Longfic- Oscilaciones — Main Phase

Extension largaLongfic
FranquiciaCrossover
GéneroDramaSuspenso
Resumen

I fucked my auntie

Advertencia
#1
 
Oscilaciones

Gracias por llegar hasta aquí y bienvenidos a mi último fanfic. Antes de empezar, quiero aclarar un par de cosas respecto al "crossover" en el título. Todos los personajes que aparecen en esta historia son originarios de Pokémon u OCs, y la acción se desarrolla por completo en el Mundo Pokémon. Sin embargo, hay conceptos originales o que pertenecen a otras franquicias que he decidido implementar. Si bien no hace falta contacto con ninguna de estas (ni saber demasiado de Pokémon) para entender la historia, si este planteamiento te disuade, te invito de la mejor manera a leer cualquier otro de los fanfics que tenemos en el foro; estoy seguro de que encontrarás algo que te guste. Hay muchos OC en este fanfic, si bien comparten protagonismo en igual medida con personajes del canon, si no son de tu agrado, again, puedes pasar de esto. Espera lo que puedes encontrar en cualquier otra historia escrita por mí: narrativa pretenciosa, demasiado foreshadowing, relaciones intrincadas y episodios somníferos que te harán preguntarte por qué no estás viviendo tu vida correctamente y sigues leyendo esto. Por último, y siento necesario recordarlo, al menos por la naturaleza de los primeros dos capítulos: esta historia no es un isekai.



Mostrar "Línea del Tiempo"



Las cosas son un poco (o un mucho) complicadas con Osci. Mejor dicho… es un desastre narrativo. E incluso esta línea del tiempo es algo complicada. Voy a tratar de hacerlo lo más claro posible pero no espero que lo sea del todo. Cause I'm such a moron.

Voy a ser sincero: nunca me interesó mucho en qué año situar esta historia. Pueden ser los 90s, los -5000, lo que sea. Lo importante son las distancias entre los eventos, y eso también era algo que tenía miedo a revelar. Porque cualquiera podría empezar a atar cabos y darse cuenta de cosas que no quería que se dieran cuenta todavía. Yes. Soy la clase de idiota que trata esto como una historia de misterio, se pone sad cuando nadie pilla sus oscurisimas pistas y aún así se esmera en no dar ninguna pista real. Realmente a estas alturas sólo puedo agradecerles por haberme tenido tanta paciencia hasta ahora y decir que me gustaría que me tuvieran un poco más, que admito, no merezco, pero que si pudieran encontrar en sus corazones, sé que recuperaré sus confianzas.

Así que vamos a hacerlo fácil. La historia empecé a publicarla el 11 de marzo del 2020. Vamos a tomar esa fecha y capítulo como referencia. También voy a escribir el orden de los capítulos de forma normal porque, vamos, ni siquiera yo uso los números irracionales.

Eso sí. En caso de que algún improbable lector recién llegado se interese en leer esto, advierto que el siguiente infodump está plagado de spoilers. 


5 de Abril de 980 A.C. : Yveltal y Uzu se conocen (capítulo 3).

25 de Octubre de 980 A.C. : Destrucción del Castillo de Lumiose

21 de Diciembre de 980 A.C. : Xerneas despierta de su sueño de 3000 años.

27 de Septiembre de 1906: Incendio en la Torre Latón.

3 de Enero de 1958: Fennel y la tripulación del AGS llegan a Ciudad Iris (Capitulo 10).

4 de Enero de 1958: Gran batalla en Ciudad Iris (capítulo 12).

30 de Abril de 1991: Sabrina desaparece de Ciudad Azafrán.

8 de Agosto de 1997: Petrel desaparece de Ciudad Verde.

20 de Junio de 2000: Seri conoce a Kartana y a Ho-Oh (capítulos 2  y 7). 

24 de Junio de 2000: Atem y Seri llegan al Lago de la Furia (capítulo 9).

27 de Febrero de 2007: Steven desaparece de Hoenn.

20 de Abril de Mayo del 2008: Catástrofe de Unova.

3 de Septiembre de 2014: Moon desaparece de Alola.

14 de Marzo de 2016: Masaru conoce a Sonia y empieza su viaje pokémon.

12 de Noviembre de 2016: se cancela la Copa de Campeones en la región de Galar.

16 de Noviembre de 2016: Marnie desaparece de Galar. 

11 de Marzo de 2020: Nace el Spinarak de Myu y estos viajan al Bosque Blanco (capítulo 1).

24 de Marzo de 2020: Myu vuelve a Ciudad Negra.

5 de Abril de 2020: Myu deja Ciudad Negra.

14 de Mayo de 2020: Cumpleaños de Masaru (capítulo 4).

15 de Mayo de 2020: Myu cuenta su historia a Masaru (capítulo 6).

16 de Mayo de 2020: Masaru y Myu se encuentran con Sonia (capítulo 8).

Índice:

Draw Phase
Escala 1: Una solitaria ciudad fantasma — Espejismo Mítico
Escala 2: Una Conclusión que no está dispuesta a aceptar — Corazón Herético
​​​​​Escala 3: Promesa a la Princesa Prisionera — El Eje del Tiempo
Escala 4: Una Victoria tan amarga como el Té Negro — La Tercera Pokéball
Escala 5: Una Muñeca Sombra de Mecanismo Antiguo — Sentimientos hacia el Futuro


Standby Phase
Escala 6: La Cruz que marca un lugar más allá del Tiempo — Evolución
​​​​​​
Escala 7: El Ala Clara de Siete Colores — La Sombra de Dios/Parte I

 Escala 8: Una Historia que oscila fuera de su Eje — Mandelbrot Set
Escala 9: Un Corazón que se niega a latir — Relevo de Alma
Escala X: El destino al que ninguno quiere llegar — Cielo sin Luna
Escala 11: La Hoja que Blande la Sabiduría — Retrato de un Hombre Invisible
Escala 12: Deicidio — El Último Fuego de Iris
​​​​


Main Phase
Escala 13: La Constelación Secreta de la Dimensión Diferente — Espiral del Tiempo
Escala 14: La Telaraña que conecta los Sueños con la realidad — Worst Party
Escala 15: Una posición para la que nunca estuvo a la altura — Sustitución
Escala 16: La Quimera de la Antítesis — Espiral en el Tiempo II
Escala 17: El Deseo de la Flor al otro lado del Espejo — Espiral del Tiempo III
[Imagen: wwf8CcC.jpg]
whoooooooooooooooooo
 0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0
Responder
#2
Escala 1: Una solitaria ciudad fantasma - Espejismo Mítico


 
 
 
11 de Marzo de 2020 
 
Un combate tan desigual que ni siquiera vale la pena narrarlo. A la gran boa esmeralda le bastó un soplo de su Lluevehojas para acabar con el pequeño cachorro que era su oponente. Sin embargo, el público respondió con el entusiasmo digno de un combate de la Conferencia. Después de todo, los encuentros en el Rascacielos Negro siempre han sido fugaces, y no todos los días un entrenador como él los honraba con su presencia.
 
«Growlithe ya no puede continuar, ¡Nate es el ganador!»

Era su sexta batalla del día, y la había terminado con la misma facilidad que todas las anteriores. De nada había importado que su oponente contara con ventaja de tipo contra Serperior; Nate siempre encontraba la forma de superar las adversidades. Veintiséis años cumplidos y ya era toda una leyenda; el entrenador más fuerte de Unova y una celebridad a donde quiera que fuese. Aún conservaba ese brillo de determinación en los ojos, esa expresión vivaz apenas oculta por su visera y toda la habilidad que le convirtió en campeón. Pudo ser un héroe años atrás, y si buscas por todo lo que queda de la región, no vas a encontrar un candidato más apto que él para el trabajo.

Sin embargo, esta no es una historia que necesite un héroe; y nuestro mundo (por suerte o por desgracia), no precisa ser salvado. Así que dejemos a Nate con sus asuntos y miremos alrededor por si encontramos algo digno de contarse.
 


Había sido su primera batalla del día, pero tanto Myu como su Growlithe habían tenido suficiente y ahora reponían fuerzas en la sala de descanso de su piso: un cuarto en el sótano que apestaba a moho, de sillones viejos y hundidos, una mesa a la que le quedaban tres patas y cuya cuarta había sido reemplazada por una caja, dos estanterías vacías y una nevera sin funcionar. Pese a todo, ni el humano ni el pokémon parecían incómodos en su sitio; los dos sentados en el sofá, uno leyendo un libro y el otro tratando de dormir.

—No te sientas mal, Gazy. Ese sujeto debe tener unos diez años de experiencia más que yo. Y ese Serperior debe pesar diez veces más que tú.

El pequeño can de fuego lo miró inclinando la cabeza, muy concentrado en sus palabras… o tal vez seguía aturdido por la sacudida de ese Lluevehojas. Myu se sentía culpable porque no lo había visto venir, y las reglas del Rascacielos Negro indicaban que ningún entrenador podía negarse a una batalla.

—Pero nada nos impide quedarnos aquí el resto de la tarde.

—Excepto el hecho de que, tú sabes, tienes trabajo.

Mito era una colega del Rascacielos Negro de Ciudad Negra. más o menos de su misma edad, pero ya dos pisos arriba del suyo. En un ambiente de nombres tan monocromáticos, ella había tenido a bien nacer con ojos rojos y cabello a juego que llevaba a la altura de los hombros, y como si no fuera suficiente, su indumentaria se componía principalmente del mismo color. A veces Myu se preguntaba si lo hacía a propósito o había sido idea de sus padres.

—Trabajo… es una forma muy amable de decir "ser apaleado por gente más fuerte". No, gracias. Gazy y yo tuvimos suficiente por hoy.

—Es él quien se lleva todo el castigo físico. Tú te limitas a dar malas órdenes. —Con un suspiro, su amiga se inclinó para levantar al pokémon del sofá  con ambas manos y mirarlo de cerca—. Está paralizado el pobre.

—Ese Serperior creyó que un Lluevehojas no sería suficiente, así que le lanzó un Deslumbrar primero para que no huyera. Pero hablemos de cosas más importantes. ¿Trajiste "eso"?

"Eso" era una pequeña mochila que Mito llevaba al hombro y dejó sobre la mesa desvencijada. De ella sacó un huevo de color verde con franjas negras.

—Gracias por cuidarlo mientras trabajo.

—O mientras huyes del trabajo —se quejó su colega—. Falta poco ya. Va a abrirse en un día o dos.

Por primera vez en el día, un brillo de emoción cruzó los ojos de Myu. Se levantó en un instante y sujetó el huevo cerca de la luz para verlo mejor.

—Tienes razón, será hoy o mañana.

—¿Qué especie es?

—Una sorpresa.

—A nadie le gustan tus sorpresas. —Fastidiada, se dejó caer en el sitio que Myu dejó libre y sintió un resorte de hierro picarle en el brazo—. No sé cómo puedes seguir aquí.

Tomó el libro que el chico había dejado abierto. Se trataba de una de esas novelas infantiles a las que últimamente se había aficionado. "P/F" decían dos grandes letras doradas en la portada.

—¿Te lo envió tu amigo de… ?

—Galar, sí. Es el último volumen. Recién salido de las tiendas.

—¿Por qué no sales por ahí y haces amigos de verdad?

—Él es de verdad. Que esté al otro lado del mundo no lo hace menos real.

—También te envió este huevo, ¿no? ¿Qué le diste tú a cambio?

—Le mandé un autógrafo del Líder del último piso. Creo que por allá son valiosos.

—¿Cómo conseguiste un autógrafo de Hugh?

