomarse se halló solo entre las estatuas doradas de los Magikarp. Un risco vacío y los tejados limpios más allá de las calles de Jubileo. El cielo tiñendo de negro el azul sobre su cabeza y los Starly dormitando con calma en las alturas, ignorantes de la gravedad.

Kamado esbozó una sonrisa, y sus ojos se perdieron entre los tímidos puntos de luz que resultaban ser descomunales estrellas.

—Sí, claro que las comprendes.
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[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Saltando de árbol en árbol, la ágil espía de Adaman intentaba ganarle al trueno en la cima de la montaña siendo lo suficientemente veloz para alcanzar a Clover antes de que cometiera cualquier estupidez. La desertora de su Clan nunca había sido la más lista, ni la más valiente… Pero definitivamente recurriría a todo lo que estuviera en sus manos para salvar a sus hermanas de las garras de Kamado. Si no se daba prisa, incluso Adaman correría un riesgo absurdo adentrándose en Jubileo solo para descubrir que Clover no estaría ahí. Tenía que encontrarla. Tenía que detenerla. Si era necesario, tendría que matarla. No debería ni mirarla a la cara, ni saber quién había sido. Una daga atravesaría su espalda y saldría por su pecho, apagándola mucho antes siquiera de permitirle sentir dolor. Sería rápido. Tenía que serlo. Incluso después de tanto tiempo… No podía permitirse lastimar a quien había sido su compañera.

Con un silbido inaudible llamó a un Gligar y un Zubat que se posaron en sus hombros, y les encomendó buscar inmediatamente rastros de sangre humana. Eran pokémon entrenados especialmente para rastrear enemigos heridos, con un oído excelente y un olfato a prueba de errores. No tardaron más de media hora en regresar al árbol en el que los aguardaba, invitándola a seguirlos. Así llegó a un claro en el límite con el nacimiento de la cordillera, una zona fría y con una cascada sobrevolada por una criatura serpenteante. Del otro lado del sendero montañoso era como si la región no conociera otra estación más que el crudo invierno. Nadie en sus cabales se aventuraría por esos terrenos solo y sin el equipo apropiado. Pero Clover no debía estar en sus cabales, porque pudo verla claramente avanzando entre los pastizales más altos para huir a la vista de los Gastly y Drifloon que levitaban sobre la pradera.

—«Abomasnow no está con ella» —recordó por asociación directa. ¡¿Cómo rayos pensaba dirigirse rumbo a la Tundra Alba sin compañía de ese pokémon?! Y si buscaba refugio, ¿por qué se dirigía al territorio gobernado por el Clan Perla que la aborrecía incluso más que a sus hermanas?

No había forma en que se explique la estupidez que estaba haciendo Clover por su cuenta. Quizás se había dado un golpe en la cabeza. Tal vez buscaba un lugar distante y seguro en el que morir. Pero entonces… ¿Por qué comenzó a escalar esa roca que durante el día los Machop y Machoke usaban para fortalecerse? ¿Qué buscaba entre sus ropajes? Sacó algo de su interior y lo levantó con los brazos muy extendidos. Algo que no conseguía a divisar con claridad, pero que brilló con una luz azulina. Gligar gruñó sobre su hombro, pidiendo permiso para atacar, pero ella levantó una mano para detenerlo. Necesitaba saber qué demonios estaba tramando esa muchacha… Cuando un enorme Gyarados descendió desde el cielo por la cascada y ahuyentó a todos los espectros que habían notado la presencia de Clover, envolviendo el viento con su largo cuerpo de serpiente y zambulléndose en el río donde desembocaba la cascada para emerger frente a la roca sobre la que ella aguardaba.

Corrió a toda velocidad por campo abierto esquivando a los Gastly y Haunter que emergían de las sombras para atacarla. Los Zubat y Gligar que la escoltaban aprovechaban para darse un festín con sus presas salvajes. Sus ojos no podían despegarse de la bestia marina que le ofrecía su lomo a Clover. Alguien estaba sobre ese Gyarados, y le tendía la mano para que suba con él. Llevaba ropa gruesa y blanca, era todo lo que podía distinguir entre la neblina. Era un transportista, y había estado esperándola.

El Gyarados partió por el río hacia el mar, listo para dar un largo rodeo a la cordillera y así llegar a la región más fría de toda Hisui. Los pasos de la espía la condujeron a la orilla, cuyas aguas todavía se agitaban por el vigoroso movimiento de la serpiente marina. A la distancia, nieve caía. Ella tiritó, pero no por frío, y vio su reflejo sobre el agua oscura. Su bufanda roja envolvía casi todo su rostro. Sus ojos solo eran inexpresivos cuando debían serlo. Sus miedos podrían haberla detenido en alguna otra vida, pero no ahora. Se bajó la bufanda y la mascarilla que cubría sus labios, y con una ráfaga de viento abandonando su cuerpo soltó un agudo silbido que llamó a una tercera criatura, que bajó en picada desde las montañas a toda velocidad y se detuvo sobre la orilla con una ráfaga que salpicó todo a su alrededor. Ella se echó atrás, sin permitir que las gotas siquiera rocen su cuerpo.

—Crobat, llévame tras ese Gyarados… —le pidió al enorme murciélago de cuatro alas mientras subía a su espalda con cuidado—. A donde sea que esté dirigiéndose.
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[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Tras ascender a través de los Riscos Riscosos, el grupo asentó el último campamento en completo silencio. Laventon sugirió una ubicación al este de la Arena de la Luna, pues cerca de allí podrían investigar las viejas Ruinas Celestiales, adornadas por pilares torcidos de piedra blanca y esculturas rotas y agrietadas de pokémon mayormente desconocidos para ellos. Zisu concordó con su idea, pero se movía como un alma errante mostrando energía solamente cuando debía enfrentarse a algún pokémon salvaje que intentara atacarlos. Mientras los heridos se recuperaban en las carpas, Ado y Muramasa se ocuparon de reparar los seguros de las Pokéballs que habían sido alcanzadas por el fuego embrujado de Matamune, permitiendo finalmente que los pokémon atrapados en su interior pudieran volver a salir.

De este modo transcurrió buena parte del día, tras lo cual el grupo se dividió entre los que se aventurarían rumbo al sendero nevado hacia la cima y quienes marcharían por la bajada al cementerio. Entre el primer grupo estaban Laventon, Touma, Muramasa y Ado escoltados por el taciturno Ingo y el curioso Volo, mientras que Zisu se obligó a visitar el cementerio para cavar las tumbas de aquellos que habían perdido su vida durante el ataque de madrugada y las horas posteriores, acompañada de mala gana por sus subordinados más sanos, así como por Darai y Teach de los Caídos del Cielo.

Luego de ayudar con palas a cavar las fosas, los dos compañeros de destino se apartaron del grupo para descansar contra un panteón. El granjero le daba una honda pitada a su cigarro mientras azotaba nerviosamente el pasto descolorido con su pie. Su vista estaba perdida más allá de la arboleda que crecía irregularmente a un lado del camino formado por lápidas grises y catacumbas polvorientas. A su lado, Teach veía pasar las nubes a escasos metros de su barba respingada, quizás solo un poco menos intranquilo que su compañero.

—Estoy preocupado por el Argo, hacía mucho que no me separaba tanto tiempo de él —suspiró el capitán antes de recibir una mirada de reproche de Darai.

—¿Te parece que ese es el mayor de nuestros problemas ahora?

—Gomenasai —asintió Teach, hundiendo la cabeza entre sus hombros y pronunciando una sentida reverencia a las fosas que cavaban con esmero los de la División de Seguridad. Entre ellos, un escurridizo Dokuro se divertía arrebatándole las palas a algunos para pegarles un buen susto en medio de las lágrimas y la congoja. Pensaba que tal vez un sobresalto así podría calmar sus penas a medida que se despedían de sus amigos y colegas—. Pero sería un grave problema que no podamos volver luego de haber llegado tan lejos, ¿no te parece?

—Francamente, Teach… —se despegó Darai del panteón en el que recostaba su cuerpo—. Ahora mismo no puedo estar seguro de que nuestro regreso hubiera sido parte de los planes de Kamado en primer lugar.

