12 Jun 2020
09:31 PM
Palabras -
09:31 PM
Palabras -
Me quiere o no me quiere, me quiere o no me quiere…
Lira quitaba los pétalos de una margarita con delicadeza, repitiendo aquellas palabras una detrás de otra. Estaba completamente centrada en la flor, como si una parte importante de su vida dependiera de ello. Su Feraligatr le miraba divertido, pues tenía que ser la enésima vez que su entrenadora repitiera esa acción aquel día.
Ambos se encontraban en los aposentos de la campeona, dentro del edificio de la Liga, disfrutando de su pequeño descanso antes de una reunión con el alto mando. Lira había decidido juntar varias flores el día anterior para hacer coronas de estas a sus pokémon, de hecho Feraligatr ya estaba llevando la suya con alegría y orgullo, pero algo le impedía continuar a la morena con su empresa. Una mueca de tristeza apareció en su rostro al ver que solo le quedaban cuatro pétalos a la margarita, y ya sabía cómo iba a acabar eso.
—Me quiere o no me quiere, me quiere o…—El resultado era más que evidente, y no pudo evitar soltar un suspiro al arrancar el último pétalo— No me quiere. Al igual que todas las veces anteriores.
Se tumbó en la cama y cerró los ojos, fastidiada por no haber obtenido un me quiere en sus múltiples intentos. Su Feraligatr sintió su frustración y se acercó a ella para intentar animarla.
—Es una tontería pero ¿por qué siempre me sale que no? —Se cubrió los ojos con su gran sombrero y extendió su brazo para poder acariciarle. Ya sabía que eso no condicionaba su vida amorosa, ni lo que cierto pelirrojo sintiera hacia ella, pero no podía evitar frustrarse al no obtener un resultado positivo. El juego ya estaba empezando a indignarle— ¿Sabes qué? Se acabó, esto no tiene ningún sentido. Como si una flor fuera a decidir mi destino, este juego es estúpido.
Se sentó de nuevo y juntó las flores restantes en un ramo para guardarlas en su bolso, ya seguiría haciendo coronas en otro momento. Feraligatr rio ante aquellas palabras y apoyó su cabeza en su regazo, lo que hizo que la joven esbozara una pequeña sonrisa. Le acarició el hocico y él cerró los ojos al sentir el contacto, por lo menos siempre podía contar con sus pokémon para que le levantaran el ánimo.
—Lira.
Una voz proveniente de la puerta hizo que dirigiera su mirada a esta. Apoyado en el marco se encontraba Lance, cuya expresión se volvió divertida al ver que el gran reptil llevaba con orgullo la corona de flores que acababa de hacerle su entrenadora.
—La reunión va a empezar en cinco minutos, deberías ir preparándote.
—Vale, me arreglo un poco y voy.
Él se dio la vuelta para volver al pasillo, pero se detuvo antes de dar un solo paso. Algo tuvo que llamarle la atención, pues se agachó y agarró del suelo algo que Lira no pudo ver.
—Curioso…
Volvió a darse la vuelta y la joven vio que se trataba de un pétalo. Era igual que el de las flores de la corona de Feraligatr, y que los que había dispersos por la cama, así que al pelirrojo no le costó mucho hacer la conexión. Se acercó a ella con una sonrisa y se lo entregó con cuidado.
—Creo que esto te pertenece.
Lira le miró, y luego desvió su vista a su mano durante unos segundos. Se quedó pensativa, pero al final reaccionó y lo tomó de sus dedos.
—S-sí, gracias —dijo con un leve sonrojo. El pelirrojo volvió a sonreírle y al fin abandonó la habitación, cerrando con cuidado la puerta al salir. Lira miró de nuevo el pétalo que le había dado y sintió que la comisura de sus labios empezó a levantarse.
Me quiere.
Una sonrisa tonta se plasmó en su rostro al hacer la conexión. Se llevó el pétalo a su pecho y lo abrazó con alegría, hasta que recordó que no estaba sola en la habitación. Su Feraligatr le miraba con una ceja alzada y una sonrisa traviesa, ante lo que ella volvió a ruborizarse.
—S-sigo pensando que es un juego estúpido que no define la realidad —Pero qué bien sienta que te dé algo de esperanza.
Dejó el pétalo junto al montón que había formado y se puso las zapatillas, pues no quería llegar tarde a la reunión con el alto mando. Su Feraligatr saltó de la cama y siguió a su entrenadora por los pasillos de la Liga, la cual iba dando pequeños saltos de alegría.
