04 Dec 2021
12:20 PM
Palabras -
12:20 PM
Palabras -
Okay, antes de empezar con esta historia, quiero decir antes que este one-shot lo empecé el año pasado. Nunca lo terminé del todo porque me vino un bloqueo de escritor algo fuerte, al punto en que me había olvidado por completo de la historia y no sabía qué hacer con la misma, hasta que decidí por fin terminarla con el tiempo libre que he conseguido en estos últimos días de clases. Ahora, si bien me tomé la molestia de hacerle arreglos, voy a insistir en que es muy probable que este one-shot no refleje mis habilidades como escritor actualmente, dado a que se trata de un trabajo algo viejo. Voy a explicar un poco más de esta historia al final, de momento, disfrútenla.
Aburrido.
Esa fue la única forma en que aquel muchacho acostado bajo un árbol pudo referirse a su propia persona.
Ya había pasado mucho tiempo desde la última vez que se sintió así. No estaba deprimido, tampoco molesto, solo vacío. Después de tantos logros en la vida, no esperó a verse acorralado en la carencia de motivación.
Las batallas ya no le eran divertidas, tampoco se pudo ayudar a buscar nuevos desafíos en la vida. Eso fue el precio de haber tomado el pedazo de pastel que tanto añoró por años.
Solo cuando vio la presencia de una chica que no había visto en mucho tiempo fue que siquiera trató de romper un poco de esa monotonía.
—¡Hey!
Su cuerpo ciertamente no era el mismo de antes, ahora era más femenino en forma, nada qué ver con la andrógina figura que no podía distinguir su género. Gracias a ese cabello lila fue que pudo reconocerla, incluso si se había vuelto un poco más grande para volverse una pequeña cola de caballo.
Ella en cambio, pudo reconocerlo, pero se rehusó a creer que realmente fuera él por lo repentino de su aparición.
—¿Ash?
—Sí, soy yo, Anabel. Ha pasado tanto tiempo desde que te vi.
—No has cambiado nada.
—Y tú en cambio, te creciste una cola de caballo.
—¿Solo eso? —cuestionó con un pensamiento en que su figura había adoptado una forma más femenina.
—Eh, te ves casi igual como antes. ¿Qué tiene de malo?
—Nada, realmente —mintió—. Simplemente no sé si así los demás dejarán de pensar que soy un chico.
—Pues si te sirve de algo, yo nunca volveré a pensar eso.
—Gracias, Ash… —ella no pudo evitar sentir aprecio por el comentario tonto aunque gentil del chico—. Por cierto, ¿qué andas haciendo por aquí?
—He estado muy aburrido. No tenía ni idea de dónde andaba, pero te vi y pensé que sería bueno hablar de novedades con alguien.
—Ya veo, ¿y por qué no traes a Pikachu contigo?
—Él anda bien. Solo que tiene razones para divertirse y no quise arruinarle su tiempo mientras yo me pudro en aburrimiento.
—Bueno, si de verdad te ayuda, podemos hablar de lo que quieras.
Ambos se tiraron en la hierba y observaron un cielo interminable que emanaba felicidad.
—Así que, ¿empiezo yo o quieres hablar primero? —Ash preguntó.
—Hazlo tú. Oí que te habías vuelto un Maestro Pokémon.
—Sí. Todo un camino largo, pero conseguí lo que deseaba… —suspiró de molestia.
—¿Te pasó algo?
—No, simplemente me es aún difícil procesar todo ese maldito camino. ¿Te digo algo duro? No me había preguntado cuando empecé mi viaje qué es lo que implica ser un “maestro”. Solo sabía que quería ser el Arcanine mayor. Eso era todo.
—Pero al final así fue, ¿o no?
—Pues sí, pero por un largo tiempo cometí un grave error: no dejé de ponerle más capas al asunto. Pensé que detrás del más fuerte había algo mayor, algo realmente superior. Cuando aspiré a luchar contra Leon hace años, pensé que encontraría algo más importante.
—¿Entonces cuál era el “eso”?
—Te seré sincero: nada. Mira, tengo un amigo llamado Goh, cuyo objetivo era tan ambicioso como el mío: yo quería ser el más poderoso, él quería tener en su posesión a todos los pokémon del mundo. Le seguí por todos los rincones de este planeta hasta que él pudiera conseguir ese deseo y él estuvo para acompañarme en cada lucha. Los dos nos ayudamos mutuamente a cumplir nuestros deseos hasta el final.
—Espera, ¿en serio capturó a todos los pokémon?
—Sí. Por muy extraño que parezca, en verdad lo logró, pero digamos que había ciertos tipos de pokémon que no podíamos conservar por su importancia, así que los liberamos después de un tiempo.
“Los legendarios espadachines de Unova, el Trío del Lago de Sinnoh, Zygarde… todos le dieron el lujo de verlos quedándose en sus poké bolas para aparecer en su celular, pero sabíamos que algunos de ellos tenían un valor para los ecosistemas de sus regiones y otros eran simplemente demasiado icónicos en sus tierras natales; algunos los tuvimos semanas, otros días, incluso hubo los que liberamos tan pronto como fueron registrados.
“A él molestó un poco, pero se acostumbró. Los dos llegamos a la conclusión de que no iba a importar a la hora de atrapar a Mew, que era su mayor deseo, y realmente llegamos a ese punto, de hecho, él fue el primero de los dos en completar su meta.
“Se lo enfrentó en una batalla ardua y con la ayuda de su Cinderace finalmente lo capturó. Nos abrazamos mutuamente por aquel logro como debía ser, pero después de ver a mi amigo observando la poké bola de Mew, sentí que algo había cambiado en él, describirlo es algo difícil, pero estaba “vacío”. Casi no respondía a los demás, tampoco salía tanto como lo hacía antes, lo mejor que logré ver en algunas ocasiones fue que usaba a ese pokémon para teletransportarse a quién sabe dónde. Era un chico raro y poco sociable, así que su actitud me preocupó.
“No fue hasta un día que él volvió a hablar conmigo. Era ciertamente distinto, pero sentí un alivio de pensar que tal vez podría recuperar a mi amigo. Luego él hizo su pregunta:
“—Dime, Ash: ¿qué es lo que tú entiendes por Maestro Pokémon?
“—Es complicado.
“—¿Incluso para alguien que cumplió con sus sueños y puede considerarse digno de ese título?
“No tenía ni idea de qué responder. Solo sabía muy bien que por primera vez, mis sueños eran realmente confrontados. Mi mejor forma de responder fue queriendo huir.
“—Bueno, ¿qué entiendes tú por ello?
“—Yo lo entiendo como alguien que llegó a la cima de su vida. Sin importar cuál sea su meta, mientras alcance ese momento de mayor éxito. Ahora responder a tu parte, ¿cuál es el significado de tu sueño?
“—No sé si realmente puedas entenderlo, Goh…
“—Vamos, Ash. Somos amigos. ¿Por qué te cuesta trabajo expresar lo que quieres ser de aquí a que te vuelvas un Maestro?
“—Más quisiera preguntarte, ¿por qué te haces llamar un “Maestro”?
“—Me alegra que preguntes.
“Goh sacó a Mew de su poké bola y me hizo pasar por una travesía bizarra usando sus poderes para teletransportarse.
“Explicar el viaje es tan difícil, solo puedo decir que fue como ser absorbido como un remolino.
“Estábamos observando desde los cielos a otros. Nos hizo admirar vidas de gente que éste consideraba como “Maestros Pokémon”.
“Puedo recordar cómo nos enseñó a un anciano con su Chikorita contándole a su nieta una historia sobre su lucha contra Moltres, lo que él llamaba su mayor logro en la vida. Dijo que viajó por todo el mundo solo para alcanzarlo y sacrificó demasiado, pero gracias a ello es que ahora estaba para hacer a esa niña feliz.
“Recuerdo también el caso de una madre cuyo mayor deseo fue demostrarle a su hijo que ser entrenador no es un desperdicio de tiempo, al cual le enseñó fotos de todos los amigos que hizo y todas las profesiones que aprendió junto a un Typhlosion.
“Con el tiempo esos casos se empezaron a hacer más personales para mí. Vi al viejo líder de la Aldea Ninja en Kalos muriendo satisfecho con lo que hizo en vida; a N, héroe de la verdad ayudando a todos los pokémon necesitados; al profesor Oak, orgulloso por haber revolucionado el estudio de nuestro mundo como nadie más lo logró; y uno que me pegó fuerte como nunca esperé, al profesor Kukui, satisfecho por haberle conseguido a Alola la fama que siempre mereció, y cuya prioridad era cuidar de Lei, o como debería mejor llamarlo, mi hermanito.
“Él no me podía escuchar, pero yo sí pude escuchar lo que le dijo al bebé ya dormido en la cuna:
“‘Serás un campeón tan grande como a tu hermano Ash.’”
“Nunca me puse a pensar en ello. Ya los dos habíamos visitado Alola antes, pero nunca me puse a pensar en el verdadero valor de mi logro.
“Goh aprovechó para decirme algo que no he olvidado hasta el día de hoy:
“—Esto es lo que va para los maestros de verdad. Cuando alcanzas la cima, todo lo demás será tranquilo.
“Pronto el viaje terminó y volvimos a nuestra habitación en el laboratorio del profesor Cerise.
“Ciertamente ya no era el mismo desde ese entonces. No considero a Goh exactamente como una autoridad, pero fue el único que realmente logró dejarme callado con mis sueños. Supongo que me lo vine buscando yo mismo por cuestionarlo. Antes de ese punto, nadie me había cuestionado sobre mi sueño; luché por el buen trato a los pokémon, por la importancia de la amistad, por el futuro de todos, pero nunca por mis metas. Con eso siempre fue: “¿O sea que quieres ser el más fuerte?” yo respondía: “Es más que eso,” y a nadie le molestaba preguntar sobre ello. Pero de vuelta a la historia.
“Goh me siguió porque ambos estábamos juntos en nuestras metas y él iba a seguir ese plan. Me preocupé un poco por lo que él fuera hacer ahora que ya era un Maestro, pero insistió que no sería importante ahora. Tenía razón, porque mientras yo terminaba, él decidió volverse un aprendiz bajo la tutela del profesor Cerise.
“Igualmente, llegó mi hora de la verdad. Pasé por Lance, Cynthia, Raihan. Los derroté solo con tal de tener otra oportunidad contra Leon, el número del mundo. La batalla más intensa de mi vida por seguro.
“Lucario, Charizard, Infernape, Lycanroc, Greninja y Pikachu. Era el momento de la verdad y luchamos hasta que solo fuera Gigantamax versus Gigantamax.
“Fue la Gigatronada de Pikachu contra la Gigallamarada del Charizard de Leon en el turno donde el efecto Gigantamax terminaría. Ambos entraron en choque y solo uno iba a ganar. Las explosiones se hicieron ver por todos lados. No podía ver nada. Pasó como un minuto o dos hasta que ya era posible ver. Soy incapaz de describir la alegría que sentí cuando el anunciador llamó mi nombre en señal de victoria, mucho menos cuando vi a todo el mundo admirándome.
“Solo hay una cosa que persistió en mí tanto en ese momento, como en mi ceremonia y los días posteriores:
“Soy el mejor ahora. De aquí en adelante solo será cuesta abajo.”
“El tiempo pasó y realmente se siente así, incluso si no he perdido. Todavía algunos fans intentan hablar conmigo por ser uno de los campeones más jóvenes. Me ven como un modelo a seguir. Hablan de lo importante que soy para sus viajes, del tiempo que invierten analizando mis batallas, de lo tanto que desafío la lógica de los mejores… yo no disfruto las entrevistas y no me puedo obligar a decirles lo que se siente alcanzar tus sueños.”
—¡Vaya! —Anabel musitó de la sorpresa, pues necesitó procesar cada detalle que le mencionaron.
—Sí. Por eso me tienes dónde estoy: vacío.
—Entonces no sabes qué hacer ahora que eres el más poderoso. ¿Por qué pensabas que había algo superior después de eso?
—Mmm… ¿me creerías si te dijera que no recuerdo por qué? —preguntó con un tono que ella no podía considerar menos que sospechoso como si no deseara hablar del tema.
—Algo me hace dudar. ¿Tienes problemas para recordarlo?
—Sí. Hay simplemente algo que me impide entrar a ese recuerdo. No quiero esforzarme de más por algo así.
Esa respuesta no la satisfizo, pero ella eligió confiar en él.
—¿Sigues siendo considerado como campeón de Alola? —preguntó para evitarle molestias.
—Pues… he contemplado dejar el puesto vacante. Sinceramente, parte de mí no quiere ni molestarse con una posición de ese tipo.
—¡¿Por qué?! —la muchacha de cabello lila se preocupó.
—Te lo dije: todo lo que sigue a mí como el más fuerte solo será cuesta abajo. Nada podrá superar ese momento y todos los campeones eventualmente deben irse para dar paso a sangre nueva.
—Sigues siendo exactamente eso, Ash. Tienes, ¿qué? ¿Catorce años ahora?