—¡Wajajajaja! —estalló en risas el forajido de los mares, ganándose varias miradas de odio por parte de los guardias al otro lado—. ¡Claro que Kamado nos quiere de regreso! Por eso envió a Zisu y Laventon, ¿no? No va a desprenderse de esos dos, y ellos necesitan del Argo tanto como nosotros.

—Tu forma de razonar a veces me intriga —murmuró Darai sin disimular una sonrisa enternecida—, teniendo en cuenta que Zisu posee un Honchkrow lo suficientemente grande como para llevarlos de regreso por el aire hasta Jubileo. Pero supongo que llevas mucho tiempo aquí como para recordar que en nuestro verdadero tiempo las personas suelen aprovechar el vuelo de los pokémon para transportarse de un lugar a otro.

Teach se llevó una mano a la barba, peinándola hacia abajo para asentar las ideas en su cabeza. Acto seguido, golpeó la palma de su mano con el puño cerrado esbozando una espléndida sonrisa.

—¡Acabas de darme una fantástica idea! —proclamó con un brillo inusual en los ojos oscuros—. ¡Siempre quise dibujar una escena de Cynthia-sama viajando por los cielos a toda velocidad sobre su Garchomp! No sé por qué no lo había hecho hasta ahora.

Darai arrojó el cigarro con un golpe de su dedo y se apartó definitivamente de allí, hastiado por el modo en que Teach parecía intentar sobrellevar las situaciones difíciles. ¿Acaso no podía permitirse llorar alguna vez?

Ignorando un llamado de Zisu cuando pasó raudamente a través de las lápidas, el pelirrojo se apartó del cementerio y avanzó más allá de un montículo de piedras hacia uno de los riscos más elevados de la montaña, desde donde el paisaje sobrecogía casi tanto como el vértigo por las alturas. El viento soplaba fuerte, así que le alivió mucho comprobar que el montículo de hojas custodiado por su Staravia desde la rama de un árbol permanecía intacto en el mismo lugar que lo había dejado. Una nerviosa sonrisa se retorció en su rostro mientras se arrojaba al pasto y arrancaba con sus propias manos la envoltura verde brillante que cobijaba el cuerpo de Kiyomi. Tenía terror por lo que iba a encontrar bajo la capa de plantas invocadas por su Electrode, pero confiaba en que esas heridas habrían cicatrizado. Que ella estaría viva. Que no intentaría asesinarlo apenas fijase en él sus ojos rojos.

—Kiyomi… ¡Kiyomi! —la llamó, tomándola por los hombros.

Parecía dormida, y la sintió tan liviana al intentar incorporarla entre sus brazos que pensó que alguien había suplantado a la verdadera brujita por una muñeca hecha de seda. Pero, para su sorpresa, el cuerpo de la chica se sintió cálido junto al suyo, y una ráfaga de viento despertada por el aleteo de Staravia en lo alto barrió el rostro de ambos, sacudiendo sus cabellos de colores vivos y muertos y alzando instintivamente los párpados de la muchacha, que dibujó una dulce y encantadora sonrisa al encontrar a su príncipe tan preocupado por su bienestar.

La chica de seda dejó que su verdadero peso llenara los dedos de su amado y cruzó sus finos brazos alrededor de su cuello, arrimando sus labios para que su susurro penetrara su boca.

—Sea esto el cielo o el infierno, amado mío, si es a vuestro lado, aquí me quedo.

Darai no pudo contener las ganas de sellar su reencuentro con un sentido abrazo, y aprovechó la cercanía a su oído para devolverle un susurro en tono mucho más grave.

—Lamentablemente, no estamos en ninguno de esos lugares. Este es mucho más peligroso ahora mismo, tanto para ti como para mí. Necesito que te mantengas a salvo.

Un curioso graznido a espaldas de Darai quebró su abrazo, tomándolos por sorpresa. Éste protegió a Kiyomi con su cuerpo, ocultándola tras de sí mientras se giraba hacia la criatura que había revelado su presencia. Tan ensimismado había estado en su reencuentro y en la hipnótica voz de la chica volviendo a la vida que no había escuchado los pasos de aquél que llevaba un aguilucho en el brazo y una Kirlia ya muy grande como para colgársele del cuello.

—¿Qué hace ella aquí? —inquirió Alex subiéndose la gorra. El Rufflet en su brazo levantó un torpe vuelo y graznó nuevamente a Staravia, mientras que Kirlia avanzó en puntas de pie al tiempo que los cuernos en su cabeza y el diminuto colgante alrededor de su cuello brillaban. Su expresión se volvió de pronto tan desafiante como la del joven cazador.

Los brazos de Kiyomi envolvieron el cuello de Darai, espiando divertida la sorpresiva llegada de Alexander atrapándolos en pleno arrumaco, pero a Carrie no le preocupaba la misma visión que su entrenador estaba teniendo, sino la de una figura sombría que a su vez se trenzaba con el aura de la joven y se elevaba por encima de sus cabezas, dedicándole una siniestra sonrisa que nadie más parecía capaz de ver. Encendiendo la luz de sus ojos, la Kirlia compartió su fugaz visión con el humano al que acompañaba, y en un parpadeo el propio Alex se encontró frente a un espectro familiar. Uno que había jugado con su mente y sus sentidos tramposamente durante el ataque la noche anterior. Una especie traviesa por naturaleza, pero que al evolucionar podía volverse esencialmente cruel e incluso mortífera. Y ahí estaba de nuevo aquella bestia ilusoria, en la peor de sus formas.
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[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Llegar a lo más alto resultó mucho más sencillo de lo que Touma había presumido. Para su sorpresa, el temible Luxray que custodiaba el acceso al desfiladero nevado rumbo a la cumbre del Monte Corona dormitaba bajo el único árbol que ahí crecía, tan manso como un cachorrito. Al pasar junto a él, Laventon afirmó que se hallaba realmente preso de una fuerte Hipnosis, y le extrañó repasar en sus notas que no había pokémon en esa zona capaz de ejercer una técnica semejante. Avanzando sobre el manto níveo comprobaron que varios Electabuzz también dormían sin calma en sus rostros, embriagados por el mismo encantamiento.

Cuando detuvieron sus pasos frente a la caverna artificial que los conduciría directamente al Templo de Sinnoh vieron a la única bestia que una Hipnosis no podría haber aplacado: un inmenso Electivire de más de tres metros de altura se hallaba tumbado con un profundo corte diagonal en su espalda, tan grave que parecía haberlo dejado al borde de la muerte.

—Parece como si nos hubieran allanado el camino hasta aquí, ¿no? —opinó Ado con un entusiasmo que discordaba con el resquemor con el que Touma observaba al gigante caído.

—«¿Cómo llegué hasta aquí sin cruzarme con todos estos pokémon?»

—Cambia esa cara, amigo —le dio Laventon una palmadita en la espalda—. El Umbral Pétreo está libre de pokémon peligrosos, es una ruta segura y directa hacia el Templo. Además, nuestros valiosos compañeros se quedarán aquí para hacer guardia —Y les dedicó una afable sonrisa a sus escoltas de la División de Seguridad, que de muy mala gana se apostaron junto a la entrada de la caverna para que puedan ingresar. Al pasar junto a ellos, Muramasa notó el ligero tiritar de sus manos aferrándose a sus armas mientras vigilaban al monstruo debilitado.

Sabiendo que no le quitarían los ojos de encima al Electivire, Ado resolvió encerrarlo en una Pokéball para que se despreocupen de ello.

—A veces la solución menos violenta es la más indicada —los animó ella, dejándole a uno de los dos la esfera que contenía al eléctrico. Ambos suspiraron con alivio por el repentino obsequio.

—¡Bah! ¡Alguien tuvo que masacrar a esa bestia antes para que pudieras capturarla tan fácilmente! —vociferó Touma una vez se adentraron en el Umbral Pétreo. Era una rampa irregular en el interior de la cumbre, y al ascender por ella sintió que eran como un vómito elevándose por la garganta. Se preguntaba si realmente esa condenada montaña los expulsaría una vez llegasen a lo más alto, aunque ya había comprobado que estar ahí no era particularmente revelador.

