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Cierto día, el tirano descubrió a su hijo, el príncipe heredero, cuidando de un Salamence contra la prohibición. Furioso, los mandó a decapitar tanto a él como al Pokémon, y ordenó que todos los demás dragones de la región fueran igualmente aniquilados a cambio de generosas recompensas. El príncipe logró escapar con su Pokémon, pero la histeria se apoderó de Galar.
Todos los días, decenas de cadáveres de dragones llegaban ante el rey. La sangre derramada teñía los ríos de rojo y hasta el mismo Arceus se apiadó y camufló a muchos de ellos en forma de frutas del bosque para que pudieran salvarse de la muerte. Los Salamence se extinguieron en Galar… salvo uno: el del príncipe heredero.
El rey había mandado a buscar a su hijo, pero fue él quien volvió a Wyndon montado en su Salamence. Con la protección de Arceus, destruyó el castillo, mató a su padre y se proclamó nuevo rey. Pero cuando quiso revivir a los Pokémon caídos, Arceus se lo impidió. Y, encolerizado, mató a su Salamence, el último de cuantos habían vivido en Galar.
Tardaría poco en arrepentirse y pedir clemencia a Arceus, pero ya era en vano. Arceus hizo volver a su Pokémon de entre los muertos, pero era completamente distinto en su forma. El Salamence, que ya no era un Salamence, mató al que había sido su compañero y se marchó. A él y a su especie se les conoció desde entonces como “Dragapult”.
Hic sunt dracones
![[Imagen: coURMrK.gif]](https://i.imgur.com/coURMrK.gif)