—Tenía trece cuando gané el Campeonato Mundial, el torneo ocurre cada cuatro años y ya ha pasado uno desde ese momento, así que sí.
—Entonces tampoco debes exagerar. Aún eres demasiado joven para pensar en cosas como el retiro. Incluso si no superas esa victoria, hay muchas experiencias que no has intentado.
—Pues estoy abierto a las ideas. Pero supongo que podemos hablar de eso después. Aún quiero escuchar lo que ha sido de ti en todo este tiempo.
Anabel no podía entender si su amigo actuaba evasivo o completamente sincero. Ella era capaz de sentir las emociones de todo lo que le rodeaba, pero Ash siempre fue distinto. Creyó al menos un par de veces que pudo entender sus emociones, pero de alguna manera, sentía que una barrera le impedía realmente ver lo que sentía. Su único alivio era pensar que éste era sincero y no malicioso.
—Bueno, la he pasado tranquila, aunque… —se entristeció.
—¿Pasa algo?
—La Batalla de la Frontera no ha andado bien. No estaba exactamente en el mejor estado cuando empezó, pero últimamente ha tenido sus peores momentos. Ya no vienen entrenadores a desafiar con la misma frecuencia. Dejar que Brandon se fuera también nos dio un golpe.
—¿Nunca volvió de Sinnoh?
—¿Lo viste ahí? —ella se sorprendió.
—Sí… quería tener a Regigigas, pero al final dejo a sus propios Regi a cuidarlo. ¿Acaso hizo algo más?
—Dijo que encontró a un joven y lo iba a entrenar en su estilo.
—Permíteme adivinar: se llama Paul. Cabello púrpura, vestimentas azules, amargado, obsesionado con el poder. —se puso juguetón.
—Efectivamente.
—Debí pensar que a eso iba a parar. Tal vez por eso nunca volví a oír de él a pesar de que había un torneo mundial para definir al mejor. ¿Tomó su posición o no?
—Más o menos. Scott nos dijo que Paul iba a ser su reemplazo y tenía que darle un año para alcanzar esa posición, pero luego nos dijo que no andaban bien, que asuntos familiares, un par de Regi nuevos, más poder y quién sabe qué otras excusas. Jamás volvió.
—¡Ay! Por favor dime que ustedes pudieron recuperarse de ello.
—Ahí está lo peor. Nunca fue así. Los desafiantes se quejaban de que no tendrían sus siete batallas y aun después de cambiar la publicidad, ninguno realmente llegó a ganar o a estar a tu altura, Ash. Y por eso ahora estamos en un hiatus.
El muchacho volvió a sentir ese arrepentimiento que tuvo cuando viajó con Mew. Sintió que tal vez tenía un mar de errores al menospreciar sus logros encima de los que le echaban en cara.
—Oye —preguntó con poca autoestima—, ¿Scott sabe que soy ahora el mejor?
—Sí… digamos que tu decisión le frustró y odia cuando alguien menciona tu nombre. Solo es por todo lo demás que cayó con Brandon, así que no te sientas culpable.
—No, sí debería sentir culpa. No aprecié lo que hice en mi momento. Y sí, sé que llegué más lejos en la vida, pero parte de mí odia ver que quizás hice de menos lo simple por buscar algo más simple de lo que imaginé.
—Aun así, tú no sabías que nuestra agencia iba a pasar por ello. De verdad, eres inocente en todo esto.
—Gracias, Anabel… —Ash permaneció pensativo por minutos. Tomó cosas de sus recuerdos y la anécdota de su amiga hasta que se le ocurrió—. Oye, ¿crees que Scott me odie si le digo que quiero esa posición como cerebro?
—¡WOW! —gritó—. ¡¿Preguntas en serio?!
—Completamente sincero. Llegué a la cima y creo que eso puede beneficiarlos. Sirve que será de cierta forma, un nuevo desafío. Además, sirve como publicidad que el mejor de todos trabaje con ustedes.
—¿Vas a luchar con todas tus ganas?
—Si pasan por todos ustedes, estarán seguramente en posición para una buena pelea. Además, sirve que mis pokémon podrán luchar mientras no haya Campeonato Mundial o Liga de Alola. Así no morderemos el polvo con facilidad.
—Me encanta tu idea. Esto seguramente alegrará a todos —se levantó y Ash le siguió—. ¿Podrías acompañarme a mi hogar para que ambos hablemos con él?
—Con todo gusto —repentinamente la abrazó, cosa que le hizo sonrojar—. Te debo una grande.
—Pa-para nada. —tartamudeó por la emoción que le causaba sentir el calor de ese chico.
Ella lo llevó a su extrañamente elegante hogar en medio bosque. Ash siempre se fascinó mucho con lo bizarro de su apariencia. Y así como se veía tan raro que pudiese existir casa tan pulcra, lo mismo se pudo decir con el servicio de teléfono disponible para hablar. La plática con Scott empezó algo rígida, pero tan pronto como ambos espetaron la idea del muchacho, éste se perdió toda furia para apoyarlo. Quedaron de establecer la agencia de Ash en Pueblo Paleta, eso iba a llamar la atención de todos los entrenadores, y decidieron que iban a buscar un espacio para construir mañana temprano.
Pese a la vergüenza que sintió Anabel en el momento, ella le sugirió a Ash que durmiera en su hogar para que el hombre viniera por ambos y los dos accedieron. El gordo logró notar que ella nunca superó su enamoramiento, pero incluso con un chiste, el joven actuó desentendido.
El adolescente probó por primera vez la comida de su amiga. Entendió que no solo era llamada la dama de combate por sus atuendos de gala, sino también por su talento para cocinar.
Ambos eventualmente se fueron a dormir. Lastimosamente para la muchacha de cabello lila, su sistema digestivo le hizo saber que debía pausar su sueño por un momento y por mucho que lo deseara, no iba a poder ganarle.
El mejor baño disponible estaba en la planta baja, porque el otro necesitaba algo de limpieza, así que no le quedó de otra más que bajar. No era la primera vez que ella se encontraba sola en la oscuridad de su casa, pero sí con la posibilidad de que despertara a alguien más.
Mantuvo sus pasos tranquilos y descendió. Como no era posible causar ruido que llegara al cuarto de Ash, ésta aceleró su paso hasta llegar a su destino para finalmente desahogarse.
Parte de ella se tentó a meterse en la cocina para agarrar un snack nocturno, pero supo que eso solo repetiría lo que acababa de terminar, así que volvió a subir.
Ya de regreso en el siguiente piso, ella pensó en su compañero por la noche. Una parte de ésta quería meterse en su cuarto para verlo.
“Es muy lindo ya por sí solo. Seguramente se ve igual o mejor si está dormido.”
Se preguntó si realmente podría elaborar una mentira convincente en el caso de caer en tentación.
“¡Bah! Él aún es incapaz de entender lo que siente mi corazón. Seguramente podrá creerse si le digo: ‘Oh, Ash. Tuve una molestia en el estómago y andaba cansada, no creí que estaba en tu cuarto.’ ¿Qué es lo peor que puede hacer, gruñir de sueño?”
Logró armarse de valor para caminar hacia la habitación para huéspedes. Su corazón se volvió loco tan pronto como puso su mano en la perilla. Abrió esa puerta con cuidado, aunque ese chillido no dejó de molestarla.
Consiguió admirar al muchacho, con una sonrisa que demostraba lo perdido que se encontraba en algún sueño. No vio ninguna reacción inmediata y los resultados no cambiaron en los treinta segundos que ella esperó por precaución. Ya sin ningún cambio, ella cerró el cuarto y se acercó a su enamorado.
“Mírate, eres hermoso. Si tan solo vieras pudieras ver más allá de tus ojos…”
Por puro instinto, ella acarició su rostro. Era extrañamente suave y caluroso. Su expresión cambió un poco, pero no despertó, en su lugar, musitó algo:
—Lo sinto, Anbel…
Por muy raro que sonara con el locutor dormido, no hizo falta un traductor especial para entender que hablaba sobre ella.
“¿Lo sientes?” se cuestionó. “¿De qué estás hablando?”
Tenía una forma de descubrir el misterio en ese instante, pero sintió que no era suficiente para llegar tan lejos, pero Ash soltó algo más sospechoso.
—No ebí fingr…
“¿“Fingir”? ¿Qué es lo que me estás ocultando, Ash?”
Eso la motivó a hacer una prueba. Sus poderes habían crecido con el tiempo, y una de esas mejoras fue su capacidad para leer mentes y recuerdos. Aún era verde, pues solo podía hacerlo si ponía una mano en la cabeza de alguien y algo de esfuerzo mental por sí sola. Era incluso capaz de ver los pensamientos exactos de las memorias con presión.
“Veamos si encuentro algo…”
Ella hizo el intento y cerró los ojos.
Cuando entró en su cabeza, fue recibida por lo más obvio: el sueño de ese momento.
Se trataba de un Ash con traje de gala, uno muy similar al que ella misma usaba. Él estaba en una alfombra roja. Recibía los gritos del público, pero dejó de prestarles atención para enfocarse en una Anabel imaginaria. La verdadera admiraba entre la muchedumbre.
—No tienes idea de lo arrepentido que estoy —comentó el joven sin estresar—. Te prometo que ahora podremos ser felices juntos
Lo más bizarro de todo fue ver que ese muchacho supuestamente despistado no tuvo problemas en abrazar a esa imaginación de ella misma.
“Esto no puede ser posible…” ella se molestó. “Pensé que no sentías nada por mí.”
Corrió entre todo ese público imaginario para entrometerse en el momento de su amigo. Sin embargo, cuando trató cruzar la línea de seguridad, un extraño muro azul le impidió continuar, como si fuera el firewall de una computadora que no permite el paso de virus. Anabel lo hubiera visto como una simple anomalía, pero pudo identificar la clase de energía que le protegía.
“¿Aura?” ella conocía esa energía. Después de todo, sus poderes tampoco eran lo más normal del mundo, y en algún momento de su vida había pensado que era descendiente de uno de los muy pocos herederos de aquel poder, y recurrió a un guardián que aún vivía, pero dicha persona le hizo entender que era diferente, venía de los psíquicos, aquellos con habilidades meramente psíquicas, carecía de esas habilidades más fuertes para proyectar energía. “¿Cómo es que tienes este poder, Ash? Sabía que eras diferente de los demás, pero esto es lo último que esperaba. Harás de esto más complicado para mí.”
Como un troyano, fue en busca de un área importante: los recuerdos. Su forma de moverse por la mente de otros consistía en usar lo que el primer pensamiento al que entraba le podía proveer. Si encontraba un elemento que pudiera guiarle a los recuerdos, podría sobre-enfocarlo de manera que ahora la cabeza pensaría en una memoria.
Miró por la muchedumbre para ver si encontraba a alguien o algo útil. Ese apareció en las imaginaciones de los amigos y familiares de Ash. Había muchos de ellos, pero los que ella conocía estaban ahí. Brock, May y Max; trató de manipularlos para viajar por sus memorias, pero otras barreras le impidieron usar sus poderes para cambiar de momento.
Ella contó con que el joven imaginaría a más personas, quizás alguna que pudiera ayudarla, y eso pasó: los Cerebros de la Frontera surgieron entre la multitud después de un tiempo, por ende no estresó un momento en inspeccionarlos. Brandon estaba protegido, Noland también, Lucy igual… pensó que todo sería fútil, pero quiso al menos terminar su prueba con Scott.
Por muy extraño que le pareció, ninguna barrera lo protegía de su poder. No tenía idea de por qué específicamente era él quién no estaba fuera de sus límites, pero era su única puerta a los recuerdos del muchacho, así que lo manipuló con sus poderes y empezó a modificar el escenario para que se asemejara a un momento en la vida de Ash.
Vio versiones borrosas de cuando lo conoció por primera vez, cuando se le ofreció intentar el desafío en Kanto, su primera victoria contra Noland, luego con los demás cerebros, hasta que dio con la escena dónde éste se daba un apretón con su yo de diez años.
Ese momento estaba cerca del que buscaba, así que se molestó en reproducirlo. Ahora ya nada protegía ni siquiera la memoria del joven. Agarró a la Anabel del pasado y la usó para dar con ese recuerdo que tanto quería:
Logró ver a Ash y todos en el almuerzo. Vio que estaba justo en el instante donde él y May querían intentar el mismo enlace mental que ella hasta fracasar. Pronto la muchacha del recuerdo preguntó al chico:
—¿Qué tal si intentas ver lo que siente mi corazón?
Ella sabía que ahí estaba la verdad, así que se acercó al Ash del recuerdo y le puso una mano en la cabeza para escuchar lo que su mente decía en ese entonces.
“Pretende,” eso fue el primer pensamiento. “Pretende y seguramente pensará que soy un despistado.”
“No te dejes intimidar por su mirada. Eres demasiado bueno para caer por los encantos de una niña.”
“¡Nunca me debo enamorar! ¡No permitiré que sus poderes pasen sobre mi voluntad!”
Anabel sintió su corazón hundirse tras escuchar eso. Solo no cambió de estado porque una parte suya inconscientemente permitió la reproducción.