La fotografía de ruinas conformadas por inmensas columnas rotas esparcidos en lo más alto de una montaña contrastaba notoriamente con aquello que realmente tenía delante de sus ojos. Tras repasar el oscuro futuro que la fotografía frente a ella vaticinaba, Ado bajó la tablet para dejarse obnubilar por la belleza de la pieza arquitectónica más impresionante que hubiera visto en su vida. Un auténtico santuario blanco de dimensiones colosales, adornado por toda clase de esculturas que representaban a los Señoriales que custodiaban la paz de toda la región. Escaleras con peldaños muy altos como para que una persona común y corriente pueda subirlas. Un desfiladero extenso entre las estatuas y los pilares por el que nadie parecía haber caminado nunca. Era como si el Templo de Sinnoh apenas hubiera existido desde hace segundos: todo allí estaba perfectamente impoluto.

—Magníficas, son absolutamente magníficas —se emocionaba Laventon pasando tímidamente sus manos por la piedra que daba forma a las esculturas de un Braviary y un Arcanine de Hisui. Mientras Ingo, Ado y Muramasa apretaban el paso para ver qué había más allá del desfiladero, Touma le dedicó al profesor una mirada que combinaba la lástima con el desprecio. Luego de todo lo que habían pasado, ese idiota simplemente estaba sonriéndole a las caras de piedra de esos extintos pokémon. ¿Realmente era eso por lo que Akari había dado su vida? ¿Aquello valía tanto como para ignorar que esos malditos se habían llevado a Shinobu?

Sintió el impulso irremediable por blandir su motosierra y rebanarle la cabeza a esos estúpidos juguetes gigantes. Con gran intuición, Volo le dio una palmadita en el hombro justo a tiempo y le dedicó una afable sonrisa.

"No hagas estupideces en un momento como éste"

"Limítate a ser un espectador"

"¿No era la oportunidad que tanto estabas buscando?"

Una salida —oyó decir a la chica al otro lado del Templo. Parpadeando con incredulidad, Touma corrió junto a ellos y se giró para comprobar que los pasos de Volo se detenían ahí, distrayéndose por un momento con la escultura de Basculegion.

—Estas vistas son sobrecogedoras. ¿Cómo habrán hecho los habitantes originales de Hisui para subir todas estas piedras hasta la cima del Monte Corona? —babeaba Laventon en voz alta mientras los demás se paralizaban ante la inmensidad de la región bajo las nubes que casi podían pisar desde ahí. Un palco privilegiado en el punto más elevado de toda la región, con la luz lunar tan cerca de ellos que no parecía haber nada ante sus ojos capaz de ocultárseles—. Ado, ¿crees que en ese dispositivo puedas averiguar cómo hicieron para--? ¡Ah!

Laventon se apartó de ella por la impresión, cayendo sentado al comprobar que los ojos de la chica estaban completamente en blanco. Giró la cabeza y constató que, del mismo modo, los de Muramasa, Touma e incluso Ingo habían perdido sus pupilas también. Sus labios apenas entreabiertos parecían apreciar con sorpresa algo que él mismo no era capaz de admirar.

El suelo se había ablandado bajo los pies de los Caídos del Cielo, al punto de sentir que ya no había suelo alguno. El Templo de Sinnoh fue consumido por un infinito espacio de estrellas distantes que giraban en torno a ellos. Delante de sus ojos, una luz descomunal ante la cual no podían apartar la vista. Intentaban buscarle una forma, pero ella escapaba a su comprensión. Un eco suave resonó en sus cabezas. Una voz clara que llegaba de todas partes. La misma pregunta para los cuatro:
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[font=Verdana,Geneva,sans-serif]¿Deseas regresar?[/font]​

[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Por primera vez en mucho tiempo, un vistazo claro a las vidas que habían tenido se materializó frente a ellos. Sus familias esperándolos. Sus hogares. Sus amigos. Sus amores. Los sueños que habían construido para sus vidas antes de ser devorados por el tiempo y el espacio. Una mirada atrás sería una mirada al futuro. ¿Quizás hacia allí debían haber estado mirando todo este tiempo, en lugar de preocuparse por los problemas de otros?

Muramasa recordó su carrera truncada. Sus malas decisiones. Las peleas, el ego, los vicios de la fama. No lo añoró.

Touma oyó la risa de su hermana, el silencio de su padre, el eterno aroma a metal y aserrín en el taller. El sonido de la ducha golpeando su nuca.

Ado voló a un mundo de posibilidades infinitas. La modernidad y el progreso que sus propias manos podían fabricar sin contar con ninguna guía que le facilite todo. El esfuerzo y la recompensa. La curiosidad por saber qué habría más allá realmente si lograba desprenderse de las viejas memorias. El bullicio en las calles de Castelia y el brillo de Nimbasa. El anhelo por visitar Kalos sin temer a que se encuentre en plena guerra con otras regiones, como Beni le había advertido. ¿Realmente estaba hecha para una vida relegada a la Enredadera? ¡Si es que esa posada parecía vieja incluso para la época en la que estaban!

Ingo fue el primero en cerrar los ojos antes de recuperar su vista habitual. Ayudó a Laventon a reincorporarse y le dio la espalda al grupo que aún buscaba una respuesta al borde del Templo. Sin mirar atrás, se alejó de ellos tras constatar que el profesor se encontraba bien, y le dedicó una fugaz mirada de reojo al sonriente Volo antes de abandonar el escenario sagrado.

—¡Espere un momento, señor Ingo, por favor! —pidió Laventon debatiéndose sobre si seguirlo a trompicones o quedarse con los otros tres para cuidar que nada malo les suceda. ¿Y qué si en medio del trance alguno terminaba dando un paso en falso y cayendo al vacío?

Ingo se detuvo y bajó la visera de su gorra negra.

—¿Qué fue lo que vio? Dígamelo, por favor —insistió el profesor del Equipo Galaxia, libreta en mano—. ¿Ha sido ese el Gran Sinnoh al que venera su Clan?

El hombre no se atrevió a mirar atrás. Volo pisaba su sombra.

—¡Trucos mentales! —exclamó alguien por detrás. Laventon volvió a girarse con sorpresa para encontrar de vuelta a Touma seguido de Muramasa, que parecía ligeramente agitado por la experiencia.

—Una voz me preguntó si deseaba regresar —explicó Muramasa—. Tal vez lo considere luego de poner en orden mis cosas aquí.

—¡Pff! No es la primera vez que intentan jugar con mi cabeza. Debe ser algún pokémon psíquico o fantasma haciendo de las suyas —le restó importancia Touma, quitándose la cera de la oreja con un dedo—. Cualquier idiota que responda que sí acabaría cayendo por ese precipicio hacia una muerte segura. Estamos atrapados en esta realidad de mierda, pero es nuestra realidad ahora.

—¿Estás seguro de lo que dices? —mencionó Volo ensanchando su sonrisa, mientras daba un paso al frente y levantaba sus ojos hacia un brillo que se abría paso más allá de las nubes.

Ado dio un paso adelante y su pie salió del límite del templo, envolviéndose en una corriente de aire que azotaba lo más alto de los cielos. Se giró hacia ellos mientras su largo cabello oscuro se elevaba por el viento.

—¡Te vas a matar, estúpida! —gritó Touma, corriendo hacia ella y lanzando la Pokéball de Dodai para que la atrape con dos lianas. El pilar luminoso que la reclamaba repelió el intento del Grotle. Touma intentó sujetarla con sus propias manos, sintiendo que una energía más fuerte que él lo arrastraría irremediablemente hacia un destino que no había elegido. Al tocarla, las memorias de su pasado volvieron una vez más, pero el flash evocador se cortó bruscamente cuando Muramasa y Laventon lo arrastraron hacia ellos.

—Ella tomó su propia decisión —le dijo el herrero al loco de la motosierra, inmovilizándolo en el suelo sin permitirse apartar la vista de la figura de la chica que ascendía por sobre el Templo de Sinnoh.

