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18 May 2021 11:27 AM Palabras -
Capítulo 6
He leído muchas pelotudeces en mi vida, pero el arranque de este capítulo debe estar ahí rankeando entre las mejores. Claramente el resto de pelotudeces también corresponden a tu fic, pero son de las que da gusto haber leído por lo infinitamente huevonas que son. Todavía no logro distinguir si lo del microondas portátil es una joda, una referencia cruzada a Index y a Steins;Gate o el mejor motivo jamás ideado para invocar un Mewtwo. Le re cabió a Gerber pero acá tenemos la mejor historia de origen del gatote.
¡¿Y por qué hacés humor slapstick con Mewtwo?! ¡¿En serio ese va a ser el nivel de comedia ahora?! Oh well, funcionó. No me reí pero imaginate que es como cuando uno no se ríe pero igual pone "lol" o "esquisde" por cortesía y porque un cachitito de gracia sí que le hizo.
Cita:—¿Quién soy yo? No soy más que una mota de polvo en el universo navegando en los mares de la consciencia. Mi vida no es más que una serie de desgracias sucedidas una tras otra, unidas por una relación causa efecto que solo puede ser causa de un creador inconsciente. Ese creador nos dejó a todos en un mundo desolado sin más esperanza que vivir como vagabundos que caminan en busca de la sopa de su vida.
Adoro al Mewtwo forma sociedad.
Cita:
—Ese traje señala una de las obsesiones que tienen los seres pokémon de tener el control de otro ser pokémon. Nos han enseñado a ver el mundo debajo de un lente egoísta que contempla a los demás como meras ilusiones que solo completan a las nuestras, las que persiguen sin motivo.
Posta dice las mismas cosas que empecé a decir yo de chiquito cuando aprendí a hablar.
No, ahora en serio: tu Mewtwo debe ser el personaje más divertido que encontré hasta ahora en tu fic. Es impresionante cómo roba cámara el hijo de puta soltando las pelotudeces que suelta y la forma dramática y melancólica en que lo hace, con su gabardina de película noir de los 50s y todo. Es espectacular (ah re que esa frase la tira siempre Meri).
Y cada vez que sale y dice algo lo imagino con esta musiquita de fondo y este tono:
Parece que es a partir de acá cuando por fin vamos a tener un arco concreto y a las protas persiguiendo un objetivo específico, todo gracias a las maravillas de la extorsión. A ver si podés seguirle el hilo a tu propio plot o si el próximo capítulo va a ser random...
Capítulo 7
Y por ahora no hay mucho rumbo claro. Vemos un poquito de slice of life mientras Denisse investiga para obtener un autógrafo (lo de ocultar la foto es pura fachada), un gag chistoso pero sacado de la galera con un Meowth de Alola y vos queriendo que odiemos a esa fucking Sylveon más de lo que ya la odiábamos desde el primer capítulo. Como no está pasando nada demasiado interesante para mí (cenas de gala, puaj), vamos a algo técnico:
Creo que escribís muy bien y manejás un timing perfecto para los diálogos, pero cuando tenés que mandarte párrafos descriptivos con muchas cosas pasando... te desordenás demasiado. Falta separar un cacho los párrafos, dividir de manera más prolija las oraciones, abusar un cachitín más de las comas. Porque, aunque muchas veces me genera esa sensación de caos que puede servir para personajes de personalidad caótica o estrafalaria, o para momentos que tengan que dejar al lector tan exhausto como quedan los personajes involucrados en la acción, en general solo me formulan un matete en la cabeza que no me permite disfrutar lo que estoy leyendo porque estoy esforzándome por armar el rompecabezas del texto.
Por ejemplo:
Cita:Unos momentos después de que las dos hembras de la familia Flower se hayan ido, un peculiar ser apareció de pronto en medio de la cafetería Spinda, de la misma especie que Arthur Rembad, con la diferencia de que había visto demasiadas caricaturas para niños en sus escasos años de vida. Vestía una especie de gabardina morada de cuello alto que escondía un montón de bolsillos que a su vez ocultaban numerosos artefactos maléficos. No le importó notar las miradas de los asistentes del lugar mientras comenzaba a olisquear la barra y los taburetes hasta que encontró el olor que anduvo buscando todo este tiempo, a base de separar otros que no le interesaban como el de una joven recién iniciando la pubertad y el del perfume de una señora de mediana edad que estaba a punto de llegar a los cuarenta. En el brazo tenía una especie de teclado con una pantalla LCD del tamaño de una pequeña barra que siempre mostraba números en color verde porque era un color de lo más informático. Al acabar de absorber los rastros del líder de los escritores perdidos, aporreó las teclas de su extraño brazalete. Unos cuantos pitidos más tarde, los números verdes se deformaron como plastilina digital hasta formar las mismas letras que pulsaban sus dedos blancos para luego pulsar “enter” lo que hizo que los dígitos recuperaran su forma, que casi de inmediato, volvió a cambiar para mostrar un simple “ok”. Aparte de las teclas normarles de un ordenador, había que mencionar que, en el comunicador del hermano del poeta, existían cuatro teclas adicionales, presionó una de ellas y el aparato lanzó una señal al cielo que luego rebotó en un satélite el cual liberó una pieza de metal que bajó a la tierra.
Solo ver la pila de texto quoteada ya es un dolor para los ojos. Pero si encima leés cosa por cosa... ¡Es más insoportable todavía! Es como ver Matrix pero en velocidad 3.5 con el volumen al palo. Todo lo que amé de la presentación de Mewtwo Poeta Maldito lo detesté de la presentación de Mewtwo Hacker Bebito. Ojalá que no tarde en morir.
Ufff cómo odié este capítulo. Veníamos de una seguidilla excelente (los últimos dos dejaron la vara altísima) pero acá me embolé como no te podés dar una idea. Igual comprendo que estás construyendo a la potencial amenaza para las protas y que había que introducir al otro bando de malos de alguna forma. Pero... fue bastante poco interesante. El otro Mewtwo no es ni la mitad de divertido que el orishinal. Y las chicas rumbeando sin rumbo por la ciudad metiéndose en mercerías y perfumerías no son precisamente algo entretenido de leer para mí. Pero comprendo tus fetiches con la high society. (?)
Capítulo 8
Fuck, este es dos veces más largo que los anteriores. Lo cual significa que, si es bueno, la voy a pasar bomba. Pero si es malo... Posiblemente hasta acá llegue con el comentario de hoy. ¡Mierda! No, quiero llegar al diez para redondear. Bueno, vamos a ponerle todo el entusiasmo del mundo usando el meritruco de imaginar a todos los personajes como gijinkas. A ver si funciona mejor de esa manera.
Acá arrancamos 50/50. Por un lado, una descripción preciosa de la iglesia y una introducción interesante a las religiones bifurcadas de la región. Tiene sentido que los habitantes sean tan superfluos y loliconeros como para preferir a Meloetta por encima del todopoderoso Celebi. Vemos a Vero siendo introducida con... humor slapstick. ¡¿Otra vez?! xD
Cita:
Las historias de Verónica eran como recibir una paliza. Lo único que podías hacer era aguantar con la esperanza de que te deje algo bueno.
¡A mí no me engañás! Después de torturarme con párrafos como los del capítulo anterior, ahora no podés presentar a un personaje cuyo gimmick es hablar tanto hasta por los codos que se vuelve confuso e insoportable. ¡¡PERO SI ES LO MISMO QUE ME SACA DE QUICIO CON ESTE FIC!! AAAAAAGH. Bueno, igual no te niego que me causa cierta gracia y empatía ese tipo de personalidades nerviosas e hipercomunicativas que sienten que se ahogarían en el silencio si dejaran de parlotear por un segundo. Pero definitivamente no disimula los párrafos abusivos que metés en ciertas narraciones sin diálogo.
Hasta que llegamos a la biblia de Arceus, su hijo Mew a upa, la Meloetta danzando alegremente entre las llamas, y toda la advertencia súper dorky pero hilarante de que quemaría todo si se toca una estúpida campana cinco veces. Solo porque... pintó la amenaza cuasi apocalíptica. xD!
Aunque lo mejor de todo definitivamente es:
Cita:Martínsito
JAJAJAJAJA QUE ES ESE NOMBRE JAJAJAJAJAJAJ
Ah, y tenés que dejar de describir a los pokes con tantas vueltas en lugar de decir directamente qué fucking especie son. En lugar de adornar el texto para que se vea más bonito, solo confunde más al lector que intenta descifrar QUE CARAJO ES UN MONO CON COLA DE BROCHA. No existe ningún pokém-- ¡¿SMEARGLE?! ¡¿MONO?!
Es hilarante que vayan a demoler zarpada iglesia para un supermercado. Espero que al menos sea un supermercado de esos gigantescos, porque sino... terrible desperdicio. Aunque yo prefiero comprar ketchup y galletitas que arrodillarme ante estatuas de piedra.
By the way: Festival de Purificación Aria... ¿No podían haber elegido un nombre menos nazi? xD
Cita:Mientras sucedía esta conversación, Martín no dejaba de sollozar por semejante muestra de violencia que veía ante sus ojos. Al caminar hacia atrás, se tropezó, tocando la campana con su cuerpo. Adentro de la estructura de iridio, alguien había puesto un aparato que era una especie de grabadora inmediata con altavoz, que grababa el sonido para reproducirlo tres veces más, dando la impresión que la tocaron tres veces seguidas. Unos instantes después, unas verjas de madera taparon los huecos por donde cualquiera de los dos podía huir de ahí
LOL. Esto sí que fue un buen uso del slapstick. Qué estúpida pero brillante idea la de la grabadora de sonido. ¿Tan estúpidos iban a ser los dioses para no prever que alguien podría usar una cosa semejante? Incluso un Exploud o un Chatot podrían haber replicado el sonido... creo.
Igual te tengo que restar puntos por los chistes escatológicos con el Riolu monaguillo.
Cita:
La victrebell frunció el ceño.
Todo este tiempo pensé que era una Carnivine. ¡¿VES?! Las descripciones por sí mismas no funcionan; tenés que aclarar cuál es el poke porque sino armo mal al gijinka en mi cabeza. (?)
Y a partir de ahí, todo se vuelve oro puro. La pelea contra el fanático religioso medio sectario es hasta ahora la mejor en tu fic, y manejás excepcionalmente el desencadenamiento de los hechos hasta que estalla todo en una swordfight con garras incluidas y biblias que se convierten en armas y en fuego y en lava. Muy infernal todo. Pero además el modo en el que va escalando y en el que Laura se da cuenta de cómo pwnear al dragón te quedó muy claro y muy ordenado. Para ser uno de tus párrafos largos interminables... la verdad es que no sentí ganas de llegar al punto y aparte en ningún momento. Estaba recontra compenetrado con ese combate.
Más slapstick, pero otra vez lo usás bien, porque cierra el círculo karmático del mono que no es mono (¡Es un puto perro! ¡Un beagle!) dándole un final... apropiado, ponele. Aunque no resultó ser el más malo entre los malos.
Al final el Flareon Flower forrito se entera de que su hija la cagó bien cagada, pero se comporta como un magnífico Gendo Ikari para que lo adoremos todavía más.
Y me mató la forma ultra casual en la que describís con tres palabras cómo Denisse se afana las sagradas escrituras casi adelante de las narices de la planta carnívora de especie confusa.
Bueno, debo admitir que este estuvo buenísimo. El humor no estuvo ni en pedo a la altura de los fantasmas mexicanos o del Mewtwo emo/noir/sociedad, pero tuvo un poco de todo lo que hace de tu fic tan divertido de leer, y realmente es una buena muestra de tus habilidades como escritor cuando realmente se te nota compenetrado con la historia que querés contar, más allá del humor random y las situaciones filler de personajes yendo y viniendo de acá para allá para seguir enseñándonos más rincones de la ciudad.
¡Ah! Pero igual lo dejo por hoy. Fallé en mi misión de llegar hasta el 10, pero mi cerebro no puede con más de tres capítulos seguidos de Deseos. En una de esas más tarde me animo a entrarle a otro y edito el post, pero es altamente improbable porque mis siestas son muy largas. (?)
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09 Jun 2021 05:07 PM Palabras -
(Última modificación: 26 Mar 2022 02:57 PM por DoctorSpring.)
Capítulo 30: ليلة صيف بلا نوم (Una Noche de Verano Sin Dormir [1/3])
a
Después de cometer un error tras otro, comenzaba a darse cuenta de que esos pequeños momentos de depresión, luego de haberlo echado todo a perder, eran cada vez más cortos. Al parecer, ya estaba resignada a ser un fracaso. Se escondió dentro del baño porque el ambiente en esa maldita habitación era demasiado agobiante. Esas miradas sobre su cuerpo recordándole que era una inútil eran bastante para aguantar. Mojó su cara en el lavabo. No sabía si era para camuflar sus lágrimas o quería quitarse la pesadumbre de sus emociones. Menos mal que era un domingo por la tarde donde ningún estudiante estaba en la escuela y tenía el baño de hembras para ella sola. No quería que ni mamá Larissa ni mamá Claudia la vieran así. Al escuchar unos pasos mullidos acercándose al baño, pensó en esconderse en uno de los cubículos o salir de manera disimulada sin darle la cara a cualquiera que fuera esa chica, pero ninguno de esos planes pudo hacerse realidad cuando esos ojos de mapache se encontraron con sus ojos llorosos. Ahora que lo recordaba, no había agradecido a Beatriz que hubiese arreglado sus errores.
—Gracias, Beatriz… —dijo Michelle con una voz ahogada.
—¡Dejemos las cosas claras, princesita! —exclamó la zizagoon digiriéndose a uno de los lavabos diseñados para su tamaño—. ¡En primer lugar, si estoy aquí no es por ti, sino porque el señor Excalibur me mandó a preguntarte si estas bien o no! ¡En segundo lugar, si le salvé el culo a Laura es que no voy a permitir que nadie le ponga una mano encima a esa traidora si no soy yo!
—Oh, entiendo. Es un poco… raro que protejas lo mismo que vas a destruir después.
La mapache parpadeó.
—Tampoco es como si quisiera matarla. Solo quiero romperle los huesos. Bueno, a lo que vine ¿Estás bien?
Michelle sonrió.
—Podría estar peor.
I/I
Al despertarse a esa hora cuando faltaban pocas horas para volverse a dormir, sintió entumecido su cuerpo y unas lagrimas cayendo de sus ojos. Al menos las pesadillas no la despertaron esa vez, sino que solo tuvo un sueño intranquilo lleno de visiones borrosas. Desde ahora tendría que acostumbrarse a pasar el día con menos energía de la necesaria. Después de todo, era una psíquica. Lo único que necesitaba era olvidarse de sus propios pensamientos de somnolencia. La parte superior de la litera estaba vacía. Su hermana debió haberse despertado antes. Obligó a su propio llanto a no escaparse de sus ojos. En ese momento, notó que su estomago era una caverna vacía con bastante eco. Esperaba que María podría prepararle una comida que valiera por tres. Antes de que saliera de la habitación, su mirada vagó hasta el libro sobre la mesa de noche. El libro Sagrado de Silem, que estaba abierto boca abajo, aparecía ante su vista como un arcanine agazapándose entre la maleza. No entendía por qué no lo prendió en llamas desde el anterior día. La respuesta era que quería saber más. Era una maldita masoquista a la que le encantaba andar hurgando en sus traumas cual religioso que no dejaba de darse latigazos en la espalda. Esas hojas estaban susurrándole que volviera a pasar su mirada sobre ellas, pese a que le hicieran daño. La única forma de deshacerse de ese impulso era que ese libro desapareciera de la existencia. Usando su telequinesis, agarró la funda de una de sus almohadas y escondió el tomo adentro. Era un escondite estúpido porque sabía dónde encontrarlo, pero al menos era temporal. Iba a quemarlo en cuanto tuviera la mínima oportunidad.
Antes de buscar esa chance, era la hora una cena temprana. Apenas saliendo de su habitación, notó que su hermana tampoco estaba en el pasillo del segundo piso, ni en la sala, ni en el comedor, ni en la cocina y ni en la biblioteca. La mera ausencia de Denisse no le dejaba estar tranquila. Apagó el aire acondicionado porque no dejaba de sudar frío y abrió la puerta principal para que el calor de una antenoche de verano hiciese su mejor esfuerzo por consolarla. Además de la sirvienta de la familia Flower, estaba sola en esa gran casa. Mamá debió haber salido con sus amigas al darse cuenta de que sus hijas estarían todo el día durmiendo. La televisión había mostrado lo inútil que era para distraerla y sentía que cualquier cosa que comiera iba a terminar vomitándola. Ansiaba que su hermana llegara para darle ordenes porque el hecho de no tener nada que hacer le causaba una especie de síndrome de abstinencia. Lo único que podría saciar ese deseo era leer ese libro maldito, porque eso era, un libro maldito que se hacía pasar por uno sagrado. No controló una pulgada de su cuerpo hasta que estaba en la cama con el libro entre sus patas. No sabía si mirar en los preceptos o en las leyendas. Era el típico caso de “elige tu propio veneno”. Después de pensarlo un poco, eligió el segundo. Uno que decía, sin medias tintas, lo siguiente.
“Si encuentras a un creyente del gran genio, incluso en tierra hereje, deberás mostrarle respeto según la jerarquía en la que se encuentren”.
—Menuda patraña… —murmuró Zaira moviendo sus patas de arriba abajo como si estuviera leyendo su diario—. Quemaré este maldito libro de una vez.
Alguien abrió la puerta. Escondió el libro debajo de la almohada. Era Denisse.
—Bienvenida de vuelta, hermana —dijo la meowstic sentándose en el borde de la cama.
—¿Ya despertaste? —preguntó Denisse colocándose a su lado.
—Desde hace rato.
—Te ves aburrida. El siguiente sicario apareció, quizás puede servir para distraerte.
Ordenes que seguir. Zaira sonrió.
—Cuéntamelo todo.
II/I
No le importaba llamar la atención por usar una prenda tan exótica como el burka en un pueblo tan caluroso. Le gustaba que esos herejes se den cuenta de que, entre ellos, estaba una creyente del gran genio, aunque fueran tan ignorantes como para haber oído del único legendario verdadero. Aun si por obvias razones salía poco de esa habitación de azotea que llamaba casa, no había necesidad de prestar tanta atención para notar que la sociedad occidental estaba condenada. Jóvenes pokémon besándose en público, hembras mucho menores que ella meneándole la cola a cualquier macho desubicado; mostrándose a ellos sin más ropa que sus pelajes o sus escamas. Si no fuera porque sería bastante incomodo, no cabría duda de que le darían ganas de vomitar. En la región de Silem, serían obedientes y no se saldrían del lugar que les correspondía. Abandonó la presión que ejercía en la pluma con su mano dominante, haciéndola rodar hasta caer en el suelo de cemento. Ese pequeño piso era el único lugar donde dejaba sus ropas de siempre en el armario. Los ojos de los machos nunca verían esa piel gris, esas caderas que eran delgadas por naturaleza, esos voluptuosos bultos rosados y esa protuberancia en su cabeza. Lo único que llegaba a mostrar eran los dorsos de sus manos, a veces por mero descuido o por necesidad al sostener la bolsa del mandado. De todos modos, ante los ojos de los herejes, el alfabeto silam no significaba nada, como no significó nada para esa gata hasta que fue demasiado tarde. Sus pensamientos fueron destruidos por el golpe de un mazo cuando alguien tocó esa destartalada puerta. A través de la pared, miró el aura del visitante y su contorno le bastó para saber que tenía que vestirse.
—ejdfkdkfdkfdfkdfkdfjkdf —dijo el heliolisk.
No entendía ibérico, pero tampoco lo necesitaba. Le dio un dinero que tenía preparado de antemano, el cual la salamandra recibió de mala gana, arrancándole los billetes de las manos. Cuando pensaba que su casero iba a irse, volvió a extenderle la mano. No eran necesarias más explicaciones. Los dos sabían que una extranjera, sobre todo con ese tipo de costumbres, lo tenía difícil para buscar un lugar donde vivir en un sitio como Villa Celebi. A cada rato le pedía un aumento porque los dos sabían que no podía negarse. Mostró la palma de u su mano, indicándole que espere un rato y no tardó en salir con otro fajo de pokés que el tipo aceptó de buen humor. Suponía que estaba sorprendido de que la torchic de los huevos de oro no dejara de dar por más que le apretaba la tripa para que pusiera más. Las serpientes recorriendo su espalda le decían que en cualquier momento podría estallarle la cabeza a semejante usurero. Ella les insistía en que iba a guardar sus balas. Además, no iba a matar a pokémon que no tuviera que matar. Más temprano había plantado el cactus en la tierra de la casualidad. Más temprano que tarde le saldrían las espinas. Espinas que acabarían clavadas en los cuerpos de esas adolescentes indecentes. Cuando matara a esas tres, frustrando sus intentos de rescatar a su amiguita, apagaría su as y volvería a esperar a que la gata viniera por ella. No hay peor ánimo para pelear que la furia por haber perdido a alguien.
Lo sabía por experiencia.
I/II
La verdad era que no había mucho que contar. Al parecer, mientras estaba dormida, un pokémon desconocido atacó tanto a Michelle como a Laura en medio de Plaza Celebi. Las dos andaban paseando cuando esa criatura extraña apareció. Ahí dejo incapacitada a la glameow mediante un as, sin que Michelle pudiera hacer nada. Al mismo tiempo que escuchaban ciertos detalles de la boca de la brionne, estaban sentadas en el jardín trasero de la casa Flower, ante una de esas lindas mesas de madera para exteriores. A pesar de que la temperatura del pueblo es bastante agradable, el ambiente dentro de sus emociones estaba cerca de los grados bajo cero. Era normal que no estuvieran como en un picnic de muchachas de campo, eso sería ignorar la grave situación en la que se encontraban. Aun así, captaba algo más. Sus orejas temblaban por las sensaciones que flotaban en el aire. No le faltaban ganas de mirar el aura de Michi que sentía que estaba más nerviosa que de costumbre. Desde hace rato que era consciente de que la señorita Granat era una muchacha que los nervios le hacían sudar más de la cuenta, cosa que también sabía su amiga y por eso trataba de disimularlo retirándose el sudor del rostro y secándose las aletas en la falda. Ese segundo tic era involuntario. Si no interrumpía el relato de la subordinada de su hermana, era por mera educación, además de que existía la posibilidad de que solo estuviera exagerando. Después de todo, era normal que le preocupara Lauri. Ella también estaba preocupada pese a que intentaba controlarlo.
—Eso fue lo que pasó, Deni… —murmuró Michelle justo en el momento en que María se acercaba con su taza de té—. Gracias.
—¿Ustedes no quieren nada, señoritas?
—Yo quisiera… —comenzó a decir Zaira.
—¡No, ya puedes irte! —dijo Denisse moviendo su pata, luego le miró—. ¿Qué opinas, Zai?
—Es confuso… —dijo la meowstic—. Creo que no nos está contando las cosas bien ¿Estás segura de que no viste como era?
Michelle movió su cabeza de un lado a otro.
—Llevaba algo morado encima…estaba disfrazada, creo.
«¿Algo morado encima?» pensó Zaira «¿Podría ser…»
—No, no es posible. Debe ser otra cosa.
—¿Qué pasa, Zai? —preguntó Michelle dando un sorbo.
—¿Era una especie de sábana?
—No lo sé, no lo vi bien…. El señor Excalibur pudo reconocer el aura de la sicaria —continuó Michelle provocando que su corazón latiera más rápido—. ¿No puedes hacer lo mismo que hiciste cuando rastreaste a… mi maestra?
—No rastreé a Anastasia. Rastreé al fantasma que la había secuestrado. No sé si pueda hacer lo mismo con los vivos.
—Además, esa habilidad de rastreo es una gran carga para Zaira y gasta mucha energía —recordó Denisse—. No podemos arriesgarnos a dejar a una de nosotras fuera de combate.
—Si es una hembra… una sábana morada encima de su cuerpo. ¿Lo cubría todo?
—No lo sé…
Estaba perdiendo la paciencia. No recibía más que respuestas vagas. La única manera en la que podría tranquilizarse era leer ese libro que aventó dentro de una funda. Si no fuera porque sentía el tacto de la pata de su hermana en su espalda, estuviera corriendo adentro de la casa para perderse en esas páginas llenas de placer y dolor. Si ese toque hubiera sido un poco más abajo, como por la zona lumbar, le causaría una sensación opuesta a lo que quería Denisse que sintiera. El mero hecho de pensar en eso le hacía recordar algo que no quería recordar. Michelle quería dar otro sorbo a su taza cuando escapó de sus aletas por culpa Zaira, que la agarró con su telequinesis y se acabó el té que contenía de un trago. Soltó una exclamación de dolor por lo caliente que estaba ese líquido, dejando caer el recipiente que lo contenía. Al caer encima del césped, la taza de porcelana quedó intacta. Era un alivio; mamá se pondría triste si perdiera una pieza de su valiosa vajilla. Las dos chicas le miraron con la cabeza ladeada por ese extraño comportamiento que, de alguna forma, le hizo sentir mejor. Ese ojo que nadie podía ver, se abrió. El aura de Michi era morada. Eso significaba que estaba tanto enojada como triste. Aparte, era capaz de detectar que esa luz que rodeaba a cada ser vivo apenas era visible en caso, lo que quería decir que retraía sus emociones para no causar sospechas. No había casi rastro del verde que denotaba la ansiedad o el miedo, o sea, en pocas palabras, estaba mintiéndoles a propósito. Ocultaba información que no quería decirles.
—¿Por qué me mientes? —dijo Zaira.
Aunque su expresión no cambió ni una pulgada, su voz connotaba enfado. Michelle vaciló. Denisse solo miraba sin expresión alguna.
—¿Viste mi aura? —preguntó la brionne agarrando el aire porque su taza ya no estaba, luego miró a la casa y alzó la voz—. ¿Me puedes dar más té, por favor?
—¡Enseguida, señorita Granat! —dijo María cargando una tetera de la misma vajilla consigo y dirigiéndose a la mesa.
—Una pausa demasiado conveniente —suspiró Zai apagando su ojo espiritual.
—Estamos discutiendo sobre el último tomo de Amor Confitado que salió la semana pasada —dijo Denisse a su sirvienta—. ¿Lo has leído, María?
—No soy muy aficionada a esos hobbies, señorita Flower. Una disculpa…
Las dos hermanas se miraron.
—Es obvio que Sakura le estaba ocultando información a Kabano-kun —dijo Zaira usando el ardid que le otorgaron—. Una pareja es como un equipo y un equipo no puede funcionar si una de las partes miente, ¿no estás de acuerdo?
—Sakura no estaba mintiendo… solo estaba muy nerviosa. Ah, con dos de azúcar por favor.
—Sakura debería saber que no puede engañar a un psíquico.
—Kabano no usaría sus poderes para invadir la privacidad de otros.
—Entonces, dime, hablemos de otra serie —dijo la psíquica cambiando de tema —. ¿Cómo es que esas serpientes aparecieron en el cuerpo de Akane? ¿Tuvieron que tocarlo para que aparecieran?
—No lo sé… creo que lo van a revelar hasta el siguiente tomo —Michelle se levantó, luego sonrió en señal de disculpa—. Oh, me tengo que ir. Olvidé mi medicina en la casa.
—¡María! ¡Ve a casa de Michelle por su medicina! —dijo Denisse.
—En seguida, señorita Flower.
—¡No, no es necesario que vayas! ¡Las tenía en el bolsillo! —dijo Michi mostrando unas pastillas—. ¡Soy una despistada, discúlpame! ¡De todas maneras, mi madre se preocupa por mí si tardo demasiado en llegar a casa!
—Te acompaño —dijo Zaira levantándose y sonrió de la manera más adorable posible—. Así tus mamás sabrán que estuviste con nosotras y no se preocuparán.
—¡Muchas gracias, Zaira, pero no es necesario! ¡Tengo visita y mi mamá Claudia dice que es de mala educación hacerle esos desaires! —agarró la taza para dar otro sorbo a la manzanilla—. ¡Muchas gracias por el té, adiós!
—Espera…
Deni le dio otro toquecito.
—Esta bien, nos vemos mañana. Cuídate.
—¡Igualmente!
Las dos hermanas se quedaron solas en la mesa mientras miraban salir a la brionne.
—María, puedes irte.
—Con permiso, señorita Flower.
En cuanto la sirvienta volvió a entrar a la casa, Zaira y Denisse soltaron una carcajada.
—¿Qué hiciste, hermana?
—¡Nada grave, Zai! —dijo la eevee sacando unas piezas de plástico de debajo de su banco—. ¡Lo desarmé y le eché el localizador del medidor de cardiaco en el té mientras no miraba!
—¿Cómo hiciste que no se diera cuenta?
—Es bastante pequeño. Bueno, en condiciones normales, el localizador duraría unas ocho horas dentro del cuerpo. Michelle tiene intestino corto y la digestión dura mucho menos. Lo bueno es que lo cubrí con miel y eso nos da más tiempo.
—¿Tiempo para qué?
—¿No te has dado cuenta? —dijo Denisse cambiando su expresión a una mas sería—. No me creo que a estas alturas Michi se haya puesto tan nerviosa como para no recordar nada. Conociéndola, estoy segura de que ni siquiera vio cuando atacaron a Laura y por eso no nos pudo decir ni siquiera la mitad de lo que pasó.
—Eso también lo pensé… pero está el detalle de la cosa morada…
—Se lo habrá contado Beatriz o quizás haya mentido. Si es lo primero, es probable que esa mapache haya salvado a Laura. Después de todo, su As es perfecto para ello. Una brionne promedio pesa unos diecisiete kilogramos y medio, pero Michelle es más pequeña y ha estado perdiendo peso por su enfermedad, quizás podríamos dejarlo en… doce kilogramos. Por otro lado, pese a que las glameow son ligeras, Laura gana masa corporal porque esta preparándose para su evolución. Y eso que no contamos con que la morfología de una foca no sirve para cargar peso, sobre todo en tierra. Además, pese a lo que dije antes, Michi es bastante nerviosa y el estrés de tener que lidiar con una Lauri que no puede caminar por sí misma la haría tener peor coordinación. Si juntamos todo eso… Michelle debería estar igual o peor que Laura.
—¡Oh! —exclamó Zaira con sus ojos brillando.
—Estoy un poco confundida —dijo Denisse bebiéndose el té que dejo Michelle atrás por mera manía—. Por un lado, Michelle es una imbécil por abandonar a una subordinada, pero por otro, entonces no tendríamos su ayuda…—la eevee sacudió su cabeza—. No, Michelle es una imbécil, seguro que piensa enfrentar a la sicaria sola para compensar su error y si todo sale bien, lo hará esta misma noche. Bueno, Zai, ¿puedes aguantar una noche sin dormir? ¿Pese a que mañana tenemos que levantarnos temprano para la escuela?
Zai sonrió.
—No te preocupes, hermana. He estado durmiendo todo el día.
II/II
El olor de la sopa de bayas entraba dentro de sus fosas nasales. La expectativa de una comida caliente tranquilizaba a cualquiera, sobre todo si tenías un montón de serpientes recorriendo tu cuerpo. Era una sensación de cosquilleo a la que tuvo que acostumbrarse con los años. La azotea en la que vivía estaba en la plaza. Si era difícil que la aceptaran en el pueblo, menos probabilidades tendría dentro de uno de esos violentos barrios ni tampoco le interesaba vivir entre animales. Después de todo, si no estaba en su región natal, disfrutando de la protección de un macho que estuviera encima de ella, era por situaciones fuera de su control. Situaciones que desearía que nunca hubieran pasado. Dentro de una reflexión causada por un momento cotidiano, el pomo de la puerta rodo por el suelo hasta sus pies. Un par de fornidos machoke entraron a su departamento a la fuerza y se dirigieron hacia ella a un paso pesado. La primera reacción que tuvo fue buscar cualquier cosa para cubrirse. Aunque quizás debería preocuparse más por su integridad física, lo único que le importaba era el destino de su alma. Antes de que pudiera arrancar las cortinas de la ventana, uno de los matones le agarró del cuello y la golpeó contra la pared. El otro matón soltó una carcajada mientras cerraba la puerta con discreción.
—¡Oskslsksldksdlsdk! —exclamó el primero—. Dskoddlksdlksdkls.
—Ssasasasda —respondió el segundo mostrando todos los dientes en su risa—. ¡Ssdsdsda!
Sin apretar ni demasiado fuerte ni demasiado débil, ese macho la apresaba mientras su cómplice buscaba en la pequeña habitación. Era obvio porqué estaban aquí. Ese maldito hereje tuvo la idea de que, si su inquilina era capaz de darle cada aumento que pedía, debía tener mucho dinero guardado en algún lado de ese cuchitril. Si no, no veía otra explicación de que alguien decidiera asaltar un piso tan miserable como ese. Las serpientes le recordaron que esperaban órdenes, pero no, no iba a hacer una matanza indiscriminada que pudiera lastimar a Hoopa o malgastar ninguno de sus seis tiros. El pequeño piso no era demasiado grande por lo que encontraron el cajón en el que guardaba el dinero. Eran unos cuantos fajos de billetes grandes porque ganaba por trabajo menos dinero del que gastaba. A cada ocasión que intentaba zafarse, ese tipo se encargaba de decirle que él mandaba, lo que era verdad en todos los casos. No es que le importara el dinero, iba a recibir más cuando acabara con el encargo que estaba haciendo y tenía de sobra para vivir con sobriedad, sino que no podía evitar recordar que esos ojos asquerosos miraban cosas que no debían ver. La mirada del gran genio estaba juzgándole por ese pecado mortal. Un puñetazo en el vientre la mareó por un instante y cayó de rodillas. Los matones se fueron, cargando el cajón entero entre los dos. Al menos tuvieron la consideración de calcular el tiempo de su ataque para que la sopa estuviera lista al terminar. Se echó el agua hirviendo encima por su cuerpo. Su piel gris se tornó colorada en menos de un segundo como si alguien hubiera dejado caer una gota de pintura sobre el cemento y rezó unos cuantos salmos antes de comerse las bayas del suelo mientras lamía el caldo con la lengua. Al acabar, se hizo una ducha con el agua más fría posible, no tanto para aguantar el dolor que merecía, sino que se sentía sucia.
—Oh, gran genio —dijo la medicham secando su piel—. Tu fiel sirviente, Ruzalia, te suplica que le perdones. Aunque ya tienes muchas cosas que perdonarme…
Aunque no era una falta imperdonable, uno de los preceptos de la religión del gran genio era aceptar tu destino. Un precepto que era enseñado por la parábola de la fundación de la ciudad de Mardak. No importaba que tan cruel o que tantos golpes recibieras de la suerte, lo único que podías hacer era aceptarlo, albergando la esperanza que las cosas mejores o rezando para que Hoopa decida compadecerse de ti. Si hubiera aceptado lo que le deparaba la vida, no estaría en esta tierra hereje o no estaría en ninguna parte a excepción de con su creador. Acomodó la puerta del cuarto de azotea lo mejor que pudo antes de echarse a dormir, buscando la posición donde sus quemaduras le recordaran más su penitencia. Cuando el sueño venció al dolor, comenzó a soñar con la ciudad en la que vivía antes de volverse miembro de Las Sombras de la Noche. Una ciudad desértica como el resto de la región de Silem. Unos edificios de arenisca con grabados que recordaban a tiempos pasados. La gran ciudad de Mardak. Una ciudad de la que tuvo que escapar por su terquedad de desobedecer al dios que tenía que obedecer. Antes de que el sueño se fundiese en la oscuridad y se volviese un descanso profundo, pensó en que ni mil ollas de agua hirviendo serían suficiente para mantener al gran genio satisfecho.
III/II
Algunos pensarían que cierta señorita de Candelor estaba demasiado tranquila para estar caminando por los barrios bajos a las dos de la madrugada. En primer lugar, era una mentira. Aunque a simple vista andaba como una muchacha en el campo, por dentro no podía estar más nerviosa. Al menos ese interrogatorio le sirvió para darse cuenta de que trataba de secarse el sudor de las aletas en la falda cada vez que estaba ansiosa, pero no le sirvió para dejar de hacerlo, solo que con un poco más de disimulo. En segundo lugar, una vez que una sabía lo que tenía que hacer y pensaba en ciertos momentos de su vida como si esta fuera una lista de tareas que ibas a marcar con una palomita al lado, comenzabas a centrarse. Sus amigas tenían razón; sabía más de lo que quería decirles. La sicaria era una creyente de la religión del gran genio. Debido a que Beatriz era una chica bastante grosera y tosca, costó un poco sacar algo claro de sus descripciones intercaladas con insultos. Esa sábana azul que cubría su cuerpo, junto a la información de que era una hembra, le bastó para unir los puntos que necesitaba. Atravesaba Plaza Celebi con una mirada de pocos amigos que era perfecta para esconder sus inseguridades. Un diggersby borracho dormía en uno de los bancos de metal de la plazoleta, por la que se iba a los demás barrios de Villa Celebi. Esperaba no tener que entrar en ninguno de ellos, pero también estaba dispuesta a hacerlo. Además del señor en situación precaria, no había nadie más. Si en North Marine Star solo había uno que otro creyente de la religión del gran genio, estaba segura de que en Villa Celebi esa cifra era menor y una pokémon diferente como ella llamaría la atención.
—Por lo que me dijo Beatriz, debe ser una pokémon bípeda —murmuró Michelle sin detenerse—. ¿Quizás un machoke o un machamp? No, debe ser alguien más delgada.
Aún estaba murmurando dentro de sí cuando encontró la entrada de un bar. A través de la puerta de madera desvencijada, escuchaba los ecos de los lamentos de un instrumento de cuerda que sufría una agonía cuya única cura sería la muerte. Al lado de la entrada, un letrero despintado anunciaba “Las Flores de Noelia”. Era un nombre bastante “chick” para un local de mala muerte. En las películas, ese tipo de lugares eran idóneos para conseguir información y esperaba que no funcionara demasiado diferente en la vida real. No es que fuera una de esas chicas mimadas a la que les daba sarpullido ante cualquier incomodidad, pero todavía tenía instinto de supervivencia. Abandonando esos pensamientos innecesarios, entró. Un chirrido echó por tierra sus esfuerzos de ser sutil. Al menos, como era de esperar de criaturas que bebían en la madrugada de un domingo, la mayoría de respetables comensales estaban dormidos o muy borrachos para darse cuenta de que existían. Un raticate gordinflón tocaba, o más bien, torturaba un violín en el escenario. Antes de que pudiera perder la esperanza de que alguien estuviera en el mundo de los vivos, se encontró con los ojos de una chica cansada, pero cuerda, detrás de la barra.