—Me rindo. No sirvo para leer mentes. —el Ash del pasado se encogió de hombros.
—No importa. Estás bien como eres.
“¡Bien! ¡Se tragó el acto!”
Ya no soportó más y gritó.
Ash despertó más espantado que nada. Solo así reaccionaba a sus errores del pasado. No miró a ningún lado hasta que escuchó jadeos. Vio que Anabel estaba cerca de su cama, con lágrimas en los ojos.
—Me mentiste… —gimió—. Tú siempre supiste que me gustabas, pero quisiste engañarme…
—Un momento, ¿cómo es que-?
Ella corrió de la habitación. El muchacho no quiso creer que estuviera despierto y se pellizcó un hombro, solo para saber que nada cambió.
—¡ESPÉRAME, ANABEL!
Lastimosamente cayó en su intento por salir de la cama, causa de la desesperación. Escuchó como los pasos de la muchacha se hacían más silenciosos. Se levantó y salió de la habitación.
Dentro del pasillo ya no la veía, pero estaba más que seguro que no podía estar en ninguno de los cuartos, pues hubiera escuchado un azote.
Bajó hasta la entrada. Notó que ella dejó la puerta abierta. No le gustaba la idea de irse a caminar por el bosque en pijamas. Respiró fuertemente antes de salir.
Ya en la intemperie, no podía ver nada. La luz de la luna solo le permitía ver tan poco y la tierra impedía que los pies hicieran ruido, pero no creyó que ella pudiera moverse tan rápido para desaparecer.
Tal vez fue por instinto o por una falsa esperanza, pero dio una vuelta por el mismo camino que éste tomó hacia la Torre de Batalla años atrás. Dio de alguna forma con el mismo lago dónde ambos alguna vez se divirtieron, coincidencia que le hizo desesperarse más y más.
Corrió hasta llegar al extremo norte del cuerpo acuoso. Esa ruta le llevó a un camino donde todos los árboles cubrían la muy débil iluminación.
“Aquí va nada…”
El mismo chico que alguna vez pasó con trotes junto a Pikachu lleno de excitación ahora contrastaba con uno más furioso. Ya ni sabía si estaba en el mismo lugar.
Su rayo de esperanza apareció en la forma de un sonido continuo. No podía ser un pokémon porque cualquier gruñido era distinguible de éste. Había alguien humano por ahí.
Permitió que sus orejas le guiaran, y evitó a toda costa las ramas y todo material que pudiera pausar ese ruido. Mientras mayor era el volumen más fácil fue distinguirlo. Eran sollozos familiares.
Con cuidado, logró moverse hasta que sus ojos pudieron con suerte distinguir la forma de Anabel inclinada. Su llorar inconsolable le motivó a ser cariñoso incluso si la idea podía hacerle daño.
Dio unos pasos silenciosos para tenerla justo delante de sí mismo. No gastó ni un momento en abrir sus brazos y encerrarlos en la cintura de la joven. Poca fue su sorpresa ante la reacción.
—¡SUÉLTAME! —ella trató de quitarse a Ash con un codazo.
—¡Escúchame por favor, Anabel! —rogó—. No sé cómo viste mis recuerdos, pero necesito que veas otra parte de la historia.
—¡Me engañaste! ¡No querías nada conmigo y ahora te atreves a soñar con un mundo donde somos felices! —logró ponerse de pie para continuar su inútil esfuerzo.
—Lo entendiste todo mal. Sí deseaba algo para ambos, pero mis ideas me hicieron rehusarme a intentarlo.
La adolescente llegó a quitarse los brazos del chico encima. Le metió un golpe solo con tal de noquearlo, pero lo único que consiguió como respuesta fue que éste pusiera las manos en sus hombros, así besó sus labios y la tiró al suelo. Sin importar sus esfuerzos, no logró quitárselo de encima.
—No tiene sentido. Me quieres, pero no deseas compartir ese amor conmigo, a pesar de mis claros sentimientos.
—Solo permíteme dar los detalles que faltan. Ni siquiera necesitas oír mi voz. Puedes ver en mi mente de la misma forma que antes.
—Entonces déjame mover una mano para ponerla en tu cabeza.
Ash obedeció y apartó un brazo para que ella pudiera hacer sus procedimientos.
La empática volvió a entrar en el mundo de los recuerdos. Solo que su escenario era completamente distinto.
Ahora estaba en un salón escolar lleno de niños, todos muy jóvenes para ser entrenadores. El único adulto ahí era el profesor, quién hizo una introducción.
—Preséntate al grupo, jovencita. —pidió a una pequeña pelirroja de ojos dorados con lentes.
—Hola a todos, mi nombre es Cassandra Smith. Quiero aprender a ser una gran entrenadora como algunos de ustedes seguro desean. Ojalá podamos ser amigos entre todos.
Anabel pausó su viaje para hacerle una pregunta a Ash.
—¿Quién es ella?
—Continúa moviéndote por mis memorias. Es importante que veas todo.
Ella regresó al recuerdo. Había acelerado un poco para enseñar un detalle importante: ella se sentó al lado del muchacho.
—Hola —saludó con un apretón—, mi nombre es Ash Ketchum. Un gusto conocerte. Espero que la pases bien aquí
—Mucho gusto.
“Rayos es muy bonita,” el pequeño emitió un pensamiento. “No, no te desesperes. Recuerda que lo más importante es ser un Maestro Pokémon.”
—¿Necesitas que alguien te guíe por la escuela?
“¡RAYOS!”
—Gracias, pero el director ya me hizo el tour hace un par de días.
La joven de pelo lila solo pudo asumir que esa niña era importante para Ash. Sin influencia suya, la escena cambió a una totalmente distinta.
De la nada, la escuela se había transformado en un campo abierto. Solo estaban el niño y esa pequeña que le gustaba, solos en un campo.
—Oye —Cassandra le preguntó—, ¿te gustaría viajar conmigo? —le ofreció una mano.
—¡Por supuesto! —él la tomó.
Luego ambos se pusieron a dar vueltas en lo que Anabel solo podía interpretar como un “baile de tontos”. Cosas que se esperaban de niños que no sabían nada sobre bailar pero aun así hacía para no caer en el aburrimiento.
Pronto, el sitio cambió a un patio de juegos lleno de niños. Aquella niña de cabello rojo almorzaba sola, así que el muchacho de ojos cafés tomó la oportunidad para acercársele.
—Oye, Cassie, ¿importa si me siento contigo? —estaba nervioso. Él sabía la importancia de entender cuánto compartía en común con ella, así que tomó esa chance para descubrirlo.
—Adelante, Ash.
“¡SÍ!” gritó en su cabeza.
—Dime, ¿por qué quieres ser entrenadora?
—Bueno, es porque quiero conocer el mundo. Existen muchas regiones fuera de aquí.
—¿De verdad? Solo me interesaba viajar por Kanto.
“¡¿Qué acabo de decir?!” se dio cuenta rápidamente de su error.
—Existe un mundo más allá de aquí. Créeme. Conocerás más de lo que puedas imaginar.
—¡Entonces también iré por todo el mundo! —quiso rectificar el error que había cometido.
—Me lo agradecerás. Un Maestro Pokémon no se limita a un solo sitio.
—Espera, ¿quieres ser Maestra? —Ash se emocionó ante la idea.
—Por supuesto sí. Quiero ser mejor que cualquiera. No quiero ser solo la mejor, quiero ser suprema.
—¡FASCINANTE! ¡Igual que yo!
—Bueno, muchos desean serlo.
—¡Pero tú te ves mucho mejor apta para serlo que los demás!
—Gracias, Ash, pero eso tendría que demostrarlo yo misma cuando empiece mi viaje.
—Y verás que lo puedes lograr. Creo en ti.
—Lo aprecio. También pienso que podrás lograrlo.
El chico de la nada cayó por el impacto de esas palabras. Anabel pudo ver lo perdidamente enamorado que estaba de niña.
El escenario hizo otra transición con un toque similar a la parte del campo, con Ash y Cassandra en el laboratorio del Profesor Oak. Se les había ofrecido tres pokémon por escoger. El muchacho quiso escoger la poké bola de Squirtle, pero su mano se cruzó con la de su compañera, quien solo se sonrojó al ver que ambos deseaban al mismo pokémon, pero luego tomó a Bulbasaur. Después ambos tocaron sus respectivas poké bolas y se desearon suerte.
Anabel detuvo la secuencia por las dudas que le causaba ver escenas tan contradictorias.
—Ash, no entiendo lo que me muestras.
—Es así: recuerdo, imaginación, recuerdo, imaginación. Quiero que veas ambos para que entiendas mejor.
Con esa idea en mente, la muchacha de pelo lila se dispuso a continuar con lo que dejó en pausa, aunque sentía que su paciencia se acababa.
Ahora estaba en un partido de béisbol. Los Magmar de Cinnabar tenían una chance de ganar si lograban devolver la siguiente pelota. Dependió de Ash impedirlo como el pícher estrella para los Rattata de Pueblo Paleta.
Su primer tiro fue algo lento, pero aprovechó los nervios del bateador para evitar ser devuelto. El segundo fue en contraste tan veloz como un relámpago.
Para el tercero, Ash tuvo que tomar una decisión. Aquel muchacho que le desafiaba no iba a dejarse engañar tan fácilmente. Midió su fuerza, se anticipó a lo que él consideró como el escenario más probable y aventó la pelota con la rapidez apropiada.
Logró eliminar al jugador y con ello, consiguió la victoria para su equipo y todo el grupo. Todos los niños agarraron al pícher, así lo pudieron aventar al aire con cantos de celebración.
“Espero que Cassie haya disfrutado el partido” otro pensamiento sonó.
Tanto el chico como la Anabel exploradora miraron a las gradas en búsqueda de esa niña, rápidamente encontrada. Él le dio los pulgares arriba y ella le hizo un guiño con el ojo, aunque no sin antes mostrar cierta incomodidad al ver su cara lastimada, aunque para Ash solo significo que sentía el mismo dolor que él y no otra cosa.
“¡MUY BIEN LOGRADO!”
Rápidamente volvió a moverse a una fantasía.
Aquel estadio fue reemplazado por otro campo abierto, solo que ahora, los niños estaban montados en dos Tauros que les llevaron por una larga carrera, cuando uno de los dos debía ganar, los pokémon se detuvieron repentinamente y los hicieron caer en lodo, donde ambos se rieron del accidente. Una escena muy parecida a la que Anabel tuvo después de su primera lucha con el muchacho de cabello azabache.
Con la transición a un recuerdo, el escenario tomó la forma de una gruta oscura. Ahora los niños se movían constantemente mientras escuchaban las indicaciones del profesor.
—Ahora, chicos. Recuerden que no se espanten si ven a uno o muchos Zubat volar. Hacen un mal hábito de molestar cualquiera.
Pese a que casi todos se vieron molestos ante esa posibilidad, Ash se emocionó por verlos. Sin embargo, él escuchó un curioso canto al cual volteó.
Observó a un pequeño Clefairy que caminaba hacia un área desconocida.
“Un momento. Clefairy tiende a buscar piedras lunares. ¡Tal vez si lo sigo pueda encontrar una y regalársela a Cassie!”
Sin que nadie se diera cuenta, él tomó el mismo camino que la hadita. Logró moverse sin que ésta lo notara con una distancia apropiada, aunque eso le dificultó mantener el paso, pues eventualmente el pequeño ser se movió por un agujero demasiado compacto para que Ash se moviera con facilidad, así como también pasó por un enorme grupo de Zubat, con los cuales fue tan silencioso posible al precio de una lentitud notoria.
Al final, Clefairy se detuvo en un camino sin salida. El muchacho no entendió por qué hasta que notó cómo rasguñaba la pared hasta que una piedra lunar cayó. Con ese descubrimiento, dejó pasar al hada para que éste mismo consiguiera su propio tesoro. Su fuerza no era la mejor, pero después de lo que se sintieron como horas logró conseguir su premio.
Su emoción no le permitió pensar claro, pues en ese camino de regreso, despertó a todos los murciélagos y estos en consecuencia lo asustaron. Se movió como loco al punto que perdió rastro del agujero por donde entró. Buscó uno similar y dio con uno que le dio la esperanza de regresar por donde vino.
Curiosa fue su sorpresa al ver que el camino lo llevó hacia una zona completamente distinta donde todos los Clefairy bailaban. Afortunadamente, junto a ellos estaba el grupo escolar. Ash no estresó ni un segundo en correr hacia ellos, interrumpió su danza y tropezó varias veces para la risa de todos.
—¡Cassie, toma esto! —adolorido, le entregó la piedra lunar que consiguió.
—¿Para mí?
Antes que ella pudiera tomar el tesoro, todos los niños del grupo se empezaron a burlar con cantos.
—¡Ash y Cassie se sientan en un árbol! ¡Se quieren! ¡Se besan!
Por culpa de esas molestas palabras, ella tomó la piedra con amargura y la aventó a la cabeza del muchacho, aunque tuvo la cortesía de recogerla y agradecerle a Ash.
“Bueno, ojalá le guste ya estando en casa.”
