08 Nov 2022
08:01 PM
Palabras -
08:01 PM
Palabras -
Silencio, paz y quietud. Era todo lo que quería en ese momento, nada más ni nada menos.
— Abre los ojos —
Me sentía cómodo y a salvo, atrapado en esa pequeña habitación de paredes blancas, aunque en mi mente todo era negro. Un negro envolvente que me libraba de todo lo exterior.
— ¡Abre los ojos! —
No quería perder esa paz y tranquilidad, pero sabía que pronto lo arruinarían y me harían salir.
Todo se trataba de un gran malentendido. Era imposible que yo estuviera siendo tratado de la misma forma que las escorias humanas que subsistían en el planeta a base del sufrimiento ajeno.
No soy un criminal.
Todo esto no era más que un error.
— ¡Sal! — ordenó un guardia ingresando a la habitación e irrumpiendo mis pensamientos.
— Soy inocente — pensé mientras me llevaban a la sala de interrogatorios, motivado a corregir todo lo que estaba pasando.
Por los pasillos de la Penitenciaría General de la Policía Internacional sentía las miradas de los guardias y prisioneros que se encontraban por ahí, juzgándome y burlándose de mí al llevar puesta la misma ropa blanca que llevaban ellos, junto a unas esposas alrededor de mis manos.
— Mátalos —
Agité mi cabeza un poco al sentir un escalofrío recorrer mi espalda. Aunque me estaban encasillando con toda esa basura que me rodeaba y que tiraban aquí para que se pudriera, yo no era como ellos.
Yo era mejor que ellos, no tenía por qué estar en un lugar rodeado por asesinos, terroristas y genocidas, simple escoria humana.
Y aun así era visto como una, desde que desperté en aquel barco y fui trasladado a la habitación blanca, para todas las personas aquí presentes no era más que un criminal.
Estando ya frente a la habitación, ingresé y me encontré con la Agente Anabel. La cara más reconocible de la P.I., y con quién había interactuado en el pasado compartiendo tecnología y recursos en pos de beneficiar una causa que teníamos en común, proteger y servir al mundo, a las personas y a los pokémon.
Me miraba con una expresión seria, ya no habiendo familiaridad alguna como en el pasado, sólo desprecio y decepción.
— Señor Lysandre — comenzó a hablar — Espero que esté disfrutando de su estadía aquí.
Una broma sin gracia sobre mi situación. Un error, un gran malentendido.
— Búrlese todo lo que quiera — mientras el guardia me empujaba dentro de la sala, dejándome a solas con la agente — Sacaré la verdad a la luz, y estaré esperando como mínimo una disculpa por parte de la Policía Internacional por este error.
Me senté, apoyando mis nudillos sobre la fría mesa de metal que me separaba de la agente, viendo como la mujer mantenía el semblante serio.
— Lamento mucho que eso no se pueda cumplir — sacando una carpeta llena de papeles — Porque toda la evidencia ha revelado que usted, Lysandre Crown, es culpable de atentar contra Kalos y sus habitantes.
Me tuve que tragar el coraje ante tal acusación. Presione mis nudillos con fuerza, haciéndolos crujir.
— Esa descripción de los hechos es muy ambigua — cite con calma, debía mantener la compostura.
¿Qué clase de acusación banal era esa?
— Veo que su memoria no está funcionando bien — con tono de burla, sacando un celular de su bolsillo — Primero que todo, haber ingresado ilícitamente a la Central de Energía de Kalos, causar una sobrecarga en el generador y dejar sin electricidad a toda la región, sin mencionar las vidas que se perdieron durante el derrumbe del lugar — haciendo una pausa — ¿No se acuerda de eso? — deslizando el dispositivo hacia mí — tenemos registro de las cámaras de seguridad de la parte externa de la ruta 13.
Un vídeo se estaba reproduciendo, y me mostraba ingresando a la central junto a otros trabajadores, entre ellos a Xerosic y Malva.
Un momento.
— ¿Dónde están? — pregunté preocupado — ¿Qué pasó con ellos?
¿Cómo pude haberme olvidado de ellos?, ¿En qué estaba pensando?
— ¿Qué hacía en la central exactamente? — preguntó la agente, ignorando mis preguntas.
Agaché la cabeza mientras presionaba más mis puños.
— ¡Mátala! —
Me retorcí, sentí ese escalofrío otra vez.
— Se qué el profesor Sycamore y el campeón Calem también estaban involucrados de cierta forma — levantándose para ir por el celular — Se de su relación cercana con todos ellos, si quiere saber si se encuentran bien o no, será mejor que hable.
— ¡Mátala! —
Mi respiración se estaba descontrolando, sentía un cosquilleo en los brazos, pero debía calmarme, debía meditar las cosas y tener compostura.
Debía colaborar para saber sobre el bienestar de mis seres queridos.
Tomé una gran bocanada de aire.
— No tuve malas intenciones, eso quiero decir antes que nada — me recosté sobre la silla — Sí amar a mi región, y querer preservar su belleza fuera un delito, me declaró culpable de inmediato.
La agente no respondió, queriendo que contará mi versión concreta de los hechos.
— Todo lo que he estado haciendo, lo hacía por Kalos, por sus paisajes, sus tradiciones, su arte, sus pokémon, todo — di un suspiró — pero, con cada paso que damos hacía el futuro, nos acercamos más a un escenario donde todo empeora.
Fue una revelación decepcionante, que sin importar cuánto tiempo le había dedicado a mejorar mi región a partir de nuevas tecnologías y energías respetuosas con el medioambiente, de promover un estilo de vida mejor para toda la gente de Kalos, para que vivieran en armonía con los pokémon, todo ese tiempo invertido en retrospectiva no significó nada.
Todo acabaría en ruina y destrucción, muerte y desesperación.
Sin importar cuánto me esfuerce, el mundo cambiaba, y no había nada que un simple humano pudiese hacer para detener el cambio.
Ni el hombre más grande puede competir contra el tiempo, y la muerte.
— Si fuera por mí, la belleza de mi región se mantendría inmaculada a como dé lugar — cerré los ojos un momento — No se convertiría en un agujero de caos y degradación como Kanto, Unova o Galar. Por eso tuve que recurrir a métodos extremos para conseguir dicho objetivo, una región de belleza eterna.
— El Arma Definitiva — comentó Anabel — por eso requería del Profesor Sycamore, para que fuera su intermediario entre usted y el campeón. Necesitaba de su ayuda para poder atrapar a Xerneas, ¿me equivoco?
Ella ya lo sabía todo, no me sorprendía viniendo de la mejor agente de la P.I. Sólo quería escuchar la confesión de mi propia boca, quería esa satisfacción.
— No, todo es cierto — apreté los nudillos — Pero, no iba a cometer los mismos errores del Rey de Kalos, por eso Xero y yo hicimos unas modificaciones, para no tener que recurrir a las vidas inocentes de humanos y pokémon.
Sabía la historia detrás de ese aparato, y todo lo que mi ancestro había hecho con él.
— No cometió los mismos errores, sino nuevos — recostándose sobre la pared — Aun así le quitó la vida a varias personas inocentes que sólo seguían sus ideales de prosperidad.
Un nudo se había generado en mi garganta por sus palabras, junto a un fuerte dolor en el pecho.
¿En qué había fallado?
Todos los cálculos estaban en orden, todo estaba en posición. Una parte de la energía vital de Xerneas, estabilizada por la corriente de la central, iba a generar una onda que iba a irradiar toda Kalos con el poder de la vida y la creación.