—Más bien fue una orden de suspensión por dos semanas.

Mito se cubrió la frente con las manos. Ahora sabía por qué se había ausentado el mes pasado.

—Tienes que dejar esto.

—Es mi amigo y ya. No molesta a nadie.

—No eso… —extendió los brazos, señalando toda la habitación—. Esto. Llevas dos años aquí y no has ascendido del primer piso. Siempre te metes en problemas o faltas al trabajo y mira a Gazy: el pobre no está hecho para los combates.

El Growlithe se dejó caer en el suelo como una masa amorfa de tristeza que soltaba chispas. Myu hizo lo posible por volverlo a juntar con sus manos.

—Mira lo que hiciste: heriste sus sentimientos.

Sujetó a Gazy entre sus brazos mientras la miraba con reproche, un método infalible para hacerla sentir culpable.

—Solo digo que si no están bien aquí tal vez debas… no sé… buscar algo más. Vivimos en la ciudad más grande de Unova; seguro hay algo que puedas hacer mejor.

Tal vez podría hacerse escritor, le encantaba leer. Aunque sus gustos literarios fueran tan buenos como su talento con los pokémon.

—Admítelo: tú tienes envidia de mis grandes dotes de entrenador. Sabes que en cualquier momento te voy a superar.

Era imposible razonar con él. Y aún así, no dejaba de intentarlo.

—Haz lo que quieras, pero lleva a Gazy al Centro Pokémon. Y cuida ese huevo; ya empieza mi turno.
 


Había un Centro Pokémon en el primer piso del Rascacielos Negro. También había uno a pocas calles de distancia. Myu decidió ir al segundo.

—No creas en nada de lo que dijo, Gazy. Eres un chico muy especial.

El pequeño Growlithe ladró entre sus brazos mientras una chispa de electricidad recorría su lomo. Llegaron al Centro Pokémon, pero Myu siguió caminando. Entre más tardara en volver, menos tendría que combatir.

—No te enojes con ella, Gazy. Sólo quiere que hagamos nuestro trabajo.

Sabía que Mito era una buena chica, y sabía que le tenía algo de aprecio. No era su culpa, pero ¿desde cuándo las batallas pokémon eran trabajo? Pasarse todo el día peleando con los mismos retadores una y otra vez no le parecía particularmente emocionante; en especial si perdía.

—Mira a Nate, hasta él parecía aburrido.

Aunque Myu estaba seguro de que había una gran diferencia entre aburrirse en un sótano y aburrirse en una suite.

—¿Lo sabes, verdad? Antes las cosas no eran así.

—Woof —se quejó el Growlithe, consciente de lo que seguía. Myu lo cargó con un solo brazo mientras usaba el otro para sacar un libro de su mochila; se trataba de la novela que había estado leyendo.

—Antes los entrenadores salían a capturar sus propios pokémon y tenían batallas donde quisieran. Podías ir de ciudad en ciudad, recorrer bosques, cuevas… era todo muy diferente. Todo está en los libros.

Era un mundo diferente; una Unova diferente. ¿Qué había de malo en evadirse con esas historias, inventadas o no? Al menos en sus novelas los pokémon no eran un trabajo, sino una aventura. Estaba seguro de que Mito ni siquiera sabía qué significaba la palabra aventura.

—Este tomo fue el mejor. La protagonista está por capturar un pokémon gigante.

Gazy trató de decir algo, pero la parálisis lo aturdió cuando abrió el hocico.

—No hacemos daño a nadie, ¿verdad? Solo son fantasías. Sólo fueron tiempos mejores.

En su interior le gustaba pensar que eran más que eso. Le entretenía pensar que eran dimensiones diferentes, mundos paralelos en los que la vida era más emocionante y que ocurrían todos al mismo tiempo. El anterior volumen de "P/F" trataba justamente de eso.

—¿Qué otra cosa podemos hacer? Seguir haciendo nuestro trabajo. Por lo menos… —Se llevó una mano a la espalda y rozó el huevo con sus dedos—, ya no vas a estar tan solo.

Finalmente, se detuvo en el mirador de la ciudad. Alquiló un catalejo y empezó a otear a la distancia.

—¿Ves hacia allá, Gazy? Más allá del océano está la región de Galar…

El pokémon, por supuesto, no veía Galar. No podía ver gran cosa con los ojos cerrados; y aunque Myu tampoco veía otra cosa más que agua, prefería imaginar que ahí había algo.

Fue girando la cabeza lentamente, recorriendo la costa con su vista y más allá, cada vez más hacia la izquierda… hasta que logró vislumbrar las ruinas de una ciudad: los enormes edificios abandonados de lo que hace doce años había sido Ciudad Porcelana.

—"La ciudad más grande de Unova…" decías.
 
«Más bien la última ciudad en Unova».
 


Llegó al Centro Pokémon al anochecer. Estaba desierto, como de costumbre. Sólo quedaba la misma enfermera mal encarada detrás del mostrador y su Audino medio dormida de siempre.

—Ya cerramos —le dijo a Myu antes de que terminara de cruzar la puerta. Éste revisó la hora en el reloj de la pared.

—Aún hay tiempo.

—Pero yo me voy temprano.

—No puede hacer eso. Si hay un pokémon herido…

—El único lugar donde los pokémon se lastiman es el Rascacielos Negro, y allá tienen su propio centro. Eres el único rarito que viene para acá todos los días a quitarnos el tiempo. —Miró al growlithe con creciente desagrado—. Esa cosa no está hecha para pelear. Deja de torturarlo y dalo en adopción o algo.

Cuando Mito lo regañaba, podía aceptarlo. Pero ser insultado por esa mujer era una historia diferente.

—A usted le pagan por atender a los pokémon heridos. Mi pokémon está herido. Eso es todo.

—Pues espera a que llegue mi compañera del turno nocturno o vuelve a esa horrible torre —espetó mientras se ponía su abrigo y devolvía a la Audino a su pokéball—. No es asunto mío.

Apagó los equipos y salió por la puerta de atrás, dejando a Gazy paralizado y a Myu con una maldición entre los dientes.

—Algún día le diré todo lo que se merece, te lo prometo.

Sabía que no lo haría, así como sabía que no debió esperar hasta la noche. Sólo se dejó caer en una silla de la sala de espera con Gazy a su derecha y la mochila con el huevo a la izquierda.

—Sólo son… dos o tres horas. Podemos esperar.

Pasó una mano por el pelaje lleno de estática del Growlithe. No importaba lo que otros dijeran, a Gazy le encantaban los combates. Se tropezaba con sus propias patas y en una ocasión se quemó los bigotes con sus propias ascuas, pero saltaba de un lado a otro con alegría por la sola mención de un combate. Nunca mejoraba, y aún si lo hiciera, nunca llegaría más allá del tercer o cuarto piso; pero se aferraba firmemente a sus sueños. Myu lo comprendía porque se sentía exactamente igual, y aunque no soportaba su trabajo en el Rascacielos Negro, saber que Gazy se lo pasaba bien le ayudaba a sobrellevarlo.

—De verdad… nadie viene por acá.

Ya era bastante raro ver pokémon en Ciudad Negra, y los centros de atención médica para ellos caían rápidamente en desuso. Los combates eran una cosa, pero fuera de ellos, los pokémon no ocupaban un espacio muy grande.

—¿A dónde se fueron todos, Gazy? ¿Por qué nos dejaron atrás?

Comparado con los mundos de esos libros, su día a día parecía un espejismo; una ilusión de mala calidad que en realidad no estaba sucediendo. Cualquier lugar sería mejor. Ciudad Negra no era el mundo; podía viajar, tal vez a Galar…

«¿Con qué dinero? ¿Con la cuarentena? ¿Con qué barco?»

—Lo mismo me vale soñar ser más alto.

El tenue ruido de un crujido lo sacó de sus cavilaciones. El huevo pokémon empezaba a agitarse.

—¡Por fin!

Incluso Gazy se levantó, olvidando por un momento que estaba paralizado, y se acercó a ver atentamente cómo pequeñas grietas aparecían en la superficie del huevo. Un pedazo de cascarón verde salió volando para liberar una larga y delgada pata amarilla y negra. Myu contuvo el aliento mientras el resto del huevo se hacía pedazos y dejaba a la vista una pequeña araña de piel verde y colmillos rojos. Las manchas en su espalda tenían la apariencia de una sonrisa.

—Es un Spinarak, Gazy. Ya sabes como el de quién.

Emocionado, lo levantó y empezó a darle vueltas en el aire. La araña le mordió la mano, pero no le importó.

—Nos vamos al Centro Pokémon del Rascacielos Negro. Mito tiene que ver esto.

Recogió sus cosas, levantó a Gazy con una mano y al Spinarak con la otra y salió de nuevo a la ciudad. Una ráfaga de aire lo golpeó de lleno en el exterior, y una hoja de árbol se atoró en su cabello.

—¿Y ahora qué…?

Se talló los ojos y dio un vistazo a su alrededor. Volvió a tallarlos y volvió a mirar, y sólo para estar seguro, lo hizo una tercera vez.

El Spinarak se agitaba en su brazo. Gazy ocultó la cara contra su camisa.

—¿Dónde…? ¿Cuánto…?

La ciudad había desaparecido. Todo lo que veía a su alrededor eran arbustos y árboles. Un solitario bosque oscuro.

—¿Qué está pasando aquí?

Volvió al Centro Pokémon y gritó por ayuda, pero seguía tan vacío como lo dejó. Una sensación de alarma le subía por el cuello para impedirle respirar. Salió de nuevo y empezó a correr, llamando a voces a Mito, a cualquiera que pudiera escucharlo. Pero ni un alma había ahí.

Y cuando finalmente sus piernas se rindieron y cayó de rodillas en la hierba, lo vio: ese imponente árbol de un blanco espectral que parecía alcanzar los cielos. Un espectro sacado de una pesadilla que ocupaba el espacio de su hogar.
[Imagen: wwf8CcC.jpg]
whoooooooooooooooooo
 0  0  0  0  0  0  0  0  1  0  0  0  0
Responder
#3
Oh sí, esto me gustó bastante.

Tengo que reconocer que, de entre todos los demás, posiblemente los de 5ta Gen sean los juegos de los que tengo recuerdos más confusos, tal vez por haber jugado el White en japonés el mismo día que lo sacaron en Japón, o porque nunca completé al 100% sus secuelas. Así que estaba medio verde mientras leía todo el asunto del rascacielos negro (¿se volvía ahí Hugh la máxima figura a vencer o alguna especie de autoridad? Me sonaba que ese lugar lo ocupaba el nieto de Mirto, qué sé yo).

De todas formas nada de eso condicionó el placer que fue para mí ir descubriendo por dónde iban los tiros, al menos en primerísima instancia, porque después le das una vueltita más de rosca, y estoy seguro de que seguirás haciéndolo conforme avancen los capítulos.

La estructura de la torre se volvió un odioso trabajo donde estás condenado a luchar ad infinitum con un pokémon débil solo para que los mismos experimentados de mierda te pasen por arriba una y otra vez. Fucking cool. Me gusta que el paria deba vivir en su sótano y que hasta la amorosa enfermera Joy lo desprecie como tal. Aún así, el tipo es un idiota por haber esperado a último momento para atender al Growlithe.

Btw, mi personaje favorito hasta ahora es Gazy, me parece adorable que sea un idiota enamorado de la noción de ser un pokémon "hecho para pelear", aunque la región y sus costumbres hayan cambiado radicalmente. Y me partió el alma que se la pasó todo el capítulo paralizado y cagado a trompadas pero con una sonrisa y sacando la lengua. Besto puppy.