Apareció otra fantasía, solo que la cueva no fue reemplazada, solo la gente alrededor. Ahora solo estaban los mismos Clefairy de antes con su baile, y los niños les imitaban de una manera casi perfecta en una escena romántica.
Anabel vio que las cosas volvían a cambiar, pero decidió salir de esa cabeza, harta.
—¿Cuál es el punto de que me estés mostrando todo esto?
—Es solo para ilustrar lo último que debes ver. Vuelve a mirar, ya es muy poco lo que te falta para entender.
—No sé si puedo confiar en ti.
—¿Y hay algo que pueda hacer para que cambies de opinión?
—Ngh… ay, dame tu mayor muestra de cariño honesto. Nada desesperado como ese beso que me tiraste.
—Muy bien —Ash se tomó la molestia de besar su mejilla gentilmente—. Eso es lo mejor que te puedo dar.
Ella trató de comprender bien la emoción que emanó ese gesto. No había negatividad alguna, tampoco falsedad. Cual sea que fuera el escudo que protegía la cabeza de Ash no estaba en ese momento, así que tomó el acto como pudo.
—Tú ganas —dio un suspiro antes de volver a metérsele en la cabeza—. Espero que sea rápido.
Una vez más regresó, vio la habitación de Ash y a éste en el escritorio. Él redactaba algo un poema, el más bonito que podía redactar a su corta edad:
Sol de la mañana
Brilla para mí
Cuando miro a la ventana
Deseo estar junto a ti
Por las clases me aburro
Solo quiero ver tu cara
Aquí te pregunto
¿Quieres ser mi novia?
-Atte. Ash Ketchum
Era claramente un poema demasiado básico, sin embargo, para el muchacho era especial. Tampoco es que podía pedirle demasiado a un niño de ocho años cuyo mayor deseo era ser Maestro Pokémon.
—¡Mañana será mi día! —gritó antes de dormir.
Rápidamente, el recuerdo cambió. Fue fácil deducir por qué, pues justo fue mandada al siguiente día.
Ash había despertado, emocionado por ya decirle sus sentimientos a Cassandra, en el mítico Día del Amor y la Amistad. Levantarse temprano le parecía hasta raro, pero si no estaba preparado para el momento, iba a lamentarlo eternamente.
Un desayuno y un viaje en auto después, el muchacho ya estaba en la escuela como usual. Para su mala fortuna, ya había varios pretendientes queriendo tomar su chance. La joven pelirroja había aparecido como siempre, y vaya que todos los enamorados hicieron ruido al saludarla.
—¡Buenos días, Cassie!
—Espero que la estén pasando bien. ¡El amor y la amistad son tan geniales!
—¡Y yo deseo que tu día sea mejor! —Ash halagó, para la furia de los demás.
Él sabía muy bien lo que ellos deseaban. Soportó su presencia hasta que fuera tiempo del recreo, donde la hora de la verdad ocurriría.
Como si fueran depredadores, todos los niños dejaron que ella se fuera a almorzar con sus amigas, mientras ellos planeaban sus movimientos exactos.
Cuando la chica se quedó sola, gracias a que las demás niñas se decantaban con sus propias cartas de amor y regalos, el puñado que iba tras ella corrió con tal de confesarse primero.
El grupo era bastante duro, no estresaban empujarse o golpearse para que solo uno pudiera alcanzar a Cassie, pero Ash, quizás con suerte, quizás por fortuna de su resistencia física o porque su fuerza de voluntad le permitió soportar más de lo que debía.
Como si fueran Tauros, hicieron una estampida para llegar a la muchacha, quien estaba comiendo un sándwich tranquilamente. Ella pronto vio a los niños yendo hacia su persona y se espantó. Ese susto le impidió admirar cómo el grupo se tiraba hasta que un solo chico quedara para otorgar su obsequio. Ash, contra todo pronóstico, salió victorioso entre toda horda.
—Para ti… —dijo entre jadeos mientras entregaba su poema.
Cassandra, un tanto incomodada por lo que llegó a ver, tomó la carta y suspiró. Después leyó el poema rápido, solo para contestar con la misma incomodidad.
—Ay, Ash, es muy tierno lo que escribiste… pero tendré qué decirte que no. No eres un mal chico, pero tampoco de mi tipo. Lo siento.
Ese momento quebró al joven de Pueblo Paleta como nunca había sentido en ese entonces. Anabel podía sentir el dolor desde su punto de vista.
Pronto la escena cambió, ahora solo se podía ver a un Ash deprimido en su cama. Todas las fantasías que había tenido con esa chica se habían ido por el inodoro. Ahora solo estaba enojado, golpeando esa cama por haber creído que podría conseguir algo con esa chica. Después pensó de nuevo en su meta como Maestro Pokémon.
—Dejé de pensar en lo que quiero ser… todo por alguien que no me quería… ya no quiero enamorarme… ¡nunca me debo enamorar!
Ahí terminó el camino de los recuerdos. Anabel ahora estaba algo arrepentida de haber reaccionado tan mal hacia ese chico que quería. Nunca habría imaginado que esa necesidad por evitar el romance a toda costa tendría semejante explicación.
—¿Ves? —Ash habló una vez que ella quitó sus manos de él—. Por eso hice lo que hice. Me juré que nunca me volvería a enamorar porque temí a que pasaría por lo mismo que con Cassie. ¿Cómo iba a saber si decirte la verdad no iba a golpearme? ¿O con cualquiera de las otras chicas que se interesaron en mí? Tampoco quería simplemente rechazarlas porque les dolería, así que me obligué a mentir, y a pretender que no entiendo nada de amor, para que los demás pensaran que solo soy un obtuso con el que no vale la pena insinuarse.
—Y… —ella pensó—, ¿alguna de ellas te interesó?
—Tú me interesaste —no quiso mencionar a nadie más, pues sabía que eso solo lo mordería—. Digo, ¿una chica que puede luchar tan bien como yo? ¿Que tiene su propio sitio para luchar, tiene poderes, es elegante y además dulce? Eso es algo que no encuentras todos los días.
—¿Por eso soñaste conmigo? —se sonrojó de escuchar el entusiasmo salir del muchacho.
—Más o menos, pero tengo otras dos respuestas: la primera es que soy demasiado risueño, de verdad, todos mis sueños son así de exagerados, como uno que tuve donde todos nos montamos en Latios y Latias en una pista de arcoíris.
La muchacha de cabello lila se rio al escuchar semejante cosa. Sonaba más como al Ash hiperactivo que conoció en su momento.
—La segunda y más importante es que ya soy un Maestro Pokémon. Ya no tengo nada qué perder.
Esa frase tenía un mensaje oculto muy claro, por ende, Anabel no pudo reaccionar de otra forma que no fuera sonrojarse.
—¿Estás… —se pausaba de la emoción— diciendo que-?
—Sí. No esperaba pedírtelo ahora, pero… —tuvo nervios de preguntarlo—: ¿querrías ser mi novia? —esa fue una frase difícil de sacar, por lo que se obligó a ir más lejos—. ¿Te interesaría que intentáramos una relación?
La muchacha estaba ahora muda. Le era imposible contestar con palabras. Su silencio había causado que Ash sintiera miedo por haber cometido un error, pero eso se fue tan pronto como ella decidió finalmente abrazarlo y besarlo.
—Claro, Ash. Por supuesto que quiero algo entre nosotros. Aunque te pido que por favor no vuelvas a ocultar nada de mí.
—Cualquier cosa que quieras saber pídemela. Estoy dispuesto a ello.
—Primero dime: ¿qué es ser el supremo? Veo que eso era lo que asumías por Maestro Pokémon.
—Ni idea. Perdí esa imagen hace ya bastante tiempo, pero sé que en algún momento se vio bonito. Tenía esa idea antes de que conociera a Cassie, ella solo usó la misma palabra que yo.
—Bueno… ahora explica esto: ¿desde cuándo tienes poderes de aura? Vi que estaban protegiendo tu cabeza.
—¿Ah, esos? —suspiró por la revelación que aquello implicaba—. Con razón ya se me hacía raro que no me hubieras cachado teniendo poderes. Sé que nací con ellos, pero realmente solo supe que los tenía porque un día liberaron a un Lucario de su báculo antiguo. Al parecer soy descendiente de un antiguo guardián llamado Sir Aaron. Puedo crear esferas, escudos y otras cosas, pero nunca me interesó entenderlos del todo porque se metía con mis metas, así que estuve proyectando energía aural sin querer por mucho tiempo.
—¿Y no te interesa conocerlos y aprender a usarlos?
—Sí, pero, ¿entonces cuándo podré tener tiempo contigo?
Anabel solo sonrió ante esa respuesta. Le parecía algo de fantasía que Ash estuviera dispuesto a tener una relación amorosa con ella, pero era la realidad que vivía. Nada le interesaba más que empezar esa nueva aventura con él, pero eso mismo fue lo que terminó por hacerlos comenzar con el pie izquierda. Ambos estaban demasiado cansados para poder volver a casa, terminaron por quedarse dormidos en el bosque, olvidándose de sus compromisos.
El día volvió repentinamente. La muchacha de cabello lila despertó asustada, pues recordó que Scott había quedado de venir a su casa, así que despertó a su nuevo novio y lo jaló de corrida hacia la mansión. Afortunadamente para ambos, encontrar el camino de regreso fue rápido, más la sorpresa vino cuando ambos notaron dos autos policiacos cerca. Pronto pudieron ver al hombre encargado de la agencia de combate junto tres policías que detuvieron su búsqueda.
—¡Anabel! ¡Ash! —el gordo estaba aliviado—. Y yo que temía porque les hubiera pasado. ¿Dónde estaban?
—Cosas pasaron anoche, Scott. —la muchacha admitió.
—¿Cómo cuáles? —levantó la ceja en sospecha.
Ninguno de los dos adolescentes quiso contestar. Ambos se miraron a los ojos pensando en una respuesta, hasta que el joven de Pueblo Paleta resumió todo en una palabra:
—Drama.
—¿Drama?
—Sí —Anabel añadió—. Drama de adolescentes. Nada que no hayamos resuelto ya.
El hombre solo pudo levantar una ceja mientras sus compañeros temían por la chance de verse obligados a profundizar.
—¿Saben? Debería sentirme molesto porque no llevan ni un día y ya empezaron con problemas, pero el hecho de que vinieron aquí es porque de verdad les interesa seguir con mi oferta me hace pensar que no fue nada malo. Les diría que habláramos esto ahora, pero viéndolos —se fijó en que sus ropas estaban manchadas con pasto y musgo—, sería mejor que primero tomaran un baño.
—Preferible. —la pareja dijo al unísono.
Luego de un tiempo a solas en el agua y un interrogatorio policiaco, el par pudo tener finalmente la charla que habían agendado el día anterior. Fue una negociación muy fluida, pues Ash estaba dispuesto a cumplir con cada orden que tendría como Cerebro de la Frontera. Todo estaba casi listo, solo necesitaban establecer algo:
—Te prometo que tu Castillo de Batalla estará listo antes de que lo pienses.
—Ahora que lo menciona, quería saber si podía tenerlo cerca de la Torre de Batalla en lugar de tenerlo en Pueblo Paleta.
—¿Eh? ¿Y eso?
—Bueno, soy nuevo en esto y necesito a alguien que me ayude para empezar. Apreciaría si Anabel me pudiera dar la mano ahí.
Scott no se creyó ni una sola palabra de lo que dijo, pero tampoco necesitaba saber por qué le mentiría tan descaradamente, le bastó con ver el brazo de la muchacha en una cintura del chico para entender cuál era su verdadera intención.
—Eso no es ningún problema, puedo poner ese sitio cerca. Pero por favor, prométanme que van a usar ese tiempo para practicar y no para besarse.
Esa respuesta hizo que ambos quedaran boquiabiertos y tuvieran nervios.
—¡Es una promesa!
El gordo de lentes solo se rio de la reacción, no tuvo ningún problema accediendo al plan. Por el lado de la pareja, eso significaba un comienzo para sus nuevos planes. Después de todo, cuando uno termina su aventura inicial y consigue lo que más desea, solo hay dos rutas para tomar:
Quedarse con todo lo que consigue y vivir en paz.
O tomar todos esos tesoros obtenidos, y empezar algo con ellos.
Muy bien, hora de hablar de esta historia a profundidad.
La idea de este fic me vino mientras escribía los último capítulos del primer arco de Viaje por Compromiso, de hecho, me gustaba tanto que había aplazado un poco el trabajo en esos caps. ¿Qué me detuvo en ese entonces?
Uno: fue que en algún momento me bloqueé a la hora de finalizar la historia, sabía cómo terminarla, pero nunca encontré la motivación para finalizarla.
Dos: eventualmente me importó más completar los capítulos de Viaje.