Antes de perderla completamente de vista, pequeños objetos se desprendieron de su ropa y cayeron suavemente a sus pies, mecidos casi con cariño por una corriente de aire completamente distinta, como si a esa altura los vientos de cada punto cardinal confluyeran y bailaran entre ellos para entretener a las deidades que posaban su atenta mirada allí. Laventon recogió el par de Pokéballs y las guardó en su bolsillo, prometiéndole a Ado que cuidaría de sus compañeros pokémon.
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[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Abandonaron Templo de Sinnoh cuando el pilar de luz se cerró silenciosamente, llevándose consigo a la chica que había escogido el futuro. Apenas un segundo de paz enrarecida y extrañeza generalizada antes de que un rayo fuera vomitado sobre la Arena de la Luna, un claro rodeado por columnas donde las antiguas civilizaciones se congregaban para adorar a la deidad lunar de los sueños.

Ingo no dudó en liberar al Gliscor gigante que recientemente había capturado y voló sobre su lomo en dirección a la zona de conflicto. Muramasa le pidió a su Ponyta que lleve a Laventon hasta el campamento, al tiempo que Volo se limitaba a llamar a un pokémon blanco y sonriente con un par de enormes alas que montó para abandonar el lugar sin inconvenientes. Quedando solos en lo alto, el herrero y el de la motosierra resolvieron que bajarían a pie confiando en que ni los Electabuzz ni el Luxray habrían despertado de su larga siesta. Al menos Touma estaba seguro de recordar el atajo más rápido para llegar al campamento con los demás sin romperse casi ningún hueso.

Por su proximidad con ella, el grupo de Zisu lo tuvo mucho más fácil para llegar hasta la Arena de la Luna. Allí un hombre de largo cabello lavanda con el uniforme característico del Clan Diamante parecía discutir con Ingo, que había volado a toda velocidad sobre Gliscor. Tal había sido el sobresalto por los repentinos fogonazos de luz en el cielo cercano y el trauma residual por la pérdida de Akari, Shinobu y Alexander que la Capitana a cargo de la expedición no se había percatado de la ausencia de Darai.

—Melli, escúchame de una vez: tal vez tú no seas consciente del peligro que representan estas descargas de energía para un Pokémon Señorial, pero no podemos dejar que actúe bajo esa influencia. Necesitamos aplacarlo ahora que todavía no ha pasado nada grave.

—¡JA! Una vez más, el Clan Perla y sus amiguitos del Equipo Galaxia intentan inmiscuirse en la labor de un guardián del Clan Diamante… ¡No me hagas reír, Ingo! —se mantuvo firme el delgado custodio de la Arena de la Luna y del pokémon que allí habitaba, que parecía soltar chispazos eléctricos y rodar violentamente dándose golpes contra los árboles y las columnas alrededor.

—¡Señor Melli, esto es muy grave! ¡Ya vimos lo que pasó con Kleavor en el Bosque Recóndito! —pidió Zisu intentando mantener la mesura y recurrir al diálogo, incluso si era capaz de apartar de su camino al petulante siervo de Adaman con un manotazo—. Lo último que necesita la Ladera Corona es que una fuerza semejante se mantenga fuera de todo control.

—¡Una fuerza bendecida por el poder del Gran Sinnoh, querrás decir! —protestó el guardián con un dedo apuntando al cielo—. ¿Quiénes se creen que son ustedes, extranjeros de estas tierras y estos tiempos, para decidir sobre la voluntad divina? ¿Cómo saben que el Señorial a mi cuidado no rueda de gozo y gratitud con sus energías renovadas? ¡Quizás incluso haya sido bendecido con la mismísima inmortalidad, y ustedes pretenden arrebatársela!

—Este imbécil no tiene remedio —murmuró un guardia al otro, y Teach arrimó la oreja para escuchar el murmullo.

—Sí, ni siquiera dio la cara cuando nos atacaron la noche anterior… Es un desgraciado.

—¡Capitana Zisu, déjenos avanzar, por favor! ¡Estamos listos para enfrentar al--!

Melli pegó un salto y chifló para llamar a una enorme mofeta púrpura que le apuntó a los guardias directamente con su portentosa retaguardia.

—¡¿A quién dicen que están listos para enfrentar ustedes, parva de tullidos buenos para nada?! —les gruñó escandalizado, extendiendo los brazos frente al portal de acceso a la Arena para que nadie se atreva a pasar por allí—. ¡Capitana Zisi, tendré que decirle "Nono"! ¡Ninguno de ustedes va a cometer actos violentos contra el Pokémon Señorial! ¡Esa sería la mayor de las ofensas para el Gran Sinnoh, y más incluso encontrándonos tan cerca de su templo!

La pelirroja suspiró, encogiéndose de hombros, y cargó su costal con provisiones al hombro para pegar media vuelta.

—No hay nada que hacer entonces, nos marchamos —resolvió sin más, y todo el mundo se quedó helado. Todos menos Melli, que soltó una aguda carcajada a sus espaldas.

—¡Pero, Capitana--! —intentó protestar uno de los guardias, y Zisu le arrojó el bolso encima, tumbándolo en el suelo de tanto que pesaba.

—¡¿Alguien más que se atreva a cuestionar la autoridad de su Capitana?! ¡Al próximo le arrojaré el costal de provisiones y al idiota bocón que intenta quitárselo de encima! —estaba furiosa, todos lo sabían. Si había un mal día para intentar ver a la Capitana de la División de Seguridad como una mujer afable, bondadosa y cercana, era ese—. ¡Ordeno la retirada ahora mismo! El Equipo Galaxia no vino hasta aquí para cuestionar la autoridad del Clan Diamante ni inmiscuirse en sus menesteres sin permiso.

—¡Sí, Capitana! —dijeron los guardias al unísono, a los que Teach tardó un par de segundos en sumarse con saludo militar incluido.

—¿Qué pasó con los demás, Ingo? —le preguntó Zisu de mala gana al guardián del Clan Perla. Éste levantó la vista, y casi como si sus palabras lo hubieran atraído, vio al Ponyta descendiendo en carrerilla por el desfiladero nevado con Laventon sobre su lomo. A varios metros de ahí, el propio Volo descendió suavemente sobre su Togekiss en el campamento, desentendiéndose de cualquier conflicto entre el Equipo Galaxia y los Clanes—. ¿Dónde están Ado, Muramasa y Touma?

Laventon se bajó toscamente del corcel mientras Ingo regresaba al Gliscor a su Pokéball. Era el único en los Clanes que no le guardaba resentimiento a los modernos artefactos. A Zisu no le costó intuir que algo andaba mal con ellos, y se detuvo mientras el resto de su tropa regresaba al campamento para mirar fijamente al profesor.

—Laventon, ¿dónde están ellos?

—Están bien —respondió el profesor sin demasiada convicción—. Muramasa y Touma vienen en camino, obviamente vimos el rayo caer desde ahí arriba.

—¿Qué hay de Ado? ¿Otra vez desapareció con ese mercader de la Compañía Ginkgo? —Zisu se llevó los dedos al tabique—. Ay, estas jóvenes y sus hormonas…

Ingo ensombreció su mirada al pasar junto a ella, dejando que sus palabras lleguen con mesura a oídos de la Capitana.

—Recibió la oportunidad de regresar a casa, y la aprovechó. El Clan Perla le da gran importancia al arraigo que humanos y pokémon tenemos con nuestros hogares, ¿saben?

Zisu volteó hacia él, incrédula, y luego lo miró a Laventon con una ceja crispada.

—¿Está hablando en serio? ¿Realmente funcionó del modo que Kamado sospechaba?

—No lo sé… —se sinceró Laventon, y dos pequeñas lágrimas desbordaron espontáneamente sus ojos antes de quebrar su postura completamente. Akari había caído. A Shinobu se la habían llevado. Y Ado había elegido regresar al cielo que la había traído meses atrás, como un milagro errante—. Pero espero que ella… al menos ella… esté bien ahora.

