04 Sep 2021
03:10 PM
Palabras -
03:10 PM
Palabras -
Longfic- Oscilaciones — Main Phase |
||||||||
| ||||||||
04 Dec 2021
10:36 PM Palabras - I'm living in an age
Whose name I don't know Though the fear keeps me moving Still my heart beats so slow Un desierto helado. Un páramo desolado. Sus huesos ya no estaban en condición para resistir el frío viento del invierno. Sus ojos ya no eran lo bastante agudos para guiarse en la oscuridad de esa noche sin luna ni estrellas, y tampoco tenía la condición para arrastrar sus pies a través de la nieve. Pero a pesar de ello, no podía detenerse. Cyrus estaba en algún lugar, y tenía que encontrarlo antes de que fuera tarde. I'm living in an age
That calls darkness light Though my language is dead Still the shapes fill my head Le daba la espalda a las ruinas de aquel pueblo; un sitio en el que nunca había estado antes y que no le recordaba a nada, pero cuya muralla le causaba escalofríos. Alguien había alzado esa barrera para protegerse de algo, y por la forma en que había sido derribada, dedujo que no cumplió con su trabajo. Y ahora estaba afuera, a la merced de aquel monstruo si es que seguía cerca. Justo como él. I'm living in an age that
Screams my name at night But when I get to the doorway There's no one in sight ¿Quién? ¿A quién estaba buscando? Cyrus. ¿Por qué Cyrus? Quien estaba perdida era la profesora. Ella fue quien se quedó atrás en la ciudad en llamas. Pero si Cyrus estaba bien, ¿por qué salió a buscarlo en medio de la tormenta? My body is a cage
That keeps me from dancing with the one I love But my mind holds the key Y esa extraña música que se repetía en su cabeza. Nunca la había escuchado, ni reconocía esa voz, pero algo en ella se sentía familiar, como si pudiera evocar un rostro ligado a esa voz y a la suave melodía que lo acompañaba. Pronto supo de quién se trataba: un joven pálido y delgado a pocos metros de él; espectral en su apariencia y en el eco de su voz. Sus dedos rasgaban suavemente las cuerdas de una guitarra, y sus ojos azules, fríos, le transmitían también una extraña sensación de calidez. My body is a cage
We take what we're given Just because you've forgotten That don't mean you're forgiven Caminó hacia la aparición sin saber por qué. Tal vez tenía las respuestas. Tal vez él podía salvar a Sabrina. Sabrina no; Cyrus. Cyrus estaba perdido. ¿O era la profesora? Corrió y siguió corriendo tras él, pero por más que lo intentó, nunca logró cerrar la distancia; como si aquel joven fuese solo una proyección sobre sus ojos; una ilusión que sólo él podía ver. Sus pies lo traicionaron y tropezó, hundiendo su cara en la nieve, y cuando pudo incorporarse, su hermano mayor había desaparecido. Pero él no tenía un hermano mayor. Tan pronto como fue conciente de ese hecho incuestionable, los vio extendidos a su alrededor: cuerpos muertos, cuerpos blancos y helados. La profesora, Steven, Cyrus, Moon, Magearna, e incluso se vio a sí mismo. Solo faltaban dos personas. Una de ellas dos... Su mano se movió por reflejo cuando despertó, empujando la taza en el brazo del sofá. Se había quedado dormido, y pagó el precio por ello. —Marnie. Escala 15: Una Posición para la que nunca estuvo a la altura — Sustitución
Mostrar Habían pasado tres días desde que dejaron Iris, y las cosas no mejoraron en lo absoluto para entonces. Si acaso, iban a peor. El primero de los problemas era Sabrina, quien seguía en cama sin abrir los ojos, luchando contra la fiebre que amenazaba con freírla, y el segundo problema estaba ligado directamente al primero, y es que no tenían la menor idea de dónde habían aterrizado. Parecía ser un bosque, pero no sabían de qué tipo, y sus excursiones al exterior habían sido desastrosas, de modo que no podían buscar ayuda, y él mismo no creía que fueran tan afortunados como para encontrar otra Iris en dos saltos seguidos. El tercero era Magearna, quien tras la batalla en la ciudad había quedado destrozada. La nave seguía funcionando gracias a su energía de reserva, pero la necesitaban a ella para moverla por los aires y buscar más allá o intentar escapar a otro mundo, uno que pudiera ayudarlos. Y el cuarto, tal vez el más importante, era la profesora; la única que tenía una palida idea de en qué estaban metidos se quedó varada en Iris. Petrel no sabía de si seguía viva o no, o, en caso de estarlo, de si podrían encontrarse con ella de nuevo. Y estaban las pesadillas. Esas malditas pesadillas. Para alguien como él, acostumbrado a pasar dormido la mayor parte del día, era especialmente difícil encontrar nuevas formas de matar el tiempo. Había tomado el hábito de hacer recorridos contantes por el AGS; verificando cada aspecto de la nave, contando las provisiones que quedaban, o hablando con cualquiera que lo necesitara. Contuvo un bostezo cuando entró a la enfermería. Sabrina se agitaba en la cama, entre sueños, mientras Marnie, en una silla a su lado; fingía leer un libro, atenta a cada movimiento de la niña. Sus ojos ya estaban fijos en Petrel cuando cruzó la puerta, por lo que dedujo que lo había escuchado venir desde el pasillo. —¿Cómo sigue ella? —Sin cambios. La fiebre no sube, pero tampoco baja. —Dejó el libro sin marcar la pagina—. ¿Qué le pasa ahora? Le dimos el antídoto hace días. ¿Qué tan fuerte puede ser el veneno de un Zubat? —No mucho. Incluso un Zubat bien entrenado solo podrá usarlo para adormecer, y su efecto perdura a lo sumo un par de horas... pero los que nos atacaron esa noche eran salvajes. Quién sabe qué clase de bacterias tenía en los colmillos el que la mordió. Aquello era una infección, pero no tenía idea de qué tipo. Sus años en el Team Rocket le habían enseñado que los Zubat salvajes podían contagiar de un centenar de enfermedades a los humanos, pero no cómo tratarlas más allá de manar a los reclutas a la enfermería. —¿Ha vuelto a despertar? —Hace un par de horas, por unos minutos. Lo mismo de siempre; delirios incoherentes y... yo me quedé dormida. Despertamos al mismo tiempo. —Lo sé. Lo ví. Desde que la conoció, Petrel supo que debía tratar a Sabrina como una niña normal, y en muchos aspectos así era. Una niña que, como todos, necesitaba cariño y comprensión, pero también una guía adulta y límites, como Cyrus y Moon. Pero en aquel momento, era imposible ignorar ese otro lado de ella; la psíquica prodigiosa cuyas dotes ponían en vergüenza a pokémon entrenados en las mismas artes. Y así como su cuerpo era víctima de la fiebre, esa mente capaz de doblar el acero luchaba consigo misma, tratando de aferrarse a lo que fuera, de comunicarse con el exterior. A veces eran los pensamientos en voz alta, las visiones o los sueños que acechaban a uno u otro habitante de la nave, así como espamos en la corriente eléctrica o muebles que se agitaban cuando ella lo hacía. Los segundos eran molestos, pero los primeros empezaban a erosionar al grupo. En su ansiedad por encontrar ayuda; Sabrina entraba en la mente de cualquiera que sintiera receptivo, y en ocasiones compartía lo que encontraba en esa mente con las de los demás. Y si ya bastante horrible era lidiar con los propios miedos, tanto más era verlos expuestos a otros. —¿Qué viste? ¿Qué... les mostró Sabrina? —Una canción. Un jovenzuelo tocando una canción. Era tu hermano, ¿cierto? La chica asintió, esgrimiendo la sombra de una sonrisa de alivio. Petrel se guardó para sí el desierto helado, la ciudad en ruinas y los cadáveres. —Tiene una buena voz, aunque estos viejos oídos no pueden apreciar la música moderna. —Tal vez no lo recuerdo bien. Hace mucho que no lo escucho. A veces... hemos estado en tantos lugares que a veces siento que no recuerdo ni mi hogar, o a esos dos niños idiotas del desafío, o al Team Yell... —Se pasó una mano por la cara, como limpiando las lágrimas que aún se resistían a salir—. Si algún día volvemos a casa, quisiera ser la primera. Sé que es egoísta, pero quisiera mostrarles mi hogar a todos ustedes; visitar el gimnasio e ir a un concierto antes de que partan de nuevo. Pero también me sentiría mal por no acompañar a los otros hasta el final. Y eso solo sí... solo si salimos de aquí. —Cuando lo hagamos. Y no sé sobre el resto, pero al menos cuenta conmigo. —¿Eh? —Te seré sincero: no tengo un lugar a dónde ir. Voy a quedarme con ustedes hasta el último hombre, o mujer, o niña con poderes. Así que da igual si eres la primera o la última, estaré ahí para tu despedida... si no te molesta este viejo. Tal vez le enseñe a tu hermano un par de canciones más alegres, esa última fue demasiado siniestra, deprimente. —Qué mal chiste. Mi hermano es la persona más ruidosa que puedas imaginar, y para muchos lo que toca dista mucho de ser música, pero es lo más alegre del mundo. Como un niño gritando lo cool que son sus Pokémon. —Tal vez escuché mal entonces. Tal vez ese recuerdo vino de Sabrina. O tal vez es ese chico nuevo que tiene gustos raros. Aquel mundo era extraño. Sin sol, luna o estrellas; solo una capa de nubes negras que lo cubría todo, y cuya única fuente de luz eran esos relámpagos rojizos que corrían salvajes a través de ellas. Un mundo hostil, que sentía tan poco aprecio hacia ellos como ellos hacia él. Llovía desde hacía un par de horas, y Petrel mantenía los ojos clavados en la ventana. Había logrado convencer a Marnie de dormir un rato, por lo que él cuidaba de Sabrina y sabía exactamente dónde estaban Moon y Pryce cuando vio volver a Cyrus de la cocina con un platón en las manos. —¿A dónde vas con tanta prisa? Vas a volcar eso si no pones atención a dónde pisas. —Al taller. Iba a llevarle algo a Steven... Petrel se levantó de su silla y caminó hacia el niño, examinando los sándwiches que llevaba consigo con un suspiro. Sin contar el pan y el jamón, Cyrus se había olvidado de todos los ingredientes. Pero no podía enojarse con él. Debía alegrarse de que al menos hubiera recordado poner algo en medio del pan. —Buen muchacho. ¿Cómo siguen las reparaciones? —No lo sé. No he entrado al taller en todo el día. —¿Qué pasa? ¿Steven te dijo algo? —No dijo nada, pero... El niño apartó la vista, y Petrel trató de invocar su paciencia interior. —¿Qué pasó entre ustedes dos? —No pasó nada. Es solo que parece molesto. Se me queda viendo cuando trabajamos, y a veces suena fastidiado. Creo que lo estoy haciendo mal. No quiero estorbar en su trabajo. Así que al menos quería llevarle algo de comer... para ayudar. Petrel se apretó las sienes con las manos. Sabía que Steven pasaba un mal momento, y que la situación lo superaba como a todos, pero no podía evitar sentir impaciencia con él. Steven era el mayor después de sí mismo, y prácticamente el único otro adulto. Necesitaba ayuda, no otro niño para cuidar, pero contuvo su lengua. Porque sentía que el joven campeón debía sentirse igual respecto a Cyrus, por erróneo que fuese. —No es tu culpa, mocoso. Pero la situación es difícil. Steven no está molesto contigo, pero necesita un tiempo a solas. Las chicas son así de complicadas. —Pero Steven no es una chica. —Pues actúa como una. —La carcajada murió en su paladar al notar que Cyrus no reía. Por suerte, no tuvo que pensar en otra broma. La nave dió la señal de que la puerta principal se abría, lo que solo podía indicar que ellos habían vuelto. Petrel le pidió a Cyrus que cuidara de Sabrina, y avanzó a zancadas hacia la sala central. Se encontró con Pryce; ese nativo de Johto que subió al AGS en la batalla de Iris. De la edad de Marnie o un poco mayor, pero completamente diferente en carácter. Brusco y de modales torpes, con un ceño fruncido eternamente y ojos intensos que, bajo una máscara de furia, ocultaban a un pobre diablo que no entendía nada de nada. Su cuerpo se sacudía en un ataque de tos, y cubría su cuello con las manos abiertas, como si algo se le hubiera atorado en la garganta. Tenía el cabello empapado de sudor y, en un sofá a su lado, descansaba un grueso abrigo que presentaba quemaduras recientes en su superficie. Lo acompañaba su pokémon: aquel Piloswine tan torpe como el propio Pryce que ya había roto un par de los sabuesos mecánicos de Cyrus. Como su propio pelaje no era protección suficiente, el lanudo pokémon llevaba encima una manta del mismo material que aún desprendía algo de humo. Pryce le ordenó que fuera a su habitación, a lo que éste obedeció con pasos confusos. Petrel lo vio marcharse en silencio, conteniendo las ganas de suspirar, y esperó a que la criatura se fuera para servir té en dos tazas. —¿Cómo sigue todo allá afuera? —Petrel se dejó caer en el sofá, pero Pryce se resistió a hacer lo mismo, no queriendo ensuciarlo. Iba a tomar un tiempo para que ganara confianza. —Mal. Avanzamos más que ayer, pero la lluvia nos sorprendió antes de salir del bosque. —¿"Avanzamos"? —Piloswine y yo... Petrel cortó su preocupación con un sonrisa desganada. —Ya sé que Moon fue contigo. —Lo lamento. Fue mi culpa. Petrel sabía que no era así. Casi podía imaginarse la escena en su cabeza: Moon le había pedido a Pryce ir con él. Pryce le dijo que no. Moon se ocultó en el pelaje del pokémon, y para cuando Pryce se dió cuenta del engaño, ya estaban demasiado lejos de la nave. Una parte de Petrel se sentía satisfecha de que Pryce decidiera recibir la culpa por Moon. Otra, en cambio, se preocupaba de cuántas cosas no sabía. Ni siquiera la profesora podía gobernar a esa niña, y él no comandaba la misma autoridad. —¿Pudieron ver algo más? —Pasado cierto punto, en dirección al sur, el bosque se convierte en una ciénaga. Pensamos en dar la vuelta cuando empezó a llover. —Y volvieron a la nave. —Así es. Normalmente hubiera seguido; Piloswine y yo no nos asustamos por algo de lluvia, pero con Moon... —Ni lo pienses. No vas a ayudar a nadie al exponerte al peligro. Solo tendremos dos personas enfermas en lugar de una, y actualmente eres nuestro único combatiente. —¿Qué diablos es esa lluvia para empezar? Nunca había visto algo así. —En tu época... supongo que todavía no era algo. Pero de donde vienen Marnie y la profesora, la contaminación es un problema serio. —¿Cómo en tirar desperdicios tóxicos a los ríos? Algo así. Conforme más se desarrolló nuestra tecnología, también contaminamos más. Eventualmente ensuciamos tanto el aire que la misma lluvia se volvió ácido capaz de causar quemaduras y enfermedades. Pryce caminó hacia la ventana y abrió los ojos con incredulidad. —¿Dice que el mundo de ellas dos es igual de oscuro? ¿Con un cielo negro como este? —No lo creo. Pero sin duda hay algo allá arriba. Algo que convierte la lluvia en un peligro, que... envenena nuestros cielos. —Si tiene razón, no podemos quedarnos aquí. —No, no podemos... al norte. La próxima expedición tendremos que hacerla al norte, en cuanto termine de llover... Un súbito chispazo interrumpió sus palabras, y lo siguiente fue absoluta oscuridad. —¿Fue... Sabrina? —Sí, Sabrina. —se pasó la mano por la frente cuando escuchó el sonido de vidrio rompiéndose—. Quédate aquí. Iré por una luz para revisar la instalación. Escuchó un suspiro resignado, pero no sabía si había sido propio o de Pryce. Al final decidió que no importaba. Llevaba toda la noche en su habitación, contemplando el sombrero en sus manos. Un 'Trilby' que llegó a su poder durante su breve estancia en Iris. No sabía por qué lo había tomado, ni siquiera era la clase