Y tres: esta historia toma como base un fic que nunca publiqué. ¿Ven toda la parte de que Ash no se quiere enamorar porque una niña le rompió el corazón antes? Todo eso viene de ese fic, que viene de una época donde sentí que fallé como escritor y estuve bastante deprimido
¿Por qué agarré cosas de una historia que no me gusta? Porque cuando empecé con esto, sentí que había mejorado lo suficiente para poder tomar lo mejor de ese fic y ponerlo en una buena historia, pero el miedo me agarró y perdí la confianza. Ahora puedo decir sin problema que no temo a los resultados, porque lo peor es que no salga bien y simplemente deba mejor pensar en otra idea que sí funcione, no more depression for me.
Hackeado
Esa fue la única forma en que aquel muchacho acostado bajo un árbol pudo referirse a su propia persona.
Ya había pasado mucho tiempo desde la última vez que se sintió así. No estaba deprimido, tampoco molesto, solo vacío. Después de tantos logros en la vida, no esperó a verse acorralado en la carencia de motivación.
Las batallas ya no le eran divertidas, tampoco se pudo ayudar a buscar nuevos desafíos en la vida. Eso fue el precio de haber tomado el pedazo de pastel que tanto añoró por años.
Solo cuando vio la presencia de una chica que no había visto en mucho tiempo fue que siquiera trató de romper un poco de esa monotonía.
—¡Hey!
Su cuerpo ciertamente no era el mismo de antes, ahora era más femenino en forma, nada qué ver con la andrógina figura que no podía distinguir su género. Gracias a ese cabello lila fue que pudo reconocerla, incluso si se había vuelto un poco más grande para volverse una pequeña cola de caballo.
Ella en cambio, pudo reconocerlo, pero se rehusó a creer que realmente fuera él por lo repentino de su aparición.
—¿Ash?
—Sí, soy yo, Anabel. Ha pasado tanto tiempo desde que te vi.
—No has cambiado nada.
—Y tú en cambio, te creciste una cola de caballo.
—¿Solo eso? —cuestionó con un pensamiento en que su figura había adoptado una forma más femenina.
—Eh, te ves casi igual como antes. ¿Qué tiene de malo?
—Nada, realmente —mintió—. Simplemente no sé si así los demás dejarán de pensar que soy un chico.
—Pues si te sirve de algo, yo nunca volveré a pensar eso.
—Gracias, Ash… —ella no pudo evitar sentir aprecio por el comentario tonto aunque gentil del chico—. Por cierto, ¿qué andas haciendo por aquí?
—He estado muy aburrido. No tenía ni idea de dónde andaba, pero te vi y pensé que sería bueno hablar de novedades con alguien.
—Ya veo, ¿y por qué no traes a Pikachu contigo?
—Él anda bien. Solo que tiene razones para divertirse y no quise arruinarle su tiempo mientras yo me pudro en aburrimiento.
—Bueno, si de verdad te ayuda, podemos hablar de lo que quieras.
Ambos se tiraron en la hierba y observaron un cielo interminable que emanaba felicidad.
—Así que, ¿empiezo yo o quieres hablar primero? —Ash preguntó.
—Hazlo tú. Oí que te habías vuelto un Maestro Pokémon.
—Sí. Todo un camino largo, pero conseguí lo que deseaba… —suspiró de molestia.
—¿Te pasó algo?
—No, simplemente me es aún difícil procesar todo ese maldito camino. ¿Te digo algo duro? No me había preguntado cuando empecé mi viaje qué es lo que implica ser un “maestro”. Solo sabía que quería ser el Arcanine mayor. Eso era todo.
—Pero al final así fue, ¿o no?
—Pues sí, pero por un largo tiempo cometí un grave error: no dejé de ponerle más capas al asunto. Pensé que detrás del más fuerte había algo mayor, algo realmente superior. Cuando aspiré a luchar contra Leon hace años, pensé que encontraría algo más importante.
—¿Entonces cuál era el “eso”?
—Te seré sincero: nada. Mira, tengo un amigo llamado Goh, cuyo objetivo era tan ambicioso como el mío: yo quería ser el más poderoso, él quería tener en su posesión a todos los pokémon del mundo. Le seguí por todos los rincones de este planeta hasta que él pudiera conseguir ese deseo y él estuvo para acompañarme en cada lucha. Los dos nos ayudamos mutuamente a cumplir nuestros deseos hasta el final.
—Espera, ¿en serio capturó a todos los pokémon?
—Sí. Por muy extraño que parezca, en verdad lo logró, pero digamos que había ciertos tipos de pokémon que no podíamos conservar por su importancia, así que los liberamos después de un tiempo.
“Los legendarios espadachines de Unova, el Trío del Lago de Sinnoh, Zygarde… todos le dieron el lujo de verlos quedándose en sus poké bolas para aparecer en su celular, pero sabíamos que algunos de ellos tenían un valor para los ecosistemas de sus regiones y otros eran simplemente demasiado icónicos en sus tierras natales; algunos los tuvimos semanas, otros días, incluso hubo los que liberamos tan pronto como fueron registrados.
“A él molestó un poco, pero se acostumbró. Los dos llegamos a la conclusión de que no iba a importar a la hora de atrapar a Mew, que era su mayor deseo, y realmente llegamos a ese punto, de hecho, él fue el primero de los dos en completar su meta.
“Se lo enfrentó en una batalla ardua y con la ayuda de su Cinderace finalmente lo capturó. Nos abrazamos mutuamente por aquel logro como debía ser, pero después de ver a mi amigo observando la poké bola de Mew, sentí que algo había cambiado en él, describirlo es algo difícil, pero estaba “vacío”. Casi no respondía a los demás, tampoco salía tanto como lo hacía antes, lo mejor que logré ver en algunas ocasiones fue que usaba a ese pokémon para teletransportarse a quién sabe dónde. Era un chico raro y poco sociable, así que su actitud me preocupó.
“No fue hasta un día que él volvió a hablar conmigo. Era ciertamente distinto, pero sentí un alivio de pensar que tal vez podría recuperar a mi amigo. Luego él hizo su pregunta:
“—Dime, Ash: ¿qué es lo que tú entiendes por Maestro Pokémon?
“—Es complicado.
“—¿Incluso para alguien que cumplió con sus sueños y puede considerarse digno de ese título?
“No tenía ni idea de qué responder. Solo sabía muy bien que por primera vez, mis sueños eran realmente confrontados. Mi mejor forma de responder fue queriendo huir.
“—Bueno, ¿qué entiendes tú por ello?
“—Yo lo entiendo como alguien que llegó a la cima de su vida. Sin importar cuál sea su meta, mientras alcance ese momento de mayor éxito. Ahora responder a tu parte, ¿cuál es el significado de tu sueño?
“—No sé si realmente puedas entenderlo, Goh…
“—Vamos, Ash. Somos amigos. ¿Por qué te cuesta trabajo expresar lo que quieres ser de aquí a que te vuelvas un Maestro?
“—Más quisiera preguntarte, ¿por qué te haces llamar un “Maestro”?
“—Me alegra que preguntes.
“Goh sacó a Mew de su poké bola y me hizo pasar por una travesía bizarra usando sus poderes para teletransportarse.
“Explicar el viaje es tan difícil, solo puedo decir que fue como ser absorbido como un remolino.
“Estábamos observando desde los cielos a otros. Nos hizo admirar vidas de gente que éste consideraba como “Maestros Pokémon”.
“Puedo recordar cómo nos enseñó a un anciano con su Chikorita contándole a su nieta una historia sobre su lucha contra Moltres, lo que él llamaba su mayor logro en la vida. Dijo que viajó por todo el mundo solo para alcanzarlo y sacrificó demasiado, pero gracias a ello es que ahora estaba para hacer a esa niña feliz.
“Recuerdo también el caso de una madre cuyo mayor deseo fue demostrarle a su hijo que ser entrenador no es un desperdicio de tiempo, al cual le enseñó fotos de todos los amigos que hizo y todas las profesiones que aprendió junto a un Typhlosion.
“Con el tiempo esos casos se empezaron a hacer más personales para mí. Vi al viejo líder de la Aldea Ninja en Kalos muriendo satisfecho con lo que hizo en vida; a N, héroe de la verdad ayudando a todos los pokémon necesitados; al profesor Oak, orgulloso por haber revolucionado el estudio de nuestro mundo como nadie más lo logró; y uno que me pegó fuerte como nunca esperé, al profesor Kukui, satisfecho por haberle conseguido a Alola la fama que siempre mereció, y cuya prioridad era cuidar de Lei, o como debería mejor llamarlo, mi hermanito.
“Él no me podía escuchar, pero yo sí pude escuchar lo que le dijo al bebé ya dormido en la cuna:
“‘Serás un campeón tan grande como a tu hermano Ash.’”
“Nunca me puse a pensar en ello. Ya los dos habíamos visitado Alola antes, pero nunca me puse a pensar en el verdadero valor de mi logro.
“Goh aprovechó para decirme algo que no he olvidado hasta el día de hoy:
“—Esto es lo que va para los maestros de verdad. Cuando alcanzas la cima, todo lo demás será tranquilo.
“Pronto el viaje terminó y volvimos a nuestra habitación en el laboratorio del profesor Cerise.
“Ciertamente ya no era el mismo desde ese entonces. No considero a Goh exactamente como una autoridad, pero fue el único que realmente logró dejarme callado con mis sueños. Supongo que me lo vine buscando yo mismo por cuestionarlo. Antes de ese punto, nadie me había cuestionado sobre mi sueño; luché por el buen trato a los pokémon, por la importancia de la amistad, por el futuro de todos, pero nunca por mis metas. Con eso siempre fue: “¿O sea que quieres ser el más fuerte?” yo respondía: “Es más que eso,” y a nadie le molestaba preguntar sobre ello. Pero de vuelta a la historia.
“Goh me siguió porque ambos estábamos juntos en nuestras metas y él iba a seguir ese plan. Me preocupé un poco por lo que él fuera hacer ahora que ya era un Maestro, pero insistió que no sería importante ahora. Tenía razón, porque mientras yo terminaba, él decidió volverse un aprendiz bajo la tutela del profesor Cerise.
“Igualmente, llegó mi hora de la verdad. Pasé por Lance, Cynthia, Raihan. Los derroté solo con tal de tener otra oportunidad contra Leon, el número del mundo. La batalla más intensa de mi vida por seguro.
“Lucario, Charizard, Infernape, Lycanroc, Greninja y Pikachu. Era el momento de la verdad y luchamos hasta que solo fuera Gigantamax versus Gigantamax.
“Fue la Gigatronada de Pikachu contra la Gigallamarada del Charizard de Leon en el turno donde el efecto Gigantamax terminaría. Ambos entraron en choque y solo uno iba a ganar. Las explosiones se hicieron ver por todos lados. No podía ver nada. Pasó como un minuto o dos hasta que ya era posible ver. Soy incapaz de describir la alegría que sentí cuando el anunciador llamó mi nombre en señal de victoria, mucho menos cuando vi a todo el mundo admirándome.
“Solo hay una cosa que persistió en mí tanto en ese momento, como en mi ceremonia y los días posteriores:
“Soy el mejor ahora. De aquí en adelante solo será cuesta abajo.”
“El tiempo pasó y realmente se siente así, incluso si no he perdido. Todavía algunos fans intentan hablar conmigo por ser uno de los campeones más jóvenes. Me ven como un modelo a seguir. Hablan de lo importante que soy para sus viajes, del tiempo que invierten analizando mis batallas, de lo tanto que desafío la lógica de los mejores… yo no disfruto las entrevistas y no me puedo obligar a decirles lo que se siente alcanzar tus sueños.”
—¡Vaya! —Anabel musitó de la sorpresa, pues necesitó procesar cada detalle que le mencionaron.
—Sí. Por eso me tienes dónde estoy: vacío.
—Entonces no sabes qué hacer ahora que eres el más poderoso. ¿Por qué pensabas que había algo superior después de eso?
—Mmm… ¿me creerías si te dijera que no recuerdo por qué? —preguntó con un tono que ella no podía considerar menos que sospechoso como si no deseara hablar del tema.
—Algo me hace dudar. ¿Tienes problemas para recordarlo?
—Sí. Hay simplemente algo que me impide entrar a ese recuerdo. No quiero esforzarme de más por algo así.
Esa respuesta no la satisfizo, pero ella eligió confiar en él.
—¿Sigues siendo considerado como campeón de Alola? —preguntó para evitarle molestias.
—Pues… he contemplado dejar el puesto vacante. Sinceramente, parte de mí no quiere ni molestarse con una posición de ese tipo.
—¡¿Por qué?! —la muchacha de cabello lila se preocupó.
—Te lo dije: todo lo que sigue a mí como el más fuerte solo será cuesta abajo. Nada podrá superar ese momento y todos los campeones eventualmente deben irse para dar paso a sangre nueva.
—Sigues siendo exactamente eso, Ash. Tienes, ¿qué? ¿Catorce años ahora?
—Tenía trece cuando gané el Campeonato Mundial, el torneo ocurre cada cuatro años y ya ha pasado uno desde ese momento, así que sí.
—Entonces tampoco debes exagerar. Aún eres demasiado joven para pensar en cosas como el retiro. Incluso si no superas esa victoria, hay muchas experiencias que no has intentado.
—Pues estoy abierto a las ideas. Pero supongo que podemos hablar de eso después. Aún quiero escuchar lo que ha sido de ti en todo este tiempo.
