26 Mar 2021
11:59 AM
Palabras -
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Palabras -
Habían acordado reunirse después de tantos años en la casa de Reggie en Ciudad Rocavelo, con intención de librar una revancha por los viejos tiempos.
Sería un combate de seis contra seis. Sus mejores pokémon, utilizando todo su arsenal de movimientos. Y todos sus amigos y familiares estarían allí como espectadores. Parecía ser un plan demasiado fácil, donde nada podría salir mal.
Excepto el hecho de que dos de sus pokémon terminaron enamorándose el uno del otro y teniendo un huevo en secreto, durante el día que habían gastado en prepararse y descansar antes del duelo.
“¡¿P-pero cómo es esto posible?! Ay, ¡Glalie! ¡¿Por qué no me lo dijiste?!”
“Más les vale que ambos tengan una buena explicación. Especialmente tú, Froslass.”
Ambos pokémon del tipo hielo desviaron la mirada para lados opuestos, avergonzados y con sus mejillas adquiriendo una coloración rosada. En el fondo, Brock, Misty y May no pudieron evitar soltar una risita, enternecidos ante su romántico amor prohibido.
Ash y Paul tragaron saliva mientras sentían un nudo en sus gargantas. Aquel huevo representaba una gran responsabilidad que ninguno estaba dispuesto a tomar.
“¿Y ahora qué vamos a hacer?”
“Dirás qué es lo que tú vas a hacer. Tu Glalie embarazó a mi Froslass, así que tanto él como tú deberán hacerse cargo como padres responsables.”
“¡¿Estás loco?! Tú eres quien se hará cargo. De seguro fue tu Froslass quien sedujo a Glalie para tener aquel huevo juntos.”
“No me eches el paquete por cosas que no pasaron, Ash. Además, ¿No criaste ya tú un Phanpy desde que salió de su huevo? Puedes volver a hacerlo con el Snorunt que salga de este.”
“Si me permiten, caballeros, yo podría hacerme cargo de él” propuso Max con orgullo, parándose justo enfrente de ambos y ajustando sus lentes “Después de todo me vendrá bien un sexto pokémon para participar en la liga el mes entrante.”
“¡Cállate!” gritaron ambos rivales al mismo tiempo, forzándole a retroceder.
“No creo que quieras meterte en medio de una situación así” aconsejó May a su hermano menor recientemente convertido en entrenador mientras este regresaba con ella.
“Qué infantiles”, pensó Dawn para sí mientras sostenía en su regazo a unos más que enamorados Pikachu y Buneary.
“¿Por qué no me lo dan a mí?” sugirió Brock “Nunca en mi vida he criado un pokémon de hielo antes. Sería el momento perfecto para aprender a hacerlo.”
“Ni hablar, Brock” replicó Ash meneando la cabeza “Ya de por sí tienes mucho trabajo con los otros pokémon que estás cuidando. No sería correcto de mi parte darte otro más solo porque eres mi amigo y puedo confiar en ti.”
“Razón por la cual eres tú quien debe cuidar el huevo” objetó Paul cruzado de brazos. Electivire le imitó “De no ser porque trajiste aquí a Glalie, nada de esto hubiese pasado.”
“Y tú trajiste a Froslass, genio” contestó su viejo rival mordazmente “Debiste haber imaginado que esto podría llegar a ocurrir.”
“¡¿Cómo podría habérmelo imaginado si ni siquiera me dijiste qué pokémon usarías?!” exclamó Paul enfadado.
“¿Quieren una tercera opinión o no?” se atrevió a inquirir Gary.
“¡NO!”
“Ay, estos chicos” reflexionaron mentalmente Misty, Delia y Oak.
Los dos entrenadores se miraron fijamente el uno al otro por unos instantes, dedicándose miradas de descontento y de desprecio. Se produjo un silencio sepulcral en toda Ciudad Rocavelo. No se escuchaba ni los aullidos del viento ni el fuego en la punta de la cola de Charizard. Ni siquiera el croar de Croagunk.
De pronto, ambos asintieron como si hubiesen llegado a un acuerdo mutuo leyéndose la mente y giraron la cabeza para dirigirse a sus conocidos. La decisión había sido tomada, y era unánime.
“Te encargas tú, Reggie” dijeron ambos en perfecta sincronía.