de sombrero que usaba el jefe Giovanni, pero algo en su interior lo necesitaba. Aferrarse a un tiempo en que las cosas eran más sencillas. A veces se preguntaba qué había sido de Archer y los demás. Giovanni había sido más que un jefe para ellos, era alguien a quien admirar y de quien depender. Todos y cada uno de ellos se sintió igual de destrozado al enterarse de que aquel en quien depositaron su confianza se había rendido, en sus propias palabras, "por haber traicionado sus expectativas". Eso no les servía. Para gente como ellos, como Petrel, que no habían hecho nada con sus vidas, el Team Rocket era lo más cercano que tenían a una forma de realización. Por eso podían hacer cualquier cosa en su nombre; desde lo más ruin hasta lo más temerario. Pero entonces, cuando la organización se desmanteló, también lo hicieron ellos. Niños viejos, adultos sin ser adultos. Personas incompletas que aún necesitaban a su padre. Y aún ahora, tantos años después, no podía sino preguntarse qué haría el jefe Giovanni en su lugar. Tal vez por eso había seguido a Fennel en primer lugar. Necesitaba una nueva figura de autoridad, y la profesora era lo más cercana a una que tenía. Como el jefe, era reservada sobre sus verdaderos planes. Como el jefe, se preocupaba por aquellos bajo su cargo. Y como él, sospechaba, tenía motivos más oscuros en mente. Eso estaba bien para Petrel, pero entonces la profesora los dejó también y esta vez no podía huir. Sentía miedo. El disfraz no le quedaba, nunca le quedaban. No podía pretender ser un líder capaz, pretender que tenía todo bajo control. Al menos no por mucho tiempo antes de que su máscara de control se rompiera y vieran el manojo de nervios e inseguridades andante que era en realidad. Por eso se resistía a dormir. Porque si Sabrina le mostraba a los demás lo que había en su cabeza, sería el final para todos. Pero en contra de su voluntad, los párpados se le cerraron. Fue apenas un instante, pero duró lo suficiente para hacerlo estremecer. Vio una reina blanca de ojos inhumanos ceñida en un arcoiris. Su expresión era triste, pero determinada cuando tomó las manos de Petrel y murmuró una despedida, salvo que esas manos no eran suyas, y tan pronto como se dió cuenta de ello, la mujer echó a correr en dirección contraria a él, desvaneciéndose, volviéndose uno con el lienzo de sus recuerdos. Vio un pokémon rosado que flotaba en el interior de una cueva, uno que nunca había visto antes. Sus grandes ojos verdes lo miraban con reproche, pero accedía a su petición y efectuaba su magia con esas manos pequeñitas. Vio las enormes alas negras que encarnaban el terror, y el grito de aquella bestia perforó sus oídos. Y antes de que esas garras pudieran hacer lo mismo con su piel; un coloso de barro se interpuso entre ellos y lo salvó de una muerte segura. —Al norte. Siempre al norte. Despertó con sus sienes latiendo y un profuso sudor cubriendo su cuello. ¿Qué diablos era esa visión? ¿Qué trataba de mostrarle Sabrina? La niña debería saber que él era menos que nada. Steven era más listo. Moon era más valiente. Marnie era más comprensiva. ¿Por qué él? —Porque confía en su tío Petrel —escuchó decir a su propia voz. Pero su tío Petrel no sabía qué hacer. Sus ojos se posaron en el sombrero abandonado, y un minuto después, este se posó sobre su frente. Caminó hacia el espejo y apreció su reflejo. No se parecía en nada a Giovanni, pero al menos podía pretenderlo. —Un disfraz lo hace la actitud. Caminó hacia el cuarto de la profesora y lo encontró dormido sobre la cama. Desde que volvieron de Iris, el pequeño Eevee trataba de alejarse del resto, pasando todo el día en aquella habitación o la de Sabrina. Lo recibió con una mirada de absoluta seriedad, como si supiera que venía en camino, y como si supiera lo que iba a hacer. Había una bata de laboratorio en una percha junto a la puerta. Petrel se deslizó dentro de ella y aunque se sentía absurdo, también menos inseguro. Levantó al Eevee con una mano detrás de su cuello y lo puso a la altura de su cara. —Tú vienes conmigo. Afuera seguía lloviendo, y la bata ofrecería poca protección, pero tenía un plan. Tan pronto como salió de la nave, alzó al Eevee sobre su cabeza, dejando que el ácido lo cubriera. Como esperaba, éste saltó de sus brazos, mutó rápidamente en su forma siniestra, y emitió un campo de fuerza psíquico desde sus brillantes anillos azules que los envolvió a ambos. —Al norte —ordenó, y Nephy lo obedeció. Anduvieron por algunos minutos en silencio. Escuchaba la lluvia golpear las hojas de los árboles, y el sonido de la tierra húmeda bajo sus pies, pero más allá de ello, el mundo había desaparecido. Ni siquiera los relámpagos rojos iluminaba esa noche. El mundo se había reducido a una persona y un pokémon protegidos por un campo de fuerza. Un mundo que solo existía en la medida en que lo recorrían, y que se desvanecía tan pronto como lo dejaban atrás. Aquella criatura lo asustaba más de lo que quería admitir. Como cualquier entrenador, sabía que los pokémon podían entenderlos, tal vez no sus palabras, pero si la intención en la voz de una persona, y eso era cierto incluso para Magearna. Pero este era diferente. Había una cualidad casi humana en sus ojos que no podía describir. Predatoria. Arrogante quizá. —Fuiste tú, ¿cierto? El de las últimas visiones —preguntó sin esperar respuesta—. Tiene que ser uno de nosotros, pero nunca hemos visto pokémon como esos. Y dudo mucho que Pryce se los haya encontrado en Johto. Solo queda alguien en la nave, y ese eres tú. O Maggie, pero ella es demasiado buena para tener esa clase de recuerdos. El Umbreon siguió su camino, apenas unos pasos por delante del propio Petrel. —¿Sabes? La división científica del Team Rocket trabajaba en un proyecto. Se trataba de fortalecer Eevees genéticamente para que pudieran acceder a sus evoluciones de forma voluntaria. Pero nunca llegaron a nada. Los pobres morían en la mesa de operaciones cuando tenían suerte, y cuando no, en sus jaulas luego de una larga agonía. La verdad, me sentí aliviado cuando supe que el lugar fue destruido en un incendio, esa era una muerte mejor que lo que les hacíamos. Cuando te vi por primera vez, me trajiste recuerdos de entonces. Tenía miedo. Sospechaba que eras uno de esos Eevees que había sobrevivido y ahora buscaba venganza. La sombra de una sonrisa cruzó sus labios. —Pero eso es imposible. El jefe nunca usaría un variocolor como conejillo de indias. A ti te hubiera vendido. Esperó una reacción. Lo que fuera, pero aquél pokémon siguió caminando impasible. —Al final dejé de pensar en ti. Al menos hasta que llegamos a Iris. Hemos visto cosas muy locas, y tú eres menos sorprendente que la mayoría. Pero ahí... todo fue un caos. Es fácil perder el sentido de lo que ocurre en una situación de emergencia. Eso fue lo que destruyó nuestras operaciones en Kanto. ¿Pero, sabes? Una vez que todo termina, basta con hacer las preguntas correctas. Y las hice. Estos días no he hecho otra cosa que escuchar y escuchar lo que otros tenían que decir, y tratando de dar algo de apoyo cuando podía. ¿Sabes qué es lo peor de todo? Que la mayor parte del tiempo, sus palabras me ayudaron más a mí que yo a ellos. Lo sé, es patético, pero he aprendido a vivir con ello. Buscó en su interior. Una voz que no era la suya, sino la del jefe Giovanni. No podía ser él mismo, tenía que ser inamovible como la Tierra bajo sus pies. —Moon me dijo que habías estado actuando raro desde que llegamos. Marnie me dijo que huiste por tu cuenta cuando se quedaron solos. Y la encontró. —Moon me dijo que luchaste valientemente contra los malditos perros legendarios, y que incluso detuviste a Maggy cuando perdió el control, cambiando entre todas tus formas. Me habló de esa pokémon de Alola. Y yo lo ví con mis propios ojos. Ese jovenzuelo que se convertía en Ho-Oh y luego en un Ditto. Tal vez no puedo ver la imagen completa, pero puedo entender algo: que fuiste a Iris por tu propia voluntad. Sabías lo que iba a pasar y fuiste por tu propia voluntad. Al sitio donde había alguien con los mismos poderes que tú. Como si... como si trataras de protegerlo. —Y tal vez soy un iletrado, pero sigo siendo un Ejecutivo Rocket. Dime, ¿Alguna vez has estado en la Isla Canela, Mew? —Nephy me gusta más, humano. Se dió la vuelta y lo encaró, torciendo sus labios de pokémon en una sonrisa de burla que casi parecía humana. Su voz era suave, pero masculina; más propia de un locutor que de un pokémon que no llegaba a la altura de sus rodillas. Petrel sintió un escalofrío subir por su espalda, pero hizo su mejor esfuerzo para disimular. Duro e inamovible como una montaña. —Así que puedes hablar, pequeño embustero. —Nephy, humano. ¿Y bien? ¿Qué piensas hacer ahora que lo sabes? ¿Me trajiste al bosque para matarme? ¿Llevas un arma en el bolsillo? Petrel se llevó ambas manos a los bolsillos de la bata, pero lo único que encontró en ellos fue un bolígrafo que en la parte de atrás tenía un puntero láser. Instintivamente señaló con él al Umbreon, y luego apuntó a sus patas, moviendo la pequeña luz de un lado a otro, complacido cuando Nephy cedió a sus impulsos y trató de atraparlo inútilmente. Una carcajada salió de su pecho, la primera vez que reía sinceramente en días. El pokémon lo miraba con reproche. —Al norte, Nephy. No tengo idea de lo que haya fuera del bosque, pero tenemos que encontrar ayuda para Sabrina. El Pokémon ladeó la cabeza, intrigado por sus palabras. —Vamos, Petrel. —Y volvieron a andar. —Aunque preferiría que te transformes en algo que pueda volar. —No tientes tu suerte. Mantendré la barrera y da las gracias por ello. —Al menos responde mis preguntas. —¿Qué quieres saber? —Dónde está la profesora. —Ni idea. —¿Sabes por qué el AGS se mueve entre mundos? —Tengo una sospecha de por qué salta en el tiempo, pero no puedo responder sin confundirte más. —¿Qué pasó realmente en Iris? —Si pudiste deducir mi identidad, puedes imaginarte el resto. —Está bien. ¿Sabes dónde estamos? —Sí. Lo sé, pero la respuesta no significaría nada para ti. —Inténtalo. Dime algo que valga la pena. —Es tu mundo, pero no tu época ni tu región. —¿Hay humanos aquí? —Tal vez. Si estamos donde creo que estamos, deberíamos llegar a una ciudad al norte en... Un par de horas. Pero no puedo prometer que siga habitada. —¿Sabes qué son estas nubes negras? —Lo sospecho, y no me gusta. Deberíamos irnos de aquí inmediatamente. Este sitio es mucho peor que Iris. —No podemos. No sabemos cómo encender la nave sin Maggy, y si caemos en otro mundo inhabitado, no tendremos forma de curar a Sabrina. No me importa a qué le tienes miedo, vamos a esa maldita ciudad. —Pues hay que darnos prisa, no nos quieren aquí. —¿Quiénes? —Sus nombres no significan nada para ti. —Eres frustrante, y decepcionante. —¿Sabes con quién hablas, humano? El Umbreon giró su cabeza, más intrigado que ofendido, pero Petrel se mantuvo firme, aún si por dentro moría de miedo. La única forma de tratar con aquellos más fuertes que tú es actuando con la misma seguridad; creerse alguien poderoso y actuar como tal. —Deja el misterio y habla con claridad. —Uno de ellos es más una catástrofe que un ser vivo; un cadáver que esparce muerte a su alrededor. El otro es el guardián que trata de ponerle freno. Ambos son igual de peligrosos, porque para uno somos comida y para el otro somos una anomalía. —¿Y no puedes vencerlos? Le pateaste el trasero a los perros legendarios. —¿Qué te hace pensar que lucharé por ustedes? —Lo hiciste en Iris. —Entonces no eres tan astuto como crees. Escuchó un chillido agudo bajo la suela de su zapato. Debió pisar un pokémon, pero no tenía idea de qué clase. Apuntó el láser hacia el suelo y lo único que vio fue el contorno de algo alejarse. —¿Por qué viajas con nosotros? O Nephy se había cansado del juego de las preguntas, o algo había llamado su atención. Se quedó viendo hacia el frente, con la cola y las orejas sutilmente erizadas. —¿Por qué viajas con nosotros? —Curiosidad. Quería saber cómo les iba. Qué papel tenía yo en esto. Un aullido resonó en la lejanía. Uno cargado de ira y violencia. Notó que el mismo Nephy trataba de ignorarlo. —¿Eso qué significa? —Me agradas, Petrel. —¿Ah? Escuchó un estallido. La barrera que los rodeaba soltó un chispazo de luz cuando algo la golpeó desde el exterior. —¿Qué está pasando? La cosa afuera de la barrera golpeó de nuevo. Por la forma en que la barrera reaccionó, a Petrel le pareció ver las marcas de dos fauces enormes. —Te gusta actuar, Petrel. Todos somos actores. Todos jugamos un papel en esto, aún sin saberlo. —¿Qué es esa cosa de afuera? —Quería saber cuál era mi papel en la historia de ustedes, para tener una mejor idea de la trama completa. Y siento decirlo, pero debemos separarnos ahora. El enemigo allá afuera es demasiado para ti, y esta barrera no durará para siempre. Como respondiendo a sus palabras, aquella bestia arremetió contra el domo con tanta fuerza que este empezó a resquebrajarse. —Espera, podemos huir. Si te dejo atrás en este sitio no voy a encontrar el norte. Tenemos que salvar a Sabrina juntos, ¿recuerdas? Seguro puedes contra esa cosa. —No me estás entendiendo. Nephy hizo una reverencia y se desvaneció. Tan simple como eso. Y un segundo después, la barrera se hizo pedazos. El pequeño bastardo lo había abandonado. La lluvia ácida volvía a caer sobre su cara, pero hizo un esfuerzo supremo para no emitir el menor ruido. Tenía que pensar rápido. La bestia seguía oculta en la oscuridad, pero él también. Podía engañarlo. Aún tenía un arma en su poder. Inmóvil, hizo un mapa mental de su localización. Los ataques a la barrera venían desde su derecha, así que la criatura debía estar ahí. Apuntó con el láser hacia adelante, como hizo antes con Nephy, y lo hizo moverse por el bosque. Si podía hacer creer a la criatura que era un ser vivo, tal vez podría escabullirse y volver. No, eso no. Podía seguir el paso de la bestia y salir de aquel maldito bosque y encontrar ayuda. De pronto, la luz roja en la distancia desapareció. Pensó que se había quedado sin batería por un segundo, y al siguiente, sintió un dolor enloquecedor estallar donde antes había estado su brazo. La criatura echó a correr en la oscuridad, pero Petrel no escuchó el ruido de sus pasos. No podía escuchar otra cosa que su propio dolor. Su mente huyó de él al interior de si misma, negándose a sentir. A pensar en sus circunstancias inmediatas. My body is a cage
We take what we're given Just because you've forgotten That don't mean you're forgiven —Claro, eras tú. Y tras ese pensamiento, Petrel cerró los ojos por última vez. ![]() ≈
05 Dec 2021
01:05 AM Palabras -
Alright, primero cubramos lo que dejé atrás en el cap anterior. Realmente no le vi nada de malo, sí, hay mucha exposición, pero no me atrevería a decir que es del tipo que arruina la inmersión en la historia, in fact, el hecho de que la Marnie desaparecida sea la misma que estaba con todo el crew del AGS dio para pensar y ciertamente más lo pienso ahora con este capítulo nuevo. También está todo el tema de "Seri", o lo que sea que es, un avatar, un falso, un personaje ficticio que terminó en el mundo de Masa y co. como si fuera El Último Héroe de Acción, what is she? Is she still alive? Is she dead?