Se sentó en uno de los taburetes.
—Ya sabía yo que estos desvelos me iban a hacer mal —dijo una bellossom con los parpados cansados—. Ando alucinando….
—No soy una alucinación… —dijo la brionne sonrojada.
—¿Cuántos años tienes? —preguntó la bartender.
Michelle frunció el ceño.
—¿Acaso eso importa?
La tipo planta soltó una risilla.
—Eso mismo les decía a los machos en mis buenos tiempos, pero de una manera… un poco más encantadora —volteó a otro lado mientras suspiraba—. Ahorita ya me ando marchitando, pero siempre hay uno que otro que esta muy desesperado para… en fin —volvió a mirarle—. Me llamo Noelia, mucho gusto. Siempre es refrescante ver entrar a alguien que no sea un borracho acá.
—Yo soy… Michelle.
—Mira, Michelle. Tienes suerte de que no sea sábado o viernes porque no me sales viva de acá. Si a veces a mi me cuesta alejar a babosos, no hay ni esperanzas contigo.
—¡No soy una damisela en apuros! ¡Sé defenderme!
—Eso dicen todas las hembras que conozco y casi ninguna acabó bien. Ya sabes…
—No, no sé.
—Ni quieres saberlo. Ojalá yo no lo hubiera sabido… pero bueno, ¿Quieres un trago?
—¡No, no gracias!
—¡Anda, no seas una agarrada! —dijo Noelia escarbando debajo de la barra; sacó una botella de un vodka cristalino—. Solo por ser tú no te voy a dar la misma mierda que le doy a estos tipos. No quiero enterarme luego de que estas en el hospital por mi culpa.
A pesar de su insistencia, dos vasos con hielo fueron servidos frente a ella. Dio unos traguitos por cortesía.
—Necesito que me digas algo sobre cierta hembra que debería vivir por aquí —dijo la brionne disimulando una mueca de desagrado.
—Quienes me preguntan eso suelen ser machos desesperados, pero no creo que sea tu caso. Anda, dime y yo te contesto, si es que sé algo.
—Estoy buscando a una chica que siempre va tapada de pies a cabeza con una sábana azul. No sé si conozca sobre la religión del gran genio….
—He escuchado de alguien así, aunque no sé si es una hembra.
—¿Al menos sabes si es alguien bípedo?
—Uno me dijo que se parecía a una lampara así que supongo que sí. Algunos hasta dicen que es una fantasma.
—Los fantasmas no son así —dijo Michelle con una seguridad surrealista.
—Sean aranjas o zidras… hay algunos que la vieron entrar en uno de los locales de la plaza y otros la vieron mirando desde el tejado. Da un poco de miedo…
—¿Sabes cual es? —preguntó la brionne dando un trago más.
—Pregunta por el señor Liskton. Es dueño de una ferretería de acá cerca.
—Lo intentaré. Muchas gracias.
—¡Eh, espera! —dijo Noelia deteniéndole antes de que saliera por la puerta—. ¿Te puedo preguntar para que quieres ver a esa criatura? De hembra a hembra.
Michelle sonrió, más nerviosa de lo que le gustaría.
—Unas cuentas pendientes.
II/III
Durante una noche tormentosa, como eran todas sus noches, abrió sus ojos y volvió a la consciencia en medio de la madrugada. No era por las quemaduras que empezaban por uno de sus hombros y bajaban por su espalda en forma de una mancha rosácea que tenía un pésimo aspecto, sino que una punzada en su mente le hizo despertarse por mero instinto. Al mirar su dorso, con la palabra “absorber” en silam, hizo un gesto con la otra mano que sería similar a cambiar la página de un libro y cambió a يشاهد (observar). En ese mismo dorso apareció una especie de pantalla que mostraba lo que miraba una de sus serpientes. Antes de irse a dormir, debió haber gastado una de sus balas en una posición de vigilancia. Asomado desde un contenedor al lado de la puerta trasera de la ferretería donde vivía, apareció la visión de dos chicas, que eran bastante similares a las fotos que le fueron dejadas por ese pokémon desconocido. Una eevee y una meowstic que estaban tan arregladas que no cabía duda de que eran quienes creía que eran. En sus respectivos portes, era capaz de ver que eran muchachas de clase alta, a diferencia de esa desparramada glameow con la que tuvo que lidiar el otro día. Aun así, aunque la hereje se vista de seda, hereje se queda. De cierta manera le alegraba, porque no tendría que asesinar a unas creyentes del gran genio. Los ojos amarillos de esa gata miraron a esa cámara espiritual y en ese momento deshizo a la serpiente por mero instinto. Aun le quedaban cinco balas así que no le dolía en lo absoluto. Ella podría acabar su trabajo con menos de esas.
Así funcionaba su As; Bagdad. Usando el comando تمتص (absorber), podía tocar a cualquier pokémon para usarlo de huésped y en ese momento tendría el mismo número de serpientes arrastrándose por su espalda que las que chupan el aura de su víctima. Aunque dependía de muchos factores, el máximo de serpientes que podía aguantar un ser vivo sin morirse eran siete, lo que le daba seis balas. Cuando gastara todas, esa gata despertaría y no le convendría en ese momento. Cada serpiente solo recibía una orden antes de desaparecer. En pocas palabras, era munición que necesitaba usar de manera sabia. Aparte de los comandos “Absorber” y “Observar”, contaba con la posibilidad de enroscarlas en cualquier sitio. A esas alturas, el dolor le ayudaba a concentrarse más que a distraerse. Un tanto empapada por el sudor, se levantó de la cama. No le molestaba mostrarse desnuda ante otras hembras, pero por ahora no quería ser vista por cierto macho al que iba a darle una visita. Se puso el burka. Otra punzada le hizo volver a revisar el dorso de su mano. Apareció la imagen de una brionne que estaba dispuesta a entrar a la ferretería. Uno de sus objetivos. Le preparaban un ataque por dos flancos distintos. Era verdad lo que dijo Cerati de estas chicas; herejes o no, no podía subestimarlas. Aunque quizás lo que más le preocupaba era que una de ellas pudiera ver el aura y ese pañuelo… no, debían ser imaginaciones suyas.
I/III
Durante unos momentos pensaron que el localizador estaba perdido, pero más tarde que temprano, tanto Michelle como las dos hermanas comenzaron a moverse. Debido a que el alumbrado público no era el mejor en Villa Celebi, la única farola que había en la plaza no dejaba de parpadear y eso ayudaba que las dos chicas observaran la zona desde la oscuridad, solo siendo un poco iluminadas por la pantalla del celular de Denisse. La razón por la que el radar servía en ese tipo de lugares era porque el GPS funcionaba por las señales de los satélites en el cielo y los pandilleros no habían dominado todavía el vandalismo intergaláctico. Mientras la brionne salía de ese bar en el que se metió, pensaban en lo raro que era que una muchacha bien como ella entrara a esos antros de mala muerte. Al parecer estaban en lo cierto: tenían mucha menos información de la que querían. Apenas sabían esa característica vaga de la cosa morada que esperaba que no significara lo que pensaba. Demasiado tenía como para toparse con una hembra que practicaba esa religión. Aun así, si era lo que creía, la peculiaridad de una pokémon con burka debería ser suficiente para encontrar a la sicaria. La señorita Granat caminó hacia un borracho en un banco que le era demasiado familiar.
—Oye, Zai, ¿ese no es el mecánico? —preguntó Denisse en voz baja.
Zaira asintió.
—Sí, es el padre de esa braixen. Esa carrera es lo primero que hicimos juntas…
—Fue divertido por una vez —dijo Deni con cierta gracia. —, pero prefiero no seguir juntándome con esos tipos si no va beneficiarme en nada.
—¿Para qué va a hablar con ese mecánico?
—Espero que sea lo que estoy pensando…
—Señor, señor —dijo la tipo agua dándole toquecitos a esa bola de sebo—. Señor…
El diggersby abrió los ojos.
—Está interrogando a un borracho… —observó Zaira mientras Denisse estaba aguantándose la risa.
—¿Qué pasa? ¿Por qué despiertas a Charlie? Los pokémon no despiertan a Charlie, Charlie los despierta a ellos.
—¿Conoce a un tal señor Liskton? Debería tener una ferretería por acá cerca.
—Espera… —dijo Zai—. Ese tal señor Liskton me suena…
—¿Lo conoces? —preguntó Deni.
—Era un heliolisk, pero no recuerdo donde esta su local. Acompañaba a Asunción a comprar unas cosas en su ferretería.
—Una ferretería, ¿eh? Bueno, no creo que Michi lo descubra nada en claro de ese…
—Ah, sí, sí, Liskton es uno de los amigos del gran Charlie. Nunca podría olvidarlo porque Charile no olvida a sus amigos, sus amigos olvidan a Charlie.
—Oh —murmuró la eevee decepcionada.
—Eso no le deja en buen lugar, señor…. —comentó Michelle por encima.
—Como sea, Charlie conoce donde compra sus herramientas—el grasoso conejo se levantó—. Ayuda a Charlie a levantarse y juntos iremos a buscarla.
Un poco dudosa por obvias razones, Michelle caminó alrededor de ese mecánico, buscando el mejor ángulo para levantarlo. Si tenía problemas para cargar a una gata que tampoco pesaba demasiado, Zaira no podía imaginar que tendría que hacer su amiga para levantar a esa bola de grasa recubierta de pelo. Sospechaba que ni siquiera las cuatro juntas podrían realizar tal hazaña. Mientras tanto, trataba de recordar en cuál de los locales estaba esa dichosa ferretería. La arquitectura de Plaza Celebi era un gran desastre y los edificios de por ahí estaban inmersos en una anarquía que era un insulto a la planificación urbana. Además, por esas épocas, antes de conocer a Denisse, vivía un poco en piloto automático porque no tenía una verdadera razón de ser y por lo mismo no prestaba atención a su entorno. Si no moría era por suponer que algún beneficio debía tener seguir respirando. Charlie lanzó un grito, devolviéndolas a la realidad. Al no poder encontrar una manera factible de cargar a ese semejante mastodonte, Michelle optó por una opción más diplomática de echarle agua en la cara. El problema era que la antigua miembro del club de la lucha no dominaba esa habilidad y el dolor del agua hirviendo despertó al borracho más que el propio chapuzón.
—¡Lo siento, lo siento! —exclamó la chica mientras Charlie caía del banco, dándose de bruces contra el suelo.
—¡Ay! El agua no debería mojar a Charlie, sino que Charlie siempre debe mojar al agua….
—¿Puede levantarse? —dijo Michelle al mismo tiempo que le ofrecía la aleta, muy a su pesar.
—Sí… el taller donde compra Charlie sus herramientas debe estar cerca.
—¿Ya recordaste donde esta, Zai? —preguntó Denisse a su oído.
—No tengo la menor idea, solo sé que está en la plaza.
—Deberíamos seguirlos e intentar entrar primero.
—Si salimos a la plaza nos va ver, somos los únicas que estamos aquí.
—Y si uso el placaje eléctrico para moverme, voy a hacer mucho ruido…. oye, tengo una idea.
Después de acercarse a una de las paredes del callejón, sacó sus esferas de metal y usando su psicoquinesia, las acomodó para crear una estrecha escalera. Las puntas de las patas de su hermana cambiaron a una forma un poco más alargada y amarillenta. Estaba usando Earth, Wind and Fire para usar el Jolteon Mode en una parte especifica de su morfología. Con sus almohadillas electrificadas, comenzó a subir por esos improvisados escalones como si tuviera el poder de cambiar la dirección de la gravedad. No tenía suficientes esferas para conseguir la longitud deseada y tuvo que construir un trecho al momento. Cuando Denisse estaba en el tejado, desactivó su habilidad y convirtió sus extremidades en las de un espeon para saltar de edificio a edificio. Al haber dominado su As de manera más precisa y con ayuda de ciertas modificaciones en el aparato que transformaba su ADN, el poder cambiar su anatomía más específicamente le permitía dosificar la energía que usaba. A la vez que avanzaba, le hacía señales a ella para que se moviera en silencio. Señales que Zaira podía ver con claridad gracias a su buena visión. Se movía por los callejones, abriendo su tercer ojo de vez en cuando para ubicar a la pareja gracias al contorno de sus auras. A lo mejor estaba arriesgándose bastante metiéndose en callejones que no conocía ni por asomo, pero confiaba en que cualquier problema que se topara lo podría solucionar. Ahora que recordaba, por fortuna, esa local tenia una puerta trasera que se veía detrás del vendedor, la que encontró con facilidad al lado de un basurero. Cuando volvió a buscar a quienes perseguía, vio algo raro. Adentro de ese contenedor metálico, que estaba hasta arriba de bolsas de basura, captó una especie de halo de luz morado que desapareció cuando Zaira lo notó por el rabillo del ojo. Alguien se escondía ahí y no era posible que lo siguiera haciendo porque lo debería poder seguir viendo a través del metal verduzco. Existían dos posibilidades; o se lo imaginó o quien sea que fuera se habría teletransportado a otro lado. Si era la segunda, era bastante probable que ya estuviera enterada la sicaria de que estaban ahí. Agarró una de las esferas y golpeó una esquina del tejado. Estaba el riesgo de que Michelle se diese cuenta de que algo le seguía, pero quizás podían caer en uno peor si no avisaba a su hermana. Denisse aterrizó a su lado y aunque estaba convertida en una espeon cuando cayó, recibió una mirada de reproche de parte de una eevee.
—¿¡Que te pasa, Zai!? ¡Nos van a descubrir!
—Hermana, es posible que la sicaria ya nos haya visto.
—¿Qué?
—Vi una luz…bueno, esa es la puerta trasera de la ferretería. Podemos entrar por ahí o quedarnos atrás para asegurarnos de que no escape mientras Michelle se encarga.
—Cualquier opción está bien —dijo Deni ladeando la cabeza— Tampoco quiero robarle la presa a Michi, pero… ¿Sabes qué? ¡Hay que robársela por mentirosa!
—Sí, vamos.
La puerta no se movió. El pomo ni siquiera giró un centímetro.
—¿Por qué no abres la puerta, Zai?
—No se mueve.
—Déjame ver.
Nada.
—¡Vamos a la puerta delantera!
III/II
Ese edificio donde debería estar la sicaria no tenía nada de especial. Uno de los locales de los muchos que había en Villa Celebi. Encima de la puerta, estaba un letrero de metal contrachapado que mostraban las palabras “Fereteria” pintadas con unos manchurrones blancos. Era fácil de notar que habían sido repintadas varias veces para que el importante mensaje no acabara perdiéndose. Al lado, veía un buzón, hecho del mismo material que la señal que estaba colgada en la fachada. Era hora de atacar. Aprovechando sus nervios, activó la principal habilidad de Famous Blue Raincoat; convirtió su sudor en una armadura medieval hecha de hielo que cubría todo su cuerpo. Si bien solo los estúpidos entraban por la puerta delantera, no encontraba otra forma de acceder así que tenía que confiar en que el sigilo le ayudaría a pasar desapercibida. El pomo de la puerta no estaba asegurado y pudo entrar sin esfuerzo, lo que la hizo comenzar a sospechar. Detrás de un mostrador rudimentario, estaba un tablero con varias herramientas que el dueño del negocio necesitaba vender pese a lo oxidadas que estaban y una puerta de metal que debía dar a un almacén. Ese polvo que flotaba en el aire hacía que le dieran ganas de estornudar. En una esquina, había una lampara cubierta con una manta azul marino. Antes de que pudiera reaccionar, ese mueble cobró vida propia y corrió hacia ella sosteniendo un martillo en una de sus manos. En el último momento, lanzó un chorro de agua que le impulsó para atrás, siendo el objetivo del ataque la pared de atras. Ahora que tenía la oportunidad de prestar más atención, veía apenas la figura de unos ojos detrás de esa rejilla negra. Esa noche no había dormido nada buscando información sobre esa prenda. Esa rejilla le permitía ver a las hembras unos cuantos metros por delante, sin ningún tipo de visión periférica. Si aprovechaba esa imperfección, podría ganar y golpearle en el costado. Su aleta trasera también estaba cubierta por una fina capa de hielo que le permitía moverse con más libertad. Dio un giro digno de una patinadora profesional o al menos ese es el ademán que hizo para engañar a su atacante. El martillo golpeó en su peto, lo que, como esperaba, no hizo ninguna grieta. Le dio un gancho lateral en la mandíbula, tan potente que escuchó como quebraban sus huesos. La hembra cayó en el suelo con un sonido sordo.
—Espera… ¿gané?
Había sido tan fácil que no se lo creía. Le levantó el burka para verle el rostro a la sicaria. En efecto, había sido demasiado fácil. Sus ojos se toparon con los de un desesperado heliolisk. Unas gotas gordas de sudor bajaban por su cara mientras una fuerza invisible apretaba su cuello. Una lampara estaba atada encima de su cabeza. Ese señor estaba siendo estrangulado frente a ella por algo que ni siquiera podía ver. Le bajo otra vez el burka porque le ponían nerviosos esos ojos saltones. Al desaparecer esa fachada de justiciera, un golpe en la puerta le hizo voltearse y por mero instinto respondió al puñetazo que venía sobre ella con otro puñetazo. Un crujido vino acompañado de un inmenso dolor en su aleta izquierda que acabó sacudiéndose de lado a lado como si se hubiera desinflado. Los pedazos de armadura que cubrían su extremidad cayeron para después derretirse. Antes de que siquiera su cerebro captara quien era su atacante, dio un giro para escapar del alcance de quien estuvo a punto de matarla y en ese momento, la vio. Una pokémon de piel gris con una quemadura que cubría gran parte de su hombro y que le miraba con un porte encorvado, a la defensiva. Era de esas hembras que caminaban sobre la fina línea (nunca mejor dicho) entre ser esbeltas o estar famélicas. Sus costillas se le resaltaban en el vientre. Unas ojeras apenas visibles decoraban unos ojos de cervatilla asustada. Si ese golpe no le hubiera dejado la aleta rota, añadiría que era bastante adorable y si no fuera porque volteó, ese puñetazo podría haberla atravesado de lado a lado.
—¡Tú eres la sicaria! ¿¡Te parece bien haber involucrado a un inocente!?
La sicaria no respondió, sino que le atacó con la palma abierta sin que pudiera reaccionar, golpeándole en el peto de la armadura y la armadura se rompió en miles de pedazos sin que eso causase que Michelle retrocediera. Era como si la energía del golpe fuera dirigida de una manera específica. La medicham combinó el palmeo con un gancho alto dirigido a su nariz. Afortunadamente, pudo desviarle la mano con la aleta derecha antes de que golpe llegara a su destino e intentó agarrar un poco de distancia para pensar en un contraataque, sin que la sicaria le diera mucha oportunidad. Denisse había tenido razón aquella vez. Si no había logrado evitar el Palmeo, era porque estaba demasiado acostumbrada a empezar con la izquierda ¿A lo mejor lo había hecho a propósito para incapacitarla de esa manera? Con el margen de apenas dos segundos, esquivó un martillazo que le destrozaría la nuca si le hubiera dado. El señor Liskton estaba recuperado, con el velo cubriendo sus ojos y dispuesto a dar la batalla por su controladora quien apretaba el puño para preparar otro ataque. Pese a ser rápida, notaba que sus puños estaban telegrafiados, o, en otras palabras, apuntaba de forma bastante notoria antes de atacar. La cuestión no era adivinar donde iba a golpear sino como iba a evitarlo y con una extremidad menos era más difícil de lo que una podría pensar. El siguiente era un golpe lateral en la sien. Ahora que podía manipular que forma adoptaba el agua al congelarse alrededor de su cuerpo, tuvo la idea de crear una pequeña bola de pinchos. Ese cambio agarró desprevenido a la sicaria, que, pese a que pudo destrozarla, su mano se resintió cuando las espinas de hielo se la rasgaron.
Aunque sentía ganas de alegrarse por esa pequeña victoria, la sicaria quiso demostrarle que eso solo había sido un descuido y que tenía un as bajo la manga. Apuntó su palma herida al señor Liskton, que estaba sacudiéndose en un mismo sitio como resistiéndose del control mental, y con el gesto de cambiar de foto mientras estabas en la galería de tu celular, apretó esa cuerda invisible que rodeaba el cuello del heliolisk. La salamandra gruñó, corriendo hacia ella a la vez que apretaba su martillo. La medicham iba por detrás. La sicaria planeaba usar a su rehén de escudo. La ferretería no era demasiado grande por lo que el espacio en el que peleaban era un poco pequeño. Ya no tenía ni la armadura ni su aleta trasera congelada, lo que significaba menos movilidad. Sin más tiempo para seguir pensando, recordó una técnica que no había usado desde hace rato, usando su aleta trasera como resorte para saltar encima de la medicham. Una habilidad que no usaba demasiado porque desgastaba un poco sus músculos. Cuando su sombra cubrió la cara de la sicaria, juntó sus aletas para formar un martillo con la intención de estrellarla contra el suelo. En un segundo, su enemiga pudo reaccionar, usando a Liskton de escalón y dando un salto para estar a su altura. Ya era demasiado tarde para cambiar de ataque. Vio como una cuerda invisible apretaba los músculos de una de esas delgadas piernas que iba directa a su cara; una patada de salto alto. En un movimiento desesperado, Michelle le lanzó un chorro de agua caliente, que solo agregó más quemaduras a su cuerpo sin hacerla inmutar. Un presentimiento le decía que no iba a sobrevivir a esa patada. De pronto, apuntó su nariz al techo y la presión de otro escaldar involuntario la bajó al suelo en el momento exacto en el que sintió como el pie de la medicham cortaba el aire a unos centímetros. Sintió un dolor en su espalda cuando chocó contra el piso de madera, pero menos del que sentiría si le reventaran la cabeza. Unos segundos después, la medicham también cayó, golpeándose en su hombro quemado.
—Te tengo —dijo Michelle congelando su aleta buena—. ¡Libera al señor Liskton y pelea conmigo! ¡No metas a inocentes en esto!
II/IV
A la primera serpiente le ordenó que vigilara la puerta trasera de la ferretería. A la segunda serpiente le indicó que apretara el cuello del señor Liskton, que, aunque a simple vista pareciera que lo controlaba, solo estaba actuando por mera desesperación de sentirse asfixiado por algo que no podía comprender ni podía ver. A la tercera y a la cuarta las uso para bloquear la puerta trasera y delantera, esta última mientras la niña intentaba lidiar con el heliolisk. Ahora, que había usado las serpientes que le quedaban en tratar de darle el golpe final a su objetivo, estaba rodeada por esa mocosa que le gritaba cosas que ni entendía ni le interesaba entender. En cuanto Ruzalia se levantó tan rápido como pudo, esa chica, que debía llamarse Michelle si sus datos no le fallaban, corrió hacia ella para tratar de golpearla o al menos eso es lo que pensó. Agarró a su casero por el cuello y apretó el velo que cubrían sus ojos al mismo tiempo que le seguía gritando en su lengua hereje. Sabía lo que pretendía. Obligarla a cometer otro pecado mortal frente a los ojos del gran genio. Esa muchacha, que sabía esos detalles sobre su cultura, estaba tan nerviosa que no pensaba en la posibilidad de que hablaran idiomas diferentes. Una parte de ella sentía lastima por no poder comunicarse. Entendía, más o menos, que amenazaba con descubrirle la vista si se acercaba. Si fuera otra pokémon, podría matar a Liskton para deshacerse del problema, pero le había jurado al gran genio que no haría más matanzas innecesarias. Aunque claro, su objetivo desconocía ese dato. Abrió la mano para apuntar su palma al cuello de su rehén, apretando más su cuello. Otro de los pecados mortales por el gran genio era obedecer a los herejes. La chica tembló y volvió a gritarle, haciéndole sonreír un poco.
«No tiene ni idea de lo que esta haciendo ni que es lo que amenaza al cuello del casero. Aun así, estamos en un punto muerto por mi incompetencia. Lo único que me queda es la serpiente que mantiene a Laura en el séptimo sueño y todavía no me conviene deshacer mi As sobre ella. No quiero que aparezcan visitas repentinas. La única manera que tengo de obtener más munición es tocar al menos por tres segundos a cualquier ser vivo. Quizás deba retirarme, pero eso puede provocar que le quite el velo y ya sería pecado si me ve la espalda desnuda»
Un punto muerto. Si no fuera por esa distracción de antes, podría haber atravesado de lado a lado a su objetivo con un solo golpe y destrozado su corazón, pese a la armadura. Usando el comando برغي في (enroscar), haciendo que una serpiente apretara los músculos de su brazo, hubiera sido posible asesinarla mientras estaba ocupada. Ahora que lo pensaba, el sonido de la puerta que ocasionó que fallara en acertar el golpe, debió haber sido causado por alguien más. O sea, las otras chicas estaban afuera de la ferretería, quizás buscando su oportunidad para entrar y ayudar a Michelle. Quizás podría usar eso a su favor, causar una conmoción o… ese pañuelo. Ese maldito pañuelo que llevaba esa meowstic le daba malos recuerdos. Era imposible que fuera el mismo que aparecía en sus pesadillas más oscuras, pero estaba segura de que era del mismo tipo; un shemagh. Era una especie de bufanda para el desierto, que te protegía del sol o de las tormentas de arena. Claro, existían diferencias entre el calor de la costa y el calor de las dunas. Era raro ver ese tipo de prendas en la playa, más en alguien tan joven. Además, Zaira (o Zira) significaba floreciente o luminosa en silam. Sí, existía la posibilidad de que esa mocosa tuviera un sentido de la moda raro y que a su madre le gustaban los nombres extranjeros, pero tenía que intentarlo. Alzó las manos y comenzó a gritar en el idioma que solo ella sabía, porque no necesitaba saber ninguno más.
Ω
Aunque eran las altas horas de la madrugada, no podía dormir y escapó de casa sin siquiera haber pensado a donde ir. Sus patas acabaron en la pequeña habitación donde escondieron a la gata traidora, que seguía durmiendo sin miedo a nada ¿Cuál era el plan de esa sicaria, dejando al futuro objetivo de sus palizas de esa manera? En realidad, lo sabía. Quería matar a las otras chicas primero para darle una razón a Laura para pelear, pese a que no tuviera ninguna oportunidad de ganar. Así era de hipócrita; abandonaba a sus amigas a la primera de cambio para irse con otro grupito al que prometerle lo mismo, al que seguramente abandonara si encuentra otra oportunidad. Desenvolvió un caramelo de dos colores y se lo llevó a la boca, chupándolo para tranquilizarse. Esa era la única manera en la que podía calmar sus nervios.
MostrarEsconder Dices que mal casada, que mal herida. Eso no cambia nada, fruta prohibida
Actualización del indice de personajes: Sección de Las Sombras de la Noche: Séptimo sicario
Uff, me tardé un poco más, pero creo que valió la pena. Muchas gracias por su paciencia. Ahora, los comentarios:
Nemu: Usted va primero, señor Nemu, como siempre. Yo creo que estas chicas ya se pasaron el juego de la mala suerte. Muchas gracias por seguir leyendo.
@Nemuresu
Meri: Confusión. Supongo que es mejor que el comentario donde me forreaste, así que lo voy a tomar como bueno. Sí, la historia cambió tanto que hasta he pensado en dejarla para comenzar de nuevo, pero ya prefiero seguirle como esta. Entiendo la razón por la que te parece repetitivo, pero me parece que he estado aprovechando esta checklist para desarrollar a los personajes desde distintos ángulos. Después de este arco, solo queda dos más con esta formulación y pienso darles un giro de tuerca para que no se sientan repetitivos. A la vez, entiendo que dices que no deberían querer matar a los sicarios, pero supongo que se les fue de las manos. Aunque pensándolo de manera fría, ¿Cuál es la otra posibilidad? ¿Encerrarlos en una cárcel de la que podrán salir fácilmente con sus habilidades? Igual tampoco estoy diciendo que lo hayan pensado de manera racional, solo es una pequeña reflexión. Es fácil ver lo incongruente de estas acciones si lo ves de manera racional, pero son adolescentes y la racionalidad como que no les va. Igual voy a intentar evitar estas formulaciones en el tercer arco. Y Sí, era mi intención hacer un pueblo entero.
Espero que tengas paciencia para seguir leyendo y muchas gracias por la que has tenido hasta ahora.
@Velvet
Kiwi: Me alegro de que te haya gustado, pero a la vez me dejas con ese sentimiento de que tengo que mantener las expectativas. Desde hace rato que pensaba en este arco y lo quiero hacer lo mejor posible. Sobre si preguntas sobre si Deni es psicópata y la ablande o si era así de blanda del inicio, más bien es lo segundo, además de que le cuesta mostrar emociones porque para ella es un signo de debilidad.
Pero bueno, gracias, de verdad.
@"Wirserker"
Tommy: Gracias por seguir arriesgando tus valiosas neuronas. La verdad es que tampoco tenía pensado dar risa con esa comedia slapstick. Me alegro de que te esté gustando el rumbo que lleva la historia y sí, los párrafos son una mala costumbre. Pero me causa gracia.
@Tommy
Luna. Luna lunera, luna velera. En primer lugar, muchas gracias por comentar mi fic y bienvenida a esta locura. Voy a responder uno a uno tus puntos.
1) La razón por la que no insistí en eso es que la historia no va mucho por ahí y no quería desviarme demasiado, pero si veremos mucho los contrastes entre Villa Celebi y North Marine Star más adelante. Si tu queja es más sobre el protagonismo de Laura, más adelante lo tendrá. No te preocupes.
2) Sobre lo de la especie de King, sí, me confundí unas cuantas veces, tienes razón. Sobre la conclusión de la trama. En el segundo capítulo se dice que escaparon de ahí y sobre olvidarlo con tranquilidad, creo que subestimas a las dos protagonistas. Laura es una pokémon que esta acostumbrada a lidiar con diferentes cosas por ser de los barrios bajos y a Denisse le cuesta sentir empatía al menos que ese pokémon este muy unido a ella. Lo de la violación, la verdad tienes razón. En ese momento me parecía una buena forma de empezar, pero no lo haría de nuevo. Sobre Lady, si use tanto el color morado como rosa es porque sus ojos en su versión shiny tienen un intermedio de esos colores y de que puede derrotar a King, creo que va con lo que dices en el punto tres. Sí, Lady es una sylveon, pero en mi universo, eso no significa que necesariamente sabe pelear. Es una niña mimada que vive en una parte del pueblo que es segura, no se va molestar en aprender movimientos fuertes ni da por el estilo. Yo soy un adulto y no sabría defenderme de alguien así porque simplemente no me he entrenado para pelear ni sé pelear. Es eso mismo, pero en pokémon. Además, como tú dices, King es grande y pesado y por eso mismo tiene más fuerza física que ella. No podía escapar porque no sabía ningún ataque. Además, King no habría mostrado sus verdaderos colores hasta que fuera demasiado tarde. Sobre lo de King, sí, es un imbécil que se cree protegido por sus tradiciones.
3) Tienes razón, pero sencillamente me da igual. Así es como me gusta escribir las historias y es una peculiaridad que vas a tener que aceptar un poco. Aun así, intento aprovechar características de los pokés para que la historia sea entretenida.
4) Otra vez subestimando a mis personajes. Laura no es una niña cualquiera. Ella puede aguantar eso y más. Lo que sí que tienes razón es que es raro que siga a Denisse. Eso tiene un motivo que se lee entre líneas; es demasiado leal para su bien. Sigue leyendo.
Ahora, visto esto, no creas que estoy enojado ni nada por el estilo. Me encantó tu comentario.
Sobre el segundo capítulo, tienes razón, quería poner placar de placaje, pero soy imbécil y me confundí. Lady sigue tratando mal a las dos chicas porque es así de orgullosa e hija de puta, además de que su modo de olvidar ese enfrentamiento es estar como si nada y seguir siendo así. Nunca he mencionado directamente porque no llamaron la policía, pero básicamente es para no hacer un escándalo. Y sí, en mi lógica pensé que el caso de Elektra era diferente porque es beca deportiva, la que tiene otras implicaciones que la beca académica. Es un poco flojo así que mea culpa. Sobre los personajes; Elektra y Sansa están hechas así, pero es a propósito porque no quería que esos personajes destacasen demasiado y sí, Anastasia es una mala maestra a posta para que la situación fuese ridícula y surreal ya que la propia existencia del club de la pelea lo era. Ni siquiera es un arte marcial especifico, solo dense la madre y ya está.
@"Lunarium"
Eso sería todo por ahora. Muchas gracias a todo por leer, no merezco que nadie lea esta mezcla de moe y depresión.
Saludanza.
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18 Jun 2021 09:55 AM Palabras -
Hoy me levanté a las 9 de la mañana y lo primero que pensé es “vamos a sacrificar la mañana del viernes a los dioses de la cueva para que me den buena suerte. Anoté a 6 personas que tenía ganas de leer hoy. Vos sos el primero.
Este es el primer comentario que te dejo después de la releída que le pegué la otra vez, y madre mía Willy que se nota la diferencia. Y madre mía que me voy a triggerear cuando exactamente 207 palabras después ya leí “ZIZAGOON” y me empecé a clavar las uñas en las manos.
Vamos al capítulo. Para nada me esperaba que de golpe esto se transformara en Sherlock Holmes en sus aventuras por Arabia, pero de alguna forma el mini-arco de la 7ma es eso. Me quedé un poco a medias con el ambiente prostibulario pero man que si se me hizo interesante. Te doy un millón de puntos a favor por haber traducido en la historia las palabras en árabe o lo que carajo sea ese idioma. Estoy sentada en la compu (CON 6 GRADOS ASI QUE DAME LAS GRACIAS ahre), pero no sabes lo molesto que habría sido si hubiera estado en el teléfono y hubiera tenido que andar copiando y pegando cada palabrita en árabe para moverla en el traductor porque el escritor es demasiado cool para poner lo que significa al lado. Tal y como lo hiciste acá, te quedó perfecto.
Todo el cap funcionó como una especie de novela de misterio, por eso lo de Sherlock Holmes: el libro medio grimorio raro, la Brionne investigando, la antagonista emparejada con todo el ambiente extranjero, y el punto más alto del capítulo y que me pareció brillante, la escena del té. Impresionante como manejaste el doble sentido de la escena, preocupándote no solamente por el contexto, sino por el punto de vista de cada uno de los personajes al frente de la conversación para que una no lo entienda pero las otras sí, a la vez que permitías que el lector entendiera perfectamente lo que estaba queriendo decir. Una escena que con solamente pensar como la armarías en la cabeza, te imaginás que va a ser una confusión total y que no vas a entender nada, pero que de alguna forma la lograste de una manera muy sencilla. Sumale a eso a Denisse siendo fucking Sherlock Holmes haciéndole que se trague un microchip o lo que era para que le funcione como GPS y la verdad es que me quedé más que sorprendida con todo lo que lograste en una sola escena.
No sé cuantas palabras tiene este capítulo, me imagino que 7-8 o algo así restando los comentarios y el contador de palabras del foro haciendo estupideces, pero se me pasó volando. A lo mejor también tiene que ver con el hecho de que la última vez que me pasé por esta historia me leí como 13 capítulos o algo así y casi se me derrite el cerebro.
Me quedo esperando la segunda parte.
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17 Jul 2021 04:26 PM Palabras -
(Última modificación: 10 Dec 2021 07:36 PM por DoctorSpring.)
Capítulo 30: ليلة صيف بلا نوم (Una Noche de Verano Sin Dormir [2/3])
I
Aunque no sabía cuál era la hora exacta, debido a que cualquier rastro de azul en el cielo había desaparecido desde hace rato, era capaz de deducir que estaban en lo más profundo de la madrugada. Sea como sea, mientras su hermana le cubría la espalda e intentaba abrir la puerta delantera de la ferretería del señor Liskton, su corazón estaba demasiado alterado como para sentir ninguna clase de cansancio, aun si hubieran pasado cuatro amaneceres. Tampoco le sorprendió el darse cuenta de que la puerta se encontraba cerrada, exactamente de la misma manera que la trasera. Si no podían entrar, no era por un simple pestillo sino algo más que causaba que el pomo no se moviera ni una pulgada de su sitio. Sin que su hermana tuviera que pedírselo, abrió su tercer ojo. Una serpiente rosada estaba enroscada alrededor de ese pomo que apenas lograba sostenerse en el metal contrachapado. Aun así, logró ver lo que demandaba más su atención.
Desde que comenzaron a acercarse a la puerta, estaban escuchando los ruidos una confrontación. Esos mismos sonidos que eran amortiguados por capas de concreto con acero. Debido a que la energía podía verse detrás de paredes, era capaz de verlo a través de las auras de los participantes en el enfrentamiento. Era sencillamente hermoso, como si fuera una especie de baile interestelar de dos estrellas que querían enamorarse. Era tan bonito que casi olvidó que esas luces emanaban de seres vivos y que las estrellas no querían darse un abrazo, sino destruirse entre sí. Una de ellas presentaba un verde oscuro (un color que representaba el más puro de los miedos) y trataba de acercarse a otra morada, una combinación del temor y la ira. Era Michelle, quien estaba sintiendo lo mismo que sintió en el interrogatorio del patio. Hubo una serie de encuentros que pasaban a ser desencuentros. El agresor se acercaba, la señorita Granat se alejaba; casi como si estuviesen en una especie de brusco flirteo. Si pensó en la palabra agresor, era porque parecía muy poco probable que se tratara de la sicaria. Ninguna asesina estaría aterrorizada al encontrarse cara a cara con quien quería ver en un charco de sangre.
Un fallo en la coreografía le hizo reaccionar. El aura verde oscura cayó al suelo y se dio cuenta de que una mancha morada nadaba en esa aura. No estaba mezclándose, como era lo normal al sentir más de una emoción, sino que se comportaba como una gota de aceite en un charco de agua. Un desconocido bailarín entró en escena. Su luz era de un color rosa intenso. El intruso inesperado se acercó por detrás a Michelle, sin que ella lo notara. Ante la posibilidad de que la brionne muriera, lanzó una esfera, haciendo vibrar el metal contrachapado de la puerta. Sintió alivio cuando Michi esquivó por poco un golpe traicionero.
Su segunda visión se apagó por el cansancio. Después de todo, usarla gastaba energía.
—La sicaria esta adentro, hermana —dijo Zaira con una voz neutra.
—¡Tenemos que entrar y acabar con ella mientras esta distraída!
—El as de la sicaria tiene bloqueada la puerta con… una serpiente.
—Cuando vi a Laura, también tenía serpientes encima—explicó Denisse inclinando su cabeza—. Si matamos a la sicaria, la serpiente desaparecerá.
