CAPITULO III
Una cena de lujo.
8:00 am
Dormía profundamente cuando de repente fletching entro por la ventana para cantar alegremente en mi habitación, los primeros rayos del sol también se filtraron al interior, gire pesadamente cubriendo con mi mano mis ojos para adaptarme a la luz que ya alumbraba bastante mi habitación, estire mi cuerpo desnudo, bastante adolorido por la falta de “ejercicio” del día anterior.
«Asi que… así se siente el no tener sexo un solo día, después de tenerlo salvajemente por 11 dias?» pensaba mientras salía de la cama, poniéndome de pie y cada musculo de mi cuerpo ardía, no se si era su forma de expresarme que se estaba recuperando o me estaba reclamando por no darle lo que insanamente ya se me había hecho un vicio.
Camine pesadamente al baño y abrí la regadera, el agua caía deliciosamente en mi cuerpo mientras me revitalizaba para empezar el día, es inevitable el lavar mi cuerpo y no sentir bastante sensible y algo “adoloridas” aun mis zonas más íntimas, cierro los ojos y trato de recordarlo, es inevitable no pensar en el, en su musculoso torso, sus fuertes piernas y su enorme y grueso… de repente viene a mi mente algo…
«¡Es hoy, de verdad es hoy!» pienso ilusionada, como si fuera una niña pequeña.
En unos minutos salgo de la regadera y comienzo a vestirme, hoy es un día muy especial para mí.
¡Meyer viene a mi casa para cenar!
Tomo un desayuno ligerito para poder ir al mercado de pueblo a comprar las cosas para el festín especial de esta noche, muerdo mi tostada mientras sonrió pensando en que esta será la primera vez después de estos 13 días en que el vendrá a mi casa, bebo despacio mi café imaginando todas las posibilidades para que esta relación no solo se base en el excelente sexo que eh tenido, sino en algo que sea más… sentimental.
Termino el desayuno y antes de empezar hacer la lista para las cosas que iré a comprar salgo al patio a alimentar a Rhyhorn y a ponerle la silla de montura, en lo que termina de comer saco mi portátil para comunicarme con Meyer y confirmar lo de esta noche, el me dijo que regresara a casa desde hace dos días, pues el día de ayer tenía un trabajo que hacer en Ciudad Yantra, por lo que, para que no se le ocurriera algo que me fuera a gustar de mas en una ciudad que no conozco, decidí tomarle la palabra y regresar a casa.
Obviamente me mando con las piernas temblando de placer…
En pocos minutos contesta mi videollamada, y puedo verlo, mi corazón late a mil por hora al verlo en la pantalla, y más que aparece sin playera y aun despeinado pues supongo que llego cansado por el trabajo que fue hacer.
—Buenos días perezoso!— le digo alegremente.
—Ah… eres tu…
—Pues claro que soy yo, sino quien más— digo algo decepcionada, mientras observo como bosteza y se rasca la cabeza.
—Pensé que eran mis hijos, no los he visto desde ayer.
—¿Qué? ¿No haz regresado a Ciudad Lumiose? ¿Aun sigues en ciudad Yantra?
Meyer se pone de pie y en la pantalla queda completamente su miembro expuesto, me quedo petrificada pero algo dentro de mi hace que mi sentido del gusto empiece a trabajar, mientras como si fuera ya algo innato en mi cuerpo un calor en mi entrepierna comienza a intensificarse, me quedo con cara de estúpida hipnotizada por como al moverse esa dulce fruta se columpia, como si estuviera lista y madura para ser devorada por mi.
—Y bien, ¿Qué es lo que quieres?— Meyer vuelve a sentarse subiéndose los pantalones y abotonando el overol.
—Mmmm… ¿Eeh? —Despierto lo más rápido que puedo de ese trance de ver su pene y acomodo mis ideas— Ahh! Si! Es… es por lo de la cena de hoy, dijiste… dijiste que vendrías, y quería saber si… hay algo que te guste, o que quieres que cocine para ti… soy muy buena haciendo repostería! Y si tu quieres yo…
—¿En serio para eso me molestas mientras trabajo?— Sus palabras golpean duramente mis sentimientos, pero esa maldita sensación de sentirme menospreciada es lo que ahora me enciende tanto. Se vuelve a poner de pie mientras observo el lugar en el que esta, solo alcanzo a observar que es una casa construida de ladrillos antiguos y una cabecera de cama hecha de madera, el cobertor de la cama es color arena y en el buro hay puesto unos lentes oscuros de mujer de armazón rojo.
—Es que yo… pensé que… cenaríamos hoy… perdóname…— digo angustiada mientras bajo la mirada y aprieto mis puños en mis muslos completamente sumisa.
—De acuerdo, si yo te lo dije lo cumpliré, ¡solo pídemelo como es debido!— dice burlonamente mientras se acerca a la pantalla y me mira fijamente, simplemente ejerce perfectamente su papel en esta relación y sin rechistar dejo la portátil en el suelo mientras me pongo de rodillas e inclino mi cuerpo hacia adelante poniendo las palmas de las manos también en el suelo y apoyo mi cabeza en ellas.
—Te lo ruego, ven a cenar a la casa de tu mascota favorita!— digo avergonzada pero firmemente.
Meyer explota en risa mientras yo sigo completamente en esa posición, esperando obtener una respuesta positiva, mi cuerpo lo necesita tanto, que hay una pequeña parte que aun odia eso de mí.
—¡Eres una puta increíble Grace!—me dice mientras carcajea— Bien, Te veré a las 8 de la noche, encárgate de tener algo rico para cenar y para beber, espero que no me desilusiones y te ganes muy bien tu premio, solo algo más.
—S-si, dime que es?— Pregunto ansiosa.
—No eres la favorita.
—¿¡Eeeh?!
—Nos vemos.
La trasmisión se corta y me quedo allí, sorprendida por sus últimas palabras, me incorporo quedando solo de rodillas frente a la portátil mientras mil preguntas pasan por mi cabeza.