“¡Oigan!” protestó el hermano mayor de Paul enormemente ofendido. Todos los demás presentes estallaron en carcajadas.
Sería un combate de seis contra seis. Sus mejores pokémon, utilizando todo su arsenal de movimientos. Y todos sus amigos y familiares estarían allí como espectadores. Parecía ser un plan demasiado fácil, donde nada podría salir mal.
Excepto el hecho de que dos de sus pokémon terminaron enamorándose el uno del otro y teniendo un huevo en secreto, durante el día que habían gastado en prepararse y descansar antes del duelo.
“¡¿P-pero cómo es esto posible?! Ay, ¡Glalie! ¡¿Por qué no me lo dijiste?!”
“Más les vale que ambos tengan una buena explicación. Especialmente tú, Froslass.”
Ambos pokémon del tipo hielo desviaron la mirada para lados opuestos, avergonzados y con sus mejillas adquiriendo una coloración rosada. En el fondo, Brock, Misty y May no pudieron evitar soltar una risita, enternecidos ante su romántico amor prohibido.
Ash y Paul tragaron saliva mientras sentían un nudo en sus gargantas. Aquel huevo representaba una gran responsabilidad que ninguno estaba dispuesto a tomar.
“¿Y ahora qué vamos a hacer?”
“Dirás qué es lo que tú vas a hacer. Tu Glalie embarazó a mi Froslass, así que tanto él como tú deberán hacerse cargo como padres responsables.”
“¡¿Estás loco?! Tú eres quien se hará cargo. De seguro fue tu Froslass quien sedujo a Glalie para tener aquel huevo juntos.”
“No me eches el paquete por cosas que no pasaron, Ash. Además, ¿No criaste ya tú un Phanpy desde que salió de su huevo? Puedes volver a hacerlo con el Snorunt que salga de este.”
“Si me permiten, caballeros, yo podría hacerme cargo de él” propuso Max con orgullo, parándose justo enfrente de ambos y ajustando sus lentes “Después de todo me vendrá bien un sexto pokémon para participar en la liga el mes entrante.”
“¡Cállate!” gritaron ambos rivales al mismo tiempo, forzándole a retroceder.
“No creo que quieras meterte en medio de una situación así” aconsejó May a su hermano menor recientemente convertido en entrenador mientras este regresaba con ella.
“Qué infantiles”, pensó Dawn para sí mientras sostenía en su regazo a unos más que enamorados Pikachu y Buneary.
“¿Por qué no me lo dan a mí?” sugirió Brock “Nunca en mi vida he criado un pokémon de hielo antes. Sería el momento perfecto para aprender a hacerlo.”
“Ni hablar, Brock” replicó Ash meneando la cabeza “Ya de por sí tienes mucho trabajo con los otros pokémon que estás cuidando. No sería correcto de mi parte darte otro más solo porque eres mi amigo y puedo confiar en ti.”
“Razón por la cual eres tú quien debe cuidar el huevo” objetó Paul cruzado de brazos. Electivire le imitó “De no ser porque trajiste aquí a Glalie, nada de esto hubiese pasado.”
“Y tú trajiste a Froslass, genio” contestó su viejo rival mordazmente “Debiste haber imaginado que esto podría llegar a ocurrir.”
“¡¿Cómo podría habérmelo imaginado si ni siquiera me dijiste qué pokémon usarías?!” exclamó Paul enfadado.
“¿Quieren una tercera opinión o no?” se atrevió a inquirir Gary.
“¡NO!”
“Ay, estos chicos” reflexionaron mentalmente Misty, Delia y Oak.
Los dos entrenadores se miraron fijamente el uno al otro por unos instantes, dedicándose miradas de descontento y de desprecio. Se produjo un silencio sepulcral en toda Ciudad Rocavelo. No se escuchaba ni los aullidos del viento ni el fuego en la punta de la cola de Charizard. Ni siquiera el croar de Croagunk.
De pronto, ambos asintieron como si hubiesen llegado a un acuerdo mutuo leyéndose la mente y giraron la cabeza para dirigirse a sus conocidos. La decisión había sido tomada, y era unánime.
“Te encargas tú, Reggie” dijeron ambos en perfecta sincronía.
“¡Oigan!” protestó el hermano mayor de Paul enormemente ofendido. Todos los demás presentes estallaron en carcajadas.
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