¿Qué fue lo que había pasado?, no podía recordarlo.
Lo último que recordaba era que la máquina estaba en funcionamiento, cuando de repente, ¿Qué sucedió después?
La agente se aproximó a su carpeta para sacar unas cuantas fotografías y ponerlas frente a mí.
Otro escalofrío recorrió mi espalda.
— ¡Muerte! —
— ¡¡NO!! — grité mientras me levantaba, cayendo al suelo.
No podía ser, era imposible. Tenía que ser un error, no podía estar pasando esto.
— Xerosic Goldfarb y Malva Crown, sus cuerpos fueron encontrados entre los escombros de la central — poniendo más fotografías sobre la mesa — Al igual que varios de tus trabajadores, quien diría que usted es el monstruo en esta trágica historia.
No paraba de temblar, mis manos, mis brazos, lágrimas comenzaron a salir de mis ojos. No podía quitarme esas imágenes de mi mente.
Toda esa sangre derramada, todos esos huesos fracturados y piel podrida que estaban siendo cubiertas por sus ropas.
— ¡Los mataste! —
— La Dra. Moonstar, forense de la P.I., ha confirmado que sus muertes sucedieron a la par con el derrumbe ocurrido 3 meses atrás — guardando las fotografías en su carpeta.
— ¡Los mataste! —
— No puede ser — trate de levantarme — ¡No puede ser, no puede ser verdad! — yendo hacía la agente para pedir una explicación más clara — ¡¡AHH!!
Sentí una gran presión por todo mi cuerpo que me separó bruscamente de Anabel, haciéndome chocar con la pared.
Un Mismagius se manifestó en la sombra de la agente, haciendo uso de su psíquica contra mí.
— La verdad duele, Señor Lysandre — mirándome fijamente con su cara seria — En especial cuando nosotros somos los culpables de las desgracias que nos rodean — con cierta nostalgia en su voz.
El pokémon fantasma estaba generando más presión contra mi cuerpo, haciendo que comenzara a perder el conocimiento, cerrando poco a poco los ojos.
— Pero no se preocupe, tendrá de compañero a alguien muy parecido a usted — chasqueando los dedos.
De un momento a otro, todo se tornó oscuro.
Mi cuerpo ya no se sentía pesado, sino ligero, como si estuviera flotando en el vacío.
Silencio, paz y quietud. Esa comodidad la había vuelto a recuperar, otra vez me encontraba lejos de mis preocupaciones y mis miedos del mundo exterior.
Nada me podía arrebatar esto, no podían, ya que no tenía la fuerza suficiente para afrontar lo que había sucedido por mi culpa, mi gran culpa.
— Abre los ojos —
Ese escalofrío, lo volví a sentir, sólo que también escuché una voz, una profunda y fuerte voz detrás de mí.
— ¿Quién eres? — pregunté sin poder mover mi cuerpo, al estar en suspensión en el oscuro vacío.
De pronto, toda la oscuridad se esfumó de golpe. Todo mi alrededor se volvió el lugar de mis lamentos y miedos.
Mi mayor fracaso, La Central de Energía de Kalos.
— No, no puede ser — temblé al ver todo el lugar destruido, en ruinas.
Varios cuerpos tirados, escombros y sangre por todos lados, desesperación y caos.
Quería escapar, pero no encontraba la salida, no estaba por ninguna parte.
— Asesino —
— Mentiroso —
Comencé a escuchar murmullos por los alrededores, todos dirigidos a mí repitiendo una y otra vez sin descanso las mismas palabras.
Por más que intentará silenciarlos, no podía, no se detenían.
— Asesino —
— Mentiroso —
— ¡Monstruo! —
Fue entonces qué a la distancia divisé algo, no, a alguien.
Por instinto fui corriendo hacía allá, logrando que los murmullos cesaran.
— Malva — me agaché mientras mencionaba su nombre, tocando gentilmente su cabello.
No cabía duda, era ella, aún si no podía ver su rostro, sabía que se trataba de ella.
Tan frágil, tan fría, tan muerta. No pude contener mis lágrimas.
Yo era el causante de toda esta destrucción y pérdida. La escoria humana que le quitó la vida.
El monstruo de la historia.
— Lo siento — mientras sentía un fuerte dolor en el pecho — Lo siento mucho.
Mis manos estaban manchadas con la sangre de los inocentes, de gente que confiaba en mí y de mi idea de crear un Kalos mejor para todos, humanos y pokémon por igual, un mundo de belleza eterna. No obstante, no había forma en que mis pecados pudieran ser perdonados.
De repente, sentí una brisa helada golpear mi espalda, casi como un empujón.
Algo estaba detrás de mí.
— Abre los ojos —
Volví a escuchar esa voz grave, y otra vez era incapaz de mirar, mi cuerpo no podía reaccionar, no se podía mover.
— ¡Abre los ojos! —
Un fuerte temblor azotó el suelo, pero aun así no me podía mover.
Mantenía la cabeza agachada contemplando el cadáver de mi amada en el suelo, sin embargo, sentí un fuerte agarré en mi pierna. Un tacto frío, bastante helado.
— Monstruo —
La voz ahora provenía del cuerpo de Malva.
Su cabeza comenzó a retorcerse levemente, crujiendo un poco su cuello para girar y mostrarme su rostro.
— ¡Monstruo! —
— ¡AHHH! — grité, levantándome de golpe.
Mis manos no dejaban de temblar, mi cabeza me dolía mucho y mi corazón estaba muy acelerado.
¿Qué había sido todo eso?
¿Un sueño?, pero se sintió bastante real. La sensación gélida de la piel de Malva, aún podía sentirla. Su olor a podrido y su rostro carcomido por el paso del tiempo.
— Veo que por fin despertaste — dijo una voz al lado mío.
No me había percatado que estaba en otra habitación, una celda de prisión en la que estaba otro recluso, con una gran puerta de acero blindada al fondo.
— Tienes el sueño pesado, compañero — mientras me sonreía — Dormiste por un día entero.
No me costó nada reconocer al individuo, siendo el mayor villano que había conocido el mundo pokémon, al haber realizado experimentos bastante amorales con humanos y pokémon, sin alguna muestra de arrepentimiento en su rostro.
— Giovanni — dije mientras intentaba levantarme del catre, teniendo las piernas un poco dormidas.
— Qué honor que el gran Lysandre Crown sepa de mí — manteniendo una sonrisa siniestra en su rostro — La Agente Anabel me dijo que nos íbamos a llevar bien.
“…tendrá de compañero a alguien muy parecido a usted.”
— Veo que al fin se cansó de toda esa fachada de ser un filántropo y toda la cosa — con una carcajada profunda — He leído mucho sobre usted, y la verdad es que nadie puede ser tan bueno, sabía que tarde o temprano sacaría a relucir sus verdaderos colores.
Decidí ignorarlo, aunque a fin de cuentas iba a ser inútil.
Estaba atrapado aquí, era mi castigo por los crímenes que cometí, de las personas que maté, todo ese peso que tenía que cargar y del cual no me iba a librar.
Era basura, y tenía que estar con la basura.
— Pero cuénteme — sentándose al lado mío, con una actitud bastante amigable — ¿Qué fue lo que hizo realmente?, la agente no me contó los detalles.
Di un largo respiro, en verdad que ignorarlo iba a ser inútil.