Ahora, con este capítulo que acabas de publicar. Primero quiero empezar por Petrel, toda su parte de la historia me recuerda a Snow On Mt. Silver, un recordatorio constante de que los lugares nevados son la tumba perfecta. Tiene un tono desolador que simplemente acecha por toda la historia, ¿será posible que Petrel logre su cometido y demuestre ser un verdadero líder? ¿Será que Sabrina se recuperará? ¿Qué hay del resto del crew? Luego está todo el caso de los verdaderos viajes que tomaba la nave. Eso hace de la historia un tanto más oscura, porque ahora la cosa no es tanto que los personajes vengan de mundos distintos donde algo fuerte ocurrió, sino que todos vienen de distintas épocas y el destino es igual por ello. They've been running from something inevitable the whole time. Finalmente está Nephy, viejo, qué desquiciado está. Haberse hecho pasar por otro pokémon con tal de "encajar" en los eventos, y que realmente solo está "ayudando" porque siente que así será alguna clase de personaje destacable, como si estuviera en una obra de teatro. Guy is crazy and Lord knows why he needs to act like that. Keep up the good work, pal. Sabes que seguiré esta historia hasta el final. Maybe I'm a dream...
13 Dec 2021
08:16 AM Palabras -
Uh, este fue especialmente bueno. Lo leía y se me venían más y más puteadas contra vos a la mente por tardar tanto en actualizar esta pedazo de historia.
Volvemos al polémico grupete de aventureros cósmicos, pero esta vez con el foco mucho mejor ubicado en uno de ellos que sirve como canalizador y a su vez como hilo conector de los distintos integrantes de la crew del AGS. Un personaje que ya te había contado que me encantaba y que cumple un rol único y fundamental, siendo que la mayoría de ellos son sus versiones peques y jóvenes adolescentes, así que la carga de responsabilidad sobre el tipo es mayor. Incluso más si notamos que los otros adultos en realidad no parecen preocuparse tanto por la parte comunitaria y humanista del equipo, con Steven jugando al héroe investigador y la profesora chiflada siendo simplemente una chiflada que desaparece y que no explica sus verdaderos motivos. Por esto mismo, Petrel se vuelve tan rico en matices, y el hecho de que hayas elegido precisamente al personaje cuyo gimmick es el disfraz y el engaño, y nos lo pongas en una situación en la que tiene que desenmarañar qué pesadillas lleva Sabrina a su cabeza, y si son las de todos los tripulantes o si son extracciones de sus propios miedos y angustias, y que encima redobles la apuesta después llevándolo a la respuesta de que... ¡Sí! ¡Nephy era Mew todo este tiempo! La puta que te parió. xD!!! O sea, es genial por cómo armaste el momento, por lo divertido que es leerte escribiendo a un personaje como Mew, por el contraste y la perfecta combinación entre el tipo que se disfraza y el poke que se disfraza, pero es que el truco de "ah sí, en realidad es este otro poke que se transforma, igual que Atem jeh hej" ya parece medio rompe bolas. Que sí, que ser trapito es cool y todo y te suma fans en Internet, pero realmente esperaba una explicación mucho más rebuscada y compleja al asuntito del Eevee shiny que evoluciona a lo PokeSupe pero más roto. De hecho, ahora que lo pienso... Ese Mew es solo Mew y ya, ¿no? No es shiny ni nada, pero eligió que al transformarse sus colores sean los de las contrapartes shiny de la eeveefamilia. Pero bueno, el camino a esa revelación es espectacular y realmente cierra por todos lados. La catarsis que hace Petrel con el sombrero de capo mafia también es fantástica, y cómo todavía parece sentir que su único lugar de pertenencia era el Team Rocket, tal vez por la culpa que carga encima debido a la cantidad de crímenes y fechorías que cometió por ese entonces, cuando en realidad es ahora cuando forma parte de un grupo de pertenencia donde realmente cumple un papel por el que se le valora y respeta. Es una especie de guía moral y anímica, una figura de contención para los chicos, una especie de corazón del grupo que tal vez esté más perdido y conflictuado que todos los demás que parecieran tener problemas más importantes por ser psíquicos, viajeros temporales, campeones o genios científicos. Su paseo por Galar y el Bosque Oniria es hermosísimo, esa entidad que lleva la muerte a los cielos y los envenena poco a poco es la descripción más precisa que se le podría dar a Eternatus, y el hecho de que se diga que es un lugar mucho más peligroso que Iris me hizo fangirlear solo por galarfag (aunque en realidad soy mucho más johtofag, pero tengo que ponerme la camiseta ahora, aunque sea por puro marketing). Lo que no me quedó del todo claro es el final y eso de que cerró los ojos por última vez... ¿En serio se murió ahí nomás el gil? ¡¿Posta?! Le mordieron un brazo los lobos malos (técnicamente él es el malo así que los lobos siguen impartiendo su particular justicia), pero no llegué a cazar qué fue lo que lo mató realmente. ¿Tuvo un mental breakdown y se planchó ahí nomás por el efecto en su consciencia de los poderes psíquicos de Sabrina? ¿Mew lo cagó? ¿El veneno de Eternatus lo hizo concha? QUE PASO KIWI QUE PASO. Ah pará, ahí leí de nuevo y capaz fue precisamente un poco de todo eso... Con Mew traicionándolo como la rata abortada que es y la lluvia ácida de la Negra Noche pwneándolo progresivamente en muy corto tiempo. Nunca estuve abajo de lluvia ácida pero suena bastante terrorífico si viste Robocop. Otro gran capítulo escrito de forma bastante contenida y que, para variar, ofrece por fin más respuestas que preguntas. Pero que los Mew dejen de ser tan cabrones en el multiverso de los fics cueveros, pls. ![]()
28 Dec 2021
12:35 AM Palabras -
Hola otra vez, me maretonée los tres capítulos que me faltaban para quedar al tanto de esta historia.
La verdad es que si me pasó algo de factura, porque los primeros dos al ser más expositivos e informativos, me hicieron boom el cerebro. Sobre todo la parte donde Seri es un personaje de libros y me quedé a cuadros porque lo que estabamos leyendo era también producto de la ficción y se sintió bien inception; leer lo mismo que Masaru y Myu y me imagino sentir lo que ellos sintieron en ese momento al leer esos mismos párrafos. Pero está esa espinita que dejaste en el segundo cap de que lo de Seri en los libros no sea simplemente una saga juvenil más, sino que sea algo tipo autobiográfico o algo así; o que el autor sepa más de lo que deja ver en esos pasajes. Y el nick de la chica con el mismo nombre; me pegó la familiaridad cuando leí el nombre de Roger porque aunque no comenté, si leí ese especial de Navidad donde recuerdo que todos estaban así en un tipo de Raid del juego. Que en fin, al final de todo esto mi cabecita está a punto de estallar porque es mucha información junta y muchas revelaciones que siento yo poco a poco se están juntando los hilos para darnos la imagen completa. Sobre todo con todo el desmadre de la teoría de sueños, los sueños y la fantasía y que buena frase, Mario Hugo, me la voy a robar. Me imagino que después de lo que pasó en Unova, algo que está ligado a nuestros hermanos dragones volátiles favoritos, nadie querría que los consideraran guardianes de Unova y mejor estampar al otro par de hermanos más family friendly y que no destruyen la realidad tan fácilmente. Extrañaba a Masaru y Myu, y aunque su capítulo no dejó de tener esos pequeños momentos donde me hicieron reír, ahora se pasaron a un tinte muchísimo más serio -en lo que cabe- discutiendo todo esto de los libros, teorías, Fennel, desastres enlazados, etc. Y ahora van en busca de Roger para ver si pueden encontrar más respuestas; siento que cuando vuelvan Sonia les va a dar otra de las regañadas de su vida, pero al menos lo hacen no para meterse en problemas, sino para terminar de unir ese gran esquema de las cosas y ayudar un poco más a Sonia a encontrar las respuestas que necesita. Sobre el cap de Uzu... siento es tranquilo; lo que pasó después de todo lo relacionado al desastre de Kalos y al menos donde se encuentra Uzu antes de empezar a dar saltos en el tiempo como un Spinda. Eh... en parte entiendo que no sea una buena persona; su familia la echó a un lado, estuvo como rehén donde sólo recibía desprecio y el único amigo que hizo ahí fue un ave con complejo de héroe al final que terminó destruyendo más cosas que arreglandolas, todo para terminar en quién sabe donde, donde un par de Pheromosa la trata igual que como la trataban en Kalos sólo que por lo menos con un poco más de hospitalidad; cosa que terminó por hartarla y atacando a la única compañía dentro de ese páramo desolado. Tratando de convivir, pero aunque ya no hay animosidad por ninguna de las partes, nunca termina por encajar. Y finalmente dejándole a una niña a su cuidado, porque su madre ya no pudo más y siendo sobre todo consciente de su castigo; no poder morir de ninguna manera, me imagino que como el propio castigo de Yvetal hacia ella. Igual no la excuso, pero hay bastantes cosas de fondo; aunque aún queda por ver que más cosas es capaz de hacer Uzu porque hasta el momento ha actuado de forma bastante templada, en cierto sentido, no causando grandes problemas (si contamos que lo de Kalos pasó más por Yvetal volviéndose toh loco que por ella, aunque ella sea un imán de Ultraentes). Ah... el cap más reciente me deja con un sabor amargo. Me imaginé que Nephy era Mew por las vagas referencias que se hicieron a lo largo de los capítulos. Igual me hace gracia que tanto este Mew como el de GB quieren proteger a sus hijos producto de la experimentación genética (?); aunque este es creo más hdspm porque realmente sólo está con ellos porque quiere entender su propio lugar en todo ese gran rompecabezas, sin importarle realmente lo demás. O al menos así me pareció a mí, porque no dudó ni un segundo en dejar que Petrel fuera consumido por los efectos del clima de Eternatus y herido por los lobos. Me llama la atención que justo llegaron al tiempo de la Noche Negra de hace 3000 en Galar. Y claro, al ser una anomalía, los lobos los tendrían que eliminar; sobre todo, mostrar a Eternatus en todo su horrible esplendor, retratándolo como la calamidad que es, con las consecuencias que trae consigo y cómo literalmente hace de la región un páramo post apocalíptico que le daría envidia a Mad Max. Digo que me deja un sabor amargo justamente por Petrel; creo que está más que claro que está muerto, con Sabrina enferma y Magearna desecha, no hay nadie lo suficientemente poderoso como para ir a recogerlo y traerlo devuelta. Petrel ha sido un personaje que creo yo ha funcionado como pegamento del grupo, siendo el más "normal" entre genios y niños imprudentes, me imagino porque está atormentado por lo que hizo y demás cosas, era quién traía consigo más esa esencia de normalidad y domesticidad que acompañaba al Crew Espacial y, quién a pesar de no tener la brillantez de Steven o Cyrus, era capaz de dar comentarios ingeniosos o consejos útiles. Explorarlo y ver ese sentido de inferioridad, esas ganas de pertenecer, de fingir saber más de lo que sabe... terminando esforzándose más para salvar a Sabrina a pesar de todos su miedos; el único adulto que queda después de Steven donde no se puede dar el lujo de mostrar temor a sabiendas que eso sólo causará más aprehensión y miedo dentro del grupo y, al mismo tiempo, saber que no puede llenar esos zapatos de líder como Fennel o Giovanni; así que sólo le queda actuar para ahogar sus propios miedos y seguir adelante. Aunque dentro de ese auto-desprecio, se le da bien llegar a conclusiones con las pistas adecuadas. Ah, en fin; que Nephy chingue a su madre cada que respire junto con el América y no me queda más que decir que espero lo que trae el siguiente cap con Uzu volviendo al foco. Ahora que escribo esto se me ha desperezado un poco el cerebro y finalmente puedo procesar todo lo que leí y dios, me da gusto que todo va cayendo en su lugar. ![]() ![]()
30 Jan 2022
10:49 PM Palabras - Escala 16: La Quimera de la Antítesis — Espiral en el Tiempo II