«¿Qué me quiso decir? ¿Y si no soy la única mujer a la que trata así? ¿Y si tiene a alguien más? ¿Y si al final simplemente soy un juego para el? ¿Y si al final me quedo sola? ¡¿Y si…?!»
Un leve rugido de mi Rhyhorn me saca del trance en el que estoy, volteo y noto como me mira preocupado, como si supiera de mi situación, supongo que debe sentirse extraño pues después de todo es cierto eso que dicen que los pokemon sienten una gran conexión con su entrenador, y hace muchísimo que no siento esa confianza y ese orgullo como cuando era la gran corredora que fui, ahora solo salimos a cabalgar de vez en cuando y la mayor parte del tiempo lo uso solo para ir a hacer compras o tareas simples.
Me pongo de pie y aviento la portátil a la mesa de la entrada mientras cierro la puerta, acomodo las alforjas a la montura de rhyhorn mientras le acaricio la cabeza, subo la parte superior de mi chándal para ponérmelo completo y subo el cierre en su totalidad y de un salto ágil lo monto.
—¡No te preocupes, esta noche todo saldrá bien!— digo con una falsa confianza para ver si puedo contagiar a mi pokemon aunque sea con ese placebo sentimental.
Las puertas del corral se abren y salgo velozmente montada en él, no es un viaje largo pero siempre es bueno disfrutar de un paseo montándolo, agito las correas mientras espoleo firmemente sus costillas, el aire empieza a golpear con más fuerza mi rostro, a pesar de tener el cuerpo adolorido y que la cabalgata repercute en mis zonas intimas sensibles es muy estimulante para mí el sentimiento de velocidad encima de Rhyhorn, suelto la correa y abro los brazos mientras doy un respiro profundo y puedo sentir levemente ese sentimiento de libertad, sonrió brevemente mientras vuelvo a tomar las riendas acomodando mi peso hacia adelante haciendo con esto que rhyhorn vaya más veloz aun.
—¡Adelante!— ordeno mientras nos acercamos más a nuestro destino.
Después de 5 minutos de cabalgata llegamos al mercado del pueblo, desciendo de mi pokemon y amarro sus riendas al aparcamiento de monturas, al ser un lugar relativamente mediano el mercado de Pueblo Vaniville siempre está lleno de gente, es por eso que se encuentra fueras de la ciudad, me doy prisa para realizar las compras lo más rápido posible, carne, bayas, vegetales, pan, licor, harina, azúcar, cremas dulces, mermeladas, compro todo lo necesario para hacerle a mi “macho” la cena que se merece y que, si tengo suerte, le dará mucha energía para satisfacerme como solo el lo sabe hacer.
—¡Grace! ¡Que gusto verte de nuevo, habías estado enferma?—Pregunta la tendera
—¡Hola que tal! eh… digamos que fui unos días a Ciudad Lumiose a visitar a… una amiga, y bueno, creo que me tome mi tiempo.
—¡Ah! Ciudad Lumiose! ¡Que romántico!—exclama encantada— es increíble esa ciudad, con tantas parejas, y paisajes y comidas tan exóticas, es un sueño para cualquier chica.
—Ja… tiene razón, ¿Cuánto le debo por los 2 litros de leche mu-mu?— pregunto apresuradamente pues ya casi es mediodía.
Termino rápidamente las compras y vuelvo a casa en un santiamén, pienso en hacer un par de filetes Chateaubriand con carne fresca de tauros, aquí en Kalos es una receta tradicional que todas las madres enseñan a sus hijas y no es por presumir, pero soy muy buena preparándolo.
Es tan confortante preparar comida para un hombre que había olvidado todo esto, suspiro pensando en el, imaginando en lo feliz y satisfecho que lucirá cuando llegue a casa, sazono la carne mientras corto las bayas y las verduras y en otra sección de la cocina empiezo hacer la combinación de ingredientes para preparar algunos pokelitos como postre, la cocina es una sinfonía de aromas y sonidos como hace mucho tiempo no lo era, rápidamente pasa el tiempo y todo mi esfuerzo va rindiendo frutos, la carne a quedado suave y jugosa, la crema que la acompaña es perfecta, los pokelitos han quedado esponjosos y dulces, y la crema que los acompaña es tan suave y dulce como las de las pastelerías mas prestigiosas de Kalos.
«Me llevo toda la tarde, ¡pero estoy segura que le gustara todo!» Suspiro y seco el sudor de mi frente por el esfuerzo realizado, con mucha motivación saco la vajilla especial de plata de la alacena y pongo la mesa de la manera más romántica posible, platos hondos y platos de postres, una salsera muy elegante para la crema, el pan fresco y crujiente y la botella de vino más cara que eh tenido guardada desde hace mucho para una ocasión tan especial como esta.
Para finalizar la mesa pongo en el cloche de el mismo juego de la vajilla los pokelitos para que se enfríen y, calculando el tiempo que terminemos la cena estos queden a una temperatura perfecta para que sean el postre y el gran final, esperando que al estar satisfechos y animados por los dulces sabores del final y ayudados por el vino empecemos el desenfreno carnal que tanta falta me hace, ese para mi es el postre mas ansiado y dulce que puedo tener hoy.
Con orgullo veo la mesa puesta y bien equilibrada para el festín que prepare, sueño despierta en que quizás, quizás sea eso el principio para que nuestra relación pase a ser algo más que solo sexo salvaje y dominante de su parte y me vea mas como lo que soy, una mujer que anhela tener a un hombre como el como compañero para lo que nos reste de vida, al fin y al cabo ¡me lo merezco!
«¿Relación? ¿Es en serio? A estas alturas es como si yo fuera una simple montura que el usa caprichosamente a la hora que quiera»
Pero eso podría cambiar esta noche, no digo que realmente no disfruto todo lo que hemos pasado juntos estos días, de hecho ni yo misma sabía que tenía ese corazón sumiso tan marcado en mi, realmente a estas alturas me aterra tanto perderlo que podría permitirle todo lo que el quisiera, aun mas cosas de las que ya hemos hecho.