— Mátalo —
Ese escalofrío otra vez, solo que esta vez vino acompañado por un pequeño cosquilleo en mis brazos, similar a una picazón leve que se detuvo al rascar un poco sobre las mangas largas de mi ropa de prisionero.
— Varios por aquí comentan que intentó destruir a toda la humanidad con un poderoso rayo destructor — jugando con sus manos — otros que hizo una masacre tan grande como la que ocurrió en Ciudad Eterna hace un par de años.
— Muerte —
— Sólo quería hacer lo mejor por mi región —dije con sinceridad y culpa al mismo tiempo, tratando de ignorar esa última sensación.
— No te preocupes por decir eso, compañero, yo también — colocando su mano en mi hombro — también Maxie, Archie e incluso Ghetsis, todos somos el villano en una historia mal contada, ¿no te parece?, tú y yo no somos tan diferentes.
— ¡Mátalo! —
No podía tomar en serio todo lo que estaba diciendo, ya que no me estaba diciendo la verdad. Ninguno de ellos hizo lo que hizo para beneficiar a su región, sino más bien para crear un mundo mejor para ellos mismos, a su propio capricho.
Eran el tipo de personas que más odiaba, el ejemplo perfecto de seres con una conciencia contaminada y cuyos acciones traían ruina y destrucción al mundo, y que en el fondo me motivaron a tomar medidas drásticas.
Era diferente a ellos, ¿Verdad?
Yo en el fondo y de todo corazón quería hacer de mi región un lugar mejor para humanos y pokémon por igual, un mundo repleto de vida que iba a dejar atrás el miedo a la muerte y al paso del tiempo.
Era diferente a ellos en la motivación, pero en las acciones era tal cual un villano. No era mejor que ellos.
— Monstruo —
— Todos jugamos a ser Dioses — agachando la cabeza — simples mortales intentando controlar un poder divino que iba más allá de nuestra comprensión.
— Es natural que las personas excepcionales como tú y yo, a la larga comprendamos que estamos destinados a controlar el mundo — apretando su puño — a tenerlo en nuestras manos, y hacer con él nuestra voluntad, como los Dioses que somos — volvió a sonreír — mientras que los que temen a nuestro poder, nos llaman monstruos.
Todo lo que decía estaba mal, cada palabra y cada pensamiento.
Viniendo del hombre que usó a su esposa e hijo en sus experimentos, fusionando sus cuerpos con distintos pokémon una y otra vez hasta volverlos masas de carne no pensantes, que sólo respondían a estímulos básicos, no me sorprendía.
Todo este lugar estaba lleno de personas cómo él, viéndose en la posición de hacer lo que se les dé la gana sin preocuparse por los demás.
— Mátalo —
¿Me preocupé por los demás?
No lo había hecho, por más que quisiera pensar lo contrario, en el fondo no lo había hecho.
— ¿Estás bien? — preguntó Giovanni.
No me había percatado de que mis manos estaban temblando y que estaba sudando frío.
Un fuerte golpe nos hizo mirar a la puerta de acero, la cual se abrió pesadamente e ingresaron dos guardias dentro de la celda.
No estaban armados, pero sí equipados con trajes protectores.
— Lysandre Crown, la Agente Anabel quiere hablar contigo — dijo uno de ellos acercándose bruscamente para tomarme del brazo y sacarme de la celda.
— Qué lástima, espero que no te cambien de celda — dijo Giovanni viendo cómo me llevaban — En verdad me agradas como compañero, deberíamos seguir en contacto, tal vez hacer algún equipo.
Estaba confundido, no sabía que quería Anabel conmigo ahora. Ya había probado que era culpable de atentar contra Kalos y sus habitantes.
— Mátalos —
Los dos guardias me arrastraron por los pasillos de la prisión hasta la sala de interrogatorios otra vez. Sin embargo, al ingresar no sólo estaba la agente, sino otra persona, una que yo conocía bastante bien.
— Augus —
Fui corriendo a abrazarlo, ignorando a Anabel que se encontraba parada al otro lado de Augustine.
Lo abrace con fuerza, teniendo miedo de que no fuera real o de que todo fuese una cruel ilusión.
Estaba vivo, su cuerpo emanaba calor y podía sentir su pulso. Externamente lo estaba, pero al alejarme para contemplar su rostro, estaba decaído, se veía desnutrido, sus ojos se encontraban vacíos y tenía los labios secos.
— ¿Qué le pasó? — pregunté preocupado.
— Él y un pequeño grupo de personas lograron salir de la central con la ayuda de Calem — comentó Anabel — justo antes de que colapsará todo el lugar.
Se encontraba inclinado en la silla con la mirada baja, parecía que no sabía dónde estaba, ni se había dado cuenta de mi presencia.
— Los que sobrevivieron fueron llevados al Hospital de Kalos — apoyándose en la pared — algunos están bien, sus mentes bloquearon lo que sea que pasó allí, como Calem — colocó su mano sobre el hombro de Augus — mientras que otros no pudieron, el shock se apoderó de sus mentes.
Algo había sucedido en la central, algo que no podía recordar, pero que Augus presenció y terminó estando muerto por dentro.
¿Cuántos más tienen que resultar heridos por mi culpa?
— Augus — me agache, tomando su mano — ¿Por qué lo trajeron aquí?
— El Hospital de Kalos nos informó que había murmuró tu nombre un par de veces hace un par de días — comenzó a caminar por la sala — Justo cuando te encontramos en medio del desierto de la ruta 13.
¿Me habían encontrado ahí?
Lo último que recordaba era que el Arma Definitiva estaba funcionando, y lo siguiente que estaba en un barco rumbó a la Penitenciaría General de la P.I.
Había un lapso de 3 meses que desconocía, en el cual había estado desaparecido, pero no me había pasado nada malo.
— Pensamos que si está en contacto contigo, tal vez pueda volver a reaccionar algo de su conciencia —
— Lysandre — murmuró Augus.
— ¡Augus! — reaccioné.
Su respiración era lenta, pero nada grave, meneó su cabeza un poco para levantarla y poder mirarme.
— Augus, estoy aquí — apretando un poco más su mano para que me sintiera.
Me quedó mirando, sin que en sus ojos estuviera alguna chispa de vida.
— Lysandre — volvió a decir.
Quería preguntarle bastantes cosas, pero en su condición no podía hacerlo, sólo empeoraría su situación. Era el único ser querido que me quedaba, no podía perderlo a él también.
— Lysandre —
Quería decirme algo, pero le costaba, las palabras no salían con facilidad de su boca.
— ¿Qué sucede Augus? — pregunté con calma.
— Lysandre… —
Volví a sentir el cosquilleo en mis brazos, sólo que ahora se sentían como picaduras más fuertes, como si algo quisiera salir de mi piel.
— Lysandre, la… —
Me aleje un poco de Augus para rascarme, pero no se detenía, cada vez dolía más, como un gran ardor insoportable en mi piel que no se detenía.
— Lysandre —
— Lysandre, ¿qué ocurre? — preguntó Anabel, extrañada por mi situación.
No lo soportaba más, me dolía, dolía mucho. Por desesperación me arranqué la manga de mi ropa, pero lo que encontré me dejó bastante impactado.
Plumas negras.
Plumas negras y rojas estaban saliendo de mis brazos, bastante afiladas que causaban que mis brazos no dejarán de sangrar, manchando el piso de la sala.
— Lysandre, la — murmuró Augus, levantando un poco la cabeza.
Estaba asombrado, mi cuerpo no podía moverse, la Agente Anabel estaba en las mismas, sacando a su Mismagius y a su Meowstic hembra por precaución, a la espera de algún movimiento mío.