Mostrar El anterior mundo fue una jungla habitada por criaturas peligrosas. El anterior a ese fueron las ruinas de una civilización en una tierra dónde nunca salía el sol. Y el anterior fue el desierto blanco en el que se conocieron. Los tres mundos les habían enseñado algunas reglas básicas. Los portales solo se abrían cuando alguien moría. Los portales permanecían el tiempo suficiente para que el alma cruzara al otro lado. Los portales llevaban a mundos distintos. Sabía que el fenómeno estaba relacionado con Yveltal, aunque no comprendía cómo. Solo sabía que debía seguir en movimiento si quería encontrar una respuesta. Su compañera empezaba a adaptarse. Todavía retrocedía ante la visión de esos "gérmenes" que solo ella podía ver, y rehuía de cualquier clase de contacto, pero se había acostumbrado a su presencia y la seguía sin cuestionar nada. Taoser comprendía que estaba sola, y que ella era lo único que podía aferrarse. Uzu lo sabía, y le causaba náuseas. Era todavía de manaña. Atravesaban un pastizal en camino a lo que debía ser una ciudad, o al menos eso creía. Hasta entonces, la única ciudad capital que había visto era Lumiose, y si bien el lugar al que se acercaban tenía cierta semejanza, lo cierto es que se sentía diferente. En primer lugar, carecía de muros. Si algo le había enseñado la experiencia de su propio pueblo con la gente de Kalos, era que la falta de muros invitaba al ataque. —Taoser —la pequeña giró su cabeza hacia ella, hasta entonces distraída con el vuelo de dos fletching—. Vamos a llegar a una ciudad. —Sip. —Como ya sabes, soy una princesa. Eso significa que soy gente importante. —Está bien. —Y tú eres un pokémon. Para los humanos, ustedes los pokémon son algo así como mascotas... o esclavos. Lo que significa que son menos importantes. —Los humanos también son pokémon —replicó con cierta candidez—. ¿Por qué seríamos diferentes? —Solo estate tranquila y haz lo que yo te diga. Tenemos que guardar las apariencias hasta que sepamos qué hacer... y nada de lanzar hidropulsos a las personas. —¿Aunque estén sucios? Aquello le sacó una sonrisa. Se preguntó quién ganaría en una competencia de higiene entre Taoser y la reina de Kalos. Seguramente la pokémon... tras lanzarla volando con un hidropulso. En contraste, la ciudad a la que llegaron parecía mucho más limpia. Las calles eran lisas y ordenadas, y las casas y comercios parecían más sólidos. Había un árbol cada tantos metros, y aunque contaba con un castillo en el centro de todo al igual que Lumiose, en lugar de una fortaleza ominosa y asfixiante, este parecia una prístina torre blanca que emanaba paz. Paz que se vio interrumpida cuando la gente en las calles empezó a notarlas. Dos, cuatro, hasta veinte personas formando un círculo en torno a ellas. Caminó hacia adelante para pedir información, cuando uno de ellos la empujó al suelo por casualidad, como si no la hubiera visto. Solo entonces comprendió que la multitud se concentraba en su acompañante. —¿Cuál es ese pokémon? —Nunca había visto uno así. —¡Es tan linda! —¿Oye, es tuyo? ¿Cómo se llama? —Pff. ¿Cómo va a hacer de ella? Tomó un mechón de su pelo apelmazado entre los dedos, y miró abajo hacia su vestido, sucio y endurecido por el lodo seco. No parecía precisamente una princesa en ese momento, mientras que Tahoser, impoluta y delicada, emitía toda la elegancia que le faltaba a ella. O al menos eso creyó, hasta que la vio alzar ambas manos sobre su cabeza, haciendo circular entre ellas esa aura azulada que conocía tan bien. —¡Miren, va a hacer algo! —¡Alguien empiece a grabar! —¡Yo tengo un Lucario! El aura se materializó en un torbellino. Aquel iba a ser el hidropulso más poderoso de la historia. —¡Taoser, no! Saltó hacia ella, cerró los ojos, y escuchó una explosión... una explosión muy lejana, y en la dirección opuesta. Cuando los abrió, giró la cabeza y miró en dirección al castillo, del que salía una fumarola de humo. —Debe ser el intentor otra vez —dijo alguien entre la multitud—. Vamos a ver. —Tal vez ahora sí lo ejecuten. Ahora libre de la atención, Taoser había bajado los brazos y respiraba sonoramente. Hasta entonces Uzu era la única humana con la que había tratado, y aquella no debía ser una buena impresión de su especie. —¿Estás bien? Acercó las manos a sus hombros, pero se detuvo antes de tocarla para no alterarla más, momento en el que escuchó el sonido de dos palmas aplaudiendo, acompañadas de una voz serena. —Vaya escándalo, ¿no creen? Se trataba de una mujer joven, vestida de blanco y un poco más alta que ella. Llevaba el cabello castaño a los hombros y ojos del mismo color. En sus labios una sonrisa de esas que ya no se asustan por nada. —No te asustes, pequeña —siguió—. Ellos solo querían ser tus amigos. Pero son un poco brutos. Se inclinó hacia Taoser y la miró a los ojos, provocando que esta empezara a calmarse. Algo en ella se le hacía familiar; como una cualidad especial para entenderse con otros. Por un momento le pareció ver en ella a Nofré, y seguramente Taoser pensó lo mismo, porque dejó de llorar. —Claramente no son de por aquí. ¿Cómo se llaman? —Uzu... y Taoser —respondió la propia Uzu—. Venimos de muy lejos. —Eso salta a la vista. Seguramente esta pequeña nunca había estado en una ciudad. Yo soy Anansi, por cierto. Mucho gusto. Dió un paso hacia atrás y recorrió a Uzu con la mirada. Por primera vez en mucho tiempo se sintió apenada por su vestimenta, pero cuando reparó en las cicatrices de sus muñecas, escondió los brazos detrás de la espalda. —Si no tienen a dónde ir, pueden venir conmigo. Tengo una cafetería; no sirvo el peor café en toda Lumiose, pero ¡hey! Será gratis. Uzu sintió que su corazón se detenía. —Espera. ¿En dónde estamos? —Lumiose —repitió con extrañeza—. La capital de la luz. El lugar era modesto, pero acogedor. Taoser estaba sentada en la cabecera de la mesa más grande, en ese momento llena con postres, rodeada de otras quince personas que habían se los habían obsequiado, atendidas por dos marmitonas robustas en vestidos que vagamente recordaban a un litten. Tras vivir de los almuerzos frugales de Nofré por toda su vida, la experiencia dulce era tan intensa para la pequeña que estaba dispuesta a olvidar por un rato su desconfianza a los humanos. Tras asearse, Uzu vestía la ropa que Anansi le había obsequiado, que incluían una blusa blanca de mangas largas. Junto con su dueña, observaba a la pequeña pokémon desde la barra. —¿Por qué es tan popular? —Hay tres cosas que aman en Kalos: lo bello, lo único y lo elegante. Da la casualidad de que Taoser cumple con esas características, y con una coronita. No te preocupes, a lo sumo se tomarán unos recuerdos con ella. Como receptora frecuente de los saludos hidropulsales de Taoser, no estaba segura de que la palabra "elegante" le hiciera juego, pero al menos parecía contenta. Cualquier cosa que la distrajera de pensar en su hogar era bienvenida. —¿Y? ¿Cómo es que una niña con un pokémon tan inusual cruzó todo el camino hacia Lumiose? —Nos perdimos —replicó lacónica. Tenía la respuesta preparada desde que divisó la ciudad. —Debe ser difícil de contar. Puedo ver que han pasado por mucho. —Sus ojos bajaron a las muñecas de Uzu, ahora ocultas por la tela—. No te preocupes. Soy muy chismosa, pero no hablaremos de lo que no quieras. Ah, pero de algo tenemos que hablar, sí o sí. ¿Empiezas tú? Uzu meditó por un segundo cómo formular su pregunta —Escuchamos cosas muy distintas de Lumiose. Me esperaba un lugar muy diferente. ¿Crees que puedas contarme un poco de su historia? —Bueno, no soy una cerebrito, pero al menos sé lo básico. Veamos... —le sirvió una bebida caliente, amarga y dulce a partes iguales que le trajo un alivio inmediato—. Empezó hace 1500 años, cuando el reino fue destruido por una catástrofe. No hay registros de lo que pasó, pero la leyenda dice el rey invocó fuerzas místicas de una tierra distante, y ellas acabaron con todo a su paso. Pero entonces vino la diosa de la luz y reparó todo. —«Casi no la conozco» —dijo una voz en su cabeza que se moría por oír de nuevo—. «Mientras ella duerme, yo vivo, y mientras ella vive, yo duermo». —¿¡Quién!? —Xerneas, la diosa de la luz, la vida y la bondad —recorrió el establecimiento con la mirada y Uzu hizo lo mismo. Algunos comensales se habían girado en su dirección, y Taoser la veía con curiosidad—. Ella expulsó a los demonios, purificó las aguas, construyó el Palacio del Prisma Divino y convirtió toda Kalos en una utopía. —¿Es el castillo en el centro, verdad? Vamos para allá... —Tranquila, tranquila, que es solo una leyenda, ¿está bien? Los dioses no existen. Ahí solo vas a encontrar a la familia real... parte de ella. Aquello fue como una piedra. Pero no se dejó llevar. Nofré le había mostrado la misma clase de incredulidad, pero Uzu misma conocía a los dioses. A ese mismo que Anansi llamaba falso. —¿Qué pasó? En la leyenda. —La reina Xerneas eligió un hombre y una mujer puros de corazón; los proclamó la nueva realeza de Kalos y subió al cielo. Una vez al año se realiza un festival en el que colgamos mensajes en globos para enviarlos a ella y que cumpla nuestros deseos. Y para que alguien haga mucho dinero vendiendo globos y papel. Antes de poder preguntar qué eran globos, giró su vista hacia la mesa de Taoser. Había un chico junto a ella haciendo la señal de la paz, y a pocos metros de ellos; un Lucario con algo brillante en las patas delanteras. —Graban recuerdos —le dijo Anansi—. Un pokémon con aura puede hacer muchas cosas. —Mientras no la molesten... —Saben que no les conviene. —Le rellenó la taza con la misma bebida—. ¿Y tú? ¿Quieres saber algo más? —Ah, sí. ¿Cómo puedo hablar con la familia real? —Hoy ya es tarde, pero mañana puedo llevarte. Los reyes están fuera de la capital y dejaron a su hija a cargo. La pobre princesa da audiencia a todo el que la solicite —rio—. Pero tampoco te hagas demasiadas ilusiones. Después de lo de hoy, tal vez refuercen la seguridad. Aquella explosión en el castillo vino a su mente. —¿Qué fue lo que pasó? —El intentor. Otro extranjero que anda por aquí. Un rarito que se la pasa inventando máquinas que no sirven para otra cosa que destruirse solas. Por eso le dicen intentor... La conversación terminó ahí, cuando un hidropulso cruzó el establecimiento de un lado al otro, llevando consigo a un comensal. —¡Taoser! La pequeña apuntaba al frente con un solo brazo. Los postres sobre la mesa habían sido reemplazados por un rastro de agua. Un Krookorok trató de atacarla, pero se interpuso entre ambos un fiero pokémon blanco que hasta después reconoció como un Absol. Las dos criaturas se miraron la una a la otra, esperando que el otro hiciera el primer movimiento mientras el resto los veía en absoluto silencio. —Basta —dijo la dueña del lugar, serena, pero firme. Vamos a cerrar. Todos váyanse ahora mismo, y disculpen las molestias. —Aún no terminamos de... —¡Dije que cerramos! —hizo una señal con la mano a sus dos empleadas; una de ellas tomó a la víctima de Taoser por los tobillos y lo sacó a rastras, mientras que la otra dirigía al resto a la salida. Para los que trataron de protestar bastó una mirada y un gruñido del Absol para abandonar el intento. —¡Éste sitio es una mierda! —¡No vamos a volver! —¡Cuídate las espaldas! Uzu corrió hacia Taoser, quien se sujetaba el antebrazo con la otra mano y le miraba con ojos llorosos. —Perdón... —¿¡Estás bien!? ¿Te hicieron algo? —Dijiste que... que no podía. —Olvida eso. Fue mi culpa. —Se había confiado porque estaban cerca, y el error le había salido caro—. ¿Qué pasó? —Uno de ellos... con su mano. —La pequeña retiró la mano para revelar una magulladura en su coraza blanca—. Duele mucho. Para aquel entonces, Anansi había vuelto con ellas. —¿Que sucedió? —Su especie es muy frágil a la fuerza física —explicó con voz grave—. Incluso un apretón brusco puede causarles mucho daño. —No importa qué tan frágil sea, se necesita mucho más para lastimarla tanto. Ese bruto lo hizo a propósito. Aquellas palabras le supieron amargas, sucitando recuerdos que no quería rememorar. —Lo siento. Algunos de tus clientes... —Tonterías. Si no tienen el sentido común para leer el ambiente, no es la clase de gente que quiero en mi negocio. —Se llevó una mano al bolsillo y le tendió una llave—. Sube por las escaleras al segundo piso y abre la segunda puerta, es mi habitación. Te alcanzo en unos minutos. —¿Por qué nos ayudas tanto? Apenas y nos conoces... —Reconozco a alguien en apuros —dijo con el ceño fruncido—. Es lo más humano. Anansi les cedió una habitación. Tenían una sola cama, en la que reposaba Taoser, tendida cuan larga era, vencida por el sueño luego de todo lo que habían pasado en unas pocas horas. Uzu, mientras tanto, apoyaba los brazos en la ventana con la vista hacia las estrellas. —Seguro que tú ves muchas más —comentó sin esperar respuesta. Lo cierto es que Taoser se estaba portando demasiado bien. La enana malcriada del desierto blanco ahora obedecía sus órdenes y la seguía a todas partes sin dudar, pero lejos de sentirse complacida por ello, le dejaba, como todo últimamente, una sensación amarga. Aquello no venía del respeto, sino del miedo a verse abandonada, a quedarse sola; y había sido ella misma la que la había puesto en esa situación. Nofré le pidió que la cuidara, pero no se sentía a la altura de la tarea. Tal vez sería más feliz en la Kalos moderna, donde todo el mundo parecía querer su atención y podía comer todos los dulces que quisiera. Definitivamente era más seguro que seguir viajando con Uzu. —¿A dónde? —dijo a las estrellas—. ¿A dónde vamos ahora? Había vuelto a Kalos, sí, pero no a tiempo. Podía armar un cuadro casi completo de lo que Anansi le contó: habían pasado mil quinientos años desde aquella pelea en la capital; cuando acabó en algún lugar fuera del Eje del Tiempo. Conocía leyendas sobre héroes que desaparecieron de sus hogares solo para volver muchos años después, y si Yveltal y su hermana eran reales, aquellas leyendas podían serlo también. Mil quinientos años; la mitad de tres mil. Justo a medio camino en el ciclo de la vida y la muerte. Parecía una mala broma. Una broma estúpida y cruel. Si quería verlo de vuelta, tendría que esperar milenio y medio a que despertara de nuevo. Eso, si acaso seguía vivo. Si no había muerto hace milenio y medio luchando contra la otra ave. No, aquello no podía ser. No era posible matar a la muerte. Sintió una reverberación en todo su cuerpo, como un zumbido que pasaba a través de ella. Y de repente su visión se oscureció a causa de la sombra que bloqueaba toda la ventana. Dos enormes ojos amarillos la miraban fijamente, y una amplia boca llena de dientes se abrió frente a ella. Lo siguiente que supo fue que una garra le aplastaba el cuello, impidiéndole gritar cuando un espolón la apuñaló en el vientre. Su atacante entonces la arrastró consigo fuera de la habitación, y entonces pudo