La dualidad de mundos puede dar bastante jugo, y aunque apuesto a que serán dimensiones paralelas, también cabe la posibilidad de que coexistan esos dos planos en la misma realidad pero en lugares distintos, y que Myu se halla teletransportado de alguna forma (spoiler Spinarak es Mew en realidad) (?).

Eso sí: Myu me parece nombre de niña mientras que Mito parece de niño. Puntos por eso.

Lo único que retocaría un poco es puramente estético, ni siquiera me atrevería a decir que son cuestiones ortográficas ni gramaticales. Pero sí algún punto puesto antes de guiones de diálogo, o signos de interrogación inconclusos, o el temita de los pokémon escritos en minúsculas (ya me acostumbraré a eso, entiendo que es una decisión literaria), tonterías.

Mi cuerpo pide Galar, pero mi corazón siente mucha intriga por saber si en ese bello bosque blanco Myu se encontrará con versiones alternativas de todos.

Veremos...
[Imagen: Cn0vsbG.png]
 0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0
Responder
#4
[Imagen: l1Mexwv.png]
Best Friends
 0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0
Responder
#5
[Imagen: rrYl76h.jpg]
 
 
[Imagen: vS2axv2.png]
 
Érase una vez un grupo de extraños destinado a salvar el mundo.
 0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0
Responder
#6
Así que de alguna u otra forma Myu fue transportado al bosque Blanco, quiero creer; creo que eso también podría relacionarse con el título "Oscilaciones", ya veremos, de todas formas. 

Bueno, me gusta. En principio al ser basado en la quinta generación lo hace más ameno para mi entender; aún recuerdo las interminables horas en el Rascacielos solo para conseguir un dragoncito Shiny y presumir a tus pokes nivel ochenta o más. Creo que esa sería exactamente la sensación que los demás entrenadores de allí habrían sentido si un entrenador de tal talla hubiera llegado solo para hacerles quedar en ridículo, llegado a un punto el juego realmente se tornaba aburrido, tal como Myu describe la actitud de Nate.

Ahondando aún más en la trama, al parecer esta corresponde a un escenario "post-guerra/catástrofe" donde el único remanente de aquel mundo es ciudad Negra. Lo que más me llamó la atención de esto fue lo de "5 de Abril del 3 A.C."; ¿acaso la historia está de alguna forma relacionada con el mundo real? De referirse, claro, al año tres antes de Cristo. Me parece curioso cuanto menos; al principió creí que Myu estaba añorando los tiempos históricos de la antigua Teselia, pero en realidad esa antigua Teselia es la de los videojuegos y el está estancado más en el futuro, donde parece ser que la movida del rascacielos es mucho más importante y al parecer una de las pocas formas en las cuales se puede liberar combates en la región.

Igual, esto me confunde un poco. Si Nate y Matís todavía están aquí, muy en el futuro no hubieron de parar; sin embargo (o al menos a mí entender), Myu parece añorar los tiempos donde aquellas ciudades que ya no están, existían, y librar batallas pokémon resultaba más sencillo y entretenido, y habla de ello como si hubiese pasado siglos atrás... digo, para estar en un libro... A lo mejor me estoy yendo por las ramas.

Bien, es muy difícil entender las intenciones de la historia solo con el primer capítulo; pero hasta ahora, ¿preguntas? ¡uf!, tengo hartas, y eso es buena señal. Algo raro hubo de suceder allí de seguro, algo demasiado complejo que con esperanzas será aclarado conforme avance la historia. Lo del huevo eclosionado me causa intriga ¿acaso el bicho tiene algo que ver con lo sucedido al final? Lo dudo... pero también dudo que sea solo un adorno...

Galar parece ser el centro de atención, glamour, buena vida, y tecnología que antes Teselia solía ser, al parecer. Growlithe es muy mono, lástima que tantos lo traten como la misma inutilidad encarnada, hasta me dan ganas de insultarlo solo porque sí, para sumarme a la nueva moda. Insultar a Growlithe... ¡hasta debería ser el meme de esta historia!

"El growlithe se dejó caer en el suelo como una masa amorfa de tristeza que soltaba chispas. Myu hizo lo posible por volverlo a juntar con sus manos"

No hubo en la historia palabras mejores dichas.

Ya, ver a la enfermera Joy, tan mona ella, hasta en el nombre, actuar como la típica empleada de los edificios municipales, que te hablan y hasta te contagian ese poco propósito en la vida y te duermen el cerebro con su voz. Pobre Joy, seguro todo este escenario post-tragedia la dejó un poco vulnerable, y falta de vida. Todos la queremos igual.

Bueno, creo que esta noche me la pasaré dándole una y otra vez vueltas a las mismas preguntas. Ahora que por fín agarro un fic desde el primer capítulo, estoy ansiosa de saber como se irá desenrollando toda esta traína de hechos.

¡Un gustazo!
[Imagen: hTb8bqQ.png]
 0  0  1  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0
Responder
#7
Mostrar Yow
@Tommy yay, logré que leyeras uno de mis fanfics. Respecto a lo que preguntas, no, Hugh vuelve a casa y hace su vida normal en BW2 (ni siquiera enfrenta a la E4 como otros rivales), pero hay una razón de por qué está ahí, lo prometo.

Y sobre lo otro: 
- Gracias por señalar lo del signo de interrogación. Ya está arreglado.
- Culpa a la Rae. Ellos decidieron que se usa el punto antes del guión y se empieza la acotación en mayúscula si esta no empieza con un verbo de habla.
- Kind of. En la pelea por las caps, estoy del bando que usa las especies como nombres comunes.
P.D: Es un spinarak porque los joltik no son raros en Unova. 

@Nemuresu como dice Saku, último también puede significar el más reciente. Igual pienso terminar este, Doble o Nada y el isepoke eventualmente.

@PKMNfanSakura Kind of. Cuando juego poke está esa parte de mí pensando en cómo se sentirán esos npcs. Digamos que algo que quería tratar con esta historia era reflejar situaciones, digamos, cotidianas, en el Mundo Pokémon. Por eso el Rascacielos Negro es tan uncool.

@Donna El fanfic como tal estaría ambientado doce años en el futuro con respecto a lo que debería ser BW2, pero los eventos difieren. Eventualmente pienso llegar a eso.

Muchas gracias por leer el coso este. Espero que les siga gustando.

 
Escala 2: Una conclusión que no está dispuesta a aceptar - Corazón Herético

 
 
20 de Junio de 2000
Seri siempre fue una persona conflictiva. Cuando le dijeron que era demasiado joven para ser entrenadora a los once años, su respuesta fue: "No" y huyó de casa. Cuando le dijeron que nadie podía escalar el Monte Plateado, dijo: "No" y se infiltró de noche en la caseta de verificación, evadiendo a los guardias. Su padre a menudo bromeaba diciendo que su primera palabra fue: "No", y le había gustado tanto que no dejaba de repetirla. Es cierto que no le dieron su licencia de entrenadora sino hasta los trece (dos años antes de lo estipulado) y que no subió a más de cien metros en el Monte Plateado antes de tener que bajar de vuelta cuando un Tyranitar que trató de capturar resultó ser demasiado fuerte para ella; había hecho de su vida un desafío constante por probar que tenía la razón o, más a menudo, que tenía derecho a equivocarse rompiendo las reglas.

Y cuando le dijeron que estaba muriendo, su respuesta fue la misma que daba a todos los demás problemas: "No". Pausó su recorrido en busca de las medallas y partió en busca de lo desconocido.

Los bosques de la región eran peligrosos, pero contaba con la ayuda de sus pokémon. Su acompañante principal era Ariados: un pokémon nocturno que había capturado poco antes cuando aún era un Spinarak. Al igual que a ella, le quedaba poco tiempo; los pokémon bicho no vivían mucho de todas formas. Pero era fuerte, aprendía rápido y podía defenderla en la oscuridad.

—¿Y quién lo decidió? ¿Por qué no podemos hacer lo mismo que todos los demás?

Lo sabía. Reunir las tres medallas restantes iba a tomarle meses. Después estaba el torneo de la conferencia, el desafío al Alto Mando y al campeón, y luego capturar a todos los pokémon y hacer lo mismo en otra región… ella no tenía tanto tiempo para lograr todo eso; los doctores se lo habían dicho y Ariados probablemente estaría muerto en unos pocos meses, antes siquiera de ver la conferencia de la Liga.

—Nuestros cuerpos no están hechos para esto —dijo a su Ariados mientras atravesaban el bosque— Pero eso no significa que tengamos que rendirnos. Siempre, SIEMPRE hay algo que podemos hacer, ¿no crees?

Ariados, estoico, no dijo una sola palabra. Su silencio transmitía su determinación.

Ya anochecía cuando llegaron a su destino. Seri contuvo el aliento mientras pasaba bajo el enorme arco de madera que antaño señalaba la entrada a la ciudad. El pavimento de las calles se había levantado aquí y allá, cediendo paso a hierba oscura que luchaba por salir a la superficie. Las casas, de estilo tradicional, habían sufrido mucho más por el paso del tiempo; ninguna se hallaba completa, y solo las más afortunadas conservaban sus tejados de láminas semiderruidas, mientras que otras consistían en una o dos paredes. La construcción más entera era el Centro Pokémon, que sólo lucía abandonado y vandalizado con sus vidrios rotos pero paredes intactas. Donde debía estar el Market, sin embargo, sólo encontraron escombros.

—Vamos —suspiró, y su voz se propagó como un eco ominoso. Incluso Ariados se movía con aprehensión; esperando alerta a un enemigo en la oscuridad.

Ni siquiera el viento se atrevía a soplar. Todo parecía envuelto en una calma solemne, casi imperativa. Como si estuviera prohibido perturbar la paz de la muerte. Pero era la muerte lo que Seri temía y deseaba combatir.

Se adentraron más y más, hasta el corazón de la ciudad en ruinas. Las paredes a medio caer de un monumento se abrían como una flor. Bajo una gruesa máscara de cenizas se adivinaba el tenue brillo plateado que tuvo alguna vez. Seri dejó que sus labios se curvaran en una sonrisa; una expresión que no se permitía desde hacía mucho, y bajó acompañada de Ariados al interior del templo. Había tres estatuas fundidas e irreconocibles en el piso inferior; una especie de sótano de piedra lleno de restos de madera quemada y podrida. Pero eso era justo lo que buscaban. Justo lo que necesitaban.

—Ahora —se dijo—, viene el ritual.

Tomó una pokéball de su bolsillo y la arrojó, liberando un zorro amarillo de brillante pelaje erizado.

—Jolteon.

Voló una segunda ball. Esta vez emergió un anfibio bípedo de suave piel azul y un remolino en su vientre.

—Poliwhirl.

Tomó la tercera. La sostuvo entre sus dedos antes de lanzarla.

—El agua. El rayo. Y ahora…

—Ya basta por ahora.

Su corazón se detuvo por un momento. No esperaba encontrar a alguien más en aquel cementerio del pasado. Volvió la vista para encontrarse con la, hasta entonces, más extraña aparición que había visto en su vida.

Parecía estar hecho de papel, como los amuletos para la buena suerte que había visto en templos a lo largo de la región. Un papel blanco y anaranjado doblado varias veces hasta asemejarse a una figura humana, muy vagamente. Tenía piernas puntiagudas y cortas, brazos largos, pero cruzados en torno al pecho; una cabeza plana con una abertura en forma de rombo que podía ser un ojo, o su boca; Seri no lo sabía. Caminaba muy lentamente, como si le costara mantenerse en pie. Lo juzgó por un largo momento, mirando de arriba a abajo a la criatura. Tal vez era peligroso, tal vez podía vencerlo. Pero al menos trataría de resolver las cosas en paz primero.