La sala estaba en silencio, con mi respiración comenzando a descontrolarse y a sudar frío. Mi sangre seguía goteando por el piso.
— La muerte…— comenzó a decir Augus, haciendo que lo mirará — está en ti.
— ¡AAAAAHHHHHHHHH!!!! — grité, sintiendo un fuerte dolor en la cabeza.
Los pokémon de Anabel intentaron usar psíquica, pero no les resultó, ya no me afectaba.
— La muerte — murmuró Augus.
Anabel se precipitó y me tomó del cuello, colocando su otra mano sobre su cabeza.
— ¡AAAAAHHHHHHHHH!!!! —
Sentía una presión diferente, otro tipo de energía salía de ella, trataba de noquearme otra vez.
— Está en ti —
Dejé de escuchar a Augus, mi alrededor se estaba volviendo oscuro nuevamente, todo estaba desapareciendo, los objetos, las personas y el dolor.
Sólo quedó oscuridad.
Otro cambio de escenario, otra vez la Central de Energía, sólo que esta vez era diferente. No estaba destruida, estaba intacta.
— ¿Qué es esto? — miré mis brazos, sin la presencia de las plumas — ¿Qué está pasando?
Comencé a caminar por el lugar, todo estaba igual que aquel día, sólo que sin la presencia de algún humano o pokémon.
Presencie el antes y el después, pero lo que necesitaba saber era qué había pasado durante.
— Estoy alucinando — tocando mí cabeza, no podía distinguir la realidad de la ficción.
— La muerte —
Un susurró se escuchó detrás mío. Ahora tenía más control, ahora podía mover mi cuerpo.
Al voltearme me encontré con una silueta negra parada detrás de mí. Su forma era la de un humano, sólo que sin un rostro definido, era sólo oscuridad.
— ¿Quién eres? — pregunté.
La entidad comenzó a moverse, pasando a un lado mío, ignorándome y acercándose al lugar donde la divinidad representante de la vida iba a ser colocada para la extracción de energía.
Me acerqué a él quedando parado detrás suyo.
— ¿Quién eres? — volví a preguntar, ahora con un tono más grave.
— Ahora soy una parte de ti, lo quieras o no — dijo desapareciendo — Me alimentó de tu odio, me alimento de tu rabia y alimento de tu deseo — apareciendo al lado mío.
Me exalte por su repentino cambio de lugar.
— ¿De qué estás hablando? —
— Quisiste controlar la vida, pero atrajiste a la muerte — volviendo a desaparecer y aparecer frente a mí — Y ahora la muerte, es parte de ti.
Le salieron un par de ojos, unos profundos ojos azules que resaltaban de su negra figura.
— Ahora somos un sólo ser — acercándose a mí — Eres mí puño de destrucción, eres mí puño de muerte.
Todo se volvió a oscurecer, siendo lo único que podía distinguir eran los ojos azules que no dejaban de mirarme.
— Tienes mucho odio y caos dentro de ti, confusión — acercándose más hasta desaparecer — Úsalo, acepta el caos, acepta el odio.
— ¡AAAAAHHHHHHHHH!!!! —
Un pestañeo volví a la realidad, o eso creía.
Estaba en la sala de interrogatorios, no estaban ni Anabel ni Augus, estaba completamente solo.
Mis brazos estaban cubiertos por plumas negras y rojas, ahora tenía garras negras saliendo de mis dedos, pero ya no había dolor, ahora eran parte de mí.
Acepta el odio.
Un grupo de cuatro guardias armados y dos Growlithe aparecieron, apuntándome con sus armas listos para atacar.
Mi cuerpo estaba tensó, quería escapar, no quería estar ahí. No obstante, no tenía el control de mi cuerpo en ese momento.
— ¡Mátalos! —
— ¡Lanzallamas! —
De inmediato me lancé a atacar, esquivando el ataque de fuego, enterré mis garras en los pechos de dos guardias, atravesándolos para hacerlos a un lado.
— ¡¡Alto!! — grité.
Los Growlithe comenzaron a morderme las piernas, pero los atrapé para comenzar a golpearlos repetidas veces contra la pared.
— ¡¡BASTA!! —
Ignoraba sus quejidos de dolor, mi cuerpo se dejaba llevar por un impulso de éxtasis. Los seguí estampando contra la pared a pesar de ya estar muertos.
Los otros dos guardias habían huido, aprovechando que me estaba entreteniendo, desmembrando a sus pokémon, dejando un desastre rojo en la pared.
Quería detenerme, quería parar, pero no podía. La otra parte de mí tenía el control.
Una fuerte alarma comenzó a sonar, que se escuchaba por toda la penitenciaría.
Salí de la sala, mentalizado a salir del lugar y no encontrarme con más personas ni pokémon, no quería hacerles daño, no quería más muerte.
Para mi desgracia un grupo de ocho guardias con cuatro Growlithe aparecieron por los pasillos, listos para retenerme o matarme dependiendo de la situación.
— Por favor, no quiero —
Corrí hacía ellos. Mi fuerza era excepcional, con facilidad podía romper sus huesos y aplastar su carne. Se sentía desagradable la sensación de sangre y órganos en mis manos.
Había acabado con todos ellos, todo el pasillo se había vuelto una carnicería. Tripas por todos lados, huesos y sangre por doquier.
Escuché el quejido de una de mis víctimas que no acabé de matar, a uno de los Growlithe que sólo le alcancé a romper una de sus patas.
Se retorcía de dolor en el charco de sangre y vísceras de sus compañeros, intentando escapar de mí.
— No — dije mientras lo tomaba del cuello, listo para terminar con su sufrimiento — ¡¡NO!! — Cerré los ojos.
— Lysandre —
Fue muy despacio, pero logré escuchar ese murmullo. Al fondo del pasillo estaba la Agente Anabel, teniendo delante suyo a Augus en silla de ruedas.
— ¡Mátalos! —
Solté al Growlithe, la otra parte de mí que tenía el control de mi cuerpo quería ir corriendo hacía ellos y arrancarles la cara, partir sus columnas y triturar sus cabezas.
— Lysandre —
Pero, la parte verdadera de mí no quería hacerlo, no quería hacerles daño, no quería matar.
Lysandre Crown no quería hacer daño.
— Lysandre —
Logre mover mi cuerpo por mi propia cuenta, mirando mis manos, llenas de sangre, con más muerte que nunca.
¿Qué pensarían Xero y Malva si me vieran en ese momento?
Ahora sí era un auténtico criminal, un auténtico monstruo.
— ¡Mátalos! —
— ¡¡CÁLLATE!! —
Golpeé con fuerza una pared, el odio que sentía no iba dirigido a alguien externo, sino a mí mismo. Sentía rabia y sentía odio, pero a la otra parte de mí, la que quería dañar a los demás.
— Lysandre —
El golpe había provocado un enorme agujero en la pared, mostrando el exterior de la penitenciaría, el mar y el cielo se hicieron presentes.
— Lysandre —
La brisa golpeó mi rostro, di un fuerte y profundo respiró, ya que sabía lo que tenía que hacer.
— ¡¡MÁTALOS!! —
— Lo siento — dije mientras saltaba, cayendo al mar.
Era un peligro, una parte de mi lo era, lo mejor que podía hacer era estar sólo. Estaba dispuesto a alejarme lo más que podía, desaparecer del planeta y de esa forma pagar por mis pecados.