Anabel no podía entender si su amigo actuaba evasivo o completamente sincero. Ella era capaz de sentir las emociones de todo lo que le rodeaba, pero Ash siempre fue distinto. Creyó al menos un par de veces que pudo entender sus emociones, pero de alguna manera, sentía que una barrera le impedía realmente ver lo que sentía. Su único alivio era pensar que éste era sincero y no malicioso.
—Bueno, la he pasado tranquila, aunque… —se entristeció.
—¿Pasa algo?
—La Batalla de la Frontera no ha andado bien. No estaba exactamente en el mejor estado cuando empezó, pero últimamente ha tenido sus peores momentos. Ya no vienen entrenadores a desafiar con la misma frecuencia. Dejar que Brandon se fuera también nos dio un golpe.
—¿Nunca volvió de Sinnoh?
—¿Lo viste ahí? —ella se sorprendió.
—Sí… quería tener a Regigigas, pero al final dejo a sus propios Regi a cuidarlo. ¿Acaso hizo algo más?
—Dijo que encontró a un joven y lo iba a entrenar en su estilo.
—Permíteme adivinar: se llama Paul. Cabello púrpura, vestimentas azules, amargado, obsesionado con el poder. —se puso juguetón.
—Efectivamente.
—Debí pensar que a eso iba a parar. Tal vez por eso nunca volví a oír de él a pesar de que había un torneo mundial para definir al mejor. ¿Tomó su posición o no?
—Más o menos. Scott nos dijo que Paul iba a ser su reemplazo y tenía que darle un año para alcanzar esa posición, pero luego nos dijo que no andaban bien, que asuntos familiares, un par de Regi nuevos, más poder y quién sabe qué otras excusas. Jamás volvió.
—¡Ay! Por favor dime que ustedes pudieron recuperarse de ello.
—Ahí está lo peor. Nunca fue así. Los desafiantes se quejaban de que no tendrían sus siete batallas y aun después de cambiar la publicidad, ninguno realmente llegó a ganar o a estar a tu altura, Ash. Y por eso ahora estamos en un hiatus.
El muchacho volvió a sentir ese arrepentimiento que tuvo cuando viajó con Mew. Sintió que tal vez tenía un mar de errores al menospreciar sus logros encima de los que le echaban en cara.
—Oye —preguntó con poca autoestima—, ¿Scott sabe que soy ahora el mejor?
—Sí… digamos que tu decisión le frustró y odia cuando alguien menciona tu nombre. Solo es por todo lo demás que cayó con Brandon, así que no te sientas culpable.
—No, sí debería sentir culpa. No aprecié lo que hice en mi momento. Y sí, sé que llegué más lejos en la vida, pero parte de mí odia ver que quizás hice de menos lo simple por buscar algo más simple de lo que imaginé.
—Aun así, tú no sabías que nuestra agencia iba a pasar por ello. De verdad, eres inocente en todo esto.
—Gracias, Anabel… —Ash permaneció pensativo por minutos. Tomó cosas de sus recuerdos y la anécdota de su amiga hasta que se le ocurrió—. Oye, ¿crees que Scott me odie si le digo que quiero esa posición como cerebro?
—¡WOW! —gritó—. ¡¿Preguntas en serio?!
—Completamente sincero. Llegué a la cima y creo que eso puede beneficiarlos. Sirve que será de cierta forma, un nuevo desafío. Además, sirve como publicidad que el mejor de todos trabaje con ustedes.
—¿Vas a luchar con todas tus ganas?
—Si pasan por todos ustedes, estarán seguramente en posición para una buena pelea. Además, sirve que mis pokémon podrán luchar mientras no haya Campeonato Mundial o Liga de Alola. Así no morderemos el polvo con facilidad.
—Me encanta tu idea. Esto seguramente alegrará a todos —se levantó y Ash le siguió—. ¿Podrías acompañarme a mi hogar para que ambos hablemos con él?
—Con todo gusto —repentinamente la abrazó, cosa que le hizo sonrojar—. Te debo una grande.
—Pa-para nada. —tartamudeó por la emoción que le causaba sentir el calor de ese chico.
Ella lo llevó a su extrañamente elegante hogar en medio bosque. Ash siempre se fascinó mucho con lo bizarro de su apariencia. Y así como se veía tan raro que pudiese existir casa tan pulcra, lo mismo se pudo decir con el servicio de teléfono disponible para hablar. La plática con Scott empezó algo rígida, pero tan pronto como ambos espetaron la idea del muchacho, éste se perdió toda furia para apoyarlo. Quedaron de establecer la agencia de Ash en Pueblo Paleta, eso iba a llamar la atención de todos los entrenadores, y decidieron que iban a buscar un espacio para construir mañana temprano.
Pese a la vergüenza que sintió Anabel en el momento, ella le sugirió a Ash que durmiera en su hogar para que el hombre viniera por ambos y los dos accedieron. El gordo logró notar que ella nunca superó su enamoramiento, pero incluso con un chiste, el joven actuó desentendido.
El adolescente probó por primera vez la comida de su amiga. Entendió que no solo era llamada la dama de combate por sus atuendos de gala, sino también por su talento para cocinar.
Ambos eventualmente se fueron a dormir. Lastimosamente para la muchacha de cabello lila, su sistema digestivo le hizo saber que debía pausar su sueño por un momento y por mucho que lo deseara, no iba a poder ganarle.
El mejor baño disponible estaba en la planta baja, porque el otro necesitaba algo de limpieza, así que no le quedó de otra más que bajar. No era la primera vez que ella se encontraba sola en la oscuridad de su casa, pero sí con la posibilidad de que despertara a alguien más.
Mantuvo sus pasos tranquilos y descendió. Como no era posible causar ruido que llegara al cuarto de Ash, ésta aceleró su paso hasta llegar a su destino para finalmente desahogarse.
Parte de ella se tentó a meterse en la cocina para agarrar un snack nocturno, pero supo que eso solo repetiría lo que acababa de terminar, así que volvió a subir.
Ya de regreso en el siguiente piso, ella pensó en su compañero por la noche. Una parte de ésta quería meterse en su cuarto para verlo.
“Es muy lindo ya por sí solo. Seguramente se ve igual o mejor si está dormido.”
Se preguntó si realmente podría elaborar una mentira convincente en el caso de caer en tentación.
“¡Bah! Él aún es incapaz de entender lo que siente mi corazón. Seguramente podrá creerse si le digo: ‘Oh, Ash. Tuve una molestia en el estómago y andaba cansada, no creí que estaba en tu cuarto.’ ¿Qué es lo peor que puede hacer, gruñir de sueño?”
Logró armarse de valor para caminar hacia la habitación para huéspedes. Su corazón se volvió loco tan pronto como puso su mano en la perilla. Abrió esa puerta con cuidado, aunque ese chillido no dejó de molestarla.
Consiguió admirar al muchacho, con una sonrisa que demostraba lo perdido que se encontraba en algún sueño. No vio ninguna reacción inmediata y los resultados no cambiaron en los treinta segundos que ella esperó por precaución. Ya sin ningún cambio, ella cerró el cuarto y se acercó a su enamorado.
“Mírate, eres hermoso. Si tan solo vieras pudieras ver más allá de tus ojos…”
Por puro instinto, ella acarició su rostro. Era extrañamente suave y caluroso. Su expresión cambió un poco, pero no despertó, en su lugar, musitó algo:
—Lo sinto, Anbel…
Por muy raro que sonara con el locutor dormido, no hizo falta un traductor especial para entender que hablaba sobre ella.
“¿Lo sientes?” se cuestionó. “¿De qué estás hablando?”
Tenía una forma de descubrir el misterio en ese instante, pero sintió que no era suficiente para llegar tan lejos, pero Ash soltó algo más sospechoso.
—No ebí fingr…
“¿“Fingir”? ¿Qué es lo que me estás ocultando, Ash?”
Eso la motivó a hacer una prueba. Sus poderes habían crecido con el tiempo, y una de esas mejoras fue su capacidad para leer mentes y recuerdos. Aún era verde, pues solo podía hacerlo si ponía una mano en la cabeza de alguien y algo de esfuerzo mental por sí sola. Era incluso capaz de ver los pensamientos exactos de las memorias con presión.
“Veamos si encuentro algo…”
Ella hizo el intento y cerró los ojos.
Cuando entró en su cabeza, fue recibida por lo más obvio: el sueño de ese momento.
Se trataba de un Ash con traje de gala, uno muy similar al que ella misma usaba. Él estaba en una alfombra roja. Recibía los gritos del público, pero dejó de prestarles atención para enfocarse en una Anabel imaginaria. La verdadera admiraba entre la muchedumbre.
—No tienes idea de lo arrepentido que estoy —comentó el joven sin estresar—. Te prometo que ahora podremos ser felices juntos
Lo más bizarro de todo fue ver que ese muchacho supuestamente despistado no tuvo problemas en abrazar a esa imaginación de ella misma.
“Esto no puede ser posible…” ella se molestó. “Pensé que no sentías nada por mí.”
Corrió entre todo ese público imaginario para entrometerse en el momento de su amigo. Sin embargo, cuando trató cruzar la línea de seguridad, un extraño muro azul le impidió continuar, como si fuera el firewall de una computadora que no permite el paso de virus. Anabel lo hubiera visto como una simple anomalía, pero pudo identificar la clase de energía que le protegía.
“¿Aura?” ella conocía esa energía. Después de todo, sus poderes tampoco eran lo más normal del mundo, y en algún momento de su vida había pensado que era descendiente de uno de los muy pocos herederos de aquel poder, y recurrió a un guardián que aún vivía, pero dicha persona le hizo entender que era diferente, venía de los psíquicos, aquellos con habilidades meramente psíquicas, carecía de esas habilidades más fuertes para proyectar energía. “¿Cómo es que tienes este poder, Ash? Sabía que eras diferente de los demás, pero esto es lo último que esperaba. Harás de esto más complicado para mí.”
Como un troyano, fue en busca de un área importante: los recuerdos. Su forma de moverse por la mente de otros consistía en usar lo que el primer pensamiento al que entraba le podía proveer. Si encontraba un elemento que pudiera guiarle a los recuerdos, podría sobre-enfocarlo de manera que ahora la cabeza pensaría en una memoria.
Miró por la muchedumbre para ver si encontraba a alguien o algo útil. Ese apareció en las imaginaciones de los amigos y familiares de Ash. Había muchos de ellos, pero los que ella conocía estaban ahí. Brock, May y Max; trató de manipularlos para viajar por sus memorias, pero otras barreras le impidieron usar sus poderes para cambiar de momento.
Ella contó con que el joven imaginaría a más personas, quizás alguna que pudiera ayudarla, y eso pasó: los Cerebros de la Frontera surgieron entre la multitud después de un tiempo, por ende no estresó un momento en inspeccionarlos. Brandon estaba protegido, Noland también, Lucy igual… pensó que todo sería fútil, pero quiso al menos terminar su prueba con Scott.
Por muy extraño que le pareció, ninguna barrera lo protegía de su poder. No tenía idea de por qué específicamente era él quién no estaba fuera de sus límites, pero era su única puerta a los recuerdos del muchacho, así que lo manipuló con sus poderes y empezó a modificar el escenario para que se asemejara a un momento en la vida de Ash.
Vio versiones borrosas de cuando lo conoció por primera vez, cuando se le ofreció intentar el desafío en Kanto, su primera victoria contra Noland, luego con los demás cerebros, hasta que dio con la escena dónde éste se daba un apretón con su yo de diez años.
Ese momento estaba cerca del que buscaba, así que se molestó en reproducirlo. Ahora ya nada protegía ni siquiera la memoria del joven. Agarró a la Anabel del pasado y la usó para dar con ese recuerdo que tanto quería:
Logró ver a Ash y todos en el almuerzo. Vio que estaba justo en el instante donde él y May querían intentar el mismo enlace mental que ella hasta fracasar. Pronto la muchacha del recuerdo preguntó al chico:
—¿Qué tal si intentas ver lo que siente mi corazón?
Ella sabía que ahí estaba la verdad, así que se acercó al Ash del recuerdo y le puso una mano en la cabeza para escuchar lo que su mente decía en ese entonces.
“Pretende,” eso fue el primer pensamiento. “Pretende y seguramente pensará que soy un despistado.”
“No te dejes intimidar por su mirada. Eres demasiado bueno para caer por los encantos de una niña.”
“¡Nunca me debo enamorar! ¡No permitiré que sus poderes pasen sobre mi voluntad!”
Anabel sintió su corazón hundirse tras escuchar eso. Solo no cambió de estado porque una parte suya inconscientemente permitió la reproducción.
—Me rindo. No sirvo para leer mentes. —el Ash del pasado se encogió de hombros.
—No importa. Estás bien como eres.
“¡Bien! ¡Se tragó el acto!”
Ya no soportó más y gritó.
Ash despertó más espantado que nada. Solo así reaccionaba a sus errores del pasado. No miró a ningún lado hasta que escuchó jadeos. Vio que Anabel estaba cerca de su cama, con lágrimas en los ojos.