El reloj de la sala me saca de mis pensamientos y me doy cuenta que ya son las 7 de la noche, rápidamente me dirijo al baño mientras me desnudo y pongo toda mi ropa en la canasta de ropa sucia, me doy una ducha complementando la que me di en la mañana, delicadamente pongo en mi piel desde los aceites más finos de mi colección hasta el perfume “Coco - tine” de los más prestigiosos en nuestra región, un conjunto de lencería de encaje negro que compre al regresar de Ciudad Lumiose es lo que hoy estrenare para seducirlo.
Y como carta de presentación usare el blazer con solapas color bronce obscuro que utilice cuando fue la final de la clase maestra de Serena, acompañado de la blusa de moño con lazo al cuello color durazno, aunque esta vez cambiare el pantalón del conjunto por una sexy minifalda ajustada con abertura delantera, tuve suerte de encontrarla del mismo tono de color que mi blazer e inmediatamente pensé en hacer esta picante combinación entre lo elegante y lo erótico, y no es por nada, pero el seguir practicando montura hace que mis caderas y piernas se vean muy bien torneadas, me siento llena de confianza para lo que pronto vendrá.
Ajusto los últimos detalles, uso las zapatillas de tacón mas alto que tengo, a él le encantan los tacones altos, cambio el broche de mi cabello por uno de flor y le doy los últimos retoques a mi maquillaje, reviso la cena para que todo este a temperatura perfecta, con un termómetro de cocina reviso el agua de la cubeta con hielo en la que se encuentra la botella de vino, pico la carne con el tenedor largo solo para verificar que aun este jugosa y caliente, huelo la salsa y las cremas que acompañaran la cena y, viendo que son las 8 pm en punto prendo las velas que puse en un candelabro en el centro de la mesa y me siento llena de nervios y de emoción.
«Todo es perfecto, todo está perfecto, no puede haber errores ¡seguro que lo sorprenderé!» Pienso mientras no puedo ponerme quieta, me levanto a poner un poco de jazz suave en el minicomponete de la sala, mi casa parece de verdad una postal de una cena romántica.
Vuelvo a tomar asiento esta vez en la sala, reviso el reloj y en un santiamén a pasado media hora, empiezo a preocuparme mientras no dejo de jugar con mis manos y un sinfín de preguntas vienen a mi mente.
«¿Le habrá pasado algo?¿Se le habrá olvidado?¿Ya saldría de ciudad Yantra?¿qué haría allá en primer lugar?»
Pasa el tiempo, entre pregunta y pregunta se ha ido ya 1 hora completamente, me levanto y me asomo por la cortina de mi ventana, nada.
El tiempo pasa, mi imaginación vuela, entre cada tema de jazz que avanza más es fuerte mi angustia. «¿Y si me dejo plantada a propósito?¿Y si solo me hizo una broma pesada solo para reafirmar su lugar?¿Y si realmente solo soy un juego para el?¿Y si tiene a otra?¿A qué se refirió conque yo no era la favorita?¿Se estará revolcando con alguien más?»
Una sensación de humillación e impotencia me invade de repente, pero desgraciadamente para mi nueva yo, esto lejos de enfadarme me empieza a excitar.
Trato de distraerme para no ahondar en el tema. Veo el reloj, es increíble como vuela el tiempo cuando tu mente está sumergida en ideas que te atrapan, el reloj marca las 10 pm.
Me levanto de la sala y me dirijo a la cocina, todos los hielos de la cubeta se han deshecho, la carne empieza a llenarse de cebo por el enfriamiento, los pokelitos ya están fríos, así que ingeniándomelas vuelvo a dejar todo lo más parecido que estaba al inicio, tengo esperanza que aun llegue.
Lavo mis manos con delicadeza y vuelvo asomarme por la ventana, ya está completamente oscuro y muy solitario el paisaje, empiezo a sentirme frustrada, preparo un té para hacerme pasar el mal trago y relajarme, no quiero escuchar las preguntas que genera mi mente ni mucho menos quiero sentirme peor por si no llega a venir, de todas maneras si es que no llegara a venir con los sentimientos encontrados que tengo lo más seguro es que termine masturbándome como una loca.
El té hace su efecto y recargo mi cabeza hacia atrás, cierro los ojos pensando en lo tonta que debo verme esperando a alguien que ni siquiera tenía entre sus planes venir, cierro mis ojos y empiezo a ceder ante el sueño.
Repentinamente un sonido me despierta, Rhyhorn esta rugiendo muy inquieto afuera, mientras escuchó que alguien golpea fuertemente la puerta, entre toda la confusión que siento en el momento veo el reloj que marca exactamente las 12 de la noche, rápidamente me pongo de pie tambaleándome por la acción repentina a la que obligo a mi cuerpo y corro hacia la puerta abriéndola de golpe.
—¡Maldición Grace, acaso quieres matarme de frio?!— Meyer por fin aparece y me empuja hacia dentro tambaleándose, puedo oler claramente que viene completamente alcoholizado y peor aún, puedo ver algunos moretones en su rostro.
—P-pero, por Arceus! ¡¿Que te paso?!
—¡Nada que te importe nena!—abrazándome por la cintura fuertemente me pega a su cuerpo y poniendo sus palmas justo en mis nalgas me planta un beso tosco, obsceno, embriagador en todos mis sentidos, y en todo el sentido de la palabra, pues el olor a alcohol es muy intenso, trato de zafarme pero mi cuerpo y mis instintos desean ese trato, tan salvaje y masculino que el tiene, sus poderosas manos masajean mis nalgas fuertemente haciendo que suelte leves gemidos por el placer y el dolor combinado.
—¿Y bien, que cenaremos?— soltándome repentinamente hace que quede completamente aturdida y deseosa por mas, es increíble que con solo un beso de esa manera me haya hecho minimizar que llego 4 horas tarde a nuestra “cita”, simplemente me muevo rápidamente a la cocina mientras el jala una silla del comedor y sin más toma el sacacorchos y la botella de vino destapándola hábilmente y de un movimiento la empina bebiéndola directamente de la botella.