Lo mejor que podía hacer por el mundo, era ocultar al monstruo que ahora era parte de mí.
— Abre los ojos —
Me sentía cómodo y a salvo, atrapado en esa pequeña habitación de paredes blancas, aunque en mi mente todo era negro. Un negro envolvente que me libraba de todo lo exterior.
— ¡Abre los ojos! —
No quería perder esa paz y tranquilidad, pero sabía que pronto lo arruinarían y me harían salir.
Todo se trataba de un gran malentendido. Era imposible que yo estuviera siendo tratado de la misma forma que las escorias humanas que subsistían en el planeta a base del sufrimiento ajeno.
No soy un criminal.
Todo esto no era más que un error.
— ¡Sal! — ordenó un guardia ingresando a la habitación e irrumpiendo mis pensamientos.
— Soy inocente — pensé mientras me llevaban a la sala de interrogatorios, motivado a corregir todo lo que estaba pasando.
Por los pasillos de la Penitenciaría General de la Policía Internacional sentía las miradas de los guardias y prisioneros que se encontraban por ahí, juzgándome y burlándose de mí al llevar puesta la misma ropa blanca que llevaban ellos, junto a unas esposas alrededor de mis manos.
— Mátalos —
Agité mi cabeza un poco al sentir un escalofrío recorrer mi espalda. Aunque me estaban encasillando con toda esa basura que me rodeaba y que tiraban aquí para que se pudriera, yo no era como ellos.
Yo era mejor que ellos, no tenía por qué estar en un lugar rodeado por asesinos, terroristas y genocidas, simple escoria humana.
Y aun así era visto como una, desde que desperté en aquel barco y fui trasladado a la habitación blanca, para todas las personas aquí presentes no era más que un criminal.
Estando ya frente a la habitación, ingresé y me encontré con la Agente Anabel. La cara más reconocible de la P.I., y con quién había interactuado en el pasado compartiendo tecnología y recursos en pos de beneficiar una causa que teníamos en común, proteger y servir al mundo, a las personas y a los pokémon.
Me miraba con una expresión seria, ya no habiendo familiaridad alguna como en el pasado, sólo desprecio y decepción.
— Señor Lysandre — comenzó a hablar — Espero que esté disfrutando de su estadía aquí.
Una broma sin gracia sobre mi situación. Un error, un gran malentendido.
— Búrlese todo lo que quiera — mientras el guardia me empujaba dentro de la sala, dejándome a solas con la agente — Sacaré la verdad a la luz, y estaré esperando como mínimo una disculpa por parte de la Policía Internacional por este error.
Me senté, apoyando mis nudillos sobre la fría mesa de metal que me separaba de la agente, viendo como la mujer mantenía el semblante serio.
— Lamento mucho que eso no se pueda cumplir — sacando una carpeta llena de papeles — Porque toda la evidencia ha revelado que usted, Lysandre Crown, es culpable de atentar contra Kalos y sus habitantes.
Me tuve que tragar el coraje ante tal acusación. Presione mis nudillos con fuerza, haciéndolos crujir.
— Esa descripción de los hechos es muy ambigua — cite con calma, debía mantener la compostura.
¿Qué clase de acusación banal era esa?
— Veo que su memoria no está funcionando bien — con tono de burla, sacando un celular de su bolsillo — Primero que todo, haber ingresado ilícitamente a la Central de Energía de Kalos, causar una sobrecarga en el generador y dejar sin electricidad a toda la región, sin mencionar las vidas que se perdieron durante el derrumbe del lugar — haciendo una pausa — ¿No se acuerda de eso? — deslizando el dispositivo hacia mí — tenemos registro de las cámaras de seguridad de la parte externa de la ruta 13.
Un vídeo se estaba reproduciendo, y me mostraba ingresando a la central junto a otros trabajadores, entre ellos a Xerosic y Malva.
Un momento.
— ¿Dónde están? — pregunté preocupado — ¿Qué pasó con ellos?
¿Cómo pude haberme olvidado de ellos?, ¿En qué estaba pensando?
— ¿Qué hacía en la central exactamente? — preguntó la agente, ignorando mis preguntas.
Agaché la cabeza mientras presionaba más mis puños.
— ¡Mátala! —
Me retorcí, sentí ese escalofrío otra vez.
— Se qué el profesor Sycamore y el campeón Calem también estaban involucrados de cierta forma — levantándose para ir por el celular — Se de su relación cercana con todos ellos, si quiere saber si se encuentran bien o no, será mejor que hable.
— ¡Mátala! —
Mi respiración se estaba descontrolando, sentía un cosquilleo en los brazos, pero debía calmarme, debía meditar las cosas y tener compostura.
Debía colaborar para saber sobre el bienestar de mis seres queridos.
Tomé una gran bocanada de aire.
— No tuve malas intenciones, eso quiero decir antes que nada — me recosté sobre la silla — Sí amar a mi región, y querer preservar su belleza fuera un delito, me declaró culpable de inmediato.
La agente no respondió, queriendo que contará mi versión concreta de los hechos.
— Todo lo que he estado haciendo, lo hacía por Kalos, por sus paisajes, sus tradiciones, su arte, sus pokémon, todo — di un suspiró — pero, con cada paso que damos hacía el futuro, nos acercamos más a un escenario donde todo empeora.
Fue una revelación decepcionante, que sin importar cuánto tiempo le había dedicado a mejorar mi región a partir de nuevas tecnologías y energías respetuosas con el medioambiente, de promover un estilo de vida mejor para toda la gente de Kalos, para que vivieran en armonía con los pokémon, todo ese tiempo invertido en retrospectiva no significó nada.
Todo acabaría en ruina y destrucción, muerte y desesperación.
Sin importar cuánto me esfuerce, el mundo cambiaba, y no había nada que un simple humano pudiese hacer para detener el cambio.
Ni el hombre más grande puede competir contra el tiempo, y la muerte.
— Si fuera por mí, la belleza de mi región se mantendría inmaculada a como dé lugar — cerré los ojos un momento — No se convertiría en un agujero de caos y degradación como Kanto, Unova o Galar. Por eso tuve que recurrir a métodos extremos para conseguir dicho objetivo, una región de belleza eterna.
— El Arma Definitiva — comentó Anabel — por eso requería del Profesor Sycamore, para que fuera su intermediario entre usted y el campeón. Necesitaba de su ayuda para poder atrapar a Xerneas, ¿me equivoco?
Ella ya lo sabía todo, no me sorprendía viniendo de la mejor agente de la P.I. Sólo quería escuchar la confesión de mi propia boca, quería esa satisfacción.
— No, todo es cierto — apreté los nudillos — Pero, no iba a cometer los mismos errores del Rey de Kalos, por eso Xero y yo hicimos unas modificaciones, para no tener que recurrir a las vidas inocentes de humanos y pokémon.
Sabía la historia detrás de ese aparato, y todo lo que mi ancestro había hecho con él.
— No cometió los mismos errores, sino nuevos — recostándose sobre la pared — Aun así le quitó la vida a varias personas inocentes que sólo seguían sus ideales de prosperidad.
Un nudo se había generado en mi garganta por sus palabras, junto a un fuerte dolor en el pecho.
¿En qué había fallado?
Todos los cálculos estaban en orden, todo estaba en posición. Una parte de la energía vital de Xerneas, estabilizada por la corriente de la central, iba a generar una onda que iba a irradiar toda Kalos con el poder de la vida y la creación.
¿Qué fue lo que había pasado?, no podía recordarlo.
