18 Jul 2019
06:40 PM
Palabras -
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DESPUÉS DE LAS LIGAS
Era un Pikachu gordo, bueno no, pero era grande, bastante grande. Estaba listo de sobra para evolucionar a Raichu y poder manejar sin ningún problemas el aumento de poder que eso conllevaba, de hecho llevaba años estando listo pero evolucionar no era un problema para el. Su mayor problema ahora mismo era descansar entre esas cuatro paredes, su nuevo hogar, tranquilo y sereno, refugiado del frío que ahora mismo hacía en el exterior...O eso pensaba él y es que entre los platos y sillas se escondía una fuerza incontenible de la naturaleza, dispuesta verter toda su energía y vivacidad contra el.
-¡Pikachooote!-gritó una voz femenina.
Fue rápido, el sonido de los pasos se aceleró como un corazón al borde del infarto, el ruido de los juguetes y pequeños utensilios saliendo disparados al paso huracanado de la infante.
-Pika-expresó el roedor con voz ronca para luego rodar hacia un lado.
Al perder el objetivo para su “ataque” la niña se resbaló con su ropa, iniciando una caída y rápido, además de peligroso acercamiento, contra uno de los muebles del lugar.
-¡Ooooul!
La niña pudo ver cómo su cuerpo era cubierto de una ligera aura azul que la frenó y, acto seguido, la colocó con suavidad en uno de los sillones de la estancia
-¡Toooou!-volvió a ulular con tono malhumorado el Noctowl de brillantes colores para luego volver a dormitar.
La niña agradeció efusivamente al Noctowl, luego se dispuso a dibujar tirada en el suelo bajo la mirada del Pikachu y del ave de Johto. No tardó mucho en oír cómo tocaban en la puerta de la caravana
-¡Papi!
La puerta se abrió y entró un adulto, no demasiado alto ni tampoco demasiado mayor, con una frondosa barba negra y cabello del mismo color, cargaba en su hombro un pequeño aunque brillante trofeo y le acompañaba un gran simio, de nuevo no demasiado alto, con una destacada melena de fuego.
-¡Papi!-repitió de nuevo la chica visiblemente feliz
-¡Natasha!-expresó contento el progenitor alzandola orgulloso-¡Papá ha ganado otra vez!
-¡Bien!-expresó jubilosa-¡Infernape, puñitos!-exclamó motivada de inmediato, chocando los puños con el flameante primate, que obviamente simplemente dejo el puño en estático.
La niña era la viva imagen de su padre: cabello negro zaino como él y ojos castaños como el y su abuela paterna. Se sentó obedientemente en la mesa a comprar la comida que su progenitor le había traído. Mientras este guardó el pequeño trofeo. Era el trofeo “Nuestra Señora de las Nieves” Un pequeño torneo celebrado en Ciudad Puntaneva, el premio, trofeo aparte, no era demasiado cuantioso, pero era menos que nada.
A veces se preguntaba si esta vida era la correcta, realmente no era por dinero ya que sus actuaciones más que dignas, por no decir muy buenas, en la Liga Pokémon y otras importantes competiciones le habían generado unos buenos ahorros y estos a su vez unas rentas que le permitirían vivir a su hija y a él mismo, seguro que sin muchos lujos pero también con pocas preocupaciones.
Ya había rechazado varias ofertas de ser comentarista en diversos torneos. Podría establecerse en un lugar fijo, Natasha podría ir al colegio...sabía leer y escribir pero poco más… y verdaderamente él no estaba en una situación mucho mejor, aunque tampoco había necesitado mucho más y de, todos modos, el viajar continuamente: era la única vida que él conocía, No recordaba casi nada de su vida antes de aquel día en el que se quedó dormido ¿Tenía más familiares aparte de su madre?¿Algún “amigo” aparte de Gary?¿Algún sueño antes del de ser Maestro Pokemon?¿Se hubiera imaginado acabar vagando por el mundo en una caravana tirada por Tauros con una niña pequeña?
Pero añoraría esta vida, añoraría el sentirse sin ataduras, Natasha no lo era, echaría de menos visitar a sus muchos amigos y sentirse orgulloso de su pequeña, notar que su ojos se llenaban de lágrimas felices al ver como sus amigos trataban a su niña como una sobrina o hija más. Volver a ver los sitios de su juventud bajo otro punto de vista o incluso descubrir otros nuevos.
-Natasha ¿Donde te gustaria que fueramos ahora?
-Mmmh-pensó la niña llevándose, de forma adorable, el dedo a la boca-No hemos ido a Alola desde la boda del tito Brock.
Muy bien, cuando la temperatura aumentara un poco sacaría a los Tauros y remolcaría la caravana hasta un barco rumbo a Alola, le enseñaría el rancho de Kiawe, el restaurante de Lulú, la escuela Pokémon…
-¿Que se dice entonces Natasha?
-¡Rumbo a Alola!
-Piii-bostezó el roedor