—Me mentiste… —gimió—. Tú siempre supiste que me gustabas, pero quisiste engañarme…
—Un momento, ¿cómo es que-?
Ella corrió de la habitación. El muchacho no quiso creer que estuviera despierto y se pellizcó un hombro, solo para saber que nada cambió.
—¡ESPÉRAME, ANABEL!
Lastimosamente cayó en su intento por salir de la cama, causa de la desesperación. Escuchó como los pasos de la muchacha se hacían más silenciosos. Se levantó y salió de la habitación.
Dentro del pasillo ya no la veía, pero estaba más que seguro que no podía estar en ninguno de los cuartos, pues hubiera escuchado un azote.
Bajó hasta la entrada. Notó que ella dejó la puerta abierta. No le gustaba la idea de irse a caminar por el bosque en pijamas. Respiró fuertemente antes de salir.
Ya en la intemperie, no podía ver nada. La luz de la luna solo le permitía ver tan poco y la tierra impedía que los pies hicieran ruido, pero no creyó que ella pudiera moverse tan rápido para desaparecer.
Tal vez fue por instinto o por una falsa esperanza, pero dio una vuelta por el mismo camino que éste tomó hacia la Torre de Batalla años atrás. Dio de alguna forma con el mismo lago dónde ambos alguna vez se divirtieron, coincidencia que le hizo desesperarse más y más.
Corrió hasta llegar al extremo norte del cuerpo acuoso. Esa ruta le llevó a un camino donde todos los árboles cubrían la muy débil iluminación.
“Aquí va nada…”
El mismo chico que alguna vez pasó con trotes junto a Pikachu lleno de excitación ahora contrastaba con uno más furioso. Ya ni sabía si estaba en el mismo lugar.
Su rayo de esperanza apareció en la forma de un sonido continuo. No podía ser un pokémon porque cualquier gruñido era distinguible de éste. Había alguien humano por ahí.
Permitió que sus orejas le guiaran, y evitó a toda costa las ramas y todo material que pudiera pausar ese ruido. Mientras mayor era el volumen más fácil fue distinguirlo. Eran sollozos familiares.
Con cuidado, logró moverse hasta que sus ojos pudieron con suerte distinguir la forma de Anabel inclinada. Su llorar inconsolable le motivó a ser cariñoso incluso si la idea podía hacerle daño.
Dio unos pasos silenciosos para tenerla justo delante de sí mismo. No gastó ni un momento en abrir sus brazos y encerrarlos en la cintura de la joven. Poca fue su sorpresa ante la reacción.
—¡SUÉLTAME! —ella trató de quitarse a Ash con un codazo.
—¡Escúchame por favor, Anabel! —rogó—. No sé cómo viste mis recuerdos, pero necesito que veas otra parte de la historia.
—¡Me engañaste! ¡No querías nada conmigo y ahora te atreves a soñar con un mundo donde somos felices! —logró ponerse de pie para continuar su inútil esfuerzo.
—Lo entendiste todo mal. Sí deseaba algo para ambos, pero mis ideas me hicieron rehusarme a intentarlo.
La adolescente llegó a quitarse los brazos del chico encima. Le metió un golpe solo con tal de noquearlo, pero lo único que consiguió como respuesta fue que éste pusiera las manos en sus hombros, así besó sus labios y la tiró al suelo. Sin importar sus esfuerzos, no logró quitárselo de encima.
—No tiene sentido. Me quieres, pero no deseas compartir ese amor conmigo, a pesar de mis claros sentimientos.
—Solo permíteme dar los detalles que faltan. Ni siquiera necesitas oír mi voz. Puedes ver en mi mente de la misma forma que antes.
—Entonces déjame mover una mano para ponerla en tu cabeza.
Ash obedeció y apartó un brazo para que ella pudiera hacer sus procedimientos.
La empática volvió a entrar en el mundo de los recuerdos. Solo que su escenario era completamente distinto.
Ahora estaba en un salón escolar lleno de niños, todos muy jóvenes para ser entrenadores. El único adulto ahí era el profesor, quién hizo una introducción.
—Preséntate al grupo, jovencita. —pidió a una pequeña pelirroja de ojos dorados con lentes.
—Hola a todos, mi nombre es Cassandra Smith. Quiero aprender a ser una gran entrenadora como algunos de ustedes seguro desean. Ojalá podamos ser amigos entre todos.
Anabel pausó su viaje para hacerle una pregunta a Ash.
—¿Quién es ella?
—Continúa moviéndote por mis memorias. Es importante que veas todo.
Ella regresó al recuerdo. Había acelerado un poco para enseñar un detalle importante: ella se sentó al lado del muchacho.
—Hola —saludó con un apretón—, mi nombre es Ash Ketchum. Un gusto conocerte. Espero que la pases bien aquí
—Mucho gusto.
“Rayos es muy bonita,” el pequeño emitió un pensamiento. “No, no te desesperes. Recuerda que lo más importante es ser un Maestro Pokémon.”
—¿Necesitas que alguien te guíe por la escuela?
“¡RAYOS!”
—Gracias, pero el director ya me hizo el tour hace un par de días.
La joven de pelo lila solo pudo asumir que esa niña era importante para Ash. Sin influencia suya, la escena cambió a una totalmente distinta.
De la nada, la escuela se había transformado en un campo abierto. Solo estaban el niño y esa pequeña que le gustaba, solos en un campo.
—Oye —Cassandra le preguntó—, ¿te gustaría viajar conmigo? —le ofreció una mano.
—¡Por supuesto! —él la tomó.
Luego ambos se pusieron a dar vueltas en lo que Anabel solo podía interpretar como un “baile de tontos”. Cosas que se esperaban de niños que no sabían nada sobre bailar pero aun así hacía para no caer en el aburrimiento.
Pronto, el sitio cambió a un patio de juegos lleno de niños. Aquella niña de cabello rojo almorzaba sola, así que el muchacho de ojos cafés tomó la oportunidad para acercársele.
—Oye, Cassie, ¿importa si me siento contigo? —estaba nervioso. Él sabía la importancia de entender cuánto compartía en común con ella, así que tomó esa chance para descubrirlo.
—Adelante, Ash.
“¡SÍ!” gritó en su cabeza.
—Dime, ¿por qué quieres ser entrenadora?
—Bueno, es porque quiero conocer el mundo. Existen muchas regiones fuera de aquí.
—¿De verdad? Solo me interesaba viajar por Kanto.
“¡¿Qué acabo de decir?!” se dio cuenta rápidamente de su error.
—Existe un mundo más allá de aquí. Créeme. Conocerás más de lo que puedas imaginar.
—¡Entonces también iré por todo el mundo! —quiso rectificar el error que había cometido.
—Me lo agradecerás. Un Maestro Pokémon no se limita a un solo sitio.
—Espera, ¿quieres ser Maestra? —Ash se emocionó ante la idea.
—Por supuesto sí. Quiero ser mejor que cualquiera. No quiero ser solo la mejor, quiero ser suprema.
—¡FASCINANTE! ¡Igual que yo!
—Bueno, muchos desean serlo.
—¡Pero tú te ves mucho mejor apta para serlo que los demás!
—Gracias, Ash, pero eso tendría que demostrarlo yo misma cuando empiece mi viaje.
—Y verás que lo puedes lograr. Creo en ti.
—Lo aprecio. También pienso que podrás lograrlo.
El chico de la nada cayó por el impacto de esas palabras. Anabel pudo ver lo perdidamente enamorado que estaba de niña.
El escenario hizo otra transición con un toque similar a la parte del campo, con Ash y Cassandra en el laboratorio del Profesor Oak. Se les había ofrecido tres pokémon por escoger. El muchacho quiso escoger la poké bola de Squirtle, pero su mano se cruzó con la de su compañera, quien solo se sonrojó al ver que ambos deseaban al mismo pokémon, pero luego tomó a Bulbasaur. Después ambos tocaron sus respectivas poké bolas y se desearon suerte.
Anabel detuvo la secuencia por las dudas que le causaba ver escenas tan contradictorias.
—Ash, no entiendo lo que me muestras.
—Es así: recuerdo, imaginación, recuerdo, imaginación. Quiero que veas ambos para que entiendas mejor.
Con esa idea en mente, la muchacha de pelo lila se dispuso a continuar con lo que dejó en pausa, aunque sentía que su paciencia se acababa.
Ahora estaba en un partido de béisbol. Los Magmar de Cinnabar tenían una chance de ganar si lograban devolver la siguiente pelota. Dependió de Ash impedirlo como el pícher estrella para los Rattata de Pueblo Paleta.
Su primer tiro fue algo lento, pero aprovechó los nervios del bateador para evitar ser devuelto. El segundo fue en contraste tan veloz como un relámpago.
Para el tercero, Ash tuvo que tomar una decisión. Aquel muchacho que le desafiaba no iba a dejarse engañar tan fácilmente. Midió su fuerza, se anticipó a lo que él consideró como el escenario más probable y aventó la pelota con la rapidez apropiada.
Logró eliminar al jugador y con ello, consiguió la victoria para su equipo y todo el grupo. Todos los niños agarraron al pícher, así lo pudieron aventar al aire con cantos de celebración.
“Espero que Cassie haya disfrutado el partido” otro pensamiento sonó.
Tanto el chico como la Anabel exploradora miraron a las gradas en búsqueda de esa niña, rápidamente encontrada. Él le dio los pulgares arriba y ella le hizo un guiño con el ojo, aunque no sin antes mostrar cierta incomodidad al ver su cara lastimada, aunque para Ash solo significo que sentía el mismo dolor que él y no otra cosa.
“¡MUY BIEN LOGRADO!”
Rápidamente volvió a moverse a una fantasía.
Aquel estadio fue reemplazado por otro campo abierto, solo que ahora, los niños estaban montados en dos Tauros que les llevaron por una larga carrera, cuando uno de los dos debía ganar, los pokémon se detuvieron repentinamente y los hicieron caer en lodo, donde ambos se rieron del accidente. Una escena muy parecida a la que Anabel tuvo después de su primera lucha con el muchacho de cabello azabache.
Con la transición a un recuerdo, el escenario tomó la forma de una gruta oscura. Ahora los niños se movían constantemente mientras escuchaban las indicaciones del profesor.
—Ahora, chicos. Recuerden que no se espanten si ven a uno o muchos Zubat volar. Hacen un mal hábito de molestar cualquiera.
Pese a que casi todos se vieron molestos ante esa posibilidad, Ash se emocionó por verlos. Sin embargo, él escuchó un curioso canto al cual volteó.
Observó a un pequeño Clefairy que caminaba hacia un área desconocida.
“Un momento. Clefairy tiende a buscar piedras lunares. ¡Tal vez si lo sigo pueda encontrar una y regalársela a Cassie!”
Sin que nadie se diera cuenta, él tomó el mismo camino que la hadita. Logró moverse sin que ésta lo notara con una distancia apropiada, aunque eso le dificultó mantener el paso, pues eventualmente el pequeño ser se movió por un agujero demasiado compacto para que Ash se moviera con facilidad, así como también pasó por un enorme grupo de Zubat, con los cuales fue tan silencioso posible al precio de una lentitud notoria.
Al final, Clefairy se detuvo en un camino sin salida. El muchacho no entendió por qué hasta que notó cómo rasguñaba la pared hasta que una piedra lunar cayó. Con ese descubrimiento, dejó pasar al hada para que éste mismo consiguiera su propio tesoro. Su fuerza no era la mejor, pero después de lo que se sintieron como horas logró conseguir su premio.
Su emoción no le permitió pensar claro, pues en ese camino de regreso, despertó a todos los murciélagos y estos en consecuencia lo asustaron. Se movió como loco al punto que perdió rastro del agujero por donde entró. Buscó uno similar y dio con uno que le dio la esperanza de regresar por donde vino.
Curiosa fue su sorpresa al ver que el camino lo llevó hacia una zona completamente distinta donde todos los Clefairy bailaban. Afortunadamente, junto a ellos estaba el grupo escolar. Ash no estresó ni un segundo en correr hacia ellos, interrumpió su danza y tropezó varias veces para la risa de todos.
—¡Cassie, toma esto! —adolorido, le entregó la piedra lunar que consiguió.
—¿Para mí?
Antes que ella pudiera tomar el tesoro, todos los niños del grupo se empezaron a burlar con cantos.
—¡Ash y Cassie se sientan en un árbol! ¡Se quieren! ¡Se besan!
Por culpa de esas molestas palabras, ella tomó la piedra con amargura y la aventó a la cabeza del muchacho, aunque tuvo la cortesía de recogerla y agradecerle a Ash.
“Bueno, ojalá le guste ya estando en casa.”
Apareció otra fantasía, solo que la cueva no fue reemplazada, solo la gente alrededor. Ahora solo estaban los mismos Clefairy de antes con su baile, y los niños les imitaban de una manera casi perfecta en una escena romántica.
Anabel vio que las cosas volvían a cambiar, pero decidió salir de esa cabeza, harta.
—¿Cuál es el punto de que me estés mostrando todo esto?
