08 Nov 2022
04:44 PM
Palabras -
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... Man, ¿cuánto hacía que no publicaba un coso de estos por aquí? Quicir, desde la última vez he conseguido hasta un suministro regular de dibujitos de dragones. ¿No es eso maravilloso?
Pero bueno. Cuarto puesto en el concurso de Halloween; nada mal si tenemos en cuenta que hubiera funcionado mucho mejor con 600 palabras que con 1.000 (sorry jueces, aquí no estoy de acuerdo con vosotros, debió haber sido más corto y no más largo (?)) y que ni siquiera da miedo actually (??). Enjoy.
Últimamente han empezado a pasar cosas extrañas en la cueva. Cada vez veo a menos Gabite molestando, aunque no puedo decir que eso sea un problema. Después, empezaron los ruidos. Los ignoré; no parecía que fueran a afectar a mis diamantes. De repente, el suelo empezó a cubrirse de líneas infinitas de metal y madera entrecruzadas, que llegaban hasta el exterior de la cueva. Supuse que algo estaba dando de comer a los Aron por alguna razón que no iba a intentar comprender, así que lo ignoré también. Mis diamantes seguían siendo mucho más importantes y no parecían estar en peligro.
Pero, entonces, los diamantes empezaron a escasear.
Y por el metal y la madera comenzaron a aparecer cubículos metálicos con seres provenientes del exterior de la cueva… ¡que se estaban llevando mis diamantes! ¡Era intolerable! Pero se iban a enterar de lo que ocurre por quitarme los diamantes. MIS diamantes.
Mi oportunidad llega cuando aparece de nuevo uno de estos cacharros. El ser que se encuentra dentro está solo. A veces llegan acompañados de algún Pokémon y resulta demasiado tedioso enfrentarse a ellos, pero este no llevaba a ninguno consigo. Serán todo lo grandes que Arceus haya querido, pero se les nota que son realmente frágiles cuando están solos. Este solo va armado con un palo de madera con punta metálica. Los he visto usar para excavar, encontrar mis diamantes y robarlos, pero en cuanto lo pierda se encontrará completamente indefenso. Me quedo oculto a su vista —tampoco creo que vea nada aquí dentro más allá de lo que le permita la pequeña luz que emite su cabeza— a la espera de la oportunidad para atacar. El ser hace ruidos agudos con la boca muy cerrada, como una especie de canción que no causa sueño. Está demasiado tranquilo para la lección que le espera, y se arrepentirá no solo de haber entrado aquí sino de haber bajado la guardia de esa manera.
Me río y proyecto mi risa por todo el lugar. El eco que causan las paredes de la cueva amplifica el sonido y dificulta aún más a cualquiera que no sea yo saber de dónde procede. La cancioncilla del ser se detiene de repente, pero no suelta su artilugio. Gira su cabeza sin saber muy bien qué acababa de ocurrir, se encoge de hombros y sigue con lo que estaba haciendo. Tengo claro, entonces, que necesitaré algo más para distraerle y desarmarle.
No quiero hacerlo, pero tengo que saltar y arrebatarle el palo. Me abalanzo y mis garras lo cortan por la mitad. La parte metálica cae al suelo, y ya no puede usarlo para defenderse de mí ni para robar nada. El ser quiere huir, pero he aprovechado el momento de confusión para colarme en el cacharro en el que ha venido. Si pretende usarlo para huir, su muerte será mucho más dolorosa que la que le tengo preparada, pues le haré sufrir con cada uno de mis ataques hasta que no quede nada de su cuerpo más que un charco de sangre. Si pretende volver a coger lo que queda de su artilugio, me volveré a adelantar y lo dejaré lejos de su alcance, por lo que le habrá resultado un esfuerzo en vano.
Fijo mi mirada en él. A pesar de la luz de su cabeza, probablemente solo ve una pequeña sombra —para su tamaño— y los diamantes que tengo por ojos. Si tiene suerte, quizás sepa distinguir con algo de claridad qué soy exactamente, aunque para cuando se dé cuenta ya será demasiado tarde. Noto cómo el temor recorre todo su cuerpo y le hace temblar. Los temblores son lo único que se mueve en su cuerpo; está paralizado por lo demás.
