Holi mis niñes, estuve pensando muy bien con qué fic comenzar en este foro (no es que tenga muchos, sólo 2 por ahora), y me decidí por este, espero les guste, puedan disfrutarlo. Esperaré con ansias sus opiniones, críticas, sugerencias, etc.
Breve reseña: ¿Cómo enfrentarías la noticia de un virus que transforma en zombis a humanos y pokémon? ¿Qué harías para sobrevivir a un apocalipsis zombi? ¿Cómo te divertirías en un apocalipsis zombi? ¿Crees que los zombis son la peor amenaza?
Capítulo 1 Más allá de los edificios de la colorida ciudad, el sol se ocultaba sin apuro, las sombras poco a poco cubrían de acechadora oscuridad cada rincón de la urbe, invitando a todos a descansar luego de una intensa jornada. Las personas transitaban en dirección a sus casas y los pokémon se ocultaban para dormir en sus escondites.
La Universidad de Kanto ya había despachado a sus alumnos a sus hogares, excepto aquellos que hospedaban en ella, el centro de educación proporcionaba cuartos para aquellos que vivían muy lejos y no podían costear algún arriendo en la ciudad.
Por alguna razón, aquel día se sintió diferente del resto, una extraña sensación rondaba por los antiguos pasillos de piso de madera encerada, no era el frío de la tarde previa al oscurecimiento total, ni la quietud que lo precede. Era como esos momentos en que sabes que algo extraño sucederá, de esas cosas que irrumpen en la cotidianeidad de manera inesperada. Y no era menos, la afamada empresa BioGen había anunciado con bombos y platillos una cura para una problemática enfermedad que afectaba a los pokémon, y se disponían a presentarla al público esa misma noche, como si intentasen emular algún morboso programa estelar de antaño dispuesto a todo por ganar audiencia.
Muchos estudiantes ya estaban en sus cuartos, algunos habían acordado juntarse para ver tal evento, sería transmitido en vivo para todo el país, otros ya se hallaban protestando en las afueras del laboratorio, quedaba a sólo unas calles de la universidad. Mientras que un alumno en particular prefería la soledad de su habitación.
Aquel muchacho de cabellos rubios, estaba sentado en su cama, con las piernas estiradas sobre ella. Observaba gélidamente la televisión desde la oscuridad de su recámara, no entraba mucha luz por su ventana. La transmisión en vivo mostraba al periodista en la entrada del laboratorio, cerca de los protestantes, a pesar de que BioGen había escogido esa hora para evitar una turba, mucha gente se había reunido en el lugar, con pancartas y cantos ensayados.
Alguien tocó la puerta con algo de insistencia, el chico se movió con pereza, caminó descalzo por el alfombrado piso y se dejó ver por la persona del otro lado del umbral. Una chica de larga cabellera teñida de un falso rojo estaba parada con sus manos en las caderas, mostrando su impaciencia y disconformidad. Los marrones ojos del joven miraron directamente a los pardos de la muchacha, aunque ésta era más baja.
—¿Sí? —preguntó arqueando una ceja, como si no supiese quién era.
—No te hagas el tonto, Victor —protestó la chica—. Mañana hay una asamblea estudiantil y es importante que todos vayan.
—Anna, siempre atribuyéndote responsabilidades que no te competen —indicó apoyándose en la pared, cruzándose de brazos. Continuó mirándola a los ojos, ignorando completamente su ligera forma de vestir—. ¿A quién quieres impresionar con eso? ¿A Alex?
—¡Sólo intento ayudar! —se defendió— Y mi relación con Alex no es de tu incumbencia —le reclamó con molestia.
—Puedo oler tu sed de poder —le confesó con mucha calma—. Dispuesta a hacer lo que sea por conseguir lo que anhelas. Como aprobar las materias —comentó detenidamente, expectante a la reacción de Anna—. Es sabido por varios cómo has pasado algunos ramos. Dime, ¿a cuántos profesores o profesoras les has hecho favores especiales?
La chica no supo qué decir ante tal revelación, sintió como el calor se apoderaba de su cuerpo, estaba segura de haber enrojecido, ya no había forma de negarlo ante Victor, su reacción la había delatado, su respiración estaba agitada. El chico se limitó a sonreír triunfante ante la muchacha, regocijándose sutilmente en su propia cara. Luego cerró la puerta sin intercambiar más palabras.
—Patética —dijo para sí mismo.