Agachando su cabeza, Zisu rodeó a Laventon con un suave abrazo.
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[font=Verdana,sans-serif][font=Verdana,Geneva,sans-serif]Mandato Divino[/font][/font]

[font=Verdana,Geneva,sans-serif]— La próxima actualización (si el GM no se pone la gorra) será tentativamente el 1 de Octubre. Tienen tiempo hasta esa fecha para continuar sus respectivas partes.

— Ante la partida de Ado en el Templo de Sinnoh y el rechazo del representante del Clan Diamante en la Arena de la Luna, Zisu da por concluida la expedición al Monte Corona y ordena el regreso a Jubileo. En medio de un clima desalentador por las numerosas pérdidas humanas durante el viaje, el grupo deberá reagruparse en el campamento para descender nuevamente hasta la Loma Sagrada, donde Iscan los escoltará a salvo hasta el Argo de Teach y Dokuro. ¡Traten de volver en una pieza a Villa Jubileo!

— Mientras la expedición tenía lugar, las Tres Malezas aprovechan para dar un golpe directo al corazón de Kamado en su propio territorio, pero el General las detiene implacablemente y dos de ellas acaban tras las rejas a la espera del arribo de Adaman e Irida para llevarse a las desertoras de sus clanes. Sin embargo, Clover, la hermana del medio, consigue escapar en medio del tumulto y se dirige hacia un paradero desconocido seguida de cerca por la espía que el jerarca del Clan Diamante envió para espiar a Kamado. Así como el grupo que regresa de las montañas no será el mismo al volver, la propia Jubileo habrá sufrido cambios tras el asedio de las bandidas. ¿Cómo reaccionarán los aldeanos e integrantes del Equipo Galaxia al ataque al que Kamado los expuso?

— Aprovechando el entierro de los guardias caídos por el ataque de Kenji y Kouichi, así como de los pokémon alfa que irrumpieron en plena trifulca, Darai se dirige al risco donde dejó a Staravia custodiando a la malherida Kiyomi. Tras su afortunado reencuentro, sin embargo, son descubiertos por Alexander, quién había decidido volver con el grupo tras ser rescatado por Sabi, del Clan Diamante. Gracias al collar esculpido con su mitad de la Tabla Mental, Kirlia consigue ver a la otra mitad poseyendo el alma de la bruja: Mismagius se revela ante sus ojos y los de su entrenador con una macabra sonrisa… ¿Pero habrá forma de que humana y pokémon se separen, o sus vidas se encuentran atadas por un destino que ni el amor por Darai puede romper?

— ¡Un rayo fulminante ilumina la Arena de la Luna, cargando de rabia y energía al Electrode Señorial! Melli, el guardián del Clan Diamante encargado de la seguridad en el lugar, rechaza el intento de ayuda ofrecido tanto por Ingo como por Zisu. Sus creencias dan lugar a la posibilidad de que esa energía sea una bendición y no una maldición para Electrode, y está seguro de que puede hacerse cargo él solo del cuidado de la Ladera Corona. Sin embargo, Touma y Muramasa se han separado del grupo en lo alto de la montaña, y se dirigen raudamente a pie rumbo al lugar donde la descarga celestial impactó. ¿Serán tan atentos como Zisu para respetar las convicciones de Melli?

— Tras un rumoreado paseo con Volo y ante la atenta vigilancia de Benimaru, Ado es una de las Caídas del Cielo en recibir la iluminación en el Templo de Sinnoh. Habiendo rememorado la vida de la que se había desprendido durante sus primeros meses en Hisui, Ado resuelve aceptar el ofrecimiento divino y regresa a su mundo elevándose hacia el vórtice espacio-temporal. La Unova del presente es el único trampolín para que pueda consagrar sus ambiciones y dar rienda suelta a su inventiva sin atarse a las cadenas del pasado. Sin embargo, el retorno la desprende de sus vínculos con la antigua región, y dos Pokéballs se desprenden de su ropa para caer en manos de Laventon. ¿Será la última vez que la veamos?

— Sus post deberán abarcar íntegramente el regreso a Villa Jubileo. Para la próxima actualización de GM, todos los personajes que hayan formado parte de la expedición y no se hayan separado del grupo estarán de vuelta en la aldea. El Equipo Galaxia requerirá informes sobre lo acontecido en el Monte Corona.
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[align=center][font=Calibri,sans-serif][font=Times New Roman,serif]Muramasa Capítulo 4: Relámpago[/font][/font]