—¡E-espera, espera! ¡El vino es para la cena!—digo mientras llevo el platón con el filete que prepare esmeradamente y lo pongo en la mesa para aderezarlo con la salsa y la crema— P-pase toda la tarde cocinando esta receta para que los dos podamos…
Ni bien termine de hablar y Meyer tomando con una de sus manos toda la porción de carne aun sin rebanar la lleva a su boca llenándola glotonamente como si fuera un pokemon primitivo que devora a su presa… me quedo con una tonta expresión perpleja con el tenedor y el cuchillo en cada mano con la que iba a repartir la porción y los pongo en la mesa mientras arranco un pedacito de pan y lo llevo a mi boca.
—¿¡Porque esta tan fría la carne?!— Meyer me grita enfadado haciéndome atragantar del susto y apenas y puedo contestar correctamente.
—“Cof, cof!” Per-perdoname “cof cof!” No- no calcule bien el tiempo en el que llegarías… “cof, cof!”—golpeo mi pecho mientras invento una excusa que ni siquiera sé porque doy, es tan absurda la pregunta como la respuesta.
En un santiamén la carne desaparece y el vino también, observo como se recarga en el respaldo de la silla satisfecho lo que hace que dentro de mi haya valido la pena todo el esfuerzo, le sonrió mientras pregunto coquetamente.
—¿Te gusto la cena?
Meyer me mira fijamente y empujando la silla hacia atrás pero permaneciendo sentado hace un espacio entre el y la mesa, con una mano da dos palmadas a su pierna derecha, rápidamente me pongo de pie y camino hacia el sentándome en su pierna obedientemente.
—¿Sabes querida Grace?— acaricia mis piernas con su mano izquierda— eres una buena mujer, pero ¿sabes? hacer el bien no trae recompensas ni nada, llega el momento en que te hartas y sabes que todo el esfuerzo que haces nadie lo va a reconocer, no importa cuántas veces salves a las personas, ni lo lastimado que salgas por hacer justicia, si dejas de hacerlo un solo día siempre alguien se quejara de que no haces las cosas bien, es por eso que cuando haces las cosas bien la gente piensa que no estás haciendo nada…
La mirada de Meyer cambia por una tristeza que se percibe fácilmente, yo francamente no entiendo lo que quiere decir, creo que el alcohol le ha afectado mucho que es solo eso, una plática de borrachos, su mano sube por mis piernas, dibujando una línea imaginaria en mi cuerpo, subiendo desde mi entrepierna, mis pechos hasta llegar y acariciar mi cuello.
—No-no entiendo lo que quieres decirme…
—¡Es por eso que llegaste caída del cielo, porque no importa lo malo que pueda ser contigo, tu siempre me buscaras, no es así?— súbitamente pone su mano en mi garganta apretándola fuertemente, me impulso hacia atrás pero con su otra mano detiene mi espalda, de un fuerte movimiento y usando toda su fuerza me levanta del cuello como si no pesara nada y me estrella de espaldas en la mesa tirando la mayor cantidad de cosas que había sobre ella, toda mi espalda queda sobre la mesa mientras de mi cintura hacia abajo queda volando al aire por lo que pataleo fuertemente para zafarme pero es inútil, trato de quitar su mano de mi garganta, el aire empieza a faltarme, pataleo aun mas fuerte mientras veo que Meyer sonríe y la vista se me empieza a nublar.
«Voy… ¡¿Voy a morir de esta manera?!» Pienso mientras agito mi cabeza en negación viéndolo a los ojos, agónicamente gimo y mi conciencia se empieza a desvanecer.
De repente algo extrañamente sucedió…
Entre la conciencia y la inconsciencia por instinto mi cuerpo toma una bocanada de aire y todo empezó a aclararse, mis sentidos volvían lentamente y pude sentir como Meyer tenía el rostro clavado en mi sexo chupándolo con mucha hambre, al llevar la minifalda lo único que tuvo que hacer era abrir mis piernas, recorrer hacia un lado mi femenina lencería y clavar su lengua en mi delicada feminidad, hacia círculos en mi clítoris mientras que con ambos pulgares abría mis labios vaginales para deslizar a fondo su lengua, sus manos cambiaron rápidamente de posición apretando mis caderas y jalándome a su rostro presionándome aun con más fuerza, podía sentir como su cara quedaba empapada poco a poco por mis jugos y su boca hacia maravillas en todo mi sexo
“¡¡MMMMM….mmmm…MFFFFFFF…!!” Gemí mientras instintivamente sujete la cabeza de Meyer y volvía completamente en mi, fue algo tan extrañamente mágico, era como regresar a la vida por medio de esa lengua de fuego y percibir cada uno de mis sentidos aún más agudos para ese preciso momento, lance otro gemido mientras torcía lo dedos de mis pies y entonces descaradamente comencé a frotarme de arriba abajo en el rostro de Meyer, sintiendo como su barba me hacía cosquillas entre mis nalgas y la entrada de mi ano.
—Aaah, mmmmffff, n-no pares…—jadee obscenamente— así, así me gusta!, lámeme, chúpame, sigue, sigue!! Aahhh, mmgg, ahh!
Todos mis sentidos se habían recuperado completamente, por un momento no supe si seguía viva o realmente había muerto en sus manos y justo ahora estaba en el cielo pues así lo percibía, tanto placer y sensaciones que pensé ya había sentido antes ahora las sentía como si mi cuerpo fuera energía pura de delicia, y mas al sentir que mi cuerpo seguía haciendo ese movimiento de “cepillar” la boca de mi amante instintivamente, era simplemente exquisito!
Sintiendo como un poderoso orgasmo estaba a punto de llegar me retorcí sobre la mesa, los agresivos lengüetazos de Meyer estaban a punto de hacerme explotar de goce, apreté mis puños y mis piernas rodearon a mi hambriento amante junte ambos pies apoyándolos en su espalda, y un sorpresivo lengüetazo en mi ano fue el detonante final que mi sexo necesito.