Zaira entrecerró los ojos.
—Deberíamos buscar una solución a corto plazo…
Ojalá supiera que era lo que debía sentir al ver a su hermana tan vehemente con la idea de matar a la sicaria. Ella estaba de acuerdo en que no tenían otra opción, que debía morir. Se había hecho a la idea de que eso harían con cada uno de los miembros de La Sombra de la Noche. Era lo que merecían. Aun así, no estaba más entusiasmada que de costumbre por esa obligación, como parecía estarlo esa niña que rascaba su oreja mientras miraba a sus alrededores. Aun así, entendía que Denisse le tuviera tanto odio. Era un fuerte golpe en su orgullo que una de sus subordinadas haya sido incapacitada sin poder hacer nada, sin siquiera haber estado presente para intentar hacer algo y, además, eso se había mezclado con otro fracaso anterior. Ese fracaso que Zai cometió en el cementerio de Villa Celebi, cuando intentó preguntarle ciertas cosas a su tío. Sus fracasos eran los fracasos de su líder, debía hacerse a la idea de ese hecho, al igual que el hecho de que estaría atormentada el resto de su vida y tendría que aprender a funcionar con menos horas de sueño.
Al menos, pensó Zaira mirando a su hermana, con la sicaria tenían la posibilidad de contraatacar. Al contrario que con su pasado. no había nadie a quien derrotar para resolver su situación ni existía la posibilidad de una segunda oportunidad. Quienes pudieran confortarla, quienes sabían los detalles de que lo que le ocurrió, estaban enterrados en miles de pedazos debajo de las arenas de desierto, como el oro del que supuestamente estaba hecho la ciudad de Mardak. Estaría asustada durante lo que le quedaba de existencia en el mundo (que era demasiado si recordaba que solo tenía catorce) e incluso más alla, por no haber podido cerrar un ciclo que debería haber cerrado cuando tuvo la oportunidad, en vez de volverse una autómata que obedecía resignada las ordenes de su secuestrador. Aunque claro, antes de que unos escombros sin vida aplastaran a Antara, no tenía el poder para derrotarlo por sí misma. El único bastión de propósito que le quedaba era servir a Denisse. Esperaba que no fuera una fracasada en eso también ni que fuera a quedarse a medias.
Unos gritos fulminantes interrumpieron su autocompasión. Le hubiera gustado no entender lo que decían.
—¡Escúchame si es que puedes entenderme, Zaira Flower! —exclamó una voz en silam a todo pulmón. Un idioma que prefería olvidar—. ¡He colocado bombas por todo el edificio! ¡A mí me gusta enfrentar a mis objetivos a la cara y soy capaz de hacernos estallar a las cuatro si no entran a esta habitación cuando yo lo diga y cumplen mis exigencias! ¡En el nombre del gran genio, arrancaré este problema de raíz!
Su corazón latió, avisándole de que no había entendido mal lo que sus orejas han oído. Hilos rojos que daban vida a marionetas destrozadas cayeron sobre su cara, cubriéndole la vista de oscuridad perpetua. Sus patas estaban soldadas en la tierra que estaba pisando, si es que eso fuera posible con la tierra seca. El sudor frío que bajaba por su espalda pronto se convirtió en la sangre de esos muñecos que acabaron descompuestos a la fuerza en frente de ella. Sus ojos, unos rubís brillantes que flotaban en un mar de aceite, eran cada vez más pequeños, como si estuvieran hundiéndose. Su respiración insistía en seguir el ritmo de un baterista lunático que no dejaba de apalear su baqueta contra las paredes de sus pulmones. Si eso no fuera poco, su propia aura estaba quemándole en vida, como si estuviera prendida en llamas heladas y prefería estallarse la cabeza a si misma que abrir su tercer ojo para verlas.
Imitando a una naufraga que había quedado a la deriva, buscó la única tabla de madera que flotaba en medio del aterrador mar abierto en el que estaba convertido su mundo; la mirada de su hermana. Cuando sus ojos lograron encontrarse con los suyos, se dio cuenta de que una tabla que apenas podía mantenerse a flote no sería capaz de salvarla. Consciente de que cualquier intento de convencerla sería en vano, Denisse comenzó a golpear la puerta, dándole coletazos cada vez más fuertes que solo servían para aumentar su frustración. Lo peor era que, aunque la eevee no sabía Silam, podía darse una idea inmediata de la situación al verla de esa manera, Ella quiso traducir, pero sus dientes querían arrancarle la lengua para evitarle ese disgusto. Después de unos cuantos golpes que únicamente servirían para molestar a los vecinos de la cuadra, Denisse le miró a la cara, tratando de mantenerse en una pose de seguridad absoluta. El sudor de su cara no ayudaba a que esa fachada funcionara y ese intento fallido de autoridad ocasionó más nerviosismo
—¡Zaira, tranquilízate! ¡Es un farol! ¡No hay bombas en la ferretería! ¡Si quisiera explotarlas, pudiera haberlo hecho cuando Michelle entró y deshacerse de ella! ¡Además, es estúpido que quiera sacrificarse por unos simples objetivos como nosotras! ¡Busquemos otra manera de entrar! ¡No podemos hacer nada si estas así de nerviosa!
Eran buenos argumentos. Argumentos que apreciaría una Zaira racional.
Una zaira que había desaparecido.
II
Los gritos de la séptima sicaria entraban por los oídos de Michelle, cuyo cerebro estaba esforzándose por captar cualquier cosa para darles un sentido. Lo único que escuchaba eran sonidos incomprensibles que estaba segura que deberían significar algo en silam. Esa incapacidad de entendimiento solo le ponía más nerviosa de lo que podría estar si pudiera entender cada palabra que salía de esa podrida boca. No sabía si le estaba hablando a ella, a alguien más o quizás lanzaba alguna especie de juramento al aire que activaría su as o algo por el estilo. La incertidumbre era lo que más le atemorizaba hasta que, en medio de ese horrible ruido blanco que comenzaba a darle migraña tanto por lo ruidoso que era que por no entenderlo, escuchó un nombre que conocía bastante bien; Zaira Flower. Esas sencillas dos palabras desencadenaron un temor menos primitivo que el típico miedo a lo desconocido. Un temor que era mucho peor para ella de lo que era capaz de racionalizar y que vino acompañado de una profunda rabia.
Al menos se alegró un poco de no tener que ocultarla esa vez. La sangre hervía mientras su mente llegaba a la terrible idea de que, eso que pasaba todas las veces, Iba a pasar de nuevo. Lo mismo que pasó en su primer encuentro con Cerati, cuando su propia maestra sabía de que su alumna era una inútil y murió por su propia mano para que no peleara contra ese maldito torracat. En la segunda batalla contra las chicas de Excalibur, ella fue la única que necesitó ayuda con el oponente que Denisse le asignó, seguramente presuponiendo de antemano que era la más débil del equipo y que cuando estuviera en problemas, tanto Laura (que estaba en coma por su culpa) como Zaira habrían acabado para echarle una mano. Estaba harta de siempre ser la carne de cañón que distraía a los malos hasta que las que eran fuertes de verdad llegaban a salvar el día. Estaba cansada de sentirse como una basura por los errores que cometía, que siempre eran por la impotencia que le causaba el no hacer nada bien. Si eso no fuera suficiente, le seguían tratando como si fuese una niña pequeña, no dándole ni siquiera el maldito derecho de solucionar las cosas por su propia aleta.
Esa noche iba a ser diferente. Tenía que ser diferente.
Sin pensar en las repercusiones de sus actos, golpeó en la nuca al señor Liskton, que sostenía como rehén, y corrió hacia a la sicaria, decidida a dar un golpe fatal sin importar cualquier consecuencia. El problema era que no recordó que su aleta dominante estaba rota en pedazos y cuando cayó en la cuenta de que estaba usando la equivocada, era demasiado tarde. En cuanto cambió de extremidad, la medicham tuvo tiempo de detener el puñetazo que iba a su cara, rompiendo su aleta sana de un apretón de manos. Después, le agarró del pecho con fuerza mientras forcejaba por liberarse y para asegurarse de que no tuviera ninguna manera de golpearle, pisó su aleta trasera con una de sus delgadas piernas. Apuntó a la puerta con su otra mano, asegurándose de que nadie las interrumpiera. En lugar de aprovechar para acabar con todo, la mantuvo en esa específica posición. Sintió un escalofrío subiendo por su columna. Recordó como le había descrito Beatriz lo que le pasó a Laura.
Un repentino sueño asaltó su mente, como si la típica somnolencia de las cuatro de la madrugada le hubiera llegado de una sola vez y ahí se confirmaron sus sospechas. Tembló a causa de un frio que no era natural. Un estertor de su cuerpo, que era provocado como muestra de resistencia a que le absorbieran cada gramo de su energía, no causó ninguna reacción en esa fría sicaria que no paraba de mirarla con la típica expresión de una burócrata que esperaba a que la cafetera llenara la taza del escritorio. Sintió esas malditas serpientes arrastrándose por su pelaje celeste. Las mismas serpientes que mantenían a Laura en un horrible estado inconsciente. Dentro de unos segundos que a su percepción le parecieron rápidas eternidades, le estaba costando mantener levantados sus pesados parpados o que esa masa resbalosa, que era en lo que se había convertido su cerebro, lograse fabricar un pensamiento coherente. Aunque estaba inmovilizada de sus tres aletas, su delirante pensamiento le recordó que todavía tenía una cuarta extremidad con la que la silam no parecía contar o más bien no tenía manera de dejarla quieta sin matarla. Con la velocidad de reacción que la sicaria demostró tener, sabía que, si intentaba darle con un cabezazo, tendría tiempo de sobra para esquivarlo o para reventarle el cerebro. Aun así, descubrió que tenía un as bajo la manga que podría salvarla de esta situación.
Antes de aprovechar las pocas horas de sueño que tendría en esa noche de verano, estaba tan nerviosa que se rindió en siquiera reposar los ojos y usó el tiempo que le sobraba en investigar sobre su enemiga. En los barrios bajos veían a una creyente del gran genio como una criatura exótica peligrosa cuyos misterios eran indescifrables, mientras que teniendo un fiable acceso a internet el mundo era demasiado pequeño para ella y podía enterarse de algunos cuantos detalles de esa lejana religión desde la comodidad de su hogar. Entre esos datos curiosos, observó el rostro del legendario que ellos adoraban. Las ultimas fuerzas que le quedaban las gastó en congelar el grueso sudor alrededor de su cabeza. En vez de formar el casco de la armadura de Famous Blue Raincoat, decidió usar su habilidad de moldear el hielo para crear un milagro. La sicaria levantó el puño al ver los brillos de su as en funcionamiento, pero lo volvió a bajar mientras retrocedía con la boca abierta. Después de todo, vio la aparición de su dios en el rostro de su víctima; un Hoopa esculpido en hielo. La medicham estaba tan abrumada por esa aparición que no fue capaz de recuperar la compostura a tiempo ni darse cuenta de que había liberado la aleta trasera de su presa. Esa aleta trasera se convirtió en una espada; un arma que usaría por primera vez en su vida. Cuando logró liberarse por unos milisegundos, lanzó un torpe tajo, dando un débil salto que no cubrió más que un décimo de su altura. Una persiana apareció en ese vientre grisáceo y su sangre se filtraba por esa apertura como si fueran los rayos del sol detrás de la ventana.
Después de esa minúscula victoria, el cansancio siguió haciéndole mella, recordándole de que no sirvió de nada más que para darse una satisfacción vacía. Tal era ese golpe repentino de debilidad que el hielo que cubría su rostro se convirtió en agua helada que se mezcló con sus calientes lágrimas de impotencia. Mientras caía al suelo, trató de sostenerse de los oxidados estantes con esas destrozadas aletas, golpeándose en la mejilla contra las tablas de madera. La sicaria tenía las manos llenas de su propia alma liquida, sin creerse la manera en la que había bajado la guardia. Al mismo tiempo, lo único que sentía Michelle era su propia cabeza siendo más pesada que el cemento. El resto de su cuerpo era como si fuera de piedra, más pesado de lo usual e inmóvil. Si no estaba fallando en incorporarse, era porque ni siquiera tenía ninguna posibilidad de intentarlo. Las serpientes en su espalda eran cada vez más grandes. No las veía, pero las sentía. Poco a poco, sus parpados bajaron. Ya no vio nada. Ya no sintió nada.
Aun así, lo que sí hacía era escuchar. Aunque ya no escuchaba con sus tímpanos, era capaz de escuchar de todos modos; de una forma u otra. Era bastante difícil de describir. De manera normal, los sonidos que detectaba eran provocados por vibraciones de la membrana que cubría su canal auditivo. En ese estado de la consciencia, por no encontrar otras palabras que lo definieran, captaba ruidos mediante ecos que rebotaban en su alma como si fueran las paredes de un edificio. Contra todo sentido común, nunca había escuchado tan bien en su vida entera, como si pudiera tocar los sonidos. Lo próximo que captó en medio de su mermada consciencia fue la puerta delantera de la ferretería abriéndose de un portazo y los pasos de sus amigas. No tenía más opción que confiar en ellas para que terminaran lo que le gustaba pensar que había empezado.
Una vez más.
III
Aunque hiciera su mejor esfuerzo en convencer a Zaira de que le estaban viendo la cara de estúpida, no había manera. Era como si estuviera discutiendo con una aspiradora robot que estaba defectuosa. Lo único que hacía era chocar contra el mismo sofá una y otra vez, sin limpiar ni una sola mota de polvo y gastando lo poco que le quedaba de batería en una tarea inútil por un miedo contra algo que no existía. En realidad, la analogía solo funcionaba a medias. Ambas estaban desperdiciando esa energía que deberían usar para buscar otra manera de entrar a la ferretería. Necesitaban buscar una estrategia que no las pusiera en bandeja de plata frente a la sicaria. Aun así, era imposible pensar en cualquier cosa racional si su subordinada estaba más nerviosa. Además de que le preocupaba no poder hacer nada que pudiera calmarla, ya que las palabras no funcionarían en esa situación, le preocupaba que le preocupase más de lo que debería preocuparle.
Sí, era verdad que era su hermana, pero también era su subordinada. Si comenzaba a darles un trato preferencial a cada una, estaría más ocupada en ser una madre amorosa con sus crías que en convertirse en la líder del mundo. Además, si sus enemigos se enteraban de que la impenetrable señorita Flower tenía unos sentimientos dignos de una dama, empezarían a verla como una debilucha que se dejaba llevar por sus emociones y encima, esos cobardes sabrían donde golpearle. Ya había mostrado demasiada debilidad frente a una de sus subordinadas, no quería hacer lo mismo con sus enemigos. Al menos tenía el consuelo de que ni Michelle ni Laura estaban en condiciones de verlas siendo tan patéticas. Volvió a golpear la puerta con su cola endurecida por el acero. A esas alturas, lo hacía más por rabia que por una utilidad real. Harta de todo, decidió caer en la trampa de la sicaria, pero para su sorpresa, el pomo seguía sin moverse ¿Acaso no se suponía que esa maldita quería que entraran? ¿Era una indecisa o hubo un cambio de planes?
Durante un momento, ya no quiso prestar atención a la ferretería y volteó hacia su hermana. Los ojos de la psíquica miraban a todos lados. Quizás era por el momento, pero se fijó en que esas corneas, pese a que eran naturales de su especie, no se veían demasiado saludables. Una pensaría que haría el esfuerzo de entrar para que no explote esa supuesta bomba que era más real que su tranquilidad. A pesar de esa ineludible lógica, esos pequeños músculos no tenían ganas de moverse y aunque lo hiciera, las dos puertas estaban bloqueadas de todos modos. Esa angustiosa sensación de no avanzar a ningún sitio se acabó cuando escucharon unos gritos de dolor detrás del metal. Esos gritos sirvieron como el banderazo de salida que esperaba Zaira para reaccionar. Ante su sorpresa, la puerta no tuvo problemas en hacerse a un lado para dejarla pasar. Sea como sea, un mal presentimiento no quería abandonarle así que entró detrás de ella, cuidándose de no verse demasiado desesperada.
Una ferretería acabó convertida en un campo de batalla sin el permiso de su dueño. Dos pokémon estaban inconscientes encima de la madera podrida. Una de ellas era Michelle cuya cara demostraba la frustración que sentía por esas serpientes que recorrían su espalda. El único adversario que había quedado en pie era una chica delgada de caderas anchas. A Denisse le daba la impresión que esa hembra tenía más una mirada de conejo que querría esconderse en su madriguera y no de lobo que quería degollar a una familia entera de patos. Aun así, su corazonada le decían que estaba en frente de la séptima sicaria. Ni esas costillas que eran escalones recubiertos de piel, las marcas de quemaduras que cubrían su cuerpo ni su caminar encorvado le hicieron cambiar de opinión. Quizás acabó convencida al darse cuenta de lo que esa señora quería esconder con las palmas de sus manos. Una herida que atravesaba de lado a lado su vientre, como si fuese una sonrisa.
Michi nunca le haría daño a una inocente.
A pesar de que el local era pequeño, la distancia entre la sicaria y ellas era considerable. En medio estaba Michelle, con serpientes rosadas sobre su cuerpo. Era claro que ese corte se lo dio la brionne antes de caer derrotada. Al parecer. tendrían que acabar con el espectáculo que quedó a medias. Hablando de espectáculo, le daban ganas de ser ella quien hiciera el primer acto. En un segundo, Denisse cubrió el trecho que existía entre los cuerpos de las oponentes. Su contrincante hizo lo mismo, como lo esperaba. Aunque nunca podría haber adivinado que esa patada fuese tan rápida. Si no hubiera estado preparando su transformación a espeon en el momento en el que atacó, su cabeza estaría volando por los aires. Era tanta esa fuerza repentina que el pie oscilante de la medicham provocó una onda de aire que la lanzó contra la pared. Ahogó un gruñido cuando sintió el impacto del cemento en su lomo, porque ni siquiera pudo usar sus extremidades gatunas para aterrizar en el suelo. Uno o dos milisegundos de energía solar desperdiciada, aunque no tardó demasiado en recuperarse. La distancia entre las dos se había hecho menor. La sicaria colocó una pierna encima de Michelle y cuando pensó en que entrarían en el juego del rehén, una esfera voló por el aire. Al ser un ataque sorpresa, la medicham apenas reacciono y retrocedió al mismo tiempo que la atrapaba entre sus dedos, como una beisbolista profesional. La manera en la que se movió su brazo no era normal, casi como si lo hubiera accionado con un resorte y lo mismo pasó con el puñetazo que evitó unos instantes antes.
A pesar de todo, lo que más le sorprendía era que su hermana, después de haber estado indispuesta, avanzaba sin vacilar ni encorvarse. La preocupación por esas bombas inexistentes había desaparecido, lo suficiente para que haya podido atacar con una de sus esferas de metal. A Denisse le sorprendía que ese trauma de Zaira haya sido solucionado como por arte de magia o al menos eso es lo que pensó. Esa gata bípeda abrió la boca para decir algo que no pudo entender; debía de ser silam. Aun así, lo dijo con verdadera determinación, sea lo que sea. La voluntad de Zai se convirtió en polvo con un simple gesto de la mano de su compañera de región. Tres gestos, para ser más exactos; cerró el puño, lo giró a una orientación vertical y alzó el dedo gordo. Deni apretó los dientes mientras veía como el fantasma del pasado volvió a poseer a su subordinada. La señorita Flower no iba a dejar que se aprovecharan de esa debilidad de su hermana. Se transformó al Jolteon Mode y usó una carga de placaje eléctrico para aparecer frente a la sicaria en un santiamén. A ella le complació la expresión de sorpresa de su enemiga y preparó un Cola Férrea. En realidad, eso era un señuelo. Al hacerse de metal, su cola pesó más y aterrizó antes de lo que podría esperarse, a tiempo para evitar un golpe directo en la cara. Pasó al flareon Mode y lanzó una llamarada que cubrió a la medicham. Era imposible que esquivara esas llamas. No lo hizo. Atravesó la cortina de fuego de un brinco anormal e intento darle otra patada. Dio un salto hacia atrás. evitándola por unos cuantos centímetros. Había sido más lenta que la patada que casi le decapitó.
Comenzaba a entender cómo funcionaba la habilidad de la sicaria. Su as le permitía usar una especie de resortes para potenciar ciertos movimientos. O quizás fueran cuerdas.
Si aplicaba demasiada presión a una extremidad, luego la soltaba de golpe y dejaba que el brazo aprovechara el impulso, podría dar puñetazos y patadas letales. Más o menos Time Out, la habilidad de su hermana, funcionaba parecido. Era lo mismo con esos saltos de rana que le ayudaban a cubrir grandes distancias, apretando su tobillo, por ejemplo.
Aunque no eran cuerdas, sino serpientes demasiado fuertes para enroscarse en cualquier cosa. Esas mismas serpientes que invadían los cuerpos de Laura y Michelle. Eso también podía explicar porque no usaba esos golpes potentes cada vez que quería. Necesitaba parasitar a pokémon para obtener serpientes. En otras palabras, tenía usos limitados. Era posible que acabase de gastar la munición que consiguió a costa de Lauri, por eso necesitaba mantener a Michi viva y no la mató antes de que entraran. Tenía la esperanza de matarlas a las dos con las balas que había conseguido. Abandonó sus pensamientos y corrió hacia Zaira, colocándose en posición de guardián antes de que la medicham pudiera atacarla. Estaba pegada contra la pared, todavía temblando más que un pájaro encima de una taladradora.
Los enfermos ojos de la sicaria miraban a las dos niñas, colocándose en una posición de combate bastante similar a la que haría una lurantis encima de un tronco. La sangre caía en cascada hasta el suelo. Era más un hilillo que una cascada, pero el problema era que no dejaba de caer. Ella sabía que no podía dejar de proteger a Zai e iba a usarlo a su favor. Durante ese momento de expectación para conocer quien daría el siguiente golpe, estaba dándole vueltas al cambio repentino de Zaira que le dio ciertas esperanzas. La condición no era que la sicaria atacara, porque en el reciente enfrentamiento no recuperó su determinación ¿Qué diferencias había entre el primer y segundo contacto, que era el que acababa de pasar? La respuesta era tan obvia que se sintió estúpida cuando le llegó a la mente. La sicaria saltó al ataque. No podía saber si iba a ser un puñetazo normal o uno potenciado por el as. Como no tenía otra opción, contraatacó de frente, activando su propio as. Miró de arriba abajo el cuerpo de su adversaria, intentando adivinar de donde iba a venir el golpe. Durante un milisegundo, captó que la piel gris del antebrazo palideció y unos momentos después, un fuerte puñetazo cortó el aire. Logró usar una cola férrea como escudo y usó el propio vientre de su hermana como cojín para amortiguar su impacto.
«¡Te tengo!» pensó Denisse «¡Aunque las serpientes sean invisibles, tu piel no lo es!»
Si cualquier pokèmon que tuviera su piel descubierta, apretara su brazo con todos los dedos de la mano, cuando libere su agarre. aquella zona estará blanca por unos cuantos segundos por la interrupción del riego de la sangre a través de la piel. Si su hipotesis era correcta, las serpientes tendrían que enroscarse con la fuerza suficiente para que afectara a los músculos de la sicaria, lo que tendría que ser visible a través de una libididez en la muñeca, pese a que los reptiles no lo fueran. Los ojos de un espeon le ayudaron a notar esa sutileza. Basándose en lo que acababa de observar, tendría apenas un segundo para enterarse si el puñetazo o la patada sería normal o no. Era hora de actuar, sobre todo considerando que la sicaria le estaba guiando a una trampa mientras tenía el cerebro ocupado con sus cavilaciones. La distancia en la que estaban la una a la otra era ridícula. Cada vez más corta. Quería atraparla contra la pared. Era claro que no podía moverse como quisiera por culpa de la herida de su estómago así que planeó acorralarla desde el principio, aun si tenía el tiempo contado por un reloj que tenía sangre en vez de arena. La sicaria había usado tres de sus serpientes; una en la patada que apenas pudo esquivar, otra cuando atrapó la esfera de Zaira y la ultima en el puñetazo que bloqueó con su cola. Debía tener algunas más que le aseguraran completar su objetivo.
No le gustaba lo que estaba a punto de hacer, pero no podía acabar con esta molestia ella sola. Necesitaba la ayuda de su hermana. Corrió hacia la sicaria. Uso la energía solar que le quedaba para transformarse en una espeon que iba rauda a por su presa. Tampoco tuvo que esperar demasiado su oportunidad. Uno de los brazos de la medicham comenzó a moverse hacia su cara y en el momento en el que estaba segura de que no había ninguna lividez en esa fina piel gris, cambió de dirección y dio un brinco. Aunque la sicaria debía pensar que lo que quería era esquivar, hizo lo contrario. Recibió el golpe en el rostro. Sintió su nariz comprimirse de manera dolorosa por el impacto y un líquido caliente le manó de uno de los agujeros mientras rebotaba unas cuantas veces en el piso. A pesar de ese daño, estaba segura de que sentir tu cerebro ser atravesado por un puño era bastante peor. Además, como lo suponía, ese puñetazo solo era un señuelo. La verdadera fuerza venía en el siguiente y debido al brusco cambio de planes, la sicaria tuvo que adaptarse a la nueva situación y un puñetazo potenciado, que escondía debajo de la manga, lo dirigió al suelo para aplastarle el vientre frente a sus propios ojos cuando, de pronto, se paró en seco a pocos centímetros de su piel. Al ver salvada su vida, cayó en que se había arriesgado demasiado. Aun así, no importaba, porque las cosas salieron como esperaba e incluso mucho mejor.
Una esfera golpeó en el pecho a la sicaria y aprovechando que no podía moverse porque tenía el brazo paralizado, volvió a hacerlo unas cuantas veces más hasta que su víctima logró liberarse. Adolorida, la medicham retrocedió hasta el extremo de la pared en el que empezó el combate. Esa expresión que combinaba el dolor con la frustración era un deleite ante los ojos de Denisse. Después de todo, esa psíquica no conocía de la existencia de Time Out. Aun acalambrada de la cara, la eevee aceptó la ayuda de su hermana para reincorporarse. La verdad no había notado lo molesto que era que Zai fuera más alta siendo ella la líder, pero no era el momento. Acorralada, la sicaria quiso usar el mismo truco del detonador.No iban a dejarle que usara la misma estrategia dos veces. La mano de la sicaria dejo de responderle en medio del gesto y cuando pasaron los tres segundos sus dedos giraron trescientos setenta grados. Lo que quedaba por hacer era sencillo. Denisse le golpeó en la herida y lograron derribarla. De paso, aprovechó para romperle las extremidades que le quedaban en miles de pedazos.
La séptima sicaria había sido capturada.
IV
A Laura le costó un poco más darse cuenta de que no estaba del todo inconsciente y no notó que podía oír lo que pasaba a su alrededor hasta que esa zorra habló con el lisiado sobre su condición. Después de que se fueron, disfrutó de un emocionante silencio, sumergida en sus pensamientos. La señorita Miller no era una hembra demasiado intelectual ni que tuviera demasiadas discusiones filosóficas consigo misma así que no tardó en aburrirse. Hubiera preferido mantenerse dormida. La maldición de no hacer nada por varias horas hacía que su imaginación volara y comenzara a cuestionarse ciertas cosas. Quien le había salvado era Beatriz, no tenía ninguna duda y, aun así, no le extrañaba que lo hiciera. A ella tampoco le gustaría que le robaran a su presa. Era un instinto que le quedó de los tiempos salvajes. Otra cosa del silencio absoluto era que cualquier sonido era menos sutil que un donphan rodando por el campo y unos pasos, aun siendo amortiguados por unas almohadillas, robaron toda su atención. Después, una respiración agitada hizo eco en lo que sea que usara como oído. Alguien estaba al lado suyo, un tanto nerviosa. Aunque de manera consciente no tenía razones para pensarlo, tuvo la certeza de que era Beatriz. En los tiempos en los que iban juntas a todos lados (que le parecía una eternidad, pese a que apenas había sido hace menos de un año), solo contaba con dos estados de ánimo. Una felicidad supina y unos ánimos iracundos que arrasaban con cualquier inocente que tuviese en frente. Era ese tipo de pokémon que no le molestaba mancharse las zarpas en peleas innecesarias, que solucionaba todos sus problemas dando palizas y por eso no acostumbraba a verla ansiosa o preocupada. Si sabía el estado de ánimo de alguien que no podía ver, era porque escuchaba su respiración agitada, esos pasos indecisos que no querían quedarse quietos y una boca chupando piezas de caramelo macizo hasta que quedaban consumidas a nada. A juzgar por el silencio en el resto del castillo, cuando antes era capaz de notar las pisadas de los estudiantes de Excalibur, debía ser una hora donde las únicas que estaban en el edificio eran ellas.
O al menos así fue hasta que sintió otra presencia.
—¿Qué asunto le obliga a estar aquí a estas horas, señorita Folk?
Era la voz de Danielle. Esa espada viviente perdió su cuerpo por culpa de Denisse. La última vez que la vio era una llama azul que flotaba en el aire. Seguramente seguía igual.
—¡Maestra! ¿¡No debería estar dormida!?
—Usted sabe que las fantasmas no necesitan dormir. Me entretenía vagando por la secundaria hasta que detecté una energía alterada común en señoritas nerviosas.
Un momento de silencio.
—Así que esto es de lo que es capaz un as parasito… —dijo Danielle—. Las dos auras están chocando una con la otra sin mezclarse, es hermoso. Me imagino que a usted le causa conflicto ver a su antigua amiga en estas condiciones
─Esa puta traidora no es mi amiga ─espetó Beatriz casi escupiendo las palabras.
─Y aun así, estas demasiado nerviosa por su condición… ¿o me equivoco?
─… Lo único que quiero es que despierte para romperle los huesos como la puta que es.
─Aprovechando que nos encontramos en esta oscura madrugada, hay algo que me preocupa ─dijo Danielle cambiando de tema—. Usted sabe que, aunque ahora mismo no estoy en situación de dar clases, sigo siendo su maestra.
A esas alturas, Beatriz trituraba los caramelos que tocaban su hocico.
─Ve al grano de una vez.
─Mediante el as de mi padre, hemos notado que vas a tu barrio natal una madrugada sí y una madrugada no. Al menos una vez a la semana.
─¡¿Qué demonios les importa!? ¡Solo voy para visitar a unos amigos y mi mamá no me dejaría ir por la tarde!
─Oh, ya veo. De todas maneras, sigue la pregunta de porque estás aquí cuando deberías estar durmiendo en tu cama ¿Quizás tienes insomnio o la preocupación no te deja dormir?
Beatriz suspiró.
─Cuando la sicaria mate a esas mocosas, ¿Qué pasará con Laura?
─Desactivará su habilidad, por supuesto y Laura morirá al intentar vengarse de la muerte de sus amigas. Es un truco bastante básico.
─Así que me conviene que esas putas, ganen, ¿eh?
─A nosotras no, pero a ti sí ¿Es por eso que estas tan nerviosa?
Beatriz gruñó.
─Quiero derrotar a esa imbécil en una batalla justa.
─Comprendo, pero algo me dice que eso no es lo único que te aflige.
Los pasos de la mapache se alejaron un poco.
─Debo dormir, mañana tengo clases.
─De acuerdo. Nos vemos, señorita Folk.
Ante su marcha, la puerta de la habitación se cerró. Sin saber si Danielle seguía ahí o no, porque ni siquiera tocaba el suelo, pensó en lo que acababa de escuchar. Era normal que Beatriz extrañara su barrio. Después de todo, las dos se sentían como magikarp en el mar. No le extrañaría que fuera a vaguear de vez en cuando. Aun así, eso no era lo que le preocupaba. Notaba cierto tono perspicaz en las palabras de la fantasma, como si quisiese que la zizagoon le confesase algo que ya sabía de antemano por sus propios medios. A lo mejor, en esa especie de estadio sellado, era más sensible de lo habitual, pero creía que las respuestas de su antigua amiga no convencían a la líder del club de la pelea de Excalibur. Entendía la preocupación de Bea al respecto de lo que pasaría si sus amigas fallaran. Iría a rebanar a esa sabana viviente en miles de pedazos, aunque no tuviera ni la más mínima oportunidad. De todas maneras, estaba segura de que eso no llegaba a justificar los nervios de Beatriz. Algo más estaba preocupándole. Algo que le ataba al Barrio Umbrali.
V
Después de haber inmovilizado a la sicaria, estaba mucho más tranquila. Admiraba a su hermana por haber podido salir de esa incómoda situación y al mismo tiempo no podía estar más apenada por los problemas que había causado. De todas maneras, cierta vocecita interior le decía que mientras cumpliera la promesa hecha a si misma de servir a la futura líder mundial, las cosas saldrían bien. La verdad es que estaba un poco asustada de lo feliz que se sentía al ver el estado de la medicham. Aun así, consideraba que era normal que la odiara tanto. Después de todo, era como si el pasado hubiese tomado la forma de un pokémon para ponerle cara a sus frustraciones. Al compartir el odio de su hermana, aunque sea por motivos diferentes, se dio cuenta de que detestar tampoco era tan malo, Sea como sea, no parecía que le pudiera hacer mucho daño a cualquiera en esos momentos, acostada en el suelo de la ferretería y asegurada con unos tornillos en las palmas de sus manos para que no pudiera moverse. En cualquier otra circunstancia, consideraría esa manera de apresarla como algo excesivo, pero era más fuerte la parte de su subconsciente que le decía que esa silam merecería pudrirse en el infierno en el que creía. A pesar del dolor y la sangre que todavía manaba por su herida, seguía consciente. Eso no significaba que se moviera o pronunciara una palabra. La única forma que tenían de comprobar su consciencia era sus ojos abiertos que miraban a un apagado ventilador de techo y si sabían que esa no era la mirada perdida de una muerta, era por el vientre que subía y bajaba siguiendo el ritmo de su respiración. Aunque claro, eso iba a cambiar antes de que volvieran a casa a dormir.
Un ventilador oxidado en el techo no alcanzaba a disipar ese horrible calor de una noche de verano. Era ese tipo de bochorno; una lapa que se pegaba a tu cuerpo de la que no podías deshacerte y te hacía sudar más de lo que era sano. Las dos hermanas reflexionaron la idea de abrir las diminutas ventanas, pero la descartaron. No querían a curiosos que se despertaran al escuchar gritos de dolor. Mientras Denisse estaba sentada en sus cuartos traseros, ella prefería mantenerse en alerta. Si la teoría de su hermana era cierta, a esa hembra todavía le debía quedar algún as bajo la manga. Era la primera vez que tenían a su enemiga de esa manera. Al parecer, tenía la molesta costumbre de pelear consigo misma y al mismo tiempo que sabía que lo más primordial era reventarle la cabeza con una de sus esferas, sentía cierta curiosidad por su enemiga. En muchas películas, los héroes sentían atracción por los motivos de los villanos así que no veía en que forma era diferente su situación. Además, era un poco difícil que tuvieran otra oportunidad de charlar frente a frente con un miembro de Las Sombras de la Noche. Miró a los ojos de Denisse para pedirle permiso o un consejo y ella asintió, sabiendo desde antes que era lo que quería hacer. Después de todo, dudaba que existiera un pokémon en el mundo que la conociera mejor. Desde esa posición, donde estaba segura de que la sicaria podía escucharla, comenzó a hablar en su lengua natal. Era increíble ser bilingüe. Las palabras le salían en ibérico o en silam, sin siquiera pensarlo.
─ ¿Me estás escuchando? ─preguntó Zaira acomodándose el pañuelo.
Quizás fuera su propio tic para controlar los nervios.
La chica respondió más rápido de lo que esperaba, aun mirando hacia el techo, sin moverse ni un centímetro.
─ ¿Cuál es tu verdadero apellido?
—Flower… es Flower.
—Es un poco raro para alguien de mi región.
─Mejor para mí —dijo Zai con una sonrisa, pese a que la sicaria no miraba su rostro—. Dime tu nombre
─El gran genio esta triste cada vez que te muestras frente a un macho sin hiyab. Duele que una silam ignoré sus decretos.
Zaira frunció el ceño.
─No creo en el gran genio. No ha hecho más que arruinarme la vida ─bajó los ojos─. La verdad es que eso ya es demasiado para alguien que ni siquiera existe.
La sicaria parpadeó.
─ ¿Qué? ¿No me vas a gritar por hereje?
─No tengo ninguna necesidad de hacerlo. Además de que ya deberías saber lo que pienso sobre ti, una hereje muerta es lo mismo que una hereje que no existe.
─Más o menos lo mismo puedo decir de ti… una creyente muerta es una creyente que no existe y da la casualidad de que el objetivo de mi hermana, que por lo tanto es el mío, no es compatible con que sigas viviendo. Ahora, dime tu nombre ─la meowstic sonrió de manera conciliadora─. Si según tu voy a morir, no debería haber ningún problema.
─Ruzalia. Solo Ruzalia, por favor.
—Ahora dime por qué. ¿Por qué demonios obedeces a alguien que lo único que hace es maltratarnos? Ni siquiera sabes si es real o no.
─ ¿¡Acaso nunca te enseñaron la parábola de Mardak!? —exclamó Ruzalia alzando una voz de predicadora a los cuatro vientos.
—¡No me importan tus parábolas! ¿Acaso tienes una parábola que cuente como un pervertido mata a toda su familia para secuestrar a su sobrina?
—Existe una, sí.
—¡Cállate!
Denisse tocó su espalda. Ese mismo punto exacto que le ayudaba a tranquilizarse. Aunque su hermana no entendía nada de la conversación, podía hacerse una idea por las emociones que afloraron de una manera tan súbita. Los sentimientos eran una especie de lenguaje universal. No importaba en que idioma gritaras o sollozaras. Aun si es en uno inventado por ti mismo, hasta un sordo se daría cuenta de lo que pasaba. Tomó una bocanada de aire. Tenía la sensación de que Ruzalia estaba esperando a que estuviera en condiciones óptimas de continuar la charla. En verdad le preocupaba esa letal indiferencia. Quizás era su manera de lidiar con la expectativa de morir o su debilidad no le dejaba ser demasiado expresiva.
—Eso es lo que me pasó a mí —dijo Zaira, sin siquiera cuestionarse porqué quería convencer de nada a esa fanática—. Antes de que creciera, mi tío era muy bueno conmigo. Quizás no tuviéramos demasiado dinero, pero no dejaba de regalarme juguetes e incluso cuando perdí el derecho de usarlos, seguía dándome dulces a escondidas. Al volverlo a ver después de mucho tiempo, vio que le gustaba y sacó a mi familia de en medio, solo para cumplir sus deseos asquerosos ¿Eso te parece normal? ¿Eso te parece lo que querría cualquier dios? ¿Para qué nos creó, según tú? ¿¡Solo para torturarnos!?