Lo último que recordaba era que la máquina estaba en funcionamiento, cuando de repente, ¿Qué sucedió después?
La agente se aproximó a su carpeta para sacar unas cuantas fotografías y ponerlas frente a mí.
Otro escalofrío recorrió mi espalda.
— ¡Muerte! —
— ¡¡NO!! — grité mientras me levantaba, cayendo al suelo.
No podía ser, era imposible. Tenía que ser un error, no podía estar pasando esto.
— Xerosic Goldfarb y Malva Crown, sus cuerpos fueron encontrados entre los escombros de la central — poniendo más fotografías sobre la mesa — Al igual que varios de tus trabajadores, quien diría que usted es el monstruo en esta trágica historia.
No paraba de temblar, mis manos, mis brazos, lágrimas comenzaron a salir de mis ojos. No podía quitarme esas imágenes de mi mente.
Toda esa sangre derramada, todos esos huesos fracturados y piel podrida que estaban siendo cubiertas por sus ropas.
— ¡Los mataste! —
— La Dra. Moonstar, forense de la P.I., ha confirmado que sus muertes sucedieron a la par con el derrumbe ocurrido 3 meses atrás — guardando las fotografías en su carpeta.
— ¡Los mataste! —
— No puede ser — trate de levantarme — ¡No puede ser, no puede ser verdad! — yendo hacía la agente para pedir una explicación más clara — ¡¡AHH!!
Sentí una gran presión por todo mi cuerpo que me separó bruscamente de Anabel, haciéndome chocar con la pared.
Un Mismagius se manifestó en la sombra de la agente, haciendo uso de su psíquica contra mí.
— La verdad duele, Señor Lysandre — mirándome fijamente con su cara seria — En especial cuando nosotros somos los culpables de las desgracias que nos rodean — con cierta nostalgia en su voz.
El pokémon fantasma estaba generando más presión contra mi cuerpo, haciendo que comenzara a perder el conocimiento, cerrando poco a poco los ojos.
— Pero no se preocupe, tendrá de compañero a alguien muy parecido a usted — chasqueando los dedos.
De un momento a otro, todo se tornó oscuro.
Mi cuerpo ya no se sentía pesado, sino ligero, como si estuviera flotando en el vacío.
Silencio, paz y quietud. Esa comodidad la había vuelto a recuperar, otra vez me encontraba lejos de mis preocupaciones y mis miedos del mundo exterior.
Nada me podía arrebatar esto, no podían, ya que no tenía la fuerza suficiente para afrontar lo que había sucedido por mi culpa, mi gran culpa.
— Abre los ojos —
Ese escalofrío, lo volví a sentir, sólo que también escuché una voz, una profunda y fuerte voz detrás de mí.
— ¿Quién eres? — pregunté sin poder mover mi cuerpo, al estar en suspensión en el oscuro vacío.
De pronto, toda la oscuridad se esfumó de golpe. Todo mi alrededor se volvió el lugar de mis lamentos y miedos.
Mi mayor fracaso, La Central de Energía de Kalos.
— No, no puede ser — temblé al ver todo el lugar destruido, en ruinas.
Varios cuerpos tirados, escombros y sangre por todos lados, desesperación y caos.
Quería escapar, pero no encontraba la salida, no estaba por ninguna parte.
— Asesino —
— Mentiroso —
Comencé a escuchar murmullos por los alrededores, todos dirigidos a mí repitiendo una y otra vez sin descanso las mismas palabras.
Por más que intentará silenciarlos, no podía, no se detenían.
— Asesino —
— Mentiroso —
— ¡Monstruo! —
Fue entonces qué a la distancia divisé algo, no, a alguien.
Por instinto fui corriendo hacía allá, logrando que los murmullos cesaran.
— Malva — me agaché mientras mencionaba su nombre, tocando gentilmente su cabello.
No cabía duda, era ella, aún si no podía ver su rostro, sabía que se trataba de ella.
Tan frágil, tan fría, tan muerta. No pude contener mis lágrimas.
Yo era el causante de toda esta destrucción y pérdida. La escoria humana que le quitó la vida.
El monstruo de la historia.
— Lo siento — mientras sentía un fuerte dolor en el pecho — Lo siento mucho.
Mis manos estaban manchadas con la sangre de los inocentes, de gente que confiaba en mí y de mi idea de crear un Kalos mejor para todos, humanos y pokémon por igual, un mundo de belleza eterna. No obstante, no había forma en que mis pecados pudieran ser perdonados.
De repente, sentí una brisa helada golpear mi espalda, casi como un empujón.
Algo estaba detrás de mí.
— Abre los ojos —
Volví a escuchar esa voz grave, y otra vez era incapaz de mirar, mi cuerpo no podía reaccionar, no se podía mover.
— ¡Abre los ojos! —
Un fuerte temblor azotó el suelo, pero aun así no me podía mover.
Mantenía la cabeza agachada contemplando el cadáver de mi amada en el suelo, sin embargo, sentí un fuerte agarré en mi pierna. Un tacto frío, bastante helado.
— Monstruo —
La voz ahora provenía del cuerpo de Malva.
Su cabeza comenzó a retorcerse levemente, crujiendo un poco su cuello para girar y mostrarme su rostro.
— ¡Monstruo! —
— ¡AHHH! — grité, levantándome de golpe.
Mis manos no dejaban de temblar, mi cabeza me dolía mucho y mi corazón estaba muy acelerado.
¿Qué había sido todo eso?
¿Un sueño?, pero se sintió bastante real. La sensación gélida de la piel de Malva, aún podía sentirla. Su olor a podrido y su rostro carcomido por el paso del tiempo.
— Veo que por fin despertaste — dijo una voz al lado mío.
No me había percatado que estaba en otra habitación, una celda de prisión en la que estaba otro recluso, con una gran puerta de acero blindada al fondo.
— Tienes el sueño pesado, compañero — mientras me sonreía — Dormiste por un día entero.
No me costó nada reconocer al individuo, siendo el mayor villano que había conocido el mundo pokémon, al haber realizado experimentos bastante amorales con humanos y pokémon, sin alguna muestra de arrepentimiento en su rostro.
— Giovanni — dije mientras intentaba levantarme del catre, teniendo las piernas un poco dormidas.
— Qué honor que el gran Lysandre Crown sepa de mí — manteniendo una sonrisa siniestra en su rostro — La Agente Anabel me dijo que nos íbamos a llevar bien.
“…tendrá de compañero a alguien muy parecido a usted.”
— Veo que al fin se cansó de toda esa fachada de ser un filántropo y toda la cosa — con una carcajada profunda — He leído mucho sobre usted, y la verdad es que nadie puede ser tan bueno, sabía que tarde o temprano sacaría a relucir sus verdaderos colores.
Decidí ignorarlo, aunque a fin de cuentas iba a ser inútil.
Estaba atrapado aquí, era mi castigo por los crímenes que cometí, de las personas que maté, todo ese peso que tenía que cargar y del cual no me iba a librar.
Era basura, y tenía que estar con la basura.
— Pero cuénteme — sentándose al lado mío, con una actitud bastante amigable — ¿Qué fue lo que hizo realmente?, la agente no me contó los detalles.
Di un largo respiro, en verdad que ignorarlo iba a ser inútil.
— Mátalo —
Ese escalofrío otra vez, solo que esta vez vino acompañado por un pequeño cosquilleo en mis brazos, similar a una picazón leve que se detuvo al rascar un poco sobre las mangas largas de mi ropa de prisionero.