—¿Tú proteges este templo?

—Esto no es un templo —replicó en un tono monótono, aburrido y (a su parecer), un poco triste—, pero en lo demás tienes razón.

—Oí que acá vive un pokémon legendario, el gran…

—Escuchaste bien —la interrumpió, como tratando de proteger aquel nombre de ser mencionado—, pero te dijeron mal. Como puedes ver, nadie vive aquí.

—¿Ni tú? —preguntó con ironía.

—Ni yo —respondió ajeno a su sarcasmo, lo que le provocó otra sonrisa.

—Pues según la leyenda, el pokémon no vive acá desde hace un montón, pero puede ser invocado por medio de un ritual.

Por respuesta, el ente de papel giró su cabeza en dirección a Jolteon y Poliwhirl, y después negó con decepción.

—Así que tú también quieres realizar ese ritual… me temo que no puedo dejarte. Y antes de que llames a tu tercer pokémon, voy a detenerte aquí y ahora.

Extendió uno de sus largos brazos y apuntó en dirección a ella. Seri respondió en la forma en que solía hacerlo.

—No.

Chasqueó los dedos, y sus dos pokémon entraron en alerta.

—¡Jolteon, Voltiocambio!

Con un aullido, se convirtió en una corriente relampagueante que atravesó las ruinas en zigzag e iluminaba todo a su paso. Desconocía el tipo de su oponente, pero Jolteon serviría para hacerse una idea de su resistencia, o al menos eso creía. Sin alterar su postura en lo más mínimo, el extraño ente de papel bajo su brazo generando una profunda fisura en el suelo que Jolteon evadió en el último instante.

—¡Es rápido! —se quejó, pero Seri aún tenía un plan.

—¡Hidrobomba!

A su orden, Poliwhirl infló los carrillos y expulsó un poderoso torrente de agua en dirección al enemigo que este cortó con suma facilidad.

—¡Rayo! ¡Rayo Hielo!

Ambos atacaron a la vez, y esta vez se dedicó a esquivar, dejándose llevar por las tenues corrientes de aire que los pokémon provocaban.

—Ese cabello dorado —reprochó—, esos ojos malva… hasta tus ropas son similares a las suyas. Eres igual a él.

Su oponente se cansó de defenderse y cuando pasó a la ofensiva, la batalla terminó: Elevó su brazo derecho a la altura de su hombro, dejando una imagen espectral a su paso; y un instante después, tres enormes haces de luz revelaron al mismo tiempo tres impactos simultáneos en tres objetivos diferentes.

El primero en caer fue Jolteon. Después, Poliwhirl. Sólo entonces sintió un largo corte atravesar su pecho. Luego su conciencia se desvaneció.
 


Por alguna razón, no estaba herida. Aquél pokémon (porque estaba segura de que era un pokémon) la había atravesado de lleno con esas hojas capaces de cortar el suelo y desviar hidrobombas, pero ella había salido sin un solo rasguño.

—Debería estar muerta —se dijo—, pero no lo estoy. Esa cosa me mató. Las personas mueren cuando son asesinadas, pero yo estoy viva… ¿por qué?

Volvió la vista hacia Ariados, quien la miraba con cierta condescendencia.

—Tienes razón. No es momento para preguntas estúpidas. Es lo malo de las experiencias cercanas a la muerte.

Se sacudió el polvo de las rodillas, alisó su falda y empezó a elaborar su próximo plan. Era poderoso, demasiado para ella, pero eso no significaba que no pudiera burlarlo de un modo u otro.

—Creo que tengo una idea…
 



Lo vigiló por días y noches para aprenderse sus patrones de conducta. Siempre hacía guardia, tanto de día como de noche, a veces sobre una piedra o sobre la hierba. No dormía, no comía y no hacía otra cosa que deambular por el terreno para ahuyentar a cualquier visitante, como ella. Lo mismo podía ser una máquina que un pokémon.

Su primer plan consistió en utilizar la Hipnosis de Poliwhirl para dormirlo y pasar a través de su guardia. Por desgracia, la precisión del anfibio distaba mucho de ser brillante y tampoco era realmente sutil, por lo que el espadachín lo encontraba y neutralizaba con un ataque antes de empezar a sentir los efectos. Su segundo plan consistió en dejar que Ariados cubriera el campo de Púas Tóxicas para impedirle el paso o que cayera intoxicado cuando tratara de detenerlos; pero el pokémon caminó por encima de ellos sin inmutarse y fue Seri quién tuvo que retirarse cuando una de esas púas atravesó su zapatilla y pasó los próximos dos días luchando contra el envenenamiento. Cuando empezó a quedarse sin opciones, pensó en sobornarlo, pero dejando de lado la cuestión de que no tenía demasiado dinero para empezar; tampoco sabía para qué podría usarlo un pokémon que, aparentemente, ni siquiera respiraba.


—Ya basta —dijo cuando tuvo suficiente, agitando un Pañuelo Blanco atado a la rama de un árbol en señal de rendición.

—¿Qué significa eso? —preguntó el pokémon de papel cuando la vio acercarse.

—Significa que tú ganas. Me rindo.

—Tu anterior mensaje tenía símbolos extraños…

—Eso era una carta de amenaza —suspiró—. Decía que yo y mis cinco mil subordinados íbamos a invadir tu territorio si no te rendías y nos dejabas pasar.

—Eso significa que las figuras humanas hechas con ramas de árboles detrás de los arbustos eran…

—Eran mis falsos subordinados.—Había sido derrotada por un pokémon que no sabía leer. Hasta Jolteon sabía leer—. Pero ya tuve suficiente. Hoy solo vengo a platicar contigo.

—¿Quieres convencerme?

—No. —Se encogió de hombros—. Quiero escucharte lo que tienes que decir. Tampoco te creas que vine con las manos vacías. —Alzó una botella de aquel licor de arroz que fue tan popular en la región años atrás. Su tolerancia al alcohol era nula dada su condición, pero esperaba que aquel pokémon tampoco soportara mucho.

Extendió una manta entre los dos y se sentaron frente a frente. Puso la botella en el centro y sirvió en dos pequeños vasos. Rozó el suyo con los labios, mientras que el pokémon lo levantó torpemente con sus dos manos y bebió de golpe por la abertura en forma de cruz de su cara.

—Así que es tu boca…

—¿Qué?

—No, nada —carraspeó—. Mi nombre es Seri. Vengo de Ciudad Azulona y tengo catorce años. ¿Quién eres tú?

—Kartana. No mido mi tiempo en años y no voy a ningún lugar.

Al menos tenía un nombre. O quizás era el de su especie.

—¿Para qué proteges este templo?

—Porque nadie debería venir. En el pasado fue un lugar de oración, pero eventualmente tu gente trató de despertar al pokémon legendario para sus propios fines.

—¿Entonces, de verdad está aquí?

—No.

—Mientes —le sonrió.

—¿Por qué lo buscas, Seri de Azulona?

—Si te digo, ¿me dejarás verlo?

—No.

—Pues no te digo. —Hizo una pausa y llenó de nuevo el vaso de Kartana—. ¿El pokémon legendario te pide que lo cuides?

—El pokémon legendario ni siquiera está aquí.

—Ya sé. Para eso es el ritual.

—Ese ritual no debe llevarse a cabo.

—Si realizo el ritual, ¿el pokémon legendario vendrá?

Kartana permaneció en silencio por un largo minuto. Seri finalmente empezaba a romper su persistencia. Bebió el segundo vaso con la misma rapidez que el primero.

—Nada bueno saldrá de ese ritual.

—Si lo intento de nuevo, ¿vas a detenerme?

—Sí.

—Está bien.

—¿No temes por tu vida?

—No te temo a ti. —Señaló con una mano su propio pecho—. Ni un rasguño. Mis pokémon y yo hemos tratado de entrar todo el mes a este templo, y siempre nos detienes sin hacernos daño. Me sé ese movimiento: se llama Falsotortazo. Sólo lo usan los pokémon cuando no quieren lastimar a su oponente. Creo que eres buenito. Creo que de verdad quieres lo mejor para el pokémon legendario.

—Y aún así insistes en pasar…

—Es que yo no voy a hacerle daño. Yo también soy buenita.

El vaso volvió a llenarse.

—¿Dices que no quieres al pokémon legendario por razones egoístas?

—No, no. Nuestras razones son muy egoístas. Mías y de Ariados. —Tomó una pokéball de su bolsillo y liberó al arácnido para abrazarlo después—. Pero sólo queremos su ayuda por un ratito. Menos de una hora tal vez.

El vaso volvió a vaciarse. Kartana se tomó su tiempo en responder.

—¿Qué es lo que buscas?

—Quiero tener aventuras. Muchas. Hay un montón de cosas que quiero hacer y descubrir. Quiero ser campeona. Mejor que nadie más.

—¿Para eso quieres al pokémon legendario? ¿Por su poder?

—No me estás entendiendo —suspiró, llenó el vaso por última vez; agotando el contenido de la botella, y se lo ofreció al ente guardián—. No quiero capturar al pokémon legendario, sólo quiero su ayuda.

—¿Para qué?

—Tengo un problema. —Se llevó una mano al pecho—. Una parte de mí no está funcionando bien. Es una enfermedad peligrosa que hace que mi cuerpo haga más de lo normal. Esa cosa me está matando. ¿Sabes? En Ciudad Azafrán tienen un hospital increíble. Se llevaron todo nuestro dinero, me hicieron exámenes, me dieron medicinas; me conectaron a una máquina por varias semanas y yo no entendía nada de nada. Dicen que tienen la mejor tecnología y que pueden curar lo que sea. Que yo era prometedora y que tenía esperanzas. Que me iban a curar.

»Después me dijeron que tenía mucha suerte, que la ciencia médica ha avanzado mucho en los últimos años. Que personas en mi situación, con los cuidados correctos y si no descuidan su salud, pueden vivir hasta otros quince años. Solo tengo que tomar las medicinas y pasar un tiempo en el hospital todas las semanas. No hacer cosas peligrosas ni nada… mira qué bien, ¿no crees? Que te digan que ya viviste la mitad de tu vida. Que no podrás hacer nada de lo que siempre soñaste. Que se te acabó el tiempo porque sí. Que así son las cosas y debes dar las gracias por morir lento y no rápido. ¿Qué haces tú?

Puso una mano sobre la cabeza de Ariados.

—Él es diferente a mis otros pokémon. Jolteon puede vivir otros veinte años. Poliwhirl, tal vez treinta. Pero Ariados solo tiene semanas; a lo mejor un mes. Viajamos todos juntos por la región porque teníamos un sueño en común, y luchamos juntos todo el camino hasta acá. Pero él no va a estar ahí cuando suceda. Su tiempo de vida es más corto que el de nosotros, hasta que el mío.

»No es justo, ¿no crees? No es justo para nada. Yo no soy una enferma nada más. Soy una entrenadora pokémon y resuelvo las cosas como tal.

—El pokémon legendario…

—En el pasado, él revivió a tres pokémon y les dio vida eterna. Yo no pido tanto. Solo quiero que nos cure y nos dé un poco más de tiempo. Si pudo hacerlo antes, puede hacerlo de nuevo.

Kartana la miró a los ojos, y ella miró a la cruz en mitad de su cara de papel.

—La respuesta sigue siendo no.

Los labios de Seri se curvaron hacia arriba. Parecía una sonrisa, pero no transmitía nada similar a la alegría. Emitía rabia y dolor.