—Es una lástima lo que te pasó.
—¿Eh? ¿En serio?
—Sí… tiraste todo su esfuerzo por hacerte una digna esposa a la basura y ahora solo eres una ramera occidental más. Seguro que ahora vas por ahí eligiendo a los machos con quienes vas a frotarte.
Decidió que no quería escuchar más. En un estante detrás suyo, había mazos de diferentes tamaños. Estaba protegido del resto del mundo dentro de una bolsita de plástico. La cabeza de acero brillaba bajo ese foco moribundo que parpadeaba a un cierto ritmo, demostrando que era nuevo y debía ser uno de esos productos que el señor Liskton guardaba a uno de esos escasos clientes que pudieran pagarlo. Aunque no era una experta en herramientas, se veía de buena calidad. Lo único que le interesaba en ese momento era que el extremo fuese tan contundente como lo era a simple vista. Sin extender el brazo, lo agarró con su mente. Era pesado para sus actuales habilidades en la telequinesis, pero no era nada que no pudiera manejar con un poco de esfuerzo extra. Caminó hacia Ruzalia, piso su pecho y debido a la enfermiza delgadez de ese cuerpo, sus costillas le ayudaban a mantener el equilibrio, como si estuviera apoyándose en un escalón de piedra. Después de pensarlo por un segundo, decidió sostenerlo con su propia pata, pese a que tuvo que usar las dos para no dejarlo caer encima suya. Antes creía que los pokémon que hacían lo que estaba a punto de hacer abandonaban su consciencia en un frenesí donde lo que valía era deshacer tus frustraciones. En cambio, le inquietaba lo sosegada que eran sus reflexiones, salvo la razón por la que quería sentir el peso del mazo en su cuerpo físico.
De otra manera no iba a ser lo mismo
—¿Quieres que te cuente una parábola? —preguntó Zaira.
¿Estás segura de que quieres seguir adelante?
Su pata tembló. Los ojos de su víctima le ayudaron a decidir. No era que esos iris apagados los haya visto en alguien a quien odiaba, sino en sí misma. Había sido durante la época donde acompañaba a su secuestrador, que, aunque era corta, en sus recuerdos casi se convertía en una eternidad. Era la mirada de la resignación. Esa cara que le decía a los demás que acababas de rendirte, que solo vivías porque tu cuerpo respiraba oxígeno y exhalaba carbono. Las meowstic son una especie más bien inexpresiva por naturaleza, pero desde que conoció a su hermana, una que otra sonrisa se asomaba en su rostro. Igualita a la que tenía en ese momento.
—¿No quieres la parábola? —insistió la psíquica ladeando la cabeza mientras estaba acostumbrándose al peso del mazo.
—¿Qué parábola me va contar una hereje?
—Había una vez, una campesina que vivía feliz con su familia —empezó Zai—. Era demasiado pequeña para comprender que la región donde le tocó nacer era bastante mala. Todas las reglas estaban en su contra y por el mero hecho de ser hembra, valía menos ante los ojos de ese legendario que siempre observaba todas sus acciones. Esa campesina tenía a un emisario, que, junto a su madre, era el pokèmon que le hacía olvidar que el mundo entero estaba en su contra. Un día, ese emisario había sido contratado como mercenario y no volvió hasta que fue condecorado con honores. La campesina desconocía que ese emisario había sido embrujado en su corazón y a su regreso, recibió una fruta envenenada para compartir con el resto de su familia.
Zaira paró. Se volteó a ver su hermana. Su sonrisa era suficiente para ver que estaba haciendo las cosas bien.
—Esa fruta convirtió a toda la familia en marionetas, incluso a la propia campesina, pero el malvado emisario deshizo el hechizo sobre ella y la llevó de aventuras por el mundo. Un día, un caballero de una región lejana destrozó al emisario, liberándola de su tormento. El problema era que la campesina no tenía a quien acudir, así que tuvo que quedarse con una señora que le daba una mesa donde comer y una cama donde dormir, pero a la pobre campesina le faltaba lo más importante; alma. Un alma que no regresó a ella hasta que conoció a la princesa que lideraba al caballero que le había salvado. Desde ese entonces, la campesina tuvo un propósito que prometió cumplir hasta que un asteroide destruya la tierra.
—Eso no es una parábola, hereje —protestó la sicaria—. No es más que un vulgar cuento para niños.
Zaira chasqueó los dedos. Iluminó su cara como si acabara de recordar algo.
—Ah, es que falta la enseñanza.
—¿Y el legendario?
—Es la princesa.
—¿Y la enseñanza?
—La enseñanza es que tienes que hacer lo que sea para obedecerla… incluyendo quitar de encima a quienes la molesten.
Antes de que Ruzalia abriera la boca, el brazo de Zaira se movió en un parpadeo y el propio peso del mazo aplastó la mitad de su cabeza. Gotas rojas salpicaron en ese vestido blanco. Quizás había ido demasiado rápido. Aun así, era un sicario menos, así que ya no era necesario preocuparse. Además, se sentía un poco mejor. El arma del crimen quedó atorada en los escombros de ese jarrón lleno de mermelada hasta el tope, pero tampoco iba a molestarse en sacarla de ahí. Volteó a ver su hermana. Esa eevee le miraba con una honesta sorpresa ante lo que acababa de cometer. Aunque por unos segundos pensó que había cometido un error ante los ojos de Denisse, al prestar más atención pudo darse cuenta de que, en medio de la estupefacción, una sonrisa asomaba en el hocico de la zorra. Ese simple gesto bastó para que cualquier arrepentimiento que amenazaba con dominar todos los poros de su piel, desapareciera como la oscuridad durante el amanecer.
—La verdad es que pensé que ibas a divertirte un poco más — dijo Denisse—. Es como si te hubieras comido una paleta a mordiscos en vez de chuparla poco a poco para disfrutar su sabor.
—¿Hiciste este tipo de cosas antes, hermana?
—No, pero lo he visto en muchas películas. Me sorprende que tu hayas sido la primera en ejecutar a alguien de esa forma.
—Oh, lo siento —dijo la psíquica juntando sus dedos—. Lo adecuado hubiera sido que tú lo hayas hecho…
Denisse negó.
—¡Era tu presa, Zai! ¡Además, sirvió para desahogarte!
Zaira asintió.
—Sí, me siento mejor.
—¡Menos mal que Michi no estaba despierta! ¡Ya sabes lo aburrida que es!
—Sí, ya sé —respondió Zaira correspondiéndole la risilla—. Hablando de…
Durante esa conversación, se dieron cuenta de que algo iba mal y es que la tensión que crecía a momentos les hizo olvidar que Michelle todavía estaba tirada en el suelo. Si los ases parásitos desaparecían después de la muerte del usuario, su amiga debería estar despertando. Al contrario de lo que el director les había dicho, la brionne seguía en coma, exactamente en el mismo lugar en el que cayó. Quizás le costaba tiempo a las victimas volver a la conciencia, pero lo más preocupante era que esos ekans con el tamaño de un arbok todavía nadaban sobre el agua cristalina que era ese pelaje turquesa. La única explicación posible era que la sicaria estaba viva. Aun así, la visión de esa cabeza destrozada como una sandía tirada desde el tejado de un edificio de cien plantas era suficiente evidencia para descartarlo. Era imposible que esos restos de gelatina de fresa tuvieran ninguna actividad, aunque claro, ella misma era testigo de que la vida no se acababa cuando el cerebro moría. Abrió su tercer ojo y vio lo peor que podía ver; la cola de una serpiente antes de que se escondiera dentro de la herida del vientre de la medicham.
—Zaira, ¿Qué esta pasando?
—Maldición…
Aunque el señor Excalibur les había dicho que los ases parásitos desaparecían después de la muerte, quizás olvidó especificarles que no necesariamente era la muerte biológica. Su hermana le dijo las palabras exactas que pronunció el sawk y recordó cierto detalle; “los fantasmas de primera generación tenían que aprender un nuevo as después de la muerte" y no parecía que eso fuera lo que estaba sucediendo. Mientras los ojos estupefactos de las dos chicas miraban la herida de la sicaria cerrarse por sus propias serpientes, Zaira cayó en la cuenta de que una pokémon que no conocía el idioma de la isla donde vivía debía ser bastante marginada, sobre todo si tenía una religión que ante la mirada de los habitantes de Puerto Ligia la hacía un fenómeno. Si no había nadie que pudiera entender ni una palabra de lo que decías, ni siquiera por accidente, eras un cero a la izquierda. Alguien a quien nadie notaba y, por lo tanto, alguien a quien nadie recordaba.
O más bien, alguien a quien no eran capaces de recordar.
MostrarEsconder Slow Dancer, Holds the Answer Eh, desde hace rato que este capítulo no quería salir, pero finalmente lo conseguí. Como dije, voy a descansar un poco de esta historia. Así sirve que le doy tiempo a las personas para ponerse al día, que los que están son bastante pocos.
Pocas personas van a leer esto, puede que ninguna. Aun así, muchas gracias por todo. No habría llegado tan lejos de no ser por ustedes y aunque parezca que soy un poco seco al agradecer los comentarios, les aseguro que lo hago de corazón.
Ahora respondamos al ultimo comentario.
@ Velvet A saber si vas a leer esto algún día, pero gracias por tu comentario de todos modos. Mi primera idea era confiar en que mis lectores pudieran memorizar los caracteres en árabe, pero los traduje y deje de usarlos mas temprano que tarde porque volvían la lectura más obtusa de lo que ya era de por sí. Me alegro que te gustará la escena del té, es una de mis favoritas, más que nada porque resume el surrealismo que siempre he buscado con mis fics. Es una escena donde las chicas beben té en un patio bucólico, como las señoritas de alta sociedad que son (pura casualidad que Laura esta fuera del juego), pero están hablando de partirse la madre contra alguien que puede asesinarlas en cualquier momento. Además, el tema del manga le da cierto sentido de humor y da contraste. Unas niñas de esa edad deberían hablar de esas cosas sin segundas intenciones, pero no lo hacen.
No puedo dejar de sentir que estoy hablando al aire en esta situación, pero contesto porque mi mamá me enseña a ser educado. Ojala este equivocado, de todos modos.
Bueno, nos vemos después.
Saludos.
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Nemuresu
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23 Jul 2021 07:34 AM Palabras -
Oh my goodness! No esperaba ver algo parecido al Notorious B.I.G. por aquí. Ciertamente, espero que este As parásito sea más fácil de vencer, porque si no, bueno, espero que las chicas conozcan un buen mar a dónde tirarlos. También debo decir que me gustó que mezclaras los conceptos de los djinn árabes y los volvieras un tipo de demonios con altares, los vuelve una amenaza un tanto interesante.
Maybe I'm a dream...
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09 Aug 2021 10:48 AM Palabras -
Hola, me puse al día de nuevo jeje. Lo creas o no echaba de menos tu fic y ahora que por fin he podido leerlo me dispongo a dejar el comentario correspondiente.
Todos estos capítulos centrados en la cultura de la región de la que proviene Zai me parecieron muy interesantes, tal vez porque dieron un toque exótico al fic o algo de frescor al adentrarnos en otro mundo (AAAAH ACABO DE CAER EN QUE SILAM ES ISLAM PERO CON LA S AL PRINCIPIO. Muy clever). Ahora ya entiendo por qué escribías el título de los capítulos en árabe, como amante de los idiomas que soy permíteme decirte que me gusta ver la aparición de otro en tu historia, aunque sea breve. Btw tengo que darte puntos extra por las referencias musicales, de verdad. Hay muchas que se me escapan pero cuando vi que incluiste el nombre del grandísimo Joaquín Sabina ya me puse de pie y aplaudí. Me parecen que estas hacen la historia más tuya porque, al fin y al cabo, la música es algo muy personal. No sé si todas las referencias son a artistas/obras que te gustan o algunas son porque son famosas o sientes que encajan mejor con el concepto pero de igual forma se nota el cuidado que tienes al introducirlas y eso es de agradecer.
A ver ahora, con los sucesos en sí. Me parecía que Ruzalia estaba muy tranquila para ser alguien que está a punto de morir (aunque tal vez se debiera a que como dices ya estaba resignada) y luego vemos que es que no muere del todo, sino que como nos explicó Sabina se convierte en fantasma y boy, eso significa que todavía queda pelea (a todo esto, ¿debería preocuparme que las chicas se vuelvan cada vez más agresivas? Entre que Michi le dio un puñetazo a un crío y luego Zai le parte la cabeza a mazazo limpio... eso sí, me pareció cute el detalle de que en su parábola sustituya al legendario por su hermana).
Ya son dos las chicas que están fuera de combate por la sicaria extranjera, lo que me hace ir a Laura y de Laura a Bea. Pensaba que estaba nerviosa porque en el fondo seguía queriendo a su amiga pero después de lo leído me pregunto si hay algo más y otra razón por la que acude día sí y día no a su barrio. A ver qué sucede y como acaba todo.
Ah, sí, y esto es ya un poco random, pero me hizo mucha gracia la parte en la que Charlie dice que no olvida a sus amigos, sus amigos olvidan a Charlie. Resad, que alguien le dé un abrazo.
En fin, nos vamos leyendo. ¡Hasta la próxima!
Érase una vez un grupo de extraños destinado a salvar el mundo.
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05 Oct 2021 11:13 AM Palabras -
(Última modificación: 26 Mar 2022 01:17 PM por DoctorSpring.)
Capítulo 30: ليلة صيف بلا نوم (Una Noche de Verano Sin Dormir [3/3])
α
Algunos pokémon pensaban que veías tus momentos más hermosos cuando ibas a morir, pero ese no era el caso de Ruzalia. Se sentía a si misma caminando por Mardak. Era una alucinación tan fuerte que sentía el peso de su confiable burka sobre la piel y los rayos de sol colándose a través de la tela. Una bolsa de mandado descansaba sobre su muñeca. Vivía una vida normal como cualquier hembra temerosa del gran genio hasta que ellos aparecieron. Esos dos malditos espurr. Uno un poco más mayor que el otro. El de pelaje rosado llevaba la batuta mientras que el grisáceo se escondía detrás de él. Cuando se cruzó con ellos, comenzó el infierno. El mayor aprovechó su voluntaria ceguera para tumbarla por el costado mientras el menor solo observaba hasta que se animó a ayudarle a quitarle el burka. La dejaron ahí expuesta. No hicieron nada más. Aunque fueran de una familia un poco más ortodoxa, ellos sabían lo que significaba para ella que un macho ajeno viera su cuerpo desnudo y aun así lo hicieron. Un pecado mortal disfrazado de una travesura infantil. Cuando los dos hermanos se fueron, agarró una roca y se rompió un dedo. Esa fue su primera penitencia. La primera de muchas flagelaciones. La segunda fueron las bofetadas que recibió de su padre al llegar a su casa. Al haber sido mancillada por esos ojos morados, era necesario planear una boda lo más pronto posible. Un amable anciano se ofreció voluntario a salvar su honor. Él más viejo de la aldea. Durante la ceremonia de matrimonio, no podía dejar de pensar en ese pañuelo que imitaba a la arena.
I
Ante sus asustados ojos, el cadáver de Ruzalia comenzó a sacudirse y sus piernas fueron reemplazadas por un manojo de serpientes que hacían las veces de tentáculos. Lo que quedaba de su cabeza salió volando como si fuera un cohete, estrellándose en el techo, siendo intercambiada por el rostro inmenso de un arbok rosado. Sus brazos sufrieron el mismo destino. Lo único que quedaba del cuerpo de la séptima sicaria era un torso gris que se mantenía en el aire por un montón de reptiles espirituales. Era tanta la energía acumulada en la habitación que Zaira sentía sus orejas vibrar y una leve sensación de hormigueo en su cabeza. Estaba segura de que a Denisse le pasaba lo mismo. A diferencia de hace unos minutos, ninguna de las dos necesitaba ver el aura para percatarse de lo que estaba pasando y de los tentáculos que iban a por ellas. Antes de que esa cosa llegara a alcanzarlas, lograron salir por la puerta delantera.
─¿Qué hacemos? ─preguntó Zai mientras el monstruo creaba su propia entrada y las dos chicas seguían corriendo.
─¡No lo sé! ─exclamó Denisse─. ¡Por ahora, no dejes que esa cosa te atrape!
Era una orden un poco difícil de seguir. Esa cosa no dejaba de acelerar su paso, haciéndose cada vez más experta en moverse con su extraña morfología, como si fuera un recién nacido aprendiendo a caminar. Afortunadamente, estuvieron a punto de chocar con alguien que iba a darles la suficiente motivación para seguir huyendo. El dueño del taller de Charlie salía de uno de los callejones cercanos a la ferretería con un caminar patizambo. Al parecer, el chorro de agua caliente de Michelle no lo avivó demasiado para prever el tentáculo que salió disparado hacia su cabeza. Su cráneo estalló en varios pedazos que quedaron pegados en la pared de detrás y su cuerpo sin vida hizo vibrar la tierra cuando cayó en el suelo. Después de su primer asesinato, lo que quedaba de Ruzalia aceleró su paso hacia las dos niñas, que no tenían tiempo de rezar por el alma del mecánico.
─¡Hermana, no podemos huir por siempre!
─¡Ya lo sé! ¡Intentemos golpearle en el torso!
─Me quedan dos esferas.
Denisse sonrió de manera exhausta.
─Esperemos que sea suficiente.
Ambas se detuvieron y voltearon hacia el monstruo. Zaira lanzó la primera esfera que dio en el vientre del cadáver de Ruzalia. La bestia apenas retrocedió unos centímetros antes de volver a la carga. Deni cambió al Jolteon Mode e invocó un trueno que falló por poco, dándole cerca de las piernas. La bestia trastabilló unos segundos y Zai aprovechó la oportunidad de darle un disparo certero. La segunda esfera atravesó la cabeza de la criatura… literalmente. Al ser intangible, pasó de largo hasta golpear en una farola. A ese punto se dieron cuenta de que cualquiera de sus ataques eran inútiles. Habían cometido un error al dejar de huir de esa bestia infranqueable. La única opción sería un movimiento que destroce ese pedazo de carne. El problema era que no tenían ninguno. Las cuerdas rosas volvieron a extenderse. Iban a ser atrapadas. Antes de sentir esa energía apretando sus patas, sintió el empujón de su hermana. El pañuelo de su padre se soltó.
Los tentáculos de energía atraparon cada centímetro de Denisse, enredándole las patas y colgándola boca arriba.
─¡Hermana!
─¡Corre!
Ruzalia acercó a Denisse hacia ella. Dentro del cuerpo de luz rosada de las serpientes, florecieron luces de diferentes colores. Era el aura de su hermana. El aura de una eevee. Era tan hermosa que olvidó que estaban absorbiendo la energía de su hermana frente a sus propios ojos. Se tuvo que abofetear a si misma para escapar del trance que le provocaron esas luces. Atrajo una de las esferas que quedó en el suelo y la lanzó contra la criatura. Como si fuera una montaña, lo que era Ruzalia no sintió nada ni hizo nada. Era obvio que ese torso no era más que un recipiente que no sentía dolor. Aunque las flores están vivas, los jarrones no lo están. Al acabar su almuerzo, dejo caer a su víctima, al igual que el envoltorio de un chocolate. A pesar de que intentó obedecer la orden de la aspirante a líder mundial, corrió hacia ella y atrapó su cuerpo en el aire. Seguía respirando, pero su aura estaba parasitada. Unas serpientes aparecían en su costado
Su cara comenzó a humedecerse y sintió el pañuelo de su padre cayendo sobre ella. La bestia, un poco más grande por el banquete, no estaba saciada.
Zai esperaba los tentáculos, pero nunca llegaron. Su corazón latió. Sus ojos se dilataron. Escuchó el sonido de una babosa arrastrándose por el suelo y aun con el pañuelo sobre la cabeza, giró para ver como Ruzalia le pasaba de largo, dirigiéndose a un edificio detrás de ella. Al lado de la entrada rezaba “Las Flores de Noelia”. La psíquica recordó un documental sobre serpientes con trastornos mentales que les hacían actuar como si fuesen criaturas de los tiempos salvajes. Eran bestias que no podían comer bayas y para mantenerlos con vida, disfrazaban a sacos llenos de fruta como si fueran presas vivas. Quizás al dejar de huir, lo que era la séptima sicaria perdió su interés en ella. Se quitó el pañuelo entre sus orejas y volvió a ajustárselo alrededor del cuello. Levantó el cuerpo de su hermana y lo cargó a su espalda mientras volvía a la ferretería. Era la única que quedaba. Necesitaba prepararse si no quería que esa fuera su última partida contra Cerati. Esperaba sentirse triste, enojada y preocupada por ser la única en pie de las chicas de Candelor. Aun así, por algún motivo, incluso cuando escuchó los gritos desde el interior del bar… no sintió nada, solo indiferencia, incluso aunque su piel se quemaba por su propia aura, no le importaba. No sentía nada.
II
A esas horas de una madrugada de lunes, Noelia sabía que no iba a venir nadie más, salvo algunas mujeres que vendrían por sus maridos que eran demasiado descarados para venir a beber un domingo. La vieja bellossom soltó un bostezo detrás de la barra. Atrás de los barriles de porquería que hacía pasar por alcohol, tenía una pequeña covacha donde podría echarse un sueñito o al menos eso es lo que pensaba hacer antes de que un visitado inesperado viniese a arruinar su noche. Sus pupilas se dilataron hasta convertirse en pequeños planetas en medio de un universo vacío y gritó. Gritó más por la horrible imagen de un torso volador que por un riesgo inminente. El famoso raticate violinista trató de usar su instrumento como arma y sus pequeñas manitas se seguían aferrando a él cuando se quedó sin cabeza. Uno a uno, con mucha tranquilidad, esa criatura reventaba los cráneos de los borrachos dormidos que no volverían a despertar. Al acabar con todos, fue hacia una paralizada tipo planta que sintió unos tentáculos atando su cuerpo. Mientras la criatura la levantaba hasta el techo, no paró de gritar hasta que comenzó a sentirse cansada. Sus ojos se volvieron pesados y se sumergió a una extraña inconsciencia. Una inconsciencia consciente, si eso era posible, porque sintió el peso de su cuerpo al caer en la madera podrida. Lo último que escuchó antes de quedarse sumergida en el silencio, fueron las ultimas notas del violín al ser quebrado por esa cosa.
Un último lamento de dolor.
III
Aunque le había dicho a la entrometida de su maestra que iba a dormir, la verdad era que no podía y peor era que ella sabría que le acababa de mentir en la cara. La habilidad del señor Excalibur era capaz de saber donde estaba en todo momento. A pesar de que lo sabía, no podía evitarlo. Necesitaba ir a Barrio Umbrali. Estuvo unos minutos corriendo de un lado a otro en frente del puente que separa el lado bueno del lado malo hasta que se decidió a cruzar. Después pensaría que le diría a esos dos riquillos… ¿A quién engañaba? Por más que quiera, no sería capaz de odiar a Danielle ni a su padre, ni siquiera en miles de años. Él solo pensar en ellos le causaba un gran respeto que no era normal, hasta el punto de que estaba segura que era parte del as misterioso del director. Andando por la plaza, cargada de una increíble ansiedad que le hacía rechinar los dientes, iba a girar hacia el camino que llevaba a Umbrali hasta que la puerta de un bar salió volando de su marco. Una brillante luz rosada deslumbró sus ojos. Cuando su vista de mapache se acostumbró, masculló una sencilla palabra que resumía lo que veía.
─Mierda…
El torso de una medicham flotaba en el aire, rodeado de cegadoras luces rosadas. Al volver a parpadear, notó que esas luces eran serpientes. Esos malditos reptiles que trepaban por la espalda de su enemiga que esa cosa usaba como tentáculos. En cuanto la vio, trató de atraparla. La ansiedad cotidiana pasó a ser miedo por su propia vida. Usando su habilidad, corrió de la bestia y la criatura lograba mantenerle el paso. Antes de entrar por el puente, dio la vuelta en seco, porque no iba a dejar que esa cosa atacara North Marine Star. Durante unos momentos, dejo de escuchar el bulto moviéndose detrás suya. Con una increíble ingenuidad, volteó viéndose a salvo, solo para darse cuenta de que la bestia solamente paró para darse impulso y dar un gran salto. Sintió el tacto de uno de los tentáculos tocando una de sus patas traseras y enredándose con fuerza. Al usar su As a su máxima capacidad, no era capaz de zafarse, como si una fuerza la estuviese atando en un mismo punto. Poco a poco, comenzó a sentirse débil. Esos espaguetis de luz comenzaron a tornarse de otros colores al mismo tiempo que perdía la consciencia. Y cuando la perdió, notó que escuchaba como la criatura se acercaba a ella. Esos espaguetis de luces rosas entraron dentro de su pelaje, arrancándole los caramelos de menta que guardaba y escuchó como los aplastaba con verdadero odio.
IV
Desde el principio, su hermana debió notar que la séptima sicaria ignoró a Michelle en vez de matarla como lo hizo con Charlie. Eso significaba que las hembras eran parasitadas mientras que a los machos les aplastaba la cabeza. Esa distinción era lo que le causaba curiosidad o lo más parecido que podía sentir en ese estado apagado. Era horrible tener la consciencia de no sentir nada, salvo un leve calor dentro de su piel, como si estuviera en una habitación con calefacción. Mientras pensaba en la inmortalidad de los krabby, notó cierto relieve alrededor de uno de los pedazos de concreto del techo y al mover la losa, reveló un agujero que mostraba el cielo nocturno. Usando una de las escaleras, subió a través del techo y vio una habitación de azotea a la que entró sin problemas. Era la habitación de la cuarta sicaria, porque apenas podía considerarse una casa. Una pequeña hornilla, una ducha detrás de una cortina y un escritorio en el que había un pergamino con una pluma mojada de tinta. Al acercarse, reconoció los caracteres que en otra circunstancia le hubieran causado ansiedad, pero en ese momento solo notaba un leve pulso dentro de ese pedazo de su mente que se encontraba dormido. Las palabras narraban la parábola de la ciudad de Mardak. Ese supuesto paraíso de oro que había existido en un momento de la historia, a pesar de que esos bloques dorados debieron haber dejado siquiera un rastro y no desaparecido en medio de la arena.
Zaira soltó un suspiro. No sentir nada era útil, porque podía concentrarse en actuar. Además, no llamaba la atención de la criatura. Era capaz de verla desde el tejado, moviéndose de un lado a otro, como quien veía una pelota rebotar en un campo de juego e incluso vio tirada a Beatriz a su lado, después de haber sido absorbida. El calor que emanaba su aura pasó de ser horrible a ser la mejor sauna de la historia. Disfrutaba de la oscuridad que le rodeaba. Quizás podría aprovecharlo de una manera o otra. Después de todo, era una psíquica. Era capaz de usar sus propios sentimientos para herir a otros. Si lograba sacar esa energía de adentro hacia afuera, en vez de que la indiferencia se quedase adentro, podría acabar con esa cosa de una vez por todas. De hecho, sentía que esa energía de la nada cobraba vida y quería salir por medio de las puntas de sus dedos.
V
A diferencia de otros fantasmas, lo que quedó de Ruzalia no tenía consciencia. Era una bestia de los tiempos salvajes que solo buscaba perpetuarse a sí misma y los únicos sentimientos que podía sentir eran un odio increíble a lo que iba en contra de las bendiciones del Gran Genio. Un animal necesitaba comida para mantenerse en movimiento. En el caso de la cosa, pese a no tener ojos, sentía a las hembras como unos arboles llenos de energía. Al no haber ningún alma en la plaza, lo que quedó de Ruzalia se arrastró, buscando rastros de cualquier ser vivo en la redonda. En un taller de electrodomésticos, notaba el pulso de un aura enferma. A medio camino a alimentarse, sintió un golpe a sus espaldas. Durante un momento, volteó, solo para encontrarse con lo que temía. Esa aura completamente negra que flotaba en medio del vacío que era su visión. Como si fuera un pokémon viendo el fuego de las primeras criaturas inteligentes, trató de proseguir su camino, ignorando los intentos de ese monstruo indiferente para llamar su atención. Uno de los proyectiles fue más fuerte que el otro. Dejo un agujero en medio de su cuerpo. Un poco de energía cayó junto con los órganos del cadáver de Ruzalia. Dentro de su mente primitiva, la posibilidad de huir era cada vez menos práctica. La segunda opción en el mundo animal era atacar, pero, ¿Cómo iba a atacar a algo que amenazaba su existencia por el mero hecho de acercarse? Esa aura negra era capaz de borrar la energía. Lo único que contenía la esencia de destrucción era el cuerpo de la gata que vibraba por la oscuridad que contenía. Era como si echaras acido en una caja de cartón. El recipiente va a destruirse si no dejaba escapar su contenido.
VI
Durante unos segundos, Zaira estaba segura de lo que iba a hacer, como si estuviera a punto de tomar una respiración. Esa seguridad desapareció cuando apuntó con un dedo a la criatura, imitando una pistola. Ese sentimiento de desidia desapareció para ser cambiado por el pánico. Lo que quedó de Ruzalia olisqueó su nuevo aperitivo y corrió hacia la psíquica. Unas grandes gotas de sudor bajaron por su frente. Aunque sonara egocéntrico, estaba segura de que era la única que podía derrotar a esa cosa de una vez por todas. La clave se encontraba en la oscuridad que carcomía su alma hace unos momentos. Rápidamente, supo que era lo que tenía que hacer. Cerró los ojos y recordó como era ser una marioneta. Ese fuego que la tragó con toda su familia. Pensó en su hermana siendo mutilada, arrastrada por el suelo, pateada y se vio a si misma viéndolo todo sin poder hacer nada e incluso agregó una cadena a su cuello para más dramatismo. Su mente era una liga elástica que estiraba hasta que se rompió. El latido de su corazón volvió a una inquietante normalidad. El aura volvió a quemarle y la bestia volvió a pasarle de largo. Una esfera de oscuridad apareció desde su alma. La energía oscura salía desde las puntas de sus dedos.
─Bola Sombra ─ murmuró Zaira apuntando a la criatura.
La esfera golpeó en la cabeza de la criatura. Soltó un chillido. El torso de Ruzalia cayó en el suelo con un ruido seco. Lo que quedaba del alma de la séptima sicaria se arrastraba como una masa rosa amorfa llena de luz. En cualquier otra circunstancia, podía ser hermosa. Ante los ojos de Zaira, no era más que una plaga que debía eliminar. Lanzó otra bola sombra. Una más. A cada esfera que lanzaba, la masa se empequeñecía y ella se sentía mejor. Era como si golpeara a su tío. Le estaba dando una paliza a sus recuerdos. Cerró los ojos para disfrutar de esa sensación de placer que se colaba entre las rendijas de la fatal indiferencia. Era tan hermoso que seguía lanzando bolas sombras cuando esa masa había dejado de existir desde hace tiempo. La oscuridad del alma era adictiva. Todos sus problemas desaparecían en la oscuridad, cuando no había explosiones ni marionetas, simplemente una enorme indiferencia que ahogaba todos los sentimientos negativos. Abrió los ojos cuando un golpe en el estómago interrumpió su paraíso. Una de esas bolas sombras le dio en el vientre. Su pulso se detuvo por un segundo. Los sentimientos volvieron. Lo primero que sintió fue un gran alivio de que todo hubiera acabado. No se había sentido tan feliz desde antes de haber leído ese maldito libro.
─Lo hice.
Un último destello rosado entró en el cerebro de la gata. Lo vio todo. Vio toda la vida de Ruzalia pasar ante sus ojos y lo comprendió. Las dos tenían arruinadas sus vidas por culpa de un legendario que ni quiera sabían que era real. La diferencia era que la sicaria se aferraba a él porque no había encontrado a un nuevo motivo en su vida. Antes de sentir pena por ella, se sintió afortunada por haberse topado a alguien como Denisse.
Una líder a la que seguir.
VII
Cuando Danielle volvió a las habitaciones del castillo de Excalibur, vio que su padre estaba despierto mientras bebía un vaso de agua helada y trataba de limpiar el sudor que perlaba los vendajes que eran su piel. Esperaba que él no sintiera el aura oscura que se manifestó en medio de Plaza Celebi, pero obviamente lo iba a hacer. Otra de las chicas de Candelor había jalado el gatillo; la que tenía más energía espiritual ni más ni menos. Desde que tuvo una experiencia cercana a la muerte, el sawk era bastante sensible a esas cosas.
─Oh, Arceus ─musitó Danielle─. Tenemos que hacer algo, padre. Zaira también puede…
─Lo vamos a hacer ─sentenció el director─. El mundo depende de ello.
VIII
Aunque las serpientes hayan desaparecido, el estado de parasitismo dejó a las chicas bastante agotadas e iban a quedarse dormidas por un rato. Denisse despertó cuando eran las cinco de la mañana. Mamá despertaba a las siete. En una hora debían de regresar a casa, pero mientras tanto, estaban en la cama de la que era la séptima sicaria. Sentía la necesidad de regresar a ese escritorio. Cuando despertó su hermana, olvidó lo que quería hacer. Un poco atontada, la eevee tardó un rato en darse cuenta donde estaba hasta que encontró su mirada. A su lado, tenía a Michelle, que iba a dormir por un tiempo. Abrazó a la zorra que luchó por separarse de esa fuerte muestra de afecto.
─¡Estoy bien! ¡Ya sabía que no me iba a pasar nada! ¡Era obvio que esa cosa solo iba a dejarme dormida!
Zaira soltó una seca risilla.
─Sí, claro, era obvio…
─Bueno, tenemos que irnos ─dijo Denisse bajándose de un salto de la cama─. Ah, por cierto, mientras estaba dormida, pensé en lo de tu familia. La quinta falta, desobedecer a alguien más autoridad que tú, nunca especifica que pasa si ese alguien te ordena romper otro de los preceptos. Es una trampa para hacer pecar a las hembras de la región, así que seguro que eso es lo que hizo tu tío. Simplemente tendría que ordenarle a tu madre que se quite el hiyab y ya conseguiría la excusa perfecta.
─La verdad es que ya no me importa… pero gracias. Me siento mucho mejor. Creo que he encontrado el camino.
─Me alegro de escuchar eso, ¿estás lista para dormir en clases?
Zai bostezó.
─Estoy lista, pero antes…
Un simple ascuas prendió fuego a la página que relataba la parábola de Mardak. Esas serpientes de tinta poco a poco comenzaron a desaparecer hasta que la habitación de azotea del heliolisk pasó a ser una chimenea. Debido a que Zaira dejo abierto el acceso al tejado, la ferretería ardió hasta sus cimientos. Así es como todo rastro de la existencia de la séptima sicaria desapareció; con un estallido.
Ω
Cuando estaba siendo devorada por la oscuridad, esa bestia que era Ruzalia ganó un momento preciado de consciencia en medio del dolor. Recordó su noche de bodas con ese anciano. Al lado de la cama, tenía una pesada lampara de cobre que tenía la forma de la cabeza del gran genio. Antes de que pudiera tocarla, las torpes manos de una meditite rodearon la base de esa figura y golpeó a su esposo con la fuerza que el miedo podía dar. Esa anciana cabeza se abrió como si fuera una sandía. En un lecho manchado de sangre, se quedó dormida abrazada al arma del crimen, suplicando al gran genio que la perdonara por los demás actos que iba a cometer. Esa noche, el anciano benefactor no fue el único muerto y al mismo tiempo que la penumbra acababa con los últimos rastros de su ser, le pidió perdón a Hoopa por no haber aceptado su destinado. Quizás esa fuera la razón por la que no dejaba de escribir la parábola de la ciudad de Mardak. En toda su corta vida, nunca aprendió a respetar su grande enseñanza.
MostrarEsconder Buenas
Este capítulo me quedó un poco corto, así que decidi que sea parte de los otros dos anteriores. Espero que no les moleste. El final puede parecer un poco apresurado y un poco sacado de los pelos, pero les pido que tengan paciencia. Todo ese tema del aura oscura se explicará a su debido momento.
Ahora, los comentarios.
@ Nemuresu Ahora que lo dices, sí que se parece un poco a Notorius. En este caso, no era más que un montón de energía que usaba un cadaver como centro.Y solo puedes vencer a la energía con energía.
@ Sakura Sí, te recomiendo que te preocupes porque se pongan agresivas porque va ir a peor.Las referencias musicales más que nada son un extra mío, pero muchas encajan bien en el concepto del personaje. Las Sombras de la Noche tienen en común que todos tienen nombres de cantantes de habla hispana. Sabina es un personaje que ha aparecido antes como una especie de foreshadowing a este respecto.
Muchas gracias por comentar y por su paciencia. Septiembre ha sido un mes un poco dificil, pero espero ir poco a poco recuperando el ritmo.
Saludos.
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12 Oct 2021 03:53 PM Palabras -
(Última modificación: 26 Mar 2022 01:57 PM por DoctorSpring.)
Capítulo 31: Una Gran Siesta
I
Aunque vivir en una secundaria no sonaba demasiado elegante en un principio, la familia Excalibur lograba sorprenderla. Antes de que despertara, la llevaron a una mullida cama de terciopelo donde acabó la siesta más grande de su vida. Afuera de la habitación de Danielle estaba una de esas salas que su madre veía en sus novelas victorianas, solo que esa no era manchada por la estática. Era como vivir en una época diferente. No había ningún aparato a la vista. Unos sofás descansaban sobre una alfombra morada. Al frente, había una chimenea apagada, que no debían usar mucho en un lugar tan caluroso como Puerto Lugia. A través de unas grandes puertas de madera, entró a un comedor que era bastante parecido a la típica escena del vampiro que te ofrecía un banquete antes de comerte. Al parecer, seguía el olor de una homelet de manera inconsciente porque no se había dado cuenta del hambre que tenía hasta que vio ese suculento plato. Saltó hacia una de las sillas y comió sin ninguna vergüenza hasta que se dio cuenta de que el director la veía.
─Come, señorita Miller. Los ases parásitos dejan muy débiles a sus víctimas.
─¡Esto está muy bueno! ─exclamó Laura llenándose la boca.
El director soltó una elegante risilla.
─Gracias, pero una llanta le parecería igual de excelente en su estado. La verdad es que no he tenido la oportunidad de que nadie evalué mi comida… después de todo, yo soy el único que come en esta casa.
Laura se detuvo.
─¿Entonces Danielle está muerta de verdad?