Un relámpago de regodeo atravesó todo mi cuerpo y me retorcí violentamente mientras ola tras ola de placer recorrían mi ser, mi entrepierna ardía y dotaba de latigazos sexuales todo mi cuerpo, balbucee, ahogándome en la sensación tan bestial de goce que me inundaba, mis ojos se volteaban completamente arriba mientras agitaba mis brazos y manos al aire sin control, esos pequeños espasmos en mi sexo para mi estaban siendo devastadoramente maravillosos.
—Kyaaaaaaaaaaaaaahhhhhh…..aaaaaahhh..aaaa…aah..a!
Después de que la intensa sensación fue abandonando mi cuerpo poco a poco durante algunos segundos me quede allí, acostada en la mesa que ya estaba completamente desordenada, cerré los ojos perdiendo la cuenta del tiempo, temblando por el orgasmo tan fuerte y esplendido que acababa de tener.
Meyer se enderezo y su atención fue sobre lo único que quedaba en la mesa para comer, el cloche con los pokelitos, soltándome las piernas despreocupadamente hizo que el peso de las mismas prácticamente me “escurriera” al piso cayendo de rodillas y respirando agitadamente, Meyer destapo el cloche y allí estaban, mis pokelitos ya bastante maltratados por el movimiento que tuvo la mesa previamente, pero eso no le quitaban que aún se vieran decentes, ya que esmeradamente los había preparado como postre para nuestra cena perfecta.
—Grace, ¿tú los hiciste?— Meyer se acerca a mí y se pone en cuchillas con la charola de pokelitos en su mano
—E-eh? S-si, me pase toda la tarde horneándolos y decorándolos para…
—Vaya me impresionas mucho!, se ve que te esmeraste!— me interrumpe mientras me sonríe y mi corazón da un vuelco de alegría al pensar en que le habían gustado mucho.
—Si…¡Si! Los hice con todo mi am…
Apenas había dicho eso y con un movimiento rápido mas no fuerte y como si fuera una película de comedia, Meyer aplasta el contenido de la charola de Pokelitos en mi rostro embarrándolo completamente, aun puedo sentir como la charola se mueve en círculos en mi rostro y todo el merengue de estos queda completamente decorando mi rostro.
«¡¿Que paso?! «¡¿Todo mi esfuerzo que hice?! ¡¿Pase toda la tarde…?! ¡¿Medí perfectamente los ingredientes?! ¡¿Eran perfectos?! ¡¿Y el ni siquiera..?!» Pensé mientras mi corazón se aceleraba a mil por hora, el sentimiento de humillación e impotencia, más la combinación de sabores y olores que entraron en mi boca y nariz, aunados al reciente orgasmo que tuve y el estar de rodillas en el suelo hicieron una combinación monstruosamente efectiva.
Mi cuerpo se encendió de golpe, por la vergüenza, sentí como mi temperatura acrecentó en pocos milisegundos y perdí totalmente el control de mis sentidos concentrándose de golpe en mi sexo que llego como un impactrueno en esa zona.
¡AAAAAAAAAAAAAAGGGGGGHHHHHH….AAaaahhh aaahh. Aah.. aa.. — Como si hubiera sido una geiser esperando por explotar, la combinación de sentimientos y la confusión llevaron a mi cuerpo a un impresionante orgasmo que podría describir como el mejor orgasmo que había tenido en mi vida hasta ese momento, no pude más y caí hacia atrás con los ojos prácticamente en blanco y el cuerpo convulsionándose aún por el placer.
Solo pude escuchar a Meyer reír a carcajadas mientras me volvía a recuperar, pero era demasiado, mi cuerpo y mi corazón solo sentía placer a borbotones por el insano trato, puse una carita de angustia mientras llevaba mis dos manos a la cara tratando de limpiarme un poco, me sentí aún más humillada por la escena, pero eso hacía que sintiera un trastornado placer interno que después de un par de minutos no soporte y por la frustración empecé a llorar.
—Mounstro!— dije sollozando— ¿que me hiciste? ¡¿en qué me haz transformado?!
—Grace, mi querida Grace, realmente haces honor a tu nombre, eres una “cualidad” muy atractiva para cualquier hombre.— Meyer me dijo mientras me levantaba con cuidado del suelo entre sus brazos, sentí algo de vergüenza ya que de los orgasmos que había tenido ya había un charco debajo de mí.
—Eh? Espera, espera! —dije angustiosamente, pero el me levanto sin rechistar— ¡¿Que me vas hacer?!
Poniéndose de pie conmigo en sus brazos miro hacia todos lados, camino a la sala, a la cocina, y de repente se acercó a las escaleras.
—M-mi recamara esta allá arriba…— dije rápidamente levantando el dedo índice sin despegar mis manos del cuerpo.
Meyer subió por las escaleras curvas que conduce a la planta alta de la casa, llevándome en sus brazos, no negare que de repente sentí una angustia al pensar que podía soltarme en el camino para hacerme sentir peor, pero llegamos sin más sorpresas.
—E-es la que sigue, la de allá…— dije y señale rápidamente con el dedo a la derecha sin despegar mi mano del cuerpo, pues la que esta inmediatamente subiendo las escaleras no es la mía.
Meyer camino sin hacerme caso a la primera recamara que está subiendo.
—No, no, esta no es la mia, esta es la de…
Meyer estiro su mano sin soltarme, dando vuelta al picaporte abriendo la puerta entro conmigo, patalee débilmente.
—Meyer, en serio! Esta es la recamara de mi hija! — dije nuevamente, pero era inútil, el seguía avanzando conmigo, tropezando casi con la mesa de centro de pokebola que hay en su cuarto me arrojo a la cama individual y así como si nada, como siempre a sido conmigo empezó a desnudarme encima de la cama de mi hija.
—Me-Meyer… por favor… aaah… detente, esto… aaah, esto es incómodo…— dije tratando de luchar contra la morbosa idea de someter a la única parte dentro de mí que aún conservaba un poco de dignidad, ser madre.