— Varios por aquí comentan que intentó destruir a toda la humanidad con un poderoso rayo destructor — jugando con sus manos — otros que hizo una masacre tan grande como la que ocurrió en Ciudad Eterna hace un par de años.
— Muerte —
— Sólo quería hacer lo mejor por mi región —dije con sinceridad y culpa al mismo tiempo, tratando de ignorar esa última sensación.
— No te preocupes por decir eso, compañero, yo también — colocando su mano en mi hombro — también Maxie, Archie e incluso Ghetsis, todos somos el villano en una historia mal contada, ¿no te parece?, tú y yo no somos tan diferentes.
— ¡Mátalo! —
No podía tomar en serio todo lo que estaba diciendo, ya que no me estaba diciendo la verdad. Ninguno de ellos hizo lo que hizo para beneficiar a su región, sino más bien para crear un mundo mejor para ellos mismos, a su propio capricho.
Eran el tipo de personas que más odiaba, el ejemplo perfecto de seres con una conciencia contaminada y cuyos acciones traían ruina y destrucción al mundo, y que en el fondo me motivaron a tomar medidas drásticas.
Era diferente a ellos, ¿Verdad?
Yo en el fondo y de todo corazón quería hacer de mi región un lugar mejor para humanos y pokémon por igual, un mundo repleto de vida que iba a dejar atrás el miedo a la muerte y al paso del tiempo.
Era diferente a ellos en la motivación, pero en las acciones era tal cual un villano. No era mejor que ellos.
— Monstruo —
— Todos jugamos a ser Dioses — agachando la cabeza — simples mortales intentando controlar un poder divino que iba más allá de nuestra comprensión.
— Es natural que las personas excepcionales como tú y yo, a la larga comprendamos que estamos destinados a controlar el mundo — apretando su puño — a tenerlo en nuestras manos, y hacer con él nuestra voluntad, como los Dioses que somos — volvió a sonreír — mientras que los que temen a nuestro poder, nos llaman monstruos.
Todo lo que decía estaba mal, cada palabra y cada pensamiento.
Viniendo del hombre que usó a su esposa e hijo en sus experimentos, fusionando sus cuerpos con distintos pokémon una y otra vez hasta volverlos masas de carne no pensantes, que sólo respondían a estímulos básicos, no me sorprendía.
Todo este lugar estaba lleno de personas cómo él, viéndose en la posición de hacer lo que se les dé la gana sin preocuparse por los demás.
— Mátalo —
¿Me preocupé por los demás?
No lo había hecho, por más que quisiera pensar lo contrario, en el fondo no lo había hecho.
— ¿Estás bien? — preguntó Giovanni.
No me había percatado de que mis manos estaban temblando y que estaba sudando frío.
Un fuerte golpe nos hizo mirar a la puerta de acero, la cual se abrió pesadamente e ingresaron dos guardias dentro de la celda.
No estaban armados, pero sí equipados con trajes protectores.
— Lysandre Crown, la Agente Anabel quiere hablar contigo — dijo uno de ellos acercándose bruscamente para tomarme del brazo y sacarme de la celda.
— Qué lástima, espero que no te cambien de celda — dijo Giovanni viendo cómo me llevaban — En verdad me agradas como compañero, deberíamos seguir en contacto, tal vez hacer algún equipo.
Estaba confundido, no sabía que quería Anabel conmigo ahora. Ya había probado que era culpable de atentar contra Kalos y sus habitantes.
— Mátalos —
Los dos guardias me arrastraron por los pasillos de la prisión hasta la sala de interrogatorios otra vez. Sin embargo, al ingresar no sólo estaba la agente, sino otra persona, una que yo conocía bastante bien.
— Augus —
Fui corriendo a abrazarlo, ignorando a Anabel que se encontraba parada al otro lado de Augustine.
Lo abrace con fuerza, teniendo miedo de que no fuera real o de que todo fuese una cruel ilusión.
Estaba vivo, su cuerpo emanaba calor y podía sentir su pulso. Externamente lo estaba, pero al alejarme para contemplar su rostro, estaba decaído, se veía desnutrido, sus ojos se encontraban vacíos y tenía los labios secos.
— ¿Qué le pasó? — pregunté preocupado.
— Él y un pequeño grupo de personas lograron salir de la central con la ayuda de Calem — comentó Anabel — justo antes de que colapsará todo el lugar.
Se encontraba inclinado en la silla con la mirada baja, parecía que no sabía dónde estaba, ni se había dado cuenta de mi presencia.
— Los que sobrevivieron fueron llevados al Hospital de Kalos — apoyándose en la pared — algunos están bien, sus mentes bloquearon lo que sea que pasó allí, como Calem — colocó su mano sobre el hombro de Augus — mientras que otros no pudieron, el shock se apoderó de sus mentes.
Algo había sucedido en la central, algo que no podía recordar, pero que Augus presenció y terminó estando muerto por dentro.
¿Cuántos más tienen que resultar heridos por mi culpa?
— Augus — me agache, tomando su mano — ¿Por qué lo trajeron aquí?
— El Hospital de Kalos nos informó que había murmuró tu nombre un par de veces hace un par de días — comenzó a caminar por la sala — Justo cuando te encontramos en medio del desierto de la ruta 13.
¿Me habían encontrado ahí?
Lo último que recordaba era que el Arma Definitiva estaba funcionando, y lo siguiente que estaba en un barco rumbó a la Penitenciaría General de la P.I.
Había un lapso de 3 meses que desconocía, en el cual había estado desaparecido, pero no me había pasado nada malo.
— Pensamos que si está en contacto contigo, tal vez pueda volver a reaccionar algo de su conciencia —
— Lysandre — murmuró Augus.
— ¡Augus! — reaccioné.
Su respiración era lenta, pero nada grave, meneó su cabeza un poco para levantarla y poder mirarme.
— Augus, estoy aquí — apretando un poco más su mano para que me sintiera.
Me quedó mirando, sin que en sus ojos estuviera alguna chispa de vida.
— Lysandre — volvió a decir.
Quería preguntarle bastantes cosas, pero en su condición no podía hacerlo, sólo empeoraría su situación. Era el único ser querido que me quedaba, no podía perderlo a él también.
— Lysandre —
Quería decirme algo, pero le costaba, las palabras no salían con facilidad de su boca.
— ¿Qué sucede Augus? — pregunté con calma.
— Lysandre… —
Volví a sentir el cosquilleo en mis brazos, sólo que ahora se sentían como picaduras más fuertes, como si algo quisiera salir de mi piel.
— Lysandre, la… —
Me aleje un poco de Augus para rascarme, pero no se detenía, cada vez dolía más, como un gran ardor insoportable en mi piel que no se detenía.
— Lysandre —
— Lysandre, ¿qué ocurre? — preguntó Anabel, extrañada por mi situación.
No lo soportaba más, me dolía, dolía mucho. Por desesperación me arranqué la manga de mi ropa, pero lo que encontré me dejó bastante impactado.
Plumas negras.
Plumas negras y rojas estaban saliendo de mis brazos, bastante afiladas que causaban que mis brazos no dejarán de sangrar, manchando el piso de la sala.
— Lysandre, la — murmuró Augus, levantando un poco la cabeza.
Estaba asombrado, mi cuerpo no podía moverse, la Agente Anabel estaba en las mismas, sacando a su Mismagius y a su Meowstic hembra por precaución, a la espera de algún movimiento mío.