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[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Abajo, la gente estaba soltando lágrimas. Murdock no podía culparlos por sentirse así en esta situación, pero tampoco podía permitirse esa necesidad en la situación actual. Ahora necesitaba lidiar con otra cosa. Por el lado de Touma, él era mucho más honesto con lo ocurrido.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Dime algo, ¿crees que ellos estén mal por sentirse así?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Para nada. Quizás les haría falta control, pero en esta situación, no viene al caso reprocharles eso.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Eh… no sé. Esto con Ado es solo como una gota que derrama el vaso. Todo mundo está hecho mierda entre que ella se fuera y los idiotas que vinieron a atacarnos. Alguien tiene qué hacer espabilar al Equipo Galaxia antes de que todo se vaya a la mierda.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Estoy de acuerdo. Solo pienso que es poco importante hacerlo ahora.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¿No estás molesto en lo absoluto?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Para nada. Solo es un caso de adaptarse a la situación. No permitir que volvamos a pasar por el mismo problema.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Veo que llegamos a un acuerdo. Quiero devolverle el favor a ese estúpido ronin cuando pueda. Me haría bien practicar con algo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Tsk! Yo solo vengo porque necesito neutralizar a ese pokémon. Ya he podido con dos, lo mejor será hacer lo mismo con este tercero.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Meh… —el tipo de la motosierra no le dio mucha importancia—. Supongo que eso es una motivación aceptable. Verás que esto nos sentará bien a ambos. Aunque…[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¿Pasa algo?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¿No te preocupa no tener tu espada?[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Se te habrá pasado por alto, pero decidí usar los dos pedazos como un par de cuchillos. No me servirán de nada para lo que enfrentaré, pero serán útiles en algún momento.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Entendible. Solo espero que no te sientas intimidado por carecer de esa cosa.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Muramasa solo ignoró lo que ese muchacho le dijo. Touma era demasiado rebelde y testarudo para sí mismo. Podía luchar bien, pero su imprudencia lo volvía algo problemático. De igual forma, contaba con que ambos pudieran lidiar con aquel ser que perturbaba el Monte Corona.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Murdock se puso a pensar en la situación un poco más. Era cierto que necesitaba guardar la calma, pero también sintió un miedo. Lo ocurrido en esta expedición hacia las montañas resultó ser un efecto dómino, donde cada evento parecía lastimar más al grupo entero.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]"Bah, Touma tiene razón. Quizás si vencemos a este Pokémon, podremos reanimar siquiera un poco al Equipo Galaxia. No nos sirve que estén tristes."[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Una vez que dejaron la parte más helada, terminaron por toparse con cierto hombre de cabellos lila.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Ah, veo que Zisi no podía tomar un "nono" por respuesta. —Melli se burló del par que vino.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—No estamos bajo órdenes de Zisu —el herrero respondió fríamente—. Déjanos pasar.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Bueno, ya que dicen no estar bajo ella, les voy a dejar el mensaje claro lo mejor posible: Electrode ha sido simplemente bendecido por el Gran Sinnoh. Yo conozco a mi señorial muy bien, y sé que siente muy afortunado de haber recibido ese poder.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Díselo a Kleavor, baboso. —Touma no le creyó ni una palabra.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Y a Lilligant. —Mura añadió.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Esos dos no son de mi incumbencia. —Melli trató excusarse.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Pues nosotros los conocimos, así que nos concierne que otro Pokémon Señorial haga lo mismo. —el herrero espetó.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Claro, un par de idiotas extranjeros van a creer que conocen a mi Electrode.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¿Cuándo fue la última vez que le diste tributo a ese pokémon? —el chico de la motosierra logró encontrar una forma de enojarlo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Hace una semana![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Muramasa y Touma se vieron las caras. Sabían que el tipo estaba siendo un imbécil, y que era fútil razonar con él.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Apuesto todo a que no te acercas a Electrode. —el muchacho le reprochó.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¿Por qué querría hacer eso? —Melli se ofendió—. ¿Solo para quedar bien con dos desconocidos? ¡Esfúmense![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¿Sabes? Tenemos contacto con Adaman. Podemos irnos y decirle que estás siendo un pésimo guardián.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]El hombre de cabello lila estaba perdiendo la paciencia con ese par de personas. Sabía que no eran unos simples desconocidos si podía referirse a su jefe.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Bien. Podrán ver a Electrode. Pero cuando noten que está bien, van a llorar del desperdicio que hicieron.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Melli decidió guiar a ambos hacia la Arena de la Luna. Era un sitio exactamente igual a los que ambos caídos del cielo habían visto, solo que con columnas destrozadas, y árboles gigantes.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Oh, Electrode, ven aquí! —el guardián llamó al señorial con una voz cantante.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]De uno de los árboles, una enorme esfera cayó. Tenía una expresión de rabia pegada, aunque el aura amarilla hacía a uno pensar que no era del todo genuina.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Estás molesto al parecer —el guardián indicó al par de caídos—. Ellos tienen la culpa.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]La gran pelota entendió la rabia, por lo que cargó un relámpago. Touma y Muramasa estaban listos para protegerse, pero sorpresivamente, no los atacó. El rayo fue directamente hacia Melli. Ambos atendieron al guardián.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¿Decías? —el de la motosierra le reprochó por sus palabras de antes.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Mi canto no le gustó. Es normal que a veces le enoje. —quiso excusarse sin éxito.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Mura, quiero un permiso para darle una golpiza.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Primero lidiamos con este —indicó a Electrode—. Luego haces lo que quieras con el guardia.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Al menos estás siendo razonable al respecto.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Con esto en mente, los caídos del cielo se prepararon para una lucha.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]La esfera gigante empezó creando un par de bolas de energía, las cuales se movían a un ritmo lento. El par las esquivó con facilidad, pero algo extraño pasó: los proyectiles seguían yendo hacia ellos.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Ellos seguían corriendo, pero las esferas no dejaban de seguirlos. No fue hasta que lograron escudarse en un par de pilares que esos ataques explotaron sin que los lastimaron. Aunque creyeron que estaban seguros, repentinamente, Electrode intentó atropellarlos con una rodada, la cual afortunadamente falló.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Este sí que anda con ganas de matar! —Touma sacó una poké bola—. ¡Sálvame la vida, Dodai![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Hardy! —Mura invocó a su Qwilfish.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]La bola gigante disparó otro rayo, pero la tortuga logró recibirlo sin tomar mucho daño, gracias a su resistencia natural a la electricidad.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Terratemblor![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Con unas pisadas fuertes, el pokémon arboleda creó un temblor en la arena que redujo la velocidad del enemigo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Mil Púas Tóxicas![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]En conjunto, el pez globo se acercó a su oponente. Infló su cuerpo, y causó que muchas espinas lastimaran a la esfera, aunque sin envenenarla.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Electrode intentó defenderse, pero fue interrumpido por otro movimiento.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Follaje![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Muramasa y Touma habían encontrado una estrategia funcional. Ellos repitieron el proceso unas cuatro veces más, aprovechando que su enemigo no cambiaba de patrón.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]La esfera gigante se hartó de ser torturada. En vez de preparar otro rayo, decidió cambiar de patrón con un movimiento raro. El Pokémon Señorial agitó su cuerpo como si fuese un arbusto.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¿Soy yo o está haciéndose el imbécil? —Touma preguntó.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Siento que eso le sirve para algo. —el herrero sospechó.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]No tomó mucho tiempo para entender de qué se trataba. Varios Voltorb empezaron a llegar desde los árboles, y varios llegaron justo a donde estaban Dodai y Hardy.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡SALGAN DE AHÍ![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Sin embargo, ambos fueron demasiado lentos para reaccionar debidamente. Los Voltorb explotaron justo frente a ellos, y los dejaron fuera de combate.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Tenemos qué hacer algo sobre esos Voltorb —ahí fue que Touma sacó su motosierra—. ¡Veamos si le gusta que me meta con sus hijos![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡No hagas algo estúpido! —Mura le regañó—. Poca falta nos hace meternos con los demás.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¿Estás escuchándote a ti mismo? —el muchacho le regañó—. Debemos neutralizarlos o nos van a dejar hechos polvo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Yo no soy de meterme con inocentes… —quiso excusarse.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Más y más tonterías. Esta es nuestra única opción para alejarlos, idiota —luego sacó a Kanu para ayudar—. Yo voy a cortar estas cosas. Espabila mientras puedas.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Touma logró llegar a uno de los árboles. Estaba listo para atacar, pero Electrode quiso defender a sus compañeros. Iba a disparar otro rayo, sin embargo, Mura logró reaccionar a tiempo, y sacó a Dollor para darle con Rueda de Fuego.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Al menos fuiste rápido… —fue lo último que dijo el muchacho antes de empezar a deshacerse de los árboles.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]El herrero solo gruñó por la condescendencia de ese tipo. Prefirió enfocarse en luchar.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Rueda de Fuego otra vez![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]El Ponyta se dispuso a dar otra tacleada, pero la esfera también atacó con su propio cuerpo, un ataque más fuerte. Después de ello, la bola enojada disparó dos balas, una eléctrica y otra de color verde. El poni no alcanzó a esquivarlas, y terminó volando de regreso a su dueño.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Muramasa logró ayudar al caballo a levantarse. Sin embargo, Electrode atacó con el mismo truco. Así que el herrero reaccionó con una orden apropiada.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Huye con Agilidad![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Para su fortuna, Ponyta fue lo suficientemente rápido para no permitir que las esferas llegaran. Sin embargo, tampoco podía disiparlas como los humanos hicieron antes, más cuando el propio señorial empezó a seguirlo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Mura pensó en posibles ideas para poder detenerlo, ahí fue que pensó en algo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Sigue mis direcciones![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]El poni fue guiado por un camino que le hizo subirse en algunos pilares. No entendía por qué. Electrode solo destrozaba cada uno sin problema. Pronto, el pequeño caballo llegó a uno grande.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Brinca sobre Electrode![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]De un salto, logró pasar por alto a su enemigo. No solo eso, sino que por el movimiento de los proyectiles, éstos terminaron lastimando a su propio usuario, en vez de su blanco.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]En reacción, la bola hizo una descarga pequeña de energía que se movió por el suelo. Tanto Muramasa como Dollor sabían que no debían tocarla. El primero lo logró con un brinco, pero su pokémon no fue tan afortunado.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Dollor![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Ahora, el poni ya no podía moverse bien. La parálisis había funcionado, y para rematar, la esfera volvió a agitarse. [/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]El herrero solo vio hacia los árboles para ver si Touma había logrado algo, pero notó que su sierra no estaba funcionando, debido a la dureza de la madera.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Ah, vete a la mierda! —el joven se quejó porque su mejor herramienta fallaba en cortar los árboles. Se asustó al ver que más Voltorb salían para explotar.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Mura corrió hacia su Pokémon para evitar que tomara demasiado daño de las explosiones. Si bien logró cubrirlo para que no muriera, los estallidos lograron debilitarlo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Touma sintió que debía mezclar tácticas.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Kanu, quema este árbol hasta que sea cenizas![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]El Growlithe de Hisui respondió rápidamente, y disparó una llama al árbol de enfrente. Eso causó que las pequeñas pelotas se fueran corriendo, sin deseos de explotar sobre nadie. Otras, sin embargo, se quedaron, y terminaron reventando en su hogar. Ya con eso bastó para que pudiera derribar el árbol con su motosierra, gracias a la estática que los Voltorb soltaron, la cual fue absorbida por Rotom. Lo hizo caer en una zona donde no fuera capaz de lastimar a nadie.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Electrode se enojó por eso, y quiso disparar una fuerte descarga eléctrica. Sin embargo, otro golpe lo distrajo. Muramasa había sacado a Oroku.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Derriba el resto ahora! —entendía que era necesario derribar el hogar de esas pelotas.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Más te vale que sepas contenerlo! —el chico le dijo con tal de que su compañero pudiera darle el tiempo suficiente.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Había otros tres árboles de los que salían los Voltorb. Sin estresar un solo segundo, Touma se dirigió al siguiente.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Tijera X![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]El Scyther atacó rápidamente con sus guadañas. Ese ataque provocó que la esfera volviera a agitarse de rabia. Más de sus compañeros vinieron para reventar, pero Mura había pensado en una forma efectiva de usarlo en su contra.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Quédate cerca de Electrode![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]La mantis no se alejó de su oponente.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Ahora Tijera X![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Con otro corte, Oroku consiguió aturdir al enemigo para que no se moviera.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Úsalo de escudo![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Scyther se puso detrás del Pokémon Señorial, y cuando éste abrió los ojos, no pudo defenderse de las explosiones.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Ese tiempo bastó para que Touma pudiera derribar otro árbol. Ahora solo quedaban dos más por detener.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Viento de Plata![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Usando sus alas, la mantis mandó a volar a su rival.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Ahora Golpe Aéreo![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Para no permitir que la esfera reaccionara, Oroku le pegó mientras estaba en el aire. Hizo este proceso cinco veces, hasta que Electrode soltó una descarga eléctrica que lo detuvo. Sin embargo, ya para ese entonces, Touma había quemado otro árbol. Solo quedaba uno más.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]La bola gigante ya estaba harta de tantos juegos, así que en vez de enfocarse en Muramasa y Oroku, decidió ir por Touma y Kanu. Rodó a toda velocidad hacia ellos, sin embargo, fue detenido de nuevo. Ahora el Scyther solo lo estaba agarrando.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Acaben de una vez! —el herrero les gritó con tal de que se apuraran.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]El chico de la motosierra y su perro corrieron lo más rápido para ponerle fin a la estrategia cruel del señorial. El enemigo seguía tratando de superar a la mantis en fuerza, así que el tiempo era muy corto. Eventualmente, Electrode logró rodar sobre su atacante, más para ese entonces, ya el último árbol había sido quemado.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]La esfera chocó con ese cuerpo en llamas, y terminó por hacer que cayera al suelo. Eso causó que los Voltorb explotaran dentro de la arena, y lastimaron a todos. Muramasa y Touma lograron levantarse, pero sus pokémon no.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¿Crees que ya terminó? —el de la motosierra preguntó.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Todavía nos falta más.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Pronto, el Pokémon Señorial resurgió para seguir luchando. Ambos humanos prepararon sus últimas poké bolas.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Oh, si serás un gran hijo de-![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]La frase no fue completada, pues una descarga eléctrica los tumbó a ambos. De la descarga, Asimov y Amelia surgieron. Ambos notaron que sus dueños estaban demasiado lastimados para poder hacer mucho.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Ya nos cargó la mierda… —Touma musitó con los alientos que le quedaban.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Aún podemos salir si es posible. —Mura trató de idear una forma de huir.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Dilo de nuevo. Creí que acabarías con este hijo de perra.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Hubiera querido, pero… [/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Él no quería admitir lo que sentía en ese momento. Para su fortuna y desgracia, no tuvo esa necesidad, porque Electrode preparó otra descarga.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]El par carecía de métodos para defenderse. Los únicos que podían protegerlos eran los dos pokémon que aún quedaba. Asimov se interpuso sin pensarlo dos veces, mientras que Amelia se metió en una bolsa de Mura, con tal de sacar algo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Touma y Muramasa sintieron que era su fin. Cuando la descarga se disparó, ambos solo pudieron cerrar los ojos. Lo extraño fue cuando notaron que aún podían abrirlos. Sus pokémon seguían ahí, pero ahora tenían formas distintas.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Oh sí! —el de la motosierra gritó con un sentimiento de felicidad.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Electrode rodó hacia ellos, molesto porque su ataque fallara. Éste atacó con una rodada, pero Amelia, ahora hecha una Lilligant, le dio un gancho que lo mandó a volar. Luego, el Magneton disparó un nuevo rayo en tres formas: Triataque. La planta brincó para darle una patada, y cuando su enemigo cayó al suelo, lo noqueó de otra patada, como si una pelota fuera.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Asimov… —le dio un abrazo a su trío de imanes—. Eres demasiado genial. Me salvaste el pellejo de esa mierda.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Amelia… —solo le dijo eso a su bailarina, pero ella le abrazó, cosa que él aceptó—. Muchas gracias, de verdad…[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Para ellos, la lucha ya estaba terminada.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Te dije que esto nos iba a venir bien —Touma le dijo—. Al Equipo Galaxia le va a encantar cuando vean que detuvimos a otro señorial.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Muramasa se sentía satisfecho, y si bien todavía no se acoplaba con la actitud del muchacho, estaba de acuerdo con su visión. Le sonrió y le dio un pulgar arriba.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Creo que por fin, por una vez, algo nos sale bien.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡Esa es la actitud![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Hubieran querido celebrar, pero escucharon unos quejidos muy claros. Ambos fueron a checar a Melli, quien aún sufría para levantarse, pero logró ver la escena.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡¿Qué le hicieron a mi Electrode?![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Lo detuvimos. —el herrero respondió.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡El Gran Sinnoh le dio ese poder, bola de malagradecidos! ¡¿Es que no tienen respeto por las creencias del Clan Diamante?![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¿Te salvamos la vida y así nos pagas? —Touma le preguntó con repudio.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—No sirve de nada que un par de extranjeros me salven la vida, si insultan nuestra cultura.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¿Permiso para romperle los huesos a este imbécil? —el joven le preguntó a su compañero.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Solo haz que nos respete.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Me basta con eso…[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]El usuario de la motosierra tronó sus dedos para imponer respeto en ese idiota que se hacía llamar "guardián". Estaba listo para hacerlo arrepentirse de su actitud, pero antes de ello, Electrode resurgió, aún deseoso de acabarlos.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Sin pensarlo dos veces, la esfera disparó un poderoso rayo verde. Sin embargo, Amelia se interpuso para que no los lastimara. Al final, el ataque causó una explosión, que mandó a volar a dos.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—¡MURA![/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]El herrero y su pokémon salieron volando lejos. Estaban ya alejándose del Monte Corona, por un camino muy distinto al que tomaron. Pronto vieron una colina rocosa lista para triturarlos. Se golpearon algunas veces, pero Amelia había logrado tocar un pedazo que le permitía sostenerse, así como también consiguió agarrar a su dueño.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Mura estaba muy cansado, y sabía que su Lilligant no duraría mucho en ese estado.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]"No te lastimes más, por favor…"[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Agarró la bola ocaso donde la metió. Quería retirarla, pero ella le vio con tristeza. No quería ser retirada.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Por favor, Amelia. No quiero que te pase nada…[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]La bailarina se entristeció al ver lo deprimido que estaba ese hombre. Ella entendía sus malas vibras, pero tampoco quería dejar que cayera solo hacia donde fuera que iban.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Pensar demasiado fue el grave error de ambos. La piedra que aún sostenía a Lilligant se rompió, y ambos terminaron cayendo hacia lo desconocido.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Cuando Muramasa logró levantarse, vio que Amelia estaba demasiado lastimada para seguir moviéndose.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Ya no te esfuerces… —abrió la bola ocaso—. Necesitas descansar.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Esa planta quería seguir ayudándolo, pero fue obligada a quedarse quieta.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]—Hazlo por mí… —le dijo a la esfera, pensando en que quizás escucharía.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Ahora necesitaba buscar una forma de volver.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]"Justo lo que me faltaba."[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Quiso escalar de regreso, pero su cuerpo estaba demasiado débil para dejarlo siquiera moverse por más de una roca. Necesitaba una ruta distinta.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]"El Equipo Galaxia seguro se estará preocupando."[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]"Touma quizás siga en peligro."[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]"Necesitan que aún trabaje para ellos."[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Pronto, el clima empezó a enfriarse. El frío se sentía familiar, demasiado para su gusto.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]"Joder…"[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Él siguió caminando. Sabía bien que no podía morir ahora. Aún no estaba terminado con este mundo. Aunque en ese entonces se preguntó exactamente cuál era su propósito, y solo una simple palabra se quedó con él.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]"Acostúmbrate."[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Esa frase era demasiado ambigua en ese entonces. Pensándolo ahora, seguía siendo lo mismo.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]"Incluso en estos instantes, nunca me entendí esa frase…"[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Hacía ya mucho tiempo que no se sentía así: solo. Era todavía joven cuando aquel evento había ocurrido, y de alguna forma, parecía como si hubiera sido ayer.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]"Ado fue lista. Le había advertido que en algún momento, el mundo la dejaría sola. Mejor volver a su mundo que enfrentarse a esa realidad."[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Luego su vista empezó a nublarse.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]"Quizás no esté solo, pero no puedo dejar que mis pokémon sufran en el frío ahora. Debo ser fuerte, necesito que ellos estén bien, para que yo pueda estarlo…"[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Sus pasos se hicieron más débiles con el tiempo. Ya no podía durar mucho más.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]"¿Es este mi destino?"[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Ahí fue que empezó a distinguir la figura de una espiral roja. Flotaba en el aire, y debajo suyo se veían un par de ojos ámbar.[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]"¿Eres tú?"[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]"Si eres tú… hazme un favor…"[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]"Ayúdame…"[/font][/font][/size]
 