Arrancándome el blazer, la blusa de moño como una verdadera bestia mientras yo manoteaba y trataba de bajarme de la cama de Serena, con los girones de ropa como si fuera un simple objeto empezó a limpiarme la cara descuidadamente, removiendo el merengue y crema de los pokelitos que aún tenía en la cara, trataba de luchar, pero eso desgraciadamente nos ponía más calientes a los dos (o al menos a mi), la falda solo la abrió por la abertura de la pierna que tenía y la partió prácticamente en dos, quedando solo en ropa interior y con la lencería baja empapada.
—Su-suéltame Meyer! Te lo ruego! No quiero hacerlo aquí, Por favor, aquí no!— realmente estaba luchando para no volverme loca en la habitación de Serena, pero era inútil, Meyer arrojo los tajos de ropa al suelo y sujetando mi rostro me miro directamente a los ojos.
—Que pasa Grace, ¿No quieres obedecerme?— me dijo en un tono amenazante, mi maldito corazón sumiso empezó a bombear más rápido.
—¡No!… no yo no… es que… no quise decir eso… es solo que…!—tartamudee indecisa —¡Estoy asustada!
Meyer me soltó y de su bolsa delantera de su overol saco dos cosas, una especie de franela negra que tiro al piso y la segunda era un especie de cordón que no alcance a ver bien, tomándome de los hombros me rodeo con sus brazos en un dulce abrazo que sentía por primera vez de su parte y hábilmente deslizo sus manos en mi cuello, yo sentía que trataba de ajustarme algo a la garganta y asustada pero indecisa de volver a sentir un orgasmo por asfixia como lo había hecho en la mesa solo levante el cuello y apreté los ojos.
No tardó mucho en soltarme y con miedo abrí los ojos, el me miraba sonriendo maliciosamente y pude sentir como algo colgaba de mi cuello.
—¿Que te parece, te traje un regalo, te gusta?
Sorprendida por sus palabras lleve mi mano al cuello y sentí una especie de gargantilla elástica con una medalla… una ilusión se apodero de mi rápidamente, era la primera vez en todo este tiempo que me hacía un regalo, me puse de pie y me acerque al espejo del cuarto con una sonrisa de emoción y lo vi.
Quede impactada con lo que vi.
Era un collar de cuero negro, delgado con una plaquita dorada que tenía mi nombre, y claramente era más que obvio que era para…
Pokemon mascotas…
Angustiada trate de quitarme jalándolo pero era inútil, el material era muy resistente, voltee a ver a Meyer quien sonreía y me tomo de los cabellos, estaba completamente en shock.
—Grace, de hoy en adelante eres mi mascota ¿lo entiendes? Si te quitas ese collar estas renunciando a mí y a todo lo que eres realmente, nunca más experimentaras el placer como lo has hecho conmigo, y nunca más nos volveremos a ver, ¿te imaginas explicándole a tu nueva pareja lo que realmente te gusta? En pocas palabras, desde hoy me perteneces, ¿está claro?
Todas esas palabras taladraron mis sentidos, como una tonta tome el collar y vi la plaquita, con mi nombre bien grabado en ella, en mis dedos pude sentir que detrás tenía algo más, al voltearla era claro lo que decía con letras pequeñas
“Propiedad de Meyer”
Algo se había roto dentro de mí, la última resistencia digna que quedaba en mi ser cedió por completo, mis piernas temblaron y caí de rodillas con una expresión de derrota y deje que mi cuerpo dejara de luchar, me entregue completamente al placer.
—Y bien Grace, ¿Qué es lo que quieres?
Apreté mi manos con impotencia, trague saliva y pausada y débilmente dije:
—Quiero… quiero que metas… tu verga en mi boca.
Meyer desabotono su overol mientras caminaba a una esquina del cuarto revisando las cajas circulares que había en el cuarto de mi hija, revisando tiro las primeras dos al piso y al abrir la tercera la tomo acercándose a mí, yo solo me quede hincada esperando intrigada que es lo que buscaba.
Se puso delante de mí y dejo caer su overol hasta los pies, dejando al aire y enfrente de mi lo que había estado esperando toda la noche, su viril, venoso y enorme pene.
Instintivamente abrí la boca ansiosa por recibir al poderoso invasor, pero Meyer saco lo que había en la caja y me lo puso ajustadamente en mi cabeza, y pude sentirlo y verlo en el reflejo del espejo, el antiguo sombrero de mi hija.
—Oh Grace! Te ves divina, que lastima que no seas rubia, o del mismo color del pelo de Serena— dijo mientras note perfectamente como su enorme “ekans” se ponía aun mas grande y duro— serias una mascota de lujo si fueras rubia.
Ignorando su comentario pues sabía que al menospreciarme me pondría aún más caliente abrí la boca y tomando sus caderas lo engullí completamente, no es que me fuera fácil, como dije estaba más grande y duro que de costumbre, mi garganta se apretaba contra el extraño invasor y con las arcadas provocadas masajeaba su miembro que palpitaba desde mis labios hasta donde mi garganta alcanzo a tragar que era mas de la mitad.
—¡GGGGllllluuuuuuPP… Uuuuuggggg GGGGGGlup! — El cuarto se lleno con mis sonidos obscenos guturales que me provocaba el tratar de tragarme su virilidad completa, deje de usar mi garganta y succione hundiendo mis mejillas para masajear todo el resto del falo en mi boca que golosamente se llenaba de mi amo.
«¡Oh dulce y sagrado Xerneas estoy en la gloria!» pensé mientras lamia, succionaba y tragaba el miembro de Meyer y el en respuesta me tomo de la cabeza sosteniéndome fuertemente del sobrero y los cabellos y a un ritmo constante pero que cada vez aumentaba empezó prácticamente a cabalgar mi cara en un mete-saca delicioso.