La sala estaba en silencio, con mi respiración comenzando a descontrolarse y a sudar frío. Mi sangre seguía goteando por el piso.
— La muerte…— comenzó a decir Augus, haciendo que lo mirará — está en ti.
— ¡AAAAAHHHHHHHHH!!!! — grité, sintiendo un fuerte dolor en la cabeza.
Los pokémon de Anabel intentaron usar psíquica, pero no les resultó, ya no me afectaba.
— La muerte — murmuró Augus.
Anabel se precipitó y me tomó del cuello, colocando su otra mano sobre su cabeza.
— ¡AAAAAHHHHHHHHH!!!! —
Sentía una presión diferente, otro tipo de energía salía de ella, trataba de noquearme otra vez.
— Está en ti —
Dejé de escuchar a Augus, mi alrededor se estaba volviendo oscuro nuevamente, todo estaba desapareciendo, los objetos, las personas y el dolor.
Sólo quedó oscuridad.
Otro cambio de escenario, otra vez la Central de Energía, sólo que esta vez era diferente. No estaba destruida, estaba intacta.
— ¿Qué es esto? — miré mis brazos, sin la presencia de las plumas — ¿Qué está pasando?
Comencé a caminar por el lugar, todo estaba igual que aquel día, sólo que sin la presencia de algún humano o pokémon.
Presencie el antes y el después, pero lo que necesitaba saber era qué había pasado durante.
— Estoy alucinando — tocando mí cabeza, no podía distinguir la realidad de la ficción.
— La muerte —
Un susurró se escuchó detrás mío. Ahora tenía más control, ahora podía mover mi cuerpo.
Al voltearme me encontré con una silueta negra parada detrás de mí. Su forma era la de un humano, sólo que sin un rostro definido, era sólo oscuridad.
— ¿Quién eres? — pregunté.
La entidad comenzó a moverse, pasando a un lado mío, ignorándome y acercándose al lugar donde la divinidad representante de la vida iba a ser colocada para la extracción de energía.
Me acerqué a él quedando parado detrás suyo.
— ¿Quién eres? — volví a preguntar, ahora con un tono más grave.
— Ahora soy una parte de ti, lo quieras o no — dijo desapareciendo — Me alimentó de tu odio, me alimento de tu rabia y alimento de tu deseo — apareciendo al lado mío.
Me exalte por su repentino cambio de lugar.
— ¿De qué estás hablando? —
— Quisiste controlar la vida, pero atrajiste a la muerte — volviendo a desaparecer y aparecer frente a mí — Y ahora la muerte, es parte de ti.
Le salieron un par de ojos, unos profundos ojos azules que resaltaban de su negra figura.
— Ahora somos un sólo ser — acercándose a mí — Eres mí puño de destrucción, eres mí puño de muerte.
Todo se volvió a oscurecer, siendo lo único que podía distinguir eran los ojos azules que no dejaban de mirarme.
— Tienes mucho odio y caos dentro de ti, confusión — acercándose más hasta desaparecer — Úsalo, acepta el caos, acepta el odio.
— ¡AAAAAHHHHHHHHH!!!! —
Un pestañeo volví a la realidad, o eso creía.
Estaba en la sala de interrogatorios, no estaban ni Anabel ni Augus, estaba completamente solo.
Mis brazos estaban cubiertos por plumas negras y rojas, ahora tenía garras negras saliendo de mis dedos, pero ya no había dolor, ahora eran parte de mí.
Acepta el odio.
Un grupo de cuatro guardias armados y dos Growlithe aparecieron, apuntándome con sus armas listos para atacar.
Mi cuerpo estaba tensó, quería escapar, no quería estar ahí. No obstante, no tenía el control de mi cuerpo en ese momento.
— ¡Mátalos! —
— ¡Lanzallamas! —
De inmediato me lancé a atacar, esquivando el ataque de fuego, enterré mis garras en los pechos de dos guardias, atravesándolos para hacerlos a un lado.
— ¡¡Alto!! — grité.
Los Growlithe comenzaron a morderme las piernas, pero los atrapé para comenzar a golpearlos repetidas veces contra la pared.
— ¡¡BASTA!! —
Ignoraba sus quejidos de dolor, mi cuerpo se dejaba llevar por un impulso de éxtasis. Los seguí estampando contra la pared a pesar de ya estar muertos.
Los otros dos guardias habían huido, aprovechando que me estaba entreteniendo, desmembrando a sus pokémon, dejando un desastre rojo en la pared.
Quería detenerme, quería parar, pero no podía. La otra parte de mí tenía el control.
Una fuerte alarma comenzó a sonar, que se escuchaba por toda la penitenciaría.
Salí de la sala, mentalizado a salir del lugar y no encontrarme con más personas ni pokémon, no quería hacerles daño, no quería más muerte.
Para mi desgracia un grupo de ocho guardias con cuatro Growlithe aparecieron por los pasillos, listos para retenerme o matarme dependiendo de la situación.
— Por favor, no quiero —
Corrí hacía ellos. Mi fuerza era excepcional, con facilidad podía romper sus huesos y aplastar su carne. Se sentía desagradable la sensación de sangre y órganos en mis manos.
Había acabado con todos ellos, todo el pasillo se había vuelto una carnicería. Tripas por todos lados, huesos y sangre por doquier.
Escuché el quejido de una de mis víctimas que no acabé de matar, a uno de los Growlithe que sólo le alcancé a romper una de sus patas.
Se retorcía de dolor en el charco de sangre y vísceras de sus compañeros, intentando escapar de mí.
— No — dije mientras lo tomaba del cuello, listo para terminar con su sufrimiento — ¡¡NO!! — Cerré los ojos.
— Lysandre —
Fue muy despacio, pero logré escuchar ese murmullo. Al fondo del pasillo estaba la Agente Anabel, teniendo delante suyo a Augus en silla de ruedas.
— ¡Mátalos! —
Solté al Growlithe, la otra parte de mí que tenía el control de mi cuerpo quería ir corriendo hacía ellos y arrancarles la cara, partir sus columnas y triturar sus cabezas.
— Lysandre —
Pero, la parte verdadera de mí no quería hacerlo, no quería hacerles daño, no quería matar.
Lysandre Crown no quería hacer daño.
— Lysandre —
Logre mover mi cuerpo por mi propia cuenta, mirando mis manos, llenas de sangre, con más muerte que nunca.
¿Qué pensarían Xero y Malva si me vieran en ese momento?
Ahora sí era un auténtico criminal, un auténtico monstruo.
— ¡Mátalos! —
— ¡¡CÁLLATE!! —
Golpeé con fuerza una pared, el odio que sentía no iba dirigido a alguien externo, sino a mí mismo. Sentía rabia y sentía odio, pero a la otra parte de mí, la que quería dañar a los demás.
— Lysandre —
El golpe había provocado un enorme agujero en la pared, mostrando el exterior de la penitenciaría, el mar y el cielo se hicieron presentes.
— Lysandre —
La brisa golpeó mi rostro, di un fuerte y profundo respiró, ya que sabía lo que tenía que hacer.
— ¡¡MÁTALOS!! —
— Lo siento — dije mientras saltaba, cayendo al mar.
Era un peligro, una parte de mi lo era, lo mejor que podía hacer era estar sólo. Estaba dispuesto a alejarme lo más que podía, desaparecer del planeta y de esa forma pagar por mis pecados.
Lo mejor que podía hacer por el mundo, era ocultar al monstruo que ahora era parte de mí.
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