[font=Calibri,sans-serif][size=medium][font=Times New Roman,serif]Eso fue lo último que pensó, antes de cerrar los ojos.[/font][/font][/size]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Tenía que ser justamente él, uno de los individuos más inescrupulosos con los que se había cruzado desde su llegada a Hisui. Darai arropó instintivamente a Kiyomi, como si temiera que ella fuera a ser la siguiente presa del pequeño cazador. Aunque habría preferido pasar de sus inquisiciones, no podía darse el lujo de generar más sospechas, pues no dudaba de que Alex se valdría de cualquier muestra de debilidad para situarse en una posición mucho más ventajosa, aun con las evidentes maquinaciones de Kamado que Teach había decidido ignorar. La risilla de Kiyomi al encontrarse atrapada en esa situación le brindó una extraña tranquilidad.[/font]​
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Vino a advertirnos del peligro y casi pierde la vida por ello —contestó con severidad a tal cuestionamiento, no sin un tono de reproche por lo ocurrido con Akari.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Sabía que aquello había sido muy bajo, pero quería sacárselo de encima lo antes posible. Creyó que había cumplido su cometido al ver cómo la mirada de Alex se ensombrecía, sin estar al tanto de que Carrie le había mostrado aquello que se entretejía con el alma de Kiyomi.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Deberías reportarte con Zisu… le darás una tranquilidad después de lo ocurrido —añadió con tono más suave, pero no por ello más considerado.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Y sin darle el tiempo a replicar, se llevó a Kiyomi en brazos hacia el campamento mientras Staravia protegía sus espaldas, sin saber del peligro que acechaba en el lugar menos esperado.[/font]​