—Es solo para ilustrar lo último que debes ver. Vuelve a mirar, ya es muy poco lo que te falta para entender.
—No sé si puedo confiar en ti.
—¿Y hay algo que pueda hacer para que cambies de opinión?
—Ngh… ay, dame tu mayor muestra de cariño honesto. Nada desesperado como ese beso que me tiraste.
—Muy bien —Ash se tomó la molestia de besar su mejilla gentilmente—. Eso es lo mejor que te puedo dar.
Ella trató de comprender bien la emoción que emanó ese gesto. No había negatividad alguna, tampoco falsedad. Cual sea que fuera el escudo que protegía la cabeza de Ash no estaba en ese momento, así que tomó el acto como pudo.
—Tú ganas —dio un suspiro antes de volver a metérsele en la cabeza—. Espero que sea rápido.
Una vez más regresó, vio la habitación de Ash y a éste en el escritorio. Él redactaba algo un poema, el más bonito que podía redactar a su corta edad:
Sol de la mañana
Brilla para mí
Cuando miro a la ventana
Deseo estar junto a ti
Por las clases me aburro
Solo quiero ver tu cara
Aquí te pregunto
¿Quieres ser mi novia?
-Atte. Ash Ketchum
Era claramente un poema demasiado básico, sin embargo, para el muchacho era especial. Tampoco es que podía pedirle demasiado a un niño de ocho años cuyo mayor deseo era ser Maestro Pokémon.
—¡Mañana será mi día! —gritó antes de dormir.
Rápidamente, el recuerdo cambió. Fue fácil deducir por qué, pues justo fue mandada al siguiente día.
Ash había despertado, emocionado por ya decirle sus sentimientos a Cassandra, en el mítico Día del Amor y la Amistad. Levantarse temprano le parecía hasta raro, pero si no estaba preparado para el momento, iba a lamentarlo eternamente.
Un desayuno y un viaje en auto después, el muchacho ya estaba en la escuela como usual. Para su mala fortuna, ya había varios pretendientes queriendo tomar su chance. La joven pelirroja había aparecido como siempre, y vaya que todos los enamorados hicieron ruido al saludarla.
—¡Buenos días, Cassie!
—Espero que la estén pasando bien. ¡El amor y la amistad son tan geniales!
—¡Y yo deseo que tu día sea mejor! —Ash halagó, para la furia de los demás.
Él sabía muy bien lo que ellos deseaban. Soportó su presencia hasta que fuera tiempo del recreo, donde la hora de la verdad ocurriría.
Como si fueran depredadores, todos los niños dejaron que ella se fuera a almorzar con sus amigas, mientras ellos planeaban sus movimientos exactos.
Cuando la chica se quedó sola, gracias a que las demás niñas se decantaban con sus propias cartas de amor y regalos, el puñado que iba tras ella corrió con tal de confesarse primero.
El grupo era bastante duro, no estresaban empujarse o golpearse para que solo uno pudiera alcanzar a Cassie, pero Ash, quizás con suerte, quizás por fortuna de su resistencia física o porque su fuerza de voluntad le permitió soportar más de lo que debía.
Como si fueran Tauros, hicieron una estampida para llegar a la muchacha, quien estaba comiendo un sándwich tranquilamente. Ella pronto vio a los niños yendo hacia su persona y se espantó. Ese susto le impidió admirar cómo el grupo se tiraba hasta que un solo chico quedara para otorgar su obsequio. Ash, contra todo pronóstico, salió victorioso entre toda horda.
—Para ti… —dijo entre jadeos mientras entregaba su poema.
Cassandra, un tanto incomodada por lo que llegó a ver, tomó la carta y suspiró. Después leyó el poema rápido, solo para contestar con la misma incomodidad.
—Ay, Ash, es muy tierno lo que escribiste… pero tendré qué decirte que no. No eres un mal chico, pero tampoco de mi tipo. Lo siento.
Ese momento quebró al joven de Pueblo Paleta como nunca había sentido en ese entonces. Anabel podía sentir el dolor desde su punto de vista.
Pronto la escena cambió, ahora solo se podía ver a un Ash deprimido en su cama. Todas las fantasías que había tenido con esa chica se habían ido por el inodoro. Ahora solo estaba enojado, golpeando esa cama por haber creído que podría conseguir algo con esa chica. Después pensó de nuevo en su meta como Maestro Pokémon.
—Dejé de pensar en lo que quiero ser… todo por alguien que no me quería… ya no quiero enamorarme… ¡nunca me debo enamorar!
Ahí terminó el camino de los recuerdos. Anabel ahora estaba algo arrepentida de haber reaccionado tan mal hacia ese chico que quería. Nunca habría imaginado que esa necesidad por evitar el romance a toda costa tendría semejante explicación.
—¿Ves? —Ash habló una vez que ella quitó sus manos de él—. Por eso hice lo que hice. Me juré que nunca me volvería a enamorar porque temí a que pasaría por lo mismo que con Cassie. ¿Cómo iba a saber si decirte la verdad no iba a golpearme? ¿O con cualquiera de las otras chicas que se interesaron en mí? Tampoco quería simplemente rechazarlas porque les dolería, así que me obligué a mentir, y a pretender que no entiendo nada de amor, para que los demás pensaran que solo soy un obtuso con el que no vale la pena insinuarse.
—Y… —ella pensó—, ¿alguna de ellas te interesó?
—Tú me interesaste —no quiso mencionar a nadie más, pues sabía que eso solo lo mordería—. Digo, ¿una chica que puede luchar tan bien como yo? ¿Que tiene su propio sitio para luchar, tiene poderes, es elegante y además dulce? Eso es algo que no encuentras todos los días.
—¿Por eso soñaste conmigo? —se sonrojó de escuchar el entusiasmo salir del muchacho.
—Más o menos, pero tengo otras dos respuestas: la primera es que soy demasiado risueño, de verdad, todos mis sueños son así de exagerados, como uno que tuve donde todos nos montamos en Latios y Latias en una pista de arcoíris.
La muchacha de cabello lila se rio al escuchar semejante cosa. Sonaba más como al Ash hiperactivo que conoció en su momento.
—La segunda y más importante es que ya soy un Maestro Pokémon. Ya no tengo nada qué perder.
Esa frase tenía un mensaje oculto muy claro, por ende, Anabel no pudo reaccionar de otra forma que no fuera sonrojarse.
—¿Estás… —se pausaba de la emoción— diciendo que-?
—Sí. No esperaba pedírtelo ahora, pero… —tuvo nervios de preguntarlo—: ¿querrías ser mi novia? —esa fue una frase difícil de sacar, por lo que se obligó a ir más lejos—. ¿Te interesaría que intentáramos una relación?
La muchacha estaba ahora muda. Le era imposible contestar con palabras. Su silencio había causado que Ash sintiera miedo por haber cometido un error, pero eso se fue tan pronto como ella decidió finalmente abrazarlo y besarlo.
—Claro, Ash. Por supuesto que quiero algo entre nosotros. Aunque te pido que por favor no vuelvas a ocultar nada de mí.
—Cualquier cosa que quieras saber pídemela. Estoy dispuesto a ello.
—Primero dime: ¿qué es ser el supremo? Veo que eso era lo que asumías por Maestro Pokémon.
—Ni idea. Perdí esa imagen hace ya bastante tiempo, pero sé que en algún momento se vio bonito. Tenía esa idea antes de que conociera a Cassie, ella solo usó la misma palabra que yo.
—Bueno… ahora explica esto: ¿desde cuándo tienes poderes de aura? Vi que estaban protegiendo tu cabeza.
—¿Ah, esos? —suspiró por la revelación que aquello implicaba—. Con razón ya se me hacía raro que no me hubieras cachado teniendo poderes. Sé que nací con ellos, pero realmente solo supe que los tenía porque un día liberaron a un Lucario de su báculo antiguo. Al parecer soy descendiente de un antiguo guardián llamado Sir Aaron. Puedo crear esferas, escudos y otras cosas, pero nunca me interesó entenderlos del todo porque se metía con mis metas, así que estuve proyectando energía aural sin querer por mucho tiempo.
—¿Y no te interesa conocerlos y aprender a usarlos?
—Sí, pero, ¿entonces cuándo podré tener tiempo contigo?
Anabel solo sonrió ante esa respuesta. Le parecía algo de fantasía que Ash estuviera dispuesto a tener una relación amorosa con ella, pero era la realidad que vivía. Nada le interesaba más que empezar esa nueva aventura con él, pero eso mismo fue lo que terminó por hacerlos comenzar con el pie izquierda. Ambos estaban demasiado cansados para poder volver a casa, terminaron por quedarse dormidos en el bosque, olvidándose de sus compromisos.
El día volvió repentinamente. La muchacha de cabello lila despertó asustada, pues recordó que Scott había quedado de venir a su casa, así que despertó a su nuevo novio y lo jaló de corrida hacia la mansión. Afortunadamente para ambos, encontrar el camino de regreso fue rápido, más la sorpresa vino cuando ambos notaron dos autos policiacos cerca. Pronto pudieron ver al hombre encargado de la agencia de combate junto tres policías que detuvieron su búsqueda.
—¡Anabel! ¡Ash! —el gordo estaba aliviado—. Y yo que temía porque les hubiera pasado. ¿Dónde estaban?
—Cosas pasaron anoche, Scott. —la muchacha admitió.
—¿Cómo cuáles? —levantó la ceja en sospecha.
Ninguno de los dos adolescentes quiso contestar. Ambos se miraron a los ojos pensando en una respuesta, hasta que el joven de Pueblo Paleta resumió todo en una palabra:
—Drama.
—¿Drama?
—Sí —Anabel añadió—. Drama de adolescentes. Nada que no hayamos resuelto ya.
El hombre solo pudo levantar una ceja mientras sus compañeros temían por la chance de verse obligados a profundizar.
—¿Saben? Debería sentirme molesto porque no llevan ni un día y ya empezaron con problemas, pero el hecho de que vinieron aquí es porque de verdad les interesa seguir con mi oferta me hace pensar que no fue nada malo. Les diría que habláramos esto ahora, pero viéndolos —se fijó en que sus ropas estaban manchadas con pasto y musgo—, sería mejor que primero tomaran un baño.
—Preferible. —la pareja dijo al unísono.
Luego de un tiempo a solas en el agua y un interrogatorio policiaco, el par pudo tener finalmente la charla que habían agendado el día anterior. Fue una negociación muy fluida, pues Ash estaba dispuesto a cumplir con cada orden que tendría como Cerebro de la Frontera. Todo estaba casi listo, solo necesitaban establecer algo:
—Te prometo que tu Castillo de Batalla estará listo antes de que lo pienses.
—Ahora que lo menciona, quería saber si podía tenerlo cerca de la Torre de Batalla en lugar de tenerlo en Pueblo Paleta.
—¿Eh? ¿Y eso?
—Bueno, soy nuevo en esto y necesito a alguien que me ayude para empezar. Apreciaría si Anabel me pudiera dar la mano ahí.
Scott no se creyó ni una sola palabra de lo que dijo, pero tampoco necesitaba saber por qué le mentiría tan descaradamente, le bastó con ver el brazo de la muchacha en una cintura del chico para entender cuál era su verdadera intención.
—Eso no es ningún problema, puedo poner ese sitio cerca. Pero por favor, prométanme que van a usar ese tiempo para practicar y no para besarse.
Esa respuesta hizo que ambos quedaran boquiabiertos y tuvieran nervios.
—¡Es una promesa!
El gordo de lentes solo se rio de la reacción, no tuvo ningún problema accediendo al plan. Por el lado de la pareja, eso significaba un comienzo para sus nuevos planes. Después de todo, cuando uno termina su aventura inicial y consigue lo que más desea, solo hay dos rutas para tomar:
Quedarse con todo lo que consigue y vivir en paz.
O tomar todos esos tesoros obtenidos, y empezar algo con ellos.
Muy bien, hora de hablar de esta historia a profundidad.
La idea de este fic me vino mientras escribía los último capítulos del primer arco de Viaje por Compromiso, de hecho, me gustaba tanto que había aplazado un poco el trabajo en esos caps. ¿Qué me detuvo en ese entonces?
Uno: fue que en algún momento me bloqueé a la hora de finalizar la historia, sabía cómo terminarla, pero nunca encontré la motivación para finalizarla.
Dos: eventualmente me importó más completar los capítulos de Viaje.
Y tres: esta historia toma como base un fic que nunca publiqué. ¿Ven toda la parte de que Ash no se quiere enamorar porque una niña le rompió el corazón antes? Todo eso viene de ese fic, que viene de una época donde sentí que fallé como escritor y estuve bastante deprimido
¿Por qué agarré cosas de una historia que no me gusta? Porque cuando empecé con esto, sentí que había mejorado lo suficiente para poder tomar lo mejor de ese fic y ponerlo en una buena historia, pero el miedo me agarró y perdí la confianza. Ahora puedo decir sin problema que no temo a los resultados, porque lo peor es que no salga bien y simplemente deba mejor pensar en otra idea que sí funcione, no more depression for me.
Maybe I'm a dream...