Me empecé a retorcer de placer mientras engullía y daba placer a mi amante, escandalosamente dejaba que mi saliva y sus líquidos pre-seminales cayeran por las orillas de mi boca mientras succionaba aún más fuerte, el cuarto de Serena de repente se volvió el cuarto del sexo más escandaloso que podía imaginar.
—Slllrrrpppp, sssssslurrrrrp… sssshup shup… mgg! — era simplemente una maquina succionadora para él, podía sentir como su verga comenzaba a hincharse mas por el placer, ya tenía experiencia en saber cuándo mi amante se iba a venir por lo que lo abrace rodeando con mis brazos sus nalgas y pegándolo hacia mi engullí al máximo sintiendo como su verga llegaba a tope y sus testículos chocaron con mi quijada, haciendo que explotara en un increíble y abundante orgasmo espeso y amargo.
—¡OOooooh Serena, me vengo en tu boquita, trágatelos!!— Meyer rugió como un pokemon prehistórico y su cuerpo se tensó mientras su pene vomitaba chorros de leche en mi boca, al oír el nombre de mi hija volví en mí, solo para volver a caer en la lujuria al sentir como Meyer bombeaba sin piedad todo su semen en mi garganta, trate de tragarlo todo pero era inútil, la cantidad de esperma que había generado era industrial, no sé si por fue por mi gran sexo oral o por el imaginarse que era alguien más.
—Gluup… gluup… glup— trague rápidamente lo más que pude, sintiendo un verdadero placer en poder darle esas sensaciones a mi ahora amo. Quede prensada a el hasta que el ultimo espasmos de sus disparos se fue y de un fuerte empujon me separe de el dando una enorme bocanada de aire, ahogándome entre la espesa combinación de mi saliva y su semen.
—Coof, cof, cof… Uggg! —hincada en el piso tosí los restos de la batalla, solo para sentir como el me tomaba de mi brazo obligándome a levantar, de un tiron me puso de pie, el se agacho a recoger la “franela” que anteriormente había tirado al piso y gentilmente empezó a limpiarme el sudor y demás líquidos de mi cara, percibí el olor de un perfume de esa franela, pero de otro tirón me hizo girar y me tomo por la espalda.
—Ahora Serena, quiero que apoyes tus manitas en la cama mientras levantas bien esas bellas nalgas que tienes, ¿de acuerdo?
Me sentí humillada al sentir que lo que estaba haciendo era porque se imaginaba a mi hija y no a mí, pero ya no estaba en posición de reclamar a esas alturas, (aparte que la humillación ya tenía otro efecto en mi cuerpo) tome el sombrero ajustándomelo y puse ambas palmas en el colchón de Serena.
—A-asi?— dije mientras asumía la posición que me solicitaba, volteando levemente pude ver como su verga tomaba nuevas fuerzas poniéndose nuevamente bien erguida, Meyer camino a el tocador de Serena y abriendo el cajón comenzó a sacar los cosméticos que allí guardaba, hasta que encontró un tubo de crema de baya safre, sirve para tratar ciertas irritaciones y quemaduras, y acercándose a mi nuevamente me dio una sonora nalgada que me hizo estremecer completamente, después de un fuerte tirón mi empapada lencería quedo hecha un jirón en el suelo haciendo un sonido obsceno al caer por lo mojada que ya estaba.
—Aah… ahh…— Gemí tiernamente al sentir como Meyer había vaciado una abundante cantidad de la crema en sus manos y ahora, como si fuera una maquinaria sexual “engrasaba” completamente mi ano, un par de dedos entro fácilmente dentro de mi esfínter, estirando y lubricando con bastante rudeza las paredes internas de mi culo, sentía claramente como cada una de mis arrugas anales era abierta y lubricada para lo que seguía.
Embarrando perfectamente mis nalgas, mi ano y el interior de mi esfínter Meyer me tomo de las caderas y con su erección entre mis nalgas comenzó a mover su pene de arriba hacia abajo complementando la lubricación perfecta, yo estaba embelesada por la deliciosa sensación de sentir toda esa zona bien resbalosa y sobre todo el enorme ariete listo para penetrarme por donde el quisiera, dos sonoras nalgadas más hicieron que mis piernas se doblaran por el placer pero el me sujeto y empujándome hacia adelante, subí las rodillas al borde de la cama y jale la almohada amarilla enfrente de mi para allí apoyar mi cara y tuviera un fácil acceso mi amante.
—Estas lista? —Pregunto mientras ponía la punta de su verga justo en la entrada de mi ano mientras que con cada una de sus manos sujetaba mis caderas por los lados.
—S-si…
—Si ¿que?— Pregunto firmemente.
—Si… mi am…
Sin dejarme terminar la pequeña frase y con un firme y contundente empujón mis intestinos se volvieron en la funda de su espada de carne palpitante, enorme, invasiva…
Pero deliciosa…
Clave las uñas al cobertor naranja de la cama, mientras grite de placer clavando mi cara a la almohada, mi cuerpo inmediatamente reconoció la venosa lanza que anteriormente tantos días la había penetrado hasta el cansancio y el éxtasis, un lluvia de nalgadas hacían rebotar mi trasero de dolor y placer y fue demasiado para mi.
—Me-me-ME VENGO!! —Arqueando mi espalda y haciendo mi cabeza hacia atrás mi cuerpo se exprimió completamente, retorciéndose agónicamente contra mi amante, mi cara era un rictus de placer morboso y vulgar, mi lengua salía de mi boca agitándose libidinosamente mientras que mis ojos se perdían y entre cerraban como si de los ojos de una muñeca descompuesta se trataran, lo peor de todo es que entre mas contracciones tenia mas podía sentir como esa verga gorda palpitaba dentro de mi culo, llenándome de espasmos mortalmente placenteros.
—Por Arceus Serena! Ten un poco de control, casi se te cae el sombrero!— dijo burlonamente Meyer apretando el sombrero en mi cabeza ajustándomelo tan fuerte que casi tapa mis ojos, yo estaba en el cielo, o en el infierno, a esas alturas, ya no sabía la diferencia.