—Tú no decides eso.

Como si hubiera recibido una orden, Ariados disparó una red de seda púrpura de sus mandíbulas que atrapó a un descuidado Kartana.

—Hilo Venenoso. Cuando pisaste las púas tóxicas de Ariados, no sufriste daño ni las absorbiste. Así descubrí que eres un tipo acero.

Tomó la botella casi vacía con una mano y vertió su contenido sobre la manta.

—Junté polvo de somnífero de los butterfree del bosque con el licor. Ya deberías estar dormido… a menos que seas inmune. Como si fueras un tipo planta. Mis planes salieron mal, pero aprendí mucho sobre ti.

—¿Y qué con ello? —prosiguió en su tono lacónico.

—Que te puedo ganar. No quería llegar a esto, pero si sigues diciendo "No", voy a empezar a decirlo yo también. —Llevó una mano a su bolsillo y tomó una pokéball; la más vieja de su equipo. La rozó con sus dedos y la lanzó al aire.

—Charizard, Lanzallamas.
[Imagen: wwf8CcC.jpg]
whoooooooooooooooooo
 0  0  0  0  0  1  0  0  0  1  0  0  0
Responder
#8
Me uno al crew de que espero que este no sea en verdad el "último" fanfic. Porque esto es demasiado bueno.
Me leí el primer cap y esperaba que para el segundo se diera continuidad al extraño acontecimiento de Myu (eso de aparecer en el White Forest, also, porque su nombre suena bastante similar a Mew?) pero al parecer se nos introduce a otro nuevo personaje, Seri, que se ve mucho más avispada que el otro muchacho.

Aun no sabría decir como ambos se conectan, pero seguro eso lo veremos más adelante, están en casi dos polos opuestos del mundo y con acontecimientos muy diferentes el uno del otro; no tengo mucho más que comentar, pues la verdad solo queda esperar a ver como se va desenvolviendo todo y que el fic tenga una resolución (?).

Ganbare, Kiwi!
[Imagen: EoTbvLf.png]
[Imagen: rdHpyS1.png]
 0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0
Responder
#9
La puta madre, mi idea era leer todo hoy y comentar todo mañana, pero fue un grave error dejar para lo último justamente... esto. ¿Qué carajo es esto? Es increíble. No me siento mindfuckeado como esperaba por tus advertencias (¿tal vez eso llegue más tarde?), sino que siento que estoy leyendo un puñado de one-shots perfectos que eventualmente se entrelazarán de algún modo. ¿Tal vez sean los hilos de la araña los que crucen las historias?

La forma en la que tratás la mortalidad y la mitología en este segundo capítulo es superlativa. El ritual para llamar a Ho-Oh, la noción de que la chica guarda algún parentesco (o no) con Morty, la personalidad de Kartana. Joder, la escena de la chica compartiendo unos tragos de sake con el origami es jodidamente genial, y no me extrañaría que hayas construido todo este maravilloso escrito a partir de ese concepto. Es buenísimo. 

Necesito que todos estos personajes se junten y tengan aventuras re re re felices y... Bueno, tal vez no tan felices. Ni tan aventuras. Ni tan unidos. Tal vez todos se terminen matando entre ellos. O divago.

La construcción de Seri es hermosa, con un par de pinceladas y una claridad envidiable la armás de pies a cabeza y la volvés no solo interesante, sino indispensable. Me angustia pensar que capaz no lea más de ella, si es que seguís haciendo episodios pseudo autoconclusivos y dejando cabos sueltos presentando nuevos personajes y situaciones excelentes. No me molestaría eso, pero quiero saber qué hay más allá del viejo Centro Pokémon en el Bosque Blanco, y qué hay más allá del fuego de Charizard incinerando al ultra ente. ¿Llamará todo eso la atención de Ho-Oh para visitar a la chica enferma? ¿Será el ave una criatura noble y bondadosa que escuchará su plegaria y le concederá un poco más de tiempo? No estoy seguro de ello.

Nitpicksito: Quiero escucharte lo que tienes que decir. <-- Capaz me cierra más la frase "Quiero escuchar lo que tienes que decir", pero eh.
[Imagen: Cn0vsbG.png]
 0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0
Responder
#10
Oh... My... God.

Empezaste en Johto así que empezaste bien. Tbh todo lo que quería decir lo ha dicho Tommy de una manera muy clara, qué envidia me dan las personas que se expresan tan bien. Voy a hacer copy paste.

Okno.

Tenemos a un nuevo character: Seri. Con eso del "No" me recordó a mi hermana, ya pensé que iba a ser la típica cabezona pero, oye, esa parte de su personalidad me ha acabado gustando. Y mucho. No tenemos que dejar que nos pongan límites, si nosotros no investigamos no sabremos realmente hasta dónde podremos llegar. Y que use esa misma determinación para afrontar su destino... Oye, que me ha gustado mucho esta chica, espero que podamos ver más de ella en futuros capítulos.

(Se hintea que puede tener cierto parecido con Morti... Si eso es verdad me muero).

Hablando de morir, me gustó ya no solo cómo trataste el tema de la muerte, sino que lo trataras en sí. Sí, no es justo que de repente te digan que por x enfermedad te queda menos de lo que te tendría que quedar, tengo suerte de estar sana pero es algo que no he podido evitar pensar varias veces. Te toca porque sí, por azar, porque ya está. La impotencia, rabia e incomprensión deben ser horribles, no sé si acabará llamando al legendario, y no sé si en el caso de que así sea le concederá lo que quiere, pero espero que le dé tiempo a hacer lo que quiere antes de que le llegue su hora.

(Creo que nadie lo ha dicho pero ¿el ariados de Seri y el spinarak de Myu pueden estar conectados de alguna manera?)

Muy interesante Kiwi, a ver cómo avanza la historia.
[Imagen: rrYl76h.jpg]
 
 
[Imagen: vS2axv2.png]
 
Érase una vez un grupo de extraños destinado a salvar el mundo.
 0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0
Responder
#11
My my, con que historias en distintos sitios hechas para cruzarse en un final. Interesante.

Esta Seri, aunque comprendo sus motivos, no me termina por agradar por su crueldad pese a que solo desea más tiempo de vida. Y su Ariados, al menos por ese siento un poco de lástima. Y debo admitir, la forma en que le diste transfondo me hace recordar a cierto comic sobre los pokémon insecto (I hate bug types). No sé si fue intencional o no, pero me da un enorme aire de familiaridad.

Conociendo los stats de Kartana, ese pobre terminará mordiendo el polvo.
[Imagen: l1Mexwv.png]
Best Friends
 0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0
Responder
#12
Este fic tiene conceptos tan originales para un fic de pokémon y que me encantan demasiado que no sé con que empezar la primero. Comenzando con el primer capítulo, lo de unos entrenadores peleando en una torre construida en medio de una ciudad que ya no existe atrae y te hace querer seguir leyendo para ver que pasó. El contar con un misterio tan potente en el inicio ya le da muchos puntos. La segunda trama es la que me gusta todavía más. La forma en la que esta narrada la historia de Seri hace que la sientas y el tema de Ariados esta muy traído. 

Espero poder seguir leyendo esto.

Saludos.
[Imagen: g325fpf.png]
Los Fan Arts usados en esta edicion son propiedad de sus respectivos autores
 0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0
Responder
#13
Leído el prólogo y llegaría al cap.0 de no ser porque me quedo sin tiempo. Pues que decir, otro fic de Wiki es sinónimo de prota comiendo tierra desde el primer párrafo xD
El final fue bastante impactante a decir verdad, veamos en que deriva y me daría curiosidad si alguien echaría en falta su ausencia en caso de que se quede. Como sea, especulación mía, más tarde procuro pasarme.
 0  0  0  0  0  0  1  0  0  0  0  0  0
Responder
#14
Ufff, creo que tengo sentimientos encontrados con el segundo capítulo, el tema de Seri es algo tan serio y tan humano que de verdad sientes todo el peso que ella tiene encima y empatizas y entiendes por qué ella quiere poner sus reglas, sus límites, su inicio y final.

Me encantó todo el tema de su búsqueda por el legendario, de como estudió y analizó cada situación que Kartana generó y cómo a través de todos esos estudios logró crear aunque fuera un chispazo de oportunidad para atacarlo, aunque fuera de formas poco ortodoxas como vertir bencina (Que estoy seguro que es bencina lo que le arrojó encima) para sacarselo de encima.
 0  0  1  0  0  0  0  0  0  0  0  0  0
Responder
#15

Esta es una historia del pasado y del presente; una historia que podría formar parte del futuro. Desde una perspectiva personal, el Ahora puede parecer lo único definitivo, el Eje del Tiempo a partir del cual medimos la distancia hacia el Antes y el Después en el ir y venir de las eras, pero si expandimos la escala, si nos alejamos de nuestro Dónde y Cuándo, podemos ver que ese momento eterno en el que vivimos, ese Eje del Tiempo, es como un péndulo que oscila en el espacio, trazando un arco de luz a través de las eras. Por el surco que deja a su paso, podemos saber dónde ha estado; y al mirarnos a nosotros mismos, podemos saber dónde está. Pero su destino en el futuro es una cuestión incierta. Cada paso que damos puede perturbar su curso y llevarnos en una u otra dirección desconocida. Como la presente historia, nada estaba dicho cuando su pluma empezó a escribir, y no se ha dicho lo suficiente aún para saber con certeza cómo terminará. Solo podemos dejar registro del oscilar del Eje del Tiempo y ver qué clase de historia nos cuenta al final.

Mostrar Comentarios
Hey, muchas gracias a los que empezaron a leer esto hace… meses. A lot of things happened, pero espero estar de vuelta con este fanfic… y con todas las cosas que estuve dejando de lado… y leer un montón. Y sé que es medio descortés responder mensajes luego de meses, pero me parece más descortés no responderles luego de meses.
Gold primero que nada, muchas gracias por darle una oportunidad a esta historia. En cuanto a la resolución, sí, va a tenerla sin importar cómo… espero. Creo. Ojalá. En cuanto a los nombres… sí, y no. Originalmente, su nombre iba a ser una referencia a Mewtwo (o Myutsû si nos ponemos weebs). Y todavía tiene algo de eso. Muchas gracias por notarlo.
Tommy más o menos. No son realmente oneshots… lo que pasa es que es una historia relativamente grande que quiero empezar a contar desde momentos distantes y por eso parecen desconectados de momento. Al menos los primeros cinco capítulos van a mantener esa apariencia en lo que empiezan a entrelazarse. O sea, este y otros dos. En cuanto a la escena de Kartana, mira que no. Originalmente iba a estar mucho más centrado en Seri y Ariados, pero iba a resultar demasiado deprimente. Entonces recordé a este personaje que llevo en mente por años, un espadachín que pelea por el ideal de proteger algo más que por tener algo qué proteger, y me di cuenta de que lo podía utilizar acá. La escena con el sake fue más una consecuencia de ello. Me hizo gracia. 
Also, yes. Hay unos cuantos errores de sintaxis en el discurso de Seri. Quería retratarla como alguien descuidada con el lenguaje. Me alegra que lo hayas visto.
Sakura me da mucho gusto que te haya gustado Seri porque es una de mis pjs favoritos. Bue, que en esta historia todos me gustan. Aunque pueda sonar pretencioso, quiero expresar problemas, digamos, reales, aún en un contexto de fantasía, y el miedo a la propia muerte es el de Seri. Justo estoy armando sus próximos capítulos y no sabes lo que me emociona que los lean.
Ah, y sobre las arañas… sí, están conectadas, pero de una forma que no imaginan. Están tan conectadas que les voy a volar la cabeza cuando se revele la conexión porque es el plotwist entre los plotwists. 
Nemuresu my frend. Gusto verte por acá. Algo que decir de Seri es que… no es enteramente buenita. Intentó pedir, intentó negociar. De últimas, va a pelear. Y en cuanto al ariados, tengo un par de cosas planeadas para el muchacho que espero no tarden demasiado.
Y también para la espada. Pero eso sería spoiler.
Doctorspring muchas gracias por tu comentario. Sé que no se te da bien, así que agradezco que hagas el esfuerzo. Espero que esta tercera historia también te guste.
[font]Megamagner [/font]las tradiciones no se olvidan. Como pequeño spoiler: la segunda protagonista también va a morder el polvo. 
Banchoramen oh por Dios, no esperaba verte nunca en una de mis historias. Hasta me da algo de miedo cómo llegues a juzgar mis batallas cuando lleguemos a ellas. Probablemente pronto. 
En cuanto a este capítulo: salió un poco más largo que los dos anteriores, pero ya saben que prefiero mil veces hacer un capítulo largo antes que partirlo a la mitad arbitrariamente. Como todos, tiene de base una canción, esta de por acá. Sí, estoy haciendo una antología musical al mismo tiempo que un fanfic. También hace falta decir que toma inspiración de dos de mis autores favoritos así que si ven algo que les parece similar, ya saben por qué. Una vez más, gracias por seguir leyendo, aunque digamos que escribimos para nosotros y shit, hubiera mandado al carajo esto de no saber que alguien me leía.