Sonrío de forma amplia: está a mi merced. Consigue reunir algo de valor y hace ademán de salir corriendo, pero ya es demasiado tarde para él. Ilumino mis ojos, incluso más que la luz de su cabeza. El alma de ese ser ya es mía, pero él no lo sabe aún. Tampoco le va a hacer mucha más falta. Disfruto cada segundo en el que le arrebato su alma, cada instante en el que las energías le abandonan, cada bocanada desesperada de aire que nunca conseguirá llegar a sus pulmones. Y disfrutaré aún más cada diamante que haya pretendido robarme, por pequeño que sea. Merece ese castigo y haré lo mismo con todos los que sigan pretendiendo llevarse mis diamantes.
El ser, finalmente, cae al suelo, inerte y sin alma. La luz se desprende de su cabeza y apunta hacia mí; probablemente, si aún tuviera conciencia, aquel infeliz podría haber visto mi cara de satisfacción y mi sonrisa aún amplia. Rebusco todos los diamantes que pudieran quedar junto al cadáver o dentro de la capa de algodón con la que se cubren para protegerse del frío —no ha sido un mal botín y quizás me sirva como cena—, me retiro de la luz y lo dejo donde se ha quedado. La luz es muy molesta y me siento mucho más cómodo en la oscuridad. Sobre el cuerpo sin vida… quizás a algún otro Pokémon le sirva como aperitivo, o quizás sirva como advertencia para quienes intentan robarme los diamantes. A mí no me sirve en absoluto.
Y tampoco me importa. Lo único que me importan son los diamantes. Dulces y deliciosos diamantes. Son la razón de mi existencia, y los defenderé mientras Arceus quiera. Porque son mis diamantes, y de nadie más.
Pero bueno. Cuarto puesto en el concurso de Halloween; nada mal si tenemos en cuenta que hubiera funcionado mucho mejor con 600 palabras que con 1.000 (sorry jueces, aquí no estoy de acuerdo con vosotros, debió haber sido más corto y no más largo (?)) y que ni siquiera da miedo actually (??). Enjoy.
Diamantes
Diamantes. Dulces y deliciosos diamantes. Son la razón de mi existencia. Necesito comer diamantes, y esta cueva está repleta de ellos. Es el lugar ideal porque, además, me permite ocultarme y acabar con quienes irrumpen para arrebatarme mis diamantes. A veces algún Gabite se pasa de listo y empieza a acumular diamantes en su guarida, pero eso, por otro lado, hace mi búsqueda mucho más fácil. Son una molestia cuando están cerca, pero bendita molestia. Son montones de diamantes en un mismo sitio que me dan para comer durante mucho tiempo.Últimamente han empezado a pasar cosas extrañas en la cueva. Cada vez veo a menos Gabite molestando, aunque no puedo decir que eso sea un problema. Después, empezaron los ruidos. Los ignoré; no parecía que fueran a afectar a mis diamantes. De repente, el suelo empezó a cubrirse de líneas infinitas de metal y madera entrecruzadas, que llegaban hasta el exterior de la cueva. Supuse que algo estaba dando de comer a los Aron por alguna razón que no iba a intentar comprender, así que lo ignoré también. Mis diamantes seguían siendo mucho más importantes y no parecían estar en peligro.
Pero, entonces, los diamantes empezaron a escasear.
Y por el metal y la madera comenzaron a aparecer cubículos metálicos con seres provenientes del exterior de la cueva… ¡que se estaban llevando mis diamantes! ¡Era intolerable! Pero se iban a enterar de lo que ocurre por quitarme los diamantes. MIS diamantes.