distinguirlo mejor a la luz de la luna: se trataba de un siniestro dragón negro de grandes alas y una cola afilada como un arpón que la arrojó al suelo como si fuera basura y volvió a escabullirse en la habitación. Dos personas la vieron caer a sus pies y una de ellas comentó. —¿La dueña? Más le vale que no se pase con la otra. Escuchó a Taoser gritar, y luego vio a la misma criatura con su amiga entre las garras. —Esta valdrá una fortuna —dijo el que parecía mayor, haciendo girar el cetro en su mano para materializar una enorme Litleo, a la que subió, mientras el otro se sujetaba de la cola del dragón para subir a su espalda—. Nos vemos allá, que no la rompa en el camino. Mientras Uzu luchaba por levantarse, puertas y ventanas se abrieron por todas partes. Fue cuando notó los brazos de Anansi sujetando los suyos. —¿Qué pasó? ¿Estás bien? —Taoser... —respondió sintiendo el aire fluir otra vez por su cuello. —Debí suponer que podía pasar —bajó la vista hacia la mancha roja que se extendía sobre la blusa de Uzu—. ¿Qué te hicieron? —¡Se llevaron a la otra! —dijo alguien en la multitud, señalando hacia las intrincadas calles oscuras, y Anansi mandó a su Absol en aquella dirección, quien fue seguido por varios de los transeúntes, para alarma de Uzu. —Vas a estar bien, te llevaré a... —¡Ese no es, fue el otro, un dragón! —señaló hacia arriba, pero ya no había rastro de la criatura. Sintió una mano gruesa sobre su hombro, y reconoció en ella a una de las asistentes de Anansi. —¿Viste por dónde fue? Uzu asintió, y sintió una suave brisa a su espalda. Al girar la cabeza se encontró con un pokémon azul, de plumas blancas tan suaves que parecía una nube viviente. —Llévala a donde te diga. La criatura respondió con un trino, y en menos de un minuto, Uzu surcaba los cielos a gran velocidad, buscando afanosamente por la sombra del dragón oscuro. Sonrió con amargura para sí misma. En mil quinientos años, Kalos no había cambiado. Admiraban la belleza, sí, pero estaban dispuestos a arrebatarla de otros, como habían hecho con Alola y como pretendían hacer con Taoser. Como si compartiera su ira, el pokémon nube dobló sus esfuerzos y aceleró hasta que aquél dragón se hizo visible en el horizonte. Uzu tomó aire. Nunca había participado en ninguna acción bélica, pero había visto pokémon luchar cientos de veces, tanto en lo salvaje como en los circos de Kalos. Mostrar —¡Ataca! El aire se enfrió a su alrededor, y el ave emitió un rayo de luz multicolor desde su pico que rozó brevemente el ala del dragón, pero bastó para ponerlo alerta. Viró en el aire desplegando sus alas y empezó a volar en círculos alrededor de ella. En su garra aún sujetaba a Taoser, mientras que el jinete sobre su lomo le miraba con confusión. —¿Cómo es que no estás muerta? No importa. Ya es nuestra. Algo en él se le hacía familiar, como si lo hubiera visto antes. Pero antes de que pudiera recordar dónde, éste silvó a su dragón, el cuál en respuesta arrojó a su presa por los aires. —¡Taoser! Aquel fue su error. El dragón se replegó con las garras en ristre, envueltas en un siniestro brillo esmeralda y arremetió contra ella, pero el ave que la llevaba a cuestas logró desviar el impacto esponjando su plumaje. —Tú no combates, ¿verdad? —preguntó con una sonrisa antes de volar hacia Taoser y atraparla fácilmente—. No tomará mucho. Volvió a tomar distancia y susurró una orden al oído a su dragón. Este asintió y exhaló una columna de fuego que el ave volvió a bloquear, pero que la cegó el tiempo suficiente para atacarla de directamente con sus garras. Se escuchó un graznido de terror, y cuando miró su plumaje encontró una mancha roja que no paraba de crecer cerca de su cuello. —No tengo tanto tiempo antes de que vengan a buscarnos. A partir de ahora vamos en serio. El dragón siseó con malicia y afiló sus garras unas contra otras. Uzu se abrazó al ave esperando el impacto bajo la aterrada mirada de Taoser. Y entonces escuchó el ruido más extraño de su vida. Un rugido que parecía surgido de una bestia enferma. Y vio su sombra recortada sobre la ciudad, empequeñeciendo a los dos combatientes. Aquello no era un pokémon. Parecía un Scarmory, pero con cuatro alas en lugar de dos, y mucho más grande. En lugar de patas tenía ruedas, y su cola alargada se parecía a la de un pez. Como un enorme pez con alas y ruedas. Y sentado en un hueco dentro de su lomo, había un ser humano. —Lamento la tardanza —dijo con voz potente—. Vine tan pronto como pude. —¡Tú de nuevo, viejo de mierda! ¿No tendrías que estar en la cárcel? —¡No hay cárcel capaz de parar un corazón valiente! —declaró solemne—. ¿Te atreves a poner el tuyo a prueba? —Sí, sí, lo que digas. Noivern, quema esa maldita cosa. A su orden el dragón liberó una corriente de llamas masiva que pronto tuvo a aquella máquina envuelta en fuego. Uzu temió por la vida de aquel hombre, cuando de pronto lo vio caminar sobre el acero con una mano extendida bloqueando las llamas. —Señorita —le dijo—. ¿Es usted valiente? —¿Qué? —¡Pregunto si tienes el valor para salvar a tu amiga! —gritó con determinación entre las llamas que luchaban por aferrarse a su traje–. ¿Lo tienes, o no? Más por impulso que por otra cosa, Uzu tartamudeó un "sí", que fue suficiente para el extraño. Haciendo un esfuerzo supremo por ignorar las llamas, llevó una mano a su bolsillo de la que extrajo una esfera negra con blanco que arrojó al aire. —¡Ahora, mi amigo! ¡Ha llegado la hora de cruzar el puente de las posibilidades! Y entonces la esfera se convirtió en un pokémon; en un cilindro de acero con un solo ojo rojo y brillante. —¡Vamos! El hombre saltó de su vehículo hacia su pokémon flotante, y lo usó de apoyo para saltar de nuevo por los aires hasta quedar unos metros sobre el jinete y su dragón. —Este viejo imbécil —rio—. Quémalo vivo. —¡Ahora, Impactrueno! El pokémon se lanzó a sí mismo como un proyectil y se incrustó con violencia en el vientre del dragón, privándolo de sentido justo antes de que el desconocido se dejara caer sobre el ladrón, incrustando su puño en la cara y cayendo con él de las alturas. —¡Ahora, señorita! Uzu respondió de inmediato, y el ave se lanzó en picada para atrapar a Taoser, libre de las garras de aquella bestia. Pero su montura alada apenas podía sostenerse en el aire. «Sé valiente». —Gracias por tu ayuda —le dijo al ave, y saltó tras Taoser, apenas a tiempo para envolverla con sus brazos y amortiguar la caída con su propio cuerpo. Fue consciente paso a paso de cómo sus heridas se cerraban. De cómo los huesos volvían a su lugar. No fue lo mismo que cuando abrió sus muñecas en el desierto blanco, dolía mucho más, como si la estuvieran partiendo en tiras. Pero también fue mucho más rápido. Apenas cosa de unos minutos. Cuando el dolor menguó lo suficiente como para que se atreviera a abrir los ojos, se encontró a sí misma incrustada en el tejado de madera de algún edificio. Taoser, a su lado, la miraba con aprehensión. —¿Estás bien? Lo sabía. No podía morir. —Sí. Estoy bien. —Extendió una mano y la agitó en el aire—. Ayúdame a levantarme. —Eugh... —¡Te salvé la vida! ¡Acepta mis gérmenes! —¡No! La risa brotó de su pecho, y pronto contagió a su compañera, pero no la ayudó a salir. Cuando ambas lograron bajar del tejado, se encontraron con el desconocido que las había salvado. Pudo verlo bien por primera vez: era un hombre alto de complexión fuerte, vestido de piel curtida en distintos tonos de marrón. Usaba un abrigo lanudo del mismo color que ahumentaba aún más su volumen, con solapas blancas hacia afuera que se asemejaban a dos largos colmillos, y un gorro del mismo material. Y cuando se quitó las lentes azules que cubrían sus ojos, encontró el rostro endurecido de un hombre mayor, con dos gruesas arrugas cortando sus mejillas y una amplia sonrisa a mitad de su barba. —Sabía que eras valiente. —¿Quién... eres tú? —Las presentaciones pueden esperar —declaró, con una mano detrás de su espalda y la otra en el mentón—. Hay cuestiones más importantes. Por qué ahora. Por qué aquí. Hacia dónde apunta el Eje del Tiempo. Y hacia dónde debo apuntar yo. —¿Señor? —¿¡Pero dónde están mis modales!? —se golpeó la frente con el puño para volver la vista hacia Taoser—. Pequeña dama, ruego que comparta su nombre con este grosero mortal. —Taoser, Señor Mortal. —Mortal es mi título y mi destino, mi nombre es... —¡Alto ahí, viejo demente! —Esta vez llegaste muy lejos. Al menos diez hombres los rodeaban, todos vestidos de azul y negro. A pesar de que nunca los había visto, era fácil deducir que eran agentes de la ley. El hombre los encaró con ambas manos atrás de su espalda. —Buen trabajo, oficiales. ¿Han podido apresar al delincuente que hice caer? —Lo único que hiciste caer fue tu maldito juguete sobre el maldito parque. ¡Tenemos suerte de que sea de noche porque el maldito lugar está en llamas! —reclamó el oficial con una mano sobre su frente—. Pero sí, atrapamos a esa escoria. Muchas gracias. —Comprendo. Eso es todo lo que necesitaba saber. Pueden retirarse, tengo asuntos qué atender. Otros dos oficiales lo flanquearon por ambos lados y le esposaron las muñecas. —Aún falta tu recompensa. Cama y comida en un hotel pagado por el gobierno. Vamos, héroe. —Desafortunado —suspiró, pero no opuso resistencia. Simplemente se giró hacia Uzu antes de desaparecer. —¡Ve al castillo mañana! ¡Al Castillo del Prisma Divino! —¿Quién eres tú? —repitió la pregunta cuando ya estaba demasiado lejos. ![]() ≈ Cita:No, aquello no podía ser. No era posible matar a la muerte. *Flashbacks de los Simpson surgen* Aunque para ser justo, esa afirmación acerca de que no existen los dioses ya dice bastante sobre la revelación que seguramente le aguarda a Uzu, la misma que le cayó como un relámpago a la Seri de hace ya muchos episodios. Este nuevo personaje que acaba de aparecer al final me recuerda mucho al príncipe de tu antigua Fuego Quimérico, me da la impresión de que lo basaste en un personaje de Fate, pero de igual forma, no puedo evitar hacer esa comparación, pues ambos tienen una fuerza descomunal, son corpulentos, pueden valerse contra pokémon y otras amenazas, y encima, son nobles. ¿Será que estoy viendo una conexión entre ambas historias? Seguramente no, pero soñar siempre se vale. Seguramente su personaje tendrá varias cosas qué decirnos. Maybe I'm a dream...
18 Feb 2022
05:54 PM Palabras -
El final con el temita de Hatsune Miku es re anticlimático pero a la vez cierra perfecto para el dude que aparece para salvar el día de manera PARA NADA RANDOM. No entendí qué carajo era ese pescado volador de acero en el que iba, ¿un Magikarp o Gyarados como el del Team Rocket pero mejor? Solo entendí que surfeaba por los aires encima de un Beldum o algo así, y eso es bastante copado. Bah, todo en este tipo es bastante copado... Y no hay chance de que sea Yveltal.
Mierda, los últimos capítulos los venía digiriendo como un campeón, pero acá volviste a cagarme. xD A ver, repasemos: - Se murió la mami de Taoser y Uzu se cortó las venitas para abrir un portal y viajar a ver a su pájaro friendzoneado. - Llegan a Lumiose. ¡El espacio genial! Pero el tiempo, eeeh... Calculó mal, capaz se tendría que haber cortado otra cosa, no sé cómo funciona eso. - Xerneas se fue volando y los reyes no están, y hay una minita medio inútil ocupando su lugar. - ANANSI OMFG. Creo que ya la habías nombrado alguna vez en la historia o en alguna parte, y sé que hablamos de American Gods. Y sé que esa mina no puede ser solo un nombre referencialmente pintoresco... ¡¿Qué carajo hace Spinarak ahí?! - No entendí un carajo lo del Litleo gigante. ¿Es un Pyroar o simplemente un... Litleo gigante? - ¿Se quieren chorear a Taoser por ser un ultraente súper raro y desconocido en Lumiose? ¿El ladrón iba sobre un Noivern más malo que Devin? - Anansi con un Absol es hasta poético porque... no sé, las arañas acá siempre fueron medio mufas y Absol llega para vaticinar el desastre inminente. - ¿Es spoiler hablar de Anansi? De algún modo volviste todavía más adorable la relación entre Uzu y Pheromosita, pero acá te luciste con un par de secuencias súper chilleras y nada retorcidas. En ese sentido, fue un capítulo que se sintió MUY Osci por las cuestiones espaciotemporales y las incógnitas planteadas, pero también muy Kiwi por apelar al corazón y a la locura de "Es mi fic y me lo cojo como quiero", metiendo chascarrillos con hidropulsos, un excelente chiste con el intentor (¿antepasado de Clemont o algo así? Sea como sea, seguro después termina siendo alguien importante relacionado al AGS), puterío en una cafetería y persecuciones locas con la intromisión de este fenómeno que ayuda a Uzu en nombre del amor y la justicia. Eso sí: cometiste un par de errores fuleros que igual ya sé que odiás que te digan en los comentarios, pero si te interesa te los paso por mp porque... hasta parecen a propósito de lo random que son. xD No sé si escribiste en el celu o andabas drogado o las dos cosas. Seguramente las dos cosas. No encontré yugireferencias así que te resto algunos puntos por eso. Cuando termines el fic necesito una segunda edición que incluya los comentarios del autor a los pies de cada capítulo tirando todas las referencias, curiosidades y explicaciones para lectores con más amor por Osci que IQ. O sea yo. Si el próximo sigue este bardo en Kalos metele que necesito leer YA como sigue a ver si cazo más ideas en el aire. ![]()
Ah no, no te salvas de que comente con mis poderes. MIS GRANDES PODERES.(?