 
Escala 3: Promesa a la Princesa Prisionera — El Eje del Tiempo
 
 
5 de abril de 980 A.C.
 
Ha tenido muchos nombres: Yveltal, el Terror Negro, la Crisálida de la Destrucción, la Sombra Alada y otros más, tantos, que el concepto de nombre ha perdido su significado para él. De todas formas, no suele requerir uno. Los humanos lo llaman con terror y los pokémon evitan el contacto con él. Al final, como sea que lo llamen, todos piensan en una sola cosa cuando lo ven:

Calamidad.

No estaba tan mal; la región de Kalos era suya. Nadie esperaba nada bueno de él, así que podía hacer lo que quisiera. ¿Qué importaba si lo despreciaban? ¿Qué importaba si el rey enviaba cazadores por su cabeza? Los humanos vivían tan poco que ni siquiera podía distinguir un monarca del anterior, y los pokémon, salvo su contraparte, eran todos iguales. Nunca se había cuestionado sobre lo que era, y nunca hubiera empezado a hacerlo de no haberla conocido.

Miles de años en el futuro, Lumiose sería una ciudad de vida y luz, tal como su hermana Xerneas; con sus torres, sus plazas y sus galerías rebosantes de lujo y espectacularidad. Pero entonces, bajo el imperio de sus alas, la capital era un sitio lúgubre y pobre donde se hablaba en voz baja, donde se asesinaba y conspiraba al amparo de la oscuridad y donde incluso el rey se despertaba agitado por las noches, buscando enemigos entre las cortinas.

El suyo era un reino de muerte y desolación, pero poco podía hacer al respecto. Solía levantarse con el alba para alzar el vuelo y recorrer la ciudad de una muralla a otra, sólo por el placer de contemplar su forma alargada sobre las calles y los tejados. Si se cansaba, tomaba asiento donde fuera, que nadie lo movería. Si tenía hambre, tomaría el primer Skiddo de un establo, que nadie lo detendría. Y esa mañana decidió que quería desayunar del ganado real y posar sus asentaderas en los palcos del almenas del castillo, de modo que voló al centro de la ciudad con un bostezo escapando de su pico. Y fue entonces que la vio por primera vez; sentada en una de las mesas dispuestas en el jardín real con un libro entre sus manos.

Pensó, con satisfacción, que saltaría de terror en cuanto viera su sombra, alzaría la vista, paralizada, y empezaría a gritar pidiendo ayuda, lo que sería completamente inútil; los guardias del castillo sabían que nada podían hacer en su contra.

Grande fue su sorpresa cuando ella levantó sus ojos hacia él y su única reacción fue agitar una mano en el aire.

—Alola.

Trastabilló en el aire, si eso fuera posible, y estuvo a punto estuvo de chocar contra una de las torres, pero logró mantener el equilibrio para descender con cierta dignidad sobre la terraza.

No sabía mucho de humanos, pero debía ser joven para su especie. Sus vestiduras, a diferencia de los ostentosos trajes que portaba la corte, eran más sencillas y de motivos florales. Lilas, como su largo cabello. Emitía una seguridad que hasta entonces no había visto en nadie que no fuera su hermana. Y sus ojos, aunque bonitos, parecían vacíos. Como si algo no estuviera completamente bien en ellos. Como si algo faltara. Nunca la había visto, estaba seguro de ello. No olvidaría a alguien que le causara tanta impresión.

—Nunca te había visto —repitió en voz alta, levemente frustrado.

—Soy nueva…
…en Kalos.

Sin una pizca de miedo. Más bien con curiosidad.

—Sí. —Tan pronto como escuchó su propia voz, notó que era él mismo quien se sentía asustado.

—¿Qué haces aquí?

"Almorzar", estuvo a punto de responder, pero se sintió absurdo y buscó rápidamente algo diferente qué decir.

—¿Qué haces tú aquí?

—La reina cree que soy estúpida. —Se encogió de hombros—. E incivilizada. Pero no lo bastante estúpida e incivilizada como para no aprender algo de su cultura. —Agitó el libro en el aire. Tenía dos grandes símbolos dorados en el frente—. ¿La conoces?

La había visto algunas veces. Una mujer sin rostro entre otros cientos como ella.

—Como sea, quiere que estudie la historia de Kalos… —siguió con los ojos la mirada del ave, y pensó que veía su libro—. ¿Sabes lo que es? Un artilugio que usamos los humanos para compartir el saber.

—Sé lo que es un libro —replicó. Los humanos se creían tan especiales. La mayoría ignoraba que habían sido los pokémon quienes inventaron la palabra escrita. Ella, sin embargo, no parecía ofendida.

—¿Sabes leer? La mayoría no sabe.

—No soy como la mayoría de los pokémon, soy…

—Lo sé, un dios.
 
Dios.

Era la primera vez que escuchaba ese término y, sin embargo, se sentía familiar. Parecía la clase de palabra que alguien usaría para hablar de su hermana.

¿Qué es un dios?

—Son pokémon especiales —respondió a la pregunta que Yveltal no formuló en voz alta—. Pokémon únicos que encarnan conceptos. —Abrió su libro a la mitad y señaló el texto—. Aquí pone que eres el dios de la región: el pokémon de la oscuridad y la muerte, ¿quieres ver?

Bajo sus plumas negras, la deidad alada enrojeció. No iba a reconocer ante esa humana que no sabía leer.

—Soy un dios —se defendió—. Tengo asuntos más importantes que hacer hablar al papel.

La humana le sonrió. —La mayoría de los dioses no sabe. La que vive en Isla Poni sí, pero los demás…

Se levantó de su silla y la arrastró hacia Yveltal. Quedó dándole la espalda y rodeada por su cuerpo, de manera que ambos pudieran ver el libro.

—Escucha, esto está interesante.

​​​​Horas después, cuando recordaba lo sucedido, se dio cuenta de lo absurdo que era todo. El "dios" como ella le llamaba, de la muerte, escuchando historias, cuentos falsos de sí mismo, de voz de una humana de ojos raros que acababa de conocer. Se sintió tan ridículo que no podía creerlo. Y a pesar de todo, no le disgustaba.

 



Las visitas a la terraza siguieron. A menudo, ella no estaba ahí y debía esperar a que apareciera ante la aterrada mirada de los guardias reales. Le contó muchas cosas sobre sí misma: se trataba de una princesa de un reino muy, muy lejano que había llegado a Kalos como invitada de la reina. En su tierra, los "dioses" convivían con los humanos. Había cuatro y no solo uno. Los reyes los invitaban a sus hogares, y ellos otorgaban sus dones a los humanos. Le habló de sus hermanos y hermanas. Y llegado el momento también preguntó por la suya.

—Casi no la conozco —respondió Yveltal—. Mientras ella duerme, yo vivo, y mientras ella vive, yo duermo.

La princesa, sorprendida, le dijo que no se mencionaba ninguna hermana en los libros de historia. A él no le pareció extraño. Los humanos tienen una memoria muy corta y tres mil años es mucho tiempo para ellos.

También le contó historias sobre Kalos. Mitos y leyendas sobre él mismo en su mayoría, pero también crónicas del tiempo presente. Fue gracias a ella que se enteró de que el rey había partido del reino con la mitad de su ejército y su consorte ejercía como regente. Fingió que entendía de qué hablaba. Ni siquiera recordaba el nombre de aquellos reyes.


Una tarde en particular, ella tardó en aparecer más de lo habitual; y cuando finalmente lo hizo parecía molesta. Su mejilla izquierda estaba enrojecida y en sus ojos se advertía el paso de las lágrimas.

—¿Estás bien? —inquirió el ave dios. No estaba acostumbrado a hacer esa clase de preguntas, pero ella le hacía hacer cosas que no acostumbraba.

—La reina. Es una estúpida, pero una estúpida con poder —espetó. Con el pasar de sus visitas había aprendido que tenía una lengua afilada cuando olvidaba la cortesía—. Me ha llamado de todo y me culpa por la guerra, y por los disturbios, y por ti. Dice que he traído mala suerte a su reino, como si necesitara más mala suerte estando tú aquí. Ojalá le pase algo de verdad malo para que se queje con motivo.

Esa tarde, mientras sobrevolaba el puerto de Coumarine, Yveltal divisó la flota mercante de Kalos. Eran los únicos navíos que quedaban en el reino según la princesa. Iban y venían en viajes a otras regiones para importar inciensos y gemas que no se conseguían en el reino.

Sin saber por qué, Yveltal comenzó a agitar sus alas para provocar un poderoso vendaval. Los barcos de madera crujían. Los humanos llamaban a sus pokémon, y los Mantine que trataban de salvarlos fueron arrastrados por el viento. Escuchó gritos, súplicas y maldiciones. Rayos de los Lanturn que trataban de hacerlo caer, sin éxito. Al cabo de unos minutos entendió lo que había hecho, pero no comprendía por qué. Ni tampoco comprendía por qué, si siempre lo hacía, sólo ahora se cuestionaba al respecto. ¿Era lo que ella decía? ¿Un dios de muerte y destrucción? ¿Era eso lo que encarnaba? Sus ojos apuntaban hacia abajo, pero no veía el naufragio ni escuchaba a los supervivientes. Su mente había huido a un lejano lugar persiguiendo un eco distante.

 



—Supe lo que pasó ayer —fueron sus primeras palabras. La princesa estaba rebosante de alegría—. Lo que hiciste en el puerto, ¿fuiste tú?

Asintió y la princesa empezó a reír, con tanta fuerza que casi se cae de su silla.

—Eres increíble. Pido un poco de caos y vas y lo haces para mí. Debiste ver la cara de la reina: estaba furiosa por sus preciosos cargamentos de cristales. Debería pensarlo dos veces antes de robar de mi tierra.

—¿Tu tierra?

—Hace poco, sus exploradores descubrieron mi reino. Desde entonces hemos estado "comerciando". Kalos es mucho más fuerte, y mi padre es un hombre razonable. Por eso eligió razonablemente bajar la cabeza y aceptar tratos de comercio razonables. Y razonablemente me mandó hacia acá.