─Esperaba que lo supieras. Mis disculpas.
─¿Cómo murió? Si se puede saber.
El silencio le respondió que no se podía saber.
─Sus amigas están bien ─dijo el sawk después de un rato─. La señorita Granat despertó antes que usted y se fue a estudiar. Bien por ella.
Laura miró al reloj de pared. Eran las diez de la mañana. Si ser parasitada por serpientes no era una buena excusa para faltar un día, ninguna lo iba a hacer.
─Sabía que iban a lograr acabar con esa perra ─dijo la glameow dando otro bocado.
─Sí, lo hicieron, o más bien, debería decir que fue la señorita Zaira Flower quien lo hizo─. Señorita Miller, ¿le puedo preguntar algo?
─Es lo menos que puedo hacer.
─¿Por qué está siguiendo órdenes de la señorita Denisse Flower?
Laura masticó un último pedazo y se quedó mirando al director.
─Es la misma pregunta que le hice a la señorita Granat. SI no puede contestar, una disculpa.
─Supongo que las cosas se dieron ─respondió la joven─. Me gusta ser de utilidad y ser alguien confiable. Desde lo que me pasó con Beatriz, me doy cuenta de lo doloroso que es que te consideren una rajona. Además, a veces es divertido seguir a una lunática. Cada día pasa algo nuevo y ya me estaba aburriendo del barrio, ¿sabe?
─¿Ha notado algo raro en ella? ¿En Zaira?
─¡Muchas cosas! ─dijo Laura riendo, luego se puso seria─. A veces me preocupa lo dependiente que es Zai con Deni, pero supongo que se le va a pasar.
─Sí, es normal que haya sido la primera, ¿le puedo preguntar algo más… personal?
─Dígame.
─¿A veces ha sentido como uno de sus sentimientos ahoga a los demás?
Laura inclinó su cabeza.
─No entiendo.
El director sonrió. Era una sonrisa cansada.
─Olvídelo, por favor. Perdóneme por preguntar cosas tan complicadas.
─Ahora me toca preguntar a mí, ¿a qué se refería con que Zaira fue la primera? ¿La primera en qué?
─La primera en jalar el gatillo. Ten cuidado, señorita Miller.
Desde esa advertencia, no pudo sacarle más palabras al señor Excalibur y volvió a su barrio con muchas preguntas en la cabeza. En la entrada de su casa, un letrero anunciaba que se rentaba un cuarto en un precio bastante accesible. Lo destrozó con sus garras con verdadero placer. Más tarde iba a tener que pelearse con la gorda de su madre cuando volviera de trabajar, pero valía la pena.
II
A ese ritmo sentía que iba a morirse de hambre si no conseguía trabajo. A diario se levantaba en una cama reluciente, puesto que ordenó su solitaria casa solo para distraer su mente, se daba una ducha de agua fría y arreglaba su pelaje frente al espejo. Algunas veces desayunaba, cuando encontraba a Keira comiendo lo que sea que hubiera conseguido gratis, pero la mayoría del tiempo prefería saltarse el desayuno para usar sus fuerzas en obtener un pedazo de pan duro en la tarde o unas galletas saladas con un vaso de agua de grifo. De ahí, cruzaba al otro lado y ofrecía sus servicios como empleada doméstica. La mayoría de las veces, las señoras de North Marine Star le cerraban la puerta de la cara con un seco “no gracias” Algunas cuantas más la rechazaban con más amabilidad mientras que la minoría le daba encargos. Eran cosas sencillas como cortar el césped, hacer de mensajera o ir a comprar el mandado.
Esa tarde no había encargos. Recorrió todo North Marine Star y la Zona Turística buscando unas cuantas monedas. Esos pequeños trabajos no eran más que favores condescendientes o en el mejor de los casos, eran la manera de conseguir mano de obra barata. Una espeon le dijo que no necesitaba nada con una sonrisa que le recordaba a esa maldita eevee que había arruinado su vida. Aun así, le dio diez pokés como limosna. Ella bien sabía que es lo que estaba pensando; “ah, pobre niña, que se me muere de hambre. Le voy a dar un poquito del dinero que me sobra para que pueda comer”. Y eso que iba arreglada. Estaba segura de que, si hubiera venido un poco más sucia, esos guardias que le miraban con odio tendrían la excusa perfecta para echarla de esos barrios impolutos. Unas lágrimas corrieron por sus ojos. No eran las lágrimas que una niña debería soltar, que serían de pura tristeza o de felicidad. Eran lágrimas de impotencia por un estómago vacío. Cuando pasaba sus patitas por su torso, podía tocar sus costillas marcándose debajo de la piel. Mientras cerraba sus ojos para atrapar su llanto, sintió una cálida aleta sobre su hombro. Abrió sus húmedos parpados. Si no corría ante la figura borrosa de la foca, era porque no tenía las energías de hacerlo.
─¡Oh Arceus, estás muy delgada!
─Eso ya lo sé…
─Ven, te voy a dar de comer algo ─dijo Michelle tomándole de la mano.
─¡No gracias, estoy bien! ─exclamó Reina liberándose del agarre.
Esperaba que esa foca quedara boquiabierta. Eso sería placentero. En su lugar, le miró con una tristeza que dolía mientras aguardaba a que se arrepintiera de rechazar su “gran bondad”. La verdad era que no faltaban ganas. Su tripa rugía como un arcanine furioso, además de que su respuesta no había sido demasiado convincente. Tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para correr en dirección contraria a su benefactora. Pensaba que la tonta iba a quedarse plantada de la estupefacción, pero cuando se dio la vuelta cerca de llegar al otro lado, notó que trataba de seguirle a escondidas, como si ese azul chillón fuese fácil de pasar desapercibido. El problema era que cada paso que daba, estaba más convencida de que su orgullo era un pésimo alimento. Una idea voló por su imaginación. Le iba a demostrar a esa tipa que no era una limosnera.
─¡Si quieres ayudarme, dame trabajo! ¡No quiero que me regales nada!
Michi guardó silencio.
─¡No, mejor olvídalo!
─¡Espera! ¡Vamos a mi casa! Algo se podrá hacer.
─… Como quieras
III
Después de un fracaso más, pensó que sería bueno para su salud mental fingir que era una adolescente normal por un día. Era por eso que se fue tan rápido como pudo del castillo de Excalibur para alcanzar a disfrutar un día de escuela. Aunque no estuvo mal, Arceus le dio una cachetada tremenda cuando vio a esa chinchilla caminando por el lujoso barrio de North Marine Star. A pesar de que la limpieza de su pelaje le ayudaba a pasar más desapercibida, desde lejos notaba de que no estaba comiendo bien. Era horrible que a una edad donde debías comer bien, haya niñas que esten pasando hambre. Supuso que era una lección de que sus problemas no eran nada comparados a Reina, quien no tenía a su madre por algo que no tenía que ver con ellas. De todas maneras, no podía usar eso para convencer a la orgullosa Mamá Claudia. Era una personificación de la frase “para que algo salga bien, tienes que hacerlo tú mismo”: No iba a aceptar, menos por una versión recortada de la historia que sonaba como si le hubieran dado ganas de ayudar a alguien de la calle porque sí.
─¿Me estás diciendo que contrate a una niña para que nos limpie la casa?
─No lo veas de ese modo. Imagina que solo es una pequeña ayuda. Reina no está comiendo bien y no me acepta que le de nada regalado.
─¡Que niña tan orgullosa! ─dijo la gothitelle cortando con cuidado las hojas de su bonsái─. Michelle, ya sabes lo que opino sobre las sirvientas.
─Lo sé, pero…
─Dale un poco de comida y dile que lo sentimos, que no estamos buscando a nadie ni mucho menos a una niña.
─Es apenas un año menor que yo…
─Como sea, el punto es que no necesitamos sirvientas. No podemos ayudar a todo el mundo, hija.
Michelle suspiró.
─¿Y me ayudarías a mí?
Claudia dejo de hacer jardinería para mirar a su pequeña.
─Las veces que haga falta, pero no veo que tenga que ver eso con…
─A veces me siento culpable por ser muy afortunada. Esa niña muriéndose de hambre y yo he tenido todas las necesidades cubiertas desde que nací.
─Eso no es tu culpa, hija. Hay pokémon que tienen menos suerte que una.
─Sí, tienes razón, pero me parece injusto que no usemos un poquito de la suerte que tenemos para compartir con esa pobre que no tiene ni madre que la cuide.
─¿Te ha dicho que le pasó a su madre?
─Fue… a buscar trabajo.
─Tenía que estar muy desesperada para dejar a su hija pidiendo limosna, ¿Dónde está esa niña?
─La deje en la sala.
Claudia suspiró. Dejo las tijeras de podar al lado y entró a la sala de estar. La siguió con las aletas cruzadas. Reina estaba sentada en uno de los sofás blanquecinos, con la mirada abstraída en un frutero en la mesa. Un hilo de saliva brillaba en los bordes de su boca. Esa imagen desgarradora podría haber sido suficiente para calentarle el corazón a cualquiera, menos a mamá Claudia. La amaba de la misma manera que a mamá Larissa, pero a veces era demasiado fría. Estaba segura de que la primarina había tomado la iniciativa en las primeras citas. Sin dejar que su hija mirando desde atrás le afecte, se sentó con parsimonia frente a la chinchilla, esperando con paciencia a que notase su presencia. Al no pasar, tomó su atención con un simple carraspeo.
─Buenas tardes, soy Claudia Granat, ¿Cuál es tu nombre, pequeña?
A juzgar por su expresión, Reina trataba de actuar desinteresada.
─Reina. Reina Gray.
─Me ha dicho Michelle que tu mamá no está, ¿es verdad?
La chinchilla miró a Michelle por un segundo. Una mirada que decía “Estoy segura que no dijiste la verdad”.
─Es cierto, señora.
─¿No tienes a un pariente que te cuide? ¿Una vecina?
Reina guardó silencio por unos momentos.
─Ninguno. Estoy sola… y las vecinas de mi barrio ya tienen muchos problemas como para mantenerme…
Claudia asintió. Hubo un silencio grande donde estuvo convencida de que iba a decir que no.
─Mira, soy muy exigente. A mí me gustan que las cosas se hagan bien. Si estás bien con eso… puedes ayudarme con algunas cosas ahora y vemos que tal resulta.
Reina trató de disimular su alegría. Michelle no lo hizo.
─¡Muchas gracias, mamá! ─exclamó la foca abrazando a su madre desde atrás.
─Todavía no he tomado una decisión definitiva.
─Eso quiere que decir que estoy a prueba ─dijo la chinchilla sonriendo.
─Así es. Espero que al menos no me decepciones.
Quizás mamá Claudia estaba haciéndose la difícil porque ella entendía mejor que pensaba esa niña del Barrio Gris. Reina quería salir adelante por sus propios medios y eso es lo que no comprendía. Si no quería quedarse atrás, necesitaba hacer su mayor esfuerzo para que la señora Gray vuelva sana y salvo y lo poco que quedaba de la familia de la pobre chinchilla pudiera estar unida de nuevo. Después de todo, era una de las culpables de que estuvieran separadas y era la que menos había aportado a solucionarlo. Durante un momento, olvidó sus problemas y pensó que las cosas podrían salir bien si se esforzaba más. Solo necesitaba un poco más. Quizás el siguiente sicario será su oportunidad de hacer su parte.
IV
La separación entre cosas. Distinguir una cosa de la otra. Eso no era más que una ilusión. Al igual que si aventabas una piedra a un río, causabas una onda sobre el agua, cualquier acción que realizaras podría causar reacciones que no te esperabas. León estaba seguro de eso. El no poder evolucionar había causado que fuera visto con mala cara en su pueblo. Eso a su vez, ocasionó que se quedara encerrado entre libros. Libros con muchas ideas. Ideas sobre el rastro que dejabas en el mundo por el mero hecho de respirar. Quizás esa fue la razón por la que lo acabaron echando del lugar donde nació. Antes de eso, apareció SKR y después de eso, su trabajo pasó a mandar a pokémon de regreso a la fuente… antes de tiempo. Sus profundas meditaciones fueron interrumpidas por el aleteo de un pájaro que entraba por la ventana de esa casa abandonada. La había convertido en una especie de vivero donde unas cuantas plantas crecían por los rayos de sol que atravesaban por el techo roto de ese antiguo almacén. Una vez que llegó al pueblo, trató de entrar dentro del Barrio Floral. Siempre tuvo un contacto especial con las plantas. No le molestó que fuera rechazado, sabía que tal vez eso iba a provocar un incendio en un futuro.
─Currucú ─dijo Sui Generis al Kirlia que abría los ojos.
─Como se nota que no tienes nariz ─dijo León Larregui sin abandonar su posición de loto─. Deberías saber por el olor que estoy en medio de mi sesión de meditación.
─¡Currucú! ─exclamó el pidove.
─Sé que somos los siguientes. Ya te decía que Ruzalia no iba a durar mucho más. Se notaba que ya se quería ir.
─Cúcú…
─¿Una carta? Sí, ya sé que cada vez que tenemos un nuevo objetivo, Cerati nos manda las fotos. No tiene nada de especial.
─¡Cú!
─¿Cómo que hay otra?
León tomó el sobre sellado con cera del ala de Sui. Estiró la mano para atrapar un abrecartas de cuarzo.
─Veamos… “respetables sicarios. Me temo que por el momento compartimos similares objetivos. Sírvase de esta información que tenemos de Zaira Flower, Denisse Flower, Michelle Granat y Laura Miller…”
─Currucú.
─¿En serio crees que pueda ser falsa? En el remitente pone DE. Ni idea de que signifiquen esas iniciales.
─¿Currucú?
─Mira, nos enteraremos tarde o temprano de si esta información es verdadera o no. Fluyamos como un río y comprobémoslo, pero me intuición me dice que tenemos que prestarle mucha atención.
El quinto sicario asintió. Se acomodó una pequeña flauta que colgaba de su pescuezo.
─Desde hace rato que quería desempolvar a SKR ─dijo el sexto levantándose del suelo─. Es hermoso cuando vez suceder el karma frente a tus ojos.
V
Durante todas las clases, las dos estuvieron dormitando y muchas veces llegaron a fase REM antes de que los profesores llamaran su atención. Volvieron a casa más que dispuestas a tomar una siesta. No hablaron demasiado entre ellas. Zai estaba pensativa mientras que ella comenzaba a prever de antemano cuando vendría el siguiente sicario. Aunque le costara lo suyo reconocerlo, habían estado a punto de perder ese juego mortal contra las sombras. Si las cuatro quedaban parasitadas, lo más probable era que las de Excalibur les hubieran robado la presa. A la próxima, sus vidas podrían estar en riesgo, además de su orgullo. No tuvo tiempo de pensar una solución antes de llegar a casa. Desde el otro lado de la puerta, escuchaban risas. Una de ellas era familiar de una manera que no era agradable, como esa risa que te pareció haberla escuchado en una pesadilla. Salvo que, en su caso, la pesadilla era real. Cuando entraron, vieron a su madre y a Gustavo Cerati, los dos riéndose como si fueran amigos de toda la vida.
─¡Ah, ya llegaron mis princesas! ¡Señor Cerati, les presento a mis hijas! ¡La pequeña es Denisse y la grande es Zaira!
La mirada de Cerati acabó con las dudas de si eso era real o no.
─Mucho gusto, señoritas. Soy un amigo de su papá.
─¡Que educado! ─exclamó Iris admirada─. Princesas, saluden.
Las dos hermanas se miraron. Aun no se creían lo que estaba pasando.
─Buenas tardes ─respondió Zaira con total naturalidad─. Vamos a nuestra habitación para dejar la mochila y ahorita volvemos.
─¡Vayan rápido! ¡Ya casi esta la comida!
Ambas aventaron sus mochilas en la cama.
─¡Tenemos que hacer algo!
─Cálmate.
─¿Qué pasa si le hace algo a mama?
─No creo que se atreva…
Aunque tampoco creería que tuviera el atrevimiento de cruzar a North Marine Star y ahora podía escuchar su risa desde ahí.
─Mira ─dijo Denisse después de pensar un rato─. Actúa normal, pero no le quites el ojo de encima.
Zaira asintió. Cuando volvieron, las bayas estaban en el plato y Cerati comía de la manera más elegante posible que le permitía su morfología. Usaba sus zarpas para sostener el tenedor donde pinchaba cada pinia con queso fundido. Se sentaron junto a su madre para asegurarse de poder protegerla en caso de que las cosas se salgan de control. Mientras comían en silencio, Denisse pensaba en cómo hacer que mamá saliera de casa. Esa era una oportunidad perfecta de hablar cara a cara con el torracat. Aunque ganas no le faltaban, sería demasiado imprudente atacar si no era estrictamente necesario. No quería meter a mamá en todo esto.
─¿De donde conoce a mi esposo, señor Cerati? ─preguntó la espeon.
─Ah, somos viejos amigos desde que éramos niños. Siempre íbamos a jugar a por ahí, pero me mude cuando era muy pequeño y desde ahí ya no nos vimos.
─Es una lástima que no pueda verlo ahora mismo. Mi esposo trabaja tanto…
─Lo mismo digo, pero me conformo con ver que mi viejo amigo escogió bien a su esposa.
La señora Flower soltó una risilla.
─Que encantador.
Gustavo volteó a verla.
─Me recuerdas mucho a como era tu padre. Tienes su misma cara de enfado.
No contestó. En vez de eso, siguió mirándole.
─Cariño, no seas maleducada…
Gustavo Cerati rio.
─Así somos todos de niños, no se preocupe. Su padre era igual. Con decirle que nunca confiaba en nadie.
─¿En serio? Mi esposo no le gusta hablar mucho sobre su infancia, pero siempre supe que mi pequeña agarró mucho de su padre.
Iba a protestar, pero siguió comiendo. Masticaba las bayas con fuerza, asegurándose de que queden bien trituradas bajo el peso de sus colmillos. Zaira le dio un toquecito en el
costado y levantó una mano dispuesta a chasquear los dedos. Denisse le devolvió el golpe mientras la regañaba en silencio. Era obvio que Cerati estaba provocándoles. No encontraba ninguna otra razón para que viniera. Después de todo, ya están establecidas las reglas del juego y, además, no podían hablar nada de ese tema con una inocente en frente.
─¿Esa es la hija que adoptaron? ─volvió a intervenir Cerati─. Se ve muy diferente en las revistas.
─Gracias a Arceus ya se acostumbró a nosotras. Las dos se llevan muy bien. Es como si fueran hermanas desde que nacieron.
─Sí, ya lo noto. Ya ha jalado el gatillo, como dicen en mi región.
«¿Jalar el gatillo» pensó Denisse «Eso es un dicho muy raro»
Además de la provocación, debía haber una razón por la que Cerati vino a su casa. Quizás estaba tratando de decirles algo. No era un riesgo demasiado grande para él, puesto que sabía que ellas no iban a atacar dentro del lado bueno. Era bastante probable que solo estuviera haciéndose ideas. Quizás esa fuera la razón por la que el tipo fuego vino hacia ella. De todos modos, necesitaba hablar con él. Quería que le dijera esas cosas a la cara y decirle a él que no le tenía miedo, que estaban a punto de ganar su maldito juego. Para todo eso, necesitaba deshacerse de la que no tenía culpa de nada. A pesar de la confianza de mamá, iba a ser difícil que dejará a sus hijas solas con un desconocido… al menos que sucediera una emergencia. Una emergencia lo bastante grave para que mamá tuviera que salir de casa y a la vez no tan grave para asegurarse de que la espeon no despidiera a la visita o mande a la sirvienta. Más que accidente, tendría que ser una pequeña incidencia… u otra visita. Sacó su celular y marcó a Michelle. El teléfono tardó un poco en engancharse a la línea.
─Michi, hazme un favor.
─¿Qué pasa?
─Te lo mando por mensaje.
“Michi, llama a mi mamá desde afuera. Necesito que salga un momento de la casa”
“Por Arceus, ¿qué pasa?”
“Te lo cuento después, y también a Lauri. Es importante que la entretengas por unos… cinco minutos”
“Como tú digas… allá voy”
La comida acabó con normalidad. Al parecer, se le habían acabado los comentarios crípticos a Cerati y por un momento pensó que iba a irse así nomás hasta que escuchó los golpes en la puerta.
─Disculpa un momento, señor Cerati. Ya están preparando el postre por si se quiere quedar un rato más con nosotras.
─¡Entonces esperaré con gusto!
Con una risilla más (que comenzaba a odiar), salió al porche a recibir a Michelle. En cuanto volvió a cerrarse la puerta, la sonrisa de Gustavo Cerati se ensanchó como si fuera el gato de ese tonto cuento infantil. Por un momento sintió esa misma cosa que le acogió en la noche de la muerte de Anastasia, pero lo logró ahuyentar, se acomodó en la silla y miró hacia el gato con el ceño fruncido.
─Menos mal que ya se fue esa señora ─dijo Gustavo ─. No paraba de parlotear, ¿Cuánto tiempo tenemos?
─Poco. Escucha…
─Yo voy a hablar primero y va ser para felicitarte ¡Buen trabajo con mis sicarios! ¡Vas a dejarme sin efectivos, espero que estés contenta!
─Yo…
─Bueno, da igual. En los sueños los pokémon reviven, ¿no estás de acuerdo?
─Estoy demasiado ocupada en acabar contigo para fijarme en mis sueños
Gustavo Cerati rio. Una carcajada inocente desde afuera de la casa.
─¡Que valiente eres! ¡Es obvio que elegí bien a la niña que va a despertarme!
─Mi hermana no va a despertarte ─interrumpió Zaira─. Va a hacerte dormir para siempre.
─Que estupidez estás diciendo ─dijo Gustavo bajando la voz─. Nadie muere en los sueños. Cada vez que te va golpear el tren, te despiertas. Ah, me disculpo por preguntarte sobre los sueños. Un sueño no puede tener un sueño, es como si uh pokérus tuviera un pokérus, ¿acaso no lo creen? No, espera, los sueños tampoco tienen creencias.
─Deja de decir tonterías ─dijo Denisse golpeando la mesa con suavidad.
─No estoy diciendo tonterías. Estoy cansado de estar dormido. De estar en esta realidad aburrida. De que muchos pokémon me digan que esto es la realidad real cuando sé quesolo es un sueño que estoy soñando mientras duermo como un gato callejero junto a Sir, que, por cierto, ¿Qué tal esta Sir?
─No lo sé y no me importa.
─Espero hacerle una visita pronto. Como sea, ahora que tu hermana jaló el gatillo, sé que la hora de despertar está más cerca.
─¿Qué demonios es jalar el gatillo? ─preguntó Denisse mientras Zaira bajaba las orejas.
─Es extraño que no lo sepas. Ya lo has hecho varias veces. Jalar el gatillo.
─Estás loco ─dijo Denisse derrotada por no poder decir otra palabra.
─Estoy dormido. Ustedes son las locas, pero necesito que sean unas locas ─Gustavo Cerati volvió a sonreír─. ¡Bueno, no nos adelantemos! ¡Aún quedan unos cuantos sicarios más! ¡Y además… no todas han jalado el gatillo!
─Lo siento, señor Cerati ─dijo Iris mientras entraba de vuelta a su hogar─. Me temo que una vecina necesitaba ayuda con algunas cosas, pero ya estoy aquí.
─Yo me temo no poder disfrutar de su postre ─dijo el torracat poniéndose el sombrero mientras se levantaba─. Me han llamado de la oficina para algo urgente.
─Es una lástima. Tome un poco. Es gelatina de leche del pueblo de mi sirvienta ¡Es maravillosa!
─Voy a aceptar su oferta, señora Flower. Esa gelatina suena bien.
Aunque esa gelatina de leche haya sido la mejor del planeta, el postre le supo amargo a Denisse. No comprendía que era toda esa locura de jalar el gatillo. La única certeza que tenía, además de que iba a aplastar a esas sombras hasta que no quedase nada de ellas, era que Cerati estaba loco.
─Hermana… ─le dijo Zaira mientras se preparaban para ir a la cama.
─¿Qué pasa?
─Creo que… sé lo que es lo de jalar el gatillo… No, no lo creo. Lo sé. Ayer cuando estabas inconsciente, mi aura se puso oscura. Yo sabía que estaba oscura. Aun así, no sentía miedo ni nada… no, me equivoco, no sentí nada. Veía lo que hacía como si fuera un muñeco que estaba controlando en una de las consolas que tienes. No me interesaba lo que pasaba, como si lo estuviera viendo desde afuera y a la vez me sentía dispuesta a hacer lo necesario para derrotar a Ruzalia, ¿te ha pasado algo parecido?
─No entiendo nada de lo que me dices ─dijo Denisse con los ojos bien abiertos.
─Oh, es cierto. Tú no puedes ver el aura, pero sé quién puede. Hermana, ¿y si le preguntamos al señor Excalibur?
─¡De ninguna manera! ¡Descubriré la respuesta por mi cuenta! Y si es algo que podemos aprovechar, no voy a decirle a mis enemigas las ventajas que tenemos.
─Tienes razón, hermana… perdón.
Aunque lo que dijo Zai causaba otra pregunta ¿Excalibur sabía que Zai había “jalado el gatillo”? Eso era algo a tener en cuenta.
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Nemuresu
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13 Dec 2021 01:10 AM Palabras -
Todo lo que Cerati dice me deja pensando. ¿"Salir de un sueño"? ¿Será que su cuerpo realmente no es el que lleva sino un simple títere mientras el de verdad espera en otro lado? Siento que ese termino de "jalar el gatillo" da la impresión de que está activando alguna clase de "reacción" en algo, algo que Cerati puede manipular, pero no bajo la idea de que todos sus sicarios siguen vivos. That leaves me thinking. Lástima que Denisse eligió rechazar la idea de ver al señor Excalibur, porque seguramente eso le va a caer bastante mal más adelante, si las cosas van por donde creo que van.
Maybe I'm a dream...
Kyrî
Black Balls in Space
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12 Feb 2022 05:44 PM Palabras -
Y... lo hiciste.
Ah, te odio tanto.
Es increíble que fuera el fic que más me tardara el leer, quizás del que más se puede reflexionar y, al mismo tiempo, del que menos se me ocurra qué decir ahora.
No te voy a repetir lo geniales que son las metáforas para establecer una atmósfera, ni lo detestables que son más adelante cuando insistes en usarlas una tras otra aunque arruinen toda la tensión. Ya te lo he dicho y si no lo has cambiado no lo vas a cambiar ahora. Lo que está bien porque lo peor que podrías hacer sería hacer caso a cualquier cosa que diga. Eso sí, de agradece que durante las peleas fueras en la dirección opuesta con líneas más directas enfocadas tanto en la acción como en la emoción. Hizo que la última parte fuese mucho más llevadera y dinámica. Y lo dice alguien a quien no le gustan las peleas.
Tengo sentimientos encontrados acá. No, todavía te odio por matar a Charlie. Eso no se hace, mardeto. Los buenos fanfickers no matan a Charlie, Charlie mata a los malos fanfickers.
No sé. Tomando en cuenta que Zaira siempre ha sido la más, digamos, insensible, por decirlo así, y la más leal, ciegamente quizá, hacia Denisse, el hecho de que sea ella la que mate al chiste racista me pareció muy apropiado. Y me parece más apropiado aún que lo hiciera a partir de entrar en contacto consigo misma, a querer conocer sus raíces y hacerse preguntas. No te puedo decir todo lo bueno que fue ese arco respecto a Zaira... espera, sí puedo. Fue buenísimo. La sensación de alarma un crescendo respecto a Chiste Racista siendo cada vez más peligrosa y que ni muerta se queda muerta y en su lugar empieza a cortar cabezas. La tensión de ver caer a cada una de las chicas como moscas contra este enemigo que por momentos parecía invencible. Es el primero de los sicarios que se siente como algo más que un enemigo anecdótico, y creo que es en gran medida por estar relacionada a un personaje principal y afectar de forma violenta a las demás.
Aunque eso de que al final se seguía moviendo por su As y todo eso fue TAAAAAAAAAN HxH.
Lo único que sí me hizo algo de ruido fue que eventualmente se sienten algo exagerados algunos aspectos, respecto a Laura y Chiste Racista que, en lugar de potenciar los momentos serios, les quitan algo de credibilidad. Tal vez sea eso, o la falta de cohesion entre la trama irreverente y la trama shonen. O quizá sea impresión mía.
De nuevo el último capítulo acaba siendo más interesante. En parte porque vuelve Cerati y da muestras de una personalidad más concreta. En parte porque vuelve Reina y Reina es todo lo que está bien en el mundo. Y en parte porque el grupo de Excalibur empieza a involucrarse más en la historia.
No, no te perdono que mates a Charlie. Su muerte estuvo muy bien, pero no te lo perdono.
The Grand Jacketer
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24 Apr 2022 04:13 PM Palabras -
(Última modificación: 21 Jun 2022 12:56 PM por DoctorSpring.)
Capítulo 32: Sé que te Cuesta Dormir
α
—¡Buenos días tengan ustedes, mis queridísimas señoras de Puerto Lugia! ¡Yo soy Constantino, su locutor de confianza en su estación favorita; Clásicos 412! ¡Transmitiendo desde la gran torre de radio del sector industrial para todas ustedes, queridas radioescuchas! ¡Constantino siempre te traerá la mejor música de hace muchos ayeres! Antes de continuar con más éxitos, tengo un mensaje par ustedes, queridas señoras de Villa Celebi, que siempre tienen un ojo en la escoba y otro en sus desastrosos hijos. Nuestras amigas de secundaria Candelor les tienen una oportunidad para que puedan descansar un poco de sus retoños. ¡Traigan a sus hijos con su credencial escolar o un acta de nacimiento vigente y déjenlos a cargo de las señoritas de Candelor para que pasen una tarde agradable! ¡Los esperamos el sábado a partir de las tres y recuerden que seguimos pensando en nuestros queridos vecinos de Villa Celebi! ¡Continuamos con más música, esto es Entrega de Amor! ¡Gracias por seguir escuchando Clásicos 412!
Cuando la alegre voz del locutor anunció el nombre de la siguiente canción y comenzaron a sonar las primeras notas, el cuchillo que sostenía Asunción quedó alzado en el aire durante unos momentos. Con un fuerte golpe, cortó el pedazo de zanahoria que faltaba por rebanar. Trató de aguantar las lágrimas para que no cayeran sobre la ensalada que estaba a punto de terminar. A base de darse golpecitos contra la barra de la cocina, lo consiguió. En realidad, no sabía porque todavía escuchaba Clásicos 412, cuando bastante seguido se encontraba con algo que no quería oír. Quizás porque le traía recuerdos que quería conmemorar de vez en cuando, pese a que algunos le desgarraban el alma por dentro. Existían canciones que reconfortaban su corazón, de esas que escuchaba junto a su madre cuando estaban lavando la casa y de pronto, llegaban esas que eran la banda sonora de su pasado. Además, tampoco era como si esos fueran los únicos detonantes de esas memorias. Movió la ensalada a la mesa y pasó a los trastes que se acumulaban dentro del lavabo, antes de echar el filete sobre la sartén. Como si el universo quisiese demostrar que escapar era inútil, el agua fluyendo en sus cintas le trajo otra de esas memorias que no dejaban de aparecer de manera más frecuente desde que Zaira se había ido de su lado.
—¿Cuál es el problema, señorita? —preguntó ese rostro borroso.
—… No sé cómo funciona esta máquina… —dijo su anterior yo, sin parar de temblar.
—¿El lavavajillas? No se preocupe por eso, su marido está muy ocupado fuera del pueblo y no va a venir hasta dentro de un mes. Puede hacer los quehaceres a su ritmo, de la manera que usted prefiera.
—Pero me gustaría aprender. Quizás se enoje si se da cuenta de que no uso todo lo que compró.
Esa persona asintió.
—Entre usted y yo, él tampoco sabe cómo funcionan estas cosas. La verdad es que casi nadie. Esto es última tecnología de Industrias Flower y no me imagino al jefe leyendo manuales.
—Ojalá supiera leer para hacerlo yo…
La persona guardó silencio.
—¿En serio no sabes leer? ¿Nunca fuiste a la escuela?
La eevee parpadeó.
—¿Se aprende a leer en la escuela?
—¡Asunción! ¡Te estoy hablando!
—¿Qué… que pasa, corazón?
—¿Ya puedo comer de la ensalada? ―preguntó Melina sentada ante la mesa, mirándole como si fuera una niña pequeña con gran parte de su cuerpo encima del mueble.
―Sería más educado que te esperaras al filete, mi amor.
Asunción estaba de visita en la casa de Melina. Era una visita casual y cuando menos lo esperó, las dos despertaron abrazadas. Esa chica era una experta en alargar una visita de unos cuantos minutos y en un momento de debilidad, los cuales eran cada vez más recurrentes, arrastrarla a la habitación sin que se diera cuenta. Por si eso no fuera suficiente, ella era la que tenía que preparar el desayuno para las dos a la mañana siguiente. Al menos, la mayoría de ingredientes estaban dentro del alcance de su mano. Esa casa estaba llena de macetas con un montón de plantas en ellas. Pedazos de tierra desnuda con hortalizas, diversas plantas medicinales y flores que solo servían de adorno, pero olían bien.
A la steenee le dio igual la honesta petición de la cocinera y comenzó a mordisquear una hoja de lechuga.
― ¿Esos ojos mecánicos que traes no te habrán dañado el cerebro o algo? A cada rato te quedas pasmada y si eso te pasa en la noche, solo me vas a cortar la inspiración…
―Ya soy una anciana, corazón. No tengo la misma atención de antes. Tengo más pasado que futuro, es normal que me pierda en el primero.
Melina frunció el ceño.
―No me digas que estás acordándote de esas tonterías. El pasado es pasado, ya sabes
—Pero a veces vuelve, querida.
Asunción escuchó el sonido de Melina levantándose mientras salteaba la carne de soya y antes de darse cuenta, un beso atacó sus labios.
—Él no va a volver.
La sylveon se limpió una lagrima de su cara.
—En ocasiones, tengo mis dudas…
Las dos empezaron a comer. El pasado poco a poco desapareció, como un sueño escurridizo en el filo de la mañana, aunque sabía que iba a volver. Mientras tanto, aun tenían muchas cosas que platicar en el presente.
—Quedan pocos sicarios. Mi Denisse está a punto de llegar con ese gato, que emoción.
—¿Qué pasa si muere antes?
La cara de Melina era como si le hubiese preguntado qué pasaba si el sol no salía mañana.
—No digas tonterías, Asu. Es obvio que esos imbéciles no son rivales para mi Denisse. Si lo fueran, no se dejarían manejar tan fácilmente.
—Más bien creo que su líder no está bien de la cabeza, sino serían imparables.
—¡Exactamente! —exclamó Melina pinchando un pequeño tomate con su tenedor—. ¡Si no fueran tan manipulables, no obedecerían a ese tipo!
Asunción sintió un escalofrío. Era verdad que no lo había pensado antes y quizás esas niñas estaban tan preocupadas con la pobre señora que no cayeron en la cuenta de que era raro que un grupo de sicarios todavía obedeciera las ordenes de alguien que los sacrificaba en una estúpida misión que consistía en matar a cuatro estudiantes de secundaria. Sí, las cuatro eran usuarias de ases, pero no dejaban de ser niñas ¿Quién pagaba esos intentos poco exitosos de aniquilar a las muchachas? ¿El propio Cerati? Si es así, ¿de dónde sacaba el dinero para contratar a sus propios subordinados? Por más que quisiera encontrarle una explicación racional desde todos los ángulos, no era capaz de verlo.
—¡Qué rico cocinas, Asunción! ¡Deberías quedarte más a menudo!
Aunque Melina supiera más de lo que contaba a las chicas o a ella, tampoco parecía importarle demasiado los detalles. Lo único que quería era que su pequeña Denisse se deshiciese de esos molestos sujetos y que aparte subiera de nivel, como esas mascotas virtuales que estaban encerradas en aparatitos. Sin más que hablar, decidieron guardar silencio, sin siquiera mencionar que los laboratorios de las bebidas de menta dejaron de ser destruidos por esas desconocidas y ya no tendrían que considerarlo en el presupuesto, así que era una buena noticia.
I/I
Durante toda la mañana en la escuela, estaba pensando en si contarles a sus subordinadas sobre esa pequeña reunión sorpresa que tanto ella como su hermana tuvieron con Cerati. Quizás iba a quedar mal que su líder no haya hecho nada para detener a ese gato en el acto o que su participación en la conversación fuera menor que la de una alumna sobrepasada por la información que no dejaba de soltarle su maestro. Eso le frustraba. Por otro lado, tal vez las chicas necesitaban un empuje de motivación o algo parecido. Sin importar la razón, ya tomó la decisión. Sus amigas estaban en su habitación esperando a que abriera el hocico y les contara sobre eso que era tan importante para que las llamara de manera tan urgente. Sería una verdadera decepción decirles que quería jugar videojuegos o ver una serie a esas alturas, así que no había marcha atrás. Mientras su mirada pasaba de una de las chicas a la otra, los ojos rojizos de Zaira le dieron el ánimo que necesitaba, por más inexpresivos que sean.
—Gustavo Cerati vino a nuestra casa y tuvimos una pequeña conversación sobre…
—¿¡Ese loco se atrevió a venir para acá!?
—¿Qué te dijo? —preguntó Michelle—. ¿Sabes algo sobre la mamá de Reina? ¿Le lograste sacar donde estaba?
—No, no, en realidad...
Al mismo tiempo que sus amigas no paraban de charlar, cayó en la cuenta de que Cerati no mencionó ni una palabra sobre su rehén, pese a que uno pensaría que aprovecharía a esa señora para tenerlas comiendo de su zarpa. A lo mejor sabía desde antes que a ella no le importaba lo que le pasase a esa tipa que no conocía de nada y no era más que un cebo para distraer a sus subordinadas, o tal vez sospechaba que a esas alturas su orgullo no le iba a dejar abandonar la refriega, pasase lo que pasase. En cualquiera de los dos casos, lo odiaba, porque tenía razón.
—Te estamos hablando, zorra —dijo Laura arruinándole el pensamiento.
—No me dijo nada sobre esa señora. Solo vino a provocarme. Debe estar enojado porque casi lo conseguimos.
—¿No te dijo nada o no preguntaste? —preguntó Michele en un murmullo.
—¿Eh?
—¡Perdón, perdón!
—Ni siquiera Denisse sería capaz de actuar como si nada mientras ese cabrón puede hacerle daño a su familia —dijo Laura limpiándose las garras con la lengua—. Es normal que se haya quedado paralizada.
—¡Yo… yo no me quedé paralizada!