![]() Al menos dame el gusto de dejar un comentario antes de la mudanza, pa' empezar bien comentando en ese otro lugar. Prometo que será un comentario cortito, espero. Sí, el cap fue tranquilo; siento que dentro de todo, a pesar del secuestro de Taoser y la posterior persecución, es como un respiro que se necesitaba, un merecido descanso. Una pausa antes de algo mucho más grande, es la sensación que me da; y vemos que Uzu y Taoser ya están más en el presente, quizás no en el presente que conocemos, pero se acerca un poco más al Kalos actual que al Kalos de Yveltal donde toh estaba sumido en la oscuridad, la edad media y tal. Acá al menos ya hay algo más de modernidad y máquinas. Y el cameo de Nancy ![]() A ver que nos deparan el resto de capítulos, pero la verdad, aunque este cap fue tranquilo, no se me hizo para nada aburrido y me gustó leerlo. Algo un poco más fluff entre tanta cosa que anda pasando últimamente (y ni tan fluff con todo el secuestro y Uzu autolesionandose para comprobar una teoría). En fin, nos leemos luego my friend. ![]() ![]()
27 Feb 2022
10:01 PM Palabras - El otro dia releí los últimos 4 capítulos de osi. Esa misma noche me releí toda la historia. Al dia siguiente me quise poner a comentar. Y la noche siguiente… estuve toda la noche pensando. Mostrar Capítulo 16. ![]() Mostrar MD ![]()
21 Mar 2022
02:20 PM Palabras -
La verdad es que había hecho un montón de chistes sobre que la persona que comentaba no era yo sino otra persona que no te conocía de nada, pero supongo que como tenemos Osci en la cueva para rato, podemos borrar todo eso y hacer un comentario lindo antes del siguiente capítulo.
Bueno, empecemos. Me gusta como usas el tema de los amigos de internet y el como una obra puede cambiarte la vida de una manera tan linda. Aunque el capítulo solo haya sido exposición, no se me hizo pesado porque que lo que se cuenta es bastante interesante. La novela de Phinal Phase (me encanta la metanarrativa) y como el autor es tan misterioso y que parece que sabe mucho, el tema de los sueños y la realidad, las leyendas, etc. Me gusta que la ciencia en Pokémon siempre este al borde de lo que llamaríamos fantasioso y esotérico en nuestro mundo, pero que en cierta parte sigue siendo ciencia. Es bueno el detalle de que Masaru se muestre escéptico en lo de las flores del tiempo, diciendo que son alucinaciones, porque él mismo sabe lo reales que son por experiencia propia. Me recuerda a un video de SMDani (también conocido como el sacerdote de youtube) donde entrevistaba a Quantum Facture y en una de las preguntas sobre apariciones y cosas paranormales, él le contesta “yo he tenido alucinaciones, se lo reales que se sienten”. El segundo capítulo es el mejor de esta trilogía en mi opinión. Volvemos con la AGS. Nos muestran los jodidos que están y Petrel tiene desarrollo. Me hace gracia, que creo que Tom, haya puesto al Petrel como uno de los mejores desarrollos de personaje y que suceda en el mismo capítulo en el que muere. Bueno, no hay mejor desarrollo que pasar de vivo a muerto, JA. No, en serio, me dio pena el pobre. Se veía decidido a tomar las riendas de la situación y se veía que les había guardado cariño a sus compañeros de salto de tiempo. Me hace preguntar qué pasará con los muchachos cuando el único adulto del grupo en este momento ya anda medio chisqueado. Se revela por fin quien era Nephy y resultó ser un culero, ah, y un Mew, lo que es básicamente lo mismo. Todavía me siento pendejo por no haberme dado cuenta, pero será que estoy acostumbrado a escribir cosas que son más originales que pokémon y supuse que solo era un ivi mágico y ya. Me llama la atención que el Mew tenga ojos verdes. ¿Quizás para sugerir que es un Mew distinto al común? ¿Qué hay más Mew por ahí? Sea como sea, estuvo bueno el All My Friends Are Toxic. El tercer capítulo quizás es el más flojo. Se nota que originalmente era parte del otro capítulo y que echaste toda la carnita en la primera parte. Es bueno, plantea algunas cosas, como, por ejemplo, que los portales que usa Uzu aparecen cuando alguien muere. Me queda la duda de que si las “muertes” de ella cuentan para eso, aunque técnicamente nunca muere, y si la razón de su inmortalidad es que quedó fuera del tiempo o algo así o que el simpeo de Yvetal le dio esa habilidad. Lo de fuera del tiempo no me parece tan lógico porque después de todo sigue teniendo procesos orgánicos y sigue pudiendo ser lastimada. Lo que también me hace preguntar es a que distancia tienen que morir de ella para que se cumpla la condición o si todo el mundo es un caos de portales. Ya sabes, en el desierto era más fácil porque la Taoser y su mamá eran las únicas en su mundo. Igual, la relación entre las dos (bicho y princesa) es adorable. La escena del robo la siento que medio desentona y la veo un poco innecesaria, pero esa solo es mi opinión. El propósito de esa escena de todos modos era que conociéramos al intentor o como me gusta decirle, la fusión entre el men enmascarado de Sailor Moon y Clemont, o quizás sea Clemont buffeado. Ni modo, lo agarraron los municipales. Eso sería todo. Saludos. ![]() Los Fan Arts usados en esta edicion son propiedad de sus respectivos autores
01 Jul 2022
04:37 PM Palabras -
En fin, aquí estoy, por fin. Me he tenido que comer muchos spoilers de esto, pero igual, quiero darte mis impresiones conforme lo voy leyendo o.O
Escala 1: Mostrar Escala 2: Mostrar Escala 3 Mostrar Escala 4 Mostrar Escala 5 Mostrar Tras leer esto, voy a tener muchas menos ganas de putearte cuando presumas de tus dotes de escritor. Y más ganas de hacerlo cuando digas que Osci es una mierda. So, deal with it. En una nota menos agresiva, sí, me ha gustado y mucho. Sí, es diferente de lo que estoy acostumbrado a leer, así que llena un nicho que de momento tenía desocupado en mi biblioteca. Lo primero tiene más relevancia que lo segundo, por cierto. Y paro aquí de momento, que si no, tardaré demasiado en leer y comentar todo lo que querría. El próximo comentario cubrirá la siguiente fase, y así sucesivamente, hasta ponerme al día. ¡Nos vemos!
20 Dec 2022
11:50 AM Palabras - Escala 17: El Deseo de la Flor al otro lado del Espejo — Espiral del Tiempo III
Mostrar El sol se hallaba en su punto más alto y el aire estaba más seco que nunca. Uzu no recordaba sentir tanto calor desde sus días en el desierto blanco, pero Anansi le aseguró que así eran los veranos en Kalos, y aquél apenas empezaba. A ella le costaba creerlo, pero lo atribuyó a la diferencia entre las influencias de Yveltal y su hermana en el clima de la región.
Anansi cumplió su promesa de llevarlas al Castillo del Prisma, no sin antes cubrir a Tahoser con una caperuza con la que podía pasar por una niña pequeña para los curiosos en el camino. La estructura le resultó peculiar, por decir lo menos. Atrás había quedado el castillo que conoció en su anterior visita a Kalos; lo que se alzaba frente a ellas era una masiva torre de blanco reluciente, tan alta que parecía alcanzar el sol y encenderse con su brillo. Y conforme se acercaban a ella, empezó a sentirse intimidada por su sombra. Aquella obra de arquitectura superaba cualquier cosa que hubiera visto, como si su mera presencia le recordara que se hallaba en un mundo distinto, mucho más avanzado del que había dejado atrás. Cuando llegaron al palacio, se encontraron con una gran cantidad de peticionarios a las puertas. Anansi le susurró unas palabras al guardia, quien miró en dirección a Tahoser, y las condujo a la sala de audiencias. Una vez que estuvieron solas, Uzu le preguntó. —¿Qué le dijiste? —Que tenías un pokémon raro que su alteza querrá ver —le sonrió. —¿Eso basta para solicitar una audiencia con el rey? —El rey no está, y la princesa es fácil de impresionar. Se abrieron paso a través del inmenso salón, cuyo suelo estaba cubierto por azulejos de un pokémon astado en distintos tonos de azul. En las paredes figuraban relieves de ninfas con aspecto humano, y vitrales de colores que mostraban distintas escenas. Lo más impresionante, sin embargo, era la bóveda misma. En ella se representaba una batalla entre dos bandos: el primero constaba de un grupo de humanos y pokémon luchando juntos, entre los que vió dos pequeños pokémon, de colores rosa y celeste, rodeando al mismo pokémon astado de los azulejos, siendo guiados por una reina humana. Sus ojos se ensombrecieron cuando dedujo que el pokémon astado no era otra que la hermana de Yveltal. Entonces volvió sus ojos hacia la otra mitad de la bóveda, y se encontró con un ejército de pokémon distintos, la mayoría de los cuales no conocía. Uno de ellos era una serpiente esmeralda que flotaba sobre las nubes. Otra era un ave multicolor tan brillante como el sol, y otro era un pequeño pokémon verde sobre la mano de un gigante. Pero su atención estaba puesta en los cuatro que sí conocía: aquellos que su pueblo veneraba como si fueran dioses. Ahí estaba Tapu Bulu en su forma de guardián con los otros tres volando a su alrededor. —¿Uzu? ¡Uzu! Anansi la sacó de sus cavilaciones y señaló hacia la galería central. El trono era una estructura de gran tamaño hecha de cristal, que reflejaba una luz como el arcoíris dependiendo del ángulo en que se mirase, y que se erguía varios metros sobre el suelo, de modo que el monarca gozaba de una vista privilegiada sobre sus súbditos y la protección de dos Delphox de mirada seria, listas para interceptar cualquier amenaza. El trono como tal se hallaba en la parte superior, a la que se llegaba por medio de unos escalones en la base, y el respaldo del mismo se abría como una flor de siete pétalos envolviendo a su ocupante. Uzu enfocó su atención en la "princesa", y como con tantas cosas desde su retorno a Kalos, no fue lo que esperaba. Se trataba de una chica que debía tener su edad, o unos pocos años más. su vestido era de un azul muy oscuro, pero con ostentosos holanes que la hacían parecer mayor. La corona de oro blanco y gemas incrustadas le quedaba grande, y aplastaba su cabello rojizo, similar en color al vino, y sus ojos claros vagaban de un lado a otro, como si se sintiera intimidada por todos los presentes. Usaba sus manos para enfatizar sus órdenes, pero la voz le salía atropellada y se mordió la lengua un par de veces. Era el completo opuesto de la reina que conoció, y en cambio, a Uzu le pareció verse a sí misma como la primera vez que puso un pie en Kalos, inexperta e intimidada. Una chispa de simpatía nació en su interior hacia esa princesa en un trono demasiado grande para ella. —Así pues, la hospitalidad de Kalos es vuestra —le dijo a su interlocutora, una dama vestida de lavanda que mantenía la mirada en el suelo, y después a una sierva a su lado—. Conducidla a sus aposentos para que pueda asearse y descansar... s-si así lo deseáis. La mujer hizo una reverencia y se retiró acompañada de dos sirvientes. La princesa hizo un ademán con la mano a otro de sus guardias y este anunció al siguiente visitante: un hombre con cara de magistrado y aspecto asustadizo, que retorcía el sombrero entre sus manos al hablar como si le hiciera más fácil encontrar el valor, pero la voz le salía tan aguda que la princesa tuvo que pedirle que hablara más alto. —Su alteza —pudo escuchar al fin—. Ya he hablado con su regio padre sobre este asunto, pero las constantes desapariciones en la zona se están volviendo un problema grave. Las víctimas... El hombrecillo retorció su sombrero, pero por más que lo exprimiera, las palabras no salían. Tuvo que ser la princesa quien retomara el hilo de su relato. —¿Víctimas? Gogoats y Skkidos, ¿cierto? Mi padre dió la orden hace meses de organizar grupos de caza para controlar a la población de Zoroark en la zona. —Temo que no, su alteza. Las víctimas son más que unas pocas cabras. Los que han desaparecido últimamente son mercaderes que toman la ruta por tierra fuera de la ciudad... así como algunos niños que se aventuran a la hierba alta. No encontramos señales de ataques de bestias, o siquiera de ladrones... y además... Taoser tiró de la manga de Uzu, distrayéndola de la conversación que empezaba a aburrirla. —Esos ladrones, tal vez los de anoche... —No te preocupes —la interrumpió Anansi, poniendo una mano sobre su cabeza—. Ayer encerraron a esos cabrones. Además, dudo que unos traficantes de pokémon raros vayan a jugarse el cuello por un par de Skkidos. —Además, los terremotos se han vuelto más frecuentes en las inmediaciones de la cueva... —Parece que hablan de algo importante —les dijo Uzu, tratando de escuchar mejor, pero lo único que consiguió fue que Taoser se aferrara a ella con fuerza. —En vista de la situación, nos ocuparemos de enviar apoyo tan pronto como sea posible. Os ruego que tenga paciencia con el asunto. Por hoy podéis reponer fuerzas en el palacio y volver mañana a vuestras tierras. El hombrecillo hizo una profunda reverencia y se retiró acompañado de otro siervo. —Parece que hoy dejan quedar a cualquiera en el palacio —rio Anansi por lo bajo—. Deberíamos hacer el intento. De repente la sala se llenó de murmuraciones. Fuertes pisadas hicieron eco contra el suelo cuando dos guardias entraron por la puerta principal, seguidos de un hombre con las manos esposadas a la espalda. Entre el gorro lanudo y el grueso abrigo de invierno que llevaba pese al inclemente calor, Uzu reconoció a su salvador de la noche pasada. Parecía inquieto, más no incómodo en su situación; prestando más atención a la gente reunida en la sala que a los guardias tironeando de él, como si buscara algo, o a alguien. Cuando lo tuvieron frente a la princesa, ésta dejó ir un suspiro de resignación. —Intentor... nos honra de nuevo con vuestra presencia. El viejo respondió a su sarcasmo con una amplia sonrisa mostrando los dientes. Hizo el intento de girarse para alzar el pulgar, pero los guardias lo retuvieron en su sitio. —No parece muy contenta con