Quién le iba a decir que el pétalo que le faltaba se lo daría justamente la persona de la que estaba enamorada.
Lira quitaba los pétalos de una margarita con delicadeza, repitiendo aquellas palabras una detrás de otra. Estaba completamente centrada en la flor, como si una parte importante de su vida dependiera de ello. Su Feraligatr le miraba divertido, pues tenía que ser la enésima vez que su entrenadora repitiera esa acción aquel día.
Ambos se encontraban en los aposentos de la campeona, dentro del edificio de la Liga, disfrutando de su pequeño descanso antes de una reunión con el alto mando. Lira había decidido juntar varias flores el día anterior para hacer coronas de estas a sus pokémon, de hecho Feraligatr ya estaba llevando la suya con alegría y orgullo, pero algo le impedía continuar a la morena con su empresa. Una mueca de tristeza apareció en su rostro al ver que solo le quedaban cuatro pétalos a la margarita, y ya sabía cómo iba a acabar eso.
—Me quiere o no me quiere, me quiere o…—El resultado era más que evidente, y no pudo evitar soltar un suspiro al arrancar el último pétalo— No me quiere. Al igual que todas las veces anteriores.
Se tumbó en la cama y cerró los ojos, fastidiada por no haber obtenido un me quiere en sus múltiples intentos. Su Feraligatr sintió su frustración y se acercó a ella para intentar animarla.
—Es una tontería pero ¿por qué siempre me sale que no? —Se cubrió los ojos con su gran sombrero y extendió su brazo para poder acariciarle. Ya sabía que eso no condicionaba su vida amorosa, ni lo que cierto pelirrojo sintiera hacia ella, pero no podía evitar frustrarse al no obtener un resultado positivo. El juego ya estaba empezando a indignarle— ¿Sabes qué? Se acabó, esto no tiene ningún sentido. Como si una flor fuera a decidir mi destino, este juego es estúpido.
Se sentó de nuevo y juntó las flores restantes en un ramo para guardarlas en su bolso, ya seguiría haciendo coronas en otro momento. Feraligatr rio ante aquellas palabras y apoyó su cabeza en su regazo, lo que hizo que la joven esbozara una pequeña sonrisa. Le acarició el hocico y él cerró los ojos al sentir el contacto, por lo menos siempre podía contar con sus pokémon para que le levantaran el ánimo.
—Lira.
Una voz proveniente de la puerta hizo que dirigiera su mirada a esta. Apoyado en el marco se encontraba Lance, cuya expresión se volvió divertida al ver que el gran reptil llevaba con orgullo la corona de flores que acababa de hacerle su entrenadora.
—La reunión va a empezar en cinco minutos, deberías ir preparándote.
—Vale, me arreglo un poco y voy.
Él se dio la vuelta para volver al pasillo, pero se detuvo antes de dar un solo paso. Algo tuvo que llamarle la atención, pues se agachó y agarró del suelo algo que Lira no pudo ver.
—Curioso…
Volvió a darse la vuelta y la joven vio que se trataba de un pétalo. Era igual que el de las flores de la corona de Feraligatr, y que los que había dispersos por la cama, así que al pelirrojo no le costó mucho hacer la conexión. Se acercó a ella con una sonrisa y se lo entregó con cuidado.
—Creo que esto te pertenece.
Lira le miró, y luego desvió su vista a su mano durante unos segundos. Se quedó pensativa, pero al final reaccionó y lo tomó de sus dedos.
—S-sí, gracias —dijo con un leve sonrojo. El pelirrojo volvió a sonreírle y al fin abandonó la habitación, cerrando con cuidado la puerta al salir. Lira miró de nuevo el pétalo que le había dado y sintió que la comisura de sus labios empezó a levantarse.
Me quiere.
Una sonrisa tonta se plasmó en su rostro al hacer la conexión. Se llevó el pétalo a su pecho y lo abrazó con alegría, hasta que recordó que no estaba sola en la habitación. Su Feraligatr le miraba con una ceja alzada y una sonrisa traviesa, ante lo que ella volvió a ruborizarse.
—S-sigo pensando que es un juego estúpido que no define la realidad —Pero qué bien sienta que te dé algo de esperanza.
Dejó el pétalo junto al montón que había formado y se puso las zapatillas, pues no quería llegar tarde a la reunión con el alto mando. Su Feraligatr saltó de la cama y siguió a su entrenadora por los pasillos de la Liga, la cual iba dando pequeños saltos de alegría.
Quién le iba a decir que el pétalo que le faltaba se lo daría justamente la persona de la que estaba enamorada.