—¡Te estoy ayudando, zorra!
—Te pido perdón de nuevo —dijo Michelle alzando sus aletas en señal de paz—. Pero no tiene sentido que nos peleemos entre nosotras si tenemos tantos problemas….
—¡Tenemos todo bajo control, no hay problemas!
—¡No tenemos nada bajo control! —exclamó Laura levantándose—. ¡Esa tipa casi nos mata y aun no tenemos idea de donde puede estar la señora Gray! ¡Te recuerdo que aún nos quedan cuatro sicarios! ¿¡Como vamos a enfrentarnos a esos hijos de puta si uno es peor que el anterior?
—¡Yo no tengo la culpa de que Michelle actúe sin permiso! ¡Es por eso que esa cosa casi nos mata! ¡Si pudiera haber planeado algo antes de ir contra ella, no nos hubiera tocado ningún pelo!
—¡Sí, claro, por qué el último plan que hiciste no acabó conmigo hecha mierda en el piso! ¡Qué buena estratega eres! ¡Además, no estamos haciendo esto por tu estúpido orgullo sino para salvar a alguien! ¡Sé que no te importa, pero al menos disimula!
Denisse frunció el ceño.
—¡Vete a llorar por todos los niños que se mueren en el mundo, a ver si terminas!
—Serás…
—¡Chicas, basta! ¡Dejen de discutir! ¿Cómo vamos a encontrar al siguiente? ¿Esperamos también que venga solo?
—La séptima vino sola —comentó Denisse desdeñosa—. Es posible que también pase con el siguiente… pero estaría bien que ganáramos algo de ventaja. Ojalá hubiera una manera de detectar a los sicarios de un solo vistazo, como que usaran un cinto de colores o algo…
—¡Hay una manera! —exclamó Zaira levantándose de su asiento.
Laura trató de disimular el susto que le metieron. A veces olvidaban que estaba ahí.
—Cuando nos enfrentamos con la octava, esa señora de la criatura rara con alas, no fui capaz de ver leer su aura como lo haría normalmente. En un principio pensé que era el estado normal de las personas, después de todo, no vas a estar todo el tiempo extremadamente triste o extremadamente feliz, pero entonces me di cuenta de que, aunque estemos “normales”, en realidad hay pequeños retazos de colores, como si fueran manchas de pintura en un lienzo blanco. El aura de Alejandra estaba limpia, no sentía nada.
—¿Eso no significaría que los sicarios no tienen sentimientos? —preguntó Denisse—. ¡Sabemos que eso no es verdad! ¡La séptima sicaria era bastante fácil de provocar!
—Sí, tienen sentimientos y emociones, pero estos están escondidos la mayor parte del tiempo. Se dedican a matar a los demás pokémon por dinero, tiene sentido de que deban mantenerse fríos cuando están en la calle para no llamar la atención. Seguramente los que no sepan leerla ni siquiera estén conscientes de que su aura cambia. Estoy segura de que se convierte en un aura normal cuando está desesperada.
—Si eso es verdad, entonces cualquier pokémon que tenga un aura transparente podría ser un sicario ¡Lo único que tenemos que hacer es pasear por el pueblo hasta encontrar uno, lo vigilamos, lo hacemos confesar, lo destrozamos y listo!
—Aunque quisiera, no puedo mantener la vista de aura todo el tiempo. No más de diez minutos, mucho menos si el aura que veo es demasiado agresiva y todavía menos si estoy en un sitio lleno de gente.
—No entiendo nada de lo que están hablando… —murmuró Laura.
—Da igual. Quizás podamos crear una situación donde sea demasiado apetecible atacarnos, o Zaira podría activarla de vez en cuando.
La puerta de la habitación se abrió, asomándose la sirvienta de la familia Flower.
—Cualquier cosa que hayas escuchado, María, solo estamos planeando un juego de rol.
—Bien… La señorita Valt le busca, señorita Flower.
—¿No está mi mamá?
—Quiere verla específicamente a usted.
—¿Qué querrá esa chica? Da igual, que venga para acá si quiere.
Aunque en un principio parecía que esa tipo hada venía con su talante presumido y elegante de siempre, notaban cierta torpeza en sus movimientos que mostraban los típicos fallos de una actriz novata, quizás porque entró frotándose sus cintas entre sí, lo que trató de contener cuando notó que las cuatro chicas le miraban. Era de notar que en una de sus patas estaba la reluciente cinta de delegada, lo que mostraba que era una visita oficial. Cuando abrió el hocico para hablar, se quedó en blanco, como si acabara de olvidar que era lo que iba a decir.
—¡No tenemos todo el día, ve rápido!
—¡Ah sí! ¡Solo vengo a recordarles que el sábado que viene es el festival de Candelor y no he recibido reportes de la actividad que planean realizar!
Las cuatro se miraron. Lo habían olvidado por completo. Nadie podría culparlas. Sus mentes estaban ocupadas con otras cosas mucho más importantes que un estúpido festival benéfico. Al ver la cara de estupefacción de sus compañeras, Lady suspiró.
—Me lo imaginaba. Sé que cuando no me mandan ningún avance, es que las cosas no van bien.
—Lo sentimos mucho —comenzó a explicarse Michelle—. Pero estuvimos un poco ocupadas con…
—¿Con que? —interrumpió Lady—. Siendo sincera, esa excusa podría aceptársela a la gata de ahí, pero ustedes, ¿Qué responsabilidades tienen aparte de contribuir con su comunidad? ¿Leer el ultimo manga que sacaron a la venta en la librería?
—Bueno, ¿Qué es lo que podría pasar si no hacemos nada? —preguntó la glameow con una sonrisa—. ¿Vamos a reprobar? Repetimos y ya está, no hay que complicarnos la vida.
—¡El punto acá no son las calificaciones! ¡En la secundaria Candelor, educamos a señoritas elegantes, responsables y disciplinadas, pero, sobre todo, que sepan contribuir con la sociedad y que se desenvuelvan en el ambiente en el que viven! ¡Olvidar una responsabilidad tan importante es indigno de una señorita!
—Te quedó lindo el comercial, pero lo importante es que no hicimos nada, ¿no?
—Quizás podamos preparar algo rápido… —sugirió Michelle.
—En una semana no podrían organizar nada decente, pero gracias a la benevolencia de sus compañeras, tienen puestos asegurados como meseras en el restaurante de…
—¡No pienso atender mesas, enfermita! —exclamó Denisse.
—¡Hubieras pensado eso antes de aplazar tus responsabilidades!
—¡Tengo más responsabilidades de las que tú crees!
—¡Pues me dan igual! ¡Si no participan en el festival, me veré en la penosa necesidad de llamar a sus padres! ¿Ustedes que creen que opinarán de que no hayan hecho caso de sus tareas?
—Eres odiosa…
—Llama a la gorda si tienes ganas, me da lo mismo —dijo Laura altanera.
—¡Si tengo que ir yo, tú también vienes! —dijo Denisse cambiando el sentido de su ira.
—¡Dame una buena razón para ir!
—¡Por qué yo lo digo! ¡Ahí tienes tu razón! ¡Además, sería muy cruel que nos dejarás solas! ¡Seguro que hay muchas mesas que atender!
Laura bufó.
—Eso es jugar sucio… está bien.
Lady sonrió.
—Mañana después de clases, vayan al club de costura.
—¿El club de costura?
—Es el que está colaborando con el club de cocina. Alguien tiene que mostrar los uniformes que están haciendo.
II/I
A pesar de que uno de los motivos de charlar con esas chicas era el susodicho festival, había uno oculto que casi era más importante. Uno que no fue capaz de revelar. Salió de la casa de los Flower sin muchas ganas de regresar a la suya, con sus patas temblando como si hubieran sido intercambiadas por un par de gommy traviesos. Sin ningún rumbo fijo más que el de vagabundear por el centro, caminó mientras recordaba esos sucesos que le hicieron siquiera pensar en pedir ayuda a esas chicas en primer lugar. Había sucedido cerca de las once de la noche del día anterior. Estaba siendo una hembra bastante ocupada por los preparativos del festival. Era tanta logística, papeleo y demás que ni repartiéndose con todas las delegadas podría hacerse menos trabajo. Dentro de su habitación, planeaba adelantar un formulario para tener un poco tiempo libre en el que irse de compras, que no lo necesitaba, pero lo merecía.
Todos estaban dormidos. El único ruido era el pasar del lápiz sobre la forma. Y entonces sucedió. Un simple ruido que venía de la habitación de Beatriz. Si hubiera sido un poco más ruidoso, la casa podría haber despertado y su hermanastra sabría que hacer cualquier cosa en secreto sería demasiado arriesgado. Un poco menos y lo más seguro era que lo pasara por alto. Los edificios, sobre todo los más grandes como la mansión en la que vivía, estaban llenos de sonidos que el menos avispado podría confundir con espíritus del más allá. El crujido de la madera en un ambiente caluroso o el paso del agua en una cañería poco agraciada, podría provocar sustos si te agarraban con la guardia baja. Esa no era la única casualidad que tuvo que alinearse para que Lady se acabase enterando de lo que se enteró. Al mismo tiempo que llenaba documentos como si fuera una oficinista en vez de una chica de secundaria, pensaba en que a pesar de que había creído que podría llevarse bien con Beatriz, todavía existía cierta distancia.
Entre las dos había cordialidad, pero nada más que eso. Apenas se intercambiaban unas palabras. Conversaciones que trataban sobre todo de esa costumbre de la mapache de volver con moretones de su club. Además de eso, no hablaban como adolescentes normales o como hermanas, sino como personas que tenían que convivir y tenían que llevarse más o menos bien. Sabía que se juntaba con algunas chicas algo raras que no conocía. Las dos iban a escuelas diferentes. En definitiva, pertenecían a mundos diferentes. Aunque eso había sido así desde el principio.
Los pocos problemas que Lady pudo haber tenido o podría tener durante toda su vida, eran estupideces en comparación a lo que pasó Beatriz. Si bien su madre había muerto de una enfermedad horrible, sus últimos días fueron en paz, al menos desde su punto de vista. Bea tuvo que observar los maltratos de su padre desde que era una niña, sin poder hacer nada, cosa que solo imaginaba de manera vaga por las telenovelas que pasaban en el horario nocturno. Existía una barrera que nunca podría atravesar. Nunca podría entenderla.
Sin embargo, pensó que surgió una oportunidad. Sus orejas se alzaron cuando escuchó ese ruido desde la habitación de Beatriz. Era un golpe a la pared; uno de frustración. Su hermanastra estaba irritada por algún motivo. Tal vez era una oportunidad ideal para una charla nocturna donde estrechar sus lazos, aunque sea un poco. Mientras caminaba hacia la puerta, sintió una sonrisa en su cara. Si alguien le hubiera dicho que pensaría de esa manera alguna vez, le estaría diciendo hasta de lo que se iba a morir. Era todo culpa de esa maldita foca que le metió esa espina que nunca se sacará.
La habitación de Beatriz estaba como siempre. Sus paredes eran blancas. Sus sabanas eran blancas. Los productos de estética del tocador estaban sin tocar. Podría ser un simple cuarto de hotel. La única huella con la que alguien podría rastrear a la zigzagoon era esa mochila sencilla de cuero. Era obvio que no se sentía como en casa. Su hermanastra yacía acobijada debajo de un montón de cobijas. No se movía ni un centímetro, como si fuera un metapod con frío. La ventana abierta. Una ligera briza soplaba desde el cielo nocturno a ese sospechoso bulto. Aunque una parte suya quería convencerse de que no había nada raro, no pudo evitar destapar el obvio engaño con un movimiento de sus cintas. Nada. La cama estaba vacía. Un escalofrío recorrió su lomo y antes de que viniera otro, su mente racional comenzó a pensar en buenas posibilidades. Primero pensó que debería haber ido al baño o darse un almuerzo de media noche, pero lo descartó porque sabía que debería haberla escuchado bajando por las escaleras, ya que salió de su habitación en cuanto escuchó el golpe. Para asegurarse de que sus sospechas eran ciertas, esperó sentada en esa cama desordenada. A esas alturas, al menos de que se esté preparando un sándwich de diez pisos, ya debería de haber vuelto.
—Es ridículo que haya escapado… los guardaespaldas deberían de haberla detenido antes de que saliera… se supone que están entrenados para…
Lady se asomó por la ventana. El guardaespaldas encargado de la ronda nocturna estaba haciendo su trabajo como siempre. Por más que podría haberse quedado dormido durante un segundo, Beatriz no era tan tonta para pensar que podía saltarse la guardia de un profesional entrenado. Como último recurso, recorrió la mansión con sutileza. No estaba por ningún lado ¿Qué podría hacer? ¿Avisarle a su padre y a su madrastra que su hermanastra había escapado? Sería un verdadero desastre y no quería preocuparlos cuando estaban tan tranquilos. Ir a buscarla quedaba fuera de la ecuación. No tenía idea de donde podría haberse metido… bueno, lo sospechaba, pero no se atrevía a cruzar el camino. Caminando de un lado a otro, sosteniendo un vaso de agua para intentar tranquilizarse, cayó en la cuenta de que era raro que ese mapache hiciera esas cosas ¿Acaso preocuparía a su madre de esa forma? ¿Después de que ha sido testigo de primera mano de lo que sufrió a manos de esa maldita comadreja? Una alternativa apareció ante sí y se fue a dormir o al menos lo intentó Al día siguiente, Beatriz estaba desayunando con la familia como si nada. Ese cansancio no era por la exigencia del club de lucha. Hacía algo en la noche y no quería que los demás se enteraran. Lo único que se le ocurrió era lo que tenía más sentido. Se escapaba a Villa Celebi porque extrañaba su hogar, no se sentía cómoda.
¿Y si le preguntaba a Laura? Aunque eran enemigas en la actualidad, no dejaban de ser dos caras de la misma moneda. Quizás la gata no haya sido obligada a dejar su barrio, pero sí tuvo que cambiar gran parte de su vida cuando se enteró de que iba a ser becada en un colegio de los barrios altos de la ciudad. Ella podría aconsejarle sobre qué hacer. Esa era la teoría, bastante hermosa hasta que llegó la hora de la práctica. Si fuera la señorita Miller, ni siquiera se molestaría en escucharla, aunque le pagaran cuarenta sueldos de su madre. Desde el principio no paraba de humillarla y hacerla menos como para que la estuviese buscando precisamente por un poco de sabiduría callejera, mucho menos si consideraba que era para ayudar a su enemiga.
Ir de compras no le iba animar, además de que no estaba de humor. Solo quería ir a casa a recostarse en la cama hasta que una especie de sabiduría divina le diga lo que debía hacer. Frente al pabellón del malecón, vio su reflejo en uno de los escaparates y se dio cuenta de que el maquillaje que ocupaba para disimular sus ojeras se desgastaba, mostrando la realidad al descorrerse el velo de la base.
― ¡Se supone que esta cosa era resistente contra el sudor! ―exclamó la chica quejándose hacia los pasteles mostrados en los estantes.
Estaba segura que esas cuatro niñas la habían visto con el maquillaje descorrido. Quizás por vergüenza, quizás porque no conocía otra cosa o más bien por orgullo, no quería que vieran que su personalidad era tan voluble que una mapache de los barrios bajos podía darle un giro de trescientos sesenta grados. Tal vez se sentía más a gusto escondida detrás de esa mascara de pedantería… una máscara ¿En serio pensaba que Beatriz escucharía a la buenita de su hermanastra, mirándole con ojos de cachorra mientras le dice con una voz de tonta lo mucho que le preocupa que escape en la noche?
Tal vez necesitaba agarrar el tauros por los cuernos.
III/I
Desde hace días que las dos chicas no habían hablado entre sí, al menos más de lo necesario. Las cuatro comían el almuerzo en la misma mesa y tomaban clases en el mismo salón, aun así, ella hacía lo imposible por escapar. Se sentía una estúpida por tardarse tanto en darse cuenta de que Michelle estaba evitándola. Aunque después de la reunión en casa de Denisse trató de hablarle, ya estaba demasiado lejos como para poder alcanzarla. Ya tenía suficiente. Aparte de todo el desastre que habían provocado, su cabeza estaba ocupada con la genuina preocupación que sentía por Beatriz. Era una imbécil por procurar a alguien que no podía verla sin soltar espuma por la boca, pero no podía evitarlo. Desde ese puto día donde le avisó que iba a estudiar en Candelor, no paraba de preocuparse, solo que lo olvidó o al menos lo apartó en ese punto de su mente donde estaban metidos los recuerdos de su padre en un cajón y los detalles de cierto pokémon que quería olvidar en el armario.
Esa preocupación escapó con lo que escuchó mientras estaba atrapada bajo la mano de la séptima sicaria. Era obvio que ni la misma Danielle se creía las explicaciones de Beatriz e incluso dudaba de que la propia zigzagoon fuera capaz de creerse las tonterías que estaba soltando ¿Quiénes quedaban para visitar en Villa Celebi? Ella no sería capaz de hablarle a ese macho cuyo nombre no quería recordar después de lo que hizo; Verónica ya no estaba en el pueblo y no le conocía otras amigas. Bea odiaba el Barrio Umbrali y todo lo que representaba, no volvería ahí si no tuviera una buena razón.
―Ese maldito…
Debía ser culpa de ese cabrón que abusaba de la madre de Beatriz. Algo le ataba él. Era lo único que tenía sentido.
―Esta noche… voy asegurarme de que no le pase nada, aunque tenga que darle una paliza si no se deja ayudar….
Por si no fuera suficiente, aquella no era la única chica con la que tenía un problema. Todavía estaba Michelle. A esas alturas la conocía tan bien que sabía de qué se trataba. Se sentía culpable por haberla dejado tirada frente a la chica de la sábana y esa zorra no dejaba de meter el dedo en la llaga, como si no tuviera suficiente consigo misma. Si lo pensaba, era irónico e incluso un poco injusto. Ella era la que estaba dentro del club de la lucha antes de que llegaran a destrozarlo todo. Ella fue la que tuvo que enfrentarse a una parte del pasado de su madre cuando llegó Antara a atacar el pueblo. Ella fue la que vio a su maestra morir. Ella fue la quedó mutilada de por vida por culpa de ese maldito gato. La lista no paraba de aumentar.
Era injusto. Denisse solo veía por sí misma. Zaira haría cualquier cosa que le ordenasen. Laura estaba metida en el ajo porque conocía a la familia Gray y no era capaz de dar un paso atrás. Michelle era la única de las cuatro que quería hacerlo porque era lo correcto. Su sueño de exploradora era la forma que ella encontraba para proteger a los pokémon que necesitaban ayuda ¿Por qué a ella le iba tan mal? Laura podría haber muerto o quedado invalida de por vida cuando peleó contra el ángel. Lo única consecuencia que obtuvo fue unos cuantos huesos rotos y una convalecencia que ni siquiera tuvo que pasar por completo. Ella tendría que estar en el lugar de Michelle.
—Así que la vida es injusta, ¿no? Vaya sorpresa…
Las cosas no paraban de salir mal y esa chica seguía insistiendo. Cada día la veía más agotada. Esos ojos hinchados no eran nada que el maquillaje pudiera ocultar. Eso que Denisse solo veía como un juego, le estaba haciendo daño a ella. Michelle no tenía la misma carga. Esa carga que le murmuraba la palabra “traidora” cada vez que recordaba a Beatriz.
Quizás… todavía había tiempo.
I/II
Aunque algunos podían pensar que Denisse olvidó ese pequeño detalle sobre esas sensaciones que había experimentado Zaira y esas cosas que tenían ver sobre gatillos, en realidad no lo mencionó a propósito. Se negaba a que alguien más que Zaira se diese cuenta del terrible fracaso que fue la investigación sobre Pull The Trigger. Internet, La biblioteca de papá y la librería. Nada de eso ayudaba. Era imposible que no hubiese siquiera una mención en un foro viejo o en una página de leyendas urbanas. Llegó a la conclusión de que eran pocos los pokémon que podían ver el aura. Según su hermana, ellas conocían solo a tres; el señor Excalibur, la séptima sicaria y la propia Danielle que era una fantasma.
—Quizás sea un modismo para algo más —dijo Zaira mientras volvían a casa.
—¡Gustavo Cerati es pésimo con los modismos!
Era poco probable que Zaira tuviera razón. Escribieron lo que sintió en el buscador con diferentes palabras hasta que se dieron cuenta de que era inútil. No existían datos fiables. En el mundo de la investigación, eso era una motivación para hacer sus propias pesquisas. Si no podían encontrar nada, tendrían que crearlo. El problema era investigar algo tan abstracto de una manera concreta. Algo que ni siquiera veía con sus propios ojos. Al menos que…
—Repítelo.
—Ah, decía que puede que sea un modismo.
—¡No, tonta! ¡Lo que te pasó esa vez!
—Sentía que me estaba ahogando, pero a la vez no podía reaccionar a ello. Y también tenía frío… estaba helado.
—Frío… Quizás…
Esa indiferencia era difícil de comprobar. Esa aura oscura que quemaba también. Lo que podían hacer era captar la temperatura tanto adentro del cuerpo de Zaira como afuera.
—Cada una nos vamos a poner un sensor de temperatura que soltará una alarma cuando llegue a cierta temperatura, junto con un medidor cardiaco. Si las dos bajan demasiado, sabremos que “eso le pasa a una de nosotras y podremos obsérvalo.
—¡Esa es una buena idea!
—¡En una noche están listos! Ahora, el problema del sicario… no tenemos ninguna pista de quien puede ser. Podría ser cualquiera. Las trampas siempre han salido mal y me niego a repetir lo mismo que sé que no funciona. La única opción que tenemos es prepararnos y esperar a que el sicario nos ataque juntas.
—Eso es un problema si Laura se sigue paseando por ahí.
—¡Ya lo sé, por más que le ofrezco que puede quedarse bajo mi cama, la estúpida no quiere! ¡Tampoco podemos encerrarla, solo se va poner más brava y ya tengo muchos problemas con Michi!
—¿Entonces…
—¿Recuerdas el localizador que usamos con Michelle?
—Ahora también lo tiene Laura. Enganchado a su lengua.
—¿Cuándo… se lo pusiste?
—Si vieras la costumbre que Laura tiene de lamerse las garras… que vulgar. Lo único que podemos hacer es prepararnos todo lo que podamos y que tu sigas buscando de vez en cuando. Aunque… un evento donde todo el mundo sabe que vamos a estar es un poco tentador.
II/II
A pesar de que las preocupaciones asediaban su mente, en la mansión, las cosas estaban tranquilas desde afuera. Los niños jugaban en el patio. Su madrastra estaba leyendo un libro mientras observaba a sus hijos. Las dos se saludaron mientras cruzaba hacia el interior de la mansión. Lo iban a resolver entre las dos, antes de que las cosas se hagan más grandes. Estaba segura de que esa era la mejor opción. Sin siquiera pedir permiso, abrió la puerta del cuarto de la hembra. Beatriz se encontraba echada en su habitación, sin hacer mucho. La mapache frunció el ceño.
—¿Qué pasa, mujer? ¿Por qué tan seria? ¿Esos mocosos hicieron otra estupidez?
—Necesitamos hablar —dijo Lady poniéndose la máscara.
—¿De qué? No me gusta el tono que estás usando ¿Me estas interrogando o qué pasa?
—Lo sé todo. Sobre tus escapadas. Sobre lo que haces.
Esa sonrisa burlona. Ese ceño fruncido. Todo desapareció. Mostraba una cara de verdadero terror. No era la de de una hija al enterarse que su madre sabía esa travesura que estaba ocultando desde hace tiempo sino la de un criminal, que contemplaba sus crímenes siendo declarados por un juez y sabiendo que todo iba a acabar en una inevitable pena de muerte. A Lady le extrañó esa exagerada reacción.
«La máscara… la máscara… si te derrumbas solo un poco, no te va a hacer caso»
—Nuestros padres ya tienen suficientes preocupaciones como para agregarles una más.
—Eso que… no tiene nada de malo. Es algo inofensivo, te lo juro.
—Beatriz Folk, no lo es.
—¿Te crees mi madre o algo? Hasta dices mi nombre completo…yo no tengo porque darte explicaciones de lo que hago y lo que dejo de hacer. Ni siquiera eres mi hermana.
—¡No importa lo que crea yo! ¡Lo que me importa es que mi padre te ve a ti y tus hermanos como a sus propios hijos! ¡Mi padre ya sufrió mucho como para tener que lidiar con tus estupideces!
—¡Yo no se lo pedí! —exclamó Beatriz con el pelaje rizado—. ¿¡Se cree un puto caballero blanco o algo!? ¡No es más que un maldito que se aprovechó de una señora maltratada, porque no tenía el valor de pagarse a una puta! —Beatriz sonrió—. ¿¡O qué!? ¿¡Pensabas que era un santito!? ¡Yo ya conocía a ese pescado antes de que le pusiera el ojo a mi madre! ¡Era un mujeriego que se iba con amas de casa viudas o que tengan maridos desobligados! ¿¡Tienes una idea de las amistades que perdió mi madre por juntarse con él, pese al daño que les hizo a las señoras del barrio? Además, tampoco es que él sea muy sano, ¡si tiene que tomarse pastillas todas las noches para quedarse como un tronco!
—¡Sí, mi padre siempre ha tenido insomnio, pero no veo a que viene eso! ¿Crees que veo a mi padre como un superhéroe o algo así? ¡No soy tan ingenua como crees! ¡Sé que mi padre no es perfecto, pero eso no quita lo que estás haciendo!
—¡Cállate, enfermita! ¡El variocolor es una enfermedad que te heredó tu papito! ¿Sabías eso?
—¡Claro que lo sé, tonta!
—¡A lo mejor por eso tu mamá se fue al otro barrio, por andar cogiéndose a un enfermito!
Lady parpadeó. Beatriz sonrió como una carroñera, viéndose victoriosa. Con un chasquido y un repentino dolor, la sonrisa desapareció.
—No… —dijo Lady con la cinta alzada todavía—… vuelvas a mencionar a mi madre con tu sucia boca de pordiosera.
Beatriz volvió a sonreír.
—¿Qué pasa mi reina, se te va correr el maquillaje?
Lady se volteó. La máscara hace rato que se cayó, haya sido la que haya sido.
—Soy una tonta… nunca debí haber tratado de razonar contigo. Sigues siendo una sucia niña de barrio. Pero todavía quiero a mi padre y sé que va sufrir menos si le digo que te escapas a que cuando se entere de que te encontraron muerta en el otro lado. Lo mismo va con tu mamá
Lady comenzó a caminar hacia la puerta. La sonrisa de Beatriz volvió a borrarse.
—Hermanita… ¿A dónde vas?
—A decirle a tu madre lo que estás haciendo, ¿Qué otra cosa voy a hacer? Y no me vuelvas a decir hermanita, no somos nada.
—Por favor… si quieres lo hablamos, pero…
—¡Ya intenté hablar contigo, Beatriz y lo único que has hecho es insultar la memoria de mi madre! ¡Ella murió de pokérus cuando era una niña, para tu información! ¡Escondió su enfermedad todo lo que podía a los demás y nunca aceptó ningún tratamiento, sabiendo que estaba en una etapa tan avanzada y que sería inútil! ¡Quería que la recordáramos como era y no sin pelaje y moribunda! ¿¡Sabes que es lo peor!? ¡Si mi madre me está observando desde un sitio, seguro está decepcionada conmigo por haberte pegado!
—Mira… herma… Lady, por favor, no le digas nada a mi madre. A tu padre tal vez, pero a mi madre no, por lo que creas. Ella… Mira, esas estúpidas bebidas no son más que un dulce, puedo dejarlas cuando quiera y…
Lady se detuvo y miró a su hermanastra, con una sincera expresión de confusión
—¿Cuáles bebidas?
III/II
Aunque no era la primera vez que venía a la casa de Michelle, era incapaz de calmarse. A pesar de que el aire acondicionado debería mantenerla cómoda, un sudor congelado todavía empapaba su cuerpo. Daba unos cuantos sorbos al té que le había servido una de las señoras Granat porque le daba la sensación de que Claudia era ese tipo de pokémon que no perdonaría ninguna falta de respeto. Su amiga estaba en el supermercado del pueblo y Larissa trabajaba hasta la noche. Estaba incomoda porque sabía que sus palabras podrían causar un desastre si no se cuidaba y que, si tenía que ser sincera, nunca le gustó esa gothitelle. Parecía ser esa clase de persona que su amabilidad dependía de que las cosas salieran como ella quería. Aun así, no dejaba de mirar a todos con esos ojos de profesora estricta que llevaba a donde fuera.
—Si no es mucha indiscreción, ¿qué quieres hablar con mi hija?
—Nada que sea malo, señora Granat. Es sobre la escuela. Se lo diría por teléfono, pero ya que me quedé hasta la tarde arreglando unos trámites, quise aprovechar para ver si se encontraba bien.
—Gracias por tu preocupación. Michelle está siguiendo el tratamiento como debe, se encuentra estable. Según el doctor, un intestino corto puede ser bastante impredecible. Aun así, estamos preparadas para cuando aparezcan malos momentos.
—Ya veo.
—Para serte sincera, la enfermedad de Michelle es lo que menos me preocupa. Ella es una chica más fuerte de lo que su propia madre y yo pensamos. Lo que me carcome es que… es demasiado buena. Siento que cualquier persona puede aprovecharse de ella si pulsas en las teclas correctas.
—Para eso estamos nosotras —dijo Laura sonriendo—. Nosotras la cuidaremos.
La sonrisa de la glameow desapareció por el aura de seriedad que emanaba la señora por todos sus poros.
—¿Le molesta si te tuteo?
—Para nada, tanta formalidad me está poniendo incomoda y…
—Laura, ¿conoces a la señorita Gray?
Laura guardó silencio.
—Solo es una conocida del barrio, ¿por?
—El otro día, Michelle vino con esta niña tan delgada que parecía que iba a romperse y me pidió que le diera trabajo. Debo reconocer que la chica hace un trabajo excelente. Le había puesto a limpiar una habitación pensando que le llevaría el resto de la tarde y terminó en poco tiempo. Al final la contraté y, de hecho, Michelle la acompañó al supermercado para que comience a acostumbrarse a hacer las compras en North Marine Star ¿Sabes lo que le pasó a su madre?
—Es uno de los misterios del barrio, señora… simplemente desapareció. Hay muchos rumores, pero no me gusta contar chismes de personas que no pueden defenderse. Ah, por cierto, no se lo tome a mal ¿Es legal contratarla? Solo tiene doce años.
—Si la tratamos como a una niña que viene a hacernos recados a cambio de dinero, no lo es ¿Hay algún problema? ¿No esta de acuerdo con eso?
—No, no, para nada. Me parece una buena acción de su parte.
En realidad, tenía sus dudas, pero ya habían jodido demasiado a Reina como para ponerse a protestar.
—Michelle estaba muy insistente. Me hace pensar que quizás la conocía de antes, ¿no será que usted tuvo algo que ver con eso?
«¿Estará insinuando algo?».
—Yo le dije a Reina que tratará de buscar ayuda en North Marine Star, pero nunca pensé que se encontraría con Michelle.
—Ya veo… he notado que eres muy cercana a mi hija. Van a comer juntas y van al centro comercial. No creo que cooperes demasiad con los gastos, precisamente. Además, ahora mismo esta bastante triste. Llega sudorosa a casa desde la escuela, como si viniera corriendo. Me da la sensación de que no quiere encontrarse con alguien.
Laura guardó silencio.
—¿Te peleaste con mi hija?
—Por una tontería mía. Tengo mal temperamento, lo admito.
Era una buena manera de mentir. Nadie iba a hacerlo para perjudicarse a sí mismo. Aunque parecía que no funcionaba con Claudia. El rumbo de la conversación no le gustaba demasiado. Antes de que cualquiera de las dos abriera la boca, dos chicas llegaron cargando bolsas de papel entre su patas y aletas. Ambas se sorprendieron de que estuviese sentada en el sofá, una de peor manera que la otra. Reina mantuvo su profesionalidad y le desvió la mirada a la gata para llevar los víveres a la mesa.
—Voy acomodar las cosas en la despensa y en el refrigerador, ¿tiene alguna preferencia, señora?
—Que me dejes hacerlo a mí también —dijo Claudia levantándose—. Michelle, tu amiga estaba esperándote. Pueden hablar de una vez.
—Esta bien… —dijo Michi sin verle la cara.
—Vamos a tu habitación.
Ambas chicas fueron escaleras arriba. Era posible que Claudia pudiese escuchar la conversación, así que tendrían que ser discretas. Si usaban las palabras adecuadas, podrían comprenderse.
—Estoy segura que vienes a… recordarme como te fallé ¿Estas enojada, verdad?
—No estoy enojada.
—Pero… casi te…ibas a ir de la secundaria por mi culpa….
—Pero no me fui. Pudimos con eso.
—¿Cómo también pudimos las otras veces? ¿Cuándo lo arruiné?
A Michelle le temblaba la voz. Si no la alzaba, debía ser por su madre.
—Eso no importa. No importa lo que nos pudo haber pasado. Importa lo que te esta pasando y eso es lo que me preocupa. La única que está saliendo afectada de todo esto eres tú. Una parte de ti se fue por culpa de… por culpa de esta maldita situación.
—¿Qué… estás diciendo?
—Me niego a ver como te destruyes poco a poco mientras nosotras seguimos como si nada. Y esa zorra no piensa hacer nada al respecto, pero yo lo voy a hacer. Deja esto, por favor. Tú no eres como yo, no tienes que…
—¿¡Qué no soy como tú!? ¡¿Me estás diciendo que crees que soy de algodón y me voy a desmoronar por unos cuantos fracasos!?
Michelle apretaba sus puños. Unas lagrimas de frustración querían caer de sus ojos. Nunca la había visto así.
—¡Además! ¿¡Crees que voy a poder vivir tranquila después de lo que sé!? ¿¡Después de todo lo que hemos hecho!? ¿¡Quieres que me aparte y no haga nada!? ¿¡Piensas que soy tan frívola como para continuar con mi vida e ignorar lo que está pasando!?
Laura no retrocedió. Dio un paso hacia adelante.
—Por favor, te estás haciendo daño. No quiero…
—Lárgate.
Durante un segundo, pensó que la madre de Michelle había entrado a la habitación, pero no era así. La propia brionne le acababa de gritar a la cara que se largara. Con esa expresión en su rostro, parecía mas enojada que nunca. Las dos se miraron una a la otra. Había sido una idiota. No tomó en cuenta la manera en la que se sentía Michi. No, eso no importaba. No importaba romper uno o dos sentimientos. Los sentimientos eran inútiles cuando una niña sacrificaba su vida sin razón ni sentido, solo porque se sentía responsable. Frunció el ceño. Le iba a decir que dejará de ser tan tonta. De que salvará su vida. De que iba a morir si seguía de esa manera, pero antes de que pudiera abrir el hocico, Michelle rompió a llorar. Las lagrimas caían sobre la alfombra. Se echó en la cama, apretando la almohada contra el rostro. Se quedó unos cuantos segundos observando hasta que decidió irse, ignorando la mirada asesina de la psíquica. Lo había echado a perder.
Aun así, aun le quedaba una esperanza. Una pésima esperanza.
I/III
Después de unas cuantas teclas en el celular, se abrió esa aplicación de navegación rudimentaria que logró correr en un móvil de tapadera. Quería asegurarse de que el localizador funcionaba. En la pantalla apareció un mapa de toda Puerto Lugia, los dos lados incluidos. A pesar de que Villa Celebi era un sitio con tan mala fama, los satélites eran los encargados de asegurarse de que no faltará cobertura en ningún sitio. Denisse inclinó la cabeza. Ese punto que se suponía que era Laura no paraba de acercarse a donde debería estar su casa. A juzgar por su ritmo cardiaco, no estaba del todo bien. Dándole una señal a Zaira para que estuviese preparada, salieron a la puerta. No había nada fuera de lo común, quizás solamente la cara de una de sus subordinadas.
—¡Hola, Laura! ¿Te sientes mal? Quizás deberías quedarte en casa por si aca…
—Corta el rollo, zorra.
—¿Eh?
—¿Cuántas veces te he pedido algo?
—Que pregunta tan extraña, Lauri… creo que… una vez me pediste que… cuando estábamos en… ¿Recuerdas una, Zaira? —Zai negó con la cabeza—. ¡No, nada! ¡Te has portado bastante bien!
—¡Entonces escúchame ahora mismo! ¡Echa a Michelle de esto! ¡Por favor!
—¿A Michelle?
—¡Incluso alguien como tú debería darse cuenta! ¡Michelle no deja de hacerse daño por querer mantener el ritmo! ¡Ya se mutiló y por poco muere en manos de la zorra de la séptima sicaria! ¡Cada día esta peor! ¡Ni siquiera te sirve! ¡Solo dile que se aparte y ya!
Denisse miró a su subordinada, que se había hincado de tal forma que podía tocarle entre los ojos si extendía la pata hacia el frente. Era verdad que Michelle solo peleaba para dañarse a sí misma o incluso entorpecer la misión. Poca cosa pasaría si se retirará del escenario. Sí, acabó contra ese robot de hielo, pero solo tuvo demasiada ventaja porque se precipitó a entrar dentro de la fábrica. Esa herida fue una parte crucial de cómo lograron derribar a la paisana de Zaira, pero tampoco hizo mucha diferencia.
Aun así…
—Fuiste a hablar con ella, ¿verdad?
—Lo hice. No me hizo caso. Solo le eché mas gasolina al fuego, seguro que se va esforzar más para demostrarme de que estoy equivocada y solo va a lastimarse más ¡Te lo estoy pidiendo hincada, pero apártala de una puta vez!
Denisse sonrió. La misma sonrisa que una madre le daría a su hija si le dijera que podían imprimir más billetes para que los pobres no se mueran de hambre.
—¡No sonrías así, maldita zorra!
—Eres una verdadera estúpida, Lauri. Una estúpida con buenas intenciones, pero las buenas intenciones valen lo mismo que cinco pokés en una tienda de videojuegos, así que nos quedamos con lo de estúpida—. Estiró la patita y comenzó a acariciarla entre las orejas—. ¿Qué te hace creer que me haría más caso que a ti? ¿Acaso crees que, a estas alturas, Michi se haría a un lado solo porque alguien se lo dijera? ¿Qué piensas que va a hacer? ¿Ponerse un traje de sirvienta, hacernos pastelitos y apoyarnos desde atrás mientras nos dice ganbare o cualquier otra palabra ridícula que conozcas?
Laura se levantó de golpe.
—¿¡No se supone que eres la líder!?