Mi oportunidad llega cuando aparece de nuevo uno de estos cacharros. El ser que se encuentra dentro está solo. A veces llegan acompañados de algún Pokémon y resulta demasiado tedioso enfrentarse a ellos, pero este no llevaba a ninguno consigo. Serán todo lo grandes que Arceus haya querido, pero se les nota que son realmente frágiles cuando están solos. Este solo va armado con un palo de madera con punta metálica. Los he visto usar para excavar, encontrar mis diamantes y robarlos, pero en cuanto lo pierda se encontrará completamente indefenso. Me quedo oculto a su vista —tampoco creo que vea nada aquí dentro más allá de lo que le permita la pequeña luz que emite su cabeza— a la espera de la oportunidad para atacar. El ser hace ruidos agudos con la boca muy cerrada, como una especie de canción que no causa sueño. Está demasiado tranquilo para la lección que le espera, y se arrepentirá no solo de haber entrado aquí sino de haber bajado la guardia de esa manera.
Me río y proyecto mi risa por todo el lugar. El eco que causan las paredes de la cueva amplifica el sonido y dificulta aún más a cualquiera que no sea yo saber de dónde procede. La cancioncilla del ser se detiene de repente, pero no suelta su artilugio. Gira su cabeza sin saber muy bien qué acababa de ocurrir, se encoge de hombros y sigue con lo que estaba haciendo. Tengo claro, entonces, que necesitaré algo más para distraerle y desarmarle.
No quiero hacerlo, pero tengo que saltar y arrebatarle el palo. Me abalanzo y mis garras lo cortan por la mitad. La parte metálica cae al suelo, y ya no puede usarlo para defenderse de mí ni para robar nada. El ser quiere huir, pero he aprovechado el momento de confusión para colarme en el cacharro en el que ha venido. Si pretende usarlo para huir, su muerte será mucho más dolorosa que la que le tengo preparada, pues le haré sufrir con cada uno de mis ataques hasta que no quede nada de su cuerpo más que un charco de sangre. Si pretende volver a coger lo que queda de su artilugio, me volveré a adelantar y lo dejaré lejos de su alcance, por lo que le habrá resultado un esfuerzo en vano.
Fijo mi mirada en él. A pesar de la luz de su cabeza, probablemente solo ve una pequeña sombra —para su tamaño— y los diamantes que tengo por ojos. Si tiene suerte, quizás sepa distinguir con algo de claridad qué soy exactamente, aunque para cuando se dé cuenta ya será demasiado tarde. Noto cómo el temor recorre todo su cuerpo y le hace temblar. Los temblores son lo único que se mueve en su cuerpo; está paralizado por lo demás.
Sonrío de forma amplia: está a mi merced. Consigue reunir algo de valor y hace ademán de salir corriendo, pero ya es demasiado tarde para él. Ilumino mis ojos, incluso más que la luz de su cabeza. El alma de ese ser ya es mía, pero él no lo sabe aún. Tampoco le va a hacer mucha más falta. Disfruto cada segundo en el que le arrebato su alma, cada instante en el que las energías le abandonan, cada bocanada desesperada de aire que nunca conseguirá llegar a sus pulmones. Y disfrutaré aún más cada diamante que haya pretendido robarme, por pequeño que sea. Merece ese castigo y haré lo mismo con todos los que sigan pretendiendo llevarse mis diamantes.
El ser, finalmente, cae al suelo, inerte y sin alma. La luz se desprende de su cabeza y apunta hacia mí; probablemente, si aún tuviera conciencia, aquel infeliz podría haber visto mi cara de satisfacción y mi sonrisa aún amplia. Rebusco todos los diamantes que pudieran quedar junto al cadáver o dentro de la capa de algodón con la que se cubren para protegerse del frío —no ha sido un mal botín y quizás me sirva como cena—, me retiro de la luz y lo dejo donde se ha quedado. La luz es muy molesta y me siento mucho más cómodo en la oscuridad. Sobre el cuerpo sin vida… quizás a algún otro Pokémon le sirva como aperitivo, o quizás sirva como advertencia para quienes intentan robarme los diamantes. A mí no me sirve en absoluto.
Y tampoco me importa. Lo único que me importan son los diamantes. Dulces y deliciosos diamantes. Son la razón de mi existencia, y los defenderé mientras Arceus quiera. Porque son mis diamantes, y de nadie más.
Hic sunt dracones
![[Imagen: coURMrK.gif]](https://i.imgur.com/coURMrK.gif)