11 Jun 2020
06:08 AM
Palabras -
06:08 AM
Palabras -
Antes de leer: Este relato usa los nombres de la traducción española, Kokuran para Darach y Catleya para Caitlin.
***
Catleya fue envuelta en un abrazo, el mayordomo no pudo evitar echarse a llorar al tener a la dama entre sus brazos, ella al final dejó de reprimirse y lloró correspondiendo el abrazo en el que Kokuran le estaba envolviendo, las despedidas son duras, sobretodo cuando te tienes que despedir de alguien con quien has formado un vínculo muy especial.
La rubia se despertó de su largo sueño con lágrimas en los ojos, había soñado con la despedida que ese día exacto debía de afrontar, tenía que ir a formar parte del Alto Mando de Teselia, y eso significaba darle un adiós a Kokuran. Miró a la mesita de noche y tomó varios pañuelos de papel con tal de secarse las lágrimas que poblaban su rostro recién despertado.
Bajó hasta la cocina, donde se encontraba su mayordomo sirviendo un té en la taza favorita de la dama que venía acompañado por un par de pastas, en general, el desayuno típico de la señorita.
—Buenos días señorita Catleya—saludó cordialmente—. En unos momentos iré a prepararle el equipaje.
—Te lo agradezco mucho, Kokuran.
Agradeció tratando de evitar el contacto visual con él, sabía que si en cualquier momento se atrevía a mirarle a los ojos estallaría a llorar por el miedo que le daba separarse de él.
El mayordomo se marchó rápidamente para hacer el equipaje de la dama, le dolía que Catleya se fuera, muchísimo, el vínculo que se había formado entre ellos era tan grande que le dolía mucho separarse de una persona tan dulce y angelical.
Catleya desayunó despacio. Durante todo el rato pensaba en la despedida, era inminente, poco después de desayunar llegaría el momento, porque su vuelo a Teselia estaba cerca, y tenía que llegar a tiempo, comía con sosiego porque su mente estaba centrada en Kokuran. Se levantó de sopetón.
No pensó en nada más, dejó el desayuno a medias y corrió desesperada para buscar a su mayordomo, necesitaba verle, necesitaba abrazarle, necesitaba no soltarle nunca. Corrió por la gran mansión sintiendo dolor en sus pies descalzos al estar forzándose a correr tan pronto, pero valía la pena.
Llegó al vestíbulo y allí se hallaba él, se miraron fijamente unos segundos y Catleya corrió hasta estar frente de él.
—Ha llegado el momento del adiós...supongo—musitó la rubia en un susurro apenado.
El mayordomo simplemente asintió.
—Permíteme darte una última orden.
—Adelante, señorita—. Dijo asintiendo.
Catleya alzó la mirada para conectarla con la de Kokuran, sus ojos estaban vidriosos y se notaba la incredulidad que sentía la chica por la situación.
—Dame un abrazo—. Imperó con la voz entrecortada temiendo el echarse a llorar.
Kokuran dio una media sonrisa, se acercó a ella y tal como sucedió en el sueño le abrazó protectoramente, sin poder evitar ponerse a llorar, y, al final la rubia cedió a sus emociones, correspondió el abrazo entre lágrimas arrepentida por tener que irse, pero feliz por todos los buenos momentos que había pasado con su mayordomo.
**
Nota del autor: Tengo la sensación de que he caído un poco en el ooc, porque tampoco conocemos mucho de estos personajes. El título es un palíndromo, dando alusión a que el relato empieza y acaba de la misma manera. Espero que haya sido de su gusto. ^^
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Catleya fue envuelta en un abrazo, el mayordomo no pudo evitar echarse a llorar al tener a la dama entre sus brazos, ella al final dejó de reprimirse y lloró correspondiendo el abrazo en el que Kokuran le estaba envolviendo, las despedidas son duras, sobretodo cuando te tienes que despedir de alguien con quien has formado un vínculo muy especial.
La rubia se despertó de su largo sueño con lágrimas en los ojos, había soñado con la despedida que ese día exacto debía de afrontar, tenía que ir a formar parte del Alto Mando de Teselia, y eso significaba darle un adiós a Kokuran. Miró a la mesita de noche y tomó varios pañuelos de papel con tal de secarse las lágrimas que poblaban su rostro recién despertado.
Bajó hasta la cocina, donde se encontraba su mayordomo sirviendo un té en la taza favorita de la dama que venía acompañado por un par de pastas, en general, el desayuno típico de la señorita.
—Buenos días señorita Catleya—saludó cordialmente—. En unos momentos iré a prepararle el equipaje.
—Te lo agradezco mucho, Kokuran.
Agradeció tratando de evitar el contacto visual con él, sabía que si en cualquier momento se atrevía a mirarle a los ojos estallaría a llorar por el miedo que le daba separarse de él.
El mayordomo se marchó rápidamente para hacer el equipaje de la dama, le dolía que Catleya se fuera, muchísimo, el vínculo que se había formado entre ellos era tan grande que le dolía mucho separarse de una persona tan dulce y angelical.
Catleya desayunó despacio. Durante todo el rato pensaba en la despedida, era inminente, poco después de desayunar llegaría el momento, porque su vuelo a Teselia estaba cerca, y tenía que llegar a tiempo, comía con sosiego porque su mente estaba centrada en Kokuran. Se levantó de sopetón.
No pensó en nada más, dejó el desayuno a medias y corrió desesperada para buscar a su mayordomo, necesitaba verle, necesitaba abrazarle, necesitaba no soltarle nunca. Corrió por la gran mansión sintiendo dolor en sus pies descalzos al estar forzándose a correr tan pronto, pero valía la pena.
Llegó al vestíbulo y allí se hallaba él, se miraron fijamente unos segundos y Catleya corrió hasta estar frente de él.
—Ha llegado el momento del adiós...supongo—musitó la rubia en un susurro apenado.
El mayordomo simplemente asintió.
—Permíteme darte una última orden.
—Adelante, señorita—. Dijo asintiendo.
Catleya alzó la mirada para conectarla con la de Kokuran, sus ojos estaban vidriosos y se notaba la incredulidad que sentía la chica por la situación.
—Dame un abrazo—. Imperó con la voz entrecortada temiendo el echarse a llorar.
Kokuran dio una media sonrisa, se acercó a ella y tal como sucedió en el sueño le abrazó protectoramente, sin poder evitar ponerse a llorar, y, al final la rubia cedió a sus emociones, correspondió el abrazo entre lágrimas arrepentida por tener que irse, pero feliz por todos los buenos momentos que había pasado con su mayordomo.
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Nota del autor: Tengo la sensación de que he caído un poco en el ooc, porque tampoco conocemos mucho de estos personajes. El título es un palíndromo, dando alusión a que el relato empieza y acaba de la misma manera. Espero que haya sido de su gusto. ^^