—¡Por eso mismo, tonta! ¡Si la echo a la calle, ya no sería la líder y ella podría hacer lo que se le de la gana! ¡Estaría estorbando más que ahora y poniéndose todavía en más peligro!
La glameow gruñó. Arañó un poste cercano.
—Ojala… ojala no tuvieras razón.
—Si tanto te preocupa, no tengo problema con que compagines tus responsabilidades como subordinada con cuidar que no haga nada estúpido. Aunque… si de verdad no quieres que siga peleando con nosotras, hay una forma…un pokémon al que le haría caso, bueno, dos de hecho. Solo es necesario un video de ella peleando o estando herida por un combate y entonces ellas harán lo que sea para mantenerla fuera de peligro.
—Eso sería sucio. Además, no quiero involucrar a más pokémon inocentes en estas mierdas.
—Como tú quieras.
—Ya… ¿tienes un plan?
—Ninguno todavía. Ten cuidado cuando vuelvas a casa esta noche, ¿vale?
II/III
Si los pokémon fueran capaces de guardar recuerdos dentro de un globo de nieve, Lady escogería uno sin dudarlo. Aún era una eevee. Estaba jugando en el parque durante el verano. Acababa de llover el día anterior y un montón de charcos de lodo se formaron en el suelo. Era una de los niños que se subían en turnos a la resbaladilla. Le tocó su turno, llegó al final y uno de los niños no quiso esperar. Antes de que pudiera bajarse, fue empujada contra un montón de lodo fresco. Varios niños rieron e incluso uno que otro dijo que lo necesitaba para que agarrara color. Los adultos ya los habían reñido, pero era demasiado tarde y empezó a llorar. Tendría ocho años así que era más por el dolor que por ver su pelaje manchado de lodo. Sintió el contacto de una mejilla con la suya. Las lágrimas pararon.
—Pobrecita. Ya está, querida, ya está. Vamos a casa para limpiarte y te haré la comida que te gusta.
Hace tiempo que olvidó cual era esa supuesta comida. Aun así, no había olvidado el bello rostro de su madre. Una joven delcatty en plena juventud. En esos días, el pokérús no era más que una enfermedad que siempre veías en las películas. Ninguna tos agresiva interrumpía su preciosa voz y el maquillaje era más sutil. Solo esas palabras eran suficientes para hacerla sonreír. Consolar de esa manera a una niña tan llorona debía ser un don que nunca pensaba que quisiera tener. Ella no era una madre, pero la cabeza de Beatriz reposaba en su costado. No paraba de llorar. Un llanto demasiado infantil, que era interrumpido por ruidosas respiraciones. Lo peor era que ella también tenía ganas de soltar el llanto.
Aunque no había descubierto ni pretendía descubrir nada, su hermanastra ya no quiso esforzarse más. Después de esa inocente pregunta, ninguna de las dos pronunció ni un sonido cuando Bea se desmoronó como si fuera un castillo de arena. Entre sollozos, le explicó todo.
—Cuando... Laura decidió irse a esa puta escuela, me sentí traicionada. Ya no pude volver a verla. Solo mirar su maldito rostro me ponía enferma y entonces… alguien del Barrio Umbrali me dijo que esas bebidas ayudaban a tranquilizarte. Mi padre no dejaba de pegarle a mi madre y mis hermanos tampoco ayudaban y… y… Al principio solo iba a ser una, pero me sentí tan bien… luego fue otra, y otra y otra. Cuando me di cuenta de que ya no tenía razones para beberla, no podía parar.
Sus cintas acariciaban el pelaje cobrizo de la mapache. Más espinoso que suave.
—Así que por eso te escapabas… ¿Cómo… conseguías el dinero? Tengo entendido que esas cosas son caras.
—Ojala lo fueran… valen una puta miseria, sobre todo las que saben a menta. Pero de vez en cuando me gustaba darme un lujo y comprarme la de cereza… solo por el sabor. Pero que estúpida soy… he visto a los pokémon que quedaron jodidos después de beber tanto… no quiero acabar así, prefiero morirme…
Esas bebidas le eran desconocidas, pero tampoco había que ser muy avispada para saber de que se trataban. Eran drogas. Sustancias adictivas que causaban adicción y grandes daños a quien la consume. En ese caso, causaban una gran sensación de tranquilidad. Algo que necesitaba Beatriz para aguantar su día a día ¿Quién era una niña mimada para juzgar a alguien así?
—Necesitamos ayuda. No podemos con esto nosotras solas. Podemos hablar con papá, tu mamá e incluso con…
—¡No, por favor! ¡No quiero que mi madre se entere! ¡Acabaría destrozada y todo por mi culpa! ¡Quiero que sea feliz con mis hermanos y su nuevo esposo! ¡No quiero... ser un estorbo!
—Lo sé, pero…
—¡Por favor! ¡Te lo suplico!
—… ¿Me prometerás que no volverás a huir?
Beatriz guardó silencio.
—No… sé…
—Entonces tendremos que evitarlo. Golpéame.
—¿Eh?
—Vamos a hacer que papá ponga más seguridad frente a la mansión. Golpéame.
Antes de que el dolor le quitara la capacidad de pensar por unos segundos, la determinación apareció dentro de Lady. Iba a salvar a Beatriz, aunque tenga que ser su sombra. Podrían hacerlo juntas.
III/III
Después de esperar hasta las tres de la mañana al lado del Camino de los Bienaventurados, que era el trecho que separaba Villa Celebi de North Marine Star, sabía que Beatriz no iba a cruzar esa noche. Ya era demasiado tarde para ir a su barrio y no quería arriesgarse a que un baboso o a un vendedor de mierda le viera. Dormiría lo que pudiera en un parque cercano.
—A ninguna de mis dos amigas pude ayudar. Soy un puto fracaso…
Ω
Rebobinemos un poco. Mientras esas dos hermanas hablaban de camino a su casa sobre la imposibilidad de encontrar a un sicario, un pokémon de piel pálida escuchaba toda la conversación con una enorme sonrisa en sus labios. Esas niñas no eran tontas, claro que no, se habían asegurado de que no hubiera nadie alrededor antes de charlar de cosas importantes. Era una lástima que no revisaran lo suficiente para darse cuenta de que León Larregui caminaba detrás, vistiendo una capucha. Tampoco era que fuera invisible, simplemente no lo notaban. El cerebro de ambas no procesaba los pasos ni vería a nadie, aunque miraran hacia sus espaldas. Esa era la verdad de ser invisible, al menos para una criatura como él. El no verse de manera literal solo era accesible para los fantasmas, que usaban su alma para imitar los sentidos de los vivos. En el resto de los mortales, la verdadera invisibilidad era no ser notado, lo que era posible si pensaba que el cerebro no era más que una antena que interpretaba la realidad como podía y daba la casualidad de que todos los cerebros de todos los pokémon hacían una ilusión bastante consistente. Casi pensaba que Cerati tenía razón con lo de que todo era un sueño.
«Pero si es un sueño, entonces… ¿yo soy el que está soñando o él es el que está soñando y yo solo soy su sueño…? Quizás somos el sueño de alguien más…»
No era el momento de pensar en estupideces. Ya lo tenían perfecto. Sui Generis sabía que esa gata iba a escaparse hacia el Barrio Umbrali, lo que de pura casualidad era el lugar donde iban a reunirse con sus nuevas aliadas. Eran niñas de secundaria también, seguro que entendían como pensaban las mocosas en estos tiempos.
«Ya es hora de volver»
Otra cosa que no funcionaba como todos pensaban, era la telepatía. Si bien unos cuantos psíquicos bien entrenados podían mantener conversaciones filosóficas enteras a través de la mente, los demás solo podían transmitir ordenes sencillas mediante ciertos métodos. El menos avispado podría pensar que no eran más que sus propias ideas decidiéndose a hacer algo, pero el kirlia sabía la diferencia entre un pensamiento suyo y un mensaje de Sui Generis.
—Ese dinero va ser nuestro —dijo Leon—. Mi habilidad solo se desperdiciaba en pandilleros de poca monta y ahora, por fin, voy a tener un rival digno.
Él y Sui Generis eran los siguientes. Una pareja inseparable, como los conceptos que usaba la paloma para usar su as. A ellos no les iba a pasar lo mismo que a Ruzalia o a Alejandra, estaba seguro. Él no iba a ceder ni un centímetro con sus rivales. Era un profesional después de todo. Esa noche no se encontró con la gata, pero eso no le desanimó.
—Laura, Michelle, Zaira y Denisse. Prepárense… el karma puede ser traicionero.
MostrarEsconder Did You Ever Go Clear?
Buenas tardes. Me van a disculpar que me alargue un poco con los comentarios, pero creo que esta ves es necesario. La verdad es que no sé cuando deje que esto se quedará sin capítulo tanto tiempo, supongo que porque usé las pocas energías que tenía en ese tiempo para terminar LF y después llegaron mis varios intentos de hacer algo nuevo y luego me tomé un largo descanso de escribir. Ahora ya he vuelto con más ganas y espero subir capítulos más seguido. Me hubiera gustado ofrecerles algo más dinámico, pero luego de releer la historia vi que había muchas minas que nadie había pisado todavía y era necesario un capítulo relax de pokémon discutiendo. Bueno, relax entre comillas.
Estamos a la mitad de la segunda parte y ya estoy pensando en cómo se debe cerrar y que alguien debe pisar el acelerador. Más conflictos, más minas y menos ganas de soportar a la situación en la que te encuentras.
Muchas gracias por su paciencia a quien sigue leyendo esto. Ahora, lamento que tengas que haber esperado tanto para recibir una respuesta. Es hora de ponerse a ello.
@ Nemuresu
En un sueño, parafraseando al furro comunista, eres tú hasta las últimas consecuencias, aunque sueñes desde la perspectiva de otras personas. Pull the Trigger no lo ha inventado Cerati, pero supongo que, si lo ves de cierta manera, es provechoso para él. Digamos que es un fenómeno natural del ser pokémon o más bien, de algunos seres pokémon. De todas maneras, el señor Excalibur tampoco ofrecería muchas pistas, ya que sabe lo que esta en peligro y no le dará más información a sus enemigas… al menos no de manera voluntaria.
@"MrKiwi"
Estoy intentando reducir las metáforas innecesarias, pero de vez en cuando las agrego como una manera de divertirme a mí mismo. Las peleas trataré de mantenerlas más dinámicas de ahora en adelante, sin que no haya mucho interrumpiendo.
Mi intención con estas peleas es hacer algo más que una simple confrontación entretenida.
En este caso, quería usarla para explorar al personaje de Zaira. Espero que hayas notado la ironía que hay en Zai juzgando a alguien por obedecer de manera ciega las ordenes de otro ser.
Sobre Ruzalia reviviendo, es algo ya establecido. Alguien se convierte en fantasma cuando no recuerdan como es en realidad y viniendo de una cultura donde necesitaba mantenerse callada sobre sus ideas, y además mudándose a una región donde nadie le entiende, nadie sabía su verdadera personalidad.
Creo que sé a lo que te refieres con las cosas ridículas. Supongo que es mi necesidad de agregarle un poco de humor al asunto, aunque el tema del que estoy hablando es algo serio.
Por cierto, Charlie nunca morirá si lo guardas en tu corazón.
Eso sería todo por ahora. Muchas gracias por los comentarios y por su paciencia.
Saludos a todos.
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27 Jul 2022 12:26 PM Palabras -
(Última modificación: 07 Aug 2022 09:41 PM por DoctorSpring.)
Capítulo 33: Siempre Fuiste Tú
Α
Desde que Beatriz no llegó a la reunión de la madrugada, sabían que las cosas iban mal. Cuando el director decidió confirmar las sospechas de sus alumnas mediante una carta demasiado educada para lo que trataba de avisar, se dieron cuenta de que las dos estaban solas. Lo peor era que Elizabeth ya planeaba desertar y una de las principales razones de su enfado era que no ya no podía hacerlo sin sentirse de lo peor. Quería irse porque las razones por las que se había unido al grupo de Excalibur desaparecieron como la nieve en un día de sol, convirtiéndose en nada más que una cacería. Estaban codeándose con asesinos, con los que eran sus enemigos en primer lugar y todo por acabar con esas tres mocosas que no entendía por qué era importante que desaparezcan. Al final del día, si el grupito de Denisse conseguía acabar con Las Sombras, tendrían trabajo ahorrado y si morían antes, ya se las habían quitado de encima.
El director trataba a esas chicas como si fueran futuras dictadoras o vayan a provocar un desastre en el futuro. El problema era que, si redactaba la carta de renuncia, June estaría sola. Esa ardilla era solo una máquina de combate que obedecía órdenes. Sin nadie que la cuidara o que causara que el director tuviera un poco de pudor, esa panda de criminales se la iban a comer viva. Se iba a sentir culpable para siempre si abandonaba a la chica que fue su razón para unirse a ese extraño club de la lucha. Viéndolo de cierta manera, esa puta mapache acababa de comerse la última lata de comida o usar el único paracaídas del avión.
Lanzó el vaso Starmiebucks a la basura con odio, todavía medio lleno. Ninguno de los empleados mencionó ni una palabra, porque sabían lo que les convenía. La hija del alcalde siempre pedía los sabores más extravagantes que veía en internet. Aunque eran una pesadilla para el barista que le atendiera, las bebidas personalizadas se cobraban por ingrediente y podía gastarse verdaderas fortunas. Una bebida tirada a la basura no dejaba de ser una bebida pagada.
― ¡Maldita estúpida! ―exclamó Elizabeth siendo escuchada por todos los clientes del centro comercial.
Ninguno de los empleados tendría ninguna idea del problema que estaba dentro de su mente. Pensarían que no eran más que peleas de mocosas y ese siempre era el plan de Elizabeth, le gustaba la imagen que daba en su día a día. Una chica intocable que podía hacer y deshacer lo que quería. Pese a todo, poco a poco, sentía como se desvanecía la barrera entre la hija del alcalde y la miembro del club de la lucha femenil de Excalibur. Eso le preocupaba. Hace no mucho tiempo, estaba contenta con sus dos identidades. Una podría disfrutar de su vida de lujos sin tener el mínimo de culpa, otra aportaría en el noble objetivo de que los pokémon de Villa Celebi sean un poco menos miserables.
Esos pensamientos de duda acerca de la ética de su propia vida, por los que se le ocurrió aprovechar esa habilidad que descubrió por mera casualidad, esa que antes usaba para hacerle bromas a las chicas más feas de la escuela, nunca hubieran llegado si no fuera por esa ardilla sentada a su lado. June no nació en la opulencia. Fue adoptada por unos empleados de confianza de su padre. La conoció en uno de esas fiestas que papá dejaba que organizaran los sirvientes de vez en cuando en el patio de la mansión. A pesar de la enorme riqueza de North Marine Star, eran poco comunes las adopciones de un lado hacia el otro, salvo por unos cuantos filántropos. Los matrimonios que necesitaban adoptar no querían tener nada que ver con la sangre que venía de Villa Celebi y preferían recuperar niños de otros continentes u otros pueblos pobres, como si ver su opuesto todos los días le incomodase. El mejor destino para los huérfanos de Villa Celebi era ser monja para las hembras y ser un criminal para los machos, cosas que no eran demasiado fiables para la eléctrica.
June era una de las poquísimas chicas que nacieron en el lado pobre del pueblo y fueron adoptadas. La razón de esa excepción, aparte de que sus padres adoptivos venían de ahí, era que esa chica no estaba bien de la cabeza. Para decirlo simple, nació con unos cuantos jugadores menos en su cerebro de bellota. Según lo que le contaron esos sirvientes que alcanzaron la clase media, era hiperactiva a más no poder y necesitaban mantenerla cansada todo el rato para que no hiciera desastres. En la secundaria no iba al mismo salón que todas las demás. Mantenía un plan especial de estudio más simplificado y con más descansos, porque no podía concentrarse durante tanto tiempo como los demás. Había sido acostumbrada a ser aceptar cualquier excusa que le dieran para moverse y era inevitable que alguna vez encontrara una manera de gastar su energía que fuera provechosa para los demás.
Era la soldada perfecta. Le preocupaba dejarla sola, incluso si Danielle se recuperaba. No era que desconfiara de la fantasma, sino que desconfiaba del director. Alguien capaz de hacer acuerdos con sicarios para un supuesto bien mayor, que nadie era capaz de ver salvo él, no dudaría en sacrificar a nadie. Sobre todo, alguien que ni siquiera se quejaba. Que iba a obedecer cualquier orden solo con la excusa de estirar las piernas.
― ¡No sé para qué te enojas, Eli! ¡Si Beatriz se fue, hay más golpes para nosotras!
―Más le vale a ese imbécil que consiga a otras chicas. No podemos hacerlo todo nosotras solas, tampoco somos sus esclavas.
― ¡Yo podría hacerlo todo!
Elizabeth chasqueó su lengua mientras desviaba su mirada.
― Claro que no…
June bebió de su vaso de agua. Era imprudente darle cualquier cosa que tuviera azúcar.
― ¿Ya tienes listo tu disfraz de pobre?
Elizabeth suspiró.
― Si ese tinte me daña el pelaje, voy a matar a ese maldito lisiado.
I
A pesar de que todavía era primavera, el verano era demasiado impaciente en Puerto Lugia y no quería esperar unos cuantos meses a que la temporada de las flores le cediera el paso. Esos presentadores con corbata que sonreían en televisión decían que todo era culpa del calentamiento global. Si Reina tenía que ser sincera, sentía que esas gruesas gotas de sudor en su frente eran más espesas que el año pasado. Sin importar suposiciones, lo que sabía con seguridad era que el calor era asqueroso.
Según el pronóstico, llegarían a un mínimo de 25 grados y a un máximo de 40, sin que haya nubes que dieran la esperanza de una refrescante lluvia. Sin contar que nadie en ese lado del pueblo podía mantener un aparato de aire acondicionado, la falta de árboles y el sol penetrando en la tierra hacían que la propia calle fuera más caliente. Si a eso le sumabas que el concreto de las casas no dejaba de absorber el calor, Villa Celebi estaba convertida en un horno donde podías cocinar unas bayas gratinadas si las preparabas sobre el tejado. Era el día perfecto para comer una paleta de hielo y pese a que insistió tanto en que podía pagarla con su sueldo, Keira ya había conseguido los helados para las dos.
Mientras las dos estaban bajo el toldo de una tienda de abarrotes en Plaza Celebi, recordaba el desagrado que le causa la manera de conseguir las cosas que tenía esa eevee. Durante esos últimos días donde la desesperación había menguado, su piel ardía por los químicos del limpiador colándose entre su pelaje y su espalda cargaba esas brutales exigencias de limpieza, sospechaba que ese desagrado solo era la más brutal de las envidias. Cualquier hembra de Villa Celebi estaría encantada de recibir regalos a cambio de una sonrisa, sobre todo si esos regalos eran comida caliente. Era por eso que, a la mínima oportunidad, todas escapaban del pueblo debajo de las alas de maridos pudientes, en vez de quedarse sumergidas en la miseria. Tampoco eran estúpidas.
A decir verdad, no entendía cuál era el encanto que tenía Keira para que cualquiera abandonara su sentido común para ponerse a su merced. Su sonrisa era linda, era segura de sí misma, pero en lo demás, no era más que otra eevee del montón, más aburrida que una garrapata cualquiera. Si de por sí tampoco era la gran cosa, ese peinado que cubría sus ojos le quitaba todo el encanto que le quedaba.
―Me gusta tu peinado, pero siento que te verías mejor si mostraras los ojos….
Keira dio un mordisco a su sándwich de helado.
― ¡Pero que cursi eres, Rei! ¡Este peinado me queda bien porque sé lucirlo! ¡No como esa marimacha que conocí la otra vez en la fiesta del otro día! ―guardó un rato de silencio y dio otro bocado, mirando al cielo como si reflexionara sobre algo profundo―. Tú nunca lo entenderías. Hueles a jabón para trastes desde aquí.
― ¿¡Qué quieres que haga!? ¡Estaba trabajando hace rato! ¡Me duelen las patas de tanto lavar platos! ¡Nunca pensé que podría haber alguien más maniática que yo con la limpieza, pero es horrible, demasiado horrible! ¿¡Quién demonios se fija en que los bordes de los azulejos no tengan gérmenes!? ¡Tuve que usar luz ultravioleta para asegurarme de que no quedará nada que limpiar!
Keira sonrió.
― ¡Ah! ¡Claro! ¡Apuesto a que te dieron el resto del día libre para el festival! ¡Ya deberíamos de estar haciendo fila en…
―Ve tú… no voy a andar pidiendo limosna, menos en esa escuela…
― ¡Tampoco quiero ir sola!
―Pensaba que tenías muchas amigas y que yo solo era una más.
―Que vaya a fiestas con ellas no significa que sean mis amigas. Todas son unas zorras, de la primera a la última. Tú eres la única buenita que queda en la clase, por eso me gustar estar contigo. Ya sabes, tampoco quiero competencia y verlas usar mi método es vergonzoso. Es como si vieras esos discos que cuestan cinco pokés en el mercadillo.
Keira le miró a los ojos. Detrás de esa cortina de pelaje, sentía la intensidad de una mirada desvergonzada.
―O sea… ―murmuró Reina sonrojada―. Soy tu segunda opción.
― Más bien diría que eres la única opción cuando quiero salir con pokémon que merecen la pena. Tengo que juntarme con las otras zorras porque si no me quedaría fuera de las mejores fiestas, ya sabes. Una chica, por más guapa que sea, no puede mantener la atención de todos los machos del pueblo si se queda encerrada en casa. Cuando te descuidas, te olvidan y tienes que empezar de cero…
En un descuido, Keira lamió la paleta de Reina.
― ¿¡Qué te pasa?!
― ¡Quería probarla! Bueno, ¿vamos o no?
―Me gustaría saber por qué te emociona tanto la comida gratis, si puedes conseguir lo que quieras por aquí….
―La comida de Candelor es mejor de la que me pueden dar estos muertos de hambre.
«¿Por qué no pide comida a los mejores chefs de North Marine Star?»
Keira pidió los helados a un humilde paletero que iba al centro de North Marine Star para vender sus productos. Estaba segura de que había un montón de heladerías de lujo allá fuera. Esas papitas caseras que robaban prácticamente a mano armada no eran más que basura en comparación a las botanas que las chicas ricas podrían conseguir, esas que costaban la mitad de su sueldo. Esa vez que se conocieron y preguntó la razón por la que se aprovechaba de criaturas pobres como ellas, no se molestó en responder. Quizás le dolía reconocer que no todos iban a reaccionar a sus encantos, menos chicos de más cultura que no estaban tan desesperadas en conseguir las atenciones de una mocosa en la miseria. Sea como sea, sería de mala educación ignorar la invitación al festival. Algo le decía que debía ser más comprensiva con esa chica. Las dos estaban en la misma situación, sin importar los métodos. Así que le siguió, mientras lamía su paleta y cuando solo era un palo de madera, llegaron a Candelor.
Aunque las creencias de Reina estaban en stand by, era verdad que la existencia de un festival benéfico como el de Candelor era un milagro. Imaginaba a montones de padres enojados con la idea de que sus queridas hijas respiraran el mismo aire que unos niños indeseables, teniendo que ser convencidos a través de múltiples adulaciones y diferentes promesas. Quizás era por eso que la entrada no era tan sencilla.
Primero tenían que comprobar que tenían la edad que aparentaban. Un eevee podría tener treinta años y nadie se daría cuenta si no prestaban atención, aparte de que había escuchado de sus vecinos y de su profesora que existían ciertas criaturas que no podían evolucionar, como si estuvieran enfermas. Notaba que el oficial trataba a Keira como alguien más, al contrario de en Villa Celebi donde siempre existía cierto nerviosismo, pese a que no estuviera usando sus habilidades en ese momento.
―Pasen al otro filtro, que todavía hay mucha fila.
«¿Otro filtro?»
Escupieron en una probeta para asegurarse de que no tenían una enfermedad contagiosa. Les revisaron el pelaje para encontrar posibles garrapatas u otros pequeños animales que pudieran provocar una epidemia (Keira era demasiado vanidosa y Reina demasiado obsesiva para que encontraran nada). Ya solo faltaría que revisaran sus apellidos para buscar sus antecedentes. Esos tipos se creían mejor que ellas solo por haber nacido en el lado correcto del pueblo. Los policías no ocultaban su desagradado y aunque las enfermeras encargadas de las inspecciones físicas trataban de sonreír, notaba una enorme condescendencia en sus rostros. Si aguantaba un filtro tras otro era porque Keira estaba detrás suyo y sería una falta de respeto dejar plantada a su única amiga… o algo así.
― ¡Ya estamos aquí! ―exclamó Keira con una sonrisa.
―Ya era hora…
Una comadreja con gafas de botella les dio la bienvenida. Estaba detrás de un stand, sonriéndoles mientras les ofrecía dos mochilas sencillas.
― ¡Bienvenidas, niñas! ―exclamó la linoone con voz gangosa―. Mi nombre es Ericka, soy la tutora de las chicas de primer año en la secundaria Candelor ¿Cómo se llaman?
― ¡Mi nombre es Keira, mucho gusto!
― ¿Para qué quieres saber?
Sintió cierta satisfacción cuando la sonrisa estúpida de la comadreja se borró de su rostro.
―Es cuestión de cortesía.
―No me parece muy cortés que nos revisen como si fuéramos unas plagas.
―Es para seguridad de todos, ternurita….
―No me digas ternurita.
― ¿Por qué no dejas de buscarle las cuatro patas al meowth, Rei? ―dijo Keira mientras revisaba el interior de su mochila―. Me estás cansando.
Reina refunfuñó.
―Tienen hasta las siete para recorrer el festival. Adentro de las mochilas que les di (que se pueden quedar, por cierto) hay un mapa de nuestra institución con todos los stands, unos boletos para los puestos de comida y una tarjeta de sellos para las atracciones. Las atracciones se pueden usar una vez por cada una. Que disfruten.
La secundaria para señoritas Candelor tenía tres pisos. En la planta baja estaban las estaciones de enfermería, los stands de chequeo e incluso un puesto de policía. En la segunda, las atracciones y juegos mientras que en la tercera estaba la comida.
― ¡Los mapas son aburridos! ―exclamó Keira arrugándolo y echándolo dentro de la mochila, luego le tomó del brazo―. ¡Ven, veamos a que podemos jugar!
II
Después de atender a unos cuantos niños, una estudiante tomó su lugar durante un rato mientras Ericka tomaba litros de agua en la sala de profesores. Le alegraba que la secundaria Candelor estuviese dispuesta a hacer ese tipo de eventos para los niños con menos oportunidades. Al ver a las pobres criaturas que llegaban al stand, vaya que una vez al año era demasiado poco. Aunque debía reconocer que esa chinchilla le dejó pensativa.
En los años que llevaba como tutora y que se ofrecía de recepcionista, había visto a muchos niños del otro lado desfilar ante sus ojos. Con pelajes sucios, callos y mal encarados. Aun considerando que la mayoría de madres hacían todo lo que podían para que sus hijos vayan presentables al festival, ciertas cosas eran imposible de disimular y lo mejor de lo peor no era de lo que estar orgulloso. A pesar de todo, esas criaturitas seguían siendo niños y tenían cierta inocencia en su mirada. Los que la trataban de la peor manera posible lo hacían sonriendo, mostrando sus colmillos chuecos o sus dientes huecos. La chinchilla era diferente. Algo horrible le debió haber pasado para que su cara mostrase ese hastío a su tierna edad. Hasta cierto punto, le recordaba a su sobrina.
―Eres muy cute ofreciéndote a ayudar a las estudiantes ―dijo una alakazam sentada en una silla giratoria mientras leía un catálogo―. Incluso si tu sobrina, ya no va a venir al festival. Que cute.
―No solo lo hacía por eso, Soledad ―respondió Ericka acomodándose las gafas―. Las señoritas delegadas se esforzaron mucho y me gusta aligerarles la carga. Tú también deberías hacer algo, aprovechando que Claudia no pudo venir por la pobre de su hija. Que horrible tener una enfermedad crónica a esa edad….
― ¿Por qué debería? ¡Mira estos vestidos! ¡están muy cute! ¡Ya sé a qué se va ir mi próximo sueldo!
― Eres tutora de tercer año, Soli… y pareces una adolescente.
―Y tú ―dijo la psíquica acariciándole la cabeza―. Eres la pokémon más cute que conozco. Me parece sorprendente que hayas venido del otro lado.
―A mí también me lo parece…
― ¿Vas a visitar a tu hermana y a su nuevo marido?
―No creo que sea bien recibida….
Uno de los pecados que abundaba en Villa Celebi era la envidia. En cuanto alguien conseguía un poco más de lo que todos pensaban que los que nacían entre la tierra eran capaces de aspirar, los venenosos murmullos apuñalaban las espaldas de esas criaturas que cometían el pecado de una pequeña victoria. Lo peor era si lograbas salir de ese lado para vivir en el otro extremo del puente. Ahí no eras más que una traidora. Si lo sabía era por qué lo había sentido en su propia piel, de las lenguas de su hermana mayor y su madre mientras era echada de una casa en la que había crecido. Ya no importaba que ella sufrió la muerte de papá, los problemas para conseguir que comer y los dolores crónicos de mamá. Acababa de cruzar la barrera, convirtiéndose en una rechazada.
A pesar de que no quería ser petulante, debían reconocerle que era una de las pocas hembras de Villa Celebi que había conseguido escapar por sus propios medios y vivir una vida que, aunque no era demasiado exuberante, no dejaba de ser cómoda y agradable. Que Lisa se haya convertido en una multimillonaria de la noche a la mañana por enamorarse, era una ironía de la que podría regodearse si fuera una peor persona. El problema era que no podía. Extrañaba a su hermana, no paraba de culparse por no haber asistido al funeral de mamá, y al mismo tiempo, el saber que podía toparse con ella en la calle le incomodaba.
¿Qué iban a decirse cuando sucediera?
III
Esas niñas ricas habían instalado montones de juegos en el festival y de diferente tipo. Puestos de reventar globos con dardos. Pequeños muñecos alineados en una fila para que los llenes de amor con el rifle de la amistad (los juegos que incitaban a la violencia estaban prohibidos). Una ponyta trataba de derribar a los niños que se atrevían a montarse. El club de atletismo organizaba pequeñas carreras con obstáculos. En el de arte regalaban una alcancía que pintabas tu misma o podías hacer figuras de plastilina. Las dos chicas participaron en esos y muchos más.
Con diferentes resultados, unos mejores que otros.
― ¡Mira, Rei! ¡Te hice a ti en plastilina rosa!
―No se parece en nada a mí…
― ¡A ver, escultora profesional! ¿¡Qué estás haciendo tú!?
―Una pelota.
― ¡Eso es hacer trampa!
Aunque claro, a Keira le iba a mejor. Quizás porque jugaba con ganas. El único resultado diferente fue la carrera de obstáculos donde compitieron la una contra la otra. Reina aún tenía la misma actitud del mínimo esfuerzo, pero su morfología le ayudaba a escurrirse a través de los enormes tubos de cemento, las redes donde tenías que arrastrarte pecho tierra y las peligrosas ruedas de carruaje que estaban enterradas a traición, sobresaliendo a través del suelo. Mientras tanto, su contrincante no paraba de jadear. Su estrategia favorita era tratar de rodear los obstáculos de la manera más impráctica posible y detenerse a tomar aire a cada centímetro. La ganadora de la poderosa medalla de chocolate era más que obvia.
―Necesitas comer menos dulces ―dijo Reina mientras estaban acicalándose en uno de los baños―. Estas en pésima forma.
― ¡Y tú necesitas ser menos amargada! ―exclamó Keira mojándose la cara ―Yo sé más que nadie cuando se hace algo a fuerzas…
―Cuando nos conocimos me dijiste que me estaba comportando como una niña y ahora tú te pones a jugar.
Keira cerró el grifo. De su costado, colgaban dos mochilas llenas de premios.
―Este va ser nuestro último festival, ¿sabes? El próximo año tendremos trece y entraremos en ese extraño limbo entre ser una mocosa todavía y ser una hembra. He escuchado historias horribles, ¿sabes? ¿De dónde crees que vienen esos animales de colores raros que ves en los orfanatos o colgados de los pezones de las estúpidas de sus madres? Esas niñas con cara de babosa que cerraron los ojos y cuando los abrieron, estaban recibiendo palizas diarias y viviendo con cortinas en vez de puertas… si tienen suerte y saben quién es el padre. Eso o poco más es lo que nos queda cuando lleguemos a esa edad. Al menos que consigamos a un esposo rico del otro lado que nos pague lo que queramos.
― Aun tenemos la escuela. Viene la secundaria y…
Keira soltó una carcajada.
―Ay, Rei, y luego me dices que la niña soy yo. Supongamos que te gradúas de la preparatoria con los mejores honores y toda la cosa, ¿qué haces? En Puerto Lugia no hay universidades, ni siquiera en el otro lado. Un trabajo cualquiera hará que tu educación no sirva para nada.
―Puedo salir del pueblo.
― ¿Cómo vas a salir, nadando? ¿Pagándole a un tipo agua para que te saque de aquí? ¿O en un barco? ―Keira guardó silencio ―. Lo del barco tampoco suena tan mal. Sabes, mamá decía que, si no encontrabas ninguna solución en las montañas, fueras al mar. No puedes irte a ningún lado si no hay un sitio donde ir, pero afuera… es diferente ¿Sabes lo que es una ciudad? Si todo Villa Celebi está bajo mis almohadillas, ¿te imaginas lo que haría si tuviera a un barrio entero de una enorme ciudad o un pueblo que no sea tan asqueroso como este? ¡Podría ser alcalde! ¡Si juego bien mis cartas, podría ser presidente de la región! ¡Podría conquistar el mun…
― ¡Ya estás exagerando! ¡Te recuerdo que los pokémon de North Marine Star no te hacen nada de caso! ¿Acaso piensas que va ser diferente en New Unork?
―Son detalles menores que ya estoy solucionando. Además, crecer tiene cosas buenas, si sabes a lo que me refiero.
Sabía a lo que se refería. Y le daba asco.
―Bueno, creo que me acabo de desviar. El punto es que debemos disfrutar lo que nos queda de infancia, ¿no crees?
―A mí ya no me queda nada y creo que a ti tampoco. No podemos disfrutar de algo que no tenemos.
De pronto, se preguntó por qué demonios estaba ahí y convivía con una hembra como Keira. Estaba a punto de largarse cuando otra chica entró por la puerta. Una extraña tanuki cuyas orejas eran más grandes de lo que parecía.
― ¿Acaso no odiabas a los ricos, Reina? ―dijo Nicol acercándose al tercer lavabo.
―No es tu problema, de hecho, yo…
―Vi algo que te va a gustar ― dijo la sentret―. Sube al tercer piso y gira hacia la derecha. Me lo agradeces después.
―Oye, Nicol ―dijo Keira atusándose el flequillo―. Golpéate a ti misma.
Las dos chicas parpadearon.
―Estás loca… ―dijo Nicol antes de largarse del baño.
Keira chasqueó la lengua.
―Vamos, Rei. Discutir contigo me dio hambre.
IV
En compensación por todos los días donde tenían que partirse el lomo para sacar el festival adelante, las delegadas tenían su merecido descanso. Era uno de esos momentos donde ya habías hecho tu parte y solo necesitabas relajarte, confiando en que el resto del equipo no sea tan idiota como para arruinar todo en el último momento. Aunque claro, Lady no podía relajarse del todo, pese a que estuviera acostada en un camastro frente a su propia piscina. Los mapaches chapoteaban sobre flotadores de diferentes colores mientras su hermana trataba de aguantar ataques acuáticos de todos lados. La sylveon sonreía al ver la escena, pero también le daba la sensación de que eso no iba a durar mucho tiempo. Si Beatriz no mentía, llevaba casi una semana y media sin beber. Siendo sincera, todavía no notaba nada raro, pero quizás…
Eso solo significaba que debía prestar más atención.
―Querida, ¿podemos hablar?
Antes de responder, Lady bajó las gafas de su cara, mostrando ese cardenal alrededor de su ojo derecho. Al verlo, su padre se volvió loco, desquiciado. Despidió a todos los guardias y contrató a nuevos mientras que su madrastra no paraba de deshacerse en disculpas por no darse cuenta de que alguien tan malévolo había entrado a la mansión. Se sintió culpable por manipular a los dos de esa manera, pero todo valdría la pena si podían solucionar ese problema sin que ellos se enteren. Los dos ya habían sufrido demasiado.
―Claro, papá ¿Qué sucede?
―Sígueme, por favor.
Esa seriedad de su padre le ponía nerviosa, no solo por la posibilidad de haber sido descubierta, sino que también era una manera demasiado formal de dirigirse a su hija. Siempre había sido de esos típicos machos que mantenían cara de póker para todo, pero desde que su madre murió, nunca le había visto sonreír y las únicas palabras que intercambiaban, aun después de que se haya casado de nuevo, no eran más que conversaciones mecánicas donde casi podían verse los engranajes si mirabas demasiado. Era la primera vez que hablaban a solas después de mucho tiempo y las cosas eran iguales. Tenía la sensación de que su padre trataba de ser cariñoso y, aun así, se sentía nefasto.
No era más que una de sus empleadas.
Con esos pensamientos devorándole, ambos entraron a un elegante despacho que había estado abandonado hace no mucho tiempo. Desde que murió mamá, su padre trataba al hogar como si fuese un terreno de pruebas nucleares. Los recuerdos de su esposa flotaban en el aire, presionándole el pecho y prefería mantenerse alejado de esas cuatro paredes. Lo que olvidó era que ella no tenía otra opción, sola en medio de una inmensa mansión y llena de cosas innecesarias que a veces compraba con esa eterna tarjeta de crédito para llenar los espacios vacíos. Y entonces la voz de su padre salió en el presente.
― ¿Por qué me mientes?
Lady abrió los ojos sorprendida o al menos fingiéndolo.
― ¿De qué hablas, papá?
―Ningún desconocido entró en casa a ese día.
― ¿Cómo puedes estar tan seguro? ¿Por qué te mentiría con algo tan serio?
―Desde que tuvimos varios incidentes por tu culpa de tus admiradores, he hecho que frieguen la casa con un químico de mi cosecha que captura las huellas de todos los pokémon que caminan por la casa e incluso si no tiene patas o pies, capta cualquier rastro que deje detrás suyo. He hecho que investiguen cada centímetro de la casa y las únicas huellas que hay son las de los que vivimos aquí.
Lady se secó el sudor de su frente.
― Ahora dime la verdad.