Seguía gimiendo y eso que el ni siquiera se había movido mas que para empalarme de una estocada, sentí de repente como con uno de sus dedos lo metía a mi boca jalándome la mejilla por dentro como si de un anzuelo se tratara, haciendo que volteara mi cara, solo pude ver con mis ojos perdidos en todos lados como tomaba la “franela” negra y haciendo una bola de ella la introdujo en mi boca.
—Eres tan escandalosa, me gusta, pero no quiero que despiertes a los vecinos y piensen que te estoy asesinando— dijo mientras lentamente salía de mi para que a medio camino me volviera a embestir con una fuerza tan firme que me hizo clavar mi cara en la almohada nuevamente.
—Gaaaaasseeusss… ogggggg… mmggigeeee… mmmmggggg!!— Con la boca llena de esa “franela” trataba de componer frases, pero me era difícil respirar y mucho mas tratar de pensar correctamente, y mas porque en ese momento Meyer empezó a moverse mas agresivamente, volviéndose un pistón que entraba y salía fuertemente de mi pobre culo.
El cuarto era una sinfonía de sonidos lascivos, no me imagino a que olería en esos momentos pero el calor dentro de este se había vuelto insoportable por los morbosos ejercicios que hacíamos.
“Slap… slap… slap.. slap… slap… slap…”
Mis nalgas rebotaban con fuerza en la pelvis de Meyer, recordando la cabalgata que había tenido en la mañana en mi Rhyhorn, me entregue libremente al placer, con la cara clavada en la almohada abrí los brazos, sintiendo libremente esa barra de carne que me taladraba rápidamente y que me había vuelto adicta, me era difícil respirar con lo que tenia metido en la boca, además de que el olor que invadía mi boca era muy perfumado, como si se tratara de un perfume distinto al mío.
Empujando con mi lengua el extraño trapo y abriendo mi boca al máximo lo escupí y a pesar de estar empapado en mi saliva empezó a desenrollarse lentamente frente a mi y pude verlo… no era una “franela” eran unas licras negras que usan generalmente las chicas para patinar.
—M-meyer… aaah… que… aaaah… de quien… oooh! —Trate de formular una pregunta con apuros, pero estaba fascinada con la forma en que me culeaba agresivamente y más al sentir como el sudor de Meyer empezaba a caer en mi espalda y en mis nalgas.
—Uff! Grace, quieres saber de quién es eso? Uff! — Dijo jadeando— Bien, como dije… oooh! Me encantan las rubias, y no se si sepas que la chica del gimnasio de ciudad Yantra es… oooh una linda rubia que…
—Te… ooohhhh! La… mmmg… cogiste?!— pregunte agotada, pero solo entregada al placer, ya no sentía otra cosa mas que ser la mejor hembra para mi semental, con habilidad empecé a usar mis músculos anales para atrapar y masajear mas fuerte a mi macho, así que yo misma empecé a balancear mi cuerpo de atrás hacia adelante, rebotando con tal fuerza que la cama empezó a rechinar fuertemente.
—Grace… me estas apretando riquísimo, y te estas moviendo aaah… solita! —Meyer empezó a moverse aún más rápido y bestialmente, gimió primitivamente que pensé que le daría un infarto… yo me sentía nuevamente cerca de límite del placer, así que puse cada una de las palmas de mis manos en mis nalgas, abriéndomelas de par en par para que el depositara toda su semilla dentro de mí.
Apreté mis ojos y mis dientes para soportar no venirme antes que él, tenía que retenerlo para mí, tenía que ser mejor que cualquiera que él quisiera montar, tenía la desventaja de no ser rubia, ni joven, pero sabía lo que a mi macho le gustaba, una lluvia de nalgadas llovió sobre mi adolorido trasero que rebotaba al límite.
—Por… por favor… aaaah… eyacula… eyacula... dentro… aaahh.. de mi ano…. COMO SI FUERA EL DE SERENA!!! —dije mientras un impactrueno de placer me atravesaba completamente, al oír esto Meyer me embistió en una profunda estocada final y pude sentir como su miembro se hinchaba y contraía estirando mi esfínter deliciosamente mientras podía sentir en todo mi intestino como su semen era inyectado fuertemente.
—SERENA! OH! SERENA! TOMALO TODO! — Meyer gruño ruidosamente mientras depositaba todo lo que tenia en sus testículos dentro de mi recto, bombeo una cantidad tal que pareciera que no había eyaculado en semanas ambos estábamos temblando, llegando al límite baje trabajosamente mi piernas de la cama tumbándome boca abajo aun con mi amante tumbado encima de mí en mi espalda y aun penetrándome.
Al sentir la cama de mi hija empapada en nuestro sudor, lubricantes, orgasmos, saliva y demás líquidos sintiendo como habíamos debilitado la cama por los rechinidos que ahora daba, totalmente destendida y el cuarto regado me quite el sombrero y lo arroje me sentía completamente humillada…
Y muy feliz…
Meyer se incorporó despegándose de mi, di un pequeño saltito coqueto al sentir como su pene ahora flácido salía de mí, y el se recostó a mi lado, yo estaba totalmente inmóvil aun convulsionándome por la tremenda montada que había recibido…
—De… de verdad te gustan… tanto las rubias…?— Balbucee
—Ufff, son mis favoritas— dijo jadeando mientras acomodaba sus manos en su nuca acomodándose— Recuerdas a mi esposa, no? La madre de Clemont y Bonnie?, ¿porque crees que ellos son rubios? Tenía una linda cabellera rubia que…
—Te gusta mi hija, ¿no es así? —interrumpí firmemente
Meyer me dio una sonrisa de complicidad.
—Es mucho más linda que su madre— dijo tajante e hirientemente.
—Pues bien, quédate conmigo por favor, ella vendrá mañana…— dije suspirando, el sol comenzaba a salir y el cuarto empezó a iluminarse mientras yo me entregaba completamente al monstruo adicto a la lujuria en el que me había transformado.
Al fin y al cabo, me lo merezco, ¿no?
…
—Tengo hambre…
Continuara…