Victor tomó un paquete de galletas y se sentó a los pies de su cama, ya estaban por comenzar con el experimento en vivo. Muchas quejas por parte de la comunidad había traído aquel anuncio, las implicancias morales y éticas eran pasadas a llevar por los intereses monetarios de algunos, era lo que alegaban sus detractores. No obstante, de alguna forma se las arregló BioGen para realizar su cometido.
Ahora la imagen mostraba a algunos pokémon poseedores de la enfermedad, en diferentes grados de avance, con científicos a sus espaldas, acompañados por jeringas con sus agujas preparadas para la demostración. Un poco más adelante se hallaba el periodista de la ambiciosa cadena de televisión junto al hombre encargado de toda la parafernalia mediática, era un sujeto calvo con la mirada llena de satisfacción, la felicidad por todo el dinero que iba a ganar se le notaba al hablar.
La prueba comenzó. De resultar todo bien, más allá del dinero que esto desembolsaría, sería un gran avance para la medicina pokémon, de lo contrario, una enorme demanda colectiva los esperaba a la vuelta de la esquina. Las agujas atravesaron las pieles de los pokémon, un pidgey, un eevee, un rattata y un spearow eran los sujetos de prueba. Los pokémon recibieron muy bien la dosis de la vacuna.
El sujeto a cargo celebraba apresuradamente ante el periodista, ya podía ver todo el dinero que ganaría a costa de una enfermedad, traspasando todos los límites de la moralidad, muchos entrenadores sin dinero verían a sus pokémon perecer, aun teniendo la cura. Sin embargo, una de las criaturas comenzó a actuar extraño, gritaba con desesperación y se retorcía cual película de terror, su sufrimiento era evidente. Los otros pokémon comenzaron a actuar de igual manera, pero la cadena de televisión no paró de transmitir, la audiencia era alta.
Inesperadamente, los cuatro sujetos de prueba se lanzaron contra los científicos, picoteándolos o mordiéndoles la piel, en pocos segundos, los investigadores que habían estado de pulcro blanco, lucían manchas de sangre por todo el cuerpo, con la piel desgarrada en varias zonas. No obstante, esto no era impedimento para que caminasen y atacasen al periodista, el camarógrafo y el representante de BioGen. El pidgey y el spearow, que de vivos parecía quedarles muy poco, con sus ojos llenos de sangre, atravesaron la ventana, directo a la gente protestando en las afueras. Causando el terror en los televidentes. La cura se había convertido en un virus, uno que no demoraba en esparcirse.
Sin percatarse, Victor estaba de pie frente al televisor, su impresión había sido tan grande que su reacción fue involuntaria. El chico sintió cómo su respiración se agitaba de golpe, su sudor era helado, pero no era de miedo. La posibilidad estaba ante sus ojos, si la situación se agravaba, sería capaz de conseguir su mayor anhelo, una completa libertad de acción sin consecuencia alguna.
Ya todos sabían la mala nueva, Azulona estaba siendo azotada por una ola de algo similar a zombis, sólo que estos se limitaban a morder y no comer como en las películas, además, parecían no sufrir ningún tipo de dolor, eran plenamente capaces de moverse llenos de heridas.
A la hora después, todos se hallaban en el auditorio, un lugar de paredes blancas, con parlantes en ellas, al fondo estaba el escenario, con grandes cortinas rojas, como si de un teatro se tratase. El caos era general, todos conversaban sobre lo sucedido, intentando comunicarse con sus familias, otros llorando. Las autoridades habían sugerido a la población permanecer en sus hogares. Se podía oír a las sirenas en las calles. Los noticieros sólo mostraban hordas de infectados por las calles de Azulona, la infección no tardaría en propagarse a otras ciudades aledañas.
—¡Por favor, cálmense! —gritó el presidente de la federación de estudiantes, estaba parado en el escenario, intentando mantener el control— ¡Necesito que se calmen! —Alex era un sujeto alto, de piel morena y cabello corto. Siempre había destacado por ser un buen líder, defendiendo los intereses del alumnado, incluso en tiempos complejos para la universidad— ¡Debemos organizarnos hasta que la situación se calme! —su mirada expresaba preocupación mezclada con ansiedad. Anna estaba cerca del chico.
—¡¿Qué la situación se calme?! —gritó alguien desde el público sin mucha esperanza— ¡¿No ves que vamos a morir?!
Todos se callaron de súbito, era algo que se les había pasado por la cabeza en algún momento, pero nadie se había atrevido a decirlo. El silencio fue sepulcral, y no demoró en tornarse incómodo. Como líder, Alex debía hacer algo al respecto, o el ambiente sería más caótico de lo que ya era. Mientras tanto, Victor disfrutaba silenciosamente de la histeria colectiva desde el fondo del salón.