―Tuve…. una pelea con Beatriz… pero ya estamos bien. Te lo prometo.
― ¿Por qué fue la pelea?
―Tonterías.
― ¿Por tonterías te dejo una herida de ese tamaño? ¿Por qué me hiciste mover cielo y tierra para conseguir mejores guardaespaldas? ¿por qué pusiste tan ansiosa a mi esposa? ¿Solo por tonterías?
Sir trataba de no alzar la voz. Lady decidió que la mejor manera de mentir era contar una parte de la verdad.
―Insultó a mamá… dijo que se murió por qué eres un enfermo. Y… llegamos a las manos.
Sir suspiró.
― ¿Y por qué me mentiste?
―Me… me daba vergüenza decirte la verdad. No quería que supieras que me había rebajado a golpearme con una pordiosera.
―Me gustaría que no usaras esa palabra, pero tienes razón. En la vida vas a encontrarte con personas que van a querer sacarte de tus casillas y ponerte a pelear con ellos es solo darles la victoria. Tu madre estaría avergonzada de que una señorita como tú use sus cintas para golpear y no para cosas más sensibles.
Lady guardó silencio, con lágrimas en los ojos y su cara emanando calor. No tenía ni siquiera que fingir, esa sensación de vergüenza era verdad. Aunque más que el juicio de su madre, no le gustaba la manera en la que papá le hablaba. Era la primera vez en mucho tiempo que estaban hablando a solas, en una conversación padre e hija, y no era más que un regaño. Después de eso, volvería a la piscina con su esposa, a disfrutar del precioso sol que hace en Villa Celebi y solo se verían las caras en el comedor, como siempre.
―Voy a hablar con Beatriz, pero tú vas a estar castigada. Espero que entiendas que no puedo pasar por alto que me hayas mentido.
―Está bien, papá…
V
El aroma en el tercer piso era delicioso, sobre todo después de ser arrastrada de un lado a otro por Keira y haber estado jugando todo el día. De los muchos locales de comida que había, aunque todos estaban apetecibles desde el punto de vista de su estómago, siguieron las indicaciones de la chismosa profesional del Barrio Gris y llegaron a uno de los salones del fondo. Sobre la puerta encontraban un letrero de madera con orejas de gato hechas de fomi. Un maniquí vestido de manera extraña sostenía una flecha que apuntaba al interior de ese curioso restaurante.
Sin saber con qué iban a encontrarse, entraron. Notaba cierta emoción en el rostro de Keira, quemándose en su propia curiosidad. Al final de un corto pasillo, se dieron cuenta qué era lo que Nicol quería que viera, lo que le iba a gustar tanto. Un sentimiento raro dominó su mente. Un intermedio entre la risa y la desesperación. Una gata de rostro inexpresivo y sonrojado abrazaba una charola contra su pecho. Por alguna razón, vestía un traje de sirvienta victoriana que debía reconocer que le quedaba adorable. Sus grandes ojos de felina parpadeaban a un ritmo preciso, pensando de qué manera debía reaccionar ante el encuentro de ese inusual cliente. Además del trajecito, unas grandes alas de ángel estaban enganchadas en su espalda. Después de un rato, Zaira decidió actuar como si la chica a la que le arruinó la vida fuera un cliente más.
―Bienvenidas a casa, amas. Vengan por acá, pronto la comida estará lista.
Las sillas estaban llenas de niños que parecían estar en el paraíso. Era un poco incomodo que fueran las únicas hembras que eran clientes del local.
―Esto está lleno de niños pervertidos―musitó Reina cuando las dos estaban sentadas ante la mesa.
―Los pobres están desesperados ―dijo Keira jugueteando con un tenedor ―. Estas chicas no tienen nada de encanto. Están tan tiesas como muñecas de madera.
―Estas mocosas tienen la vida resuelta. No necesitan restregarse contra nadie… como tú.
Keira quiso protestar antes de ser interrumpida.
― ¿Qué van a ordenar? No tengo su tiem… ¿¡Qué haces aquí!?
Al ver a su mesera, recordó que las otras tres solo eran unas esclavas. Esa eevee era la verdadera culpable. Era la primera vez que se veían desde que encarcelaron a Ray, y se dio cuenta de que la odiaba más que nunca. Si era capaz de interpretar su mirada, le daba la sensación de que el sentimiento era mutuo y ni siquiera se molestaba en esconderlo. Durante unos segundos, tuvo la ingenuidad de pensar que estaba preocupada por Michelle, que llevaba toda la semana en cama después de un brote de su enfermedad, pero era claro que se engañaba a sí misma. Esa princesa de Candelor era incapaz de sentir cualquier tipo de empatía por sus sirvientes. Mientras tanto, Keira observaba con una gran sonrisa e interés, como si estuviera viendo el mejor espectáculo de su vida.
―Oye, creo que te conozco.
―Yo también te conozco ―dijo Denisse esbozando una sonrisa al entregar las cartas―. Menos mal que viniste, que tengo muchas ganas de golpear a alguien.
Keira soltó una risita.
―Lástima que yo estoy de buen humor y no quiero manchar este lindo salón con tu sangre.
Denisse rio, luego se interrumpió en seco.
―Estoy hablando en serio.
―Yo también hablo en serio… zorra.
― ¿¡En serio se conocen!?
―Guarda silencio ―dijo Keira dándole un golpecito en la pata ―. No quiero que nos echen.
― ¿Te estás poniendo celosa, Reina? No te preocupes ―dijo la señorita Flower acomodándose la cofia entre sus orejas ―. Siempre vas a ser mi molestia favorita. Vamos, ordenen algo, coman y váyanse, que no estoy de humor para lidiar con dos molestias al mismo tiempo.
―Yo soy la que debería estar molesta de verte… me arruinaste la vida y no te importa.
Denisse sonrió. Una sonrisa que mostraba uno de sus colmillos.
―Me halagas, pero no puedo arruinar lo que ya estaba arruinado. Estás mejor, créeme. Ahora pidan y cállense.
― ¡Quiero estas bayas! ―exclamó Keira señalando una foto del menú ―. Aquí dice que puedo pedir que escribas cualquier cosa dentro del corazón de cátsup ¿Me puedes escribir “vete a la mierda”?
―La tutora nos dijo que no podemos usar malas palabras. Pondré “vete al diablo”, que es lo mismo.
― ¿Qué vas a ordenar, Rei?
―No quiero nada ―dijo Reina levantándose de la mesa ―. Me voy. Disfruta con tu limosna.
No tenía ninguna razón para estar ahí, mientras la insultaban, ni mucho menos iba a dejar que esa zorra le sirviera.
―Como quieras, ve a morirte de hambre ―musitó Keira con un gruñido―. Disculpa a mi amiga, es muy orgullosa.
―Siempre tengo que lidiar con imbéciles así, estoy acostumbrada ―murmuró Denisse ―. Es una lástima que se vaya perder el caldo de bayas. Acá lo hacemos con mucho amor y sin droga de por medio. Aun así, nos trae buenos recuerdos a las dos ―volvió a sonreír ―. ¿no es así, Reina?
―Vete a la…
― ¿Qué vas a hacer, Rei? ―dijo Denisse pronunciando el apodo con burla, acercándose entre susurros ― ¿Golpearme para que te saquen a rastras de aquí? ¡Anda, hazlo! ¡Estaré encantada de ver cómo te arrastran fuera de…!
― ¡Qué preciosa está mi reina!
Una molesta voz de mujer se escuchó desde el pasillo. La cara de esa zorra palideció, como si se acabara de escuchar a la propia muerte. Una espeon entró en el restaurante con un paso raudo, demasiado mayor para ser una estudiante de secundaria. Por algún motivo, Denisse trató de esconderse detrás de una de sus compañeras, pero esa cola tan llamativa le delataba sin importar donde intentara meterse. Cuando la recién llegada vio lo que buscaba, la cola agitándose por la brisa de los ventiladores, los ojos de la psíquica ganaron el brillo de quien veía al mesías entre las nubes. Se agazapó y salto hacia la joven, dándole un beso en la mejilla mientras la victima trataba de librarse.
― ¡Qué bueno que Claudia me dijo lo que estaba haciendo mi pequeña princesa! ―dijo la madre de esa chica devorándola sin piedad ―. ¡No hubiera aguantado perdérmelo! ¿Por qué no me habías dicho nada, bebé?
― ¡Es por esto! ¡Me estás avergonzando!
La señora Flower ignoró esa ofensa y siguió besando a su hija.
― ¿Estoy avergonzando a mi princesa? Pensé que no tenía nada de malo visitar a mi cosita preciosa …
Reina apretó sus pequeños puños. Eso debía ser una broma. Nadie debería ser capaz de querer tanto a una criatura tan horrible como esa maldita zorra. Esa gata debería estar avergonzada de lo que parió. Esa madre, o era peor que su hija o debía ser una pobre que no tenía ni idea. Con la intención de desviar la mirada de esa escena que le dolía tanto, vio a los pokémon que estaban sentados en las mesas. Su cinismo le hizo pensar que no eran más que pervertidos, pero en realidad, la mayoría deberían ser huérfanos o hijos de madres abusivas que se habían quedado en el restaurante por ser la primera vez que una hembra les preparaba una comida caliente solo para ellos.
Los ojos de esos chicos estaban llorosos. Ella misma también estaba llorando. No era posible que esa psicópata se viese molesta por un amor por el que muchos matarían. Esa señora era tan inconsciente que presumía de tener una vida perfecta frente a criaturas desafortunadas. Abrió la boca para decir algo, lo que fuera, pero… ¿qué iba a decir? ¿Que mientras lloraba porque unos lunáticos habían secuestrado a su madre, esa niña solo le miraba como si fuera una molestia? ¿Qué pretendió matar a su hermano como si fuera un animal? ¿Que las amigas de esa zorra solo le miraban con lastima y la convirtieron en su lavadero de consciencia? ¿Qué por su culpa estaba trabajando bajo los gritos de una millonaria lunática y estuvo una buena temporada pasando hambre? ¿Quién mierda iba a creerle?
Estaba segura de que ni la señora Claudia, con la seriedad que mostraba cada día, pensaría ni por un segundo que su hija siquiera pisó los barrios bajos. Esa espeon, cegada por el amor, no podría concebir ni siquiera que su pequeña fuera capaz de hacerle daño a una garrapata. La vida no paraba de golpearla, mostrándole en su cara que la razón por la que era miserable podría ser abrazada.
―Está bien, mi cielo ―dijo la señora Flower dándole un último beso en la frente ―. Hable con tu compañera y me han dicho que te puedes quedar con el traje.
― ¡No voy a volverme a poner esto!
―Solo para una foto, mi amor.
― ¿¡Vas a tomar fotos!?
―Te compraré un helado si te dejas tomar fotos. Sigue trabajando, cariño.
Denisse volvió a la mesa mientras trataba de limpiarse la saliva de su pelaje
―Qué suerte tienes… ―gruñó Reina ―. Ya quisiera que mi madre siga conmigo. Me imagino que se le destrozará el corazón cuando se entere de lo que haces.
En un segundo, el rostro de Denisse cambió a una horrible sonrisa. La única diferencia con la sonrisa de antes era que mostraba uno o dos colmillos más. Aun así, no podía evitar sentir ese escalofrío que recorría por su espalda.
―Si te atreves a meter a mamá en esto… estás muerta.
Reina parpadeó. Denisse ya estaba de regreso con la sonrisa de antes.
― ¡Lamento el retraso! ¡En un segundo está su orden!
Los clientes volvieron a concentrarse en su comida casera. Reina se sentó, derrotada.
―Pobre de mí Reí… ―dijo Keira con un suspiro ―. Discutir con tu enemigo no servirá de nada. Lo mejor es sonreírle mientras piensas como destruirlo…
―Destruirlo… ¿eh?
―Bueno, ¿te quedas o no?
―No, gracias ―dijo la chinchilla volviendo a levantarse ―. Aun me queda dignidad.
Cuando Reina salió del restaurante, Keira tomó ese palito de madera. La chinchilla estaba cargándolo todo el rato hasta que lo soltó sobre el mantel, como si fuera lo más sagrado en su vida hasta hace apenas unos segundos. La verdad era que no esperaba que Rei quisiese acabarse su postre después de que ella lo haya lamido. Eso no era más que una broma, además de que quería probar el sabor. Aun así, no quedaba más que ese palito. Tampoco pretendía conseguir que la acompañara al festival. Hablaba con tanta determinación, con ese estúpido orgullo que no acaba desapareciendo ante la primera oportunidad y con haber insistido un poco, no tardó en hacerlo… al menos hasta que comenzaron a pasear por North Marine Star, que siempre era el límite de su encanto.
La eevee sonrió.
―Todavía te estás resistiendo, pero ya verás que pronto me obedecerás sin rechistar.
VI
A cada segundo que pasaba dentro de casa, sin salir más que para visitar la tienda de la esquina, estaba consciente de que rompía su promesa. Ese era el peor sábado de todos. Era una estúpida por haber hecho el peor tipo de promesa posible. Si prometías ir a la fiesta de tu amiga, iba a estar decepcionada durante todo el día, pero solo era un error que podías justificar. Mientras que, si te jurabas a ti misma que no ibas a abandonar a nadie, de que siempre ibas a ser esa pokémon que estaba a pie de cañón, quien sería un lomo para llorar cada vez que fuera necesario y te largabas a la primera que no sabías afrontar la situación…eso no era más que ser una cobarde. Mientras que comía una pieza de pan dulce tras otra para no pensar, Michelle estaba llorando y preguntándose por qué era tan débil. Y su amiga, la que siempre le prometió que iban a luchar juntas contra todo, no podía verle la cara.
Antes de ese fin de semana, donde cientos de mocosos estarían recibiendo sonrisas falsas en el festival, la desesperanza no llenaba toda la habitación. Después del choque inicial luego de haberlo echado a perder, durante unos momentos, pensó que tendría la oportunidad de pedir perdón. Que todo estaría bien cuando volviera a visitarla y la encontrarían con la sonrisa de siempre. De que hablarían, prometerían hacerse más fuertes e irían en contra del siguiente sicario con todas las ganas del mundo mundial. Era optimista, al menos para sus estándares, hasta que, unos días después de la tragedia, alguien tocó a la puerta.
Era Claudia Granat. Una de las madres de Michelle. Una gothitelle de alta estatura, elegante a más no poder, no encajaba ni con pegamento en ese barrio que más que nunca se le antojaba una prisión. A pesar de que tuvo que agacharse para pasar por la puerta de la casa, sin siquiera saludar o pedir perdón por su intromisión, su presencia no se redujo en lo más mínimo. Esa mujer acababa de atravesar Villa Celebi y entrar a un barrio que no era de su tipo sin ninguna compañía, o eso es lo que suponía ya que no podía asomarse al exterior
― ¿Qué hace aquí, señora? ―dijo Laura con la mayor educación posible.
― ¡Vengo a advertirte que no vuelvas a acercarte a mi hija! ¡No sabes de lo que soy capaz!
Laura se mordió la lengua.
― ¡Ella no me ha querido decir nada, pero lo oí todo! ¡Lo único que has hecho es aprovecharte de ella! ―la gothitelle bufó―. Soy una tonta. Desde que supe que se juntaba contigo debí haber hecho algo, lo que sea. Me ganó la buena fe y lo reconozco, ya los pokémon de acá lo tienen demasiado difícil para que desconfié de ellos... pero eso no volverá a pasar.
Laura guardó silencio.
―No vas a decir nada, ¿verdad? ¡Que fácil! ¡Dejas a mi hija en el hospital, le exprimes todo lo que puedes y te olvidas de ella! ¡Como una garrapata!
― ¿Cómo?
Claudia trataba de imponer su autoridad, pero las lágrimas en sus ojos y su respiración entrecortada arruinaban la actuación. Aun así, mantenía el hocico cerrado. Esa señora estaba insultándole en su propia casa, diciéndole que era una arrastrada. Una garrapata que subía a su cuello para chupar sangre. Si tan solo subiera que odiaba aceptar regalos. Que por más que quería algo, Michelle tenía que insistirle por minutos para que aceptara y la mayoría del tiempo lo hacía más por la brionne que por ella misma. Sonaba tan falso que no le extrañaría que la señora Granat no le creyera si se lo dijera, ella tampoco lo haría. Era lo típico que diría una trepadora. Pero no iba a decírselo. No pretendía decir nada, aguantarse hasta que la señora se desquitara, pero…
― ¿Qué pasó con Michelle…?
―Tuvo una recaída. Tan solo te fuiste y su estómago no resistió el estrés. El medico ya nos dijo que esto podía pasar, pero… se veía tan contenta hace unos segundos.
―Pero… pero… se va poner bien, ¿no?
Claudia soltó una risa entristecida.
― ¡Sí, vamos, finge que te importa! ¿¡Cómo puedes ser tan cínica!?
― ¡Michelle me importa! ―exclamó Laura sin aguantarse más ―. ¡Es mi amiga! ¡Y si yo tengo la culpa, quiero ayudar en lo que pueda…
― ¡Si quieres ayudar, no vuelvas a North Marine Star! ¡Estás bien en este lugar! ¡Es donde perteneces!
Podría gritarle o insultarla. Estaba en su derecho. Solo le decía cosas ridículas que no eran verdad y se sentía con el derecho de prohibirle caminar por su propio pueblo. Si no lo hacía, era porque parte suya creía que tenía razón. Ella no pertenecía a North Marine Star. Solo estaba ahí por mero compromiso e iba a ser olvidada cuando no tuviera otra razón para cruzar el camino. Una chica más de Villa Celebi que se asomó a una vida que no era la suya a través de una ventana, únicamente para ser testigo de una niña mimada llevando a la miseria a la pokémon más bondadosa que conoció jamás. Lo peor era que la niña mimada no estaba consciente de eso y que Laura había ayudado a que las dos se conocieran. Esa era otra razón por la que no le soltaba sus verdades. Era su culpa. Quizás lo mejor era que se escondiera en su cueva.
―Si vuelves a pisar North Marine Star, me dedicaré a expulsarte por mi cuenta.
―Yo…
Claudia alzó una ceja.
―Déjame acompañarte al camino. Es peligroso que hayas venido al barrio tú sola.
―Tampoco soy tan estúpida. Vine acompañada.
Y mientras todavía trataba de desamarrar su lengua, la señora se fue. Laura temblaba, sin saber de qué manera sentirse.
VII
Si Denisse estuviera de mejor humor, podría haber hecho una mejor actuación en ese estúpido restaurante, pero esa semana había sido horrible. Michelle estaba enferma y ninguna de sus dos madres dejaban que nadie la visite por más que haya insistido. Al mismo tiempo, no ha podido contactarse con Laura. Esa gata debía estar ocupada autocompadeciéndose o algo así. Odiaba que desde hace rato haya perdido la autoridad sobre sus subordinadas. Era su culpa por haber sido una blanda, debió haberlas tratado con una pata más dura, sin que tuvieran tiempo de lastimarse sus sentimientos.
Además de que la abandonaron en pleno clímax de su pequeño juego, la dejaron sola, y sirviendo mesas a un montón de niños con ese traje ridículo. Y pese a lo mal que los trataba, seguían viniendo. Sus vidas debían ser de los más tristes. Si no fuera suficiente, la tonta de mamá acababa de arruinar una oportunidad perfecta para desquitarse. Quizás lo peor de todo era que no podía enojarse con mamá.
―Acabo de mostrarle una de mis debilidades a una enemiga. Eso es peligroso.
― ¿Qué peligrosa puede ser esa mocosa? ―dijo Zaira con una pequeña sonrisa ―. Cuando le advertiste de que no se acercara a mamá, vi su aura. Estaba muerta de miedo. Fue estremecedor.
Las dos estaban tomando su descanso dentro de una pequeña habitación, atestada de viejas máquinas de coser y maniquís de diferentes formas. Después de que la zorra esa se haya comido su orden, se fue sin más, solo dirigiéndole otra sonrisa. Le dieron ganas de seguirle hasta Villa Celebi para darle una paliza, de esas donde no tenías que pensar en serpientes de aura o en condiciones complicadas, solo golpear hasta que estuvieras aliviada. Era una lástima que no hubiera nada que romper a su alrededor, sin que le traiga una indeseable consecuencia que estaría encantada de aceptar si estuviera de mejor ánimo.
A través de la puerta, un tanto vieja para los estándares de calidad de Villa Celebi, entró una psyduck con un vestido lleno de volantes y de adornos exagerados que hacía que caminar fuera un verdadero tormento por los muebles que necesitaba sortear. Sostenía un bastón ridículo con forma de corazón, maniobrando con él por mero entretenimiento. Al parecer, el club de costura de Candelor solo sobrevivía en estos días por ese tipo de personas. A Denisse no le extrañaba, coser debía ser lo más aburrido del mundo. Odiaba ver a su abuela con esas dos agujas gruesas, como si no hubiera otras cosas más importantes que hacer.
― ¡Hola chicas! ¿Cómo est…
―Te odio ―dijo Denisse sin siquiera mirarla ―. Y ese vestido te queda horrible.
La psyduck rio. Una risa que parecía más bien un pokémon siendo sacrificado ante un dios.
― ¡Es tu castigo por no hacer nada para el festival! ¡Es verdad lo que me dijo la señorita Valt! ¡Siempre quedan rezagadas que pueden hacer los peores trabajos!
―Al menos podrías habernos avisado ―dijo Zaira.
―Pero entonces no vendrían… la señorita Valt me dijo expresamente que debía ser sorpresa. Además, no me vas a decir que no te ves muy linda con ese traje de sirvienta ángel.
Zaira se sonrojó mientras jugueteaba con la falda del uniforme.
―Bueno, la verdad…
― ¡Zaira! ¡Concéntrate! ¡Y tú, vete, estamos en nuestro descanso!
―Ya me lo van a agradecer.
―En mi próxima vida, quizás.
Ambas se quedaron solas.
― ¿Has visto a alguien sospechoso, Zai?
―Todas las auras que he mirado son bastante normales. Hermana, no estoy segura de que el sicario vaya a venir. Y si viene, ¿Crees que pasará todos los filtros?
―Te puedes deshacer de las enfermedades y las garrapatas, pero ser menor de doce años para entrar como invitado es un poco más difícil. Pero, aun si consideramos que nuestro oponente no tiene un as que le permita rejuvenecerse, que siempre puede ser, hay otras formas de entrar al festival. Mamá entró con un permiso especial. También podría hacerse pasar por un trabajador de la secundaria. A pesar de todo, tienes razón, no tenemos la certeza de que el sicario vaya a aparecer, pero… es lo más lógico. No ha hecho ningún movimiento pese a que Lauri no está haciendo nada. Quizás este esperando a este momento.
― ¿Crees que nos encontrará?
Denisse sonrió.
―Me aseguré que todo el mundo sepa dónde estamos.
VIII
Después del descanso, Zaira se acomodó su uniforme, quitándose el polvo del depósito que se notaba de más en la tela oscura, y se puso a trabajar. Le gustaba como se le veía el disfraz de sirvienta, pese que nunca lo reconocería frente a su hermana. Ya tenía demasiado para que viniera con tonterías. Era normal que estuviera tan enfadada y ella también lo estaba. Desde hace tiempo que sabían que algo no iba bien. La última vez que vieron a Laura fue cuando les tomaron las medidas para coser los trajes, su aura era azul oscuro. Al día siguiente no fue a clases, ni toda la semana. Desde ese día perdieron el contacto. No contestaba el teléfono. Si no fuera porque le pusieron ese rastreador, que también era capaz de medir el pulso y la temperatura, llegarán a pensar que estaba muerta. Era una inconsciente. Si no fueron a ponerla en su sitio, era porque no quería arriesgarse a ser atacadas en un momento tan delicado.
Tomó un respiro. Si iba a ser de ayuda, necesitaba mantener la calma. Después de prender su tercer ojo durante varias horas, en periodos intermitentes, la cabeza comenzaba a dolerle. Desde su puesto de trabajo, veía que una buena fila esperaba su turno para entrar a la cafetería. Y lo único que tuvo que hacer la eevee era mostrar su pésimo humor frente a esa salvaje que tenía el descaro de compartir especie con su hermana. A veces las chicas de poca educación eran tan predecibles….
Tendría que sugerirle a esa pata que pusiera un límite de tiempo para cada cliente, si no, no iban a dar abasto.
―Bienvenido a casa, amo ―dijo Zaira con su mejor sonrisa.
―Gra…cias.
Zaira sintió una punzada en su cabeza, el mundo se desvaneció en un parpadeo. El nuevo cliente era un kirlia que agachaba la mirada debajo de una gorra de beisbol azulada. Una especie bastante rara para Villa Celebi, sobre todo siendo macho. Era normal que las sospechas estuvieran ahí. El problema era lo horriblemente obvio que sería que él fuera el sicario. Sentía un horrible presentimiento y unas inmensas ganas de ver su aura, pero le daba la sensación de que algo malo podría pasar. Venir con una especie tan poco común y con un comportamiento tan sospechoso era como si el sicario gritara que quería que lo vieran.
Ahí fue cuando ocurrió.
En contra de su voluntad por primera vez en su vida, sus ojos brillaron y no pudo evitar mirar esas llamas negras que salían del cuerpo del kirlia. Sintió que la habitación giraba a su alrededor, una punzada en el estómago y unas inmensas ganas de correr hacia el lavabo de la cocina. Sin contenerse, vomitó sobre los platos del fregadero. Después de ignorar las palabras llenas de odio la lavaplatos, volvió hacia el comedor y vio que la mesa estaba vacía. Corrió por el pasillo, salió de la cafetería y trató de buscar el aura del sicario, pero su tercer ojo no tenía ganas de cooperar, dándole más dolor cada vez que intentaba prenderlo, como si fuera un foco fundido.
¿Qué era lo que pretendía con venir de frente y luego huir? ¿Era una provocación? ¿O era un ataque? No, eso era estúpido. Nunca se atrevería a causar tanto alboroto fuera de Villa Celebi… ¿o sí? Además, si tenía un as que permitía un ataque sigiloso dentro del rango de North Marine Star, su mejor baza debía ser esconderse y atacar entre las sombras. Al menos que… necesitara que lo vieran. Si el sicario era capaz de atacar de manera sutil, su intento de asesinato podría venir de cualquier lado. Por ahora, no debía dejar que huyera. Podría hacerle daño a su madre y eso sería muy malo. Sería lo peor que podría pasar, incluso más que su propia muerte.
Corrió escaleras abajo o mientras el miedo le invadía. Su plan era avisar al puesto de policía de la planta baja, diciéndoles que por nada del mundo dejarán salir a ningún kirlia de gorro azul. Seguro podía inventarse algo que haga que cierren la secundaria y evitar que el sicario escapara. Con lo que no contaba era que, durante ese preciso instante, un joven que no importaba dejo caer unas gotas de su bebida sin querer, sobre uno de los escalones por los que bajaba. Su pata pisó el pequeño charco y tropezó.
Casi podría decir sentir que estaba volando.
Entonces… dolor.
A cada escalón, se llevaba un golpe en una parte diferente de su pequeño cuerpo., sin que fuera capaz de detener la caída hacia el abismo. Antes de darse el impacto final contra el suelo del segundo piso, por mero instinto de supervivencia, chasqueó los dedos y por mera suerte, ya que podría haberse causado más daño deteniendo cualquier extremidad, paralizó las grandes alas de su espalda, dejándola suspendida unos centímetros sobre los escalones. Durante esos cuatro segundos, se sacudió, en un intento desesperado de tratar de manejar su caída, y al deshacerse la habilidad, una última nube de dolor se comió lo que le quedaba de consciencia.
…
Sospechaba que pasaba algo raro cuando vio a Zaira correr a toda prisa del salón y fue detrás de ella, pero nunca pensó que vería a su hermana caerse por las escaleras de esa forma. Sin importarle las miradas, corrió todo lo rápido que pudo hasta estar a su lado. Un montón de moretones ya estaban apareciendo en su cuerpo y apretaba los dientes para aguantar el dolor. Debía ser un acto reflejo ya que estaba a unos centímetros de la inconsciencia. Aunque sabía que la psíquica estuvo flotando unos milímetros en el aire frente a todo el mundo, eso no era lo que le asustaba. Lo que le inquietaba era el ángulo en el que se había quedado, durante esos sobrenaturales segundos, con su cuello a unos centímetros de tocar el borde del escalón.
Si Zai no hubiera usado su as y cayera con uno o dos centímetros de diferencia, estaría muerta por romperse el cuello. Por más que trataba de calcular múltiples maneras de que eso pasara, lo único que podría garantizar una muerte segura era el ángulo exacto en el que su hermana cayó, con la nuca apuntando hacia el borde de un escalón que era más afilado de lo normal. Una muerte estúpida con un uniforme estúpido. Sintió que un escalofrío nadaba en todo su cuerpo. Ese miedo que te daba al pensar en lo que pudo haber pasado.
― ¡Atrás todos! ―exclamó una audino entrando a toda velocidad, siendo acompañada de dos alumnas que miraban preocupados la escena.
― ¡El festival queda cancelado! ―gritó un guardia―. ¡Todos los niños de Villa Celebi, acompáñenme a la puerta por favor!
― ¿¡Oh Arceus, que pasó aquí!? ―exclamó Ericka con las gafas desacomodadas.
― ¡Esta chica se cayó por las escaleras! ¡Necesito llamar una ambulancia!
― ¡Ya escuchaste! ¡Llama una ambulancia! ―dijo la tejona a un policía quien asintió ante tal vehemencia ―. Voy a llamar a sus padres.
Denisse pensaba en miles de cosas, en medio del todo caos. Su mente era una sopa confusa entre emociones y cavilaciones. Tomó una gran bocanada de aire para tratar de calmarse. A todas luces era un accidente, pero Zaira debía tener algún motivo para correr con tanta prisa. Creía saber cuál era esa razón. Había visto al sicario y quizás fuera posible que el propio sicario quisiera matarla, tratando de huir o buscar otro ángulo donde el ataque fuera más eficaz. Sea responsable de manera directa o indirecta de que Zai hubiese estado a centímetros de la muerte, lo único que sabía era que ese sicario iba a desear que nunca lo encontraría.
Eso era lo único que le gustaría pensar, pero otra cosa trataba de encajarse dentro de su cerebro, como un miembro más de la familia que trataba de meterse en el asiento de un bonito carruaje monoplaza. North Marine Star dejaba de ser seguro. Trató de sonreír, fingiendo que le emocionaba el desafío, pero solo podía sentir alivio de que mamá no estuviera cerca para ver la escena. Por alguna razón, sentía cierta frustración por sentirse de esa manera.
Ω
Con un conflicto dentro de su mente, León Larregui miraba la escena mientras se ajustaba esa gorra azulada. El as de Sui Generis era tan impresionante que una estupidez podía convencer a todos de que era un niño. Se preguntaba si debía terminar el trabajo o no. Tenía otro objeto, cortesía de Sui, que podía usar para acabar con la zorra en un santiamén. Con todas las miradas puestas en la hermana de la accidentada, sabía que era imposible hacerlo sin llamar demasiado la atención. Era una lástima que no pudiera acabar con Zaira, a pesar de que usó ese pequeño truco de aura para asegurarse de que los sentimientos negativos fueran en aumento, lo que los mortales llamarían una mofa.
Con un ademán, cruzó su brazo sobre su pecho, asegurándose de que Denisse no pudiera verlo desde donde se encontraba. Apareció una especie de bulbo carnoso que palpitaba como un corazón tranquilo, al ritmo de unos pasos sigilosos. Denisse estaba tan ofuscada que no alcanzó la desesperación y si la mente no se encontraba únicamente enfocada en los malos pensamientos, Sonidos de Karmatica Resonancia no funcionaría.
Era una habilidad que aprovechaba los pensamientos negativos de un ser consciente para lanzarlos en su contra, siempre y cuando el usuario estuviera dentro de un rango cercano a él. La representación física de SKR era invisible ante todos, salvo a los que eran usuarios de ases. Un ataque que parecía casualidad. La mayoría de los pokémon no sabían que cualquier cosa que pasase a través de su mente quedaba impregnada en el mundo, como si fuera una huella de lodo en un escalón. SKR aprovechaba esas marcas para influir en el plano físico, convirtiéndolas en peligrosas corrientes de viento que arrastraban a la persona obstinada. Era un verdadero karma, sin que ningún juicio subjetivo tenga que intervenir. Quizás fuera un fracaso que Zaira no haya muerto, pero había incapacitado a la joven con el as más inconveniente y no iba a pararse en un buen rato. Michelle estaba en el hospital y Laura llevaba toda la semana encerrada en casa.
El sexto sicario sonrió. Aquello iba a ser más fácil de lo que pensaba.
El plan estaba saliendo a la perfección.
MostrarEsconder Y reinicié mi corazón, pa' si podía volverme a querer
La verdad es que no me sentía cómodo dejando el capítulo nomás y largándome, pero tampoco dejar tanto tiempo la historia sin actualizar así que voy a dejar una nota que no sé si alguien querrá leerla. Este fic no ha parado de complejizarse, por lo tanto, cada vez me cuesta más tiempo sacar un nuevo capítulo. Aun así, tengo la esperanza de que pueda aumentar mi ritmo de publicación. Un capitulo mensual todavía me parece bastante lento, pero supongo que es lo máximo a lo que puedo aspirar si quiero traerles un mínimo de calidad. Estoy pensando en muchas ideas para que este enfrentamiento no se sienta repetitivo y manejando las cosas para cerrar esta segunda parte.
Haré lo mejor que pueda.
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Kyrî
Black Balls in Space
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24 Dec 2022 02:58 PM Palabras -
(Última modificación: 24 Dec 2022 03:00 PM por Kyrî.)
Feliz Navidad Doc.
Lo peor de que te pasen cosas malas es que empiezas a pensar todo una y otra vez. Una y otra vez. Incluso cuando las cosas van bien, cuando la relación parece ir a buen ritmo, sin apresurar nada, algo tan simple como una invitación más íntima en navidad te hace perder la cabeza, preguntarte qué significa y qué deberías hacer. Te acostumbras tanto a la lluvia que abres el paraguas ante la menor provocación.
¿Qué relación tiene eso con tu fanfic? La incertidumbre, seguramente. Pasa algo bueno, pasa algo malo y una parte de ti, o bueno, una parte de mí porque yo lo estoy leyendo, siente esa opresión en el pecho de no saber qué va a pasar. Posiblemente porque aún no te descifro como autor. Por un lado, eres igual de shonentard que Nemu y Tom así que sé que te gusta escribir putazos y peleas que queden cool. Pero también eres un idiota pedante como Meri y como yo y se nota esa necesidad impulsiva de darle más profundidad a las cosas. Y eso sin considerar que eres un cínico de mierda. El problema es que no sé exactamente qué lado está ganando acá.
Cuando digo que sos un cínico de mierda no es un insulto gratuito. Creo que cuando hablas de ver a Messi humillado y con los sueños aplastados lo haces en personaje para generar chicha en el servidor y mantener las cosas entretenidas. Pero al mismo tiempo... no recuerdo una sola historia tuya que haya tenido una conclusión positiva. No solo esos fics super crueles de antes sino que tu última historia autoconclusiva que leí, ese fanfic de tres capítulos para Meri, acaba con la misma nota pesimista. No sé si encuentras placer en los finales tristes, si es una forma de ser subversivo porque True Art Is Angsty o simplemente (a la que más me inclino) es que crees que esos finales eran los más apropiados para esas historias. Y digo todo esto porque, si te alejas del cuadro puedes ver que... todos son cada vez más miserables. Ahora Bea se está metiendo drogas, Michi está medio muerta. Laura en depresión fuerte, Reina en una historia de Cenicienta sin final feliz, la familia de Lady es una ruina, Excalibur es un cabrón, los sicarios son uno más enfermizo que el otro, Keira es una alegoría del servilismo parasitario de la clase baja, y cada vez que das un poco de caracterización a un personaje nuevo, sea Eli, la ardilla o la maestra Evo de Patrat es para acentuar lo miserable que es este mundo. Lo peor es que ni siquiera puedo llamarlo Torture Porn como en el que Gold cae a veces cuando se le pasa la mano con una backstory trágica. Acá el asunto es que es realista. Es el lado crudo de la realidad, lo que verías en periódicos todos los días, la gente que conoces y los rumores que escuchas. Es duro de leer, sinceramente. Demasiado oscuro. Demasiado pesimista. Demasiado enfocado en la parte horrible del mundo, los ojos fijos en la miseria como si eso fuera el todo.
I mean, me interesan las historias de estos personajes. Aún si sé que, conociéndote, lo más probable es que termine en una conclusión igual de cínica. En particular son los personajes periféricos los que más me interesan últimamente. Es difícil sentir algo que no sea rabia por las protagonistas. En este punto no sé si haces a Denisse tan caricaturizada a posta para que sea odiosa o porque te has escrito a ti mismo hasta una esquina y no puedes hacerla de otra forma. Zaira es poco más que una marioneta y poco menos que una hipócrita, Laura es ridículamente pasiva aún para lo que era su personaje y con Michelle sí le andas dando duro al Torture Porn. Hay algo inherentemente malo en el hecho de que me presentas al nuevo sicario como un hijo de puta y una bolsa de poderes que solo existe para que lo derroten en otra pelea sacada de Jojos y aún así quiera que gane y mate a una de las dos chicas para creer que al menos hay algo de justicia retorcida en este mundo. Una oportunidad de que las cosas cambien en lugar de este continuo descenso hacia la miseria.
Quiero creer que estás haciendo algo con la trama. Que todas estas conexiones aquí y acá significan algo y que no se van a quedar en pretenciosa y oscura metáfora de una sociedad decadente. Que estás moviendo la trama hacia algún lugar más allá de Jojobatallas contra el enemigo de la semana.
Plis muéstranos lo que puedes hacer.
The Grand Jacketer
Nemuresu
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06 Feb 2023 02:41 AM Palabras -
Karma.
Eso es lo que siento luego de todo lo que pasó. Había sugerido antes que la forma de actuar de Denisse estaba afectando de mala forma al grupo, y viendo lo que dijo Leon, así como lo que siguió con Laura y Michelle, siento que al menos buena parte del grupo acaba de comerse una dosis de karma.
La forma en que las chicas manejaban la situación, sin comunicarse bien entre ellas y disrumpiendo las conexiones que tienen con otras personas, como acaba de pasar con Michelle, eso les está cayendo mal. Pensaba que el problema solo sería con Denisse, pero ya veo que otras guardan sus propios esqueletos, y no han sabido cómo lidiar al respecto.
Para cuando tengan a Leon de frente, estoy apostando a que estarán más fragmentadas que nada.
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