 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Capítulo 4 — Darai[/font]​

[font=Verdana,Geneva,sans-serif] [/font]
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Siembra de cardos, cosecha de espinas[/font]​

 
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Tras todo lo ocurrido en esas malditas montañas, para Darai fue una gran tranquilidad que Zisu se mostrara perpleja ante lo que había narrado respecto a Kiyomi. Con todas las historias salvajes que se contaban sobre esta última entre las huestes de Kamado, un mal presagio se hacía mucho más verosímil. Y realmente no tenía motivos para desconfiar del chico, al ignorar lo ocurrido con los guardias de Shinobu; éste se había aprovechado de su amistad para proveer un viaje seguro a su benefactora.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Sólo asegúrate de que no nos cause problemas… y sobre todo, que no vea a Laventon —fue la única condición que la Capitana le impuso, sabiendo que ya estaba permitiendo mucho a alguien que ni siquiera formaba parte de esa expedición; quizá era su forma de no sentirse tan culpable por todas las vidas que se habían perdido desde… su adhesión a la causa de Kamado.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Tranquilo de haber resuelto algo más, al menos por el momento, Darai regresó a su tienda de campaña. Ahí, Kiyomi dormitaba con una sonrisa que se le antojó pícara, como si estuviera llevando a cabo en sueños las más caras de sus fantasías. Le sosegó mucho notar que no había rastros de las heridas que había sufrido durante su posesión, lo que haría el camino de regreso menos tortuoso para su delicado cuerpo.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Ahora queda lo difícil —pensó Darai mientras sentía la tentación de fumarse otro cigarro; sin embargo, desistió de ello para no importunar el descanso de Kiyomi.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Aunque se había asegurado de dejar a merced de los Pokémon salvajes a quienes habían intentado aprovecharse de Shinobu, no podía estar seguro de que fueran los únicos implicados en esa pequeña conspiración. Aún no sabía si había tomado la mejor decisión, pero dadas las circunstancias, parecía ser la opción más segura para ella.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—¿Qué clase de idiota arriesga tanto por alguien que detesta? —masculló con una sonrisa amarga, dado lo irónico de la situación.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Aunque era cierto que lo había hecho más por Koichi que por ella, el verdadero culpable de su predicamento era quien no había estado con ellos esa noche. La intención oculta de Kamado de librarse de cuantos Caídos del Cielo fuera posible en tan peligrosa misión se hacía cada vez más una realidad que no podía ignorar, a riesgo de acabar criando malvas como Rei.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Suspiró pesadamente al recordar lo ocurrido con Akari. Dado lo que le habían explicado, no parecía probable que ésta hubiera sobrevivido a su temeraria maniobra para detener al ronin que les había atacado junto a Koichi. Ella era quien más había sufrido la muerte de Rei, y por esos crueles designios del destino, había su vida había acabado también en servicio del Equipo Galaxia.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]—Si realmente hay algo más allá de la muerte, espero que hayas podido encontrarlo, Akari —le deseó sinceramente, sin poder evitar lamentar ese triste desenlace.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Nada le aseguraba que no les esperara esto en las siguientes horas, durante el trayecto de regreso o incluso al llegar a Jubileo, si Kamado consideraba el fracaso de la misión como motivo suficiente para ordenar la ejecución de alguno de ellos. Y aun si no fuese el caso, su seguridad ahí ya no estaba garantizada por lo que pudiera aportarle con su trabajo, no si el general tenía toda la intención de sacrificar sus vidas con tal de conseguir sus objetivos.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Fue entonces que recordó la parte final de la conversación que tuvo con Adaman durante el Hanami. Dado lo bien informado que estaba de los acontecimientos de la región, no dudaba de que supiese, o al menos sospechara, del tipo de persona que era su par del Equipo Galaxia. Las creencias del Clan Diamante aún le resultaban ajenas, pero su mayor comprensión de los Pokémon le hacía de algún modo sentirse más a gusto que con la masa ignorante que habitaba Jubileo. No era ideal, pero era mejor que vivir entre el escarnio de los pueblerinos y el peligro que representaba Kamado, de quien ni su amistad con Colza o Zisu le podrían salvar.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Pero sí Arezu, si la intención de Adaman de permitirle permanecer en Jubileo había sido la de captar a los Caídos del Cielo descontentos con el general. Aunque se trataba de una jugada muy arriesgada, ejecutada en el momento más adecuado podía rendir excelentes resultados al monarca del Clan Diamante.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Darai volvió a suspirar. No quería desconfiar de Arezu, pues dudaba que fuese totalmente consciente de las maquinaciones de los líderes políticos en Hisui, no podía estar del todo seguro de, no después de todo lo ocurrido. Lo peor era que tampoco podía fiarse de sí mismo, sabiendo que no era indiferente a los encantos de la pelirroja; con todo, parecía mejor opción que ser carne de cañón para Kamado… pero temía que a largo plazo Adaman fuera a hacer exactamente lo mismo, si acaso era lo que convenía a sus planes. Realmente era muy duro ser un peón en medio del choque de individuos con mucho más poder e influencia en la región.[/font]
 
[font=Verdana,Geneva,sans-serif]Tendría todo el viaje de regreso a Jubileo para decidir qué hacer, y mucho más importante, cuándo.[/font]​