—Aún seguimos vivos —dijo con seguridad— y nos mantendremos así lo más que podamos. Tenemos reservas de comida que nos ayudará a sobrevivir, aún hay agua y electricidad en la universidad, y si se corta la luz, tenemos un generador —exhaló aire, todos parecieron calmarse, al menos un poco—. Pero primero será necesaria la seguridad. ¡Que ninguna de esas cosas entre! Vayan a asegurar todas las puertas y ventanas.
Los estudiantes se dispersaron por la universidad, vaciando el auditorio en pocos segundos, algunos a regañadientes abandonaron el lugar, sólo reclamando con sus pares y sin dar mejores ideas por seguir.
Un repentino grito irrumpió el aire de resignación que Alex había logrado con su improvisado discurso. Los que lo oyeron corrieron inmediatamente a su origen, suponiendo lo peor mientras se aproximaban al lugar. Pensando que la infección ya había entrado al recinto, pudieron observar a una chica rubia y con anteojos, temblando en el suelo, mirando hacia dentro de una habitación.
—¡Mary! —se le acercó Anna a consolarla— ¿Qué sucede? —la chica, entre sollozos, apuntó hacia adentro del cuarto.
Alex, y otros chicos que llegaron junto a él, se asomaron por el umbral. Era la sala de seguridad, donde estaban todas las imágenes captadas por las cámaras repartidas por todo el recinto. Todo el equipo estaba destruido, los televisores, las grabadoras, absolutamente inservibles. Sin embargo, eso no era lo que había provocado el susto de Mary.
Un cuerpo humano se hallaba tirado en el suelo, con mordidas extrañamente cauterizadas que impidieron la salida de sangre. No obstante, lo más dantesco de la escena fue notar la ausencia de la mitad superior del cadáver, sólo sus piernas se encontraban en el lugar.
Uno de los estudiantes que llegó a la escena, apuntó hacia el ducto de ventilación, la rejilla estaba colgando de un tornillo, con leves rastros de sangre que indicaban que algo se había llevado el resto del cuerpo por ese sitio, arrastrándolo para profanarlo quién sabe de qué manera.
—Alex —llamó Anna— ¿Qué hay? —desde su perspectiva en el suelo, aun consolando a Mary, no podía ver nada.
—El guardia está muerto —dijo volteándose, sus ojos expresaban un disimulado pánico y horror, la pelirroja lo pudo notar—. Revisen todas las salidas del ducto de ventilación que den en el interior de la universidad —ordenó el presidente estudiantil, los demás fueron enseguida, gran parte de la comunidad lo respetaba, por lo que podía darse el lujo de atribuirse ciertas responsabilidades como líder—. Si hay un pokémon infectado en el ducto…—no terminó la frase, no sabía muy bien qué decir en semejante situación.
Anna se llevó a Mary del lugar, mientras que otro muchacho llegó al sitió, no era muy alto, su cabello era oscuro y sus ojos azules. No había escuchado el grito de la rubia, pero se había encontrado con algunos estudiantes de los que Alex había pedido ir a inspeccionar los ductos.
—¿Dónde está el cadáver? —preguntó directamente. Alex apuntó hacia el interior sin pensarlo dos veces, tenía confianza en aquel chico, lo conocía desde hace tiempo, estudiaba psicología, tal vez podría decir algo al respecto, aunque en ese momento lo dudaba.
—¿Qué dices, Michael? —lo observó impaciente, luego de que el muchacho observase el lugar.
—Que deberías llamar a un estudiante de medicina humana para que vea esto —le respondió, su voz no era muy masculina a la hora de expresarse, pero eso no le quitaba seriedad al asunto—. Sin embargo, creo que es un asesinato.
Ya eran altas horas de la noche y todos estaban en sus cuartos, intentando conciliar el sueño luego de aquel brutal incidente. Victor estaba sentado a los pies de su cama, observando fijamente el cuadro de luz de luna que se proyectaba sobre el alfombrado.
Un oscuro gas abrió la rejilla de la ventilación desde adentro, era púrpura y traía en su interior una pokéball que depositó en las manos del rubio. De la cápsula salió un can de pelaje tan oscuro como la noche misma, dueño de una apariencia infernal, con cuernos en vez de orejas y una cola terminada en punta de flecha, su aliento era a muerte. Mientras que el gas viviente dejó ver una esfera negra dominada por un horrendo rostro que no paraba de sonreír.
—Bien hecho —dijo Victor sin mirarlos, una sonrisa maliciosa se formó en su rostro. Su anhelo de libertad comenzaba a cumplirse.
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