mi presencia, majestad. —"Alteza" —le corrigió—. Y no, no me place vuestra presencia. He recibido informes de tus acciones de anoche. Otra vez ha provocado múltiples daños a propiedad pública y privada. ¿Que motiva esa aversión al orden y las buenas costumbres de Kalos? —Pero, ¿Cómo? Solo le di una lección a esos rufianes... —Incluyendo dejar caer ese extraño armatoste volador en la vía pública… el cual, por cierto, se encuentra ya resguardado en el ala sur del castillo, vigilado por nuestros mecánicos. Tuvo suerte de que cayera en una calle desolada y nadie saliera lastimado. —Majestad. Con todo respeto, eso no es un armatoste, es una avioneta... —"Alteza", y llamadlo como te plazca. Desde su llegada a Lumiose no ha hecho sino causar problemas. ¿No podrías usar ese ingenio tuyo en provecho de los demás en lugar de su perjuicio? —¡Pero detuve a esos canallas! —De ello debe ocuparse la policía, que arribó al sitio antes que vos. En lo posible, limitaros a sus propios asuntos en lugar de involucrarse en... —Si no hubiera intervenido, esos maleantes se habrían robado un pokémon y matado a su dueña. —Giró la cabeza, obstinado—. No me arrepiento de lo que hice. —¿Y dónde se encuentran esa pobre víctima y su pokémon? No hemos oído nada de ellos en su informe... Uzu dió un paso al frente, pero Anansi la retuvo antes de salir de la multitud. —Mejor no involucrarse con este rarito. No me da buena espina... —¡Fui yo! Haciendo gala de esa absurda velocidad de su especie, Taoser apareció a mitad del pasillo, vistiendo la caperuza que ocultaba su cabeza, pero extendiendo los brazos y mostrando sus dedos de insecto. —El Inventor es una buena persona. ¡Me salvó a Uzu y a mí de esos ladrones! Por favor no le hagan nada. —¡Un pokémon que habla! —¿¡Qué diablos es esa cosa!? —¡Monstruo! ¡Demonio! Los guardias le apuntaron con sus lanzas, y los visitantes en la corte se replegaron contra las paredes. Incluso la princesa se encaramó en lo alto de su trono, mientras el Intentor le guiñaba un ojo. Uzu se golpeó la frente con la palma abierta de la mano, mientras Anansi desviaba la mirada. —¿Sigue siendo tan raro en Kalos que los pokémon hablen? —Se sabe que algunos entrenan a sus Lucarios, pero... espera. Tengo una idea. Anansi se acercó con pasos cortos, quedando disimuladamente detrás de Taoser, y le susurró al oído: —Sé que no te gusta que te toquen, pero discúlpame un momento. —La alzó por debajo de los brazos y puso una mano sobre su caperuza, exclamando con aire dramático—. ¡Contemplad, gente de Kalos! ¡La reina de los pokémon! Descubrió su rostro, dejando a la vista sus grandes ojos negros y la brillante coronita bajo sus antenas. Suspiros ahogados y exclamaciones contenidas inundaron la sala mientras la pequeña abría sus brazos con gesto teatral, repitiendo los murmullos de Anansi. —¡Parad este atropello! ¿Qué no veis el daño que hacéis a mi benefractor? Este pobre, viejo y sucio hombre ha salvado mi vida y la de mis queridos amigos. ¡Bajad esas armas! ¡Tú también! Señaló hacia una Delphox de las que resguardaban el trono, a lo que esta bajó su varita, confundida y contrariada de que aquella niña le hablara en lenguaje humano. —¡Puede dar órdenes a los pokémon! —gritó una dama en la audiencia, y se tiró al suelo con una dramática reverencia que fue imitada por la mitad de la sala. Pero los guardias humanos acompañados de Greninja adoptaron una postura de alerta. Uzu se pinchó la mejilla para asegurarse que aquello no era un ridículo sueño. ¿En verdad era tan superficial la Kalos moderna que un pokémon exótico con una coronita podía generar ese impacto? Anansi le dedicó una mirada de triunfo, mientras que la propia Taoser parecía divertirse con todo el asunto. Pero unos pasos atrás de ellas, el Intentor la veía fijamente. La princesa se irguió en su trono, y chocó las palmas para llamar la atención a su persona. —¡Majestad! —dijo con un tono que intentó sonar regio, pero le salió desafinado—. Vuestra visita es una sorpresa tan bienvenida como repentina. Os ruego comparta con nosotros su nombre, así como el de su reino. —«¿Reino?» —susurró a Anansi, quién empezaba a sentir el cansancio en los brazos. —«De dónde vienes». —¡Ah! Soy Taoser —dijo la pequeña—. Vengo de… de muy lejos. En mi reino siempre hace sol. La arena es muy blanca y el aire es muy limpio, no como acá. Tampoco hay ladrones que traten de robarte mientras estás durmiendo. Un murmullo de desaprobación recorrió la estancia. La princesa trató de apartar la mirada. —Lamento que su estancia en Kalos haya sido funesta —dijo la princesa, con una expresión que revelaba su incredulidad ante la situación en su sala de audiencias y su preocupación a partes iguales—. Decidme cómo podría reparar el daño que le hemos hecho. Uzu decidió que había llegado su momento. Se abrió paso entre la multitud y se interpuso entre Taoser y la princesa de Kalos. Miró fijamente a esta última, tratando de proyectar la seguridad de una miembro de la realeza a otra. —Solo queremos información. Venimos de muy lejos, y no estamos familiarizadas con las costumbres de su reino, ni con su historia. —¿Y quién sos vos? —¡Uzu! —respondió Taoser—. Fue una invitada en mi casa antes de venir acá. —Venimos de Alola —replicó Uzu—. Ha sido un largo viaje el nuestro, y apenas ayer llegamos a Lumiose. Nuestra amiga Anansi nos ofreció su hospitalidad, pese a no conocernos, y esta mañana nos mostró el camino al castillo… Iba a proseguir, cuando notó un brillo de emoción en los ojos de la princesa. —¿Alola? ¿En verdad vienen de Alola? Por un momento temió cometer un error. No sabía si las relaciones entre ambos países se habían deteriorado luego de tantos años, pero sus dudas se disiparon cuando la princesa, olvidando que era una princesa, bajó corriendo por los escalones sin la menor gracia y se detuvo frente a ella. —He escuchado mucho de Alola, sobre su gente y sus costumbres. Sobre la importancia que tienen los pokémon en su reino, y el vínculo tan fuerte que comparten con los humanos. Es un gran honor que vengan a visitarnos. Tomó las manos de Uzu entre las suyas y le sonrió con sinceridad. —Mi nombre es Meleys. Lamento las molestias que les han causado mis ciudadanos. Espero me den la oportunidad de reparar ese error. Y vos… Miró en dirección a Taoser y Anansi, quien dejó en el suelo a la pequeña cuando se le cansaron los brazos. La princesa trató de acercarse a Taoser, pero esta dió un paso hacia atrás y se puso en guardia. —No se ofenda, alteza —intervino Uzu—. No le gusta que la toquen. —Lo entiendo, cada cultura tiene sus costumbres. Y en Kalos, nuestra tradición es la hospitalidad. Os pido que paséis la noche aquí, en el Castillo del Prisma, y si os place, acudáis a la fiesta que tomará lugar esta noche. —¿Qué es una fiesta? —preguntó Taoser. —Hay mucha comida rica y música y esas cosas —le dijo Anansi. —Por supuesto, su benefactora está invitada también. En cuanto a ti… Sus ojos azules se posaron en el Intentor. Irguió la espalda y volvió a asumir su actitud de regente. —Si bien no podemos ignorar el perjuicio que ha causado a los habitantes de esta ciudad, es innegable que acaba de hacernos un servicio invaluable, dando muestras de gran valor y honradez con sus acciones heroicas de anoche. De modo que dispongo que seas perdonado, por esta vez, y que te sea otorgada una recompensa apropiada. —¿Qué clase de recompensa, Alteza? —preguntó uno de los guardias mientras buscaba la llave de las esposas. —Que eso lo decida él. Intentor, pida lo que le plazca, y si está en mi poder… No la dejó terminar. Tan pronto como se vio libre de ataduras, el Intentor corrió hacia ella y se arrodilló en el suelo con expresión solemne, tomando las pequeñas manos entre sus fríos dedos de acero. —El tiempo ha llegado, majestad. Las señales han caído del cielo. La presión en mi pecho es incontrolable. Hay una sola cosa que necesito, ¡Y es el corazón de la princesa! Un silencio sepulcral se apoderó del palacio. Uzu sentía que todo el respeto que había desarrollado por aquel hombre se desvanecía en un instante, que coronaba una farsa de audiencia con un absurdo todavía mayor. Taoser trató de preguntar algo, pero Anansi se lo impidió. La princesa Meleys no deshizo su sonrisa, pero esta se tornó mecánica. Los ojos, serios, parecían debatirse sobre qué hacer. —Escoltad a este despojo humano a los calabozos. Ya conoce el camino. Uzu descubrió que había un aspecto particular que la Kalos del pasado compartía con la del presente, y era su insufrible sentido de la moda. Las doncellas de la princesa la secuestraron con brillantes sonrisas y cálidas palabras para encerrarla en un vestidor y obligarla a entrar en un vestido tras otro, cada uno más ridículo que el anterior, antes de sofocarla con polvos y perfumes. Cuando acabaron con ella se vio a sí misma atrapada en una prisión de tela blanca con holanes y listones de rosa y azul pastel, incluyendo dos moños enormes a los lados de la cabeza que simulaban dos orejas alzadas. Una de las doncellas le mostró la imagen de un pokémon similar a su atuendo, con grandes ojos azules y mirada boba. —¿Y? ¿A quién se le ocurrió que disfrazarse de Pokémon es razonable? —¡A la princesa Meleys, por supuesto! —respondió risueña la doncella—. Está imponiendo una nueva moda en toda la ciudad. Mientras se calzaba aquellos horribles zapatos, decidió que no era tan grave. La princesa había sido hospitalaria, y si soportar aquella ropa era el precio por información y ayuda en su viaje, estaba más que dispuesta a pagarlo. Por lo menos los holanes cubrían las marcas en sus muñecas, y el ridículo moño en su cuello, la reciente cicatriz. También agradecía que aquellas doncellas no hubieran dicho una palabra al respecto, tratándola con naturalidad fingida, pero bien intencionada. La fiesta tomó lugar en un salón gigantesco, que parecía abarcar todo un piso de la torre. Lo primero que se encontró fue un mar de personas tan emperifolladas como ella que conversaban en alegre compañía mientras se dirigían a la pista de baile o atacaban de forma sutil las numerosas mesas con toda clase de platillos. La iluminación, artificial como todo lo demás, provenía de múltiples candelabros colgantes en el techo con complicados diseños que emitían su propia luz sin ninguna clase de vela. Los mismos no le interesaron tanto como la pintura del propio techo, que esta vez mostraba a la misma reina de la anterior, pero en vez de guerrera, con una sonrisa radiante y un vestido magnífico, extendiendo sus brazos, como si las luces que iluminaban el techo fueran un regalo suyo para sus súbditos. —Al fin te encuentro. Se dió vuelta para encontrarse con Anansi quien, envuelta en un vestido negro con un tocado azul, alzaba una copa triunfal en su dirección. —No todos los días te invitan a una fiesta en un castillo. ¿Quién me iba a decir que una campesina como yo estaría en un sitio así? Pasó su brazo por los hombros de Uzu, y largó una carcajada. El aliento le olía a licor y sus movimientos eran un poco torpes. Pero después de todo lo que había hecho por ellas, pensó que se merecía una noche de diversión. —¿Has visto a Taoser? —La reina de los pokémon está por allá. Apuntó hacia una mesa al fondo, donde la pequeña usaba ambos brazos para llevarse comida a la boca con una velocidad vertiginosa. Tenía un séquito de admiradores reunidos a su alrededor… a un par de metros de distancia de la mesa. —¿Por qué no se acercan? —Aprendieron después del primer Hidropulso. Taoser sacudió sus antenas como si las hubiera escuchado, y sus ojos se iluminaron cuando vio a Uzu entre el gentío, pero el muro de admiradores le impedía acercarse. Uzu le apuntó con un dedo. —¿Por qué es tan popular? Anansi se encogió de hombros. —No lo sé, es adorable. Tal vez sea la coronita. —¿En serio? —Todavía no me creo que esa estupidez sobre la reina de los pokémon funcionara. ¿Qué tan superficial es esta gente de Kalos? De todos modos, cuando veo a esa enana me dan ganas de protegerla. ¿A ti no te pasa? —Es cierto. Como si un aura de misticismo la envolviera. Uzu y Anansi se giraron para ver quién les hablaba, y grande fue su sorpresa cuando se encontraron a la princesa de Kalos. También se había cambiado para la fiesta, usando ahora un vestido violeta y azul con detalles que se asemejaban a las aletas de una sirena, así como una tiara púrpura que en el centro contaba con una púa. Uzu trató de ocultar la mueca de desprecio que se asomó en su rostro cuando reconoció a la criatura que el vestido trataba de imitar, pero tanto la princesa como Anansi notaron que algo estaba mal. —¿No le gusta? —preguntó la princesa—. Me esforcé en que fuera lo más fiel posible a las descripciones, aunque admito que mis fuentes no son precisamente fiables… —No, no, está bien. La reconocí de inmediato. —¿Es que en Alola está mal visto honrar a sus deidades con la vestimenta? La princesa entrelazaba y separaba sus dedos en un intento por calmar su nerviosismo, y Uzu sintió lástima por aquella niña ansiosa por complacer a todos. Ella no tenía la culpa del pasado que la gente de Alola tuvo con los cuatro Tapus. —Luce usted hermosa, princesa —respondió con la mejor sonrisa que pudo poner, y trató de hacer una reverencia, pero uno de esos moños rosas en su cabello se deslizó hacia abajo—. Soy yo quien quisiera saber más sobre su cultura. ¿Es común en Kalos vestirse como pokémon? Esta vez fue la princesa de Kalos quien sonrió. —Es una forma de emular su gracia y belleza, si es que queremos acercarnos a los ideales que representan. Es mi deseo que todos en Lumiose puedan entenderlo algún día. Pero no es hospitalario hablar de mí con mis invitados. Por favor, hábleme de Alola. Quiero saber todo sobre su pueblo, su gente y sus tradiciones. La tomó del brazo y caminó con ella para alejarse del gentío. Anansi las seguía a unos pocos pasos de distancia, más