—Dijiste que eres invitada de la reina.

—"Invitada" es una eufemismo elegante para "rehén". —El ánimo abandonó su semblante. Su sonrisa se torció en una fea mueca de resentimiento—. Estoy aquí en caso de que a mi padre se le ocurra rebelarse. Mientras tanto, gozo de la "hospitalidad" real.

Yveltal permaneció en silencio. Las conversaciones no eran lo suyo, y ella parecía retarlo a hacer o decir algo interesante. Si no, se aburriría. Si no, tal vez se iría.

—Pero mi padre tenía sus razones. Yo era la elección correcta después de todo. Y aquí… al menos estás tú —le sonrió—. Hacés este sitio mucho más divertido.
 



Esa noche, Yveltal voló hacia el bosque real, dejó que sus alas se iluminaran de luz escarlata y liberó toda su fuerza sobre la naturaleza. Lo que quedó a su paso fue un cementerio de piedra y sus energías repuestas. Sentía una extraña agitación en el pecho y no sabía a qué se debía, pero se sentía bien. Y cuando repitió el proceso sobre el gremio de entrenadores, esa agitación era muy similar a lo que otros llamaban felicidad. A cada mañana, la princesa lo recibía con las noticias del reino y una sonrisa de satisfacción. Para él, era completamente nuevo: no sólo alguien lo apreciaba, sino por lo que hacía y por lo que era. Alguien valoraba lo que tantos condenaban en él, y hasta ese momento no había sido consciente de cuánto le importaba, de lo sombría que era para él su propia aura oscura. Era una fuerza del mal, era la encarnación de la muerte. Y por primera vez, se sentía en verdad a gusto con ello.

 



Una tarde, fue a visitar a la princesa y no la encontró. En su lugar estaba Atem vestido como bufón. Tenía la apariencia de un adolescente de cabello rubio y ojos violetas. Un traje multicolor, un sombrero con cascabeles y un laúd de cuerdas rotas que fingía tocar mientras hacía ruidos con los labios cerrados. En cuanto vio a Yveltal, hizo una marcada reverencia quitándose el sombrero tintineante.

—Así que aquí has estado todo este tiempo —canturreó con su voz infantil.

—Y tú no estabas por ningún lugar.

—Has estado muy activo últimamente. Me pregunto por qué será… o por quién.

Una parte de Yveltal detestaba a Atem. Pese a su apariencia de tonto, podía ser muy astuto.

—Ya lo sabes.

—Eres mi amigo y trato de protegerte. No quiero que salgas lastimado.

—¿Lastimado? —La sola idea lo hacía reír—. No hay nada que pueda lastimarme en este mundo salvo ella, y ahora duerme.

—No te confíes —replicó el bufón—. El mundo está lleno de cosas que pueden herirte, y de distintas formas.

Dio un largo bufido. Esperaba encontrar a la princesa, no tener una conversación absurda con él.

—Hago lo que siempre he hecho, ¿cuál es el problema?

—Pero, ¿por qué lo haces ahora?, ¿qué esperas ganar a cambio?

—¿Por qué hablas como si lo supieras todo? —Empezaba a alterarse. La expresión serena de aquel bufón lo hacía rabiar—. ¿Qué te hace pensar que lo entiendes?

—Lo entiendo. Y sé que esto no saldrá bien.

Antes de que pudiera responderle, escuchó los pasos de alguien subiendo por las escaleras. Se trataba de la princesa, quien llegaba con las mejillas enrojecidas y la respiración agitada.

—No vas a creer lo que acaba de pasar —le dijo cuando recuperó un poco de aliento—, la reina…

Se quedó mirando al bufón, sorprendida por un momento. Yveltal trató de pensar en cómo presentarlos, pero al momento siguiente, la princesa lo señaló con un dedo.

—Eres el cómico de la corte, ¿cierto?

Y Atem hizo una exagerada reverencia tropezando con sus propios pies para arrancarle una risa.

—El hecho de que su Alteza me recuerde hace latir mi corazón.

—¿Cómo no hacerlo? Esa canción sobre el rey y las flores fue lo mejor que he escuchado.

El bufón hinchó su pecho de orgullo.

—No es derecho de un sirviente cuestionar las preferencias de los reyes. Sólo digo que el rey parece disfrutar más de su pokémon que de su esposa.

La princesa volvió a reír, esta vez mucho más fuerte. Había algo en su risa que enfurecía a Yveltal.

—¿Cómo se conocen ustedes?

—Atem ya se va —dijo Yveltal.

—Atem no va a ningún lado —dijo el propio Atem. Yveltal lo envolvió entre las largas plumas de su ala izquierda como si fueran dedos y lo lanzó a la distancia hasta que se convirtió en un pequeño punto de luz. La princesa parecía divertida.

—Así que se llama Atem. O se llamaba.

—Espero no verlo pronto.

—Es una lástima —suspiró y se sentó en su silla. Había varios libros sobre la mesa que le había estado leyendo—. En mi reino no hay bufones… además de mi padre.

—¿Tu padre?

La princesa asintió. —Hacía bufonadas para divertir al rey de Kalos, pero ninguna como enviar a su propia hija lejos de casa.

La sonrisa se fue de nuevo. Un momento atrás odió verla reír, pero verla triste lo enfurecía más.

—Pero tenía sus razones. Mi hermano mayor es el heredero, y soy la única que da problemas.

—¿Qué clase de problemas? —inquirió. Sus conversaciones solían ser así: ella hablaba y él preguntaba cosas para que siguiera hablando.

—Ellos me siguen. Ellos… parecen pokémon, pero no lo son. Son diferentes. Llegan a través de… puertas, o de huecos, no lo sé, como rupturas en el aire. Son raros y peligrosos.

—¿Quiénes?

—No sabemos. Pero son fuertes, y vienen tras de mí. Todos dicen que también iban tras mi madre hasta que se la llevaron a algún lugar. Supongo que mi padre se cansó de perder guardias y pokémon luchando con ellos y me envió a Kalos para librarse de problemas. Mi hermano dice que tal vez trataba de vengarse de su rey —sonrió—. Eso sí que sería divertido. Verlos causar problemas aquí. Tal vez me están buscando y lleguen en cualquier momento.

—Yo puedo causar problemas —se apresuró a decir, y se sintió absurdo tan pronto como se escuchó.

—Me estoy aburriendo. Estoy harta de la reina y de este reino de muerte. De estos "palacios" de piedra sin vida. De su gente amargada. De todo.
 
«¿De mí?»

—Deberíamos irnos —le dijo de repente—. A algún lugar, tú y yo. Subo a tu espalda y me llevas volando a otro reino, o a donde sea. Algún lugar que no sea Kalos, que no sea como mi reino.

Yveltal extendió sus alas, proyectando su sombra sobre la terraza y alzó el vuelo aterrado, huyendo tan rápido como podía sin saber qué lo perseguía. La agitación en su pecho se aceleraba al punto que creía estallar en cualquier momento. La cabeza le daba vueltas, y él empezó a dar vueltas también alrededor del castillo, alejándose cada vez más.

 



—Estoy asustado —dijo al fin. Atem se reclinó sobre la rama del árbol de piedra de lo que había sido un bosque pocas semanas atrás.

—Así que el gran Yveltal está asustado. ¿No eras la encarnación del terror? ¿No eras el dios de la muerte? ¿No tendrás dolor de barriga?

—Cállate. He visto el miedo todo el tiempo. Es lo único que veo cuando me ven. Pero ahora…

—Sí, sí. Es muy diferente sentirlo a producirlo. ¿Qué te asusta tanto?

—Ella dice… la princesa…

—Debes parar —replicó contundente—. Ahora. Sus tiempos de vida son muy diferentes. Están en sitios distintos del Eje del Tiempo.

—Todavía no te digo nada. Sé que los humanos son mortales, pero…

—No hablo de ella, sino de ti. Es muy divertido ahora, ¿no crees? Vas y vienes por el reino causando catástrofes para hacerla reír, y nadie se atreve a tocarla porque saben que tú la defiendes. ¿Pero qué pasará cuando no estés? ¿Qué detendrá a la reina de volcar su frustración en ella? Debes parar. Antes de que sea demasiado tarde.

Sintió una extraña presión sobre su espalda. Como si el mismo aire se hubiera vuelto de piedra y tratara de aplastarlo. Nunca había pensado en ello. Había olvidado por completo la noción del tiempo.

—¿Cuánto tiempo falta para que tu hermana despierte?

—No lo sé. Dos o tres lunas.

—Es poco tiempo —reflexionó el bufón—, pero puede bastar.

¿Bastar? ¿Para qué? ¿Qué sabía él?

—Tú no sabes nada.

Huyó una vez más, pero ahora sabía que se trataba del miedo. Cuando Xerneas volviera, él tendría que dormir. Era el pacto sagrado por el que estaban atados desde su nacimiento, y la región sería suya por los próximos tres mil años. Los humanos vivían un parpadeo de eso.

¿Qué podía hacer? La reina tomaría represalias contra ella. Xerneas cambiaría el continente a su imagen y semejanza. No confiaba en Atem, y ni siquiera estaba seguro de que pudiera hacer algo de cualquier modo. ¿Qué podía hacer? Tal vez, como ella dijo: podían huir lejos, muy lejos, a algún sitio desconocido solo para los dos. Pero en cuanto él debiera dormir, ella se quedaría sola.

O usar el tiempo que les quedaba para buscar otro reino, uno que la recibiera con los brazos abiertos. Pero el sólo pensamiento de que ella pudiera olvidarlo le laceraba el pecho.

No era bueno pensando. No era bueno en nada que no fuera destruir y, por primera vez, no era suficiente. Tal vez nunca lo había sido. Necesitaba hacer más, ser más.

Una sombra muy oscura se extendía desde la parte posterior de su cabeza y empezaba a cubrirlo todo. Yveltal sentía miedo, una nueva clase de miedo llamada desesperación. Sin importar qué hiciera, su tiempo se agotaba.

Y lo que más le aterraba era la certeza de que, la próxima vez que abriera los ojos, ella se habría ido para siempre.

 



Yveltal partió hacia el castillo esa mañana, sabiendo que sería la última vez que lo haría. Le diría a la princesa que aceptaba; que se marcharían a donde ella quisiera, que la llevaría volando de vuelta a su hogar o a cualquier otro lugar. Ella sabría qué hacer. Él no tendría que pensar más.
​​​​​​
El alboroto en las murallas lo sorprendió y bajó su altura antes de llegar a su terraza. Los soldados del rey y sus pokémon se enfrentaban a una invasión salvaje, o al menos eso parecían a primera vista. Había algo anormal en ellos. Algo que lo hacía sentir inquieto. Orbes flotantes con tentáculos transparentes, insectos de apariencia monstruosa, dragones viciosos, fortalezas andantes, árboles que rebosaban de electricidad. ¿Qué eran esas cosas? ¿A qué venían?

 
«Vienen tras de mí»


Sus pensamientos pararon en un instante. Sus alas se volvieron oscuridad y un poderoso pulso umbrío hizo desaparecer la mitad del palacio. La mitad que no le interesaba. Ascendió a toda velocidad al lugar de ambos con el corazón latiendo desenfrenado. Ella sabía que vendrían. No podía haber llegado demasiado tarde. Aún no se la habían llevado.


Creyó que sus ojos lo engañaban cuando, un segundo después, la encontró. Había una criatura en la terraza: una especie de humano de papel blanco con una cruz en la cabeza, mitad blanco y mitad carmesí por la sangre que lo cubría sujetando a su princesa.

Y ella, tomando las manos del invasor, sonreía.

Yveltal la protegería.

Yveltal la sacaría de ahí.

Yveltal acabaría con sus enemigos.

Su Ala Mortífera voló con la fuerza del sol hacia el indefenso espadachín. No se molestó en buscar su cadáver. Alertados por su presencia, los otros invasores se arremolinaron en torno a él. Los árboles de electricidad convocaban relámpagos que lo perseguían. Los dragones lanzaban llamas. Las medusas flotantes se aferraban a él con sus tentáculos, tratando de envenenarlo, pero él era el dios de la muerte y con muerte iba a bendecirlos. No iban a hacerle daño. Nadie podía detenerlo.
 
Su cuerpo entero se paralizó cuando escuchó ese grito de terror.

Su princesa estaba en el centro de la terraza, rodeada por un círculo de cadáveres. Con las flores de su vestido teñidas de negro.

—No debes temer —le aseguró. Pero ella temblaba—. No debes temer.

Y cuando alzó sus ojos hacia él, no encontró miedo sino rabia.

—¿Qué hiciste? —preguntó con voz quebrada—. ¿Qué diablos hiciste?

—Protegerte —respondió asustado—. Ellos iban a…

—¿QUÉ DIABLOS HICISTE?

El ave, asustada, bajó la cabeza. El que hace unos segundos era el avatar de la muerte se sintió tan indefenso como un fletching.

—No me mientas —aseveró—. No hiciste esto por mí. Ellos iban a sacarme de aquí. A hacer lo que tú no.

—Yo… no sabía…

—¡Sí sabías! Vi cómo nos veías. Te estoy viendo ahora. ¿Crees que soy idiota? ¿Crees que los humanos somos idiotas?

Empezó a faltarle el aire. Su vista se nublaba. El Eje del Tiempo lo abandonó.

—Está bien si me quedo aquí solo para ti, ¿verdad? Como un juguete. Como una mascota en una jaula. ¡Eres tan egoísta! ¡Todos ustedes son tan egoístas!
 
«Basta»

—¡Quieres que me quede en tu oscuro reino de muerte!

Su ala derecha se alzó contra su voluntad.

—¡Monstruo!

Avanzando peligrosamente hacia ella.
 
«Detente».

—¡Desaparece!

Mostrar


Sus plumas de muerte atravesaron la carne. El cuerpo de su princesa cayó al suelo con el eco de un sonido seco. Algo dentro de Yveltal se rompió.

Y entre ambos, con el hombro ensangrentado, se hallaba de pie un bufón que no reía.

—Te dije que pararas.

Atem se despojó de su camisa multicolor. Ya no servía para nada. La sangre corría por su pecho y sus ojos eran fríos como el vacío. Volvió la vista hacia la princesa; él había absorbido la mayor parte del impacto, pero no pudo protegerla por completo.

—Mira lo que has hecho. Te lo advertí. Te lo advertí, Yveltal. ¿Por qué tienes que ser tan ingenuo?

El ala se alzó. El ala volvió a caer como una espada, pero esta vez el bufón la retuvo entre sus dedos.

—Le prometí a tu hermana que cuidaría de ti. Que evitaría que te hicieras daño.

Soltó sus plumas y dio un salto hacia atrás. Extendió sus brazos. Extendió sus manos. Tenues corrientes de electricidad empezaron a circular por sus dedos.

—Parece que ambos fallamos.

La corriente eléctrica se hizo cada vez más fuerte hasta que empezó a quemar el aire a su alrededor. Calentando todo hasta llevarlo al punto en que las partículas se rompen y se convierten en el fuego de los astros. De sus diez dedos se extendían diez enormes lanzas del fuego más ardiente.

Yveltal esquivó la estocada, y las llamas de Atem se hundieron en el corazón del castillo como si fuera de carne. Lanzó un segundo ataque que golpeó al ave en la cola y le hizo perder el equilibrio por un momento.

—Y voy a ponerle fin.

Yveltal se elevó de nuevo. Atem saltó hacia él, pero fue recibido en el aire por un Ala Mortífera que le dio de lleno y su cuerpo empezó a caer mientras se convertía en piedra.

Con un suspiro, el bufón que no era bufón se dejó caer hacia el vacío.
 
«No queda otra opción»

Para resurgir de los escombros como un ave de fuego y de luz.

—¡YVELTAL!

Sus plumas resplandecían con todos los colores. La luz que emitía era tan intensa como el sol. Una presencia opuesta a la suya. Una existencia opuesta a la suya. Un concepto forjado para darle fin al suyo.

Un gruñido escapó de la garganta de Yveltal. El aura sombras que lo rodeaba tomó la forma de cientos de alas enormes que se proyectaban hacia el horizonte, cada una con el poder de segar vidas como hojas de hierba. Incluso si esa vida era la de otro dios. Ignoró el dolor punzante detrás de su cabeza y las alas estallaron en miles de estacas hacia el ave de fuego.

Atem hizo un movimiento simple.

Las alas multicolores se balancearon de arriba hacia abajo. Su objetivo no era Yveltal, sino la tierra debajo de él. Con un estruendo, sus llamas hicieron estallar el suelo bajo sus patas como una ola de tierra fundida y escombros que consumió la lluvia de muerte del ave oscura. Y tan pronto como su barrera se disipó, un gigantesco pilar de relámpagos surgió de la tierra para golpear al ave en las alturas. Pero sabía que eso no bastaría. La ira que consumía a Yveltal no cedería tan fácilmente.
 
«No me obligues a matarte»

Yveltal se había ido. Estaba ya en un lugar muy lejano cuando la luz violeta de su Ala Mortífera se concentró en su pecho como una estrella y descendió sobre las ruinas de Lumiose, ni sintió el Fuego Sagrado de Ho-Oh ascender como una nube de azur para quemar su oscuridad, liberando explosiones como arcoiris en el cielo. Sus fuerzas, equilibradas, se negaban a ceder, pero él ya no lo sentía ni le importaba. Había una esencia inmensurable frente a él y todo lo que deseaba era estrellarse contra ella. Arder, arder hasta desaparecer. Hasta dejar de sentir. Se embistieron uno al otro con sus cuernos y crestas por delante. Danzaron en el aire como dos fuerzas opuestas. Chocaron sus alas, buscando su reflejo en los ojos del otro y, finalmente, se replegaron a la distancia, en esquinas opuestas de la ciudad.

Atem vio brillar el plumaje de Yveltal. Conocía esa incandescencia, era la luz de su alma consumiéndose, el Arte que sólo un Ave Dios puede ejecutar. Y tomó una decisión: su propio cuerpo empezó a refulgir con idéntico brillo y, por un instante, fue como si dos soles iluminaran Kalos. Y dejando una estela de destrucción a su paso, las deidades colisionaron en el corazón de un reino condenado, se repelieron y volvieron a fundirse para acabar la una con la otra. Los pokémon habían huido. Los humanos no habían sido tan afortunados. Nadie quedaba para contemplar las alas de la muerte y la resurrección en su pugna sin fin.


«Siempre es igual»

«Siempre venían a nuestro hogar. Siempre aceptaban nuestras ofrendas. Pensamos que estarían ahí para protegernos. Lele jugaba con nosotros. Fini nos leía. Bulu comía en nuestros banquetes. Koko volaba por nuestros cielos»

«Pero cuando aparecieron los invasores, no contamos con ninguno de ellos. Vi sonreír a Lele mientras esparcía la enfermedad que hizo enloquecer a todos en Akala»

«Vi a Koko carbonizar a cada humano y pokémon que luchó en ambos bandos de la batalla de Melemele»

«Vi a Bulu escapar a la cima de Lanakila luego de arrasar las aldeas que se atrevieron a exigir su ayuda»

«Y en las Islas de la Esperanza encontramos sólo desesperación».




Cuando la princesa abrió los ojos, los dos seguían luchando en el cielo, pero ya no había nada de divino en ellos. Maltrechos, exhaustos y ensangrentados. Lo único que veía era dos aves salvajes arrancándose las plumas.

—¿Qué tienen de glorioso?

Su voz era un susurro imperceptible incluso para sí misma. Era imposible que nadie más lo oyera y, sin embargo, el ave negra sobre su cabeza se detuvo en un instante que el ave arcoíris aprovechó para asestar un zarpazo sobre su cabeza.

—Los dioses… —deliró, herida y vacilante—, los dioses…

El cuerno derecho de Yveltal se desprendió de su cráneo, y las garras de Ho-Oh se clavaron profundamente en su cuello y sus ojos.

—Los dioses…

Había dejado de luchar. Su cuerpo ya no podía luchar. Atem lo sujetó con el pico y se lanzó con él de vuelta a la tierra.
 
—¿¡QUÉ COSA SON!?

El espadachín trazó un arco con su brazo frente a ella, repeliendo la lluvia de escombros que levantaron con su caída y dejando una fisura que conectaba las dimensiones antes de caer rendido una vez más.

—No esperes comprenderlo jamás —escuchó decir a una voz antes de cerrar los ojos y arrojarse al otro lado de la puerta. Lo último que vio Yveltal antes de que sus ojos se apagaran, demasiado débil para intentar detenerla.

—Y tú, mi amigo, necio fuiste.

Atem volvió a su disfraz humano y apoyó su espalda contra lo que había sido una columna. Cansado. Triste. Rendido.

—Es tu naturaleza. Así eres. Traes miseria porque eres miseria. Traes muerte porque eres muerte. No es tu culpa que no puedas ser otra cosa.

Suspiró. Yveltal quería creer que tenía razón. Quería sentirse confortado por sus palabras.

—Solo… olvídalo. Tu tiempo ha llegado; descansa. Es la hora de Xerneas. Cuando despiertes en tres mil años, ni siquiera la recordarás.

Sintió que su corazón se detenía.

—¿Qué es una humana al otro lado del Eje del Tiempo? Tu lugar es aquí. Duerme, y despierta para traer muerte de nuevo. ¿No es lo que eres? ¿No es más fácil así?

—No.

En un largo, lento y doloroso proceso, Yveltal logró erguirse sobre sus patas. Incapaz de agitar sus alas, las arrastró a través del fango y la tierra.

—¿Qué crees que haces? ¿Piensas ir tras ella? ¿Qué hay de Xerneas?

—Lidia tú con ella.

Sus ojos se habían ido. Aún así, sentía por primera vez en su vida inmortal que iba en la dirección correcta.

—No va a ser así. No me interesa lo que digas. Tú no decides.

—Yo no decido —lamentó Atem—. Es lo que eres. Es tu naturaleza.

—Tienes razón —concedió—. Pero ya no lo quiero.


Ha sido lo último que se ha visto de Yveltal. Dos meses después, Xerneas despertó y Kalos se olvidó del Aura Oscura por los siguientes tres mil años. El único testigo de su paso por el mundo, Atem, se había marchado ya a la región de los mitos y las tradiciones. Tanto él como su princesa fueron borrados de la historia para siempre.

Pero la eternidad es relativa, y si la persigues lo suficiente, ella también llega a su fin. Se acerca el tiempo del sueño de Xerneas, y cuando llegue, el mundo sentirá la ausencia de Yveltal, como sentirá la de ella. El Eje del Tiempo los ha registrado a ambos, y sus presencias entrelazadas lo han sacado de su curso. Pero esa es la historia que estamos por contar: la historia que el eco de sus almas ha trazado para nosotros.
[Imagen: wwf8CcC.jpg]
whoooooooooooooooooo
 0  0  0  0  0  0  0  0  0  1  0  0  0
Responder




Usuarios navegando en este tema: 2 invitado(s)