interesada en su copa que en la conversación. —A decir verdad, no son mis primeras invitadas provenientes de Alola. —¿Quién más? —Una sabia de sus tierras, debe estar en algún sitio… —La princesa buscó con la mirada a su alrededor—. También se hospeda en el palacio, pero apenas y he podido hablar con ella. Es muy reservada… esperaba que la fiesta ayudara a animarla un poco. Oh, ahí está. Señaló con la mano extendida a un modesto grupo de personas en una mesa. En el centro había una mujer que parecía incómoda con la atención que otros le profesaban, aunque apenas y podía verla. —Vale, yo me encargo —dijo Anansi, al tiempo que interceptaba a un camarero y le arrebataba la botella de vino que llevaba consigo—. Voy a necesitar esto. Uzu la vio abrirse paso entre la multitud y abordar a la desconocida como si fueran amigas de toda la vida. Decidió confiar en el don de gentes de Anansi, mientras ella se ocupaba del resto. —Princesa… —Dime Meleys. ¿Puedo llamarla por su nombre? —Meleys, entonces. ¿De dónde nace tu interés por nuestra cultura? —Largo es de contar. Como la hija única de la familia real, y por tanto, primogénita, es de esperarse que acabe sucediendo a mi padre en el trono de Kalos, así que desde pequeña se me ha instruido en la historia de nuestra región, especialmente en la parte que no forma parte del dominio público. —¿Por ejemplo? —Por ejemplo, nuestras relaciones con otras naciones. Tal vez ya lo sepas, pero Kalos y Alola mantuvieron relaciones diplomáticas hace más de mil años. —Diplomáticas, claro —respondió, tratando de que el cinismo no la traicionara—. ¿Qué pasó entonces? —Aparentemente, hubo una guerra y una catástrofe. Los registros no son claros al respecto. Algunas fuentes dicen que la catástrofe ocurrió antes de la guerra, y otras que la guerra fue la causante de la catástrofe. Algunos dicen que la reina Xerneas provocó la guerra, y otros, que detuvo la catástrofe. —Cuando hablamos de milenios atrás, cualquier cosa puede ser cierta. —Uzu empezaba a unir las piezas en su cabeza. Era bastante probable que estallara una guerra luego de que Yveltal y Atem destruyeran la mitad de la vieja Lumiose en su pelea, y si el ave de la muerte había concluido su ciclo despierto con una catástrofe, era lógico que su hermana de la vida reconstruyera el reino en su turno—. ¿Qué ocurrió con la reina Xerneas después de eso? —La leyenda cuenta que dividió su propia alma y de un fragmento suyo surgió la familia real, mis antepasados, a quienes encomendó el cuidado del reino. La princesa Meleys hizo un ademán con la mano para restarle importancia a sus palabras, como si le avergonzara contar una historia que no creía cierta. Para Uzu sonaba más como una excusa para legitimar su poder de los reyes. —En cualquier caso, Kalos cortó sus relaciones con sus amigos al otro lado del mar. Por los anteriores mil años, ni siquiera se sabía si el reino de Alola existió en primer lugar. Pero hubo alguien que se tomó las leyendas en serio. —¿Quién? —Mi padre —la princesa Meleys sonrió—. Él siempre creyó en la evidencia histórica, y ha dedicado sus esfuerzos a probar que Alola no solo existió, sino que sigue existiendo en algún punto del mar… mientras mi señora madre se encargaba de gobernar, todo hay que decirlo. Oh, pero la relación entre ellos no podría ser más armoniosa. De hecho, en cuanto la búsqueda de mi padre dio frutos, ambos emprendieron un viaje a esas místicas islas en medio del océano. Y ahora que las han encontrado, nuestros pueblos pueden ser amigos de nuevo… ¿pasa algo? Su mano se había movido por cuenta propia hacia el cuello de la princesa. Sería tan fácil partirle el cuello. No importaba si los guardias trataban de detenerla, la princesa sería la primera en caer. Le sacaría uso a esa maldita inmortalidad. Pagarían por una vez, antes de conquistar su pueblo de nuevo. Ese estúpido rey pagaría su ambición con la vida de su hija… —¿Uzu? La miró a los ojos, y de pronto esos ojos no eran azules, sino negros y profundos, llenos de dolor. Y ya no estaba viendo a la princesa, sino a Nofré. Y no pudo moverse más. —¿¡Estás bien!? La princesa Meleys tomó su mano entre las suyas, y solo entonces sintió una lágrima correr por su mejilla. —Si te he ofendido de alguna forma… Uzu detuvo la mirada en aquellos ojos sinceros. Sí, esa chica era inocente. Tal vez su padre también lo era. Pero eso no lo hacía más fácil. Bajó sus dedos hacia el collar que colgaba del cuello de Meleys. Parecía representar un pokémon, pero todos esos diamantes incrustados le hacían difícil reconocer la especie. —Es muy bonito. —¿Uzu? Giró hacía su derecha, de donde provenía aquella voz, y se encontró con Taoser, quién la veía con una mezcla de miedo y preocupación. —Solo estoy cansada. —Se giró hacia la princesa—. Lo siento, Meleys. Ha sido un día muy largo… —Lo entiendo perfectamente. Enseguida haré que las lleven a sus aposentos, más aun, las acompañaré yo misma. —No hace falta, —replicó, advirtiendo una sutil decepción en los ojos de Taoser, quien engullía otro bocadillo con voracidad—. Pero tampoco quiero que te quedes sola… ¿y Anansi? Tras buscar con la mirada, encontró a su benefactora del brazo de otra mujer, luchando por mantener el equilibrio mientras cantaban algo incomprensible. La princesa Meleys puso una mano en su hombro. —Yo puedo encargarme de ella. Llamaré a alguien para que te guíe. Se despidió de ellas, y Taoser le entregó un pastelillo antes de acompañar a la princesa a atacar la próxima mesa de postres. Uzu dejó el salón sin esperar a nadie, necesitaba estar sola con sus propios pensamientos antes de que la asfixiaran. Se sentía en otro mundo. Aquella Lumiose era completamente distinta a la que había conocido hace unos meses… hace mil quinientos años. Pacífica. Próspera. Llena de luz. Kalos y Alola unidas por la amistad en lugar de la conquista. Meleys la trataba como una amiga desde el primer momento, e incluso una desconocida como Anansi había hecho todo lo posible para ayudarlas, aún si no tenía motivos para hacerlo. El contraste con los días en aquella corte fría y despreciable era abrumador. Y cuando iba por la calle no había rastro de hambruna o miedo. —Todo parece perfecto cuando no estás. Salió al balcón. Aquella era una noche sin luna, pero las estrellas en el cielo ofrecían un espectáculo igual de hermoso. Se sorprendió a sí misma considerando la posibilidad de abandonar su búsqueda. Podrían quedarse a vivir ahí, en la Kalos de la luz. Taoser sería feliz comiendo todo lo que quisiera en un mundo en el que todos la admiran. Y ella… si lo que decía Meleys era cierto, podría incluso volver a Alola. Una Alola en la que sus padres y hermanos habían muerto hace mucho tiempo. Una Alola en paz. Una Alola en la que ya no tenía lugar. Su Alola había sido destruida por los ancestros de Meleys, después de todo. Como si una mano estrujara su estómago, el odio volvía a nublar su mente. Hacia la gente de Kalos que sometió a su pueblo. Hacia los Tapus que les dieron la espalda. Y hacia aquella estúpida ave que lo había contaminado todo. —No te va. Una voz grave y profunda la sacó de sus pensamientos. Había alguien detrás de ella. Se dio vuelta y casi cayó de espaldas cuando aquel sujeto apareció, el que todos en Lumiose llamaban Intentor. La gabardina marrón y la remera sucia habían sido reemplazadas por un traje de gala negro con camisa blanca y corbata, y en lugar de aquella gorra de piel, llevaba una diadema negra con dos cuernos a los lados de su cabeza. —¿Qué? —No te va. Sylveon. Un pokémon hermoso, pero de belleza engañosa. Tras su mirada inocente se esconde un depredador que toma ventaja de los demás para alimentarse de ellos. No es un ejemplo a imitar. Uzu sacudió la cabeza e, instintivamente, se quitó los moños del cabello. —Es solo un disfraz. —Los disfraces son cosa seria —argumentó el Intentor, ajustando sus diminutas gafas—. De la admiración surge la inspiración, y de la inspiración, el triunfo. Cuando te enfrentas a un obstáculo que no puedes superar, debes visualizarte a ti mismo como alguien que lo pueda superar, aún si tienes que dejar de ser tú. Uzu inclinó su cabeza, tratando de aparentar que había comprendido el significado existencial de aquel disparate. —¿Qué evoca tu disfraz? —Diligencia —respondió muy serio—. Decoro. Lealtad. —¿Lealtad? ¿Hacia quién? El hombre juntó las manos en su espalda y caminó a su lado por el balcón, rodeándola, a veces con la vista en el suelo y a veces en las estrellas. —El Eje del Tiempo ha querido que nos encontremos en este tiempo y lugar. El porqué aún no lo deduzco, pero lo sospecho. Las piezas caen una tras otra en su lugar. Pronto será revelada la verdad… sobre el papel que debemos interpretar. —¿Qué verdad? ¿Qué es un eje del tiempo? ¿Quién eres tú? —Un amigo. Alguien que está en deuda contigo. —Nunca te he visto en mi vida —replicó—. Estoy segura de que recordaría a alguien tan… raro. —Ya nos conocimos, solo que no todavía. —Por una vez, pareció entender el sinsentido que acababa de decir, por lo que se detuvo para esclarecer—. El tiempo corre en una sola dirección, pero nosotros los mortales no tenemos que hacerlo. Tu futuro puede ser mi pasado, y nuestro presente, una experiencia que recordamos de forma distinta. Te conocí hace tiempo, en un momento que aún no recuerdas porque todavía no pasa para ti. La fecha fue un futuro distante, al menos desde nuestra perspectiva actual… ¿a dónde vas? Uzu ya se había dado vuelta, decidida a volver a la fiesta y advertir a los guardias del criminal que se había escapado. Es cierto que le había salvado la vida, pero también que trató de seducir a una princesa a la que le multiplicaba la edad. —¡Aún no termino de hablar! —Pero yo sí. Gracias por lo de ayer. En consideración te daré tiempo a escapar antes de avisar a los guardias. —¡No te vayas! Yo te conozco… te lo puedo demostrar. No eres de por aquí, ¿cierto? —Cualquiera podría darse cuenta de eso. —Y… y vienes de un tiempo distinto, igual que esa pokémon que va contigo a todas partes. Como si la hubiera invocado, Taoser apareció entre ellos, dando la espalda a Uzu y encarando al Intentor, con los brazos extendidos para protegerla. —¿Estás bien? —Por ahora sí. Si intenta hacer algo, lo hidropulseas. —¡Sí! El Intentor se golpeó la frente con esos dedos de acero, y Uzu sintió un pinchazo de lástima por él. Como si buscara las palabras para expresarse y no las encontrara. —¿Lo sigues buscando? Uzu enmudeció, y el Intentor respiró profundamente. —En el futuro lo buscabas. Estabas dispuesta a cruzar el espacio y el tiempo para encontrarlo. He pasado todos estos años tratando de entender por qué, y he llegado a la conclusión de que su destino está conectado a todo esto, que si el Eje del tiempo sigue oscilando es a causa de él. Por eso saltamos. Por eso estamos perdidos. —¿Quién eres? —repitió la pregunta—. Sin acertijos. —Alguien que también está perdido. Alguien que esperaba que lo ayudaras a encontrar el camino a casa. —¿Tu casa? ¿Dónde…? —En el futuro, en el pasado. ¿Quién sabe si? En un lugar al que no puedo llegar andando. Ahora mismo podría estar en cualquier parte y en cualquier momento. —¿Y cómo planeas encontrar tu hogar? —preguntó decepcionada, molesta consigo misma por albergar una efímera esperanza. Pero el Intentor le respondió con una sonrisa firme —Un paso a la vez. El primero era encontrarme contigo, y descubrir lo que sabes. —¿Y el siguiente? —¿No te lo dije ya? Reunir el resto de las piezas. Hay un sitio en esta Kalos al que tengo que llegar, y solo hoy entendí que es el sitio que hemos buscado por meses. Tal vez se abra una nueva brecha, tal vez encontremos a un nuevo visitante, pero sé que tendremos respuestas. Antes de que pudiera hacer otra pregunta, escucharon los pasos de una multitud que se reunía afuera del balcón. Los guardias reales los tenían acorralados, así como un centenar de los invitados y la propia princesa que los miraba nerviosa. —Intentor. ¿Puede explicar qué significa esto? El hombre se llevó las manos a la cabeza de frustración, arrancando accidentalmente los cuernos de Indeedee. —¿Qué están haciendo aquí? Esperaba tener un poco más de tiempo. —Aléjate de la invitada de su Alteza —indicó el capitán de la guardia, acompañado de un Delphox azul que le apuntaba amenazante con su varita y enseñaba los colmillos—. Si te rindes por las buenas no vamos a hacerte daño. —Buenos hombres —admitió el Intentor—. Valientes. Tendré que ser valiente también. ¡Ahora! El castillo se sacudió. Un poderoso rugido resonó por toda la estructura, uno que no se parecía al sonido que humano o pokémon pudieran imitar. Varios pisos abajo de ellos, la pared del ala sur explotó, y de entre el polvo y los escombros surgió aquella bestia de acero que las había salvado la noche anterior. Y como entonces, se elevó por los aires, no con la gracia de un ave, sino con la rabia de un navío que lucha por abrirse camino en el océano. Y cuando se alzó lo suficiente para alcanzarlos en altura, Uzu notó que lo conducía aquel pokémon metálico con un ojo rojo que había ayudado a salvarlas. —¡Delphox! —ordenó el capitán de la guardia—. ¡Derriba esa cosa! —¿¡Tan cerca del palacio!? —La princesa Meleys lo hizo callar, pero se mantuvo alerta—. No podemos poner en riesgo a nadie más. El Intentor sonrió y extendió su mano hacia Uzu. —Es ahora o nunca. El momento de cruzar el puente de las posibilidades. —¿Hacia dónde? —preguntó, esperando recibir otra respuesta filosófica. —¡Hacia el norte! ¡Siempre hacia el norte! Uzu tomó su mano y el Intentor saltó con ella la distancia que los separaba de aquella máquina. Alcanzó a escuchar los gritos de Meleys, advirtiendo que tuvieran cuidado. Y antes de que pudiera reaccionar, Taoser había saltado con ellos y se aferraba fuertemente a su brazo. —Voy contigo. ![]() ≈ | ||||||||
« Tema anterior | Tema siguiente »
|